。ꕤ。 ADVERTENCIA 。ꕤ。

Esta historia trata temas fuertes y polémicos, tales como: degradación, secuestro, tortura, abuso sexual, violación, asesinato.

Si sos sensible a este tipo de temas, te recomiendo que no continúes leyendo.

Este capítulo contiene escenas violentas y de sexo no consentido.

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Hacia las cinco y media de la tarde, un día común de finales de noviembre del año 1986, una camioneta de aspecto desgarbado estacionó en medio de una cuadra remota. Allí uno no hallaría más que terrenos baldíos; no había casas, no había personas, no transitaban vehículos. Sólo habitaban insectos y animales.

Incapaces de hablar.

Dentro de la camioneta, Sasuke Uchiha encendió un cigarrillo. Quiso invitarle uno a su mejor amigo, Suigetsu Hōzuki, quien estaba en el asiento del piloto; sin embargo, lo rechazó. Sus manos temblorosas se afianzaban al volante. En su rostro se vislumbraba que la ansiedad y el miedo lo carcomían por dentro.

—¿Realmente tenemos que hacer esto, Sasuke? Piénsatelo una vez más, hombre. Aún estamos a tiempo de echarnos para atrás.

—No pienso retractarme. Si no te dan los cojones, entonces lárgate. Prefiero que no estorbes con tus llantos de maricón.

Suigetsu chistó, totalmente acorralado. Si no se arrepentía, sería cómplice de un crimen por el cual podría terminar tras las rejas. Y, si se arrepentía, Sasuke probablemente se vengaría por no haberle ayudado.

Media hora más tarde, Sasuke bajó del vehículo. Le recordó a Suigetsu que no debía moverse de ese sitio, acordando que regresaría en menos de veinte minutos.

Caminó unas tres cuadras y se escondió detrás de un árbol que había a un costado de la calle. Él medía 1,90 y tenía una fisonomía bastante robusta, por lo que agradeció que ya estuviera bastante oscuro como para que su figura fuese perceptible.

Unos diez minutos después, el Uchiha vislumbró una bicicleta transitando a unos cuantos metros de distancia. Sin duda alguna se trataba de Sakura Haruno, regresando de clases tal y como había planeado. Ella era su exnovia y el motivo por el cual se hallaba allí, camuflándose entre las sombras como un depredador aguardando por su presa.

Cuando Sakura estuvo más cercana, el Uchiha le lanzó una piedra de tamaño considerable. Dicha impactó de lleno contra su torso, provocando que perdiera el equilibrio y cayera, emitiendo un lastimoso alarido. De inmediato, Sasuke corrió hacia ella. La levantó del suelo con un brazo y, con el otro, le tapó la boca con mucha fuerza para impedirle que gritara.

Aún con lo oscuro que estaba, Sakura lo reconoció al instante. ¿Cómo no hacerlo? Sus manos grandes y ásperas, su cuerpo alto y fuerte, aquel perfume que tanto detestaba.

Era él. La persona a quien más le temía en todo el mundo. El culpable de tantos años de dolor, traumas y maltratos.

Sollozó con aún más fuerza cuando intentó adivinar a qué clase de torturas la sometería ahora.

—¡Tanto tiempo sin vernos, mi amor! Qué hermosa que te ves. El uniforme de invierno realmente te queda fantástico —descendió una mano y la introdujo dentro de la falda de la chica, estrujando su trasero— ¿Qué pasa? ¿Estás llorando por el golpe que te di? Awww, sigues siendo tan jodidamente tierna y estúpida.

Sakura se retorció entre sus brazos, más intentar zafarse del agarre del Uchiha era inútil. Tenía fuerza, demasiada; ya la había golpeado y agarrado por la fuerza en el pasado, así que lo sabía mejor que nadie.

Sasuke sacó una pequeña botella de sus bolsillos. Abrió la boca de Sakura y vertió el contenido en ella. Con la otra mano, le tapó la nariz para obligarla a tragar el líquido.

—O te lo tragas todo o te va a ir muy mal, mocosa inmunda. ¡Anda, trágatelo!

Entre sollozos, la pelirosa se tragó el líquido. Sabía amargo y le entumecía la lengua. Casi al instante, sintió cómo sus miembros se relajaban. Su postura empezó a flaquear, como si estuviese a punto de desmayarse.

"Oh, Dios mío, ¿qué mierda me dio?"

