Cólicos
Llevaba casi una semana quejándose de eso, entre bromas y berrinches fingidos, quién diría que cuando realmente llegara estaría retorciéndose del dolor en su cama.
Sus audífonos reproducían música en aleatorio mientras abrazaba una almohada con fuerza, era una punzada constante, llevaba toda la mañana así, pero justo cuando intentó dormir después de comer llegó con toda intensidad que tenía, nunca había llorado por eso, pero ahora, no podía aguantar más.
Sus labios estaban resecos y el calor no ayudaba. Con cuidado se arrastró al otro extremo de la cama y tomó su teléfono, el tono, sonó una, dos y tres veces, del otro lado se escuchó la voz ronca y preocupada de su novio.
–¿Hola? ¿Qué pasa? ¿Estás bien?
Las lágrimas poco a poco comenzaron a caer por sus mejillas y sorbió su nariz. –¿Puedes venir? Quiero un abrazo.
–Estoy subiendo al auto, espera unos minutos.
–Ok... –Se levantó de la cama y salió de su habitación a pasos lentos. –Levi.
–¿Sí?
–Te amo.
Una pequeña risa se escuchó del otro lado de la línea y ella hizo un puchero. –Yo también te amo mocosa y mucho. Nos vemos.
–Chao. –Se recostó en el sillón y acomodó varias almohadas entre sus piernas, sus ojos estaban en la puerta, pero poco a poco se iban cerrando. Ella solo estaba rogando por poder desmayarse y que el dolor se fuera.
El sonido de la puerta se hizo presente, pero lo ignoró por completo, quería seguir olvidandose del dolor escuchando canciones de Shakira que le representaban completamente.
Contigo yo tendría diez hijos
Empecemos por un par
Solamente te lo digo
Por si quieres practicar
Los brazos de Levi la cargaron a la habitación, sus ojos se encontraron y una pequeña sonrisa apareció en los labios de la pelinegra.
Oh oh, oh oh.
Me enamoré, me ena - ena - namoré.
La recostó nuevamente en la cama y se abrazaron por largo rato hasta que él se apartó y salió de la habitación, puso un puchero y se sentó en la cama con las almohadas en la espalda.
–Te traje unas cosas mocosa. –Por lo menos tenía cuatro bolsas en cada mano, se puso a su lado y plantó un beso en su mejilla. –Gomitas, tus favoritos Mikasa, son de cerdito.
Levi abrió el paquete y se las entregó, Mikasa empezó a comer muy feliz, por su lado él empezó a sacar todo de las bolsas y arreglarlo sobre la cama.
–Ya puse a calentar algo de agua, por ahora toma esto.
–Esas no me gustan.
–Pero debes tomarlas, si lo haces te... Mmm. –Levi lo pensó, sin embargo, ya sabía lo que ofrecería. –Te doy un beso.
Un sonrojo se plasmó en su rostro y tomó rápidamente la pastilla con el vaso de agua mientras Levi iba a preparar su cojín térmico. Pronto él volvió y lo puso en su adolorido vientre, mientras lo hacía Mikasa tomó otra bolsa de gomitas que no se encontraba tan lejos.
–Tambien traje de estás. –Levi extendió varias bolsas de frituras, junto con gaseosas.
Mikasa las tomó y felizmente empezó a comer. Levi se acercó y plantó un suave beso en sus labios llenos de papitas, una sonrisa se puso en los labios del pelinegro, su lengua pasó por sus propios labios y saboreó las papitas.
–Nada mal. –Su brazo se colocó al rededor de su cintura y encendió la tv. –¿Un maratón de películas de Barbie o de películas con temática oscura?
–Veamos Coraline, quiero comprobar unas cosas. –Una pequeña punzada hizo que frunciera el ceño, ese pequeño acto hizo que Levi le plantara otro beso en los labios. –¿Estabas ocupado cuando te llamé?
–Realmente no. –La intro de la película comenzó y Mikasa puso el aire acondicionado al maximo. –Solo hablaba con mi jefe.
–¡¿Qué?!
–Es broma mocosa, sabes que soy mi propio jefe.
–Cierto.
Ambos siguieron viendo la película, pero hubo algo que llamó la atención de Mikasa, una bolsa sin abrir.
–¿Qué trajiste ahí?
–Algo para hacerte sentir mejor si estabas muy mal.
Mikasa sonrió y pasó sobre Levi agarrando la bolsa entre sus manos, cuando la abrió no fue lo que esperaba. Sus ojos se abrieron y le mostró la caja de condones sin entender que era a lo que se refería.
–¿Esto me haría sentir mejor?
–Claro. –Sus manos se pusieron firmemente en la cintura de la pelinegra y la hizo sentarse en sus piernas. –Esto es lo mejor. –Susurró suavemente mientras sus manos empezaban a meterse entre su ropa.
