LOS PERSONAJES DE CANDY CANDY NO ME PERTENECEN, MÁS QUE A SUS CREADORAS Y ESCRITORAS MISUKI E IGARASHI… SOLO SON USADOS CON FINES DE ENTRETENIMIENTO.
¿A QUIÉN AMAR?
Capítulo 10.
TIEMPO ATRÁS.
PASADO CANDY.
Han sido los mejores días de mi vida, he comenzado junto con Albert la aventura de llevar una vida en común… en matrimonio, ha sido maravilloso amanecer a su lado y en sus brazos, todavía recuerdo la primera noche que pasamos juntos, acomodarme en los suaves relieves de su cuerpo musculoso… fue divino, sus brazos me hicieron recordar lo mucho que él me hizo falta, lo mucho que lo añoré y lo llamé en sueños, pero hoy lo tengo para mi deseando que sea para siempre, fuimos al médico a mi revisión mensual, desearía poder hacer el amor con él, pero el médico nos recomendó no hacerlo por seguridad de nuestro bebé, ha sido un hombre que me ha mimado al extremo, me cuida y me protege hasta de la más mínima cosa, pero a veces, quisiera no tenerlo cerca cuando está de mal humor, y cuando eso pasa, siempre regresa suplicándome que lo perdone, no sé que es lo que está pasando realmente, supongo que todo lo que está pasando en su trabajo lo trae de un carácter que ni él se soporta, lo único que sé es que lo amo con toda mi alma, que una vida sin él no la concibo, William a veces me regaña diciéndome que no debo depender de él emocionalmente, que debo aprender a lidiar con mis sentimientos y con la soledad cuando no esté él conmigo, y cuando me ve llorar, se acerca a mi y me abraza hasta el punto de sentir el pulso en sus fuertes brazos, ha sido un esposo maravilloso desde que regresó de Brasil, y es en éstas dos semanas que estoy amando tenerlo a mi lado, fácilmente me acostumbraría a tenerlo para mi, todo el día, todos los días y por siempre, porque él ya tiene mi corazón y me hace sentir que el tiempo es tan relativo, que por momentos, para mi, es como si lleváramos toda una vida.
Lo amo Dios mío, lo amo de una manera en la que ni yo no entiendo y lo único que sé, es que deseo con todo mi corazón, es que sea por el resto de nuestras vidas, han pasado dos semanas y ya siento su ausencia al saber que pronto se regresará a Brasil, en la mayoría de las veces lo escucho hablando en francés, portugués y alemán, se sorprendió gratamente cuando le dije que le entendía a la perfección, por un momento, pensé que ya se lo había dicho, pero en fin, lo importante es que está conmigo, algunas veces platicamos y es como si desconociera planes que ya teníamos previsto para nuestro futuro, supongo que el estar preocupado por lo que ha pasado lo tiene distraído, las cosas que tienen que ver con el accidente son las que me han robado momentos maravillosos con mi esposo, entiendo que él deba de estar allá, pues muchas familias dependen del trabajo que se les da, pero mi corazón es necio y lo quiero para mi solita, ojalá las cosas salgan bien y que nos permita estar mas tiempo juntos.
Anoche tuve otra pesadilla, aun y a pesar de que se encuentra conmigo no han cesado, es desesperante sentirme así, en el tiempo que ha estado aquí, lo toco, lo siento, pero en mis sueños lo buscaba y no lo encontraba, y cuando lo tenía frente a mí, corría hacia él para abrazarlo y simplemente desaparecía de la nada, me veía en medio de la oscuridad hincada y abrazándome a mi misma, en mis pesadillas lo veía caer en un abismo donde quedaba suspendido y no terminaba de caery yo no tenía manera de salvarlo, lo escuchaba gritar mi nombre pero no podía verlo, me veía llorando y llamándolo tan fuerte que sentía que mi garganta se desgarraba, me despertaba gritando su nombre y William se despertaba junto conmigo, me aprisionaba en sus brazos consolándome con palabras cariñosas, no entiendo por que aun estando él conmigo tengo tanto temor de no tenerlo, y me aferraba más a él queriendo poder fundirlo a mi alma.
