Autor: LoveJooDoh4Eever
Personajes: Hak, Yona, Ao la ardilla, Tae-jun y Heuk-Chi
Actividades:
Conseguir papel de regalos
Hacer chocolate caliente
Decorar roscas navideñas.
Ganchos:
Hak besa a Yona cada que se encuentra con un muérdago.
Tae-jun llevar a pasear a Yona en un carro navideño gigante cubierto de luces espantosas como agradecimiento
Yona le envía una invitación a Mei-nyan
Joo-doh llega tarde.
.
.
Un regalo bajo el muérdago
.
Mensaje de Yona para Mei-nayn. 24/12 15:09:
¡Feliz Navidad, Mei-nyan!
El feliz grupo de hambrientos y yo hemos organizado un gran evento en el centro de la ciudad para todo el mundo. Tendremos la deliciosa comida de Yoon, habrá chocolate caliente, un gran árbol de Navidad y regalos para los niños (si deseas hacer una donación será muy bien recibida). Yo misma me encargué de la organización del evento y me gustaría invitarte a asistir.
Si decides venir, me hará muy feliz, pero cuida tu salud, sé que tu última visita al hospital ha sido corta, pero ahora hace más frío. Me encantaría verte y agradecerte en persona por la charla que tuvimos. Sé que las relaciones son complicadas, pero no vale la pena perder el tiempo…
Me haría feliz invitarte un chocolate caliente en Noche Buena. Te deseo una cálida y dulce Navidad.
.
.
.
—
.
.
.
Yona se da una palmada en ambas mejillas para volver en sí y dejar de pensar en ese colgante que tiene en el bolsillo y ni siquiera ha envuelto para regalo. Los villancicos de las luces navideñas la centran, respira una vez profundo y abre los ojos. Su cocina es un desastre y el tik-tak del reloj al lado del refrigerador, no está de su lado.
—Pukyuu.
Ao está encantada con la celebración y desde ayer la cocina huele delicioso.
Yona toma un pedazo de masa de ese par de roscas navideñas que salieron tan mal que las decidió sacrificar y alimenta a la ardilla. Sus mejillas regordetas la tranquilizan un poco, por lo menos el sabor no debe estar tan mal. Aunque Ao suele comer lo que sea.
El olor del dulce de las roscas navideñas con el recién chocolate picado, hace sonreír a Yona. Si todo sale bien, también hará sonreír a muchas personas esta noche. La comida y los regalos son una cosa, pero ella también espera que se pueda sentir la calidez de todos, no solo de su grupo, sino de los amigos y familia que se ofrecieron de voluntarios.
—¡Listo!
Chocolate picado, hecho.
Ahora, a poner cuatro ollas de leche para derretir el chocolate.
Nunca le enseñaron a hacer estas cosas de pequeña, pero ha aprendido mucho de internet últimamente. Se supone que divida el chocolate en partes iguales, ¿verdad? No es tan exacta, está segura que puso unos pedazos de más en una olla. Abre el cajón para buscar un cucharón y remueve un poco el chocolate introducido en la mezcla, las gotas de leche manchan su ya manchada cocina al pasar el cucharón de una a otra olla.
El timbre suena, Yona se apresura a mezclar la última olla en el fuego, y corre con el cucharón en mano para abrir la puerta. El timbre suena una vez más.
—¡Ya escuché! —Yona abre la puerta. Hak tira una caja en el piso y se abalanza sobre ella, cayendo sobre su hombro—. ¡Hak! ¡Hak, pesas! ¡Hak!
—¿Por qué hay un muérdago en tu puerta? —Hak susurra la pregunta apuntando hacia arriba.
Yona alza la mirada, y ahí están, hojas verdes amarradas con un listón tan rojo como su cabello y como ahora lo están sus mejillas.
No había nada colgado esta mañana.
Hak gira su cara y susurra en su cuello: —No necesitas esforzarte tanto, Princesa.
El corazón de Yona sube a su garganta y lo escucha retumbar en sus oídos. Hak está tan cerca que podría escucharlo también. Sus amigas aparecen por breves segundos en su mente, pero no puede escucharlas. Su instinto es más rápido. La costumbre de años de burlas la activan y logra empujar a Hak y golpearlo con su cucharón. Un combo que aleja a Hak exitosa y definitivamente.
