Capítulo 4

En las oficinas William llego directo a ver a George para preguntarle si todo estaba bien, hola muchacho pasa dijo George de buen humor. William sonrió al ver el buen humor del tan centrado y callado mentor, dime George que te tiene tan feliz, ya diste el primer paso con ella, son novios pregunto directo William, los años que tenían de conocerse les daba ambos hombres la libertad de comunicación, rio el bigotón y respondió que no, entonces que te tiene de tan buen humor volvió a la carga William, George lo vio por un momento, se debatía entre contarle o no sobre aquel busto de él. Tenía que aceptar que hacía muchos años su corazón no latía como lo había hecho esta mañana, que alguien pensara en él fuera del trabajo, era raro. Se animó a responderle a su muchacho, total él siempre le platicaba de la señorita Candy.

Dorothy es buena en lo que hace, me imagino dijo William, si no fuera así mi tía jamás la hubiera alentado a estudiar, sabes que ella es dura pero es buena para ver los talentos de los demás, así es William lo mismo creó. Te contare porque estoy animado esta mañana, ella hizo un busto de mí y en verdad me capturo en ese pedazo de piedra, me siento feliz de que alguien piense en mi aparte de ser contador, economista y abogado, dijo con una sonrisa, William se sintió un poco mal ante el comentario de su mentor, era cierto, él siempre había estado ahí para él, oh no pongas esa cara William, tú eres muy importante para mi muchacho y estoy feliz de ser parte de tu vida, no me tomes a mal lo que acabo de decir, tú padre fue la persona que me dio la primera oportunidad y la más grande, siempre me trato como a un hijo, a pesar de que yo no tenía nada, él me enseño todo lo que sé, en los negocios y en la vida y me dio el mejor de los retos, a su familia. Unos días antes de fallecer me pidió que cuidara de ti y de Rose por encima de todo. No lo logre con ella, pues el amor se la llevo lejos y cuando regreso ya venía tan enferma que fue imposible hacer algo por ella. Pero tu William eres el orgullo de tu padre, él estaría muy feliz de ver en el hombre que te has convertido, eres recto en los negocios y muy perspicaz, analítico, critico, certero y también libre, eso es lo más te admiro dijo el bigotón.

Te enfrentaste al consejo con mano de hierro, no les dejaste opción para que siguieran manejando tu vida a su antojo. William veía a George y veía en el al autor de todo lo que acababa de mencionar, sabes George creo que tú eres la persona que me enseñó a ser la persona que soy el día de hoy, dices que nuestro padre te enseño a ser lo que eres y por ende tú me enseñaste a mí a ser lo que él te enseño dijo William con orgullo, George sonrió ante sus palabras, y respondió he hecho lo que he podido

El resto de la semana paso de igual manera George llevaba a Dorothy a su taller y juntos tomaban su desayuno. Las barreras estaban empezando a caer pues de vez en cuando se empezaban a tutear, aunque en la mansión nada había cambiado ahí seguían siendo señorita y señor.

Albert estaba eufórico iba camino a Lakewood, quería ver a su pequeña y quería hacerle la propuesta de venir con él a chicago, sería genial que aceptara, la tendría por las mañanas, tardes y noche. Ahora si no faltaría a ninguna de las comidas en la mansión.

Su corazón latía a un ritmo diferente de todos los demás días, el ir a ver a Candy a la chica que le roba el sueño, era sin duda lo más le gustaba.

Llego al mediodía del sábado y claro esta los niños lo rodearon y lo ayudaron a bajar del coche la comida, dulces y algunos juguetes que llevaba con él. Fue bien recibido por las mujeres que dirigían el hogar de poni, Candy se veía radiante, ver al hombre que llenaba sus sueños era fascínate, después de la comida los niños secuestraron a Albert y lo llevaron a jugar fuera.

