-Esta es una adaptación humanizada de la película "The Lion King" de 1994 al igual que de su guion y su puesta en escena en el musical de Broadway al igual que de su Live Action que se estreno en Julio de 2019. Los personajes pertenecen a Masashi Kishimoto, pero su utilización corre absolutamente por mi cuenta. Les sugiero oír "Fairytale" de Alexander Rybak para Sasuke, "Don't Call Me Angel" de Ariana Grande para Sakura, "Sweet But Psycho" de Ava Max & Kygo para Mikoto, "Be Prepared" de Jeremy Irons para Madara, "Don't Be Shy" de Karol G & Tiësto para Sasuke & Sakura y "Circle of Life" de Lebo M & Lindiwe Mkhize para el contexto del capitulo.


Los pasos de Sasuke lo condujeron por los pasadizos secretos hasta llegar a uno que conectaba con el balcón de los aposentos del rey, una puerta junto al balcón de la terraza…pero, cuando Sasuke iba a internarse en el pasillo, se congeló al ver a su madre siendo escoltada por dos de los guardias mercenarios de Madara, y se mantuvo ocultó en el umbral del balcón tras la partida de los guardias, observándola atentamente. Habían pasado muchos años, pero su madre continuaba siendo la mujer de gran belleza y cargada de dignidad que él recordaba, portaba un vestido de seda negra de escote cuadrado y mangas ceñidas a las muñecas, bordado en hilo de plata en el centro del corpiño y la falda inferior, replicando el emblema de los Uchiha enmarcado por hilo cobrizo, con un falda superior enmarcando la caída de la tela elegantemente bordada, y su largo cabello azabache estaba recogido en una coleta que caía tras su espalda, adornado por una corona de plata, ónix y perlas en forma de espinas y capullos de rosa. Cerrando la puerta secreta a su espalda, Sasuke se movió velozmente para observar todo desde el umbral del balcón, centrando su mirada en Madara quien se erguía frente a su madre con temple arrogante; vestía una camisa azul oscuro de cuello alto y cerrado por seis botones de oro hasta la altura del vientre, encima un largo abrigo a juego, de cuello en V y repleto de bordados dorados con el emblema de la casa Uchiha, cortas mangas hasta los codos y faldón abierto en A bajo el vientre, ceñido por un fajín cerrado por un broche de oro en forma de abanico, pantalones azules y botas negras de cuero.

—Habíamos hecho un trato, tú controlarías la opinión pública y yo te dejaría mantener tu estatus de reina viuda— recordó Madara observando molesto a su cuñada.

—Ya no hay nada que pueda hacer, Madara, lo que ves es lo que tú mismo has traído sobre nosotros— negó Mikoto, habiendo hecho todo lo posible para mantener la paz.

—Bella excusa para decir que no cumples con tu deber— desdeñó el rey dándole la espalda, paseándose inquieto.

—Madara, si no quieres que todo acabe en una revuelta, te recomiendo restituir el sistema de gobierno que siempre ha imperado y pedir la opinión de la gente, eso es lo correcto— contestó la reina viuda con tono diplomático, conciliador.

—No haré nada de eso— protestó Madara sin voltear a verla, negándose a claudicar.

—Entonces nos has sentenciado a muerte a todos— afirmó Mikoto, profundamente decepcionada por ello.

—Que así sea— confirmó el rey para incredulidad de su cuñada, que esperaba más de él.

—¡No puedes hacerlo!— discutió la reina viuda, apenas y pudiendo creer su despotismo.

—Soy el rey y haré lo que me plazca— justificó Madara, siendo ese su derecho.

—Si fueras la mitad de rey que fue Fugaku…—volvió a discutir Mikoto, no pudiendo aceptar que él cometiera semejante dislate.

—¡Soy diez veces mejor que Fugaku!— acalló el rey volteando a ver a su cuñada con furia.

—¡No eres nada comparado con él!— protestó la reina viuda viéndolo a los ojos.

El último gran rey antes de su esposo, en la mente de Mikoto, había sido su fallecido suegro el rey Fujitama, e incluso él había reconocido el predicamento de salud en que se hallaba y había mantenido al trono y a la dinastía en pie y abdicado así en favor de Fugaku, y como rey…Fugaku había sido el mejor rey posible, ella lo creía y también el pueblo, Madara no estaba dando la talla, era egoísta, arrogante y solo pensaba en sí mismo y en su propio poder, jamás pensaba en las personas que eran sus súbditos y Mikoto no podía ni iba a perdonar eso, menos cuando osaba compararse con Fugaku. Cansado del espíritu combativo de su cuñada, que continuaba actuando como si fuese la reina, Madara eliminó la distancia entre ambos y la hizo callar por una seca bofetada, muy brusca claramente y que la hizo desplomarse de rodillas en el suelo, cubriéndose la mejilla afectada, por fin en silencio como el rey tanto quería…mas algo intervino en la escena, un hombre ingresó en el balcón sin su permiso, y justo cuando Madara pretendía ordenarle que se largara, el rey se congeló al ver el semblante del hombre; alto, de rostro estoico, con un ceño fruncido y los ojos negros, era la viva imagen de su hermano Fugaku y la idea de que este se encontrase con vida lo hizo estremecer, pero no era posible, ¿verdad? Cansado de ser solo un espectador, Sasuke cruzó el balcón y se arrodilló junto a su madre, envolviendo sus brazos cuidadosamente alrededor de ella y ayudándola a levantarse, viendo la sorpresa y confusión en su rostro mientras lo veía a los ojos e intentaba reconocerlo.

—Fugaku…— murmuró Madara observando al hombre con extrañeza. —No puede ser— pensó en decir que su hermano estaba muerto, pero quizás era mejor no hablar de más.

—¡Aléjate de mi madre!— amenazó Sasuke alzando la mirada y observando a su tío.

—¿Sasuke?— Mikoto sintió que la respiración se le congelaba en la garganta al comprenderlo, haciendo que su hijo encontrara su mirada con la suya. —Estás vivo— comprendió, con la voz quebrada de emoción, —¿Cómo?— preguntó con un hilo de voz.

—Nada de eso importa— negó el Uchiha atrayendo a su madre en un abrazo. —Estoy aquí, mamá— sosegó mientras ella lo veía con lágrimas en los ojos.

Todo sonaba demasiado maravilloso, demasiado para que cualquiera pudiera creerlo, tanto que Mikoto se desentendió completamente del reciente dolor que tanto la había afectado, dejó de ser importante y en su lugar la reina viuda no dudo en envolver sus brazos alrededor de su hijo en respuesta, porque Sasuke estaba vivo, y aunque eso no pudiera arreglar todos los años de dolor que ella había vivido, parecía devolverle una parte de sí que ella creía olvidada, sollozando de alegría y enterrando su rostro contra su pecho mientras lo sentía abrazarla, arrullándola dulcemente, ambos temporalmente ajenos a Madara, quien observó la escena entre sorprendido e incrédulo, tratando de pensar con la agudeza que tanto lo caracterizaba a la luz de esta nueva información. Ya habría ocasión para sentarse y hablar largo y tendido de lo que quisieran, de todos los años separados, sus pérdidas y que habían estado haciendo durante todos estos años transcurridos, pero el momento no era ese, todo en lo que Sasuke pudo concentrarse fue en Madara, alzando la mirada en su dirección y sosteniéndole la mirada, no pudiendo ni queriendo perdonar lo que había visto con sus propios ojos; su tío había levantado la mano a su madre, la reina viuda, solo porque ella había defendido la memoria de su esposo, ¿Quién se creía que era para hacer algo así? Ni por muy rey que se creyera, nada le daba ese derecho y por primera vez Sasuke realmente estuvo determinado a apartar a su tío del trono, quien levantaba la mano a una mujer como él acababa de hacer, no podía ser digno de la corona de rey…


