LOS PERSONAJES DEL MUNDO CANDY CANDY LES PERTENECEN A SUS CREADORAS Y ESCRITORAS MISUKO E IGARASHI.

¿A QUIÉN AMAR?

Capítulo 15.

ENCUENTROS.

Llegó un poco angustiada al ver como su hijo corría hasta donde estaba la maestra, a su corta edad era un niño muy sociable, a pesar de no haber tenido amiguitos en el pasado más que a su primo Anthony, se le daba muy bien socializar en el kínder al que asistía, verlo correr le estrujó el corazón, pues era la primera vez después de ella y su familia, que buscara los brazos de otra persona, vió como miss O´Brien lo abrazaba cerrando con sus brazos el cuerpecito del niño, se agachó para soltarlo y vió la angustia en la cara de la madre del niño y fue hasta ella.

Sra. Andley… yo… – la maestra estaba muy apenada, pues aunque no tenía hijos, sabía de la angustia que era pasar por algo similar.

No miss O´Brien… él no suele ser así, pero por lo que veo, usted se ha convertido en una persona importante para él… Albert nunca me había hecho esto… – Candy pensó que desde que ella llegó a refugiarse a ese lugar, trataba de darle un poco de normalidad a su vida, cruzaron algunas palabras, en los pocos meses que llevaba el niño en el kínder, desde que llegó a ese lugar no se permitía abrirse a otras personas, y con el personal del kínder compartían pláticas más que las necesarias con respecto a la enseñanza que estaba recibiendo su niño.

Un hombre muy apuesto llegó hasta ellas empujando un carrito con varias cajas en su interior, era un mucho más alto que Patty, al verlo, le recordó un poco a Albert, su forma de caminar, su cabello aunque oscuro se le hacían algunos rizos en la base de la nuca, la estatura… pero era diferente, pensó que a lo mejor que era fisiculturista porque a pesar de vestir con chamarra, había algo en él que le pareció que a eso se dedicaba, el hombre apenas había reparado en ellas, pero cuando terminó, se acercó y abrazó por detrás a la mujer que estaba platicando con ella, la rodeó con sus brazos por la cintura asustándola un poco..

Amor… te presento a una madre de familia… la señora Andley…

Candy – les dijo dándole la mano al hombre, él se quitó los lentes de sol sin poder cerrar la boca.

¿amor? – se le quedó viendo Patty.

¿Candy? ¿eres la esposa de Albert? – en ese momento toda la muralla que ella había erigido para proteger a su hijo y a ella misma, se resquebrajó viniéndose todo abajo, sentía que todo se encogía a su alrededor engulléndola rápidamente, no supo como, pero Candy tomó en brazos a su hijo y corrió hasta donde estaba estacionada su camioneta, nada más llegar, sacó de su chamarra las llaves y trató abrir la portezuela, haciendo que con el miedo, la desesperación y los nervios las manos le temblaran y se le cayeran, buscó en el suelo y sin soltar a su hijo volvió a intentarlo, volteando y viendo como se acercaban a ella, vio la confusión en la pareja, escuchando la voz del hombre – por favor ¡espera! – le dijo el hombre aun corriendo y cuando llegó a ella la tomó del codo, sintiendo el temblor en el cuerpo de la rubia, Candy se volteó a él asustada.

Por… ¡por favor! – le dijo en un grito ahogado, el hombre la vio palidecer y tambalearse haciendo que la tomara entre sus brazos para que no cayeran al suelo.

¡maaaamiii! – gritó el niño al sentir que caía junto con su madre.

Patty… amor… sostén al niño y tómalo entre tus brazos – la joven se acercó poniendo sus manos bajo las axilas del niño y acercándolo a ella, Albert se aferró al cuello de Patty mientras lo consolaba.

Ya cariño… no llores… mami se pondrá bien ¿de acuerdo? – el niño asentía escondiendo su carita en el cuello de la maestra.

Trae el alcohol amor – le dijo a su esposa, Patty regresó apresurada a su camioneta regresando hasta ellos con premura.

