TODOS LOS PERSONAJES DEL MUNDO DE CANDY CANDY LE PERTENECEN A SUS CREADORAS Y ESCRITORAS MISUKI E IGARASHI.
¿A QUIÉN AMAR?
Capítulo 11.
ELLA SIENTE LO QUE ÉL SIENTE.
CANDY
Él se va y una vez más, regreso a casa de mis padres, mamá ha insistido en que me quede con ellos, me siento terriblemente mal, pues eso significa que no sé por cuanto tiempo Albert… William estará en Brasil, aproximadamente en un mes tendré a mi bebé y supongo que él no estará conmigo, y eso me rompe terriblemente el corazón, papá está muy molesto, él piensa que no hay motivos válidos que lo mantengan separado de mi, sobretodo a vísperas de que nuestro hijo nazca.
Me he instalado en mi antigua recámara y me doy cuenta que mamá ha acondicionado toda la habitación, ya no es aquella recámara casi infantil que guardó la felicidad, la gentileza y la protección de mis padres, hay una puerta que antes no existía, la abro, y lo que encuentro ahí, es todo un paraíso para un bebé, los colores de las paredes son en blanco con sutiles líneas grises y azules, hay un moisés blanco, una cómoda que al abrirla tiene toda la ropita que William y yo compramos, todos los muebles son una dulzura, abro las puertas del closet y encuentro todos los trajecitos desde el más pequeño a la talla grande, sobre el barandal de la cuna está la frazada de Annie le tejió, la tomo y es tan suave y la pongo sobre mi enorme panza, dentro de la cuna veo la pañalera, la abro, aun no hay nada, supongo que aún tengo tiempo, pero bueno… ya lo haré, hace apenas unos días hablé con ella, con mi mamá y le dije que sería temporal, talvez uno o dos meses, ella lo aceptó un poco resignada, y por el momento, mis padres están muy entusiasmados y felices como nunca lo habían estado, y eso me suma un poco más de angustia, no quiero que den por echo mi estancia aquí con ellos, han sido los mejores padres… pero, necesito que mi relación con Albert sea algo constante, como son la relación de mis padres, rezo por que así sea, desearía no poder sentirme tan sola, acaricio mi panza y mi bebé reacciona dándome una patadita, constantemente siento una presión en mi pelvis, y un cansancio a causa del peso que el embarazo me provoca, el Dr. Martin nos ha dicho que es normal, ya quiero conocer a mi bebé… a mi niño, quiero tenerlo entre mis brazos, quiero saber como es, que rasgos tendrá de mi ¿será que heredará el cielo de los ojos de Albert? Solo le pido a Dios que sea un niño sano, que me de la capacidad de hacerlo feliz, son tantas emociones y también dudas que tengo, pero como una vez le dije a mamá, aprenderé… lo amaré y lo protegeré con mi alma, aun no ha nacido y lo amo tanto, salgo de esa habitación y me dirijo a la mía, estoy parada en el gran ventanal de mi recámara cuando llega silenciosamente abrazándome por la espalda, hace a un lado mi largo cabello y siento su rostro rosar mi mejilla, donde me planta muchos besos.
Quiero ir contigo…
Candy… ya hablamos sobre eso… no quiero exponerte – me dijo besando mi cuello – además ¿tu crees que sería justo que teniéndote tan cerca no pueda atenderte? Sería más doloroso para los dos mi amor.
Pero… – me apretó más a su pecho, encerrándome en un abrazo, sentía su corazón palpitar, una lágrima mojó la tela de mi vestido y me di la vuelta para tenerlo frente a mi, estaba llorando… Albert está llorando – amor…
Déjame tenerte así, quiero recordar tu aroma, tu rostro – acaricia mis mejillas con suavidad y reverencia – quiero… desearía no separarme de ti… Candy… por favor… – me abracé a él, tratando de darle todo mi amor para que lo llevara consigo.
Regresa pronto mi amor… amor… regresa a mi – le dije deseando obrar un milagro para que él no tardara en regresar a casa… con nuestra familia, sus ojos enrojecidos trataban de contener sus lágrimas – te amo – busqué sus labios y los tomé con posesión, con amor y deseo, sus labios y su lengua salieron a mi encuentro nada más rosarlos.
Candy… – tomaba aire – te prometo que haré lo posible por regresar pronto… y si no fuera así, prometo hablarte todos los días… pero por favor… no sufras mi ausencia, quiero tener la seguridad de que estarás bien.