Disfrazarse de mujeres y seducir o incitar a individuos de su mismo sexo no era algo que Naruto o Konohamaru fueran a considerar divertido, mas era necesario y ambos amigos se convencieron de ello observándose entre sí caracterizados como mujeres, con aquellos cortos vestidos y todos los…aditamentos necesarios; si ambos no tuvieran rasgos femeninos, ni de chiste estaría haciendo aquello, recorriendo los oscuros pasillos de las calles de Konoha con halito coqueto y sabiendo seguidos por un grupo de soldados de Madara, necesitando distraerlos el tiempo suficiente. Llegando a un callejón sin salida, ambos amigos finalmente detuvieron sus pasos, aun estando lo suficientemente cerca del palacio para unirse a Sasuke y ayudarlo, siendo observados con extrañeza por los guardias del falso rey, y no dudando en atacarlos cuanto antes, manejando suficiente información sobre defensa personal para evadir sus golpes y practicarles una llave por la espalda, reteniéndoles las manos tras la espalda y golpeándolos en la nuca hasta dejarlos inconscientes. Corroborando que no se les hubiera olvidado ninguno, Naruto y Konohamaru se sonrieron entre sí, chocando sus manos y dirigiendo sus pasos hacía detrás de una de las columnas del palacio y donde habían dejado su cambio de ropa, dándose prisa en comenzar a despojarse del maquillaje y quitarse los adornos del cabello, no pudiendo perder tiempo y comenzando también a quitarse sus respectivos atuendos al abrigo de la oscuridad, o así fue hasta que una pareja se quedó congelada en la calle al verlos, observándose entre sí y luego a su hijo antes de llamarlo:

—¡Naruto!— nombró Kushina, queriendo estar segura y viendo a su hijo volver la mirada en su dirección y en la de su esposo.

—¿Mamá?, ¿Papá?— fue el turno de Naruto de sorprenderse, terminando de cerrarse los pantalones, —¿Qué están haciendo aquí?— no creyó que volvería a verlos.

—Lo mismo podríamos preguntarte a ti— obvió su madre cruzando seriamente ambos brazos sobre su pecho.

—Mamá, papá, él es Konohamaru, mi mejor amigo— inició Naruto, terminando de calzarse las botas. —Konohamaru, ellos son mis padres Minato y Kushina— correspondió de igual forma, esbozando una sonrisa entusiasta.

—Es un placer— asintió el Sarutobi, sorprendido y feliz de poder conocerlos.

—Igualmente— asintió su progenitor, viendo a su esposa sonreír de igual modo. —Hijo, lamento arruinar el momento, pero ¿Estás usando un vestido?— inquirió, haciendo que su hijo sonriera mientras terminaba de quitarse el vestido.

—Luego se los explico— postergó Naruto, colocándose la camiseta por encima de la cabeza y la chaqueta tras esto. —Se me acaba de encender el foco— anunció, haciendo que tanto sus padres como el Sarutobi lo observaran. —Necesito que me ayuden ya mismo, sobre todo tu, papá— planteó, acercándose y viendo a su padre a los ojos.

—No veo cómo podría ayudarte siendo arquitecto— difirió Minato, no entendiendo como resultaba útil.

—Precisamente por eso te necesito— confirmó el rubio, viendo a su padre parpadear con extrañeza. —Rápido, síganme— instruyó únicamente, no pudiendo decir más por ahora.

Las razones de Minato y Kushina se estar en aquella ciudad no iban más allá de un viaje transitorio, de hecho, se dirigían a la residencia donde sabían que Naruto se estaba quedando, encontrarlo en su camino no estaba contemplado, pero el matrimonio Uzumaki no dudo en seguir a su hijo que dirigió sus pasos hacía el palacio real, acompañado por su amigo Konohamaru, ambos terminando de desprenderse de cualquier rescoldo de caracterización femenina en el camino, y aunque Minato y Kushina se vieron tentados a preguntar porque habían usado ropa de mujer en primer lugar, eligieron callar y simplemente seguir al dúo. Sin la escolta de guardias de Madara custodiando las puertas del palacio, fue inmensamente fácil para Naruto, Konohamaru, Minato y Kushina ingresar en el palacio, congelándose al entrar y fue justo lo que Naruto buscaba, observando a su padre que recorrió la estructura interna del palacio con la mirada, y por fin el rubio verbalizó cuál era su plan, haciendo que padre lo observara sorprendido antes de regresar su mirada hacía la estructura del palacio, como si estuviera donde estaba los puntos débiles que su hijo esperaba encontrará. Sasuke les había dicho dónde estaría, cómo llegar a los aposentos del rey, pero el Sarutobi y el Uzumaki se observaron entre sí y luego a Minato, queriendo ayudar en el enfrentamiento y tenían a la persona idónea, siguiendo los pasos del padre del Uzumaki y que se acercó a una de las columnas para estudiar su resistencia y saber qué hacer, esbozando una sonrisa ladina, una incuestionable buena señal para los dos amigos y para su esposa.

Iban a hacer tambalear el suelo bajo Madara.


Por su parte, la atención de Sasuke estaba completamente volcada hacía su madre, quien mantuvo sus brazos a su alrededor, todo en lo que él podía pensar era en todos los años que había pasado lejos, en el exilio, un exilio en que se había sentido abatido y abandonado, pero ahora solo primaba su preocupación para con su madre, no la carga, ni las preocupaciones, ni la estabilidad, solo el presentes; pasaron largos segundos, eternos segundos, antes de que Madara pudiera procesar la implicación de las palabras que aquel hombre acababa de proferir; Sasuke, su sobrino, su sobrino que debería haber estado muerto desde hace mucho, eso es lo que los mercenarios y sicarios a sus órdenes habían dicho o habían asegurado haber hecho. Madara no pudo evitar fruncir el ceño con extrañeza y disgusto entremezclados, parecía estar constantemente rodeado de imbéciles incompetentes, incapaces de cumplir sus órdenes, y ahora su amenaza, su oponente, su enemigo, estaba ante él otra vez y esta vez no era un niño como hacía ya tantos años, era un hombre adulto. ¿Sería preciso llegar a una confrontación? Madara quiso creer que no, su inteligencia lo ponía por delante de aquel niño, que mantuvo sus brazos alrededor de su madre, como si buscara protegerla…El rey trató de pensar lo más rápido posible, en una estrategia, un plan convincente, lo que fuera para convencer a su sobrino de que no eran enemigos, quizás y al darle una falsa sensación de seguridad, podría atacarlo por la espalda y defender su legítimo derecho como rey.

—¡Sasuke!— nombró Madara por fin, fingiéndose feliz por volver a verlo. —Me alegra verte, sobrino…vivo— murmuró para sí mismo.

—Dame una sola razón para no matarte ahora mismo— amenazó Sasuke, rompiendo el abrazó y situándose frente a su madre como escudo.

—Con gusto te daré una— asintió el rey, al mismo tiempo que un destacamento de sus hombres ingresaba en su habitación, junto al balcón. —Los mercenarios creen que soy el rey— obvió con una ligera sonrisa ladina, como si se declarara victorioso.

—¡Nosotros no!— protestó una voz femenina, haciendo que todos voltearan a verla.

El balcón había sido terreno neutral en ese momento, solo Sasuke, Mikoto y Madara presentes, pero pronto esa situación cambió tan pronto como un gran número de individuos se apersonó para disgusto e indignación de Madara, entre ellos naturalmente destacaban el ex capitán de la guardia real, Genma Shiranui, Obito que había sido el secretario privado y consejero del rey y por supuesto que Sakura, entre muchas otras féminas, por lo visto la belleza de cabello rosado había elegido donde estaba su lealtad…por lo visto, su joven sobrino aspirante a rey se había codeado de todo un séquito de traidores a su autoridad, ¿Creía que así obtendría el trono? Fue inevitable distinguir a una figura de pie a la diestra de Sakura, se trataba de su madre lady Tsunade, tan ataviada de luto como su querida amiga la reina, portaba un sencillo vestido negro de escore corazón y mangas ajustadas hasta los codos, abierta frontalmente cuales lienzos bajo una chaqueta de encaje color negreo, cuello alto y cerrado hasta la altura del vientre, exponiendo la falda, marcadas hombreras y bordada superficialmente por diamantes, con su largo cabello rubio recogido en una coleta baja, oculto por un velo color negro sostenido por una diadema de oro y ónix, brindándole una imagen de magna sencillez y recato. La madre de la Haruno se apresuró a situarse, atrayéndola hacía los demás integrantes del grupo para que estuviera a salvo, cerca de Obito y del capitán Shiranui en tanto Sasuke concentraba su atención completamente en Madara, no sabiendo si atacar de inmediato o darle ocasión de llegar a un acuerdo y sobrevivir.

