LOS PERDONAJES DEL MUNDO CANDY CANDY LE PERTENECEN A SUS CREADORAS Y ESCRITORAS MISUKI E IGARASHI.
¿A QUIÉN AMAR?
Capítulo 21.
A LA LUZ
Nada más pisar suelo americano, sintió una sensación tan liberadora, que lo hacía sentir pleno y feliz, tres años después, todo lo veía con otros ojos, su objetivo era poder desandar lo que ya estaba hecho, sentía la gran necesidad de estar con sus padres, con Candy y su hijo, realmente se sentía dividido entre hacer lo que su corazón le demandaba o hacer lo que debió haber sido desde un principio, en su mano sostenía la fotografía desgastada de Candy, jamás se separó de ella ni permitió que ese retazo de su vida le fuera arrebatado, caminó hacia los andenes de salida del aeropuerto, sentía como su corazón golpeaba su pecho de la emoción, en el tiempo que estuvo ausente, sentía que todo había cambiado, que nada podría ser igual, porque incluso él ya no era el mismo hombre que partió hacia Brasil hace un poco más de tres años, al abrirse las puertas eléctricas, una ráfaga de aire fresco le dio la bienvenida, él se paró un momento para aspirar el sentido de su propia libertad, había tanto en ese suspiro, que solo llenar sus pulmones de aire lo hacían sentir invencible.
Un hombre mayor se acercó a él ofreciéndole el servicio de transporte, Albert dejó que el señor lo guiara, aunque se sentía receloso, necesitaba ser el mismo de antes, ya no deseaba tener esa sensación de que alguien lo perseguía, no le avisó absolutamente a nadie sobre su llegada, necesitaba fervientemente tomar las riendas de su vida, aquellas que le fueron negadas en ese lugar tan miserable, por mucho tiempo permitió sentirse así, pero ahora era diferente, subió al auto e inmediatamente después le dio la dirección a donde deseaba ir y mientras tanto, miraba a través de la ventanilla los edificios y calles de la ciudad, estaba más cerca de la casa de sus padres, pasaría primero a su departamento a asearse un poco, ya había esperado mucho tiempo… podría esperar un poco más, quería verse presentable para ellos, sabía que no les importaría verlo como estaba, pero le era necesario.
Incluso llegar a ese lugar donde más de una vez hizo suya a Candy, le hicieron avivar las ilusiones que tenía con ella… deseaba fervientemente no fuera tarde para él… para ellos, porque aun sabiéndola ajena, la sentía por siempre suya, Después de un buen descanso y con el ánimo renovado salió de su departamento, compró un ramo de flores para su madre y recogió una piedra para su hermana, tomó un taxi y pidió que lo llevaran a la mansión de sus padres, cuando llegaron, el guardia de entrada le pidió su identificación y al darse cuenta de quien iba dentro del auto se disculpó y dejó entrar al vehículo, Albert embozó una ligera sonrisa, que lejos sentía ya esos tiempos cuando su hermano y él se hacían pasar uno por el otro.
Cuando llegaron a la entrada, sentía una emoción inmensa, su cuerpo lo sentía ajeno, sus oídos se ensordecieron hasta que la voz del conductor lo sacó de ese pequeño letargo.
Joven… hemos llegado…
Si… deme solo un momento… por favor – sacó un billete y se lo entregó al hombre – quédese con el cambio – bajó del auto con premura, sentía que las piernas le temblaban, subió las escalinatas que lo separaban de la gran puerta de madera de cedro y se paró limpiándose las lágrimas que ya asomaban a sus hermosos ojos azules.
Joven… – Albert volteó y bajó hasta donde se encontraba el señor Whitman – joven Albert… ¡Dios! Cuanto tiempo…
Sr… Whitman… – lo abrazó como en aquellos tiempos cuando era apenas un niño – ¿Cómo está?
Ha sido demasiado tiempo… Nunca creí que usted estuviera muerto… vaya con sus padres, su familia ha llorado mucho su ausencia – ambos se miraron a los ojos, era comprensión lo que encontraron en sus miradas.
Me alegra mucho volver a verlo – le dijo Albert emocionado.
Lo sé joven – fue lo que dijo el anciano y se retiró retomando sus actividades.