Traje esto… pónselo en su nariz – y al momento que Candy aspiró aire, despertó desorientada, mirando a la pareja con su niño en brazos de la mujer, aún estaba pálida, con el corazón golpeándole con fuerza, estaba sentada con su cabeza sostenida en la pierna de él, lo vió a los ojos… y eran los mismos de él… de Albert, trató de incorporarse pero se sintió mareada.

Tómelo con calma – le puso un poco de alcohol con su mano en la nuca de la rubia – ¿se siente mejor? – ella negaba con la cabeza agachada entre sus piernas y su cuerpo convulsionando a causa de su llanto – Patty… – la joven se agachó hasta ellos poniendo en brazos de su esposo al niño.

Sra. Andley… Candy – la rubia levantó su cara y en ella había angustia.

Por… por favor… no le digan nada – y su llanto se liberó de una manera desgarradora, haciendo que Patty se hincara y la abrazara.

Cálmese… todo estará bien ¿quiere que la llevemos a su casa? Toma un poco de ésto – dándole un sorbo la lata de cola – otro poquito – Candy la miró asustada, levantándose inmediatamente, el hombre la sostuvo del brazo para evitar que se cayera.

No… no… ya me siento mejor… yo…

Mi esposa la llevará y yo iré manejando atrás de ustedes – le dijo con determinación, sin oportunidad de que hubiera réplicas o se negara, nada más verla, sabía que Candy no estaba en condiciones de manejar, estaba segura que en cualquier momento colapsaría, la rubia asintió, su cuerpo no respondía como ella esperaba, y lo mejor era ceder en ese momento dándole las llaves a Patty.

Stear… toma…

¿Stear? – le preguntó temerosa.

Alistear Cornwell… Andley… – le contestó con precaución.

¿Archie es… tu hermano? – el hombre asintió.

Mi… mi hijo – el hombre se lo puso en brazos, y ella lo abrazó como queriéndolo proteger.

No temas… amor – mirando a su esposa – llévalos, yo los alcanzo – ayudó a Candy a subir a la camioneta, ella se sentía un poco avergonzada pero aun así recibió la ayuda.

Mientras Patty manejaba, Candy iba en total silencio, apenas se le escuchaba cuando le daba indicaciones de como llegar hasta ese lugar que le dio seguridad "¿Qué va a pasar ahora?" Era lo que se preguntaba en silencio, mirando la inmensidad de la naturaleza que dejaban a su paso "él es familiar de William" "¿y si…?" toda la fuerza que había en su cuerpo la abandonó en esos momentos, se sentía lánguida, sin ganas, nunca se preparó para eso, las lágrimas que escurrían por sus mejillas, las sentía amargas "¿y si hubiera sido William?" infinidad de preguntas se formularon en su cabeza, el miedo que sentía en ese momento la estaba haciendo claudicar en su intento de mostrarse imperturbable, negó con su cabeza tratando de ahuyentar esa posibilidad limpiándose con enojo las mejillas, su niño iba platicando con su maestra y Patty un tanto preocupada por su copiloto, le contestaba mirándolo por el retrovisor, cuando llegaron vió que Candy comenzó a sollozar en silencio, su niño estaba con ellas y no quería asustarlo, Patty bajó y sacó al niño de su asiento y se agachó a su altura.

Espéranos en el porche Albert… mami y yo vamos ahorita ¿de acuerdo? – el niño obedeció sin decir nada, solo volteó a ver a su mami y caminó con su cabecita agachada, a su corta edad comprendía que mami no se sentía bien, Patty llegó hasta donde estaba la rubia y le quitó el cinturón de seguridad.

¿Por qué?

Stear no te mintió cuando te dijo que no temieras… confía en nosotros ¿Qué pasa?

Yo… – vió cuando Stear llegó hasta donde ellas estaban

¿puedes caminar sin marearte? – ella negó sin poder dejar de llorar – ¿me permites llevarte en brazos? – ella apenas asintió, Candy le dio las llaves de la cabaña a Patty mientras Stear la seguía.

Entraron los cuatro y la puso sobre un sillón quitándole las botas, realmente la veía mal, su piel y sus labios estaban pálidos, se había desmayado de nuevo.

¿Qué tiene mami? – Preguntó el niño con un gesto preocupado en su rostro.