Ella… no quería ser tan brusca… ¿Debería disculparse? No sabría cómo hacerlo.
Hak se frota la cabeza, no parece enojado, pero al abrir los ojos, inclina la cabeza a un lado.
—Princesa… —Apunta hacia la cocina.
Yona se da la vuelta y la leche está rebalsando por toda su cocina.
—¡Ah! ¡Hak, ayúdame!
Hak entra al departamento de Yona, cerrando la puerta con el pie y ambos corren y se lanzan a apagar las cuatro hornillas.
—¡Pukyuu! —Ao salta del mesón a la cabeza de Hak como saludo, y se escurre por su espalda.
Ao es lista, la leche sigue salpicando a pesar de haber apagado el fuego, y sabe que la espalda de Hak la protegerá del desastre.
—Sigo pensando que no es buena idea dejarte usar una cocina —Hak hace retroceder un poco a Yona, mientras retira las ollas del calor.
Hak ve por el rabillo del ojo a Yona hacer un puchero, lo que lo entretiene, francamente.
—No soy tan buena como Yoon, pero aprendí a hacer muchas cosas.
Hak escanea el pequeño mesón de la cocina lleno de roscas de Navidad, empacadas y decoradas por un principiante. —¿Hiciste esas roscas?
—Sí —Yona hace otro puchero.
—Qué bueno que Yun-ho está haciendo la otra mitad. ¿Explotó algo en la cocina?
—¡Limpiaré todo mañana!
Hak quiere molestarla un poco más, pero Yona está tan sonrojada que se detiene.
Ah… qué molestia…
Sonríe y coloca su mano sobre ese alborotado cabello rojizo que alborota su buen juicio en los momentos menos adecuados y la despeina un poco como si así pudiera disipar sus propios pensamientos.
—¡Ah, Hak!— Yona se queja.
—Seguro están deliciosas. Si necesitas ayuda limpiando la cocina, llámame.
La niña mimada que una vez fue ahora es tan independiente que ella misma organizó un evento tan grande como para que todo el pueblo asista. Su cocina pequeña, en el monoambiente que ella alquila, está hecha un desastre, al igual que su mandil lleno de masa y chocolate. Un desastre que la princesa mimada que un día conoció, jamás haría. Ahora ella es alguien que tiene quemaduras en los dedos y no le importa que su cabello esté despeinado.
Hak toma un mechón de cabello rebelde, de los tantos que tiene y lo pone en su lugar. Su cabello corto es producto de un cambio que él adora.
—Tu cabello es un desastre, Princesa —Yona es rápida en darle un golpe en el estómago que sabe que se merece. Hak sonríe.
—Ya deja de burlarte. Y no me llames princesa.
—¿Aún quieres que Soo-won te rescate, Princesa?
—¡Eso pasó hace mucho tiempo! ¡Deja de llamarme princesa!
Yona se queja y quiere golpearlo otra vez, pero los reflejos de Hak son muy buenos, salta a un lado formando una "c" con su cuerpo y no logra tocarlo. Yona lo intenta una vez más y él se agacha y le saca la lengua. Es un bufón. Yona está muy cansada para esto.
—Siempre serás una princesa para mí —Hak sonríe de cuclillas en el suelo. Tiene un dejo de burla, pero Yona nota cierto cariño en sus palabras y algo le hace cosquillas en el pecho.
La infancia de Yona pudo ser amarga, pero también muy dulce gracias a sus juegos infinitos. Ella era una princesa que no distaba mucho de la niña mimada de la realidad. Soo-won era el apuesto príncipe, heredero de fortunas como ella. Hak era el peor villano de todos, un ogro malvado que secuestraba a la princesa. Yona peleaba mucho con Hak durante los secuestros, en parte porque era divertido y en parte porque ella solo quería estar con Soo-won.
Las cosas han cambiado un poco.
Yona mira a Hak y aparta la vista sonrojada, dejando mil signos de preguntas en la cabeza de Hak.
No, las cosas han cambiado mucho.
El tik-tak sigue sonando. No tienen tiempo para esto.
Yona suspira y vuelve a golpear ambas mejillas para volver a concentrarse. —Deja de jugar Hak, tenemos mucho que hacer— Yona se remanga las mangas lista para seguir trabajando.