¿quieres contarme? – me decía mientras me acariciaba la espalda, tratando de calmar mi llanto – ¿Candy?
No te has ido y ya te extraño… de… deseo que te quedes conmigo… no quiero que te vayas – y mi llanto se arreciaba más.
Cariño… voy a estar bien… Candy mírame, estoy aquí contigo…
Pronto te irás… llévame contigo ¿siiii? – le dije mirándolo a los ojos, él se sentó y me puso sobre sus piernas acunándome como si fuese una niña.
Candy, mi amor… estás embarazada y es impensable un viaje en la condición en que estás, por favor… no me hagas esto… quiero que te encuentres bien, yo también he sufrido tu ausencia al no tenerte conmigo, por eso hice a un lado todo por venir y estar a tu lado.
¿de verdad?
Por supuesto que si… amor… ya no quiero verte llorar, porque no sé que hacer para que te encuentres bien ¿te acuerdas lo que dijo el Dr. Martin? – asentí llorosa – Tu bebé… nuestro bebé – me tendió en la cama y comenzó a besarme la pancita – tienes que estar bien por él ¿me lo prometes? – Subió hasta mis labios besándome con pasión.
Te lo prometo – le dije mientras acariciaba su rostro, extrañaba tanto tenerlo dentro de mi, pero también sabía que no debía por seguridad de nuestro bebé – Albert… William ¿regresarás pronto? – le pregunto ilusionada
Tenemos dos semanas para nosotros… no quiero que pienses en ese día… y por el momento señora mía, descansarás… porque dentro de unas horas… tendremos un gran día – ella lo miraba con duda – no te lo diré, será una sorpresa – besando mis labios con ternura, con pasión, se acostó y dejó que me durmiera sobre su pecho como lo he venido haciendo desde el día que llegó.
Te amo… – le dije casi ya dormida.
No debo… pero también te amo Candy… te amo tanto… – lo dijo más para él evitando que ella lo escuchara del todo, se recostó sobre la almohada y la abrazó tratando de no lastimar su pancita, una lágrima se escurrió de sus ojos azules, buscando camino en su sien.
La noche me está sabiendo tan larga, que necesito tomar algo para conciliar el sueño, el suave y fuerte cuerpo de William me despertó, sentí que sus brazos abrazaban mi inexistente cintura para acercarme un poco a él, sus manos las posó en mi bajo vientre, besó mi cabello, sentía frío y los brazos de él me estaban cobijando de una manera divina, me dio la vuelta para quedar sobre mi espalda y comenzó a besarme, sus besos eran tan demandantes, tan fuertes, lo miré con sorpresa y él me devolvió la mirada regalándome una amplia sonrisa.
Te deseo Candy… no puedo hacerte mía… pero…
¿Por qué dices eso? – tomándole con mis manos su rostro, él volvió a besarme con pasión para evitar obtener una respuesta, besó mi lóbulo de las orejas, mi cuello, solo sé que estaba entregando en cada caricia todo lo que él estaba despertando en mi, llegó a mis senos y nada más descubrirlos de la suave tela de mi camisón, se perdió en ellos, los besó, los lamió, y le dio muerdos que solo me hacían gemir, me amó sin prisas, marcando mi cuerpo a besos como propio, y al besarme la suave curva de su pancita el movimiento de una patadita de nuestro hijo, sentí que abruptamente paró, pero él ya había despertado el deseo en mí y con mis manos enrosqué sus cabellos pidiendo más, con una delicadeza inusitada incluso para él, me quitó la ropa, y al verme así desnuda, vi que apretó sus manos para no hacerme el amor, sentía al máximo su excitación en mis piernas y se que le era muy doloroso contenerse, se inclinó hacia mi besando mis rodillas, dibujando con su lengua un camino para llegar hasta ese lugar deseado y cuando me abrió para él, todo se detuvo, mi aroma lo llamaba y sin esperar más, comenzó a hacerme el amor con la lengua, a adorarme, me estaba preparando para llevarme hasta al tercer cielo y regresar por más, mi clítoris hinchado palpitaba en su lengua y supe que me estaba llevando al límite, no podía más, mi cuerpo se revelaba por más, y con mis piernas aprisioné su cabeza hasta que me liberó de esa pasión que ya tenía varios meses enclaustrada, sentía que una corriente eléctrica atravesaba desde mi cabeza a la punta de los dedos de mis pies, y cuando me sentí liberada William volvió a mi para abrazarme, sintiendo los temblores que el mismo provocó.