—Tu reinado terminó, Madara, Sasuke es el legítimo rey— sentenció Sakura, hablando en nombre de todos los presentes.

—Si peleas con él, también con nosotros— respaldó el capitán Genma, al frente del grupo.

—Tú decides Madara; abdicas o peleas— señaló Sasuke, sintiéndose más firme debido a la presencia de sus aliados a su espalda.

—¿Todo ha de acabar en violencia?— cuestionó Madara con falso tono apesadumbrado, rondando a su sobrino que lo siguió con la mirada. —Por favor, no quisiera ser el responsable de la muerte de un miembro de la familia— agregó, sosteniendo la mirada a su sobrino. —Dime, Sasuke, ¿Les contante tu pequeño secreto a tus subordinados?, ¿Te entenderán?— inquirió, volviendo ligeramente la mirada hacía el sorprendido grupo. —Si no les has dicho nada, creo que es hora de que yo lo haga— decidió, aprovechando aquel punto débil. —Diles, quién fue responsable de la muerte de Fugaku— ordenó de forma muy sutil, esbozando una sonrisa ladina y dando la espalda a su sobrino.

—Fue mi culpa— admitió el joven Uchiha no pudiendo ocultarlo más, bajando la cabeza.

Había sido un niño entonces, quizás eso pudiera ser considerado un atenuante, pero Sasuke siempre se vería a sí mismo como alguien responsable por la muerte de su padre, quizás no lo había matado directamente, pero debería de haberlo evitado, quizás si hubiera hecho más, quizás si hubiera intentado ser mejor hijo...En completo silencio, Madara observó la expresión en el rostro de su sobrino y luego analizó las reacciones de los demás presentes, casi pudiendo sentir la victoria en la palma de la mano, finalmente. La primera en reaccionar fue Sakura, quien solo pudo bajar la cabeza pesadamente, ella ya estaba al tanto de la verdad, Sasuke se la había dicho tras reencontrarse, pero ella no podía creer que fuese cierto, algo le impedía creer que su Sasuke tuviera algo que ver con ello, mas ella permaneció en silencio al ver los hombros de Sasuke hundirse ante el peso de esa acusación; sin embargo, las reacciones de todos los demás presentes fueron de desconcierto y completa incredulidad mientras procesaban la información, observándose entre sí antes de observar la espalda de su joven rey, quien ni siquiera pudo alzar la mirada. Congelada en su lugar como los demás presentes, que se observaron y murmuraron entre sí, incluyendo a su amiga Tsunade, Mikoto salió por fin de su estupor y acercó sus pasos hacía su hijo, sujetándolo de los hombros y buscando su mirada, pero Sasuke la evadió como si sintiera vergüenza, ¿Cómo podía su niño ser responsable de algo tan horrible como un asesinato?, ¿En qué realidad semejante cosa era posible?

—No, no puede ser cierto— negó Mikoto buscando la mirada de su hijo. —Sasuke, no…— intentó convencer, mas su hijo solo negó en silencio.

—Lo siento, es verdad— afirmó Sasuke en voz alta, teniendo que aceptar su error.

—¡Lo admite! Es un asesino— condenó Madara, acercándose a su sobrino y tomándolo del cuello. —Si no fuera por ti, el Fugaku seguiría vivo— vio a los ojos Sasuke, haciéndolo retroceder paulatinamente hacia el balcón. —Es tu culpa, ¿Lo niegas?— preguntó, queriendo que se delatara delante de sus aliados.

—No, yo…— titubeó el joven Uchiha, completamente abrumado por la situación.

—¿Seguirán al hijo que deja sin vida a su padre?, ¿Seguirán al hijo que asesina a un rey?, ¿Al hijo que abandona a su madre?— cuestionó el rey, volviendo la mirada hacia los presentes, que parecían divididos entre sí, justo lo que él quería. —¿Qué eres? Dime— exigió saber a su sobrino. —¿Eres el rey? Dime que eres— lo sujetó del cuello y vio a los ojos, dejando exactamente contra el borde del balcón.

—Soy nada— murmuró Sasuke con apenas un hilo de voz, no pudiendo decir más.

—Reverencia a tu rey— ordenó Madara por fin, viendo a los ojos a su sobrino.

Por primera vez en tantos años, años de silencio y reclusión personal—pese a haberle dicho la verdad a Sakura, pese a que ella intentara convencerlo de que no era culpable como creía—, Sasuke se veía completamente abrumado por la realidad de un pasado que había intentado olvidar o dejar atrás con todas sus fuerzas, pero que ahora nuevamente regresaba para perseguirlo y en esta oportunidad todos por fin sabían la verdad, ya no podía ocultarse detrás de la ignorancia de nadie, ¿Las acusaciones de Madara representaban la verdad? Él creía que sí y no pudo evitar decirse que no merecía el trono en comparación con él, Madara merecía ser rey y él no, sin importar lo erradas que hubieran sido sus acciones hasta ese punto, esa era la verdad, y lentamente Sasuke hizo amague de arrodillarse ante su tío en señal de lealtad. Al mismo tiempo en que pronunciaba aquellas palabras—teniendo a los aliados de Sasuke divididos, lo que auguraba su propia victoria—, Madara empujó ligeramente a su sobrino al soltar su agarre alrededor de su cuello, y esto hizo que la espalda del joven Uchiha chocase contra el borde del balcón, cediendo bajo su peso y fragmentándose; el palacio no era en el presente lo que había sido en su día, Madara lo notaba y era bueno ignorándolo o aparentando que lo ignoraba, como en ese momento en que el mármol y piedra se resquebrajó, haciendo que Sasuke perdiera el equilibrio…pero no cayó al vacío, sino que logró sujetarse de los lados del balcón, casi conteniendo el aliento…


—¡Sasuke!— gritó Sakura, aterrada de que pudiera caer.

Siendo quien mejor había aceptado la noticia de la muerte del rey Fugaku y la supuesta culpabilidad de Sasuke vinculada a ello, Sakura se mantuvo en silencio durante todo el tiempo en que todos sus demás compañeros y el propio capitán Genma parecían intentar entender cómo semejante cosa era posible, al margen, callada...pero, el momento en que Sasuke fue acorralado por Madara y el balcón sucumbió a su espalda, hizo que Sakura diera un pasó al frente del grupo, aterrada y temiendo lo que pudiera ocurrirle a Sasuke, pero Toka—la comandante de las fuerzas de Madara—se situó frente a ella y la apuntó con su arma como advertencia y pronto lo hicieron los demás mercenarios de Madara, evitando que cualquier osara intervenir en el enfrentamiento entre tío y sobrino. Todo sucedió demasiado rápido como para que Sasuke pudiera procesarlo, perdiendo el equilibrio y apenas pudiendo sujetarse de los bordes del balcón para no caer, sintiendo la suela de sus botines chocar contra los restos del balcón en su zona inferior, intentando impulsarse en vano con sus brazos para subir y encontrarse a salvo, pero cada vez que lo iba a hacer, temía que el balcón sucumbiera bajo su peso y lo hiciera caer, alzando la mirada hacía su tío Madara, de pie frente a él y que lo observó con aparente sorpresa o extrañeza. Mientras todo se desarrollaba tal y como él había pretendido que ocurriera, e incluso mejor, pues continuaba siendo visto como el legítimo rey y más al inculpar a su ingenuo sobrino, Madara dio un par de pasos más cerca de Sasuke.