Las mujeres se dedicaron a limpiar el comedor y la cocina y adelantaron parte de la cena, Candy fue a dar un último vistazo a la habitación que ocupaba el rubio cuando iba de visita. Cuando lo niños cayeron rendidos al anochecer fue el turno de los rubios de subir a la colina y platicar hasta la media noche, era su costumbre, las damas ya sabían que eso era usual en ellos y le tenían confianza a los dos rubios, además era el único momento de ponerse al día pues los niños adoraban al hombre rubio que jugaba con ellos sin importar manchar su ropa de lodo y sudor.

Candy no sé por dónde empezar esta conversación dijo el rubio mirando la noche estrellada, me preocupas dijo la joven de ojos verdes tomando el brazo de su adorado Bert, él se volvió a verla y tomo valor, mi tía quiere que vayas a visitarnos a chicago dijo soltando el aire que tenía en los pulmones.

La rubia abrió los ojos tanto que sus esmeraldas brillaron con total intensidad que Albert hubiera querido dar un par de besos a esos hermosos ojos, Albert no juegues con eso, bien sabes que tú tía me quiere lo más lejos posible de ella y de ti y de cualquier Andrew dijo la rubia con pesar.

Cambio de planes pequeña, creo en verdad la tía quiere conocerte y no te voy a mentir a mí también me agrada la idea, la rubia se levantó y dio unos pasos, no te voy a mentir Albert, me da un poco de miedo o nervios enfrentarme a tu tía, o tal vez un poco de ambos sentimientos. La última vez que nos vimos no fue para nada agradable, cerró los ojos y recordó las duras palabras que la señora Elroy le había dicho, no quiero que formes parte de esta familia, así que pide a William que te quite el apellido inmediatamente, solo a ti te hará caso y espero tengas conciencia que tú no perteneces a nuestra clase social. Gracias a Dios Albert le había hecho caso y le había quitado el apellido.

Albert la tomo de los hombros y la giro hacia él, Candy jamás me has querido contar que fue lo que dijo la tía la última vez que se vieron, y no quiero presionarte, lo que sí quiero es una promesa Candy, si decides acompañarme a chicago necesito que seas sincera conmigo, cualquier ofensa que mi tía te haga la necesito saber de inmediato, no puedo estar contigo todo el día pequeña, pero si puedo poner solución al problema, pero necesito tu confianza, ella lo veía con embelesamiento. Piénsalo esta noche y me dices mañana tu respuesta, además también piensa en que Dorothy hará su presentación y creo que le gustaría verte allá.

Puede si quieres ir por una o dos semanas y ver cómo te sientes, sé que la ciudad es diferente al campo, pero sería un buen cambio. Además a mí me encanta la idea de poder vernos todos los días pequeña, esto lo dijo Albert viéndola fijamente a esos ojos que él amaba por encima de todas las cosas, ella se perdió en aquellos ojos azules como una fresca mañana de verano y sonrió ante el comentario de su príncipe de la colina, verlo todos los días le decía una vocecita a Candy en su cabeza, quería decir si en ese mismo momento, pero otra voz le dijo que la tía de Albert o sea Elroy Andrew estaría también en aquella ciudad y sobre todo en la misma casa, piénsalo pequeña, vamos a dormir que ya es tarde dijo el rubio ofreciendo su brazo para bajar juntos de la colina

La rubia mujer estaba dando vueltas en la cama, nunca se le había pasado por su cabeza que la señora Elroy la invitara a su casa, no sabía que decisión tomar. Se quedó dormida con la incertidumbre de que decidir, a la mañana siguiente se levantó temprano y recibió a Tom con la leche, ayudo a la señorita pony y hermana María con el desayuno y cuando todo estaba listo toco la campana que servía de despertador, ayudo a los más pequeños a lavarse y cambiarse.

Después del desayuno, Albert y Tom formaron equipos y jugaron hasta quedar todos cansados. Mientras tanto las damas preparaban aperitivos y limonada para refrescar a los chicos, Candy te siento distraída pregunto la señorita pony, vio a sus madres y les comento sobre la invitación de la señora Elroy, ya veo dijeron al mismo tiempo la mujeres.

