TODOS LOS PERSONAJES DEL MUNDO CANDY CANDY QUE HAY ÉSTA HISTORIA NO ME PERTENECEN, SUS CREADORAS Y ESCRITORAS SON MISUKI E IGARASHI.
¿A QUIÉN AMAR?
Capítulo 9.
TE AMO CANDY.
¡Albert! ¡Albert! – estaba arreglando las ultimas prendas que metería a la maleta cuando sintió un fuerte dolor en el vientre que pareciera que sus caderas se partían en dos – ¡Albert! – el rubio abrió la puerta con estrépito.
¡Candy! ¿Qué pasa? – la encontró hincada en el suelo gimiendo de dolor, sus pantalones impecablemente blancos tenían apenas una mancha de sangre, él la miró muy asustado.
Mi… mi bebé… duele… ayúdame – le dijo sosteniendo sus manos en su vientre aun plano, Albert la tomó entre sus brazos con delicadeza y la llevó a la cama con mucho cuidado – lo… lo siento – él se sentía conmocionado ¿un bebé?... su cabeza trabajó a mil por hora, las cosas no le estaban saliendo como él quería, se quedó junto a ella tratando de tranquilizarla,
No te preocupes… llamaré al médico… cálmate, no creo que podamos viajar así… ya habrá oportunidad para que nos vayamos de luna de miel – a Candy se le llenaron sus ojos de lágrimas, él se sentó a su lado – ya no te angusties – tomó su celular y llamó al médico, momentos después llegó una ambulancia por ella, Candy esperaba que él subiera, quería sentirse acompañada, pero no sucedió, se sentía tan sola y no pudo evitar que las lágrimas se escondieran por sus sienes, negaba con la cabeza ante la posibilidad de perder a su bebé, al fruto de su amor con Albert, aun con ella lo sentía a kilómetros de distancia, siguiéndolos en la desenfrenada carrera al hospital.
Se encontraba en un cuarto de un sanatorio sola, él no mostraba ningún interés por estar junto a Candy en el momento en que le hicieron el ultrasonido, ella miraba con ansiedad la puerta de cuarto con la esperanza de verlo entrar, pero no sucedió, llegó mucho tiempo después y ni siquiera le preguntó como se encontraba, se acercó y le dio un beso en la frente para simplemente alejarse una vez más de ella, tomó su celular y volvió a salir para hacer unas llamadas y desde donde estaba Candy escuchaba lo que él decía.
Cancela los boletos… no tengo que darle explicaciones… haga lo que le digo, reserva un boleto, mañana salgo a Brasil… – dijo en voz alta – por supuesto que nada más para mi – dijo molesto – mí esposa se encuentra indispuesta.
Albert… – lo llamó en voz queda al escuchar lo que decía, un nudo en la garganta le impidió llamarle una vez más, le sorprendía la actitud de él, en el tiempo que llevaban, jamás se había mostrado así – Albert… – él regresó al cuarto donde se encontraba su esposa y al verla no pudo disimular su disgusto.
¡¿Qué?! – ella se sobresaltó aun estando en la cama, y al momento él se dio cuenta de lo que hizo y se acercó a ella – lo siento, no era mi intensión exaltarte… es solo que… olvídalo… lo importante es que tu estés bien, no quiero agobiarte con mis problemas – en ese momento llegó el médico.
Buenos días… Sr. y Sra. Andley ¿no es así? – ella asintió un poco conmocionada por lo que acababa de pasar con su esposo.
Si… si Dr… dígame ¿que es lo que pasa con mi bebé? ¿Por qué tuve ese dolor?
Dígame Sra. Andley ¿ha estado usted sometida a algún tipo de presión? – ella negó con la cabeza
No… bueno, ayer… – le extendió la mano al rubio para que se la diera – nos casamos, él estuvo dos semanas fuera... talvez me tensé al saberlo lejos… no sé
Comprendo… Sr Andley… – se dirigió al esposo de Candy – es imperioso que su esposa guarde reposo, y sobre todo que esté tranquila, el embarazo no debería de representar molestia para su esposa, pero sus emociones están jugando en contra de ella, una situación similar a ésta y podrían perder a su bebé, es normal que los primeros tres meses hayan sangrado, incluso dolor, y esto no significa que vaya a haber un aborto, pero si es necesario que se tomen precauciones para evitarlo – el rubio suspiró hondo apretando con disimulo el puño que tenía dentro del bolsillo de sus pantalones.
