Esta es una adaptación humanizada de la película "The Lion King" de 1994, los personajes pertenecen a Masashi Kishimoto, pero su utilización corre absolutamente por mi cuenta .
De las ciudades del mundo, Konoha, la capital del País del Fuego, era por lejos una de las más hermosas; su envidiable ubicación, su maravillosa arquitectura, sus paisajes, su gente, el modo en que representaban maravillosamente los ideales de la democracia a través de sus gobernantes...Konoha representaba fielmente a la democracia más a través de una monarquía constitucional, es decir; el pueblo elegía a los integrantes del parlamento que representaban a la sociedad ante un rey que tenía el poder absoluto pero que era reelegido cada diez años de forma democrática, y llegaba al poder de forma democrática luego de haber cumplido como mínimo dieciocho años. El anterior rey había sido el rey Fujitama Uchiha, que había gobernado Konoha durante veinte años de una manera excepcional junto a su ya fallecida esposa, al reina Ayame y él había decidido abdicar hace poco más de un año a favor de su hijo mayor; Fugaku, de veinte años, luego de haber sido diagnosticado de cáncer de pulmón y había muerto hacia tan solo un par de mese sin haber alcanzado a vivir lo suficiente como para presenciar el nacimiento de su primer nieto, pero si el primer y pacifico año de gobernanza de su hijo mayor que por su carácter serio, mesurado, paciente y atento había su pueblo se había ganado el amor de la gente, aquello con lo que todo rey soñaba lograr, y hoy, luego de un año y medio de gobierno, sería presentado su primer hijo y heredero, según todo lo que dictaban las costumbres .
Siendo poco más de las seis de la mañana, el sol comenzó a elevarse sobre la ciudad, dando paso a un nuevo día para todos quienes habitaban la capital; primero emergió del horizonte y luego paso a iluminar la cima de las montañas que tan lejos se hallaban de la civilización, para finalmente caer sobre las calles que comenzaron a abarrotarse como si de una señal se tratara y no era para menos; el hijo del rey Fugaku había nacido hace una semana, más hoy sería presentado a mundo entero desde lo alto del enorme balcón principal del palacio, y además las rejas doradas se abrirían para que el pueblo estuviera lo más cerca posible, por lo que todos querían llegar primero para estar en primera fila y ver al príncipe que un día seria el rey del País del Fuego. La gente abandonaba sus casas, otros que habían elegido dormir a la intemperie para encontrar un buen lugar comenzaban a preparar sus cámaras al igual que muchos periodistas que habían hecho el mismo sacrificio. Cada pulgada de las carreteras que daban hacía el palacio estaban llenas de autos de todas las clases que se pudieran imaginar, todos hacia un mismo destino, y dentro de cada casa, cada televisor que estuviera sintonizado en los canales nacionales transmitía el mismo momento del presente que estaba teniendo lugar. Y al mismo tiempo, en el propio palacio real preparaban a toda prisa los últimos detalles para estar a la altura, con todos sirvientes abriendo las cortinas, puliendo los últimos detalles.
De entre los agitados miembros del personal cabía destacar a un joven de dieciocho años, enfundado en un rígido uniforme militar de cuero; cuello alto y cerrado, mangas ceñidas y ajustadas al brazo, con un arma de fuego pegada a su cintura y una especie de cofia o turbante sobre su cabeza según distaba la usanza de la corte bajo la que había nacido y a la que estaba tan acostumbrado; se trataba de Obito, un noble perteneciente a la corte por derecho de nacimiento como noble y que por su actitud solicita era el mayordomo del rey Fugaku, su mano derecha en todo cuanto hiciera. En su siempre precisa actitud perfeccionista, Obito se detuvo brevemente en su trayecto para encontrarse con el rey, observándose en el salón de espejos de aspecto veneciano y recubierto de oro, alisando la tela de su uniforme, peinándose más el cabello con ayudas de las manos y comprobando que por algún imperdonable descuido no tuviera algo entre los dientes, antes de continuar su camino hacía el soberbio balcón del palacio real, lo más vistoso desde el exterior y desde las rejas que comenzaron a abrir los guardias por indicación del rey. A ojos de los más críticos hacía la Monarquía; el rey Fugaku era un hombre indiferente, frió y sin corazón que muy escasamente demostraba sentimientos, peo en realidad era un padre para todo su pueblo, siempre entrado, como líder de la casa real de los Uchiha, en el interés de su nación y en su bienestar. Deteniéndose en el umbral del balcón, Obito reverencio debidamente al rey que volteo a verlo tras advertir su presencia.