Te amo Albert… – él no dijo nada, solo me atrajo hacia si aspirando el aroma de mi piel y cabello, me separé de él y fui al tocador, abrí una cajita y saqué una fotografía y regresé a él – no me olvides – le dije ya sin poder contener mis lágrimas.
No podría… te llevo aquí – tocándose el pecho y tomando la fotografía para verla – te ves tan bella… tan hermosa… prométeme que estarás bien – ella solo asintió – Candy… – tomó mi cabello y lo acarició con amor, con tanta ternura mientras me observaba.
Te lo prometo… – le dije colgándome de su cuello – te amo.
Me besó una vez más y con algo de renuencia se separó de mi, me quedé con mis brazos vacíos, lo vi salir de la recámara, me acerqué una vez más al ventanal para verlo marcharse y desde ahí me despedí de él sacudiendo mi mano para decirle hasta pronto, porque un adiós nunca sería posible entre él y yo, él y yo ya somos uno y así será hasta que la vida se apague de mis ojos y sin que yo lo escuchara, mis padres ya estaban a cada lado mío apoyándome como siempre.
Mi ángel… – me dejé abrazar por ambos, su calor y amor amortiguaban el dolor que sentía por la ausencia de Albert – todo estará bien mi amor… siempre estaremos para ti – solo asentí en silencio.
Lo sé papi… gracias mami.
Los siguientes días sin Albert, para mi han sido tan similares, Albert se llevó mi alegría, aunque soleados, los días se me hacen tan grises, y ante esos sentimientos de desasosiego papá procura llegar siempre temprano del trabajo llenándome de cuanto antojo tenga, él, igual que Albert trata de contener mi forma de ser, dicen que soy muy inquieta, pero todos son unos exagerados, y más ahora que no lo tengo junto a mi, en éstos días y como ha sido siempre, mamá cocina personalmente mis comidas favoritas, y no es que nunca lo hiciera, es de las pocas cosas que se permitía para complacernos, a papá, a Tom, a ella misma y a mi, ella dice que en mi estado el estómago es un impertinente, y no perdonan los antojos, todos los días comemos juntos a la sombra de un árbol, miro hacia arriba y veo mi casita del árbol que papá me construyó cuando era niña, y solo por eso mi actitud ante ellos debe ser diferente, no merecen verme triste o angustiada, una ráfaga de recuerdos vinieron a mi sacándome una sonrisa, recuerdo cuando a mami casi le da un paro respiratorio cuando estaba en la copa del árbol, o como cuando salvé a un polluelo al devolverlo a su nido y su mamá me tundió a picotazos, recuerdo que ese día no paré de llorar hasta que papá y mamá me explicaron el proceder de la mamá pájaro y solo así pude calmar mis ansias de acercarme a las aves, pero aun así nada cambió con mi gusto de subir los árboles, quise poder hacerlo pero apenas lo logré, mi vientre hinchado no me lo permitió, cuando mi bebé dé sus primeros pasitos, lo tengo muy decidido… lo traeré a jugar aquí, quiero que sea un niño libre, que disfrute de su infancia, que se ensucie cada vez que termine de jugar, deseo que tenga la infancia que yo tuve, mientras camino hacia la sombra de otro árbol, me doy cuenta que papá ha mandado a instalar más muebles, dice que lo hace para que me sienta cómoda, y realmente lo siento así porque sé que me aman.
Estamos sentados uno a lado del otro, yo estoy con mi computadora acomodando mis clases para el próximo semestre y papá está leyendo un libro.
Papi… quería preguntarte algo…
Que cosa mi ángel – dejando el libro a un lado para ponerme atención.
Papi… ¿Qué ha pasado con Eliza? Desde antes de la boda no he sabido nada de ella, no he querido preguntar… pero ni siquiera se ha comunicado conmigo… Annie no ha sabido decirme nada y he querido llamar a su casa, pero se que ella no tiene una buena relación con su madre y no sé si la vaya a poner en sobre aviso o no sé… le marqué a su celular y nunca me contestó.
Bueno, ella vino unos días antes de la boda al corporativo, me dijo que su hermano estaba haciendo que los miembros del consejo votaran a favor de él, y me pidió que le liberara la petición de poder ella manejar su fortuna… y así lo hice hija, gracias a Dios, ella es una persona muy competente y ha sabido complementar su tiempo entre el trabajo y la obligación de terminar la carrera… se fue a Inglaterra hija, la herencia de su padre la obligó a irse…era imperativo que ella estuviera allá, aunque no ha terminado su instrucción y no tiene estudios para administrar su fortuna, me han dado informes de que lo está haciendo bastante bien.