No se preocupe Dr…mi esposa descansará el tiempo que sea necesario… ¿Por cuánto tiempo cree que ella debe guardar reposo? – lo dijo tomándola de la mano, besándole los nudillos.
Sra. Andley, según el ultrasonido usted ha completado las 12 semanas de gestación, por lo que sugiero que se quede en reposo hasta el quinto mes de su embarazo, y aun así debe ser reservada en no hacer ningún tipo de esfuerzos o actividades pesadas… y mucho menos poner en riesgo su estabilidad emocional ¿entiende?
Entonces ¿no podrá viajar?
No Sr. Andley, cualquier movimiento brusco podría ser contraproducente para su esposa y su hijo – sabía que estaba siendo inconsciente e injusto, ahora con un bebé a cuestas, todo sería diferente… y sin siquiera proponérselo la sintió ajena
¡Dios! Lo que nos faltaba – tenía planeado tantas cosas, pero ahora que sabía lo del embarazo, era obvio que nada podía ya ser… la creyó solo para él, pero ahora sabiendo que había un bebé en camino, prefería retirarse a compartirla con esa minúscula parte que su hermano había dejado en ella y que por ende no lo sentía de él.
Albert… – Candy sintió reproche en ese comentario, él no se volvió a acercar a ella para tomar su mano y apoyarla en ese momento, al contrario, renegó de lo que estaba pasando, pensando solo en él y lo único que pudo hacer fue apretar las sabanas que la cubrían.
¿puedo llevarla a casa? – pregunto serio.
Les recomiendo que al menos se quede la Sra. Andley dos días más hospitalizada, esto para descartar cualquier eventualidad que se presente.
Bien – fue su respuesta y después de eso el médico salió de la habitación.
Albert… – lo llamó un tanto reservada – ¿vas a viajar? Creí que estaríamos juntos.
Candy… – se acercó a ella – no tiene caso que me quede, no habrá luna de miel, está más que claro que tendremos que posponerlo…
Pero Albert… tú dijiste antes de irte que ya no viajarías solo… que tú y yo… que no nos dejarías…
¡maldición Candy! ¡Sé lo que dije! y no quiero discutir esto… no es bueno para tu hijo…
Albert… ¡es nuestro hijo! – le contestó molesta – ¿Por qué actúas como si no te importara? – él le daba la espalda a ella y se volteó nada mas escuchar su cambio en la voz, se acercó tratando de enmendar y comprender por lo que Candy esta pasando.
Mi amor… desearía que las cosas no hubieran pasado así, desafortunadamente a sucedido algo grave y se requiere de mi presencia, como sea… no podremos viajar… al menos no juntos, las cosas no están bien en Brasil, uno de los complejos se vino abajo y hay personas lesionadas y desgraciadamente también hay muertos – Candy abrió grandes los ojos y se tapó la boca con sus manos – mi amor… te iré a dejar a casa de tus padres ¿de acuerdo?
No es necesario, ellos ya vienen para acá… me iré con ellos – él la miró extrañado – les avisé cuando me estaban haciendo el ultrasonido, no es necesario que te quedes si no quieres – suspiró – Albert… no es mi culpa lo que está sucediendo, es solo que yo… ¿Por qué no me dijiste antes?
No quería preocuparte, y no es tu culpa Candy eso lo sé… no quiero que pienses que te culpo, es solo que las cosas cambiaron de un momento a otro, pero te recuperarás y todo seguirá como lo hemos planeado.
¿y según tu que hemos planeado? ¿al menos tienes idea de eso?