—Que lastima, sobrino, esta vez papi no está aquí para salvarte— se lamentó Madara fingidamente. —Que familiar me resulta esto, ¿Dónde lo había visto?— meditó en voz alta, divertido. —Ah, sí, así si veía Fugaku antes de morir— dio un paso más cerca de él.

—¿Qué?— Sasuke no entendió porque su tío le estaba diciendo eso.

—Miré hacia abajo y vi el miedo en sus ojos— asintió el rey, pudiendo ufanarse de ello. —¿Una mano, sobrino?— ofreció, alargando su mano hacia su sobrino, que no dudó en sujetarse para no caer. —Te diré un secreto antes de que mueras; yo maté a Fugaku— confesó, acercando su rostro sobre el suyo, muy cerca de su oído.

Ya no tenía nada que perder en ese momento, Sasuke se hallaba al borde de la muerte, ¿Por qué no decirle la verdad antes de que muriera? Madara no se arrepintió de su decisión, sonriendo ladinamente para sí y pretendiendo soltar lentamente las manos de su sobrino, solo que no tuvo ocasión de hacerlo...Frunciendo todavía más el ceño debido a su propia extrañeza, intentando procesar las palabras de su tío, Sasuke sintió que se le detenía el corazón al escuchar eso último, no había doble interpretación y ello hizo que un torrente de ira emergiera desde su interior y se adueñara velozmente de él. Había sido un niño entonces un niño de casi siete años, pero Sasuke aún recordaba el incidente en la vieja cantera, había intentado alcanzar a su padre que se había lastimado intentando salvarlo, recordaba haberlo visto sujetar uno de sus brazos contra su pecho, claramente roto, intentando alejarse del peligro, mas algo lo había hecho caer desde las alturas, recordaba haber visto todo, excepto lo que o quien lo había hecho caer, aún recordaba la sangre que manchaba la camisa de su padre cuando había abrazado su cadáver, no había tenido fracturas visibles, solo una herida de bala y rememorar aquello fue la confirmación que Sasuke tanto necesitaba. Sujetándose de la mano de Madara, Sasuke usó su mano libre para empujarlo y hacerlo tambalear hacía atrás, él logrando escapar del borde del balcón y sujetándolo velozmente del cuello, enviándolo al suelo y situándose encima de este y que luchó por levantarse mientras ambos se veían a los ojos.

—¡Asesino!— gritó Sasuke, fuera de sí a causa de la ira, —¡Era tu hermano!, ¿Cómo pudiste?— cualquier ínfimo grado de respeto hacia él había desaparecido.

—Primero mató a Fugaku, y ahora quiere matarme, todos son testigos— acusó Madara, logrando zafarse del agarre de su sobrino tras mucho esfuerzo.

—¡Diles la verdad!— exigió el legítimo rey, cansado de tanta falsedad de su parte.

—Madara, me dijiste que no habías llegado a tiempo— intervino Mikoto, haciendo que todos la observaran. —¿Cómo pudiste ver a Fugaku a los ojos?— cuestionó, recibiendo silencio por parte de Madara, —¡Asesino!— condenó, con la voz quebrada por la ira.

Una lección importante que Mikoto había aprendido, en su juventud en la corte, era que un rey debía ser tan admirado como compasivo, Madara no había sido nada de eso, pero ella había intentado darle oportunidad de convertirse en el rey que todos esperaban, porque él era todo lo que quedaba, pero ahora no solo Sasuke estaba vivo, sino que la verdad salía a la luz, Madara era el verdadero enemigo y todos dirigieron sus mentes hacía un único camino; eliminar a Madara, cuanto antes. La primera en romper el débil cese al fuego fue Sakura, alargando una de sus manos y golpeando en el rostro a Toka al mismo tiempo que Naka e Izuna se apresuraban a sujetar a Sasuke de los brazos y alejarlo de Madara, pero ella no lo permitió, corriendo velozmente para subir a la espalda de uno de estos individuos, envolviendo sus piernas a su espalda en una llave y arrojándolos al suelo, mientras Sasuke sostenía su propio enfrentamiento contra otros de los mercenarios de Madara, como ya hacía el grupo súbditos leales al verdadero rey y entre quienes destacó una figura recién llegada, llamando la atención por su atuendo de religioso, era Hiruzen, que por su naturaleza pacifista evadió cualquier golpe, devolviendo un seco golpe en la nuca para dejar inconsciente a sus atacantes. Espalda con espalda con el sacerdote, observando a Sakura intentar quitarse de encima a Toka, Obito se defendió lo mejor posible, sobresaltándose como todos ante el repentino eco de balas procedente de las armas que comenzaron a usarse por defender sus respectivos bandos.

El que sobreviviera, sería el vencedor.


—¡Ya, papá!— anunció Naruto, golpeando la última columna en el punto exacto.

—¡Fuera abajo!— advirtió Minato, para que su hijo, su esposa y el Sarutobi lo escucharan.

Como arquitecto que era, Minato era un perfeccionista y tuvo que pasar largos minutos analizando las columnas del palacio en uno de los grandes salones, antes de proceder a actuar, con Naruto y Konohamaru usando estetoscopios contra lo alto del techo para escuchar donde se percibía la actividad en los pisos superiores para saber que parte debían derrumbar y, tras confirmarlo, Naruto se quitó el estetoscopio que había estado usando, gritando a su padre, que se hallaba recargado contra la columna y que, en respuesta, uso una pequeña hacha del contenedor de emergencias y golpeó con esta un punto en el centro de la columna, que se fragmentó y comenzó a romperse de inmediato y con ello parte del techo por encima de ellos. El suelo comenzó a derrumbarse, postergando el enfrentamiento entre los dos bandos, que se esforzaron por internarse en los demás pasillos para escapar de la caída, y ello permitió a Sasuke poder ver la silueta de su tío desaparecer en el extremo del pasillo, siguiéndolo él lo más rápido posible, cruzando una serie de escaleras, los pasillos ya vacíos, hasta llegar a un amplio salón, sabiendo a su tío acorralado; no solo se trataba de lo que su tío había hecho contra su padre, su propio hermano, su sangre...también de lo que le había hecho a él, lo había condenado al exilio y una culpabilidad sin fin, había arruinado su vida y lo había separado de su madre, ¡No! No solo eso, Madara había destruido todo el reino, había destruido todo lo que su padre había construido y eso no tenía perdón a su entender.

—Se acabó, Madara— sentenció Sasuke, sonriendo la mirada a su tío en todo momento.

—Sobrino, te suplico piedad— intentó mediar Madara, a solas con su sobrino en el salón.

—¿Después de lo que hiciste? No mereces vivir— negó el rey, firme en su resolución.

—Sasuke, soy parte de la familia— recordó el rey depuesto, apelando a su piedad. —Los mercenarios son el enemigo, ellos me obligaron a actuar, yo no quería hacer nada de eso— aseguró, ajeno a la breve presencia de estos en el umbral del salón.

—No puedo creerte, todo cuanto has dicho y hecho ha sido mentira— negó Sasuke, acercando sus pasos hacía su tío.

—¿Qué harás? No matarías a tu tío— obvió Madara con ligera preocupación.

—No, Madara, no soy como tú— comparó el legítimo rey, pudiendo jactarse de ello.

—Eres muy noble, Sasuke— elogió el rey depuesto, observando con admiración a su sobrino. —Dime que hacer y te probaré mi lealtad— aseguró, pensando en sobrevivir.

—Huye— contestó Sasuke con voz dura. —Huye lejos, Madara, y nunca regreses— era la misma sentencia que su tío le había impuesto trece años antes.