Candy tú jamás has sido rencorosa dijo la hermana María, no es eso hermana dijo aprisa la joven, es solo que tengo miedo, no sé cómo enfrentar a una mujer como ella, las mujeres guardaron silencio, es más dijo de nuevo la rubia, ahora entiendo a Ane, es difícil hacer valer nuestra voz ante tanto abolengo, lujo y demás cosas que no entiendo. Recuerdo que en el colegio en Londres era mal visto terminar los alimentos a la hora de comer, una dama tiene que dejar alimento en el plato para que sea bien visto, pero aquí en mi realidad no, dijo la muchacha al borde de las lágrimas, las mujeres la abrazaron sin pensarlo, Albert que iba entrando escucho los miedos de su pequeña y la entendía a la perfección, él que había vivido en ambos lados de la vida en la opulencia y en la falta de recursos sabía de sobra lo que sentía Candy.

Sabes Candy dijo la hermana maría, creo que a la alta sociedad le hace falta una dama como tú, que sea valiente y autentica, yo creo que la tía de Albert ya se dio cuenta de ello y quiere darse la oportunidad de conocerte mejor mi niña. Pero si no es así sal inmediatamente se esa casa y vuelve a nosotras, aquí tienes tu hogar y tienes a una familia que te ama por sobre todas las cosas. Candy se abrazó más a sus madres y les dijo que tomaría la decisión de ir, y también lo haría por Dorothy.

Después de la comida, las mujeres del hogar de pony entretuvieron a los niños para que los rubios tuvieran un momento de platica, acepto dijo la rubia a Albert, enserio Candy me da mucho gusto, pero promete antes de todo que me dirás la verdad si mi tía llega a ser grosera contigo, no quiero que me lo ocultes, por favor dijo el rubio viendo directo a esas esmeraldas que tanto amaba, lo prometo dijo una Candy sonriendo. Sellaron el trato con un apretón de manos y un abrazo por supuesto.

Volvamos para que empaques y nos vayamos te parece a las 6 de la tarde, Candy. Si, está bien Albert.

El camino hacia chicago fue magnifico, los rubios iban emocionados de poder estar juntos de nuevo, sabían que no sería como en el magnolia, pero se verían a diario y podrían conversar sobre tantas cosas que tenían pendientes. Cada uno sumido en su felicidad de estar en la compañía del otro

Mientras tanto en la mansión de chicago la señora Elroy andaba como león enjaulado, quería ver llegar a ese par de rubios, George la veía ir y venir de la sala, al salón del té y después a la biblioteca, asomarse por la ventana y demás cosas inusuales en una dama como ella, señora creo que necesita calmarse, dijo un imperturbable George, oh como me pides eso, bien sabes de mis planes, quiero y necesito tener a ese par juntos para que abran los ojos y de una buena vez se decidan a casarse y darme nietos George, el bigotón sonrió ante las palabras de la altiva señora de la casa. Vamos George hasta tu estas esperando a que lleguen juntos, es verdad señora también estoy a la espera de esos dos torbellinos rubios, la mujer lo vio con cara de confusión, sabe de sobra que el joven William es otro cuando esta con la señorita Candy, ahora si lo tendrá todos los días sin falta en la mansión a la hora de la comida y cena. Me agrada esa idea George, servirá que ese par de niños se vean seguido.