Bueno… reconozco que le he dado prioridad al trabajo últimamente, compréndeme por favor, todo es difícil para ambos, yo también deseaba hacer ese viaje contigo, disfrutar de nuestra relación… de ti…
Albert…
Candy… ¿puedo pedirte algo? – él no esperó a tener respuesta de ella – que sea la última vez que me llames así… de ahora en adelante… solo dime William…
Pero…
Por favor… – y le dio un beso en los labios, se sentó junto a ella y acunando su rostro se acercó una vez más – eres tan bella… tan hermosa – y toda molestia que pudo haber sentido Candy, en ese momento, se esfumó, volvía a ser el hombre tierno y encantador y es así como lo prefería, como el Albert se que fue a Brasil hace casi tres semanas y así como estaban los encontraron George y María… y al verlos desde la puerta no podían siquiera pensar lo contrario, había amor, de eso no podían dudarlo.
Disculpen… – ambos entraron y se acercaron a su hija – mi amor – le dijo su madre adelantándose a George – ¿Cómo estás? ¿Cómo te sientes? – acariciando su cabello.
Bien mami… no se preocupen… el Dr. Martin dice que todo está bien, solo necesito reposo.
Candy… no solo es reposo – María los miró preocupada a ambos – no puede realizar ningún tipo de esfuerzo… tuvo una amenaza de aborto…
Mi vida…
Mami… papi… – extendiéndole la mano a su papá para que se acercara, haciendo que Albert se retirara del trío que vió ante sus ojos – Albert… tiene que ir a Brasil…
Pero ¿Cómo? ¡se acaban de casar! Y en éstas condiciones no es apropiado que dejes sola a mi hija – le dijo María.
Ya está decidido Sra. Johnson, además no estará sola, espero que ustedes sean su apoyo – el hombre soltó la mano de su hija para acercarse a él, y ni eso intimidó al rubio.
¿Qué estás diciendo? ¿Cómo que te vas y dejas a mi hija en ese estado? – apenas acaban de llegar y en tan poco tiempo se sentía muy molesto.
Papi… – Candy quería conciliar entre ellos – es lo mejor, las cosas no están bien allá…
¡eso no es pretexto para que te deje a nuestro cargo!
En ese caso me iré a mi casa – les dijo Candy.
No mi ángel… te vendrás con nosotros – le dijo su madre mirando molesta a ambos hombres, no podía permitir que su niña pasara sola por ese proceso.
La despedida no fue como hace casi tres semanas, esperó a que le dieran de alta y la llevó a la casa de sus suegros, y durante esos días el rubio apenas reparó en ella, entró a la antigua recámara de su esposa y se despidió dándole un beso en la frente, sin siquiera prometerle que regresaría lo más pronto posible… y eso le dolió en lo más profundo de su corazón, no hubo el abrazo interminable que él siempre le daba, ni los besos que tanto se empeñaban en darse cada vez que sus miradas se encontraban.
Te amo Al… William – le dijo con lágrimas en sus hermosos ojos, deseando que no salieran, él tomó su mano y le dio un beso en los nudillos – regresa pronto…
Trataré… cuídate, estaré pensando en ti… y por favor… no quiero que te preocupes por nada, ni siquiera por mi – acarició su mejilla limpiando esas lágrimas, por ningún motivo deseaba dejarla así, era tan bella… se levantó de la cama y se fue, dejando a Candy en un mar de llanto.
En las semanas que le siguieron, a pesar de que Candy se comunicaba seguido con él, no lograba sentirse cómoda, habían días en que sentía que se sofocaba, que se desesperaba, sintiéndose prisionera en esa recámara que hacía algunas semanas fue suya, no tenía ninguna razón para estarlo, pero su corazón le decía lo contrario, lo soñaba lastimado y muy angustiado, era una sensación desconocida para ella, pero la sentía en su propia piel como si lo estuviera viviendo y su tranquilidad volvía cuando escuchaba su voz a través del auricular del teléfono, apenas unas palabras sacadas casi a la fuerza, pero con eso se conformaba… Dios, lo amaba tanto.
Lo siento papá… necesito ir con él… siento que algo le pasó – les decía al borde de las lágrimas – abrazándose a su padre.