Te amo Albert… – y quedó dormida al instante, momento que aprovechó William para ir al baño y liberarse de ese deseo inconcluso, se dio un baño con agua fría, quedándose parado sin hacer nada, se hincó, y con el puño de sus manos golpeó los azulejos, sus lágrimas se fundían con el agua de la regadera y solo cuando se sintió calmado salió quedándose parado frente a la cama, observando el hermoso cuerpo de la mujer de su hermano.
Regresó a la cama y William se regaló un momento más para tenerla entre sus brazos, eran cerca de las once de la mañana cuando ella se levantó, y al hacerlo se estiró como un gatito, y lo vio ahí, sentado en un sillón observando todo el resplandor de su cuerpo, ella se sentó en la cama y bostezó una vez más, se veía simplemente bella y graciosa, con toda esa mata de rizos rozando la cama y cubriéndole lo senos.
¿Cómo amaneciste? – le preguntó un tanto preocupado sentándose junto a ella.
Descansé como no lo he hecho en cuatro meses… fue maravilloso.
Ven acá – ella tomó la mano que él le ofrecía sentándose en las piernas de él – te amo Candy.
PASADO WILLIAM EN BRASIL.
Ya no aguanto los deseos de estar cerca de ella, en tan poco tiempo mi corazón se venció ante su sola presencia, la amo… y no debería… en teoría es la esposa de mi hermano, aunque en la practica no la he hecho mi mujer, sigue siendo la mujer de mi hermano, cada vez que le llamo, reprimo el deseo de decirlo lo mucho que la amo y la extraño, pero tengo que separarme de ella, no debo… no puedo, es tan complicado para mi porque nunca nadie me había echo sentir lo que siento por Candy… que si Albert hubiera estado a su lado, habría sido el hombre más feliz, de eso estoy más que seguro, el beso que nos dimos en la iglesia hizo que mi corazón quedara fundido al suyo, y aunque ella no sabe quien soy yo, con todo el dolor de mi alma no puedo ceder, no debo amarla, esto que siento no me está gustando nada, hubiera deseado mil veces haberme quedado con aquella imagen de ella adorando a mi hermano con tan sola una mirada, siento la imperiosa necesidad de estar junto a ella, de saber que está haciendo, éstos cuatro meses lejos de ella, han sido prácticamente un infierno para mi, me arrepiento tanto haber sido tan indiferente, porque dentro de mi sé que ella esperaba que estuviera en todo momento, sosteniendo su mano, diciéndole cosas hermosas… ella es así, hay inocencia y pasión al mismo tiempo y me pongo a pensar en las cosas que deberé hacer en el futuro con respecto a Candy, pero también en todo lo que tengo que arreglar aquí, no puedo ni debo dejar las cosas a medias, todo lo tengo bajo mi control, y por el momento todo me pertenece, incluso Candy.
