COMO OLAS DEL MAR EN UN SUEÑO ETERNO.

Mi primera historia después de más de dos décadas sin escribir nada -me borraron mis dos historias y no recuerdo mi antiguo usuario, ni la contraseña-, de manera que traeré nuevas historias.

Advertencias para lectores. Lenguaje fuerte, situaciones no canónicas, es mi primer yaoi y jamás había escrito por las razones obvias -soy hombre y antes no me interesaba-. Pero ahora estoy abierto a nuevas experiencias y a críticas; Esta historia está dedicada a determinados escritores a quienes estoy leyendo, aunque no he podido dejar review a todos, me tomará un tiempo. Ignoro si la relación entre Kanon de Dragón Marino/Géminis y Radamanthys de Wyvern signifique algo para ustedes, pero no daré marcha en reversa ni justificaré mí decisión. Tómenlo o déjenlo.

La obra de Masami Kurumada, Saint Seiya, los spin-off oficiales son propiedad intelectual protegida por derechos de autor, escribo esta historia con fines recreativos sin remuneración alguna.

COMO OLAS DEL MAR EN UN SUEÑO ETERNO.

1

La vida tiene un final, antes del reinicio de un ciclo que no tiene terminación. Muerte y Renacimiento son dos deidades que compiten en un bucle interminable por el control de las almas, una batalla banal para demostrar una supremacía que resulta risible. Hay tanta muerte como vida en la prolongación de la Existencia, y aún en el imperio de la Muerte, la Vida se abre paso. Es el Creador Supremo quien así lo decide, y los Dioses de cada rincón del Universo agachan sus cabezas ante su Juicio Final.

Pero Thanatos ha perdido su cuerpo corporal en la última batalla, y los Dioses, ladrando como perros de pelea por el control de un pedazo de la Tierra y las vidas que en ella residen, ignoran a la Deidad encargada del Renacimiento, quién al ver indispuesto a su eterno rival, la Muerte, y a su insufrible hermano Hypnos, el Sueño, hace gala de su poder adormecido, demostrando que ni Hades, Zeus o el mismo Cronos poseen potestad alguna ante su poder.

Escucha como una distorsionada sinfonía los reclamos de las Entes Divinas su decisión de traer de la muerte, el olvido y las prisiones divinas a cada una de las almas involucradas en el cruel juego de los Dioses por el control de una era, pero... ¿No es eso aburrido?

¿Por qué deben pagar los humanos, una y otra vez, por los caprichos de los Dioses a los que sirven?

¿Acaso no es más interesante que sean los "Dioses" los que liberen sus propias batallas? Bien podía imaginar una gran contienda en los planos celestes, lejos de la humanidad, a la que han jurado guiar en sus vidas.

Este renacimiento les libra de las ataduras del Destino, fiel siervo del Dios Supremo, pues la humanidad que lucha por los Dioses no goza de los mismos privilegios que los mortales ordinarios. Están obligados a servir, incluso en la Muerte. Pero su poder de renacimiento, tan grande como el de un Titán, le permite liberarlos esas ataduras.

Queda, en cada uno de ellos, decidir si vuelven a enredarse en esa vorágine de dolor y sacrificio, o parten a cumplir su ciclo de vida, como simples mortales.

Pero nada es simple ante las almas elegidas por los Dioses, en particular, los siervos de Hades, Poseidón y Athena.

Siempre eligen volver a servir a sus amos.

II

El sonido del mal, el calor de la arena y el sol es lo primero que percibe su cuerpo...

Cuerpo. No recordaba la última vez que poseyó uno propio.

Sus sentidos del oído y olfato fueron los siguientes en dar aviso fiel de su innegable estado vivo. Percibía murmullos y voces mixtas, el aroma de la sal y algo que se quemaba, las risas de personas ajenas a las tragedias que por poco ponen fin a la Humanidad.

Siente su boca seca, por su garganta se abre paso el dolor de quien no ha tomado líquido alguno, ni pronunciado una palabra, dejando escapar un lastimero gemido que se pierde por el sonido de las olas y las risas a su alrededor.

Sus ojos aún no se habitúan a la luz. Calcula con rapidez que debe ser mediodía, al estar el Sol en su cénit, pero podría estar equivocado. Es probable que su sensibilidad se deba a que todo en su cuerpo se siente nuevo, como un recién nacido que sale del calor y la seguridad del vientre materno.