Pero… no entiendo ¿Por qué no fue a mi boda? No me dijo nada, tres días antes nos habíamos visto para probarnos los vestidos, ella me prometió…
Hija… es de las muchas cosas que uno tiene que sacrificar cuando se tiene una fortuna como la de ella, debía presentarse a tomar posesión de lo que le pertenece… algún día no muy lejano estarán juntas de nuevo… ya lo verás.
Pero… yo pensé que su hermano…
No hija… Daniel no tiene el más mínimo interés de estar frente a todo lo que su padre dejó para ellos, y aunque no es un miembro activo… – suspiró – su voto en indispensable… pero bueno mi niña, andas muy curiosa hoy.
No es eso papi… es solo que la he extrañado mucho… ojalá estuviera conmigo
Y estoy seguro que ella también te extraña mi amor – se levantó y fue hasta donde su hija, hizo a un lado la mesilla y cerró la computadora – de repente y sin que lo deseara… ella igual que tu, adquirió muchas responsabilidades, y a la distancia la hemos estado apoyando, mi amor… no importa cuanta distancia haya entre ustedes, tengo la seguridad de que la amistad que tienen es inquebrantable.
Lo sé… Gracias papi… gracias por amarnos tanto.
María llegó junto con otras personas de apoyo a que acondicionaran la mesa del jardín y así comer bajo la sombra de un árbol, como lo venían haciendo desde que Candy regresó a ellos.
Mi amor…
Mami… ¿no crees que es demasiado? Solo somos nosotros tres – le dijo riendo.
Mi vida… nada es demasiado en tu estado… además… – ¿Quién te dijo que seremos nada más nosotros? – volteó su cabeza y miré hacia donde ella lo hacía y me di cuenta que otras personas salían de la casa, y nada más se acercaron a nosotros los reconocí, me levanté de mi asiento, papá me tomó del brazo para contenerme un poco, Rose, su bebé y sus padres venían hacia nosotros y mis ojos no pudieron evitar llenarse de lágrimas… lágrimas pero de felicidad, Pauna llegó hasta mi y me abrazó.
¡Dios mío Candy! ¡estás bellísima hija! ¿Cómo estás?
Bien… muy contenta de que estén aquí… tanto tiempo sin verlos…
Tus padres nos invitaron – Rose se acercó y nos abrazamos como nunca lo habíamos hecho, era un poco más alta que yo y con su inconfundible elegancia me presentó a su hijo… Anthony, es un hermoso niño de cabello castaño rubio y de ojos azules como el color del mar.
Candy… él es mi bebé…
Me… ¿me dejas cargarlo? – extendí mis brazos hacia el bebé y Anthony vino hacia mi regalándome una amplia y desdentada sonrisa, el bebé tomó uno de mis rizos y se lo metió a la boca.
Cariño – dijo Pauna dirigiéndose a Rose.
Candy… según mamá es mucho peso para ti… démosle el gusto – tomó a su niño y lo metió a la carriola que traían con ellos – no sabes cuanto te he extrañado… ¡estás bellísima! ¿ya cuánto falta para conocer a mi adorable sobrino?
Entré al octavo mes… ¿Por qué no vinieron antes? Albert se fue hace dos semanas – aunque con pesar, la alegría que sentía en esos momentos no me permitía estar triste, William y Pauna se miraron y buscaron la mirada de Rose.
Candy… – la voz de William era igual a la de Albert… fui hasta él para saludarlo y con un abrazo como los que da papá me saludó – ¿Cómo estás?
Bien… ahora que los veo y están aquí con nosotros… muy feliz.
Pasamos un día muy agradable, trajeron algunos regalos para mi bebé y otros tantos para mi, tenerlos aquí, era como tener un pedacito de mi esposo, papá y William se apartaron de nosotras, supongo que para hablar de negocios, mientras mamá, Pauna, Rose y yo platicábamos de muchas cosas con respecto a mi embarazo.
No te preocupes Candy, tener entre tus brazos a tu hijo, compensará cualquier dolor que pudieras sentir… es maravilloso cuando ya están afuera – todas reímos con el comentario.