Sasuke la tomó entre sus brazos y comenzó a caminar con su cuerpo a cuestas. Para colmo de males, él no sólo era muy grande, sino que ella era muy pequeña: medía 1,55 y no pesaba más que 44 kilos. El Uchiha había elegido sabiamente a su presa perfecta cuando, cuatro años atrás, se había acercado a la Haruno fingiendo querer ser su amigo.

"Mamá… Kwang-Soo. Por favor, ayúdenme… tengo mucho miedo."

Las lágrimas caían por su rostro, totalmente impasible debido al efecto de la droga. No contó cuántas cuadras habían caminado, pero juraba que habían sido como diez. Sentía que todo transcurría muy lento y que nada de aquello era real.

No… todo debía ser nada más que una pesadilla.

Apenas llegar al punto de encuentro, Suigetsu le abrió la puerta del asiento de atrás. Sasuke la recostó allí, casi arrojándola porque su amigo lo apuraba como si la policía fuera a aparecer de la nada. Se subió al copiloto y emprendieron su retirada.

—¡Realmente no puedo creer que acabamos de hacer esto, Sasuke! ¡Por Dios, dime que sólo es un maldito sueño, porque en serio que no me lo creo! —bramó Suigetsu, alterado.

—¿De qué mierda estás hablando?

—¡Con un demonio! ¡Estamos secuestrando a una maldita persona! Espera… no, no es sólo eso. ¡Es una adolescente de diecisiete años! Y… nosotros…

—Sí, nosotros tenemos veinte. Podríamos comernos unos buenos años en prisión por secuestrar a una menor de edad —acotó Sasuke mientras encendía otro cigarrillo. En su semblante había pura tranquilidad.

—¡¿En serio lo dices con tanta frescura?! ¡Maldición, esto apesta! Yo… tengo miedo, Sasuke. Por favor, dime que…

—No vamos a ir a la cárcel, si eso es lo que tanto te aterra. He cometido delitos peores y ni siquiera han sospechado de mí —interrumpió Sasuke, hastiado de la histeria de su amigo— ¿Y sabes por qué? Porque no voy por la vida sintiendo culpa y miedo como tú. ¡Así que hazme el favor de calmarte o te doy de lo mismo que le di a la mocosa!

—Está bien… está bien. Lo siento —musitó Suigetsu, intentando apaciguar su taquicardia—, es sólo que todo esto se siente como si fuera un maldito sueño.

—Tienes razón. Se siente como un sueño… —afirmó Sasuke. Su vista se posó en el espejo retrovisor y, a través de él, contempló a Sakura. De sus ojos verdes aún rezumaban lágrimas, más su cuerpo estaba tan quieto como el de un cadáver.

"Finalmente, te tengo de vuelta conmigo."

Unos minutos después, la camioneta aparcó en el garaje de la casa de Suigetsu. Los dos hombres descendieron del vehículo y se adentraron en la vivienda, dejando a Sakura durmiendo en el asiento de atrás. Cuando estuvieron en la cocina, ambos se sentaron a beber unas latas de cerveza que habían comprado en el camino.

—Será mejor que la encerremos lo antes posible —sugirió Suigetsu—. Cuando se le pase el efecto de la droga intentará escapar por todos los medios.

—En cuanto termine de beber —contestó Sasuke, quien ya iba por la cuarta lata.

—¿Qué va a pasar… cuando su mamá empiece a buscarla?

—Qué pregunta tan estúpida. ¡Iniciarán una investigación, por supuesto! —el rostro de Suigetsu se tornó pálido como una hoja de papel— ¡Cambia esa cara, maldita sea! No hay forma de que nos inculpen. ¡Nadie nos vio secuestrándola, así que no tienen pruebas!

—Vendrán a interrogarte, Sasuke. Eres su exnovio y la familia de Sakura sabe el tipo de relación tóxica que ustedes tenían. ¡¿Qué piensas hacer cuando eso suceda?!

—¡Basta, con un demonio! ¡Me estás cabreando con tantas preguntas! —bramó. Le dio un último trago a la lata, la hizo un bollo y la lanzó al tacho de basura— ¿Es que acaso no lo entiendes? Es tan sencillo como mentir y aferrarte a una coartada. ¡Nadie nos vio, así que no hay pruebas! La policía sabrá que el rapto ocurrió en aquella calle desierta, porque la bicicleta de Sakura quedó allí, pero podría haber sido literalmente cualquier persona. Ninguno de nosotros pondrá un solo pie en la cárcel hasta que no haya pruebas fehacientes en nuestra contra.