Pero es un adulto, así se siente, y su cuerpo está vestido, lo sabe por las texturas que le cubren.

Sólo sus pies están descalzos, siente la arena en los dedos, y el frío del agua de mar que lo alcanza hasta donde está postrado. Una irritación en su piel descubierta le obliga a moverse, o se cocinará pronto ante el calor del día.

Por lo que escucha, hay demasiada gente disfrutando del sol y la playa, se encuentra en un sitio turístico, y tras analizar con calma los gritos fijos de posibles vendedores y las charlas banales de personas que disfrutan un día tranquilo, se sabe en Grecia.

Sentarse le parece una tarea más dura que cualquier entrenamiento que haya realizado en vida, su cabeza palpita con cada respiración, y sus ojos, aún cegados por la luz, distinguen con dificultad el panorama ante él.

Siente la arena resbalando de su cabello, y pronto sus pulmones dejan de arder, acostumbrándose al fin al aire que lo rodea. Sus ojos también empiezan a trabajar de manera acorde.

Kanon se incorpora al fin, y voltea a su alrededor. Está muy lejos del Santuario de Athena.

III

Los restos del castillo se hallaban plagados por personas, la mayoría policías e investigadores, quienes buscaban una explicación ante el desplome de tan antigua e icónica estructura.

Algo estaba mal. Al "morir", su alma era redirigida a un espacio destinado para ellos en lo que se conocía, en diversas culturas, como el "limbo", un lugar donde no existía castigo ni recompensa. No había liberación de culpas, ni asignación de nuevas órdenes o responsabilidades. Sólo una espera que semejaba una rueda girando sin parar, y que sólo se detenía cuando sus nuevos cuerpos y los sapuris estaban listos para ser portados.

Pero no había nada nuevo ahora, ni siquiera era el tiempo señalado por el señor Hades.

El cuerpo que tenía lo conocía bien, era su cuerpo en esta era, aunque no lograba comprender cómo es que lo tenía de vuelta, o por qué estaba en la Tierra, justo encima de la entrada al Inframundo, lo único que permanecía cerrado, incluso para él.

Tampoco sentía el cosmos del Dios Hades, cuando menos, percibía los restos que impregnaban las ruinas del castillo. Tampoco sentía a los Dioses Gemelos, Hypnos y Thanatos, y recordó que éstos se hallaban en los Campos Elíseos.

O lo que quedaba de ellos.

Empezó el descenso, alejándose de los simples mortales. No deseaba lidiar con esas patéticas existencias, aunque él mismo sabía que en ese momento no estaba por encima de ellos.

Tras horas caminando sin rumbo por un bosque helado, concentró su mente y sus sentidos. Podía sentir su propio cosmos, tan fuerte como lo recordaba...

Pero eso no había sido suficiente en la última batalla.

Recordó con amargura la humillante derrota que enfrentó, apenas unos días atrás.

¿O es que fueron meses, tal vez años? No lo sabía. No tenía noción del tiempo, pero el aspecto de las ruinas le indicaba que había pasado tiempo.

-Necesito un trago.

Trató de sentir la presencia de otro espectro, de algún lacayo, pero todo lo que podía percibir era la Naturaleza a su alrededor, y ni una pista de lo que alguna vez conoció.

Emprendió la marcha, tras un momento de reflexión y resignación. Algo se le ocurriría.

Continuará...

Introducción a la historia, la realicé en tres partes para poner las perspectivas de dioses, Kanon y Radamanthys, se avecinan cosas grandes, aunque no prometo una historia de color de rosa.

Si, estoy introduciendo divinidades de distintas regiones y planos, de lo contrario, la historia no tendría sentido. El inframundo también fue reestablecido, pero los espectros no tienen acceso aún.

Mientras que el Limbo es un espacio en el que las almas vagan sin rumbo, decidí ponerlo como el espacio temporal de los siervos de Hades. El Purgatorio, en cambio, es el sitio donde las almas limpian sus culpas, antes de dirigirse al descanso eterno o la reencarnación.

Si, el Dios del Renacimiento, con ayuda de otras divinidades menores, recrearon los cuerpos de los caballeros, espectros y otros guerreros, y dadas las batallas libradas, los Dioses no tienen el poder para oponerse a él o cuestionarlo. Aún.

Más información en el próximo capítulo. Tengan cuidado.