Amapola Roja
Akai Keshi


Idea general: En sus andanzas por Japón, un joven artista marcial choca con una antigua conocida quien, atrapada en una vida indeseada, se ve obligada a pagar con su vida una deuda ya saldada.


Descargo de responsabilidad: Ranma 1/2 y sus personajes son propiedad de la talentosa Rumiko Takahashi. Yo soy únicamente una fan que disfruta creando historias sin fines de lucro para entretenerse y entretener a otros fans.


Capítulo 3
Desastre -
Primera parte

Con la respiración agitada, Akane apoyó sus manos sobre sus rodillas, arrugando en sus rojizos puños la tela blanca de su Yukata. Tibias lagrimas caían en sus dorsos desde sus entristecidos ojos que, reticentes, se negaban a dejar escapar más lágrimas.

No sabía que hacer ni que pensar. Sentía una mezcolanza dolorosa de emociones que se desbordaban ardientemente en sus ojos y desgarraban su alma con su funesta presencia. No lo soportaba, no más. ¿Es que acaso llevaban mintiéndole toda su vida? ¿Por qué? ¿Por qué hacerla sufrir así? ¿Por qué no decirle la verdad? ¿Tantas ganas tenía de hacerle daño? ¿Tanto…?

¿Tanto me odiaba? – Su corazón se hizo un nudo ante ese simple pensamiento.

La muchacha se encogió sobre sí misma, abrazándose, buscando consuelo en medio de su tempestuoso sentir. Más lagrimas recorrieron su acongojado rostro y mordió sus labios salados, negándose a sollozar. Ella negó temblorosamente con la cabeza, como si eso pudiera librarla de los demontres que la atormentaban. No, no quería saberlo. Ya no quería saber nada. Prefería vivir en la eterna ignorancia antes que descubrir el filo de una mortífera verdad, una que, sabia, podría matarla de pesar.

La desconsolada joven llevó sus manos a su empapado rostro, tratando en vano de limpiar los rastros de sus impertinentes lágrimas. Que ironía, ¿Cómo podía ser que ellas, tan cristalinas y puras, inofensivas como nadie, pudieran debilitar su alma al tiempo que liberaban su atribulado corazón?

Que contradictorio. ¿En qué clase de ridícula mujer se estaba convirtiendo?

Aun con sus ojos anegados en su propio desconsuelo, la muchacha levantó, con angustia, su empapado rostro. Cerró con fuerza sus parpados liberando sus últimos lagrimones que corrieron sin prisa por sus mejillas hasta reposar suspendidas en su mentón, esperando el más mínimo movimiento para desplomarse a la nada. Su visión se despejo apenas y, la hinchazón en sus parpados aunado con el imposible ardor, le dificultaban ver más allá de su nariz, volviendo su oscuro panorama en colores opacos y borrones entrecortados por las pestañas que encontraban de tanto en tanto, enterrando sus ojos oscuros en el espesor de las sombras dentro del armario.

Se sentía cansada. Tan cansada que apenas podía parpadear sin creer que se abandonaría en los brazos de su anhelado descanso. Quizá se trataba de eso, del querido respiro que la embaucaba en delirios nacientes de su mente rota que, deseosa de hallar libertad, tranquilidad y protección en los brazos de alguien querido, decidió revisitar sus memorias y traer de vuelta a alguien que por tantos años añoró volver a encontrar.

¿Tal vez, al abrir sus ojos, se encontraría de nuevo en su celda a la espera de un nuevo día dentro de su roja prisión?

No. En absoluto.

Si aquello fuese un sueño, entonces ¿Por qué sentía aun el tibio tacto de sus dedos, limpiando tiernamente sus tristes e incontenibles lágrimas? ¿Por qué sus ojos reconocieron, aun después de tanto tiempo, el fantasma de sus iris profundos como el mar? ¿Por qué supo su alma que se trataba de él al instante en que llamo su nombre, con la familiar entonación en su voz?

No estaba soñando.

Y eso la hizo reaccionar.

La muchacha abrió los ojos, encontrándose nuevamente con las viejas puertas del oshiire, quienes la saludaron con la ya familiar oscuridad que provocaba en sus aposentos. Con manos trémulas, deslizo la puerta suavemente, con cuidado de no provocar ningún ruido que pudiera perjudicar los grandes esfuerzos que se hicieron hasta llegar a ese punto.

Vio la encandilante luz de la luna, ocultándose parcialmente tras las densas y oscuras nubes y sintió, aun sin quererlo, un desasosiego alojado en su pecho al percibir entre el afilado silbido del viento, sacudiendo los cristales de las ventanas, el asomo de voces masculinas que clamaban inclementes contra ella.