Mi ángel… ayer hablaste con él… Candy trata de tranquilizarte, piensa en tu bebé… a lo mejor a estado ocupado…
Él siempre lo hace ¡pero hoy no lo ha hecho! – en ese momento sonó su celular y ella se soltó de su padre alcanzando el aparato del buró - ¡Albert! ¡William! Mi amor ¿estás bien?
Por supuesto que estoy bien… ¿Por qué no iba a estarlo? solo quería avisarte que el viaje se prolongará más tiempo del que tenía pensado… lo siento Candy, tengo que irme… voy a entrar a una junta con los trabajadores… por favor, cuídate, sabes que no es bueno que te angusties ¿de acuerdo?
Te amo… – le dijo con sentimiento.
Cuídate… te estaré hablando todos los días – eso fue la único que obtuvo de él, sentía que su corazón se desgarraba del dolor por su indiferencia, pero al estar frente a sus padres solo sonrió…
¿ya ves mi amor? Él está bien…
Si mami… creo que estaré más tiempo con ustedes del que pensé – se los dijo secándose las lágrimas.
Lo cual nos hace muy feliz mi ángel, así estaremos más al pendiente de ti y de nuestro nieto – le dijo George acercándose a ella y sentándose a su lado – será como si no te hubieras ido… sea lo que sea que esté pasando en Brasil, tu esposo estará bien ¿de acuerdo?
Gracias papi – dejándose abrazar por él – me siento tan bien con ustedes…
¿Qué pasa mi amor? – Candy estaba temblando – hija…
No me sueltes papi… tú no…
Nunca mi amor… tú madre y yo siempre estaremos para ti – y con esa promesa la mantuvo en sus brazos hasta que la sintió dormida.
Los días pasaron y su corazón no dejaba de pensar en él, le costaba mucho conciliar el sueño sabiéndolo tan lejos en la distancia y al mismo tiempo tan alejado de ella, ya no habían esas palabras y esos gestos que la hicieron enamorarse de él, solo le informaba que estaba bien como si del tiempo se tratara, pero al mismo tiempo se consolaba pensando en la carga de trabajo que tendría a cuestas, no quería ser la suma de sus preocupaciones, no ella, no sabiendo que él estaría más ocupado que nunca.
Desde la primera noche en que no estuvo con él después de la boda… éstas se hicieron más largas sin él, su ausencia le estaba carcomiendo el alma, robándole la tranquilidad de tener descanso y mientras dormía las pesadillas comenzaron a hacerse presentes en sus sueños… lo veía muy lastimado y ella no podía hacer nada, el dolor de él era el suyo, se retorcía en la cama sintiendo frío y mucho dolor, lo sentía triste, desesperado y ante eso ella se sentía frustrada al no poder ir hasta donde se encontraba y consolarlo, para decirle que su amor le pertenecía, que ella aliviaría el dolor que sentía, pero a miles de kilómetros nada podía hacer, se sentía como un mudo testigo presenciando lo más indecible que se le puede hacer a otra persona, y entre sueños lloraba tratando de hacer que su voz y su amor llegaran a él, en las horas más sombrías de su tristeza, bajaba al jardín sin que nadie la viera, tendía una frazada y la tranquilidad la encontraba disfrutando del brillo de las estrellas, recordaba lo mucho que les gustaba a ambos tirarse ya sea sobre la arena del mar o en el pasto y observarlas… eran de esas cosas tan simples que les encantaba disfrutar, amarse fue el descubrimiento que ambos gozaban cada vez que sus cuerpos se hacían un solo ser, ni el sitio más costoso o el más austero les impedía amarse con la misma intensidad, todo lo que estaba a sus alrededor empalidecía si ellos estaban juntos… todo cuanto les rodeaba dejaba de existir, así eran ellos, y añoraba tanto esos momentos, que no sabía si algún día se iban a volver a repetir.
¡Albert! – eran los gritos constantes que hacían despertar a sus padres desde la primera noche que está con ellos, era algo que se estaba saliendo de sus manos al no saber que más hacer por ella, y lo único que podían hacer era correr hasta llegar a su pequeña y consolarla.