El Rey Fugaku era un hombre considerablemente alto, de aspecto severo más tranquilizador; de cabello castaño oscuro hasta el cuello—como su fallecida madre, la Reina Ayame—con un flequillo que enmarcaba los lados de su rostro, y de ojos negros. Lucía tan elegante y portentosamente como la situación lo requería; camisa blanca y pantalones negro bajo la tradicional vestimenta de inspiración pos renacentista que caracteriza tanto a la casa real; túnica rojo claro—uno de los colores más usados por los Uchiha—de cuello alto, cerrada en el frente por cinco botones adornados en los laterales por hilo de oro y ceñida al cuerpo por un cinturón color dorado, por sobre la túnica se hallaba un abrigo de terciopelo rubí brillante, también de cuello alto solo que el abrigo permanecía abierto para exponer la túnica y se conformaba de una larga caída que llegaba a rozar el suelo, bordado en oro en los laterales internos para replicar el emblema de los Uchiha en los lados de un sinfín de botos de oro que tenían una esmeralda en el centro, y finalmente mangas dobles; unas superiores y abiertas desde los hombros que exponían las inferiores, ceñidas hasta las muñecas, ambas bordadas con una franja de hilo de oro; las superiores seguían el contorno de la abertura de los hombros y las inferiores seguían el contorno de la muñeca. Al advertir la llegada de Obito, el rey Fugaku le dirigió una falsa mirada severa que se tornó en una confiada sonrisa; ese día era imposible estar molesto ante semejante acontecimiento
Miles y miles de personas no tardaron en llenar la entrada del palacio, agitando banderas nacionales con el estandarte de los Uchiha, con sus teléfonos prestos para comenzar a gravar, todos ansiosos y expectantes por ver al pequeño príncipe que sería presentado de forma inminente en los próximos minutos, exactamente a las siete. Pantallas y cámaras de televisión se encontraban montadas por todo el lugar; según Fugaku había oído del capitán de la guardia real, se esperaban como mínimo 100,000 personas, pero evidente había muchas más de lo esperado, complaciendo al rey Fugaku, al fin y al cabo, ¿Qué padre no quería que su hijo ya fuera amado por todo el mundo? Una figura se abrió paso entre los nobles y personas de gran alcurnia que integraban la corte y ante quien todos se hicieron a un lado para permitirle pasar, reverenciando tanto como ya habían hecho con el rey y no era para menos; se trataba del venerable sacerdote de la corte y de la familia; Hiruzen Sarutobi, quien se presentaba vistiendo sus humildes usares de clérigo bajo la larga túnica blanquecina bordada en oro que había reservado para la ocasión. El Sarutobi abrió los brazos en cuanto cruzo el umbral que conectaba con el balcón, abrazando a su amigo y rey a quien veía como su hijo, habiendo sido amigo del rey Fujitama, y siendo inmediatamente correspondido por su rey que le guardaba tanta admiración y respeto, así como aprecio.
Rompiendo lentamente el abrazo, el Sarutobi le hizo una pregunta con la mirada a su rey; ¿dónde está el pequeño? Ante lo que Fugaku eligió responderle desviando la mirada tras ambos ante quien acababa de llegar. Toda historia de cuento de hadas se componía de un rey y una reina que se amaban y eran felices, como el rey Fugaku cuya hermosa esposa, la reina Mikoto, hizo acto de presencia en el balcón portando un sencillo vestido crema claro de recatado escote corazón, ceñido al cuerpo y que se aferraba a los hombros por un par de tirantes, por sobre el vestido se hallaba un bella chaqueta de igual color cerrada desde el escote, igualmente en forma de corazón, hasta la altura del vientre y con una larga caída hasta el suelo, que formaba una cola tras de sí, y de mangas holgadas hasta casi cubrirle las manos, bordadas decorada en encaje rosa suave y crema con perlas incrustadas para recrear una especie de escamas en los bordes de las mangas acampanadas, el centro del corpiño y los laterales internos de la caída. Su largo cabello azabache caía tras su espalda en una cascada de rizos, cubierta por un velo rosa pastel que caía tras su espalda, sostenido por una diadema de oro que formaba capullos de rosas decorados por pequeño diamante rosa pálido, a juego con un par de pendientes de oro en forma de flor de cerezo con un cristal rosa en forma de lagrima y alrededor de su cuello una guirnalda de oro y diamantes de la que pendían pequeños dije que replicaban el emblema de los Uchiha con un diamante rosa pálido en forma de lagrima en su interior. Saludo amorosamente a su esposo y al sacerdote Hiruzen Sarutobi con una radiante sonrisa en su hermoso rostro.
Pudiendo tomarse la libertad en ese momento, Fugaku envolvió sus brazos alrededor de su esposa, besándole la mejilla, pegando sus frentes y dirigiéndose una intensa mirada entre si antes de bajar la mirada a su pequeño hijo que hasta entonces dormitaba en brazos de Mikoto, pero que como si se supiera importante abrió sus ojos profundos ojos en dirección al sacerdote. Hiruzen le dirigió una sonrisa al pequeño príncipe Sasuke, nombrado en honor de su fallecido padre Sasuke Sarutobi, un alabado funcionario de la Monarquía y que Dios mediante sería un gran rey algún día, como su padre y su abuelo lo eran y habían sido. El Sarutobi realizo la señal de la cruz sobre la frente del menor antes de tomarlo respetuosamente de los brazos de la reina Mikoto que le sonrió dichosa y luego a su esposo que le rodeo los hombros con uno de sus brazos. El sacerdote sonrió para si en cuanto replicaron las campanadas anunciando las siete de la mañana, lo que lo hizo dirigirse de inmediato al balcón con el pequeño en brazos, con la multitud aguardando en silencio en cuanto las campanadas replicaron, apuntando sus ojos y cámaras al balcón, para ver al príncipe y futuro heredero al trono, quien posiblemente los guiaría en el futuro, al igual que lo habían hecho sus antecesores en el pasado, siendo quien continuaría con la casa real de los Uchiha.