Las voces eran lejanas más, sin embargo, no las echaba en falta, pues otras incesantes voces la rondaban en su lado de la casa. Escuchaba los rápidos y, cada vez, más cercanos pasos corriendo por doquier, abriendo puertas, lanzando objetos y, por supuesto, destrozando aquello a lo que no podían acceder. Los pasos se hacían próximos y, previendo un mal encuentro, Akane se apresuró a cerrar el oshiire segundos antes de escuchar como azotaban la puerta corrediza de la habitación violentamente. Unos pasos frenéticos llenaron la habitación con su pesado sonido. Akane contuvo el aliento.

– ¡No hay nadie! – Vociferó el intruso y no pasó demasiado tiempo para que más pasos invadieran en el lugar.

– Tampoco la he encontrado. – Contribuyó otro.

– Ni yo. – Suspiró un tercero.

– ¿Están seguros de que entró? – Cuestionó el primero en dar aviso y, con total seguridad, la chica podría jurar que alguno de sus compañeros le propinó un fuerte golpe – ¡Eh! –

– Yo la vi, idiota. ¡Y jamás me equivoco! – Dijo el molesto hombre con la amenaza asomada en su voz.

– Oigan… – Quiso mediar el tercero.

– ¡Pues alucinaste! La casa está vacía, nadie ha encontrado nada. –

– ¡Eres un…! –

Mientras más hablaban, ella menos escuchaba, las palabras parecían perderse en sus oídos desde el preciso instante en que escuchó a uno de los patrulleros afirmar que nadie se encontraba en casa. Durante la incipiente discusión a escasos metros, Akane comprendió, con creciente alivio, que él no había sido descubierto aún, sin embargo…

– ¡Encontraríamos a esa ramera más rápido si todos ustedes hicieran bien su maldito trabajo! – La voz violenta que irrumpió en la habitación fue suficiente para hacer morir, de la forma más escabrosa posible, todas sus esperanzas. El escenario, inesperadamente, cambió sus colores y Akane no supo hacer más que rezar.

– ¡Señor! –

– ¡¿Qué demonios están haciendo los otros?! – Exclamó inclemente – ¡Ustedes dos! ¡Vayan a llamarlos! –

– ¡Si, señor! –

– ¡Y tú, bastardo! – Profirió nuevamente, sin molestarse en contener la furia en su pesada voz – ¡Tú sí que te has equivocado! –

– N-No, señor… – Inquirió el hombre, temeroso – La he visto entrar aquí, señor. Una joven con yukata blanco y abrigo grana. Iba descalza y trataba de entrar a… – Antes de siquiera poder terminar su frase, el sonido de un puñetazo se escuchó por el recinto.

La joven se encogió al fondo del armario, comenzando a temer lo peor.

– ¡Ella entró aquí, sí, pero escoltada por un hombre! – Clamó contra él – ¡¿Sabes lo que eso significa?! –

– N-No, señor… –

– ¡Idiota! – Volvió a atizarle – ¡Podría ser su amante! ¡Si esa ramera tiene un amante y logra escapar con él estaremos en graves problemas! –

– Con todo respeto, capitán, no pienso que ella haya… –

– ¡Tu trabajo no es pensar! – Le cortó en seco – ¡Tu trabajo es encontrarla antes de que sea demasiado tarde! –

– P-Pero señor, ella nunca ha llegado tan lejos… – Trató de mediar, imprudente.

Su superior le vio tan solo unos segundos en agónico silencio, furioso e incrédulo frente a la posibilidad de que un simple patrullero venido a nada estuviese llevándole la contraria. Cosa de la que, tardíamente, se percató el pardillo al ver como el capitán lo fulminaba con la mirada a la vez que daba firmes pasos en su dirección.

– Eres un insolente e inservible pedazo de mierda… – Sentenció rudo, sin detener sus pasos – "Ella nunca ha llegado tan lejos", ¿dices? – Continuó, arrastrando las palabras secamente.

– No, s-señor, yo… –

– ¡Si no ha llegado lejos porque jamás ha obtenido ayuda y ahora sí la tiene! – Exclamó su superior, cuadrándose para fustigar al temeroso hombre quien retrocedió al percibir el peligro del capitán frente a él, aproximándose beligerante con una mano apoyada en su sable – No sabemos si ella se llevó algo más que su testimonio, algo que comprometa más el honor del yūkaku, no sabemos por dónde logró escapar… – Sus pasos resonaban cercanos, ella contuvo la respiración – ¡Ni siquiera sabemos si ese infeliz que la escolta es alguno de nuestros hombres! – El capitán arremetió contra él, pateándolo con tal fuerza que le hizo caer a escaso medio metro del improvisado escondite.

– S-Señor, por favor… – Rogó temeroso, volviendo a levantarse ante el embravecido hombre.