Le gusta verla esforzarse, con el cabello alborotado y la cocina hecha un desastre. Es un específico orgullo ajeno que casi nadie entendería.
—Entendido —Hak sonríe.
Yona revisa el estado del chocolate caliente, mientras Hak va a la puerta de entrada para recoger una caja. El sabor del chocolate está bien, Yona está feliz de no haberlo arruinado.
—Conseguí los papeles de regalo que me pediste. También hay cinta adhesiva y tijeras.
Yona se da vuelta para verlos y deja todo para observarlos.
—¡Son tan bonitos! Hak —dice Yona y como niña pequeña se arrodilla para verlos—, mira este papel, tiene un diseño de ardillas.
—¡Pukyuu! —Ao salta de hombro en hombro y los ve con ella.
—¿Te gusta Ao? Estoy segura de que a Shin-ah le gustará —Yona sonríe—. Esto será suficiente, gracias.
—De nada.
Hak toma el cucharón y remueve un poco el chocolate caliente para ver su consistencia. No se ve nada mal.
El timbre suena.
—Yo voy.
.
.
.
.
.
.
Heuk-chi camina por delante de Tae-jun dentro del viejo edificio para ayudar a trasladar la comida al evento de Navidad junto a Yona. Aceptó venir a ayudar porque, a pesar de lo que se creería, realmente le agrada hacer buenos actos en Navidad; pero por sobre todo, está aquí para cuidar a su roommate. Si quiere aprobar su semestre tiene que evitar que se rompa su corazón o no podrá estudiar con tanto lloriqueo.
Cuando sube el último escalón y ve el muérdago colgado en la puerta de Yona, reacciona rápido y se da vuelta para tapar la vista y evitar el desastre. Pero es muy tarde. La estúpida cara de ilusión en Tae-jun le dice que este día no será sencillo.
Tae-jun corre a tocar el timbre, y espera a Yona listo para el beso. Sus labios en forma de pico, sus manos en forma de rezo. Tiene que rezar mucho para que suceda. Heuk-chi no tiene ninguna esperanza de que su amigo tenga una oportunidad con Yona. Esto es lo que pasa cuando la burbuja de niño rico solo te permite conocer a una chica de su status. Los padres de hoy en día tienen que entender que casarse por conveniencia ya no funciona, sus hijos necesitan más calle. Saber que hay más peces en el agua.
Tae-jun tiene esperanza. Hoy es por fin el día. Su primer beso con Yona ha llegado. Se abre la puerta y Tae-jun cierra los ojos. En unos segundos tendrá esos dulces labios sobre los suyos…
Un golpe duro en la cabeza lo hace despertar.
Su bella Yona jamás podría. Su corazón está por partirse, Tae-jun abre los ojos y Hak está frente a él, como un muro, con los brazos cruzados y un cucharón.
—¡Tú! ¡Siempre interponiéndote!
—¿Eh? —Hak se acerca—. ¿Dijo algo, señor Tae-jun?
—Que tu…
Heuk-chi le tapa la boca. Esto podría ser peor, por lo menos el corazón de Tae-jun no se rompió tan pronto. Pero tiene que evitar una pelea directa con Hak. Es tan grande que el último de sus problemas sería aprobar el semestre.
—Ah, Tae-jun, hola —dice Yona—, ¿ya es la hora?
Tae-jun quita la mano de Heuk-chi de su boca y responde con entusiasmo.
—Yona, claro, llegué puntual como me lo pediste. Ni un minuto adelantado, ni un minuto tarde.
—Pues yo estoy algo atrasada —Yona confiesa—. Hola, Heuk-chi, gracias por venir. Por favor, ayúdenme a llevar la caja con regalos de papel y las cajas con las roscas de Navidad que puedan.
—¡A sus órdenes! —dice Tae-jun.
Entre los dos, logran bajar cuatro cajas. Y mientras repiten el viaje dos veces, Hak juega con Ao y Yona termina de llenar cuatro termos grandes con chocolate caliente.
Yona suspira y seca el sudor de su frente con el dorso de su mano al terminar el trabajo. Hak se levanta y con una mano levanta los cuatro termos.
—Hak, no. Sigues lesionado por el torneo.