Esperando un breve momento, Hiruzen observo a la multitud antes de alzar en sus brazos al bebé, exponiéndolo ante las ansiosas cámaras, cuyos flashes relampaguearon de inmediato a la par que la multitud estallaba en aplausos y vítores de todo tiempo, con todas las cámaras enfocándose en el pequeño príncipe Sasuke. Espontáneamente y sin ponerse de acuerdo en lo absoluto, la multitud comenzó a caer de rodillas, reverenciando al príncipe desde donde estaban mientras que el pequeño príncipe en brazos de Hiruzen observo confundido a lo que sucedía
Un nuevo príncipe para los Uchiha y el pueblo, un futuro rey...
Todo el mundo aparentemente estaba feliz por la presentación del pequeño príncipe Sasuke, aun transcurridas un par de horas de tan magno acontecimiento, cotilleando en los pasillos, no encontrando otro tema de conversación, pero no se podía generalizar; no todos estaban tan felices por la importancia que ganaba el primogénito del rey Fugaku, había quienes pensaban diferente, y entre ellos fácilmente se podía destacar al propio hermano menor del rey, el príncipe Madara, quien se mantuvo alejado de las festividades que tenían lugar, encerrado voluntariamente en sus propios aposentos, atendido por un pequeño número de sirvientes que lo atendían y que en ese momento despacho con tal de encontrarse a solas con sus pensamientos, observando el plato de porcelana decorado con oro, casi vacío salvo por un par de camarones en su interior y que reposaba sobre la pequeña mesa de caoba decorada con diamantes, delante de él. A él no le placía en lo absoluto que un bebé apareciera para quitarle lo que por derecho de nacimiento merecía; la posibilidad de ser rey como ya lo había su padre, pero él había elegido a Fugaku, por ser el mayor, para que lo sucediera aun cuando Madara hubiera demostrado estar incluso más capacitado intelectualmente, en un principio había aceptado convertirse en la segunda persona más importante en el reino, pero ahora que ese niño había nacido era el tercero más importante, poco menos que un don nadie.
Sentado sobre un elegante diván borgoña, el Uchiha se mantuvo voluntariamente penumbras, con las ventanas muy ligeramente entreabiertas, apenas y dejando ingresar una fracción de luz. Como hermano menor del rey y miembro de la casa real de los Uchiha, el aspecto de Madara no era otro que él de un hombre digno, arrogante tan soberbio como se esperaría en alguien de su rango, siendo tan alto como su hermano, de tez blanca pero de cabello negro con un ligero tinte azulado y largo hasta los hombros, por sobre los pantalones y camisa negra llevaba la tradicional vestimenta cortesana; una larga túnica de color negro, de cuello alto y cerrado por una innumerable cantidad de pequeños botones de igual color que la tela y mangas hasta las muñecas, sobre la túnica una chaqueta de seda gris oscuro plagada de estampados ligeramente más oscuros que replicaban el emblema de los Uchiha, de cortas mangas hasta los codos y larga caída hasta la altura de las pantorrillas y que se mantenía abierta par expone la túnica. Con una actitud apática, el Uchiha tomo uno de los restantes camarones presentes en su plato antes de decidirse a devorarlo, como si se tratara de un ser vivo que pudiera atestiguar su desgracia y en parte así era; todos siempre habían preferido a Fugaku para que fuera el rey, incluido su fallecido su propio padre, nadie jamás lo había considerado a él.
-La vida no es justa, ¿verdad?- se dirigió Madara al pequeño camarón, como si este pudiera contestarle. -Verás, yo nunca seré rey y tu…nunca verás la luz de otro día- resumió jugando con el pequeño bocado entre sus dedos, -adieu- dicho esto, pretendió poner el camarón en su boca, más alguien se lo impidió.
-¿Tu madre no te enseño a que no jugaras con tu comida?- regaño Obito reprobatoriamente.
Aborrecía con toda el alma ser molestado en medio de su fortaleza de soledad, y todavía más si quien lo interrumpía en su martirio no era otro que Obito, el tonto lambiscón de su hermano Fugaku y que siempre se metía donde no lo llamaban; ni siquiera su madre, la fallecida reina Ayame, había conseguido corregir su actitud y decirle que hacer y qué no hacer, ¿Quién creía ser ese tonto como para tomarse semejantes libertades? Madara ni siquiera se había dado cuenta de cuando había entrado, más quería que se marchara ya mismo, simplemente quería estar solo y Obito pecaba contra el orden de la naturaleza. Obito pocas veces se había sentido más dicho por cumplir con las ordenes de su rey que advirtiendo al príncipe Madara de la discusión que se avecinaba; en lo personal detestaba a este personaje de entre todos los nobles de la corte o miembros de la familia real, porque Madara siempre utilizaba su arrogancia, orgullo e influencias para salir indemne de todo lo que ocurriera y siendo cortante y altivo con todos, no como el rey Fugaku que valoraba ampliamente a todos quienes habitaran el palacio, ya fueran nobles o sirvientes, y los reconocía a todos por igual ...pero desgraciadamente, el príncipe Madara era un miembro de la familia real por nacimiento y como tal merecía el respeto de todos quienes lo rodeasen, porque podía llegar a ser rey algún día, aunque tal hecho se viera demasiado lejano en la actualidad.
-¿Qué haces aquí?- pregunto Madara de mal humor, entornando los ojos, intentando ignorarlo inútilmente, porque no desaparecería aunque él lo deseara.
-Vengo a comunicarte que el rey Fugaku está en camino- advirtió Obito, permitiéndose sonreír de dicha personal ante esto, -espero que tengas una buena excusa por haber faltado a la ceremonia- añadió observándolo reprobatoriamente a propósito.
