Disclaimer: Los personajes de Ranma son de Rumiko Takahashi.

Este Fic participa en la dinámica CALENDARIO DE ADVIENTO BESO DE FIN DE AÑO, de la #Dinámica_de_invierno de Anyara Taisho y Mundo Fanfics Inuyasha y Ranma

Advertencia de contexto: es necesario leer el último tomo del manga para cierta parte de este Fic; si no lo has hecho, es posible que te encuentres con spoilers

17. NO QUIERO VERTE

Era una mañana fría. Los pasos de ambos resonaban sobre la nieve derretida que se acumulaba en el suelo. Caminaba junto a Akane, con el entrecejo fruncido y un evidente mal humor. Las pisadas, marcadas con fuerza, levantaban pequeñas gotas de agua que mojaban sus pantalones, dándole aún más razones para molestarse.

—No tienes que acompañarme si tanto te incomoda —comentó Akane, sin detenerse—. Llevas desde que salimos de la casa con ese gesto insufrible.

Ranma no entendía del todo por qué estaba tan enojado, pero cada vez que miraba a Akane, su enfado aumentaba.

—Que no te moleste mi fea cara —replicó él—. Si no quieres que te acompañe, dímelo directamente.

Sabía que no debía decir eso; ella tenía razón: estaba enfadado. Sus pensamientos intrusivos se disputaban en su mente con cada paso que daba, y, para su desgracia, los más negativos estaban ganando.

Había una interrogante que no dejaba de rondarle la cabeza, una y otra vez.

¿Por qué Akane había dejado crecer su cabello?

A cada paso que daba, su largo cabello se balanceaba de un lado a otro. Le llegaba un poco debajo de la cintura y brillaba de una manera tan hermosa que lo irritaba.

—¿Por qué decidiste llevar el cabello suelto? —preguntó Ranma, intentando expresar de algún modo las inquietudes que lo gobernaban—. ¿No crees que es arriesgado? Después de lo que pasó la última vez.

Una sonrisa juguetona apareció en el rostro de Akane.

—¿Qué? ¿Acaso piensas pelear nuevamente con Ryoga? —respondió la chica—. Simplemente no tuve tiempo para peinarme hoy, no es para tanto.

Mentira.

Era evidente que aquel cabello sedoso había sido pulcramente cuidado y cepillado, como cada mañana. A diferencia del estilo que llevaba en sus años escolares, ahora Akane solía sujetar su abundante melena en una trenza, salvo ese día.

Si tenía que ser sincero, llevaba un tiempo estando molesto.

Él amaba a la Akane de cabello corto. No es que el cariño que sentía por ella disminuyera al dejarse crecer el cabello, pero había un deleite personal en que lo mantuviera corto. Se regodeaba con la idea de que era por él, o más bien, por las palabras que le había dicho aquel día. Su corazón latía con emoción cada vez que veía a Akane pedirle a Kasumi que recortara su cabello, convencido de que el cumplido que le había dado la había influenciado de forma positiva.

Pero probablemente no fue así. Al menos, no en estos últimos años.

A Ranma le parecía extremadamente linda con el cabello corto. Creía habérselo dicho. Habían pasado varios años desde entonces, y no recordaba exactamente sus palabras. Sin embargo, estaba seguro de haberle hecho un cumplido por su nuevo estilo.

Ranma amaba su cabello corto, y ella lo había dejado crecer.

Llevaba al menos tres años sin cortarlo como antes. Lo cuidaba todos los días de una manera casi obsesiva. La había visto aplicarse tónicos de romero y quién sabe cuántas hierbas más. Recortaba las puntas cada semana y se dormía con el cabello acomodado de una manera específica para no dañarlo.

—Ranma —lo llamó Akane, interrumpiendo sus pensamientos—. La próxima semana será el baile navideño —le dijo con notable nerviosismo.

—Sí, lo sé —confirmó él.

—¿Vendrás conmigo?

Por supuesto que lo haría. Se había acostumbrado a acompañarla hasta su universidad todos los días. Aunque no estudiaba con ella, se aseguraba de que todos supieran que Akane era su prometida. Jamás se había sentido así en la preparatoria. No podía explicarse por qué ahora se sentía tan inseguro. De alguna manera, quería que todos supieran que aquella chica se convertiría en su esposa algún día.

—Sí, lo haré —respondió, restándole importancia.

Akane sonrió, complacida con la respuesta.

—Sabes, he estado pensando —añadió Akane—. Me quedan tres meses para graduarme. Una vez que lo haga, nuestros padres querrán casarnos de inmediato —comentó entre risas.

Un escalofrío recorrió la espalda de Ranma. No por el hecho de casarse con Akane, sino por el recuerdo de aquella boda fallida de años atrás. La ceremonia improvisada había resultado en un completo caos. Peleas en cada rincón por el agua del hombre ahogado o por los idiotas que se oponían al matrimonio.

Un fracaso total.

Si en algo habían logrado ponerse de acuerdo era en que la idea del matrimonio quedaría pausada, al menos hasta que ambos fueran adultos y decidieran si realmente querían casarse, en lugar de hacerlo por presión de sus padres.

Aunque la mayoría de sus conocidos sabía que estaban comprometidos, la relación entre ellos no había cambiado significativamente. Desde que tenían dieciséis años, prácticamente iban a todos lados juntos, siendo más una costumbre que una relación amorosa. Sin embargo, si tenía que ser honesto, la idea de casarse con Akane hacía mucho tiempo había dejado de incomodarle. Pensaba que era algo que ocurriría tarde o temprano, como si estuviera destinado a suceder.

Pero ahora que sus inseguridades salían a flote, se preguntaba si Akane pensaba lo mismo. ¿Ella tendría dudas? ¿No querría casarse?

—Puedo imaginar a nuestros padres secuestrándonos tan pronto termine mi graduación —bromeó Akane al no recibir una respuesta de Ranma, dándose cuenta de que casi llegaban a la entrada de su universidad.

Ranma sonrió, sin dudar que algo así podría suceder.

—¿Has pensado en eso? —preguntó directamente Akane, deteniéndose justo en la entrada.

—No realmente —mintió él.

Ranma pudo ver cómo Akane desviaba la mirada, tal vez un poco decepcionada por su respuesta. Intentó añadir algo más, algo que le hiciera saber que, aunque no pensaba en ese momento en el matrimonio, la idea de los dos juntos rondaba su mente casi a diario. Sin embargo, expresar en voz alta pensamientos sobre matrimonio le parecía apresurado, considerando que aún no habían aclarado sus sentimientos.

Akane esperó, confiando en que Ranma agregaría algún comentario al respecto, pero al notar su silencio, cambió de tema de manera abrupta antes de despedirse.

—Más tarde iré con el Doctor Tofu —dijo con una voz más débil de lo habitual—. Quedó en entregarme algunas hierbas para el dolor de espalda de papá —explicó apresuradamente—. No tienes que venir a recogerme.

Sin darle oportunidad de responder, Akane ingresó al edificio, dándole la espalda al chico, quien seguía sin saber cómo organizar sus sentimientos, se preguntaba si por ese momento, ella no quería verlo.

Quiero que disfruten de mis historias como yo lo hago con muchas de las de ustedes. Dejen sus sugerencias en sus comentarios.

Muchas gracias.