Cuando la puerta se abrió su madre ya venia bajando corriendo las escaleras y se abrazó a él, nada podía evitar que lo abrazara y le besara sus mejillas, las lágrimas humedecían su camisa, pero eso no importaba, porque le era tan necesario sentirla entre sus brazos, entre gritos de alegría y llanto, Rose Mary salía de uno de los cuartos cuando vio a su madre y a su hermano abrazados, corrió y se abrazó a ellos.
Hijo… ¡Dios! Pensé que jamás volvería a abrazarte… – lo tomó del rostro acunándoselo entre sus pequeñas manos – por… ¿Por qué no dijiste que vendrías? Hijo… no vuelvas a irte así por favor… cuando tu padre me dijo que habías llamado, sentí que mi corazón no lo soportaría, no te imaginas como le he rogado a Dios por este día… mi hijo…mi Albert… – le decía su madre casi en un ruego, eran oraciones inconexas entre la alegría de tenerlo entre sus brazos y el deseo de no volver a verlo partir.
Albert… ¿Por qué Albert? – fue lo único que dijo su hermana aferrándose a él.
Mamá… Rose… – le entregó las flores a su madre abrazándola una y mil veces más, Rose los miraba con amor, con ansias y cuando Albert se dirigió a ella la tomó de las manos, le entregó un presente insignificante para muchos, pero para ellos lo era todo.
Tu padre esta en su despacho… – tomó la mano de su hijo y ambas mujeres lo llevaron al refugio de su padre, que en otros tiempos era su lugar favorito para esconderse de sus hermanos mientras su padre lo animaba a no salir de debajo del escritorio.
Cuando la puerta se abrió, el aroma a madera lo recibió, el rostro de su padre se alzó para clavarse en los ojos que había heredado a sus hijos, el hombre se tocó el pecho tratando de calmar a su desbocado corazón, ambos hombres se acercaron y el abrazo no se pudo evitar, porque incluso ya hombres, las lágrimas depuraron toda esa ausencia que sintieron al no saberse entre sus brazos, William miró sobre el hombro de su hijo y clavo su mirada en su esposa e hija… solo faltaba Alfred.
CANDY
Se sentía aletargada, como si estuviera en un constante sueño y no pudiera despertar mas que para tomar los alimentos que le llevaban o para asearse, el hambre que sentía le hacía devorar todo lo que le daban, no sabía cuánto tiempo llevaba ahí desde que la sacaron de la bodega cuando la secuestraron, cuando la sacaron de la cabaña junto con su hijo, por el momento, solo sabía que la estaban tratando muy bien, pero su corazón se sentía desesperado y solo por el poco tiempo en el que se encontraba consciente, pensaba en su hijo, no sabía nada de él, nadie le decía nada, porque simplemente la atendían e ignoraban sus palabras.
Paty ¿Cómo estarás? – pensaba constantemente en la esposa de Stear, se sentía culpable por todo lo que estaba pasando, no podía dejar de pensar en la seguridad de la joven pareja.
En uno de esos tantos días en los que no sabía que día era, la mujer rubia entró, Candy apenas acababa de despertar, estaba sentada en la orilla de la cama sosteniendo sus codos en sus rodillas y con su cabeza entre sus manos.
¿Candice? – se acercó a ella y vio como se sobresaltó al hablarle – disculpa, no era mi intención asustarte – Candy volteó a verla, en su mirada había una tristeza infinita, vio que se quiso levantar, pero apenas pudo hacerlo.
¿Qué hago aquí? ¿mi hijo?
Sin preguntas Candice… – voltearon a ver a la puerta cuando se abrió, eran las mismas jóvenes que la ayudaban a asearse desde el día que Candy llegó a ese lugar – aséenla, pónganle el vestido azul, ahí está todo lo que vaya a ocupar – les dijo a las jóvenes y ellas solo asintieron – podrás salir, come todo lo que te den… lo necesitarás… y sin preguntas, si llegaran a contestar, se mueren – fue lo único que le dijo a Candy y se retiró.