—¿Y tus pisadas? Y… ¡¿y las marcas de los neumáticos de la camioneta?!

—Estoy usando unos zapatos que me prestó mi tío —el pelinegro levantó su pie y se los enseñó—. Son como un número más grandes que los míos, así que la policía buscará a algún cretino que calce del 46. Apenas pueda los prenderé fuego. En cuanto a los neumáticos… en uno o dos días los cambiaremos. Obito tiene unos para prestarme.

—Bien, perfecto —musitó Suigetsu, recobrando la compostura— Bueno, ¿y cuál es tu coartada?

—Diré que me fui a pescar con Obito.

—¡¿Involucrarás a tu primo en todo esto?!

—No, idiota. No le conté nada sobre mis planes, pero él ya sabe cómo soy y no le importará cubrirme ante la policía. Además, los dos somos miembros de Akatsuki, así que sabemos cómo manejarnos.

Suigetsu comprendió aquello. Ser miembro de una pandilla tan grande y poderosa como Akatsuki tenía ciertas desventajas, pero también tenía sus cosas buenas. Una de ellas era que muchos policías corruptos estaban vinculados a ella, por lo que podrían cubrirlo en caso de que encontraran pruebas en su contra.

—Debería armar una coartada yo también —acotó Suigetsu.

—Si eso quieres, pero ya verás que es innecesario. Nadie sospechará jamás de ti.

—No lo sé, Sasuke… no lo sé —dijo Suigetsu, titubeante—. ¿No era más sencillo que te consiguieras otra puta? A ver, entiendo que Sakura estaba a punto de mudarse a Corea del Sur junto a su familia, pero ¿realmente una tipa como ella vale tanto esfuerzo?

—Ella es mía, Suigetsu. No puedo permitir que se vaya. Que continúe viviendo y, en algún momento, se case y tenga hijos con algún otro hijo de puta. ¡No, no y no! ¡Si no es mía, no será de nadie! Prefiero matarla antes de que sea feliz con otro —poco a poco, el rostro del Uchiha adquirió un aspecto totalmente siniestro. Sus ojos se tornaron oscuros, sus rasgos eran casi demoníacos.

Su amigo temía por su vida cuando Sasuke se convertía en esa cosa.

De repente, su rostro volvió a la normalidad— En fin, ahora sí me voy a buscar a la mocosa.

Ambos se encaminaron hacia el garaje. Apenas entrar, se percataron de que la puerta trasera de la camioneta estaba abierta. No hizo falta revisar el vehículo para cerciorarse de lo evidente.

Sakura había escapado.

—Oh… no, no, no. ¡MIERDA, MIERDA! —exclamó Suigetsu, llevándose las manos a la cabeza— ¡¿Dónde… DÓNDE SE HABRÁ METIDO?!

—¡Deja de gritar, carajo! Las puertas están todas cerradas y las ventanas tienen barrotes, así que no hay forma de que haya escapado. Además, no irá muy lejos… no estando drogada. Búscala en la parte de abajo, yo iré hacia arriba.

Apenas entrar por la cochera, se hallaban las escaleras que conducían al segundo piso. Sasuke las subió con sumo sigilo. De estar Sakura arriba, no quería que ella le escuchara llegar.

"No… será una sorpresa. Quiero darle un buen susto. Que me mire con sus hermosos ojitos verdes colmados de miedo."

Ingresó al segundo piso y fue revisando, una por una, las habitaciones que había. Cuando llegó al final del pasillo, en donde se hallaba la habitación de Suigetsu, se percató de que, en la entrada, había un cabello largo y brillante. Lo levantó, y una sonrisa maliciosa y sádica se expandió en su rostro al inspeccionarlo.

Era rosado. Como los pétalos de las flores de cerezo. Como las mejillas y los labios de su amada. Como el amor y la bondad.

"Te tengo, Sakura."

Sigiloso como una serpiente, Sasuke penetró en la habitación. Fue fácil, ya que la puerta estaba totalmente abierta. La tenue luz del velador iluminaba cada rincón del cuarto, junto con los pocos muebles y objetos que allí habitaban.

Revisó debajo de la cama: nada. Revisó detrás de las cortinas: nada. Por último, revisó dentro de un enorme cesto de mimbre, donde encontró… nada. Sólo montones de ropa sucia.