Ya mi amor… es solo una pesadilla – mientras la acunaba en sus brazos María.
Algo le pasó a Albert… puedo sentirlo… – no dejaba de llorar.
¿quieres llamarle? – ella negó.
No mami… no quiero preocuparlo… – se limpió las lágrimas – es solo que lo extraño tanto ¡Dios! No debería de sentirme así, pero desde que se fue, siento algo en mi pecho.
No es nada cariño… él mismo te lo ha dicho, piensa en tu bebé, recuerda lo que dijo el médico – Candy solo asintió.
¿Qué hora son? – le preguntó a su padre bostezando.
Son casi las cuatro…
Lo siento… solo estoy alterando la rutina que tenían.
No mi amor… además, es como realmente nunca te hubieras ido, mi bello ángel, siempre estaremos para ti… no lo olvides ¿ya te sientes mejor? – ella asintió.
Con ustedes si… váyanse a la cama…
¿segura? Nos podemos quedar a velar tu sueño…
No papi… ya estoy mejor, mami tiene razón… él está bien y ustedes necesitan descansar.
Bien cariño… cualquier cosa estaremos contigo ¿de acuerdo? – ambos besaron la frente de su hija, apagaron la luz, salieron sin cerrar la puerta como cuando era niña.
Otras noches, no podía cerrar los ojos tan solo de pensar en él, su angustia no conocía proporciones al someterla al insomnio, era esa constante zozobra de no poder estar con él, de no poder ayudarle, y cada día se regañaba a si misma al escuchar su voz, no había razón para preocuparse, cerraba sus ojos y recordaba todos los momentos vividos a su lado, eran sus recuerdos, el tesoro más hermoso lo aguardaba en la calidez y seguridad de su vientre y acariciaba la suave curva que se estaba formando conforme los días pasaban, y eso le llenaban de la más tierna ilusión, pero ante sus padres ella aprendió a esconder el dolor que le provocaba el proceder de Albert… lo sentía como un extraño, ya no habían palabras que le permitieran sentirse correspondida, pero aun así ella se propuso amarlo así ella tuviera que dar el doble de su amor… y desde ahí comenzó su pesadilla.
Un mes había pasado desde que William se fue a Brasil, Candy en medio de su soledad la curaba en partes cuando Annie y RoseMary llegaban a visitarla.
Dios Candy… sigues así y te pondrás enorme… ¿estás segura que tienes cuatro meses? Parece que tuvieras más ¿pero sabes que? te ves muy hermosa…
¿tú crees? ¿no me veo gorda? – le preguntó a ambas.
Por supuesto que no… estás embarazada – le dijo llamándole la atención – no pienses en eso, tu cuerpo está cambiando y ese angelito está contribuyendo para que te veas más bella… estoy segura que ese bebé que viene en camino será hermoso… igual que tú y Albert.
¿sabes cuando vendrá? – le preguntó a su cuñada y RoseMary se puso pálida pero luego se recobró.
No comas tantas ansias cuñadita, cuando menos lo esperes estará contigo…
¿y para cuando nacerá mi sobrino? – le dijo alargando su mano y acariciando el vientre hinchado de RoseMary, por dentro, la joven agradeció a Dios que Candy cambiara la plática, pero al mismo tiempo ella se partía entre decirle lo que siempre ha sabido, pero pensaba en su estado, no quería provocarle algo irreversible de lo cual se pudiera arrepentir toda su vida – ¿Rose?
Oohh jajajaja lo siento faltan tres semanas… papá y mamá están muy preocupados… pero yo me siento de maravilla, según ellos debo estar reposando y tranquila… pero no, este niño no me deja estar tranquila ¿y ya sabes que será? – le preguntó devolviéndole la caricia.
Será un niño – les dijo con su carita de ilusión.
¿de verdad?... oooh Candy… seremos madres de varoncitos – y ambas se abrazaron.
¿y como está Jamie?
Feliz… deseo tanto que se parezca a él… pero él reza para que se parezca a mi ¿y como le llamarás a tu hijo? ¿ya hablaste con mi hermano?