—Comprendo— asintió Madara, reservándose a someterse. —Como guste, su Majestad— añadió, pretendiendo inclinarse y reverenciar a su sobrino.

Indiferente a cualquier muestra de lealtad por parte de su tío, pero deseando enteramente que este se largara de su presencia de forma inmediata, fue fácil para Sasuke confiarse, apenas y dirigiendo una mirada hacía su tío, apartando la mirada más bien, justo lo que Madara necesitaba, sonriendo ladinamente para sí y deslizando una de sus manos al interior de su abrigo, envolviendo su mano a la empuñadura de una pequeña daga que llevaba en uno de los bolsillos interiores al mismo tiempo en que se postraba de rodillas ante su sobrino. Desde esa altura, fue fácil para Madara desenfundar la daga sin que su sobrino se diera cuenta y, cuando llegó el momento de levantarse de su reverencia, clavar la hoja en el pecho de Sasuke antes de que este se diera cuenta, una herida que Madara esperaba bastará para sellar su destinó mientras él retiraba por fin la hoja de la herida, al mismo tiempo en que Sasuke se quejaba de dolor y caía de rodillas para satisfacción de su tío. La localización de la herida era tan perniciosa como la herida misma, Sasuke sentía que le faltaba el aire, situando sus manos torpemente sobre la sangrante herida para parar el torrente que emanaba de él y pronto manchaba sus manos, desplomándose sobre el suelo ante su propia debilidad y su empeño por seguir vivo, diciéndose que debería haber esperado algo así por parte de Madara, quien limpió la sangre de la hoja de la daga con el largo de su abrigo, regresando la daga al interior de este y viéndolo a los ojos con la misma superioridad de antes, solo que su sonrisa ladina esta vez parecía completa, porque claramente ya lo daba por muerto.

—La primera regla de la guerra, sobrino; nunca esperes que el enemigo juegue limpio— presumió Madara sonriendo ladinamente. —Este es mi reino, niño tonto, ¡Mi destino!— recordó, sosteniendo la mirada a su sobrino. —Y no lo compartiré con nadie— puntualizó, viendo a su sobrino a los ojos en todo momento.

Ya había sido demasiado con esta irrupción por parte de su sobrino en lo que él consideraba su Edén, su reinado, si, nada era tan perfecto como él querría que fuera, pero no perdía de vista el horizonte y estaba seguro de que un día todo sería como él deseaba, esto solo era un pequeño revés en sus planes, mas ya se solucionaría y Madara se convenció de ello, pasando junto a su sobrino con la arrogancia que tanto lo caracterizaba, sin haber perdido ni un ápice de su propia arrogancia, diciéndose que si se marchaba ahora y esperaba recibir la noticia del fallecimiento de su sobrino, obtendría una victoria limpia como tanto aspiraba, ¿Creían que sentiría remordimiento por la muerte de su sobrino? Ya había matado a su hermano, ¿Por qué sentiría remordimiento? Aún tumbado sobre el suelo del salón, con un ligero charco de sangre formándose a medio camino debajo suyo y sobre su pecho, Sasuke intentaba parar el sangrado que emanaba de su herida, demasiado o completamente volcado en ello como para poder detener a su tío, luchando por mantenerse consciente en medio de su labor y por respirar, aunque la herida en su pecho parecía dificultarlo más y más cada momento. Era una tontería, pero Sasuke no pudo evitar pensar en la muerte, ¿Era lo que le aguardaba? No quería morir, aún tenía mucho por hacer, era joven, quería al menos intentar recuperar todo el tiempo perdido junto a su madre, quería pasar el resto de su vida junto a Sakura, ¡No! Sasuke se negó a dejarse morir mientras se sentía cada vez más débil, vulnerable y a merced de la pérdida de sangre, debía haber algo que pudiera hacer para salvarse…

—¡Sasuke!— gritó Sakura, completamente aterrada tras contemplarlo.

El enfrentamiento no había terminado, pero si amainado lo suficiente, muchos de los mercenarios de Madara estaba siendo arrestados y guiados hacia las bodegas del palacio para ser puestos bajo custodia por sus hombres más leales, solo hacía falta encontrar a Sasuke y hacer una declaración pública de que él era el legítimo rey, que Madara era un usurpador, pero ¿Dónde estaba Sasuke? Habiendo recorrido los niveles superiores, Sakura bajó las escaleras, ingresando estancia por estancia, salón tras salón y no pudiendo evitar gritar de preocupación al distinguir a alguien tumbado en el suelo en uno de los salones, corriendo lo más rápido posible al reconocer que se trataba de Sasuke. Más que nunca, Sakura agradeció en el alma ser médico, apresurándose en examinar a Sasuke, temporalmente aliviada al comprobar que seguía teniendo pulso, pero la herida en el centro de su pecho no se veía nada bien; con su dedo, Sakura trazó por sobre el pecho de Sasuke el contornó de las arterias principales, respirando aliviada al comprender que ninguna estaba comprometida, pero el sangrado que Sasuke presentaba era grave y ella no podía ignorarlo, así como la herida, que debería de haberle atravesado la tráquea y le dificultaba respirar. Acompañada por el capitán Genma Shiranui, así como por su leal amiga Tsunade, Mikoto se sujetó la falda del vestido y corrió al interior del salón siguiendo los pasos de Sakura, jadeando y no demorando en arrodillarse junto al cuerpo de su hijo, angustiada y no sabiendo que le había ocurrido, quien lo había herido así.

—¿Está bien?— cuestionó Mikoto casi sin aliento, observando atentamente a su hijo.

—Está perdiendo mucha sangre. Capitán, necesito su cinturón— instruyó al Shiranui, que asintió y se despojó de este para cruzarlo sobre el pecho del Uchiha. —Átelo arriba de mis manos— instruyó al Shiranui, que no dudo en hacer mientras ella improvisaba una traqueotomía con lo que tenía a la mano. —Sasuke, no puedes morir ahora— apremió, alargando una de sus manos y tomándole el pulso en todo momento.

—Resiste, Sasuke— animó la Uchiha con la voz quebrada, entrelazando una de sus manos contra la de su hijo.

No manejando suficiente de medicina como para entender lo que pasaba a su alrededor, todo cuanto Mikoto pudo hacer fue mantener una de sus manos entrelazada contra la de su hijo, observando por el rabillo del ojo a Sakura actuar, introduciendo un pequeño e improvisado cono en la herida que Sasuke tenía en el pecho, inclinándose para realizarle reanimación cardiopulmonar, presionando sus labios contra los suyos para transmitirle aire y solo separándose cuando sus dedos, sobre el borde del improvisado cono, percibieron el paso del aire. Todo en lo que Mikoto pudo pensar fue en Sasuke era todo lo que le quedaba, ella no tenía nada más en el mundo, ninguna otra razón para vivir, y se concentró en orar en silencio porque esto solo fuera un susto, porque su hijo estuviera bien, porque ella no podía imaginarse perdiéndolo otra vez, su corazón no lo soportaría; Por su parte e infinitamente aliviado por haberse deshecho de su molesto sobrino, y ya dándolo por muerto—dudando que se salvara luego una pérdida de sangre tan importante como la que él había visto antes de abandonarlo a su suerte—, Madara cruzó los oscuros pasillos del palacio con intención de usar uno de los tantos pasadizos secretos que él conocía para escapar. Sin embargo, justo cuando el Uchiha pretendía halar de una de las antorchas decorativas en la pared, escuchó el eco de pasos a su espalda, haciéndolo volver la mirada de ligera preocupación, suspirando aliviado al ver que se trataba de Toka, Naka e Izuna, con las ropas ligeramente rasgadas y golpeados, pero ilesos.

—Mis amigos— suspiró Madara, volteando a enfrentarlos. —Tardaremos un tiempo, pero nos recuperaremos de esto— aseguró, negándose a darlo todo por perdido.

—¿Amigos?— repitió Naka, cruzando los brazos sobre su pecho. —Qué extraño, dijiste que te habíamos obligado a actuar— consideró, habiéndolo escuchado bien.