—Puedo con esto, vamos.
—¡No, Hak!
Yona pelea un poco para que le dé por lo menos un termo, pero Hak la ignora caminando a la entrada, arrastrando a Yona con él y el termo. En el camino, con la mano libre que tiene, lanza el abrigo blanco de Yona, una gorra de lana para el frío, y los dos chalecos del evento sobre su cabeza. Con Yona toda desorientada, Hak sonríe y toma su mano para guiarla.
Yona le reclama de bajada, pero al final se queda sin palabras. Le preocupa salir tan rápido de su casa, ni siquiera se vio al espejo, pero lo que más le preocupa es que no pudo escabullirse un rato para envolver el colgante como regalo. Por lo menos lo tiene en el bolsillo.
Mientras bajan, se encuentran con Tae-jun y Heuk-chi.
—Hak, qué haces con Yo…
—Oh, señor Tae-jun, que bueno que viene a ayudar —dice Hak con una sonrisa— Yo estoy lesionado. Muchas gracias por todo su trabajo.
Hak le pasa los cuatro termos con chocolate caliente y Tae-jun casi cae al suelo por el peso, lo intenta, pero no puede cargarlos ni con las dos manos. Heuk-chi viene a ayudarlo, y cada uno baja con un termo en cada mano. Hak baja tranquilamente con Yona en mano. Su sonrisa se extiende de oreja a oreja hasta que llegan a la entrada del edificio y su sonrisa se borra por pura confusión; No puede creer lo que ven sus ojos.
Tae-jun, como un niño, corre hacia Yona para presentar su regalo de Navidad. Después de cómo Yona cambió su vida, mostrándole otros caminos en la vida además de la fría y competitiva vida corporativa, no puede hacer menos que esto:
—Yona, esta es la sorpresa que tenía preparada para ti —dice Tae-jun con una sonrisa que muestra todos los dientes.
Tae-jun quiere llevar a pasear a Yona en un carro navideño gigante, majestuoso, incluso digno de la realeza. Todos girarán a verla y a apreciarla, y ella los encantará con su gracia.
Hak lo describiría como un carro cubierto de luces espantosas, con un sonido navideño igualmente estridente y molesto, ¿de qué profundidades Tae-jun saco un carro tan feo? Esto no puede ser cierto. Soo-won no lo creería aunque se lo cuente.
Mensaje de Hak para Soo-Won. 24/12 17:07: "No creerás lo que está pasando." Archivo jpg. Adjunto: Cara de Hak con expresión nula.
Esto es algo que Soo-won tendrá que investigar con Ogi.
—Princesa, por aquí.—Yona es arrastrada por Tae-jun al carro y Hak no hace nada para evitarlo.
Una vez en el carro, Tae-jun le pregunta —¿Qué te parece Yona?
—Eto…
Hak necesita contener la risa. Tae-jun es el mejor de todos. Esta imagen mental será la mejor que verá en su vida. Estas cosas solo pasan en Navidad. Hak ama la Navidad y las ocurrencias de Tae-jun, está muy agradecido con Tae-jun. Y Yona. Hak ama a Yona.
Necesita grabar este momento para siempre, saca de nuevo su celular.
Mensaje de Hak para Soo-won. 24/12 17:11: "La princesa en su carruaje xD" Archivo jpg. Adjunto: Yona y Tae-jun montados en un carro navideño espantoso. Tae-jun está en la parte delantera del conductor, tiene la cara de un niño en Navidad y Yona en la parte trasera, luce un poco avergonzada por toda la atención que están recibiendo.
Hak siente un temblor en el pecho querer ser liberado. No puede evitarlo. Las carcajadas que suelta Hak se podrían escuchar a varias cuadras a la redonda, lágrimas brotan de sus ojos, mientras se agarra el estómago.
Tiene que sacar otra foto.
Mensaje de Hak para Soo-won. 24/12 17:11. Archivo jpg. Adjunto: Tae-jun confundido. Yona con la boca abierta, en medio de un reclamo hacia Hak. En una esquina Heuk-chi también está sacando fotos.
Guarda su teléfono, se seca una lágrima en la esquina del ojo y Hak se despide levantando una mano. —Te veo más tarde, Princesa.