Las cosas aquí en Brasil no están nada fácil, hay muchos muertos y estoy comprometido a indemnizarlos y apoyarlos en lo que pueda, es lo que corresponde hacer, y si Albert viviera o si al menos estuviera aquí, tendría la certeza de saber lo que estoy haciendo, todo es instinto y acción, él estaría más que dispuesto a apoyar a todas esas familias, siento que cada día el peso de mis decisiones se ciernen sobre mi como una bola de nieve, nada ha sido fácil, temo incluso por mi vida y eso es lo más extraño, antes no me importaba nada, pero ahora, la rubia de ojos hermosamente verdes como las esmeraldas ha hecho mella en mi conciencia, la veo en mis recuerdos y me regaño a mi mismo por haber deseado tener para mi esa mirada de amor que era y es de mi hermano… a mi lo único que me une a ella es el enorme parecido que tengo con él, con mi hermano… y es esa parte en la que mi corazón y conciencia no terminan de recriminar mi proceder… Candy, Candy… te extraño y te amo tanto, y no me importa lo que me pase, haré lo posible por estar junto a ti, te protegeré hasta donde más pueda, aunque mi alma ya esté condenada, ya nada importa, ojala mi hermano estuviera aquí para decirme que hacer… porque de esto, no entiendo ni mierda, he llamado a papá y con justa razón no me contesta las llamadas, espero que algún día pueda darle la razón por la que estoy aquí, pero por el momento, entre más lejos esté de Candy, mejor.
Se abrió la puerta sin que llamaran, y eso me saca de quicio, aborrezco tener que recibir a ésta alimaña, y nada más verlo de reojo se que es él, dejo lo que estaba haciendo y no me levanto para recibirlo, y realmente no lo hago porque sé que le fastidia que no lo trate como si fuera de la realeza… tremendo pedazo de porquería… y pensándolo bien, estoy llegando a ese nivel después de lo que he hecho.
Supe que regresas a Chicago ¿Qué pasa Andley? ¿te cogerás por fin a la mujer de tu hermano? – fue lo primero que me preguntó antes de sentarse y cuando menos lo supo, un golpe tras otro fue lo que consiguió el pobre diablo.
Una vez te dije que no te refirieras así a mi esposa de esa manera – otro golpe más – si no te han enseñado… aprenderás – otro golpe.
Mal… maldito ¡me haz roto la nariz! – me dijo con la voz ahogada en el sabor de su propia sangre.
¿y que? ¿vas a llamar a tu madre para que venga a curarte?... – lo agarré del cuello de la camisa aventándolo sobre uno de las sillas – ¡no me hagas recordártelo una vez más estúpido! ¡yo no soy mi hermano! Tengo un límite, y créeme no es demasiada.
¡esto no se quedará así!
Búscame imbécil… ¡y con gusto hago que se conecten tus neuronas para que dejes de estar diciendo tantas estupideces! – se levantó de la silla apenas logrando ponerse en pie, se iba de lado y eso quiere decir que se sentía muy mareado, cuando en ese momento entró otra persona.
¡¿Qué rayos ha pasado aquí?! – lo miré y volví al lugar donde estaba sentado y regresé mi vista a los papeles que tenía entre mis manos, no sentía ni el más mínimo remordimiento, después de todo, ese estúpido me provocó.
Nada… tu protegido no sabe tener la boca cerrada, quiere correr y apenas sabe gatear – me levanto y fui hacia ellos – mi tiempo es muy importante… hagan que a la otra valga la pena ¿a que han venido?
No te creas tan intocable Andley… – me dijo el hombre mayor.
No me creo… soy – haciendo que mi sonrisa apenas torcida los estremeciera a ambos hombres nada más verlos.
Nos han informado que tu querido hermano la está pasando muy mal en prisión – no dejé de sonreírles, pero por dentro estaba furioso, supongo que mi actitud los convención mucho más
Bueno… gajes del oficio – suspiró despreocupado – por lo visto son buenos en algo, no cabe duda que todos tenemos un talento… y el de ustedes es venir con chismes, espero que se den cuenta de lo que soy capaz, no me tienten, por que les aseguro que desearán no conocer el talento que por supuesto no les fue concedido a ustedes – le dije mirándolos fijamente – ¿Qué sabemos sobre el embarque? – les preguntó para cambiar el tema.