Por fin el auto de William se veía entrar por la imponente reja de la propiedad, para sorpresa de la tía y del buen George en el auto se veían dos personas. Albert le había dicho a Candy por el camino que la tía también estaba pensando en que ella fuera su auxiliar en cuanto a su tratamiento, a lo cual la bella enfermera le había dicho que haría su mejor esfuerzo para que la señora Elroy se sintiera bien. Llegaron e inmediatamente los recibieron ayudando con el equipaje y ayudando a ellos a descender del vehículo, Candy se puso nerviosa en cuanto vio a Elroy imponente en la entrada a la mansión, Albert la tomo de los hombros y condujo por las pocas escaleras que los separaba de la mujer mayor, bienvenidos fue el saludo de Elroy a los rubios, Albert soltó a Candy y dio un beso a su tía en la mejilla, Candy solo hizo una reverencia y pronuncio un gracias algo nerviosa, George también dio la bienvenida a los jóvenes, joven William espero su viaje fuera bueno, señorita Candy que gusto verla de nuevo, se acercó y le dio un beso en dorso en la mano a la joven pecosa, igualmente George un gusto volver a verle.

Pasen y tomen un descanso dijo Elroy a los jóvenes, tu habitación ya está lista Candice, gracias señora Elroy. Fue raro para ella escuchar que la joven rubia se refiriera a ella por señora y no por tía, pero ella más que nadie tenía la culpa de esa situación, lo sabía pero ya habría tiempo de arreglar las cosas. En una hora los veo en el comedor, diciendo esto entro a la mansión y una chica que estaba detrás de la señora de la casa le dijo a Candy, señorita sígame por favor le mostrare su habitación. Albert les dio en pase a las jóvenes y le dijo a Candy te veo en un rato más pequeña.

George y William entraron a la biblioteca por un momento, veo que la señorita Candy acepto venir contigo dijo George, si, aunque me confeso que tiene miedo de enfrentar a mi tía, dijo William desplomándose en un sillón, vaya escuchar que la señorita Candy tiene miedo, eso sí es una novedad comento George alzando una ceja. Y no la culpo George, sabes de sobra que mi tía puede ser muy intimidante, si lo sé, repuso George. Ya veré en el transcurso de los días. Arregle el departamento magnolia por si tengo que sacar a mi pequeña de aquí dijo el rubio viendo a los ojos a George. Veo que estás preparado respondió el bigotón. Te dejo George me voy a dar un baño para la cena.

George también tenía sus dudas sobre las buenas intenciones de Elroy pues bien sabía que Candy no era santo de su devoción. También estaría alerta por cualquier cosa, también tenía preparado un refugio para los dos rubios en caso de necesitarse. No quería dejar nada al azar, hombre prevenido vale por dos.

Candy entro a su habitación, recordó cuando Albert le había hecho el regalo de darle una habitación para ella sola y decorada personalmente por él. Volver a ella le traía sentimientos encontrados, pues justo en esa habitación la señora Elroy la había echado de la mansión y de la familia, la voz de la chica que la había llevado a la habitación la saco de sus pensamientos.

Señorita Candy, quiere tomar un baño, pregunto la joven, si me gustaría pero no te preocupes yo me ocupo de ello dijo en tono de lo más normal Candy. Claro que no señorita, quiere que la señora Elroy me despida dijo la muchacha con voz preocupada, cómo te llamas pregunto Candy, me llamo lulú.

Bueno lulú no te preocupes ella no se va a enterar, la chica rio y le dijo claro que si señorita ella tiene buenos oídos y ojos. Anímese, deje que le ayude dijo la joven, está bien dijo Candy. Saco de la maleta un vestido sencillo junto con los demás que utilizaría. A lulú le sorprendió lo sencilla que era la joven recién llegada.

Señorita si me permite en el ropero tiene varios vestidos que el Sr. William se encargó de pedir para su llegada, son muy lindos quiere verlos, dijo una lulú muy sonriente.

Saco varios vestidos muy bellos y Candy se decidió por uno color azul cielo, le recordaban a unos ojos muy bellos. Abrió cajones de su tocador y en uno encontró un cepillo de plata y espejo a juego, unas peinetas hermosas, horquillas, listones de seda y organza de varios colores. En el siguiente cajón encontró cremas y perfumes, en el siguiente cajón guantes, mascadas, pañuelos y así fue encontrando en todos los cajones diferentes accesorios.