-Obito, como siempre haces que pierda el apetito- suspiro Madara, descartando el camarón y devolviéndolo al plato, malhumorado.
-Perderás más que eso cuando el rey termine contigo- reitero Obito en su advertencia al ver que el Uchiha elegía ignorarlo, -está más enfurecido que un rino con hernia- dicha comparación era la más acertada teniendo en cuenta el temperamento voluble del rey.
-Oh, estoy temblando de miedo- susurro Madara, levantándose del diván y aproximándose amenazadoramente hacia él.
-Ya Madara, no me mires así…- intento sosegar Obito inútilmente, dándose cuenta de forma tardía de que se encontraba arrinconado contra uno de los muros. -¡Auxilio! - clamo justo antes de que Madara lo sujetara por la garganta y comenzase a intentar asfixiarlo.
-Madara- detuvo la siempre pasiva voz del rey Fugaku, a quien Madara volteo a ver, -suéltalo- añadió como orden, pero más con el tono propio de una instrucción.
-Siempre tan oportuno, majestad- fue todo cuanto Obito pudo decir, con un hilo de voz, antes de que el príncipe Madara lo soltara.
En la entrada de los apartamentos de su hermano menor se encontraba el rey Fugaku, con los brazos cruzados y una expresión severa en su rostro como prueba de que se encontraba molesto. Habiendo transcurrido horas desde la presentación de su hijo, el rey Fugaku ahora se encontraba vistiendo más cómodamente con su persona; camisa y pantalones negros bajo la tradicional túnica de seda negra que rozaba el suelo, de cuello alto y mangas ajustadas hasta las muñecas, cerrada en el centro del pecho por seis botones de oro decorados en los laterales por gruesa líneas de hilo de oro que abarcaban todo el centro del pecho, por sobre la túnica una chaqueta de seda marrón oscuro, sin mangas y bordada en oro para replicar el emblema de los Uchiha a lo largo de la tela que llegaba a toca el suelo y que se ceñía alrededor del cuerpo por un fajín de seda negra decorada por un broche de oro que replicaba el emblema de los Uchiha. Para Fugaku enfrentarse a su hermano era algo que siempre evitaba hacer, es decir; eran familia, ¿Qué familia quería discutir todo el tiempo? A él en lo personal tal panorama le parecía innecesario, por lo que siempre intentaba que él y Madara pudieran entenderse civilizadamente sin importar lo difícil que fuera, e incluso Mikoto lo alentaba a contenerse y ser un caballero, intentando no romperle la cara en un arrebato de cólera, y eso que Mikoto con lo dulce y bondadosa que era, tenía un temperamento al que incluso él mismo le tenía miedo y no era para menos, pero ahí estaba, intentando hablar con su hermano.
-Vaya, mi amado hermano desciende de las alturas para mezclarse con la gentuza- celebro Madara sarcásticamente.
-Mikoto y yo no te vimos en la presentación de Sasuke- hablo Fugaku finalmente, aludiendo al porqué de su presencia.
-¿Era hoy?- inquirió Madara, fingiéndose el tonto a propósito. -Oh, me siento en verdad terrible- se lamentó falsamente, tronando los dedos de las manos para destensarse, haciendo que Obito brincara de incomodidad al oírlo, -se me debe haber pasado- fue todo lo que se le ocurrió decir.
-Sí, eso es algo imperdonable- regaño Obito ignorando el peligro, -como hermano del rey, tú debiste estar en primera fila- increpo ante lo que Madara le advirtió con la mirada que no continuase si no quería que volviera a intentar asfixiarlo.
-Yo estuve en primera fila, hasta que nació esa bola rosa- aclaro el Uchiha en un tono claramente agresivo, para que su hermano lo escuchara.
-La "bola rosa" es mi hijo, y tu futuro rey- corrigió Fugaku, para nada de acuerdo con los pensamientos que estaba teniendo su hermano.
-Ensayare mi reverencia- fue todo lo que Madara pudo prometer falsamente, emprendiendo rumbo a su habitación, no queriendo hablar más con su hermano.
-No me des la espalda a mí, Madara- advirtió Fugaku, conociendo la habilidad de su hermano para sentirse superior ante todos, pero no ante él, eso no se lo permitiría.
-Oh, no Fugaku, será mejor que tú no me la des a mí- advirtió Madara de igual modo, deteniéndose brevemente y volteando a verlo por el rabillo del ojo.
En el pasado, cuando habían sido unos niños, se habían llevado muy bien, habían sido muy unidos entre sí, pero desde poco antes de la muerte de su padre el rey Fujitama, habían comenzado a distanciarse, ¿Y cómo no hacerlo? Su padre siempre había preferido a Fugaku, pero en sus últimos días lo había ignorado monumentalmente, como si considerara que no era lo suficiente bueno y esto molestaba enormemente a Madara que jamás le habrá permitido a las personas dudar de sus capacidades, él siempre estaba mejorando en todo lo que hacía y estaba seguro de que su padre habría estado aún más orgulloso de él que de Fugaku si tan solo le hubiera dado la oportunidad de demostrar lo capaz que era, pero nada de eso había ocurrido hoy tenía que atestiguar como el hijo de su hermano comenzaba quitarle todo, minuto a minuto. Aquella advertencia fue para Fugaku la gota que rebaso el vaso que representaba su paciencia y ante lo que no dudo en adelantarse a su hermano y cerrar fuertemente las puertas que daban con su habitación privada, impidiéndole pasar y sorprendiéndolo, justo la reacción que Fugaku quería obtener; podía entender que Madara sintiera miedo de perder parte de su poder y posición como el primero en la línea sucesoria, más nada le quitaba la posibilidad de ser rey algún día, Sasuke quizás necesitase de más tiempo para aprender a gobernar, además ¿Qué importaba el poder? Eran familia antes que miembros de una gran dinastía.