¿Cuánto tiempo estarás con tus padres Candy? – me preguntó Pauna, suspiré, deseaba decirle que por muy poco tiempo, pero ni yo sabía.
Espero que por poco tiempo… pero no lo sé – le dije levantando los hombros – todo dependerá del tiempo que a Albert… William le tome arreglar lo que ha pasado en Brasil, el accidente que sucedió es más grande de lo que se imaginó, él espera que se renueve la construcción de la zona hotelera, pero eso le llevará demasiado tiempo lejos de mi… de ustedes… estuvo un mes conmigo – les dije sonriéndoles, el rostro de Pauna y Rose estaba simplemente falto de emoción cuando escucharon el nombre de mi esposo – aunque si fuera por mamá y papá me quedaría con ellos por siempre… Rose ¿Por qué no vino Jamie?
Vendrá dentro de unos días, pero me dijo que te diera un abrazo de parte de él… ¿Cómo te has sentido?
Muy bien… con los cuidados de papá y mamá me siento muy bien… – tomo la mano de mamá.
Candy… nos encantaría que pasaras unos días con nosotros ¿no te gustaría? – me preguntó Pauna.
Si por mi fuera… en éste momento estaría llevándolos a ustedes a su casa para instalarme… pero, cada vez falta menos para que tenga a mi bebé.
Entiendo cariño… ¿nos permitirás estar contigo el día del parto?
¿Cómo? Pauna eso no se pregunta ¡claro que si! – les dije riendo – ni crean que se van a quedar con las ganas de conocer a mi bebé – la verdad no concibo la idea de que ellos no conozcan a su nieto… a mi hijo.
Ya anochecía cuando nos volvimos a quedar solos, los tres estábamos tumbados en un colchón mirando las estrellas, como cuando Tom y yo éramos apenas unos niños, disfrutamos del cielo nocturno tachonado de estrellas.
Candy…
¿mmmh? – contesté apenas abrazada al cuerpo de mamá.
¿te quedarás con nosotros verdad? – me soltó papá con esa pregunta, deseaba poder decirle que si, pero ahora era una mujer casada y cuando volviera Albert, regresaríamos a nuestro hogar.
Papi…
Lo sé mi amor… estás aquí… y eso es lo que más importa…
Gracias papi – me acerco a él y besé su mejilla, él se levantó y ayudó primero a mamá a levantarse, rodeó la cama y fue hasta donde yo estaba.
Mi ángel… es hora de ir a dormir – me impulsó hacia él recibiéndome en sus brazos.
Gracias papi… mami… fue un gran día… todo estuvo sabroso…
Y mañana mi niña… devolveremos la visita, así que debes descansar – los abracé a ambos.
WILLIAM
La he visto despedirse de mí agitando su mano desde la ventana de su recámara y mi corazón le respondió adolorido, sentía un gran nudo en la garganta por no liberar lo que me estaba causando dejarla, sentía mi pecho oprimido y solo pude llegar a la conclusión de que ella lo es todo para mi, cuando llegué al aeropuerto, estuve a punto de no abordar, me sentía dividido… partido… nunca me imaginé que podría sentirme así, que podría dolerme tanto dejarla, que la amaría como la amo, lo que empezó como una manera de demostrar mi superioridad y capacidad, se ha vuelto en mi contra, después de ella, nada será igual… durante el viaje, no pude pensar más que en su hermoso rostro, en sus besos, en todo lo que ella me entregó con solo abrazarme, enjugué sus lágrimas que me suplicaban que no me fuera, pero es algo que no pude evitar, pronto nacerá el hijo de mi hermano, y debería estar a su lado, sosteniendo su mano, apoyándola en el proceso, porque ella cree que soy él, pero una vez más, todo se vuelve a confabular para que no estemos juntos y a estás alturas me he puesto a pensar que el mismo destino no permite que Candy sea mi mujer.
Después de casi diez horas de vuelo, siento que apenas fue hace unos momentos cuando la tuve entre mis brazos consolándola, tratando de convencerla para que no entrara en ese estado de tristeza que en los últimos días antes de mi viaje ella ya tenía, llegué y ya era entrada la noche, no llamé a nadie, así que no habría quien me recibiera, tomé un taxi y le di la dirección para llegar a la cabaña que he ocupado desde el día que tomé el control de todo esto, me siento muy agotado y encima apesumbrado, Candy ha logrado obtener de mi, lo que nunca nadie antes había tenido… mi amor, y en eso estoy seguro, somos igual de parecidos que mi hermano… a excepción de mi propia esencia, en ese momento, un relámpago de mi conciencia me hizo recordar a otra persona.