Una de las jóvenes se acercó y la tomó de los brazos para ayudarle a ponerse de pie y la llevaba al baño, cuando llegaron, Candy ya se sentía cansada, muy cansada, la ayudaron a sentarse, una de las jóvenes era de un cabello negro casi azulado y con unos hermosos ojos como el color del mar, le recordó a Annie, sus ojos se humedecieron al recordarla, llegó con un vaso de jugo y se lo ofreció sin hablar, con manos temblorosas Candy se tomó el líquido con ansiedad, haciendo que parte del líquido le mojara las comisuras de su boca, le devolvió el vaso mientras la otra joven le quitaba el camisón y la dejaba completamente desnuda, Candy se dejó hacer, ya no sentía vergüenza al verse expuesta ante ellas, a decir verdad, esas chicas la trataban muy bien, la ayudaron a meterse a la tina y comenzaron a lavarle el cabello, el agua tibia no le estaba ayudando en nada, al contrario la estaba relajando demasiado.
Por favor… agua fría – les dijo en un susurro, una de ellas reguló la temperatura hasta quedar fría y Candy solo asintió – gracias.
Tardaron un poco para lavar a Candy, estar tanto tiempo bajo los efectos de calmantes la hacían sentir sin energía, les costó un poco levantarla, hasta que lograron sacarla de la tina y la sentaron en una silla para ayudarla a secarse.
Tome esto – le dijo la morena de cabellos negros – le ayudará a quitar los efectos de los calmantes – Candy solo tomó la pastilla y el vaso de agua que le ofrecían, no les dijo nada, aunque no había cámaras en el baño, sabía por la rubia que toda la propiedad estaba plagada de micrófonos y lo que menos quería era perjudicar a esas jovencitas, pese a que la tuvieran secuestrada.
Le desenredaron el larguísimo cabello y le hicieron una trenza, a decir verdad, ya se sentía con la mente despejada, saber que ya no iba a estar enclaustrada entre esas cuatro paredes le levantaron el ánimo, deseaba con todo su corazón estrechar el cuerpecito de su hijo, necesitaba ser fuerte, algo tenía que hacer, talvez la rubia…
Aun no sabía quien la había llevado a ese lugar, pero por lo visto era alguien con mucho dinero, a donde quiera que volteara todo era lujo en la propiedad. El hombre con el que había hablado no mostraba su rostro, pero esa voz, estaba más que segura que la había escuchado, pero no sabía de donde, cada noche le martilleaba la cabeza y aun así no tenía indicios de conocerla.
Cuando ya la tenían preparada, la rubia volvió a entrar, ahora con la mente más despejada la observó, era joven y muy bella, de complexión musculosa, la miró a los ojos esperando que le hablara.
¿estás lista?
¿lista para qué? Ni siquiera yo sé que hago aquí.
Pronto lo sabrás – fue lo único que obtuvo en respuesta – sígueme.
Bajaron las escaleras de la enorme mansión y llegaron a las afueras de la propiedad, un auto las esperaba ya.
Sube… y sin preguntas Candice – ella solo asintió resignada.
Cada parte de ella se sentía en alerta, necesitaba recomponerse, pensó en sus padres, en Tom, en todos esos propósitos que se había echo así misma… pero por el momento necesitaba cerciorarse de que su pequeño Albert estuviera bien, después… no habría poder humano que la hiciera cobrarse por lo que le estaban haciendo – William – todo el amor que tenía reservado en su corazón se iba desvaneciendo al pensar que todo era a causa de él, que por fin la había encontrado y le estaba haciendo más daño del que ya le había hecho, miró a través de la ventana y no había indicios de que fuera un lugar que conociera, el sendero por donde iban era estrecho custodiado por ambos flancos con enormes abetos y pinos, constantemente sentía sobre si la mirada de la persona que conducía, pero no podía arriesgarse a cruzar palabra alguna, el tiempo se le hizo eterno en ese recorrido, pero la esperanza de ver a su hijo hacia que su ansiedad se mantuviera a raya, cuando llegaron, una nueva propiedad la esperaba, pero ésta era más pequeña, bajó del auto y la joven rubia la tomó del brazo.
Candy miraba a todos lados, buscaba una manera de poder escapar, pero para eso necesitaba tener en sus brazos a su niño… a su pequeño Albert.