-¿Es un reto Madara?- cuestiono Fugaku, no queriendo en lo absoluto que su hermano se fuera con rodeos.
-Calma, calma- sosegó Madara, intentando evitar toda posible pelea innecesaria, -jamás me atrevería a retarte- garantizo falsamente.
-Lástima- hablo Obito finalmente, ignorando el miedo, -¿Por qué no?- cuestiono queriendo conocer la respuesta.
-En la inteligencia; yo herede el mejor lado de la familia-contesto Madara, jactándose de ello, -pero en cuanto a fuerza bruta…- desvió la mirada hacia su hermano que frunció el ceño ante lo que intentaba aludir, -creo que no salí muy beneficiado, hermano- fue todo lo que pudo decir para no pelear con su hermano.
No era como si no fuera tan capaz de librar una batalla como lo haría su hermano, pero Madara elegía usar la estrategia en lugar de la fuerza como hacia Fugaku gran parte del tiempo, él entendía que las grandes batallas no las ganaban solo los hombres que actuaban sino centralmente quienes pensaban, sí él quería llegar al trono algún día, tenía que ser muy cuidadoso con todo cuanto hacía, en su situación no era sensato gana enemigos potenciales, menos si se trataba de su propio hermano, su rey. Sin otro motivo por el que permanecer ahí, Madara se retiró inocentemente al interior de sus habitaciones, cerrando la puerta tras de sí. Viendo desaparecer a su hermano tras las puertas, lo único que Fugaku pudo hacer fue suspirar, ¿Cuándo había cambiado así? En el pasado habían sido capaces de hablar entre sí de prácticamente todo, pero desde que había ascendido al trono, un margen invisible se había formado entre ambos y por momento Fugaku sentía que no podría eliminarlo jamás y recuperar a su hermano. Por derecho de nacimiento y ley, el más capacitado ascendería al trono cuando llegase el momento en tanto el pueblo estuviera de acuerdo; Madara podía ya no ser el primero en la línea de sucesión, pero nunca perdería el poder que tenía...en momentos así no conseguía entender a su hermano, ¿Qué más deseaba tener?, ¿El trono acaso? Ojala y hubiera una forma de que Madara y él pudieran reconciliarse, eso era todo cuanto podía pedir; vivir en paz con su hermano.
-Hay uno en cada familia, dos en la mía- menciono Obito, sintiendo autentica compasión por su rey-, -y siempre arruinan las ceremonias reales- él era pro monárquico, pero sus primos no, y vaya que era difícil tratar con personas de mente tan cerrada.
-¿Qué voy a hacer con él?- pregunto Fugaku al aire, pidiendo paciencia para no entrar en una guerra que no quería librar con su propio hermano.
-Sería un buen lacayo- sugirió Obito a modo de broma, intentando animar a su rey.
-¡Obito! Carcajeo Fugaku inevitablemente ante tamaña ocurrencia, comenzando a abandonar los apartamentos de su hermano para regresar con su esposa y su hijo.
-Además, se vería obligado a obedecerlo- añadió Obito, siguiéndolo y continuando intencionalmente con la broma.
Por supuesto que Fugaku no quería castigar a su hermano de ninguna forma, pero en ocasiones Madara sí que conseguía sacarlo de sus casillas, ojala y algún día pudieran dejar de pelear y ser lo que eran; hermanos.
Mikoto despidió a sus doncellas, dejándose caer elegantemente sobre uno de los magníficos sofás crema sobre estructuras de oro, manteniendo a su pequeño hijo en su regazo, alrededor de sus brazos. Ya habiendo transcurrido horas desde la presentación de su pequeño hijo, la hermosa vestía más cómodamente, encontrándose ataviada en unas muy halagadoras galas de gasa rubí brillante de estilo túnica que caían holgadas sobre su cuerpo, de escote corazón, falda de múltiples capas de gasa superpuestas entre si y mangas holgadas y transparentes abiertas a la altura de los codos para exponer los brazos; por sobre estas galas se encontraba una bellísima chaqueta de color rubí plenamente enmarcada a su esbelta figura, sin mangas sino gruesos tirantes, de escote cuadrado que enmarcaba los bordes del escote inferior en V, cerrada frontalmente por seis botones de diamante hasta la altura del vientre, y el dobladillo de la tela así como los tirantes se encontraban adornados por un margen de pasamanería plateada recubierta en diamantes para formar flores de cerezo. Sus cadenciosos rizos azabaches caían perfectamente sobre sus hombros y tras su espalda, parcialmente cubiertos por un largo velo color rubí que caía tras su espalda, sostenido por una hermosa de oro en forma de flores de jazmín con espinas entrelazadas, adornada por rubíes y granates. Ella también estaba molesta y confundida por el desaire de parte de su cuñado, pero no tanto como Fugaku que se paseaba en círculos ante los bellos ventanales como si de un león enjaulado se tratara.