Solo está cansada cariño… pero se va a poner bien, ya verás – le contestó Patty para no angustiar más al niño.

Amor… trae agua fría y un paño, comienza a tener temperatura – la joven en compañía del niño fueron hasta la cocina y llevaron lo que le había pedido su esposo, tomó el trapo y lo mojó poniéndoselo en la frente, al sentir el agua fría en su piel, Candy se estremeció un poco – tranquila, hay que bajar la fiebre – ella tenía sus ojos cerrados y apretaba en un puño su chamarra – Patty… tráeme un vaso con agua, le echas azúcar y una pisca de sal… su pulso lo siento débil – pasaron casi tres horas cuando Candy despertó en su cama, se asustó al verse en pijama, y ahí junto a ella, sentada su lado estaba Patty.

Tranquila… tómalo con calma… Stear te trajo y yo te cambié.

Albert… mi hijo…

Está con mi esposo ¿Cómo te sientes? – vió que Candy se sentó y la ayudó a sostenerse, sentándose a su lado.

Por favor… no digan donde estoy… – apretando su mano – no quiero que me encuentre – y comenzó a llorar de nuevo, Patty se mantuvo a su lado hasta que se calmó y la dejó durmiendo de nuevo, salió de la recámara siguiendo las voces de su esposo y del pequeño Albert.

¿Cómo está? – preguntó su esposo poniéndose de pie.

Ya está mejor… amor… – se acercó a él – algo grave pasa con ella, es demasiado el miedo que tiene, no creo que debamos dejarla sola… me refiero que ella así y con el niño…

Lo sé amor, no te preocupes… la acompañaremos, iré a casa ¿quieres que te traiga ropa? – ella asintió besando sus labios – iré a descargar la camioneta y regreso.

Tengo hambre – la vocecita del niño hizo que se separaran.

Bien… – miró su reloj – ya casi es la hora de la cena, iremos a la cocina a ver que puedo cocinarte – la joven se movió abriendo gabinetes buscando algo en la despensa – ¿Qué te parece? – le dijo sosteniendo dos cajas – ¿se te antojan unos hot cakes con mermelada o cereal?

¡siiii! Quiero dos hot cakes – le contestó con entusiasmo mostrando sus dos deditos – ¿Cuántos vas a comer? – le preguntó a Stear.

Creo que uno – el niño ladeó sus labios, negando con su cabecita.

Dice mi mami que si comes, te pones más fuerte e inteligente… hazle tres a mi mami… tres a él ¿Cuántos vas a comer miss O´Brien?

Dos cariño – el hombre se paró acercándose a su esposa.

Vendré en un momento ¿te das cuenta? – le preguntó al oído.

¿de que mi amor?

Somos los vecinos de Candy, ella es nuestra prima y el pequeño Albert nuestro sobrino – le dijo susurrando.

¿Qué vamos a hacer?

Apoyarla supongo… ¿te diste cuenta como se puso? Estoy seguro que algo muy grave pasó… pero bueno, una cosa a la vez, entre más rápido me vaya – besó el cuello de Patty – alcanzaré la cena.

¿puedo ir? – se le atravesó el niño en su camino.

No campeón… – se agachó hasta él poniendo una mano sobre su hombro – esperaremos a que mamá despierte y ya veremos… no tardo.

Pero, si vas a venir ¿verdad? – caminando hasta la puerta tras él.

No me perdería por nada la cena ¿me apartarás mi lugar? – el niño asintió sonriéndole y agitando su manita desde el porche viéndolo partir.

Momentos después llegó, con una pequeña maleta, Candy se encontraba en la mesa junto con su hijo y Patty, una línea roja circundaba sus ojos, los tenía hinchados por haber llorado, el color ya había llegado a sus mejillas, ahora lucía con su habitual sonrojo, cenaron en silencio, en su corazón, Candy sabía que la tranquilidad de la que gozara hasta hace unos momentos ya no sería igual, sabía que en algún momento la encontrarían, pero no se imaginó que se sentiría así ¿Qué pensaría Tom si la viera en esas condiciones? Pensaron en todo… menos en que ella encontraría a algún pariente de William.