Entonces, restaba un último sitio por inspeccionar: aquel enorme armario que estaba junto a la cama. Llamándole. Como indicándole que, dentro de sus oscuros y húmedos confines, se encontraba el pequeño conejito que él buscaba. La imaginó temblando del miedo y respirando con dificultad, y aquella imagen bastó para que su libido despertara.

Nada en este mundo le calentaba más que ver a su hermosa mocosa temblando del miedo e intentando escapar de sus garras.

Una vez que estuvo frente al armario, abrió ambas puertas de un zarpazo. De inmediato, Sakura emergió del interior, lanzándose contra Sasuke en un intento por clavarle una pequeña daga que sostenía entre sus manos. El ataque fue inútil; tal como Sasuke había dicho, la muchacha aún se encontraba adormecida por la droga.

Sakura cayó de rodillas y no pudo hacer nada más que apuntarle a Sasuke con la daga, amenazando con clavársela si osaba ponerle las manos encima.

—Mira nada más en dónde te vienes a esconder. ¿En un armario, Sakura? ¿En serio? —el Uchiha esbozó una sonrisa socarrona. Desde arriba, contempló cómo la pelirosa le miraba con aquella expresión que a él tanto le encantaba: horror y miedo trasluciéndose en sus rasgos, junto a sus ojos inundados de lágrimas— Definitivamente eres una niña demasiado predecible y estúpida. Espera… ¿de dónde sacaste esa daga?

A-ale-ja-te… d-de… m-mí… —balbuceó la Haruno. Sus brazos tiritaban, aún afianzándose a la daga.

—¿Qué cosa? No te entiendo, Sakura. ¿Podrías hablar fuerte y claro? —a continuación, lanzó una maléfica carcajada— Maldición… si me sigues mirando con esa cara, tendré que cogerte en el maldito cuarto de Suigetsu. Te ves tan hermosa cuando lloras y tiemblas del miedo. Me recuerda a cuando eras una niña pequeña, y yo disfrutaba golpeándote y humillándote… como la patética mierda que eres.

Nuevamente, Sakura se lanzó contra el pelinegro, intentando atacarlo. Él, de un rápido movimiento, le arrebató el puñal y lo lanzó al otro extremo del cuarto. La sujetó por su larga melena y, de un tirón, la arrojó sobre la cama. Sin darle más dilación al asunto, se lanzó sobre ella. La colocó boca abajo y le sujetó las manos por detrás de la espalda. Sakura emitió un lastimoso sollozo al sentirse aplastada por el peso de Sasuke.

Entonces, él comenzó a desvestirla. Primero le quitó la sudadera del instituto; después, prosiguió con la camisa sailor que traía debajo; por último, la falda larga, las medias y los zapatos corrieron el mismo destino. Quedó sólo en ropa interior. Las manos de Sasuke estaban por todas partes; la tocaban, la estrujaban, la violaban.

"¿Por qué, Dios? ¿Por qué?

Sólo faltaban once días para irme del país. Y ahora…

¿Qué será de mí?"

Alguien tocó a la puerta. Sasuke bramó, indicándole a la persona que se hallaba detrás que no pasara. Sakura no podía moverse, no podía gritar; no podía hacer nada, más que sollozar en silencio.

—¡No sabes cuánto voy a disfrutar esto, mocosa! Hoy… ¡hoy vas a ser mía de vuelta! —gruñó Sasuke contra su oído. Su voz, ronca como la de un animal, provocó que el corazón de Sakura se congelara— Sí… será como quitarte la virginidad por segunda vez.

Sus tenaces manos le arrancaron tanto el sostén deportivo como las bragas. Era una bestia hambrienta, incapaz de siquiera quitarle la ropa interior con delicadeza. El Uchiha desenfundó su pene; ella lo supo cuando sintió cómo aquella férrea erección impactaba contra sus nalgas. Lo lubricó con un poco de saliva y se lo metió de una sola estocada.

¡AHHHHHHH!

La niña gritó con una violencia repentina. Dolía. Aún cuando lo había lubricado, dolía de una forma horrible. Su interior se hallaba demasiado seco y estrecho; además, el miembro de Sasuke era demasiado grande para su cuerpo pequeño. Veinte centímetros de gruesa virilidad impactando cruelmente contra su útero. Tener sexo con él siempre había sido doloroso por este motivo.

Claramente, a Sasuke no le importaba su dolor. Jamás le había importado.

—Mierda… estás tan estrecha como de costumbre —musitó, con la voz áspera.