Todavía no nos dan luz verde, pero cuando sea así… agárrate Andley porque todo lo que hemos logrado quitarle a tu hermano, al soberbio de Johnson y parte de la herencia de esa jovencita -mirando al joven que aún sangraba por la nariz – no es nada a lo que viene – yo solo asentí – ¿tienes los contratos firmados?
¿y tu que crees? Por supuesto que si ¿pensaste que no obtendría las firmas? pero no es a ti a quien debo de dárselos…
¿Cómo? ¿Qué te estás creyendo Andley? Me enviaron por ellos…
No es a mi a quien tienes que reclamar, aquí quien da las órdenes soy yo, quien lo ha hecho todo soy yo, así que no vengas a decirme que hacer… – se dio la vuelta y se volvió a sentar – si eso es todo puedes retirarte y de paso llévate a éste bueno para nada – señalando al hombre que estaba sangrando.
Te juro Andley que haré que me pagues esto…
Entonces no hay que hacerte esperar – me levanté de nuevo estirando mi 1.90 de estatura acercándome a ellos – ¿decías? – y el hombre no tuvo más que darse la vuelta para llevarse a la sabandija que estaba casi pálido y con la camisa llena de sangre – cierra la puerta por favor – y lo único que obtuvo fue un portazo que solo le provocó risa.
Estaba sumamente cansado, llegué a la cabaña que estoy alquilando y solo traspasar el umbral me envolvió la calidez del lugar, hacía pocas horas se retiró el servicio, hacía un calor terrible en esa época, encendí el aire acondicionado y cerré todo, me senté en un mullido sillón que estaba frente a la chimenea ¿a quien se le ocurriría hacer una chimenea con éste calor tan sofocante?
Después de un rato, decidí que era suficiente y se fuí a la recámara, fue un día demasiado largo y pensé solo en ella, tomé el teléfono y le marqué, y al escuchar su voz cerré mis ojos.
Albert… William ¿Cómo estás mi amor? – la escuché llorosa y desesperada.
¿estás llorando? ¿te pasa algo? – le pregunté preocupado – ¿Cómo estás?
Extrañándote… por… ¿Por qué no me haz llamado?
He tenido mucho trabajo Candy… – suspiré hondo – habrán días en los que no pueda hablarte… Candy… estoy bien, no hay razón para que te pongas así, te llamé solo para saludarte… por favor cuídate ¿me lo prometes?
Te amo… ven pronto… – pero mi garganta se cerró y no pude decirle nada, no pude decirle cuanto la amo y la extraño, lo mucho que deseo de tenerla entre mis brazos.
Deseaba tanto no poder lastimarla y más sin embargo lo hacía cada vez más, ojalá yo fuera él, para sentir la libertad de amar sin éste peso que siento sobre mis hombros y conciencia, deseo que Candy me ame a mí… a William Alfred Andley… no quiero sentir sobre mí el peso de mis errores del pasado, pero una vez más pudo la avaricia, el deseo de tener lo que no me pertenecía, pero era necesario.
Perdóname Albert… la amo… perdóname por todo.
Hola BUENAS NOCHES, les regalo un nuevo capítulo, GRACIAS por sus mensajes privados, GRACIAS por permitirme llegar a ustedes por éste medio, valoro las críticas, aportaciones y opiniones que me dan.
Reeka21.
Carol Aragón.
MaríaGpe22.
Nancy Reyes.
Lili.
Fabaguirre167.
MadelRos.
MIL GRACIAS por el apoyo, si Dios lo permite nos estamos leyendo en el próximo capítulo.
Enhorabuena y bendiciones.
110223