Cuando estaba por terminar de cepillar su cabello un golpe en su puerta se escuchó, adelante pronuncio Candy y la figura de Dorothy entro de prisa para dar un abrazo a su amiga, wow Dorothy estas divina dijo Candy, oh Candy por favor mírate estas lindísima el aire de las montañas te hace mucho bien, en eso tienes razón amiga dijo la rubia, allá la vida es más simple y se respira mejor. Lulú que veía la escena estaba tan feliz de ver lo simple que era su nueva patrona, pues comparada con Eliza Legan esto era el cielo.

Dorothy vio la cara de lulú y se echó a reír, oh lulú Candy no es para nada como la estirada de Eliza Legan, uf dijo Candy para nada Lulú y las tres mujeres rieron porque sabían de sobra como era tratar con Eliza.

Me da gusto que estés aquí Candy ya tendremos tiempo de hablar y ponernos al día dijo la morena. Déjame ayudarte con tu cabello dijo Dorothy, Candy creo que es hora de que dejes tus coletas de lado ya eres una señorita, me dejas intentar algo nuevo, por favor.

La pecosa no quería nada nuevo, se sentía muy bien con sus coletas, vamos Candy solo un poco insistió Dorothy. Todavía esta mojado lo mejor es llevarlo suelto y solo usar una cinta para contener el frente, así lo hizo. Lo vez te sienta bien sentencio Dorothy, está bien lo llevare así dijo Candy contenta con el resultado.

Albert paso por su pequeña a la habitación, se sorprendió del sutil cambio de su cabello, se veía menos aniñada y más pero mucho más mujer. Te vez muy linda pequeña dijo Albert, gracias contesto la rubia fue idea de Dorothy ya vino a saludarme. Me da gusto pequeña, vamos que se hace tarde. Llegaron al comedor y ya estaban Elroy y George, el lugar de Candy sería a un lado de Elroy, Albert la ayudo a tomar su lugar.

La cena transcurrió entre temas del clima, de la empresa y de la exposición de Dorothy.

Al término de la cena Elroy se dirigió a Candy, me gustaría hablar contigo Candice, puedes acompañarme a mi habitación por favor, la pecosa supo lo que era que la presión de baja, el color abandono su rostro y sus manos temblaban. Si lo que usted diga señora respondió Candy, Albert iba a intervenir pero George muy discretamente le dijo que mantuviera la calma.

Las mujeres se levantaron y se dirigieron a la habitación de Elroy, una vez dentro le dijo que tomara asiento, y le ofreció un té. Albert estaba en comedor con el alma en un hilo, se levantó y tomo un trago de whisky, si te soy sincero George tengo ganas de pegar la oreja en la puerta de mi tía y escuchar lo que le dirá o lo que dirán. George como pocas veces hacía estaba sonriendo al ver a su muchacho en tales circunstancias, lo sé William, pero es mejor que estés sobrio por cualquier cosa, tienes razón George, es mejor tener la cabeza fría por si tengo que tomar decisiones.

En la habitación las mujeres estaban en silencio hasta que Elroy lo rompió, te preguntaras porque de mi cambio, no es cierto Candice, si, respondió la rubia mujer, hasta donde nos quedamos hace algún tiempo atrás era lo más lejos de usted, de su casa y de su familia y por mi parte he tratado de hacerlo, aunque Albert sigue frecuentándome, le he pedido que desista pero no quiere y eso se sale de mis manos por el momento. Lo sé dijo Elroy, pero aunque te cueste trabajo Candice el tiempo me ha hecho ver la cosas de diferente manera, ahora veo que cometí contigo muchas injusticias, me deje llevar por las palabras de los demás, y de las personas equivocadas, mis sobrinos, todos vieron en ti a una buena persona, a una niña en la cual podían confiar y la cual da todo en cada una de tus acciones.