Sembró suaves besos sobre sus hombros y su cuello, hasta que, finalmente, unió sus labios a los de ella. La besó con pasión y anhelo, introduciendo su lengua a la fuerza, y saboreando de aquel acto tan íntimo y romántico. Muy diferente a todo lo que vendría a continuación.

Se recostó sobre el cuerpo de Sakura y comenzó a embestirla con excesiva violencia. Envolvió uno de sus fornidos brazos en torno a su cintura, mientras que, con el restante, le tapó la boca.

Sasuke sentía que estaba tocando el cielo. Después de que Sakura y él rompieran, había tenido sexo con un sinfín de mujeres; buscando, en cada una de ellas, un orgasmo y un placer similares a los que Sakura le proporcionaba. Sin embargo, aquello fue imposible.

Sakura tenía algo que a él simplemente lo volvía loco.

Aún con su cuerpo simple, carente de excelsas curvas y similar al de una niña pequeña; aún con sus facciones de tonta, con aquellas ojeras y la piel pálida como si fuese un cadáver; aún siendo una enana irritante y estúpida…

Él la quería.

—¿Te lo dije, verdad? ¡Te dije que, tarde o temprano, serías mía de vuelta! —liberó la mano que tenía en su boca y, con ella, la asió del cabello. Se lo tiró muy fuerte hasta que ella chilló del dolor— Pero tú… ¡tú, hija de puta, estabas empeñada en escapar de mí! ¿Qué pasó, Sakurita? ¡Mira ahora dónde estás! ¡Siendo follada como la puta asquerosa que eres!

S-Sa-suke… m-me due-le —titubeó Sakura entre sollozos. El dolor de su corazón era aún mayor que el de su cuerpo—. P-por… fa-vor… de-detente.

—¡Y una mierda!

Acto seguido, la posicionó boca arriba. Aún cuando no tenía motivos, le propinó una fuerte cachetada. La pelirosa sollozó con mayor fuerza, tanto por el dolor como por el miedo que sentía.

Nada en el mundo le aterraba más que Sasuke Uchiha.

Éste continuó cogiéndola sin piedad. De a ratos, golpeaba y mordía sus pequeños senos, los cuales rebotaban sutilmente con cada embestida. También se deleitaba viendo cómo su miembro se marcaba sobre su delgado abdomen; era como si la estuviera acuchillando. Una y otra, y otra vez. Más fuerte, más duro, más sádico.

Deseaba matarla tanto como deseaba follársela.

Entonces, llevó ambas manos hacia su cuello y lo estrujó sin piedad. Siempre le había gustado ahorcar a las mujeres; para Sasuke, el sexo era más que un acto carnal. Era ejercer la dominancia del sexo más fuerte sobre el sexo más débil.

Sakura era débil, y las indefensas y estúpidas criaturas como ella estaban destinadas a ser dominadas.

—¿Te gusta, Sakurita? ¿Te gusta cómo papi te coge? —cuestionó Sasuke, aumentando la fuerza de sus embestidas y sin soltar su cuello— Qué hermosa carita de puta tienes en este momento. Anda, abre la boquita para papi.

Ella no obedeció, así que Sasuke le propinó un violento puñetazo, con el que consiguió que abriese la boca… y se desmayara en el proceso. Acto seguido, le escupió dentro de sus fauces y en toda la cara. Disfrutaba humillándola; era casi tan excitante como golpearla y follársela.

Volvió a ahorcarla, esta vez con mayor fuerza. Debido a la falta de aire, Sakura recobró la conciencia e intentó librarse del agarre de su cuello, mientras su rostro volvía a inundarse de lágrimas.

Sasuke siguió apretando. Más fuerte, más fuerte, más fuerte. Contempló fijamente cómo su rostro se tornaba morado y, de forma desesperada, intentaba obtener un poco de oxígeno.

Contempló cómo su presa luchaba por su vida.

Y así, después de un par de violentas estocadas, explotó en un delicioso y magnífico orgasmo. Sintió cómo su pene se contraía y liberaba, con cada espasmo, copiosos chorros de esperma dentro del útero de Sakura. Liberó su cuello y llevó ambos brazos hacia su cintura. La abrazó con fuerza y disfrutó cómo su esencia se vertía en su interior.

Nuevamente, se sentía conmovido por un extraño amor hacia aquella estúpida criatura de cabellos largos e inteligencia corta.