Entra…
Por favor… ayúdame...
Espera aquí… no te molestes por tratar de escapar… a donde quiera que vayas hay cámaras y micrófonos, toda la propiedad está monitoreada – al escuchar eso, Candy sintió que el mundo se le venía a los hombros – todo terminará pronto – y después de eso la dejó sola y salió.
Observó la estancia y estaba vacía, no había muebles mas que un par de sillas… no había nada, ninguna fotografía o algo que pudiera identificar, la luz del sol iluminaba a través de los grandes ventanales, de repente las ventanas comenzaron a cerrarse desde afuera y la luz de una lampara la iluminó como la primera vez que estuvo en el granero.
Candice White Jhonson… – esa voz la volvía a llamar de nuevo.
PATTY
Con el corazón en un puño, llegó hasta chicago, desesperada corrió hacia una caseta e hizo una llamada, el constante pitido de espera la estaba exasperando, colgó y marcó de nuevo y al escuchar la voz de Stear el color volvió a ella.
¡Stear!
¿amor? Patty ¿Qué pasa cariño?
¡se llevaron a Candy!
Co… ¿Cómo? – las grandes manos del hombre apretaron el auricular.
Por favor… ven por mi… estoy en el aeropuerto – Patty escuchó que ya había colgado, sus piernas apenas la sostenían y fue a sentarse a una banca, puso su cabeza entre sus piernas, necesitaba estar bien, los minutos se hicieron horas, o al menos así lo sintió ella, tenía los ojos cerrados cuando las manos de su esposo la levantaron y la encerró entre sus brazos, ella se abrazó a él sintiendo por fin el alivio de estar a su lado – hay que encontrarla – le dijo entre sollozos – se los llevaron en la madrugada.
¿Cuándo?
Me dejaron amarrada y no había manera de llamarte… la comunicación de todo Maine estaba destruida, apenas hace dos días pude desatarme de los amarres, se los llevaron Stear… tenemos que regresar – eran palabras desesperadas e inconexas.
Vayamos al departamento, allá hablaremos…
Pero Stear…entre más tiempo pase…
Hazme caso amor mío… necesitamos organizarnos primero.
Cuando llegaron al estacionamiento ella estaba dormida, bajó y abrió la puerta del copiloto, se agachó y la observó, estaba sucia y ojerosa, una golpe en su mejilla le hizo acariciar su rostro con ternura, la cargó y la llevó hasta el ascensor, ella ni siquiera sintió cuando él la puso en la cama para ir a preparar la tina , regresó y la desnudó, no solo su cara estaba magullada, tenía manchas moradas circundadas en rojo por todos su cuerpo, una lágrima resbaló en su mejilla, él se desnudó también y la metió junto a él a la tibieza del agua, la enjuagó con cuidado con tal de no lastimarla más, la tensión que sentía en su espalda pronto se fue nada más al saberla entre sus brazos, ella aun no despertaba, nada más sentir que el agua se enfrió, la sacó y secó su cuerpo acostándola en la cama arropando su cuerpo con una frazada, fue hasta la pequeña cocina y preparó una sopa para cuando despertara, estaba seguro que no había probado alimentos, terminó e hizo unas llamadas y volvió a ella, se recostó a su lado abrazando su cuerpo, la arropó con ansias y posesión.
El timbre del teléfono lo despertó, volteó hacia el reloj del buró y ya eran pasadas de las cuatro de la tarde, el cuerpo de su esposa descansaba sobre su pecho, descubrió con sus dedos el cabello que cubría su rostro, besó su frente y la abrazó fuertemente contra su cuerpo, sabía que estaba lastimada y precisamente por eso no dejó de ser tierno y delicado.
Con cuidado de no despertarla se levantó de la cama, se cambió y una vez más volteó a verla, no deseaba dejarla ahí pero esperaba una visita, tomó su celular e hizo varias llamadas hasta que vió la puerta del elevador abrirse, llegó hasta él y lo recibió con un fuerte apretón de manos.
Tom…
Por favor… dime que ha pasado… – Stear lo observó y no pudo dejar de lado la angustia que vio en los ojos del hermano de Candy, sabía lo cercanos que eran y por lo mismo, dado a la investidura que le dio mientras estuvieron en el ejercito su amistad se reafirmó cada día más cuando Stear le salvó la vida.