—Hak, ¿a dónde vas?
—Es mejor que se vaya —dice Tae-jun.
—No —dice Yona decidida— ¡Hak, tiene que quedarse conmigo!
Hak se para en seco y siente un escalofrío. Siente que le duele el pecho, tal vez un poco la cabeza. ¿Escuchó bien o tiene fiebre? Ha estado nevando y las ilusiones han sido más frecuentes estos días.
—Hak, por favor —pide algo sonrojada—, necesito que sujetes las cajas.
Eso es razonable.
—Está bien.
Hak es más grande de lo esperado y desentona con el carro de una forma fatal. Al subir, Hak choca su cabeza con un muérdago. Ambos miran el techo, ahí están, las hojas verdes amarradas con un listón rojo en las luces del carro.
Ambos se miran a los ojos.
Heuk-chi ve como Tae-jun gira la cabeza en cámara lenta y sabe qué hacer, enciende el motor y acelera de golpe. Debe proteger la frágil estabilidad de su roommate o tendrá que soportarlo todo el mes. Los exámenes están a la vuelta de la esquina.
Hak y Yona chocan frentes y Yona termina en el regazo de Hak, donde la sostiene fuertemente para que no salga volando del carro.
—¡Tengan cuidado, malditos irresponsables! ¿Estás bien?
—Sí.
—Yona —Tae-jun se gira a verla—, demos un paseo por la ciudad.
—No. ¡Tae-jun! ¡Tenemos que llegar al evento! ¡Ya es tarde!
Yona lloriquea, pero el horrible sonido navideño evita que sus palabras sean escuchadas.
Hak ríe en una esquina, con el celular en mano. Con el pasar de los minutos, Yona se da cuenta. La vena de la frente de Yona explota y asalta a Hak para robarle el celular. El celular de Hak suena con una llamada como si fuera el tercero en la escena, Yona puede ver de quién es la llamada.
—¿Es Soo-won? ¡Dame el celular! ¿Qué le mandaste? ¡Hak!
Hak evita que las manos de Yona lleguen a su celular al mismo tiempo que evita que Yona se desestabilice y salga volando del carro.
—Quédate quieta, ¡¿estás loca?! —Hak pelea con los últimos manotazos de Yona, y contesta su celular—¿Qué?… El sonido es insoportable, no escucho nada. Lo siento, Soo-won, pídele a Yona que te lo explique más tarde —Hak cuelga el teléfono, dispuesto a darle un sermón a Yona, pero ella es más rápida en tener la primera palabra.
—¡Hak! ¿Cómo pudiste? —Yona se tapa la cara—. ¡Sabes que si Soo-won tiene esas fotos, las tendrá toda la ciudad!
—¿Sucede algo malo, princesa? —Tae-jun pregunta dándose la vuelta, como un inocente niño en Navidad.
Yona salta en su lugar. —¡No! —Yona asegura, cruzando los brazos en "x".
Heuk-chi hizo bien en conseguir un carro más ruidoso. Así evita la mitad de posibilidades de un corazón roto. Ahora solo tiene que seguir evitando desastres hasta que termine la noche. Difícil, pero nunca imposible. Él sabe que tiene que acortar el trayecto programado por Tae-jun sin que se dé cuenta. Si esos dos siguen solos en la parte de atrás, pueden suceder cosas nada sanas para la salud cardiovascular de Tae-jun. Es mejor llegar al evento donde habrá más distracciones.
Yona está avergonzada, tener a Soo-won involucrado no es nada bueno. El sonrojo llega hasta sus orejas.
Entre los edificios, Yona puede ver la gran explanada llena de flores que reservaron para el evento. Aún no anochece, pero tiene pocas horas para arreglar el lugar, el estrés de conseguir todo a tiempo le suplica que se ponga a trabajar. Aun así, no puede evitar seguir avergonzada.
Yona no puede perdonar a Hak.
Cuando llegan a la vereda de su destino, Yona salta del carro unos segundos antes de que apaguen el motor. Saca su celular y concreta su venganza.
Mensaje de Yona para Soo-Won. 24/12 17:35: Archivo jpg. Adjunto: Hak en el carro, con el brazo estirado tratando de alcanzarla, pero siendo detenido por la puerta que es muy pequeña para él. Su boca está claramente diciendo "¡ra!"