Yo… lo siento… ustedes no deberían estar aquí…

Ni lo menciones Candy, sabes que nos necesitas y estaremos para ti – le dijo Patty apretando su mano sobre la mesa.

Gracias…

Ahora que sabemos que somos familia… no lo dudes Candy, cualquier cosa, cuentas con nosotros – Stear trató de hacerla sentir segura con sus palabras, Candy asintió conmovida, seis meses escondiéndose de la familia de él, y sin pretenderlo ahí estaban ofreciéndole apoyo.

Lo único que puedo pedir es…

Candy, no es necesario que nos pidas una y otra vez que no digamos nada, desconozco que haya pasado… pero cualquier cosa que sea y si requieres de nosotros estamos para ti – le dijo sinceramente interrumpiéndola.

Conocí a tu hermano… – Stear abrió grandes los ojos, sabía que ella estaba tratando de evadir lo que le estaba pasando y la entendía – cuando nació mi hijo… no… no sabía de ti.

No tendrías porque… – le dijo con apenas una sonrisa en sus labios, alzando los hombros, mirando la taza que tenía entre sus manos – mi abuela… Elroy… – suspiró al mencionar su nombre – ella se molestó cuando me enlisté a la milicia, tenía apenas diez y ocho años, mis padres murieron cuando mi hermano y yo éramos pequeños, ella nos crió, hace apenas unos meses me concedieron vacaciones, han querido jubilarme, pero aún no – levantó la manga del pantalón mostrando una prótesis de titanio de alta gama, Candy abrió los ojos sorprendida – ésto es lo que más temía mi abuela, pero quise abrirme paso tomando la responsabilidad de mis actos… de mis decisiones, era un excelente trabajo hasta que pasó esto – señalando su pierna – hace siete años encontré una propiedad aquí cerca, nos instalamos hace apenas dos – tomando de la mano a Patty basándosela – ha sido nuestro hogar desde entonces.

Tía Elroy ¿no te ha visto desde entonces? – él negó con la cabeza.

Deseo que me vea bien, que nada ha cambiado en mi… que pese a todo, soy el mismo de siempre… y tú ¿Qué nos cuentas? – Candy miró a su niño y éste estaba jugando con unos dinosaurios en la mesa.

Cariño – llamando a su hijo, haciendo que éste la mirara sonriendo – ¿Qué te parece si vas al salón a jugar?

Mami ¿ya me puedo retirar? – le preguntó con su más límpida inocencia.

Si mi amor… – esperó a que el niño recogiera su plato y lo llevara al fregadero y se fuera a la pequeña sala a jugar, sorbió lo que le quedaba a su taza de té – hace casi cuatro años…

Candy… no tienes que decirnos nada…

Por favor… solo escúchenme – Stear y Patty solo asintieron – hace cuatro años… me casé con Albert – se aclaró la garganta – con William… – les contó absolutamente todo, y mientras lo hacía, se levantaba por ratos para ir a ver a su hijo mientras él jugaba, o cuando lo bañó y lo cambió para ir a la cama y leerle un cuento, no sin antes prometerle que Stear y Patty se quedarían con ellos – Ha sido difícil todo lo que ha pasado, jamás me imaginé que algo así podría ocurrirme… Albert… ¡Dios! – Stear y Patty no la interrumpieron en ningún momento, un silencio se hizo de ella cuando terminó de relatarles todo lo que pasó con él, Stear no podía creer todo lo que ella le contaba, mientras le relataba él fruncía el seño y negaba constantemente con la cabeza, Candy no dejó de llorar mientras les relató todo, le dolía demasiado, era algo que no podía evitar, por mucho que tratase, él estaba adherido a su alma.

Candy… no sé que decirte… es como si me estuvieras hablando de Alfred… – Candy estaba un poco aturdida por el llanto y por todo lo que le había pasado, no podía contener el llanto, permitiéndose sacar un poco el dolor que llevaba dentro – Albert nunca te habría hecho pasar por todo esto.

¡Pero lo hizo! él cambió después de que nos casáramos, él dejó de amarme… yo trataba de dar por los dos… pero él dejó de amarme… a pesar de todo… lo sigo amando… lo amo con toda mi alma… y no sé que hacer… – y el llanto llegaba a ella de nueva cuenta, haciendo pausas en lo que ella se tranquilizaba.