– ¡Oh, pero ella nunca ha llegado tan lejos! ¡Maldito iluso! ¡Esa perra es la única que ha llegado así de lejos en la historia del yūkaku! ¡Desobedeciendo y desafiando la jerarquía! ¡Batallando contra sus clientes! ¡Huyendo de sus obligaciones desde el maldito día en que fue adquirida! –

– ¡Señor, yo no…! –

– Ella no solo es mercancía valiosa que no podemos permitirnos perder, ella también una presidiaria, una que sabe demasiado, y si ella escapa… – Rumió con rabia, cerrando su mano sobre su sable, deslizándolo suavemente fuera de su vaina, provocando ese frío y característico sonido metálico que hizo que, tanto la fugitiva como el patrullero, se paralizasen al descubrir lo que estaba próximo a suceder – ¡Sí esa puta logra escapar ninguna de nuestras cabezas quedara pegada a nuestro cuerpo, comenzando por la tuya! – Vociferó al desenvainar, impulsándose reciamente contra el aterrorizado hombre, quien nada pudo hacer sino desplomarse hacia atrás al ver el brillante filo acercarse veloz e implacable.

El hombre chocó con las puertas del oshiire mientras su mano buscaba tardíamente su propia arma para defenderse de lo inevitable consiguiendo tomar la empuñadura tan solo segundos antes de que el filo de su superior cercenara su cabeza en un perfecto corte horizontal descendente. La sangre, brotando a chorros de su cuello abierto, bañó todo con su ferrosa esencia, acompañando al compás el profuso grito de dolor naciente de las entrañas de la joven fugitiva, quien, aunque lo intentó, no consiguió contenerlo en su garganta. Fue largo y profundo, agónico e imparable. Ninguna de sus heridas podía siquiera compararse al dolor que la azotó al instante en que el primer milímetro del frio metal seccionó su carne. El odioso llanto no tardó en acudir a su garganta y ella, terca como ninguna, trató de acallarlo mordiendo fieramente sus labios, como si toda la maldita casa no la hubiera escuchado ya.

– Si no quieres acabar como él, será mejor que te entregues. –

Akane rezongó temblorosamente, de repente sentía demasiado frio.


Publicado: 27 de enero, 2025.


[Notas de la autora]

Dios, que pena me da haberme tardado tanto para un capítulo tan corto y sin nada de interesante.

A decir verdad, no iba a ser así de pequeño, pero decidí dejarlo así porque sino no iban saber nada hasta dentro de mucho más tiempo. En noviembre las cosas me fueron difíciles por unos problemas en mi centro de practica/universidad que amenazaban con hacernos perder el curso a tres compañeras y a mí, luego, comenzaron los parciales finales, y para cuando llegó diciembre, y pude por fin "descansar" de mis responsabilidades académicas, las cosas fueron peores… Soportar personas que dicen ser familia mía es agotador y eso estuvo ocurriendo todo diciembre.

Incluso una prima que me aventó de las escaleras (de un segundo nivel) estuvo durmiendo conmigo en mi propia cama. Yo tengo insomnio, pero imaginen el pavor que me daba parpadear con ella a mi lado. Pasaron muchas cosas en mi único mes de tranquilidad que nunca ha sido tal porque no soporto las fiestas decembrinas, ¡Aunque me encanta comer!

Comencé la universidad este mes, quince de enero (Pueden seguirme en Instagram si quieren saber algo más sobre mí, "joelletsuno" es mi cuenta), y estoy a nada de iniciar nuevamente mis practicas (eso solo sí la vieja bruja se digna en darme la carta para mi centro) y así andan las cosas.

Espero encontrar tiempo para escribir y desbloquearme, porque sí, he intentado mucho escribir este y otros proyectos que quiero compartirles y no encuentro la forma de poner mis ideas en palabras.

Es terrible.

Nuevamente, les agradezco la paciencia, los comentarios diciendo que les gusto la historia y todo su amor. Yo también les envió el mío desde aquí, aprecio mucho su apoyo y su curiosidad en este proyecto mío. ¡Un abrazo para cada uno de ustedes! No sé cómo responder a todos individualmente más que de esta manera (A los que tienen cuenta, lo haré y a los que no será por este medio), pero he de detenerme en un comentario en específico que hizo una pregunta:

¡Hola Kurobinaa, un saludo para ti!

P/ ¿En qué época debo de imaginarlo?

R/ A decir verdad, cuando inicié a escribir la historia la descripción era, y cito: "Ocurre en el Barrio rojo de un Japón poco civilizado", luego me fui orientando en el periodo Edo. No lo tomen tan al pie de la letra, seguramente no va a ser del todo fiel a esa época porque no soy una conocedora. Investigo sí, pero supongo que no demasiado como para ser considerado un drama de la época en fiel representación. Espero haber solventado esa duda tuya, chula 3

Espero sinceramente que les guste y entretenga tanto como a mi me encanta quebrarme la cabeza para realizar esta historia. Nuevamente, agradezco a todos y cada uno de ustedes por seguir aquí. ¡Un abrazote!

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