Nada más llegar, encuentro todo impecable como siempre, prendo el aire acondicionado, me tomo un largo baño y después me voy a la cama, aquí son las ocho de la noche allá son las seis, antes de irme a Estados Unidos, pedí que se instalara un sistema de alta cobertura y me doy cuenta que es muy buena, tomo mi celular y marco un número e inmediatamente después contestan.
Mañana a las 6… gracias – fue lo único que dije, cuelgo y le marco a mi esposa y nada más verla, mi corazón se llena de amor por ella.
Albert… William mi amor… no te veo – hay lágrimas mojando sus mejillas – enciendo la luz y ahora si, puede verme y puedo ver su hermosa sonrisa – ¿Cómo llegaste?
Bien… algo cansado… solo llamé para decirte que te amo – y el torrente de lágrimas en el rostro de Candy no paraba – mi amor… ya no podré hacerte llamadas – la vió contener la respiración abriendo bien grandotes sus bellos ojos.
Por ¿Por qué? – de repente a ella le cambio su rostro.
Porque siento que solo estoy sumando más tristeza en ti… ya no quiero verte llorar – ella se limpió sus lágrimas como una niña.
No… no… por favor Albert… te… te extraño… te… te prometo que… que ya no lloraré ¿Cuándo vas a venir?
Mi amor…
Te amo Albert… nunca lo olvides.
Y yo mi amor… te extraño tanto… y por favor, cuídate.
Al otro día llegó a la zona del desastre y ver todo lo que había a su alrededor le hizo trabajar con más ahínco, mandó a llamar al ingeniero en jefe que estaba como responsable de la obra, los abogados ya se habían hecho cargo de las indemnizaciones así como de la entrega de los cadáveres de las personas que trabajaban en la obra… miró a su alrededor y le llevaría más tiempo del que él creía… Candy… mi dulce Candy.
ALBERT EN LA PRISIÓN.
Como cada mes, uno de los guardias le da personalmente una pastilla de midazolam a Albert, éstas le ayudan a entrar en un estado de quietud e inconciencia que le provocará la pérdida de memoria, algo tenía ese joven que hizo que él procediera de esa manera… el Dr. Silveira fue muy claro, una cada mes.
Cada día se iba desvaneciendo el rostro de Candy en su memoria, cada día su vida se reducía a un mero pasado que ya no le pertenecía, se veía así mismo y no reconocía nada de él, solo sentía dolor, mucho dolor.
Lo sacaron a rastras de la celda para darle un baño, pero ese joven que escasos cinco meses llegó a esa prisión, ya no sentía nada, se dejó llevar como si fuera un simple costal, lo dejaron tirado sobre el piso y ahí, un chorro de agua lo hizo despertarse y gemir del dolor, sentía que todo su cuerpo temblaba del frío, y cuando estaba lo suficientemente despierto, dos hombres con uniforme militar lo sentaban para después interrogarlo, pero nada, no tenía idea de lo que le preguntaban, y una vez más, esos hombres se desquitaban a golpes por no obtener la información que deseaban.
¡GUARDIAS! ¿Ustedes están a cargo? – preguntó uno de ellos.
Si señor…
Llévenselo… éste no nos ha servido de nada – y lo pateó una vez más – los guardias lo levantaron con brusquedad mientras están frente a ellos, pero una vez que, estuvieran en la celda que ocupaba, ambos se esmeraban en limpiar y desinfectar las heridas que le dejaban.
Abra su boca – le decía uno de ellos, pero su cuerpo no respondía, deseaba poder abrir sus ojos pero no encontraba la manera de hacerles ver que les entendía – ayúdame a darle la pastilla – lo sentaron y uno de ellos le metió hasta su garganta la tableta y con un poco de agua lograron que él apenas y la tragara – no creo que aguante más tiempo… ha llegado a su límite.
Tiene que aguantar… tenemos que lograr comunicarnos con el Dr. Silveira…
¿pero como? – preguntó el otro hombre, sentía temor de que algún día los tuvieran que descubrir – dame el agua oxigenada… tenemos que desinfectar esa herida – ambos hombre lo hicieron lo mejor que pudieron y con mucha prisa, no podrían imaginarse lo que pasaría si ellos estuvieran en su lugar.