Candy ¿quieres mi consejo?

Por favor…

El que estés aquí… no soluciona nada… entiendo que tus padres quieran protegerte, entiendo tus miedos ¿pero haz logrado algo más aparte de sentirte en paz, de estar tranquila? Voy a serte sincero Candy… porque en momentos como éstos, lo que menos necesitas es que te digan lo que quieres escuchar… date cuenta… me viste y todo se desmoronó en ti…

¿Qué puedo hacer? Pensé… ¡Dios! Si mi hermano me hubiera visto en éstas condiciones – lo dijo alisándose el cabello desde la frente hacia atrás.

¿tu hermano?

Si… Tom… él de vino conmigo… me ayudo a tener una mejor condición física, a usar armar… todo lo que pudiera necesitar… él es militar… talvez…

¿Cómo se llama? – le preguntó Stear.

Thomas… Thomas Johnson….

¿Thomas Johnson? – Candy asintió y él solo sonrió resoplando… – le dijo exultante de alegría – Candy ¿Qué deseas hacer? Tienes todo nuestro apoyo – tomándola de la mano, Patty hizo lo mismo, hasta ese momento, ella no había dicho nada, mientras Candy les relataba todo lo que tuvo que pasar durante su matrimonio.

¿conoces a mi hermano?

¡por supuesto que si! Tom y yo éramos muy unidos, él fue quien me salvo la vida al llevarme a tiempo al médico, fue en una misión de rescate que pasó todo ésto… nunca me imaginé que tu fueras su hermana… Candy, lo que sea, solo tienes que decírnoslo ¿de acuerdo?

Gracias… no se imaginan lo que eso significa para mí.

¿Qué es lo que quieres hacer?

Hace unos días… hice el trámite de divorcio…

¿estás segura de eso? – le preguntó Stear.

No puede ser de otra manera, en los más de tres años de matrimonio apenas y pudimos vernos, si acaso cinco veces, fue una relación unilateral, en la que pareciera que solo yo trataba de rescatarme como si yo hubiera fallando en esa relación, me tomó mucho tiempo aceptarlo, pero no era yo… por que él… siempre estuvo ausente, Tom… papá, mamá, Eliza, Annie… incluso los padres de él, me apoyaron… todo lo perdí cuando él me empujó por las escaleras, cuando perdí a mi bebé – Patty se tapó la boca horrorizada – lo amo… pero ya no lo quiero en mi vida… ¿estoy mal? ¿estoy actuando de una manera egoísta?

No Candy… estás haciendo lo correcto… nadie debería de pasar por lo que tú… no se trata de ser valiente al querer ya no aceptar estar en ese tipo de relación, estás tratando de rescatar un poco del amor propio que dejaste a un lado.

Mi niño… – comenzó a sollozar – él casi no lo conoce… para él mis padres, Rose, Anthony y sus padres eran todo lo que él tenía, me daba mucha tristeza… Albert… mi niño, no lo conocía, él era un extraño en su vida y cuando aparecía era como si William no existiera.

¿William? – le preguntó Stear extrañado.

Él me pidió llamarlo así, al otro día de la boda… todo comenzó mal, había problemas en Brasil, y él se fue… papá y mamá han sido mi apoyo en los momentos más difíciles de esa relación… pero ese día… comenzó mi propio infierno.

Candy… tienes que regresar… no puedes seguir escondiéndote, hacerlo solo te dará inseguridad, sé y me consta que Tom es una persona que es capaz de dar la vida por quienes ama, pero éste es tu problema y tienes que solucionarlo, dejar que otros lo hagan, ese si es un acto meramente egoísta.

¿y crees que no lo sé?… es solo que pensé que al estar acá, podría darle la vuelta a ese capítulo… pero hoy… – volvió a llorar – me di cuenta que… que no puedo, ni debo seguir huyendo… yo no hice nada malo… no hay razones para que me juzguen… lo amé… lo amo… y ya no sé que hacer con todo esto que siento por él – hasta ese momento Patty se levantó de la silla y se sentó junto a Candy y la abrazó.

Todo estará bien Candy – le dijo Patty, ella solo asintió.

