POV LENA

—Hola, ¿En qué puedo ayudarte? — Pregunta el recepcionista.

—Sí, me pregunto si puedes ayudarme a encontrar a alguien— Aunque la habitación del hotel era perfecta estuve dando vueltas en mi cama durante toda la noche sin poder dormir. Saber que Kara esta tan cerca y no poder encontrarla me tiene de los nervios.

Anoche le pregunté al camarero, pero me dijo que era nuevo en la ciudad y no podía ayudarme. Decidí que me iría mejor durante el día. Me desperté esta mañana y fui directamente a recepción. El chico que llevaba la etiqueta con el nombre de Winn me dijo que no conocía a nadie con ese nombre o si en la ciudad de Troping hay una tienda de ropa. En general, se me da bien leer a la gente y él definitivamente estaba mintiendo.

Es hora de hacer todo lo posible para encontrar a mi mujer. La investigadora que contraté solo podía darme la última dirección conocida, pero fue un callejón sin salida. Tiene que haber algo más que un rastro documental. Al darme cuenta de que los registros municipales eran mi mejor opción, caminé por la calle hasta el Ayuntamiento.

—Haré lo que pueda. Me temo que me mudé aquí hace poco tiempo, así que todavía no conozco a todo el mundo—

Tiene una pequeña placa con su nombre en el escritorio que dice Lois, y parece una persona bastante agradable. Voy a andar con cuidado para que no me rechace como todos en esta ciudad.

—Verás, tengo una amiga de la familia a la que no he visto en años, pero no vive en la dirección que tengo. No tengo un número actualizado, pero pensé que tal vez estaría inscrita en el registro de escrituras—

—Eso debería ser bastante fácil. ¿Cómo se llama? —

—Eso es otra cosa— Digo con evasivas mientras pienso rápido —Mi madre jura que se casó, así que no sabe el apellido. Sé que trabajaba en la tienda de ropa del centro y.…—

—¿Kara? — Interviene Lois y yo asiento. Ella aparta la mano en un gesto despectivo —Oh, no está casada— Se vuelve hacia el teclado y hace clic en algunas cosas mientras mi corazón empieza a latir con fuerza —Vale, sabía que estaba cerca. Déjame que te escriba su dirección—

Justo cuando está a punto de entregarme el papel, la puerta detrás de ella se abre de golpe —¿Qué pasa? — El Alpha que sale de la oficina del alcalde desprende unas potentes feromonas. Es un gran hijo de puta, y la forma en que frunce el ceño entre Lois y yo me hace pensar que no le gusta lo cerca que estoy de su escritorio.

—Solo estoy buscando a una vieja amiga— Digo y mantengo mi agradable sonrisa en su lugar para poder tomar el maldito papel e irme.

El alcalde me mira de arriba abajo mientras se acerca —No creo que te conozca— Sus ojos se entrecierran un poco, y creo que mi tiempo se está acabando.

—Está bien, Clark, ella—

Antes de que pueda terminar la frase, le quito el papel de las manos y empiezo a retroceder —Muchas gracias por la ayuda. Que tengas una buena tarde—

Ambos empiezan a decir algo, pero yo ya estoy fuera y en camino a mi coche, que está aparcado en la entrada. La sheriff suele aparcar cerca, pero por suerte no la veo y me voy rápidamente. Una vez que estoy a unas cuantas manzanas de distancia, compruebo la dirección y doy un giro en esa dirección.

Mi corazón late fuerte contra mis costillas mientras doy otro giro por una calle arbolada. A lo lejos, veo el coche del sheriff y frunzo el ceño. ¿Cómo es que siempre aparece de repente?

Me detengo, miro mi reloj y decido esperar. Está claro que está aparcada en la entrada de la casa de Kara y no necesito una audiencia para lo que estoy a punto de hacer.

El tiempo pasa a paso de tortuga y, por fin, veo que se abre la puerta principal. La sheriff y otra mujer salen de la casa de Kara y creo que es la mujer de la panadería. ¿Está todo el pueblo en mi contra?

No puedo ver a mi chica porque estoy estacionada demasiado lejos. Todo lo que veo es su mano saludando, pero incluso esa pequeña cantidad de piel me pone dura. Joder, estoy tan cerca.

Pasaron 84 años para que la sheriff finalmente saliera de la entrada y se dirigiera en dirección contraria. Gracias a Dios, porque tengo la sensación de que, si me hubiera visto, me habría llevado a la cárcel. Hay algo en la forma en que me mira con el ceño fruncido que me hace pensar que siempre está lista para arrestar a alguien.

Una vez que los veo girar al final de la calle, conduzco el resto del camino hasta la casa de Kara y aparco el coche. Lo que quiero hacer es subir corriendo las escaleras y derribar la puerta de una patada, pero tampoco quiero asustarla. Necesito tomarme las cosas con calma y explicarle por qué estoy aquí.

Mi mano tiembla mientras la cierro en un puño y golpeo suavemente la puerta. Apenas puedo pensar con claridad mientras el sonido de sus pies acercándose llena mi mente.

—¿Olvidaron alg…? — Por un breve momento, sus ojos se abren de par en par y no es sorpresa sino alivio lo que brilla en ellos cuando me ve allí de pie. Solo es por medio segundo justo después de que deja de hablar, luego se convierte en una mirada fulminante —¿Qué estás haciendo aquí? —

Debería ser gentil y suave mientras le explico cómo la encontré. Debería tomarla suavemente en mis brazos y susurrarle cuánto la he extrañado. Pero no hago nada de eso. De hecho, hago exactamente lo contrario.

—¿Pensabas que podías huir de mí? — Doy un paso hacia su casa y ella retrocede mientras cierro la puerta de golpe detrás de mí —¿Pensabas que había un lugar en esta tierra donde pudieras esconderte? — Su respiración es pesada mientras abre la boca, pero no salen palabras.

Niego con la cabeza mientras me acerco hasta que su espalda golpea la pared —La noche que te metiste en mi cama fue la noche en que sellaste tu destino— Mis brazos se mueven rápido y luego la rodean y la levantan del suelo —Aquí es justo donde perteneces—

Mi boca se posa sobre la suya en un beso intenso y ella duda por un momento. Oigo el gemido en su garganta cuando sus labios se separan y mi lengua se adentra en ella para saborearla. La abrazo posesivamente y levanto sus rodillas para que ponga sus piernas alrededor de mi cintura. Aprieto mi miembro palpitante contra su centro y anhelo sentir alivio dentro de su coño.

—Mía— Digo antes de morderle el labio inferior y luego besarle el cuello. Ella jadea cuando le paso los dientes por la piel suave, y es como si me inyectaran droga directamente en las venas —Toda mía, maldita sea—