—Aparentemente somos el enemigo— asintió Izuna, sintiéndose igualmente traicionado.

—Tú lo dijiste, Madara, un exiliado no es leal a nadie más que a sí mismo— recordó Toka al frente del grupo.

Palabras como las que ellos habían escuchado...¿Qué no habían hecho ellos por Madara, al igual que sus demás compañeros? Se habían ensuciado las manos, habían cometido crímenes, todo con la promesa de una vida mejor, habían aniquilado a un rey que quizás no había sido el mejor soberano con ellos, pero que era incuestionablemente mejor que Madara, ¿Y así les pagaba su "amigo"?, ¿Con traición? Viendo a los ojos a Madara en todo momento, Toka desenfundó una pequeña beretta que llevaba colgada a la cintura, había perdido su rifle en el forcejeo con la chica Haruno, y apuntó está al pecho de Madara, no necesitando apuntar bien para saber dónde estaba el corazón y vaciando la escasas balas de que aún disponía en su pecho, sin apartar la mirada del Uchiha en ningún momento mientras lo veía chocar con la pared a su espalda y desplomarse, manchando el impoluto mármol con su sangre, tan roja como cualquiera de sus compañeros y que ya habían muerto. Observando el cadáver del antes rey, Toka regresó su arma a la funda que pendía de su cinturón, observando largamente no sabía si la sangre que manchó el suelo o el semblante de Madara, sabiendo que estaba muerto nada más ver sus ojos abiertos e incapaces de parpadear, representando el hálito de la muerte y finalmente le dio la espalda como también hicieron Naka e Izuna, siguiéndola para reunirse con sus compañeros, ahora que no tenían nada por lo que pelear debían rendirse al enemigo y esperar misericordia del nuevo...no, del legítimo rey.

El rey había muerto; larga vida al rey.


Aposentos del Rey/Palacio de Konoha

Por primera vez en tantos años, ahora que Madara estaba muerto, el palacio real era solo silencio y paz, no un hervidero de avaricia e intrigas, aunque tampoco era solo silencio, ya que los arquitectos reales estaban comenzando a trabajar en la reconstrucción de las áreas dañadas durante la confrontación a Madara, cortesía de un talentoso arquitecto llamado Minato Namizake a quien Mikoto ya había entregado—como reina viuda—la orden del mérito. La reina viuda, su amiga Tsunade y Sakura se hallaban aguardando en la sala de recepción de los aposentos del rey, que habían pertenecido a Madara hasta hacía un par de horas, y donde ahora se estaba alojando Sasuke a quien el médico de la corte, Jugo Otogakure, estaba tratando; desprendiéndose del luto, la reina viuda portaba un sencillo vestido color mantequilla, muy pálido, de escote recto decorado con pasamanería beige claro en el contorno, así como holanes de las mangas que se ceñían ligeramente ceñidas en las muñecas y falda de una sola capa, encima una chaqueta superior de seda negra, de profundo escote redondo que se cerraba bajo el busto por tres botones negros hasta la altura del vientre, con mangas que se abrían como lienzos a la altura de los codos, su largo cabello azabache se hallaba recogido tras su nuca, resaltando una corona de oro en forma de rosas y decorada por cristales dorados, a juego con unos pendientes de oro en forma de rosa con una lagrima de perla al final. Concentradas como estaban, las tres mujeres se levantaron de sus asientos cuando el médico abandonó la habitación.

—¿Cómo está?— consultó Mikoto, tan inquieta como Sakura de pie a su lado.

—Perdió mucha sangre, pero se recuperará— sosegó Jugo con una ligera expresión de cansancio, cerrando su botiquín. —¿Quién atendió la herida?— consultó observando a las tres mujeres.

—Yo lo hice— contestó Sakura, conteniendo el aliento con preocupación.

—Excelente trabajo, la hemorragia no habría cesado de otro modo— celebró el Otogakure, admirando su labor. —Felicitaciones— confirmó con una ligera sonrisa.

—Gracias doctor— asintió la Haruno, profundamente agradecida por la ayuda.

—¿Puedo pasar?— inquirió la Uchiha, queriendo estar cerca de su hijo cuanto antes.

—Por supuesto, Majestad— asintió Jugo, haciéndose a un lado. —Vendré de nuevo más tarde, con permiso— se excusó, reverenciando a la reina viuda.

De pie junto a su hija, Tsunade permaneció en la sala de recepción de los aposentos, no solo para esperar por la reina viuda, sino para acompañar a su valiente hija, alargando una de sus manos y entrelazarla con la suya, viendo a su hija esbozar una ligera sonrisa, como si recobrase la calma; la Senju portaba un sencillo vestido marrón oscuro, de escote cuadrado—con un falso escote en V debajo—cerrado por seis botones de igual color hasta la altura del vientre, mangas ceñidas hasta los codos donde se tornaban acampanadas y traslúcidas hasta cubrir las manos, falda de velo y encima una falda superior abierta en A bajo el vientre, con su largo cabello rubio recogido en una coleta que caía tras su espalda. Abriendo las puertas en su camino, Mikoto ingresó en el dormitorio del rey, cerrando estas a su espalda y concentrando inmediatamente su atención en Sasuke recostado sobre la cama…aún era extraño pensar que el niño que había dejado de ver, el niño que ella había creído muerto por tantos años, ahora nuevamente se encontraba a su lado, pero ya no era un niño sino que un hombre y le tocó el corazón el abrumador parecido físico que tenía con Fugaku, mas también con ella misma, notaba la suavidad y fineza de sus rasgos, además su rebelde cabello azabache era suyo, lo sintió al detenerse junto a su cama, sentándose a su lado y atrayéndolo hacía sí en un ligero abrazo mientras sentía a Sasuke envolverla en un abrazo. Sintiendo a su madre al borde del llanto por la emoción, Sasuke besó en la mejilla a su madre, sabiendo que todo era demasiado para su atribulado corazón, sonriendo ladinamente cuando la sintió besarlo en la frente.

—Creí que iba a perderte otra vez— se lamentó Mikoto con la voz quebrada por la emoción. —Nadie puede soportar perderlo todo— ella no podría soportarlo otra vez.

—Lo siento, mamá— se disculpó Sasuke, sabiendo que debería haber regresado mucho tiempo antes y evitarle atravesar por un dolor mayor como ya había hecho.

—No, nada de disculpas— protestó la reina viuda, rompiendo el abrazo y viendo a su hijo a los ojos. —Ambos ya hemos soportado bastante— obvió, viéndolo asentir. —Ahora solo quiero que te recuperes y me involucrare tanto como sea posible— prometió con una cálida sonrisa, pretendiendo recuperar todo el tiempo perdido.

—Aunque lo agradezco muchísimo, preferiría que te encargaras cuanto antes de los preparativos para la coronación— sugirió el ahora rey, habiendo mucho que hacer.

—¿Estás seguro?, ¿No será demasiado?— consultó Mikoto, no queriendo que se exigiera demasiado.

—Tenemos que cumplir con todo si queremos demostrarle a la gente que la era de Madara termino— obvió Sasuke, siendo una decisión lógica.

—Tienes razón— asintió ella con una sonrisa, orgullosa de su sentido de la prevención.