Siéntate por favor… antes de que hagas cualquier pregunta, quiero que sepas que el primer día que la conocí le coloqué un chip rastreador, a tu hermana la han secuestrado y quien lo haya hecho cuenta con todo el poder económico y de armamento, sabemos dónde está y te lo digo porque he movilizado a algunos contactos con ex militares.
¿de que diablos estás hablando? No puedes hacer eso…
¡POR SUPUESTO QUE SI! Tu hermana es mi familia también y haré lo que sea para que ella regrese con ustedes, se lo debo a ella porque confió en mí y porque sé la razón por la que ella se encontraba en Maine – Stear tomó aire controlando las ganas de decirle la verdadera razón por la que él estaba haciendo eso – Son mercenarios… asesinos a sueldo, quien quiera que esté atrás del secuestro de tu hermana, sabe perfectamente lo que está haciendo, además de contar con todos los recursos de espionaje y armamento con lo que alguien puede contar… no dudo que haya alguien conocido involucrado.
¿Cómo sabes eso? Hemos tratado de ser lo más prudentes posible – Stear le acercó una computadora y otros tantos aparatos de rastreos propios de los militares, Tom estaba familiarizado con ellos.
Aparte de la información que nos dio Candy… el contacto que han mantenido ha dejado rastros y es la migaja que ese desgraciado a seguido para encontrar a tu hermana ¿tienes idea de quien pudo haberla secuestrado? – Tom negó con la cabeza, Si te das cuenta, aquí está tu hermana… la señal es débil, pero créeme, aun tiene el chip, nuestro amigo como ves aquí – señaló la pantalla – detecta una burbuja que inhabilita el rastreador de Candy, es indetectable te lo puedo asegurar, pero sigue donde lo puse… Tom… ¿piensas decirle a William? – le preguntó con cierto recelo sabiendo lo que eso significaba.
Ese imbécil no tiene por que saber nada, mi hermana es prioridad.
Bien… saldremos esta noche.
No…
¿no?
Mis padres deben estar enterados de todo esto, no puedo dejarlos e ignorar sus propios sentimientos por saber qué es lo que ha pasado con mi hermana, ellos han venido conmigo y me esperan, nunca pensé que l traerlos sería para darles ésta noticia.
Pero Tom… sabes que eso podría ser contraproducente.
Ellos necesitan saber lo que está pasando…
¿los llevarás?
No, solo quiero que ellos sepan a grandes rasgos lo que ha pasado, necesito protegerlos, pero sin que ellos ignoren lo que ha pasado.
Bien… supongo que haz dispuesto todo lo necesario para mantenerlos a raya – Tom solo asintió.
Con todo esto, discúlpame ¿Cómo está tu esposa?
Le he inyectado un sedante, está muy golpeada… – la voz de Stear se quebró – Patty me ha dicho que a Candy también la golpearon, a tu hermana la separaron de su hijo.
Necesito hablar con tus hombres…
Pero entre más tiempo dejemos pasar…
No podemos llegar así sin más… necesito coordenadas, planos… necesito saber a donde vamos a ir…
Todo eso lo que contemplado…
Tu, pero no yo… y no puedo darme el lujo de cometer un solo error.
Bien… pasemos al estudio, todo lo que necesitas saber se encuentra ahí.
GEORGE Y MARY.
El dolor que sentían en sus corazones no era nada comparado a lo que habían pasado cuando sentían que perderían a su hija hace unos meses.
George… mi niña… mi ángel… ¡Dios mio! El pequeño Albert… dime que no es cierto ¡DIMELO! – Le gritó a su hijo – Dios mío… esto no puede estar pasando.
Por favor mi amor… tienes que calmarte… nuestro hijo está organizándolo todo – le contestó George con un gran nudo en la garganta, mostrando una fortaleza que no sentía – confiemos en nuestro hijo – George sintió a su esposa asentir.
Po… ¿podemos ir con ustedes? – le preguntó su madre.
No mamá, sería muy arriesgado para Candy y Albert… necesito asegurarme que ninguno de los dos correrá peligro… mamá – la quitó de los brazos de su padre – la traeré de vuelta.