Todo será como tú decidas que sea Candy – le dijo Stear.

Gracias – miró a Patty – gracias a los dos – tomó la mano de Stear – al verte… vi algo de él en ti… yo no me imaginé encontrar a nadie que se relacionara a la familia de él…

Gracias a tu hijo… somos familia – ella sonrió por primera vez desde que los conoció en esa tarde.

Si… somos familia – le contestó Candy con la seguridad de estar sumando más a su vida.

Candy… tienes que descansar – ella asintió.

No se si pueda dormir… todo esto me removió, me trajo un pasado del que he estado huyendo.

Candy… – la voz de Patty se hizo escuchar – tu pasado, presente y futuro son uno mismo… ninguna de las tres puede desvincularse de la otra… tu pasado duele… pero es la promesa de no volver a repetir en un futuro todo lo que haz vivido, aunque hoy te duela más que nunca… – se levantó y regresó con un pequeño neceser – toma… son pastillas de valeriana… te ayudarán a conciliar el sueño.

Hay una recámara a lado… Por qué se van a quedar ¿verdad?

Si Candy… mañana será otro día.

Gracias… gracias a los dos.

Patty acompañó a Candy a su recámara y la ayudó a acostarse, fue hasta la chimenea y avivó el fuego, afuera nevaba y salió nada más terminar, Candy se puso de lado y atrajo el cuerpecito de su hijo hacia ella para abrazarlo… sin quererlo… sin pretenderlo… alguien por primera vez… la enfrentó con su realidad y ella estaba dispuesta a dar pelea.

Mi amor… mami te ama… y no soy una cobarde.

Y con esa oración salida de sus labios, se entregó a esa agradable sensación de sueño.

Las semanas siguientes, Stear iba por ellos todas las tardes para pasarla en familia, Candy agradecía poder tenerlos en esos momentos, ya eran vacaciones y quería aprovechar junto con su niño pasarla bien con ellos, una alegría renovada se respiraba cuando estaban los cuatro juntos, eran una constante que ella ya no deseaba separar de su vida, Stear y Patty demostraron ser una personas confiables, desde el primer momento que la auxiliaron, ya no cabía duda en ella, tenerlos ahí, junto a ellos, era la mejor elección de su vida.

Mami… mami… ¡mira lo que pesqué! – le decía muy emocionado el pequeño Albert a Candy – ¿verdad que yo lo pesqué solito tío?

Si campeón… amor… Candy ¿les parece para la cena un par de truchas?

Amor… tu eres el experto… estoy segura que la cena te saldrá muy sabrosa, nosotras haremos las guarniciones y el agua – Stear se agachó para besar los labios de su esposa.

¿agua? No lo creo amor… Te amo – le dijo él, su rostro lo decía todo, después de cinco años juntos, la amaba como el primer día en que se conocieron, él se retiró llevando el par de pescados y limpiarlos.

Candy y Patty acondicionaron una mesa y algunos troncos que habían tirados, preparaban ensaladas mientras el pequeño Albert estaba junto a Stear preparando lo que habían pescado.

Tío… apesta…

Quítaselas bien campeón… ¿o quieres comerte las tripas? – el niño sacó la lengua haciendo una mueca de asco.

Ya tío… ya no tienen nada – le dijo alzando el pescado para que lo viera.

Buen trabajo, ahora déjalo ahí que ya lo lavo, y tú ven a lavarte las manos, mételas en esa cubeta y lávate bien.

Pero las tengo limpias – le dijo mostrándoselas.

Pero huelen feo – el niño se puso sus manitas en su nariz y rápido las retiró y cuando terminó se puso a su lado.

Tío ¿voy por leña?

Si, solo trae uno – y sonreía mientras lo miraba.

Candy y Patty los observaban, definitivamente eran familia, la forma de los ojos, el color cielo que iluminaba la vida de las dos mujeres y esa incomparable aura que tenían al caminar los definía.

¿en que piensas Candy? – le preguntó Patty sacándola de su nube.

Pensaba en lo afortunados que somos mi hijo y yo al tenerlos a ustedes… en tan poco tiempo he visto crecer a mi hijo, verlo tan contento a lado de Stear… de ti.