-Creo que debiste ser más diplomático, Fugaku- fue todo cuanto ella pudo opinar, intentando peinar inútilmente los cortos y rebeldes cabellos azabaches de su hijo, -por mucho que Madara no me agrade, es de la familia- aquello no era sino la verdad; eran familia, no podían permitirse enemistades de ese tipo, -deberías ser más consecuente con él- añadió únicamente, sabiendo lo temperamental que podía ser su esposo.
-Lo seré la próxima vez- acepto Fugaku, cesando en sus pensamientos y dejándose caer junto a su esposa, sobre. -Lo prometo- añadió ante la reprobatoria mirada de su esposa que no aceptaba un no por respuesta.
-Por ahora es suficiente- asintió Mikoto, viendo cumplido su cometido, desviando la llamada en cuanto llamaron a la puerta. -Adelante- permitió de forma casi inmediata.
Las puertas se abrieron por obra de los guardias atestados en el exterior, permitiendo el ingreso de la que era por lejos una de las bellezas más grandes de Konoha; Tsunade Senju quien era la mejor amiga y doncella de la reina, pero que por el nacimiento de su pequeña hija llamada Sakura, había abandonado temporalmente sus deberes. Tsunade era una mujer notablemente hermosa; de piel clara, ojos dorados como la miel y largo cabello rubio que caía tras su espalda, peinado en una trenza mariposa, decorado por una diadema de oro de tipo cintillo con pequeños cristales rosa claro que sostenía un largo velo blanco. Su esbelta y curvilínea figura se encontraba ataviada por un vestido rosa pastel de profundo escote corazón cerrado por nueve botones de igual color, mangas ajustadas hasta los codos que se volvían acampanadas y amplia falda ribeteada en gasa, por sobre estas galas se hallaba una amplia y elegante chaqueta de seda rosa claro bordada en oro e hilo cobrizo para replicar un estampado de cerezos por sobre toda la tela, de profundo escote en V que se cerraba a la mitad del vientre y que se abría a la altura de las caderas, y de mangas holgadas y abiertas desde los hombros. La Senju pertenecía por nacimiento a una de las familias aristocráticas más conocidas de toda Konoha, y en el pasado se había planeado ella fuera la esposa del futuro rey, pero Fugaku había elegido a Mikoto y Tsunade a otro hombre con el que se encontraba casada. En cuanto vio entrar a su amiga, Mikoto no dudo en
-Tsunade- saludo Mikoto a su mejor amiga, abrazándola aunque con cuidado para no aplastar a la pequeña bebé de cabellos rosados que traía en brazos, -hola preciosa- saludo a la pequeña de ojos esmeralda que sonrió alegremente en cuanto le acaricio la mejilla. -Esta cada día más bella- elogio admirablemente, pudiendo predecir con facilidad que sería una belleza tan grande como su propia madre.
-Se parece a su madre- obvio Kakashi a modo de justificación.
Otro de los hombres con mayor reconocimiento en Konoha era Kakashi Hatake quien ya de por si había ascendido socialmente al casarse con Tsunade, pero todavía más por su encomiable labor como el mejor capitán que había tenido el ejército en su historia. Kakashi era un hombre notablemente alto y de vistoso cabello gris plateado en punta, con un rostro impasible y de apariencia medio dormida; alguien relajado y tranquilo pero sumamente responsable en su trabajo, intrépido, audaz, calmado, recto, sereno, un maestro táctico y del engaño. Tan practico como de costumbre, por sobre la camisa gris claro y pantalones negros llevaba la tradicional túnica de seda negra de cuello alto, mangas ceñidas hasta las muñecas y que casi tocaba el suelo y sobre esta una sencilla aunque muy cómoda chaqueta militar verde jade de cuello alto y que se cerraba a lo largo del pecho hasta la altura del vientre por cinco botones de plata entrelazados lateralmente con dos más mediante correas de cuero; el centro de la tela del pecho y el borde de las cortas mangas has los codos era lisa y más clara, pero el resto estaba plagada de bordados gris oscuro en los laterales y que replicaban el estandarte militar del remolino. Al igual que su esposa, Kakashi era un solicito funcionario de la casa real, el intermediario directo entre el ejército y la familia real. Siendo amigos desde hace años, Fugaku no dudo en levantarse y abrazar a Kakashi que le correspondió de inmediato y con entusiasmo, como siempre
-Ha pasado tiempo, Fugaku- saludo el Hatake a su amigo y rey.
-Lo mismo digo, Kakashi, se te extrañaba- reconoció el Uchiha y no en broma; pocos hombres eran tan capaces y perfeccionistas como Kakashi Hatake.
-Suelo causar eso- acepto Kakashi, sabiendo que lo decía en enserio, más encogiéndose de hombros, procediendo al igual que su esposa y reyes, a tomar asiento. -Usualmente dejo que todo discurra con normalidad, pero esta vez siento curiosidad- admitió, plasmando sus pensamientos en voz alta, -no creo que nos hayan invitado a venir solo porque nos extrañaban- supuso con suspicacia.
-Directo al punto como siempre, Kakashi- celebro Mikoto, mordiéndose el labio inferior para no reír, -ya veo porque Tsunade se enamoró de ti- admiro, siendo que desde siempre había considerado a Kakashi como uno de los hombres más guapos que había conocido.
-Creo que se debe a que no soy rey, pero es la reina de su propia casa- afirmo el Hatake, besando la frente de su esposa y rodeándole la cintura con su brazo.
-Te equivocas esta vez, Kakashi- fue todo lo que Fugaku pudo decir antes de decidir hablar en serio.