La abrumó contemplar cuánto había cambiado el niño arrogante, indisciplinado y reservado, que ella recordaba, Sasuke continuaba siendo su hijo, pero era al mismo tiempo alguien desconocido para ella tanto como lo había sido Fugaku al momento de conocerlo; no era como si ella pretendiera usurpar parte de sus funciones como el ahora rey o como si quisiera ser reina regente, pero su hijo estaba herido y todo en lo que Mikoto podía como madre, era en protegerlo y evitarle malos ratos. Madara había sido rey por muchos años, pero algo que le había restado legitimidad, al menos a ojos de los más juiciosos y tradicionalistas, es que no se había hecho coronal formalmente jamás, no había existido esa ocasión para ser declarado formalmente rey, y pese a todo ahora Sasuke estaba pensando en ello, pese a que su vida hubiera estado en riesgo hace solo un par de horas, pese a la palidez en su semblante y lo indudablemente cansado que debía hallarse. En su infancia, todo lo que Sasuke había podido hacer era desear ser rey, sabía que era su destino como el hijo de un rey, había deseado ser como su padre desesperadamente, había querido enorgullecer a todos…ahora todo era muchísimo más complicado, ya no se trataba de lo que él quería, si por él fuera seguiría viviendo libremente junto a Naruto y Konohamaru, pero su hogar, su pueblo y su gente lo necesitaban, necesitaban la estabilidad que él podía darles como rey, sin embargo, y Sasuke no pudo evitar sonreír ladinamente al recordarlo; también hacía falta una nueva reina para traer estabilidad, y él tenía en mente a la reina perfecta.

—Y, además, quisiera pedirte algo— inició Sasuke, viendo asentir a su madre. —Cuando era niño, me dijiste una vez que tendría que entregar una joya en particular a la mujer que quisiera por esposa— rememoró, viendo asentir nuevamente a su madre. —La necesito ahora— añadió, exponiendo el propósito de tocar ese tema.

—¿Sakura?— supuso Mikoto, sonriendo cuando lo vio asentir. —Me alegra que hayas elegido bien— la hermosa Haruno sería la reina perfecta. —La tendrás, no te preocupes— prometió, entrelazando una de sus manos contra la suya.

Puede que Sasuke estuviera en cama y muy herido, sintiendo que todo le daba vueltas debido a la pérdida de sangre y con un agujero en el pecho a la altura del pulmón—suturado, pero seguía ahí—, pero Sakura seguía siendo infinitamente importante para él, y quería dedicarle tanto de su tiempo como pudiera antes de que sus responsabilidades como futuro rey los separaran, y para comenzar necesitaba pedirle matrimonio de la forma correcta. La joya de la que Sasuke hablaba, y de la cual ella misma le había hablado en su infancia, era un anillo de matrimonio, de oro blanco de dieciocho quilates y diamantes rodeando un pequeño pero valioso rubí; el anillo había pertenecido a la reina Ayame, la madre de Fugaku, el rey Fujitama había mandado elaborar el anillo al prometerle matrimonio, y luego había pasado a Fugaku a su muerte, quien le había pedido matrimonio con ese anillo, y aunque Mikoto siempre lo había llevado durante su matrimonio, se lo había quitado y reposaba entre sus demás joyas en sus aposentos, no sentía tener derecho a llevarlo ahora como reina viuda. Observando atentamente a su hijo, que se recostó contra la almohada, claramente aún debilitado por la pérdida de sangre que había sufrido, Mikoto se sintió complacida por su sentido de la previsión, ahora más que nunca el reino necesitaba a una reina, necesitaban un heredero o heredera y asegurar la sucesión, pero para eso ya habría tiempo y eso la hizo sonreír ladinamente, ilusionada por el futuro que se desarrollaría a partir de ahora…


Transcurrieron varias horas antes de que la reina viuda abandonara los aposentos de su hijo, velo por su sueño mientras esté ganaba fuerzas al dormir para recuperar toda la sangre que había perdido y, entre tanto, pidió a su amiga Tsunade que acudiera por algo a sus aposento, algo con lo que la Senju regresó, pero Sakura no pudo ver que era, levantándose de su asiento cuando la reina viuda se retiró del dormitorio en compañía de su madre Tsunade; al retirarse, la reina viuda pasó junto a ella, esbozando una sonrisa y diciéndole que Sasuke la esperaba, ante lo que Sakura no dudó en ingresar tras la partida de la reina, cerrando las puertas del dormitorio a su hermano. La Haruno portaba un sencillo vestido de seda esmeralda, de escote corazón cerrado por seis botones de diamante hasta la altura del vientre y ceñido a su esbelta figura, de mangas ceñidas hasta los codos donde se tornaban traslúcidas y acampanadas hasta cubrir las manos, con falda de velo de múltiples capas y encima lucía una chaqueta superior también color esmeralda, pero repleta de opacos bordados plateados de flores de cerezo, sin mangas sino que ligeras hombreras y de profundo escote en V cerrado bajo el busto por tres botones de plata y abierta en A bajo el vientre, con sus largos rizos rosados cayendo tras su espalda, peinados por una diadema de plata de tipo cintillo decorado por broches de esmeralda, pequeños pendientes de diamante en forma de lágrima y una guirnalda de diamantes alrededor de su cuello, no sabiendo si Sasuke se sentía realmente bien para recibirla.

—¿Se puede?— consultó Sakura solo para estar segura, no queriendo abrumarlo demasiado durante su reconciliación.

—Tienes mi permiso para lo que quieras— sosegó Sasuke, ante lo que ella finalmente se acercó a la cama, deteniéndose junto a esta. —¿Qué?— inquirió extrañado ante la dura mirada que ella le dirigió, volteándole el rostro con una bofetada. —Okey, me lo merecía— reconoció para sí, habiéndola asustado en demasía.

—Eres un tonto y un lunático— acusó la Haruno, sin olvidar lo cerca que había estado de morir. —¡Podrías haber muerto!— si ella no hubiera frenado la hemorragia, él habría muerto por la pérdida de sangre antes de que el doctor llegase a ayudar.

—Oye, no es como que hubiera decidido recibir una bala, solo paso— se defendió el Uchiha lo mejor posible, no habiendo planeado rozar la muerte.

—¡No puede solo sucederte!— protestó la pelirosa, llamando a la calma y recordándose con quien estaba hablando. —Eres el rey— recordó con voz más calmada, sentándose frente a él sobre la cama, viéndolo a los ojos.

—Espero que esto no haga que termine nuestra relación— admitió el azabache, lamentando haberla angustiado tanto.

—¿Qué relación?— cuestionó ella con voz burlona, no pudiendo enfadarse con él.

No iba a presionar a Sasuke si eso es lo que él temía, puede que ella hubiera sido educada de forma tradicionalista dentro de la corte, pero las chicas de su edad solían irse a la cama con completos desconocidos siempre que quisieran, que ella hubiera sido virgen al momento de su primera vez juntos no implicaba que ella fuera a exigirle que se casaran o formalizarán lo que tenían, ambos habían disfrutado sus interacciones sexuales, sabían cómo hacer sentir bien al otro y eran felices juntos, el vínculo de su infancia se había tornado en algo más, ¿Por qué arruinar las cosas buscando ponerle un nombre a su relación? Había cosas más importantes que discutir y Sakura se lo dijo mentalmente, concentrándose solo en Sasuke. Bajando la mirada ante las palabras de Sakura, con aquel tono de humor que la caracterizaba para distender las situaciones en que pudieran hallarse, Sasuke no pudo evitar sonreír ladinamente mientras jugaba con la pequeña caja entre sus manos, forrada en terciopelo y que él abrió para exponer un reluciente rubí rodeado de quince diamantes sobre una base de oro blanco, volviendo la caja en dirección hacia la pelirosa, que bajo la mirada y observó el anillo con sorpresa antes de encontrar su mirada con la suya; en su infancia, Sasuke no había querido oír nada de matrimonio, pensar en casarse con alguien le había resultado asqueroso en su niñez, pero ahora…estaba seguro de que Sakura era todo lo que quería y querría en un futuro, no se imaginaba convirtiéndose en rey sin tenerla a ella a su lado, ella era todo lo que él podría querer o desear en su vida, y sabía que sería la reina perfecta.

—¿Te casarías conmigo?— preguntó Sasuke, haciendo que ella lo viera con sorpresa.

—¿Qué?— inquirió Sakura casi sin aliento, apenas y pudiendo creer lo que oía.

—Esa no es la reacción que esperaba— admitió el Uchiha, disimulando su preocupación. —¿Tan malo es imaginarte casada conmigo?— preguntó, temiendo recibir su negativa.