–Pensé que odiabas la suciedad...
–Pero sabes que amo la sangre.
Con un rápido movimiento la puso debajo de él, sus piernas se engancharon de las de ella y Mikasa sonrió acomodando sus brazos al rededor de su cuello.
–Supongo que sí me va hacer sentir mejor.
Sus labios se juntaron y Mikasa levantó sus caderas para que sus intimidades rozaran, Levi aprovechó esto y tomó las toallas que también había comprado y las puso debajo de Mikasa.
Levantó la bata de la pelinegra hasta encima de sus pechos y chupó uno de sus pesones, mientas estrujaba y apretaba el otro, las manos de Mikasa fueron a su cabello y lo acariciaba, Levi hizo lo mismo con su otro seno y empezó a dejar un camino de chupones desde el espacio de sus pechos hasta su ombligo.
–Levi ¿Lo harás? –Preguntó con los pómulos rojos, los ojos naval se encontraron con los suyos y hubo una pequeña sonrisa por parte del azabache.
–No lo haré si no quieres. –Subió nuevamente y volvió a darle un cálido beso. –Pero igual te meteré los dedos.
Sacó las bragas de un tirón y metió dos dedos de inmediato, este acto hizo que Mikasa dejara escapar un jadeo. Sus dedos entraban y salían sin problemas una y otra vez, Levi miraba con atención cada una de las expresiones de su novia. Sus piernas se abrían y cerraban, también levantaba su cadera sintiendo la satisfacción por los dedos en su interior.
Los dedos de Levi se abrían y cerraban, como si fuera una tijera, Mikasa quiso que el orgasmo llegara pronto y estimuló su clítoris ella misma.
–Que desesperada, se nota que estás caliente.
Levi quitó su camisa, desabrochó su pantalón, Mikasa estaba decepcionada por no llegar al orgasmo, pero sabía que habría algo mucho mejor. El pelinegro se puso el condón y se acomodó encima de ella.
–Sabes que quiero... –Enrolló sus piernas en la cintura de Levi y le dió un beso. –¿Lo metes?
–Lo que mande mi mocosa.
Poco a poco metió su miembro sintiendo como Mikasa le clavaba sus uñas en la espalda, una vez con todo dentro, inició un vaivén lento. Su vista era maravillosa, la mujer que amaba estaba debajo de él con el cabello alborotado, sudando y con una preciosa expresión de placer.
Se pegó más a ella y empezó a penetrar con más fuerza, Mikasa mordió sus labios intentado no haber ningún ruido, la semana pasada su vecina se había quejado por sus "obscenos ruidos", pero ¿Cómo haría para no gritar de placer con semejante hombre sobre ella?
Él levantó sus piernas y ella las enrolló en su cintura, el pelinegro tomó las manos de Mikasa y las puso sobre su cabeza, conocía su mocosa, esa nariz arrugada lo decía todo.
–Levi, y-yo.
–Shh, lo sé.
Los gemidos de Mikasa llenaron rápidamente la habitación, sus mejillas se sonrojaron aún más y sus cejas se fruncieron hacia arriba mientras ella cerraba los ojos. Levi estrujó uno de los senos de la azabache y con unas pocas embestidas más él también llegó al éxtasis.
Un suave beso dió por terminado aquel maravilloso momento. Levi quitó el condón y haciéndole un nudo lo tiró al tacho de basura. Él levantó a Mikasa entre sus brazos la dejó en el baño.
–Voy arreglar nuestro desastre. –le guiñó el ojo y salió para sacar la basura fuera del departamento.
A veces ella se preguntaba qué haría sin ese hombre en su vida, tan rápido como se fue regresó y se dieron una cómoda, pero refrescante ducha.
Sin embargo, no todo podía ser color de rosa, o en este caso, rojo. Su vecina llegó reclamándole por el escándalo, no obstante, pareció cambiar de opinión muy rápido al ver que su pareja estaba allí.
–Esa mujer está loca.
–Ahora que lo pienso... –Se subió sobre las piernas de Levi y con sus dedos le delineó las clavículas con una línea imaginaria –Creo que ella nunca te había visto.
–Mmm, quieres otra ronda. –Agarró su rostro y le dió un tosco piquito en los labios. –Para seguir haciendo enojar a la vieja Riko.
–Me parece muy bien...
Había conseguido al hombre ideal en su vida, pese a todo lo que había vivido, Mikasa sabía que ya no lo podía dejar ir... Ahora rogaba porque sus cólicos llegaran cada mes, solo para que su Levi la consintiera.
...
Aquí mi pequeño aporte para esas personas que aman el RivaMika tanto como yo. Ya tengo cuatro años escribiendo, pero hace tiempo que no usaba esta plataforma, espero que les guste... ¡bye!