Horas después Albert en la soledad de esa celda, luchaba con el frío, el dolor, la angustia de sentirse indefenso, sus dientes castañeaban por el inmenso frío que sentía, apenas y era consiente de si mismo, de lo que necesitaba para sobrevivir cuando se abrió la reja. Alguien lo tomó del brazo para sacarlo a rastras de la celda.
¡Llévenlo a la enfermería!.
En la madrugada de ese día, se cumplían cinco meses que hubiera separado de Albert cuando se fue a Brasil la primera vez después de casados, y a más de ocho mi quinientos kilómetros, después de esa magnifica comida que tuvo con sus padres y con la familia de Albert, un dolor físico se hizo de su cuerpo, ella temblaba por las fiebres altísimas, el frío que sentía le calaba hasta los huesos, abrió los ojos y al querer levantarse, y el esfuerzo de hacerlo hicieron que ella gimiera del dolor, necesitaba a alguien y aun así se levantó apoyándose de la pared y los muebles que se abrían a su paso, ya no aguantaba más, sus ojos se llenaron de lágrimas y en lo único que pudo pensar fue en Albert… siempre Albert… llegó a la puerta de la recámara de sus padres y con un solo manotazo logró que ellos se levantaran, se hizo de todas sus fuerzas para no caer cuando vió a su padre y él la recibió en sus brazos.
Mi amor… ¡María!
¡Candy! Mi amor ¿Qué tienes? – dijo María desesperada
Cálmate y cámbiate… hay que llevarla de inmediato – la colocó suavemente sobre la cama – Candy… mi niña… tiene fiebre – se quitó el pijama y se cambió lo más rápido que pudo marcó un número en el interphone y habló – Ernest prepara el auto, hay que llevar a mi hija al sanatorio.
En quince minutos ya habían llegado y mientras él daba datos sobre su hija, un teléfono sonaba con insistencia en la recámara de Candy, pero no había nadie que contestara, no dejaba de mencionar en su delirio a Albert y sus padres estaban más que preocupados, sus ojos vidriosos daban cuenta de lo alta que tenía la fiebre.
Ya mi amor… todo va a pasar… te vas a poner bien – le decía George acariciando su frente
¿Qué le pasa a nuestra hija Dr? – preguntó María – todo estaba bien.
Es una infección en su garganta… ¿sabe si la Sra. Andley ha estado expuesta a la intemperie o algo parecido?
Todas las noches cenamos en el jardín de la casa, es la primera vez que ella se pone así… el bebé… nuestro nieto…
El niño está bien, ya le hemos bajado la fiebre a su hija, aunque su presión vino un poco alta, es necesario que ella se encuentre tranquila.
Pero ¿estará bien? ¿podremos llevarla a casa? – preguntó María.
Ella ya se encuentra mejor, ¿les importaría dejarla al menos un día más en observación?
No… no… todo sea porque ella esté mejor – el médico solo sonrió.
En un momento vendrá el Dr. Martin quien es el que lleva registro del embarazo de su hija…
Gracias Dr.
Sugiero que se quede una sola persona… aunque presiento que no lo harán, hay un sofá cama que les servirá para que ustedes descansen.
Nuevamente gracias Dr… amor… ve a casa… yo me quedaré con nuestra hija – George negó con la cabeza.
No mi amor… de aquí no me voy sin nuestra niña… – ambos se quedaron velando el sueño de su hija, que por momentos era asaltados por la ausencia de Albert, y eso lo hacía enfurecer más a George ¿Cómo alguien puede abandonar a su niña y permitir que sufra de esa manera? Pero mientras ella no lo pidiera, con todo el dolor que le provocaba la tristeza de su hija, no se metería.
En medio de la distancia, del dolor, de la fiebre… las almas de Albert y Candy se hicieron uno, se compenetraron en sus sentimientos y pensamientos… el amor, la alegría, el dolor, lo compartían en ese momento… talvez algún día volverán a estar juntos.
Hola chicas, una vez más para presentarles un nuevo capítulo ¿Qué les pareció? GRACIAS por sus mensajes, opiniones, críticas y aportaciones, si Dios lo permite nos leemos hasta la próxima.
Enhorabuena y bendiciones.
Reeka21.
MaríaGpe22.
Lili.
Guets1.
Nancy Reyes.
Sincity12345.
Ster star.
180223.