Última sílaba de "espera", palabra que Yona no quiso escuchar.
.
.
.
.
.
.
Después de horas de arduo trabajo en el lugar. Al atardecer de la víspera de Navidad todos empiezan a llegar al centro de la moderna ciudad de Kuuto. Todo estaba casi listo, y todos sabían qué hacer y aunque algunas cosas estaban fuera de control, Yona era positiva.
Todos estaban haciendo su mejor esfuerzo.
Ahora ella estaba encargada de envolver los regalos que llegaban junto a la gente. Había muchas donaciones de toda la ciudad para todos los niños. Ella se encargaría de envolverlos para que sean una bonita sorpresa para el niño indicado. También aprovecharía de envolver un regalo en particular…
Ella había separado un pedazo de papel azul, con un diseño de plumas doradas. El papel de regalo no era navideño, pero eso estaba bien. Este no era un regalo de Navidad.
Al levantar la vista, ve a Hak a lo lejos, acercándose a ella. Guarda el pequeño regalo en su bolsillo. Y sigue con su trabajo.
—Princesa, ya limpiamos la nieve.
—Gracias.
Hak respira el aire fresco después de una nevada. El lugar está lleno de vida. Todos; el feliz grupo de hambrientos, familia y amigos están trabajando en sus respectivos deberes. El ambiente aunque amplio, empieza a ser acogedor e incluso cálido a pesar del frío. Mira a su lado, y sabe perfectamente quién es la responsable de todo esto.
—Eres genial —dice Hak.
Yona levanta la mirada de su trabajo. —¿En serio?
—La más genial que conozco. Quisiera que el presidente Il te viera.
Yona sonríe. Recibir un cumplido de esos puede alegrarla por días enteros. Si su padre pudiera estar aquí… él también la verá. —Papá llegará está semana, quizás me pueda ver.
La sonrisa de Yona podría dejar ciego a cualquiera, aún más ciego lo podría dejar a Hak. Tonto y ciego. No puede evitar tomar a Yona y dejar un beso en su frente. Se da cuenta de lo que hizo, una vez hecho, y sabe que está cruzando líneas que no se le permiten cruzar…
—Por favor, discúlpame solo esta vez.
Yona se queda sin palabras.
—Dejen de coquetear, por favor —Heuk-chi les dice, mientras sube a una silla—. A Tae-jun le dará un ataque al corazón o lo que es peor, no parará de llorar por meses —Heuk-chi se estira, y logra sacar un muérdago del techo de la tienda dónde estaba trabajando Yona—. ¿Quién es el inconsciente que sigue colgando estas cosas?
—¿Eh?
Ninguno de los dos había notado el muérdago.
—No hacía nada tan divertido como eso, ¿verdad Princesa?
—¡No, claro que no! —Yona se sonroja aún más, necesita algo de aire y distancia—. Yo… voy a ver cómo están los demás.
Yona escapa. Necesita alejarse de Hak un momento, la está atormentando más de lo normal. Y qué hay con todos esos muérdagos y por qué la persiguen. ¿Hak vio el muérdago y por eso le dio un beso en la frente? ¿No se supone que debe ser en los labios? La sangre sube desde su cuello hasta la punta de su cabeza, pintándola de rojo carmesí.
¡Es muy vergonzoso!
—Pukyuu.
—Ao, gracias por quedarte a mi lado. Solo necesitaba enfriar la cabeza.
Yona respira profundamente.
Todo luce bien. Las luces, el árbol, los regalos. La gente llega poco a poco, las sonrisas, las risas, niños corriendo de un lado para el otro. Todos compartiendo, regalos y comida en un solo lugar. Hubiera sido un sueño lejano hace años. Quizás ni siquiera lo hubiera soñado cuando era más joven. Era una niña ignorante. Pero ahora hace lo mejor que puede.
En una de las carpas, mira a Soo-won. Yona decide acercarse para escapar un momento más de Hak, pero ni bien la ve, empieza a reírse. Entonces recuerda las fotos en el carro de Tae-jun. Y aunque Yona le pide una y otra vez que no se ría mientras le explica lo del carro, solo causa que su primo se ría aún más. Soo-won está interesado en obtener más fotos, pero Yona no tiene más y espera que Hak tampoco. Hak… ¡Ah! ¡No quiere pensar en él ahora!