—¿Ah?— la Haruno finalmente pareció salir de su estupor, parpadeando varias veces. —No, no es eso, es que…— inspiró aire profundamente, centrándose para poder hablar correctamente. —Habías dicho que querías que fuera tu reina, pero no creí que fuera en serio— aclaró por fin, esforzándose por sonar tranquila.

—Todo sobre ti es serio para mí— puntualizó él con una inevitable sonrisa ladina.

No podía remediar el paso aunque lo deseara, no podía traer de regreso a Kakashi ni a Houki, Sakura había perdido tanto o más que él mismo en la sangrienta lucha que Madara había iniciado y no era por un sentido de responsabilidad que Sasuke le estaba pidiendo matrimonio a Sakura ahora, eso jamás; no imaginaba una vida sin ella, quería protegerla con todas sus fuerzas, compartir la vida con ella, pero también quería que ella lo protegiera, que se acompañarán el uno al otro y que hicieran feliz su existencia, porque somos ambos podrían, ¿Es que se había equivocado en su decisión?, ¿Es que Sakura no sentía por él lo mismo que Sasuke sentía por ella? Sakura no supo qué decir, estaba congelada, la emoción que sentía era demasiada...¿Ella merecía eso? No pudo evitar preguntárselo, claro que amaba a Sasuke con todo su corazón, pasar tantos años separados y sintiéndose completamente sola le había permitido entenderlo, pero ¿Ser reina?, ¿No era demasiado? Aunque una vida de deberes y obligaciones la abrumara, Sakura no dudo en acunar el rostro de Sasuke entre sus manos, inclinando su rostro sobre el suyo y besando sus labios como una respuesta, despejando también sus propias dudas, esos fantasmas que le decían que ser reina no era lo que quería, pero ¿Qué importaba lo que ella quisiera?, ¿No haría mejor a todos estando en el centro y ayudando a Sasuke a tomar decisiones? Eso era justo lo que ella quería, lo confirmó al romper el beso para recuperar el aliento, viendo al Uchiha a los ojos, imaginándose una vida llena de estabilidad y alegrías, todo lo que ella deseaba, con él.

—¿Es un sí?— consultó Sasuke viéndola a los ojos, queriendo confirmar su respuesta.

—Sí, sí, sí, ¡Sí!— contestó Sakura con una cantarina risa, viéndolo también a los ojos.

Era una locura, quizás la mayor de todas las que Sakura había cometido, pero no le importaba, quería toda la ilusión de felicidad—real o no, ¿Cómo saberlo?—que Sasuke le estaba ofreciendo y Sakura lo confirmó al inclinarse para besar nuevamente a Sasuke, sonriendo al sentir los brazos del Uchiha envolverse alrededor de ella en un cálido abrazo, haciéndola quedar debajo, y el momento fue tan abrumadoramente perfecto que la Haruno ni siquiera recordó la herida de Sasuke, dejándose hacer dócilmente bajo su tacto y que la hacía estremecer; todo se sentía como si siempre debiera de haber sido así, todo se sentía perfecto. Rompiendo el beso para recuperar el aliento, ignorando el ligero malestar que le provocó la herida en el pecho, mas no sintiendo ningún dolor preocupante, Sasuke entreabrió los ojos para observar el dulce semblante de Sakura, quien abrió los ojos básicamente al mismo tiempo, sonriendo al encontrar su mirada con la suya...hacía solo un par de días, al reencontrarse, Sasuke había deseado decirle tantas cosas, pero había temido tanto alejarla por ello, mas se había equivocado, ahora podía verlo, ella era la mayor constante que había tenido durante su vida y quería que siguiera siéndolo para siempre. Ambos vieron en los ojos del otro por largo tiempo, no es que el momento fuera tan excepcional en relación con lo que ya habían vivido, pero—pegando su frente a la del otro, como si así pudieran respirar el mismo aire, rozando su nariz contra la del otro—estaban en el mismo camino, el destino los había llevado hasta ese momento y ninguna quería volver a ser un ser individual, querían ser uno solo para siempre.

Todo estaría bien, en tanto estuvieran juntos.


PD: Saludos queridos y queridas, prometí que actualizaría esta semana y lo cumplo, esperando como siempre poder cumplir con lo que ustedes esperan de mi, agradeciendo su apoyo y deseando siempre que mi trabajo sea de su agrado :3 Las siguientes actualizaciones serán "Cenicienta de Tordesillas", luego "Kóraka: El Desafío de Eros" y por último "Avatar: Guerra de Bandos" :3 Esta historia esta dedicada a mi querida amiga y lectora DULCECITO311 (dedicándole todas y cada una de mis historias), a mi queridísima amiga Ali-chan1966 (dedicándole cada una de mis historias por su respeto y cariño), a Arella96 (dedicándole esta historia como agradecimiento por comentar el trabajo de este despreciable intento de escritora), a CinthKitty (agradeciendo sus palabras y dedicándole la historia como justo agradecimiento), a NagatoYuki-Chan (dedicándole esta historia y agradeciendo sus palabras) a Saori02 (dedicándole esta historia y esperando ganar su perdón por tardar en tanto en actualizar), a Guest (dedicándole el presente capitulo como agradecimiento y disculpándome por hacerle esperar), a Lila (agradeciendo infinitamente poder contar con su aprobación, disculpándome con la demora y dedicándole esta historia como retribución) y a todos quienes siguen, leen o comentan todas mis historias :3 Como siempre, besitos, abrazos y hasta la próxima.

Personajes:

-Sasuke Uchiha como Simba -Sakura Haruno como Nala -Naruto Uzumaki como Pumba -Konohamaru Sarutobi como Timòn

-Kushina Uzumaki como Madre de Timón -Minato Namikaze como Tío Max -Fugaku Uchiha como Mufasa -Mikoto Uchiha como Sarabi

-Tsunade Senju como Sarafina -Obito Uchiha como Zazu -Madara Uchiha como Scar

-Toka Senju como Shenzi -Izuna Uchiha como Banzai -Naka Uchiha como Ed

Trama, Continuación & Ausencia: en primer lugar quiero disculparme por haber tardado tanto en actualizar esta historia, pues ello no estaba contemplado en absoluto, en realidad había escrito el capitulo por completo a inicios de Diciembre del pasado año y estaba a punto de subirlo cuando ocurrió un problema con mi pendrive y perdí no solo el documento por completo, sino muchos otros y que tuve que reescribir contrarreloj, teniendo copias a medias o ni siquiera eso, pero heme aquí, de regreso. A eso se sumó el estreno de "Mufasa", película que acudí a ver esta semana y quise tener la información fresca en caso de hacer algún cambio o aporte a la trama, pese a que el pasado del padre del protagonista no cambie mucho de la trama que llevamos hasta ahora. En cuanto a la trama, trato de mantener la esencia de el rey león original y del Live Action, usando elementos propios de nuestra realidad y de "El Rey León ½"—donde contamos los acontecimientos de la película desde la perspectiva de Timón y Pumba—, añadiendo a la trama los personajes de Minato y Kushina. Espero que, luego de esta actualización, la trama de la historia fluya más fácilmente, pero estaré esperando cualquier comentario de ustedes antes de volver a actualizar.

También les recuerdo que además de los fics ya iniciados tengo otros más en mente para iniciar más adelante en el futuro: un fic inspirado en un What If de la Dinastía Romanov, que aún no tiene título, "La Bella & La Bestia: Indra & Sanavber" (precuela de "La Bella & La Bestia"), "Sasuke: El Indomable" (una adaptación de la película "Spirit" como había prometido hacer) :3 Para los fans del universo de "El Conjuro" ya tengo el reparto de personajes para iniciar la historia "Sasori: La Marioneta", por lo que solo es cuestión de tiempo antes de que publique el prologo de esta historia :3 cariños, besos, abrazos y hasta la próxima :3