—Extrañaba tanto sentir tu cuerpo bajo el mío —musitó Sasuke, con la voz laxa. Sakura continuaba sollozando—. ¿Sabes algo? Durante estos meses que estuvimos separados, estuve pensando en muchas cosas; y así, me di cuenta de que nosotros estamos hechos el uno para el otro —se bajó de encima de su cuerpo y la atrajo hacia su pecho. Le acarició el cabello con cierto afecto—. Tú eres una princesa y yo soy un monstruo. Tú eres el amor y yo soy el odio. Tú eres de color rosa y yo soy de color negro. ¿No somos tal para cuál, mocosa?

—T-tú… te c-corriste adentro, Sasuke. ¡¿QUÉ MIERDA ACABAS DE HACER?!

—Sí… y se sintió fantástico. ¿Tanto te asusta un poco de semen? No seas histérica, Sakurita.

—¡Eres un… asqueroso de mierda! ¡TE ODIO, TE ODIO!

Sakura trató de propinarle una cachetada, pero Sasuke actuó más rápido. Detuvo el golpe sujetándole la mano, la tomó del cabello y la obligó a quedarse quieta.

—¡O te callas, o te callo a patadas! ¡No juegues con mi paciencia, maldita cría idiota!

Ella se liberó de su agarre y rodó sobre la cama, dándole la espalda.

T-Te odio tan-to… S-Sasuke —murmuró la muchacha entre sollozos temblorosos. Se hizo un bollito y se abrazó a sus piernas. Parecía una niña pequeña; aquella que solía ser, antes de que Sasuke le arrebatara su inocencia—. T-tú… tú m-me arruinaste la vida.

—Mentira —masculló el pelinegro, mirándola con odio—, tú arruinaste tu propia vida. Yo te amaba. Robaba por ti, maté a golpes a cada bastardo que osaba tan siquiera mirarte; te compré un montón de ropa cara y vivía sacándote a pasear, porque me compadecía de la vida de mierda que tenías en tu casa. ¿Y todo eso para qué? ¡Para que me dejaras, diciéndole a todo el mundo que yo te maltrataba! Y después, ahí andabas en el colegio, ¡abrazándote y riendo con el hijo de puta de Naruto Uzumaki! Eres una puta de mierda… eso es lo que eres.

—No… no lo soy. ¡No soy una puta! ¡Tú eres un violador, un trastornado, un asqueroso sádico de mierda! Y yo… ¡sólo tuve la mala suerte de que mi familia se mudara justo al lado de tu casa! —exclamó aquella última frase entre sollozos— ¿P-por q-qué? ¡¿Por qué, Dios?! ¡¿Qué hice para merecer todo esto?!

—Dios no existe, mocosa, eso ya deberías saberlo. En fin, ya tengo que irme. Será mejor que te levantes y vuelvas a vestirte, porque no vas a dormir aquí. Ya tengo preparado un escondite mucho más… apto para ti.

El pelinegro no debió hacer nada más que acomodarse los pantalones. Cuando viró su atención hacia Sakura, la encontró aún hecha un bollito, temblando por el frío que hacía en la habitación.

Se sintió ciertamente asqueado cuando, ante aquella penosa imagen, la lástima lo azotó tenazmente. No solía compadecerse ni por ella, ni por nadie; sin embargo, hoy era diferente.

"Hoy puedo hacer una excepción contigo, mocosa."

Tomó una frazada que, pulcramente, yacía doblada encima de una silla. La desdobló y cubrió, de pies a cabeza, la pequeña y desnuda figura de Sakura.

—Vas a quedarte durmiendo aquí por un rato, ¿entendido? Cuando vuelva, tendrás que vestirte. El lugar a donde irás no es para nada lindo, así que te recomiendo que intentes descansar. ¡Y ni siquiera pienses hacer nada estúpido, o... te juro que las vas a pagar! ¡¿Quedó claro?!

No contestó. Sasuke se marchó del cuarto, tras cerciorarse de que la persiana de la ventana estuviese cerrada con candado. Al cerrar la puerta, le echó llave y se marchó a hacer los preparativos para todo lo que vendría.

。ꕤ。

Hola! ¿Cómo les va? :D

Espero les haya gustado el capítulo. Su voto/comentario me anima a continuar escribiendo.

No tenía pensado subir este fanfic en esta plataforma, ya que actualmente utilizo más Wattpad; sin embargo, me comentaron que la plataforma naranjita borra los fanfics que contienen escenas sexuales no consentidas (e incluso borra las cuentas). Por dicho motivo, opté por subirlo acá sin censura.

Nos vemos en el siguiente capítulo. uwu