—¡Yona! ¡Encenderán el árbol! —Tae-jun la llama, agitando los brazos.
¡Hak!
Yona no se despide de Soo-won y ni siquiera va hacia Tae-jun. Corre a su puesto, donde estaba envolviendo los regalos, mientras escucha la cuenta regresiva de toda la gente presente.
—¡Diez!
—¡Nueve!
Yona mira de un lado a otro y Hak no está por ningún lado.
—¡Ocho!
—¡Siete!
No está en la pista de hielo, aunque puede ver a Kalagan jugando con sus amigos.
—¡Seis!
—¡Cinco!
Hak no está en el café, tampoco en el sector de comida, pero puede ver a Mei-nyan en el puesto de chocolate caliente, quisiera acercarse a ella, pero ahora no es el momento.
—¡Cuatro!
—¡Tres!
¿El árbol? Hak no está cerca del árbol. Sigue corriendo y se cruza con Joo-doh que también está corriendo pero en la dirección contraria ¿Llegó tarde?
—¡Dos!
Hak, ¿Dónde está?
Yona para y mira a su alrededor. Cerca del árbol hay unos arcos decorados de Navidad. Hak está debajo de uno de ellos buscando con la mirada.
—¡Uno!
Yona corre mientras las luces se prenden. Saca de su bolsillo ese paquete pequeño que le ha estado pesando tanto. Yona llega a él y se lo extiende, mientras baja la cabeza respirando agitada.
—¿Para mí? —Hak suena confundido.
Yona asiente sin hablar, aun recuperando el aliento.
Hak toma el pequeño regalo y retira el papel. Dentro de la caja, está el colgante que Yona le quiso regalar desde que empezó el torneo de artes marciales mixtas. Es un colgante con una piedra.
—Es una lazurita —Yona le explica, ya menos agitada, y ella misma saca el colgante de la caja—. La señora que me lo vendió me dijo que protege a su portador. Perdí la oportunidad de dártelo al inicio del torneo, pero espero que te proteja durante el resto de las peleas.
Hak está sin palabras, pero aun así baja la cabeza, para que Yona de puntas, logre deslizar el colgante por su cabeza.
Hak observa la piedra en su mano.
—Yo no te he preparado ningún regalo de Navidad.
—Está bien, porque este no es realmente un regalo de Navidad. Úsalo en las peleas, ¿sí?
—Entendido.
Yona quiere marcharse, pero Hak sostiene su mano para detenerla.
—Muchas gracias, esto me hace muy feliz… lo cuidaré.
Yona sonríe y un copo de nieve le cae en la frente, lo que la hace mirar arriba y ahí están, esas hojas verdes amarradas con un listón rojo que la persiguieron todo el día. Hak está todavía contemplando su regalo. Yona toma a Hak de las solapas del chaleco del evento, y le da un beso.
Las personas se giran a ver, algunas risas e incluso aplausos le dicen que son observados.
Yona no sabe por qué lo hizo, se sonroja por décima vez en la noche y se escapa muerta de la vergüenza.
Hak se queda de piedra bajo el arco navideño. Probablemente, se quede ahí hasta convertirse en un hombre de nieve.
Heuk-chi suspira. Misión cumplida.
—Heuk-chi, creo que vi a Yona por allá, estaba con Hak, ¿por qué me tapas los ojos?
—¿Quieres morir, Tae-jun? —Heuk-chi arrastra a Tae-jun lejos de la escena—. Vamos a comer tu última cena, no sé si pueda seguir haciendo esto.
—¿Eh?
Mientras Yona se escurre entre la gente que está observando el gran árbol de Navidad, escucha cierto alboroto. Cuando mira hacia arriba, la estrella se está tambaleando.
—Ao —le pide Yona.
—¡Pukyuu!
Ao salta del hombro de Yona y corre entre la gente para llegar al árbol y escalarlo. Al llegar a la cima, con la cabeza, endereza la estrella de Navidad. La gran estrella del día fue Ao, que es agasajada con aplausos y silbidos de emoción.
Fue una dulce y cálida noche para todos.
Feliz Navidad, Feliz grupo de Hambrientos.