Albert por supuesto, no puede ser de otra manera, y no… no nos dio tiempo de hablar sobre nuestro bebé – Annie y RoseMary rieron ante la extrañeza de Candy.
Por supuesto que no iban a hablar sobre eso ¿Quién iba a hablar sobre nombres en la noche de bodas? Dijo Annie riendo.
Ni siquiera pudimos estar juntos, él estaba demasiado borracho como para hacerlo y yo ya me sentía adolorida de la espalda.
Lo siento Candy… no quise…
No te preocupes Annie… lo importante es que él está bien y mi bebé también.
Candy… – la llamó Annie
¿Qué pasa Annie?
Le traje un regalo a tu bebé…
¿de verdad? ¿y por que no me los has entregado? – le dijo regalándole una sonrisa amplia, Annie fue hasta el recibidor de la recámara y regresó con dos bolsas.
Éste es para ti… ¡ábrelo! – le dijo emocionada, Candy sacó unas prendas y el solo verlas abrazó a Annie.
¡Annie! ¡gracias! Papá y mamá han pensado en todo menos en esto… pareciera que el bebé ocupa todos sus pensamientos ¡gracias Annie! – extendiendo la ropa interior post parto – en verdad necesitaré más de éstas.
Y ahora éste – alargándoselo a la rubia – éste es para tu bebé… no sabía que sería… y – vió como Candy sacaba el contenido de la bolsa.
Annie… ¡está bellísimo!
¿te gusta? – le preguntó dudosa.
¡por supuesto que si!
Yo lo hice – le dijo ella algo tímida.
Pues mucho mejor… siempre fuiste muy aplicada con las monjas… gracias Annie… mi bebé saldrá del hospital con ésta frazada – Annie solo le sonrió complacida.
No sabía que sería… por eso lo hice en blanco…
Está perfecto – le dijo abrazándola.
El tiempo pasaba irremediablemente y tres meses pasaron desde el día en que él se fue, y ni aun así dejaba de sentir esa angustia, era algo que ella no podía evitar, y solo se calmaba cuando él le llamaba tan solo para saludarla, en todo ese tiempo jamás preguntó por su hijo, o para dedicarle palabras de amor, como antaño lo hacía, y en la soledad de su recámara lloraba hasta que sentía que se desahogaba de ese sentimiento, y el tener cerca a sus padres la fortalecía en amor para no sentirse entristecida.
Y desde que se fue, cada mes iba a su consultas y le encantó saber que ella y su bebé estaban fuera de peligro, que nada empañaría esa felicidad que sentía, por el momento y mientras pasaba el embarazo, George le recomendó que hiciera una pausa en sus estudios, la cuidaban al extremo como si fuera una taza de cristal y eso a Candy ya comenzaba a cansarle.
Papi… no me va a pasar nada si voy a caminar ¿Por qué no mejor vamos los tres y me invitas un helado triple de chocolate?
Mi niña, aún puedo ver en ti a mi muñequita con sus dos coletas, no puedo evitar preocuparme por ti… eres nuestro tesoro, Tom y tú, son la culminación del amor que hay entre tu madre y yo, y no importa cuantos años tengan que pasar, eres y seguirás siendo mi niña, sé, porque así lo siento, que te sientes limitada… solo quiero que sepas, que nadie te amará y cuidará como tu madre y yo, además tu esposo vendrá talvez en unos días y tu mi niña, te irás a tu hogar, y lo único que puedo pedir a la vida es que seas muy feliz – al escucharlo Candy no pudo evitar refugiarse en los brazos fuertes de su padre – ¿aun quieres ese helado de chocolate? – Candy se separó de él asintiendo – entonces vamos.
Como todas las tardes, se encontraba en el jardín trasero, salía a leer algún libro, nadaba un poco en la enorme piscina de la propiedad o tomaba sus clases de la universidad en línea, algunos días curaba su soledad con las clases de pintura que tomaba, George y María se esmeraban porque Candy no se sintiera sola.