-Nuestros motivos para invitarlos a venir son puramente cordiales, creía que no se necesitaban motivos para pasar tiempo entre amigos- mintió Mikoto, fingiéndose la ofendida y logrando que Tsunade y Kakashi arquearan una ceja, no creyéndole nada, -y sí, tenemos algo que comentarles- admitió entornando los ojos como una niña al saberse descubierta.
-Como sucede en cada generación, pretendemos cumplir con todas las obligaciones pertinentes en cuanto al futuro de nuestro hijo- inicio Fugaku, relevando a su esposa, -y todo futuro rey debe tener a una reina a su lado- obvio desviando muy sutilmente la mirada hacia su esposa que sonrió ladinamente. -Pensamos que Sakura podría ser esa reina- confeso finalmente para incredulidad de sus amigos.
-Nuestra hija…¿Reina?- tartamudeo Tsunade, no creyendo lo que oía.
-Fugaku…- murmuro Kakashi, negando para sí, tampoco pudiendo creerlo.
-Es una antigua tradición que el heredero al trono se comprometa en matrimonio- recordó el Uchiha, validando lo que acababa de decir.
-Y ustedes son nuestros mejores amigos, no se nos ocurre nadie más confiable- respaldo Mikoto que estaba igualmente de acuerdo, -además, Sakura tiene la misma edad que Sasuke- tan solo un par de meses separaban sus respectivas fechas de nacimiento, -¿oh es que no les place?- supuso preocupada la ver a su mejor amiga sin habla y a Kakashi con el ceño fruncido, meditando en silencio.
Todos eran amigos desde su más temprana infancia, todos se habían conocido inocentes niños idealistas que querían cambiar el mundo para bien; hoy Fugaku era el rey, Mikoto la reina, Tsunade una de las personalidades más importantes de la corte y Kakashi era el hombre más importante de la milicia, todos habían llegado sumamente lejos y ahora que eran adultos comprendían la importancia de las responsabilidades. Era una tradición dentro de la familia real que el futuro rey se comprometiera a una edad temprana en matrimonio con alguien perteneciente a la nobleza para que la sangre real se mantuviera dentro de los estándares propios de la clase alta y todo rey hasta la fecha había seguido esta costumbre, incluido el rey Fujitama y también el propio Fugaku que por cierto inicialmente se había opuesto por todos los medios posibles, pero al final Mikoto si era la mujer de su vida, nunca podría imaginar su vida sin ella. Si Sasuke llegaba a ser rey algún día, tendría que afrontar todas las mismas responsabilidades que sus predecesores habían enfrentado antes y por lo mismo Fugaku y Mikoto querían que cuando llegase ese momento tuviera a su lado a la mujer adecuada y a esas alturas no había nadie más noble y políticamente correcta que Sakura, la pequeña hija de Tsunade y Kakashi, era una elección que no podría ofender a nadie, porque no distinguía a nadie salvo a quien lo merecía.
-No tengo forma de expresar mi alegría con palabras- hablo Tsunade tras lo que pareció ser un eternidad, -y creo que también hablo por Kakashi, al decir que si hay honor más grande que este, viniendo de nuestros amigos, no lo conocemos- una cosa era recibir ofrecimiento tal de parte de sus reyes, pero de sus amigos...era algo maravilloso e inimaginable.
-Pero por lo que deduzco, Kakashi, tú no estás muy de acuerdo- supuso Fugaku al ver que el Hatake permanecía silente y con el ceño fruncido.
-No me malentiendas, Fugaku- pidió Kakashi, manifestando finalmente su opinión, -coincido con Tsunade; es un honor inimaginable, pero…Sakura es nuestra niña, no me parece correcto obligarla a entrar en un compromiso que tal vez no la haga feliz- él y Tsunade querían que su pequeña hija fuera inmensamente feliz, sin importar lo difícil que pareciera lograrlo, -es bien conocida la suerte de muchas reinas- la fama, fortuna y el poder no traían la felicidad, solo lo hacía el amor.
-Por supuesto que el compromiso será una formalidad, en realidad lo que se pretende es mantener la unidad que tanto nos ha caracterizado hasta hoy- tranquilizo Mikoto ante el temor que vislumbro en la mirada de su mejor amiga por tal paradigma.
-El matrimonio no tendría lugar a menos que ambas partes estén de acuerdo, esto no es una obligación sino más bien una oportunidad- corrigió Fugaku, entendiendo muy bien su temor. -Sakura será educada mejor que cualquier otra niña y podrá decidir el futuro que desee cuando llegue el momento- por eso les estaban proponiendo eso, como amigos querían que la hija de ellos fuera tan feliz como fuera posible y que tuviera solo lo mejor.