Si… es un niño muy inteligente… tú hijo es un pequeño ángel, siempre está dispuesto a aprender – Candy solo sonreía, le encantaba escuchar en boca de otros lo que su hijo era cuando no estaba a su lado, después de un rato, Stear se acercó a ambas mujeres interrumpiendo la plática.

Queridas damas… la cena

Cada día era diferente al otro, él muy galante como siempre les sirvió a ambas mujeres, y eso le hizo recordar a Candy a un Albert tan dispuesto, tan atento y amoroso con ella, como Stear lo estaba siendo con Patty.

Candy…

Perdón ¿decías? – sacudió la cabeza – disculpa.

¿Qué que parte quieres?

Eeeh… cualquiera… se ve delicioso – y si… fue la mejor cena que pudieron haber compartido, el pequeño Albert quiso repetir pero Candy no se lo permitió, en un par de horas anochecería y consideró que era suficiente.

ALBERT.

Después de haber salido de la sesión de fisioterapia e irse caminando solo hasta la orilla del lago, aspiró aire llenando sus pulmones, él mismo se recordó como estaba hace unos meses atrás, pensaba en todo las carencias, pero hoy era, lo más cercano a lo que fue… y estaba muy cerca de ser lo que siempre ha sido y lo que será, tomó el sobre que desde hace meses estaba en esa mesilla, sobre que siempre era colocado para cuando él estuviera preparado, él Dr. Silveira llegó a su lado momentos después, y al sentirse observado, Albert abrió los ojos y volteó a verlo.

¿Como te sientes?

Mucho mejor… cada día estoy recuperando lo que soy… gracias a usted…

Estás a casi a nada de lograrlo muchacho ¿asististe a tu terapia con la psicóloga?

Si…

¿y bien?

He recordado algunas cosas… sé porque estoy aquí…

Albert… todo lo que desees saber, está escrito en esos papeles, y si aún no te sientes preparado, no te preocupes… esperaremos a que lo estés.

Quiero estar bien, necesito estarlo…

Hace apenas unas semanas, en la tranquilidad de la noche, unas voces pusieron en alerta al médico, fue hasta la recámara de su paciente, y en medio de la oscuridad con la luz que traspasaba la ventana, pudo ver como Albert se arremolinaba entre las sábanas, después de tanto tiempo, era la primera vez que el médico veía una reacción en él, y era algo muy bueno, era lo mejor que le pudiera estar pasando en ese momento.

Candy… mi amor… no me olvides.

En sus sueños la veía alejarse un poco más de él, acercándose peligrosamente a su reflejo, le hablaba y Candy no lo veía.

¡Candy! Aquí estoy… amor… mírame, aquí estoy – le decía tratando de apartar al reflejo que se acercaba a su esposa – ven conmigo Candy… no me olvides – pero ella no lo escuchaba, solo miraba con amor a la otra imagen – las lágrimas mojaban sus sienes mientras él la llamaba, pero su voz no llegaba a ella, quería acercarse… pero no podía llegar.

Protégela por favor… cásate con ella… – le decía a su reflejo.

Ahora, cuando más consiente de todo lo que había hecho por salvaguardar la seguridad de su familia, sentía que la había perdido, se despertó en medio de un revoltijo de sábanas y al ver al Dr. Silveira frente a él, se sentó de golpe un tanto asustado.

Le pedí a mi hermano que se casara con ella para protegerla – no pudo más y lloró, el peso de su error le hizo ver todo lo que había provocado.

MIL GRACIAS por el apoyo y los mensajes que me han regalado, es un placer y gusto leerlas, por hoy, les regalo un nuevo capítulo, espero que lo disfruten, espero con ansias sus opiniones y criticas.

Carol Aragón.

MaríaGpe22.

Lili.

Nancy reyes.

Fabaguirre167.

Guets1.

Susv Cch.

Ana Martínez.

Delia. Tengo algunos libros que Aby adaptó a los personajes de Candy Candy que te puedo pasar si gustas, ya sea por WhatsApp o Messenger. Envía tu número por PM.

Si Dios lo permite, nos leemos en el próximo capítulo, que pasen BUENAS NOCHES, y nuevamente GRACIAS.

28042023.