Ese día Candy, después de nadar por un rato se tendió en el camastro tomando un poco de sol, y desde su altura la veía tan bella, su pancita solo le sumaba una belleza irreal, era como una hada, con su cabello rubio desperdigados sobre la frazada en la que estaba recostada, sus hermosos ojos azules se deleitaron de ella, hasta que se detuvieron en su vientre hinchado, su rostro de endureció al saber que ese sitio ya estaba ocupado por alguien que no le pertenecía, pero aún así y esos días de ausencia la soñó tan plena, tan feliz a su lado, que ignoraba los miedos que cada noche Candy tenía que soportar, se sentó a u lado de ella y posó su mano sobre el hombro desnudo de ella, que al contacto a la suave piel, su cuerpo reaccionó llenándolo de un desconocido placer, ella volteó su cabeza un poco desorientada a causa del sueño cuando lo vió y grande fue su sorpresa al descubrir que era él, intentó levantarse pero William ya estaba sobre ella con sus brazos a cada lado de su cuerpo.
Al… ¡William! Mi amor… ¡volviste! – y lo abrazó por el cuello sentándose y acercando su cuerpo al de él, te extrañé tanto – no podía dejar de llorar y de abrazarlo – ¿Cuándo…? Te amo tanto – tomó su rostro y besó sus labios – ¿Por qué no me dijiste?... mi amor
Candy… el bebé – ella tomó una de sus manos y la colocó sobre su vientre y al momento sintió un movimiento que lo hizo estremecer, quitando de inmediato su mano – se… se siente fuerte…
Es porque tú estás aquí… porque regresaste a nosotros… te amo tanto – volvió a acercar sus labios a los de él y lo besó con ansias, con tanto amor, que él mismo lo sintió… y solo por eso, porque comenzaba a amarla, le correspondió con el mismo ímpetu – dime que no vas a volver a irte… dime que… amor…
¿mmmh? – acunó su hermoso rostro entre sus manos, era increíble tenerla así, se había negado a ese sentimiento durante esos meses, pero estaba sucediendo, quería tocarla, abrazarla, mimarla cuanto pudiera, pero en ese preciso momento, con su brazo encerró su cintura acercándola un poco más a él – te amo Candy – y su corazón solo saltó de alegría… ¿Cómo es que apenas unos instantes pueden borrar la angustia que pasó?
William… ¿Por qué no me avisaste?
¿y perderme de la sorpresa que hay en tu rostro? No mi amor… te ves tan hermosa…
¿pudieron arreglar todo lo que pasó en Brasil? – él solo suspiró negando con la cabeza.
No… tuvimos que indemnizar a varias familias por la muerte de los trabajadores que perecieron en la obra… fue terrible todo lo que pasó, desafortunadamente tenemos que empezar de cero, parte de las estructuras se vinieron abajo y se tuvo que reestructurar todo… las obras de limpieza podrían durar meses, Candy… deseaba tanto verte… te extrañé como no tienes idea.
¿de verdad?
¿Por qué lo dudas? – le preguntaba mientras enroscaba con sus dedos los rizos rubios de su esposa – todos los días pensaba en ti, y estar en ese lugar, me quitó momentos preciados contigo… y dime ¿tu como haz estado?
Esperándote… y ahora que estás aquí feliz… muy feliz.
Candy… antes de que digamos cualquier otra cosa, debo decirte que solo estaré un mes acá… contigo…
Pero… – ella se quiso alejar de él, pero no se lo permitió.
Deseaba tanto venir a verte… te amo Candy… haré que éstos días, sean los mejores
¿Por qué?
No puedo dejar tirado todo allá… aun hay personas desparecidas y debo dar la cara… mi amor… daría lo que fuera porque nada de eso hubiera pasado ¿me entiendes verdad?
Entonces haré que desees volver cuando estés allá.
Al otro día de la llegada de William, ambos se fueron a instalar a la casa que sería su hogar, Candy manejó hasta el otro lado de la ciudad mientras él dormía en el asiento junto a ella, se sentía tan feliz, que no le importaba hacer eso por él, pero lo que no sabía ella, es que él desconocía la ubicación de la casa y por eso alegó cansancio, permitiendo que ella manejara el auto ante la desaprobación de sus padres.