Pertenecer a la nobleza no era precisamente motivo de felicidad como podría pensar mucha gente, de hecho quienes tenían el poder eran quienes tenían la labor de pensar en otros antes que en sí mismos, soportando todo el dolor y vacío personal que eso acarreaba y al final de cada día siempre había un vacío, se perdía la libertad, el derecho de pedir algo para sí mismos y por lo mismo es que Kakashi tenía miedo; Sakura era su pequeña hija, su primogénita y no quería que le ocurriera nada malo, y Tsunade también tenía miedo de que su hija no estuviera a la altura de semejantes expectativas, el peso de ser reina era muy difícil de sobrellevar y eso Mikoto siempre lo decía; Tsunade no estaba tan segura de querer el mismo futuro para su hijita. Las virtudes de establecer un compromiso a tan temprana edad eran que Sakura recibiría una educación completamente envidiable y que solo Sasuke recibiría además de ella, eso no obligaba a ninguna de las partes a seguir con el compromiso al llegar a la adultez, esa sería una decisión individual de Sasuke y Sakura en el futuro. Por supuesto que Fugaku y Mikoto entendían la preocupación de sus amigos, ningún padre quería lanzar a su pequeña hija al mundo sin saber lo que le ocurriría y sabiéndose culpables de todo cuanto le ocurriera, pero ellos les otorgaban un seguro de que mientras vivieran y como amigos que eran, siempre se protegerían entre si y a sus hijos, porque eso estaban los amigos; en las buenas, en las malas y en las muy malas
-¿Dónde firmamos? Fue todo lo que Kakashi, provocando las risas de todos, incluyendo la propia.
Ciertamente era muy apresurado pensar en el matrimonio tratándose de dos bebés que ni siquiera tenían un mes de nacidos, pero habría tiempo para eso, por ahora dejarían que todo siguiera su propio curso, por ahora...
PD: Saludos mis queridos lectores, sigo viva, lamento haberme tardado un poco más de lo esperado pero tuvieron lugar unos peligrosos incendios cerca de donde vivo y como le tengo pánico al fuego espero y puedan entender que incluso tuve problemas para dormir ya que en mi ciudad se respiro humo durante tres día completos :3
Lo prometido es ley y he aquí el primero de mis nuevos fics; he leído muchos fics humanizados de "El Rey León" y siempre quise hacer uno por considerar que algo les faltaba a los otros y aquí plasmare mi visión de la historia, incluyendo escenas eliminadas de la película original así como personajes que se omitieron como el padre de Nala. Inicialmente pensé en que la historia fuera un NaruHina, pero Hinata no me pareció lo suficientemente intrépida y audaz—sin ofender—, por lo que acabe por hacer otra historia SasuSaku, recordándoles que siempre medito muy bien que personajes voy a usar en una historia y porque.
Personajes:
-Sasuke Uchiha como Simba
-Sakura Haruno como Nala
-Fugaku Uchiha como Mufasa (padre de Simba)
-Mikoto Uchiha como Sarabi (madre de Simba)
-Madara Uchiha como Scar
-Hiruzen Sarutobi como Rafiki
-Obito Uchiha como Zazú (mayordomo del rey)
-Tsunade Senju como Sarafina (madre de Nala)
-Kakashi Hatake como Kopa (padre de Nala)
Continuare iniciando fics nuevos, así que manténganse atentos por si es uno que les guste o denme sugerencias si tienen algo más en mente. :3 como siempre la actualización está dedicada a DULCECITO311(a quien dedico y dedicare todas y cada una de mis historias, adorando su permanente aprobación por iniciar nuevas historias :3) y a todos aquellos que sigan cualquier otro de mis fics :3
Bohemian Rhapsody: como ya sabrán esta hermosa obra del cine y la música se estreno a fines de octubre del año pasado, y con Rami Malek próximo a ganar un Oscar-según se especula y espero que así sea-, y como buena fan de Queen, me gustaría hacer un fic según mi perspectiva de como debió ser la película, porque tuvo errores, aquí apunto el cast que tendrá y cuya trama ya comenzare a idear, pero no se cuando iniciare el fic, eso dependerá de la aprobación que tenga esta propuesta.
Reparto:
-Itachi Uchiha como Freddie Mercury
-Sasuke Uchiha como Roger Taylor
-Naruto Uzumaki como Brian May
-Sai Yamanaka como John Deacon
-Kakashi Hatake como Jim Beach
También les recuerdo que además de los fics ya iniciados tengo otros más en mente para iniciar más adelante en el futuro: "Avatar: Guerra de Bandos" (una adaptación de la película "Avatar" de James Cameron y que pretendo iniciar pronto), "La Bella & La Bestia: Indra & Sanavber" (precuela de "La Bella & La Bestia"), "Sasuke: El Indomable" (una adaptación de la película "Spirit" como había prometido hacer), "El Siglo Magnifico; Indra & El Imperio Uchiha" (narrando la formación del Imperio a manos de Indra Otsutsuki en una adaptación de la serie "Diriliş Ertuğrul"), como algunas ya habrán notado por mis historias "El Sentir de un Uchiha" y "El Clan Uchiha", también tengo la intención de explicar el porque de determinados acontecimientos, explicando sus motivaciones y auténticos sentimientos, como yo creo o siento que sucedieron, por lo mismo tengo la idea—si ustedes lo aprueban—de además iniciar un fic llamado "El Origen del Clan Uchiha" centrado en el padre de todos los Uchiha; Indra Otsutsuki, porque considero que también merece su propia historia , si ustedes están de acuerdo, claro :3 Para los fans del universo de "El Conjuro" ya tengo el reparto de personajes para iniciar la historia "El Conjuro 2 Naruto Style-Enfield" (que iniciare dentro de poco), así como "Sasori: La Marioneta", por lo que solo es cuestión de tiempo antes de que publique el prologo de una de estas dos historias, lo cual espero que los tranquilice y anime a su vez. También iniciare una nueva saga llamada "El Imperio de Cristal"-por muy infantil que suene-basada en los personajes de la Princesa Cadence y Shining Armor, como adaptación :3 cariños, besos, abrazos y hasta la próxima :3