Le pedí a William que me contara sobre los días en que lo ayúdate cuando nadie daba ni medio centavo por él dijo la mujer con pesar, hasta Sara y Neil te hicieron más difícil la vida, pero ni así lo dejaste solo y eso mi niña habla de la mujer que eres, valiente, fuerte, autentica con un sentido por hacer el bien como pocas, Candy estaba tan aturdida por esas palabras de la señora Elroy, su rostro era el reflejo de la impresión.

Dame una oportunidad Candice de cambiar la impresión que tienes sobre mí, sé que te pido mucho.

Candy por fin pudo articular palabra alguna y le dijo, lo que hice por Albert fue porque así lo quise y también por agradecimiento, pues me salvo la vida una vez y después me ayudo a superar la muerte de Anthony, así que no se preocupe no tiene por qué soportarme en su casa ni nada de eso dijo la rubia mujer, y no es por que guarde algún sentimiento negativo hacia su persona, por el contario es lo mejor y lo más sano para usted es que se sienta tranquila en su hogar, Albert me comento que no se ha sentido bien últimamente, pero créame que el hospital santa Juana tiene enfermeras mucho más capacitadas que yo y con la cual estaría más conforme, más tranquila.

No lo creo Candice, sinceramente creo que gracias a ti tenemos a William de regreso, sabes he hablado con varios médicos y me dicen que lo de William es un milagro que recuperara la memoria, sé que tú pusiste todo de tu parte no solo los conocimientos de enfermera, si no tú alma y corazón eso fue lo que ayudo a mi sobrino a volver y la verdad tengo ganas de experimentar de tu compañía, sé que soy egoísta al pedírtelo por todo el daño que te hice en la pasado.

Piénsalo Candice, dame y date esta oportunidad de conocernos, de empezar de nuevo, por último y no por eso menos importante, te pido perdón por mis acciones en contra de ti, por no saberte proteger cuando solo eras una niña a la cual debería haber cuidado, me gustaría que tomaras de nuevo nuestro apellido, casi escupió el té que estaba sorbiendo en ese momento la rubia, hasta las pecas se le habían desvanecido ante las palabras de la mujer, de la matriarca de los Andrew.

Enserio señora no es necesario todo esto, yo soy muy feliz con lo que tengo y con lo que soy dijo Candy ya más recompuesta, y en cuanto a lo de perdonarla no tengo porque hacerlo señora, trato de no guardar sentimientos negativos y menos a la tía de mis amigos Albert y Archie.

Piensa Candice en esto que platicamos, de todo corazón bienvenida a casa y espero aceptes darme una oportunidad de conocerte. La pecosa estaba sin palabras

Me siento cansada Candice, podemos seguir con esta platica mañana por favor, claro que si señora contesto la rubia, pero si me permite me gustaría revisarla antes de irme a descansar también, así lo hizo y vio que la presión era alta, le dio los medicamentos y mando llamar a la su dama de compañía para que le ayudara y pudiera descansar. Salió de la habitación y se recargo en la puerta soltando al aire dentro de sus pulmones, se quedó un rato quieta pensando en toda esa conversación.

Albert la veía desde una silla en el corredor que llevaba a la habitación de la rubia, la observo y la dejo respirar, aunque se moría de ganas por saber sobre que tanto habían platicado por 2 horas. Cuando ella empezó a caminar observo al rubio sonriéndole, pensé que tendría que entrar a rescatarte pequeña, ya es muy tarde. Candy sonrió y le dijo pues ya lo vez no es fue necesario, salí con vida aunque me siento cansada dijo Candy, vamos pequeña te acompaño a tu habitación, pero antes dime si mi tía te falto al respeto con algún comentario hiriente, la observo bien al hacer la pregunta, no Bert nada de eso, todo lo contrario se portó bien conmigo.

El la veía con una intensidad tal que la puso nerviosa, oh Candy me encanta saber que mañana te veré en el desayuno y también en la comida y la cena, rio Candy también feliz por poder estar cerca de Albert. Llegaron a la habitación y él se inclinó y le dio en beso en la frente y le dio las buenas noches.