Cuando llegaron, él bajó tomando las llaves que Candy le extendía, y desde donde estaba, vio cuando William abría la puerta y regresaba por ella, le ofreció la mano y la cargó entre sus brazos, Candy lo abrazó por el cuello carcajeando de felicidad y la bajó nada más traspasaron el umbral de la puerta.
Albert – él le dio la espalda mientras observaba el lugar – William – entonces volteó y fue hacia ella.
Tú, yo y nuestro hijo – él solo asintió sin decir nada.
Ese mismo día fueron con el médico que le da seguimiento al embarazo de Candy y la noticia que les dio no fue muy alentadora.
Sr. Andley… su esposa ha tenido dos amenazas de aborto posteriores al primero, les recomiendo que deben de seguir una serie de cuidados para que el embarazo llegue a término, a dos meses de que cumpla los nueve meses, considero que tener relaciones sexuales no será lo más óptimo por muy cuidadosos que sean.
Entiendo doctor – Candy volteó a verlo y no podía descifrar la tranquilidad de su marido.
Aunque por supuesto, pueden buscar otras maneras sin que haya penetración, ustedes me entienden – las mejillas de Candy se tiñeron de un adorable sonrojo – el ácido fólico lo tomará hasta dos meses después del parto, así como también el consumo de los alimentos deben ser saludables… y Sra. Andley, evite lo más posible el chocolate, así descansará mucho mejor por las noches.
Gracias doctor ¿alguna otra cosa?
No, aquí tienen la ecografía, y cualquier cosa por favor, no duden en llamarme.
Gracias Dr… – momentos después ambos salieron del consultorio, él abrazando a Candy por los hombros.
¿en que piensas?
En que nuevamente tendremos que postergar nuestra noche de bodas – le dijo con una sonrisa un tanto triste.
Mi amor…
Pero… tenemos opciones – le dijo regalándole una encantadora sonrisa – bien Sra. Andley hay que ir a comer… me muero de hambre – subieron a la camioneta de él y llegaron a un restaurant que Candy no conocía, y eso se le hizo muy raro, pensó que ya conocía sus gustos, pero era obvio que no y aun así se propuso disfrutarlo junto a él, pero lo que él pidió le extrañó mucho más, pidió un carpaccio, y ella recordó que en una ocasión le sirvieron un mignon en término medio y al cortar el primer trozo casi vomita sobre el plato, pidiendo al mesero que se lo cocieran todo.
Amor… ¿estás seguro que vas a comer eso? – William se dio cuenta a que se refería.
Si… estando en Brasil tuvimos que comer lo que la naturaleza nos daba, y en algunas ocasiones era carne cruda… estábamos casi en medio de la nada… no te preocupes cariño, la pediré cocida – llamó al mesero para que le hicieran el cambio, y Candy solo sonrió agradeciendo que lo hiciera.
Y mientras comían, la mirada de él la observaban con pasión… cuatro meses sin verla le estaba cobrando el anhelo de tomarla, pero sabía que no podría… no la lastimaría… estando separado de ella se dio cuenta, que cada día se enamoraba más de ella sin poder evitarlo y simplemente por eso, se doblegó a ese deseo de verla, de amarla aunque por el momento no pudiera poseerla.
Te amo Candy – le dijo a la rubia haciendo que su piel se estremeciera… pero no era por el deseo de escucharlo decir eso, era algo que ella no podía explicar y haciendo a un lado esa sensación, se levantó de su silla y le dio un beso en los labios.
Y yo te amo a ti Albert…
Hola a todos, un nuevo capítulo hay, mil GRACIAS por sus comentarios y el apoyo que le están dando a la historia, GRACIAS por sus mensajes, críticas y opiniones, aprendo cada día más de ustedes.
Nancy Reyes.
Carol Aragón.
MaríaGpe22.
Guets1.
Lili.
Paty Lu.
Ster star.
Fabaguirre167.
Mil GRACIAS, si Dios lo permite nos leemos hasta el próximo capítulo.
Enhorabuena y bendiciones.
050223