Lo sé cariño… Tom
¿si mamá? – mientras la acunaba entre sus brazos.
Perdóname hijo… no era mi intención gritarte.
Lo sé mamá…
Tom… Candy nos necesitará…
Si mamá y yo necesito que ustedes estén bien… no podría estar al pendiente de ustedes también sabiéndolos cerca.
No me pidas eso hijo, sabes que tu hermana nos necesitará… no quiero ni siquiera pensar que no pueda lograrlo… porque sabes muy bien que quien quiera que este atrás de todo esto quiere mucho mas que la vida de tu hermana…
Ma… ¿Cómo podría decirte que no?
Porque sabes muy bien que tengo razón… no me ocultes nada hijo, tú y tu hermana son lo más importante en mi vida…
Amor – dijo George
No George… ésta vez no me quedaré esperando, Candy nos necesita… iremos y como siempre estaremos para nuestros hijos.
MANSIÓN ANDLEY.
¡Hay que avisarle a Albert!
¡NO!
¿no?
Candy es mi esposa…
Pensé que eso te había quedado más que claro…
Para fines prácticos ella ha sido mi mujer… mi esposa…
No Alfred, esta vez no será como tú quieres…
Como sea madre… no te estoy preguntando – se dirigió a la puerta y llegando a ésta se dio la vuelta – padre, madre… la amo y haré lo que sea con tal de que ella esté bien.
William – se dirigió Pauna a su esposo.
Son sus decisiones cariño… – se acercó a su hijo y le entregó un dispositivo – ahí tienes, si vas a hacer algo, hazlo bien.
Gracias papá…
No me agradezcas… no quiero imaginar lo que pasará cuando Candy sepa de nuestro engaño… ella no merecía vivir asi.
Siento que ustedes hayan estado involucrados.
En ese caso demuéstralo Alfred – él solo asintió a su madre sin decir nada.
CANDY.
Escuchar esa voz la estaba sacando ya de quicio, quien quiera que fuera, tenia la capacidad de desesperarla, volteó a todos lados buscando al dueño de esa voz, apretó con fuerza sus manos haciéndolas un puño.
¿ansiosa Candy?
¿Quién eres y que quieres?
Lo quiero todo…todo de ti pequeña Candy – el corazón de Candy se saltó un latido al escuchar esas palabras.
¿Qué puedes querer de mí? No tengo nada.
En eso te equivocas preciosa… lo tienes todo… tienes todo lo que he deseado por tanto tiempo…
¿Qué es? – le preguntó temblorosa, odiaba sentirse así
Ha pasado tanto tiempo y tu belleza es sinigual… ¿no me recuerdas?
¿y como diablos crees que tenga que reconocerte si no sé quién eres?
Vaya… mi dulce Candy ha cambiado… – salió de las sombras y se plantó ante ella.
¡¿Neal?! – un viejo recuerdo llegó a su memoria y no pudo evitar sentir su cuerpo temblar – por… ¿Por qué haces esto? ¡¿Dónde está mi hijo?!
Tu hijo esta esperándonos… por una sola maldita vez… las cosas serán como yo quiero que sean.
¿Qué quieres decir?
He preparado todo… te casarás conmigo y me cederás el 65% de la empresa de tu familia…
Pero ¿Qué estás diciendo?
Así es dulzura, estos últimos cinco años me he dedicado por tomar lo que es mío, lo que me corresponde… hace años cometí el error de esperar por ti, pero no más – la tomó del brazo y la llevó a uno de los laterales de la casa, salieron y caminaron por un sendero.
¿A dónde me llevas? – le preguntó Candy resistiéndose a caminar.
Camina… por las buenas o por las malas te casarás conmigo.
¡NO! ¡SUELTAME! – Neal se detuvo y la quedó mirando con malicia.
No tienes muchas opciones Candice… haz todo lo que te digo… o ante ti, haré que despellejen al mocoso que tienes por hijo – Candy sintió pánico al escucharlo y asintió.
No les tomó mucho tiempo llegar, una pequeña pero hermosa capilla se abría ante ellos, observó bien y por lo menos había seis guardias, a ninguno de ellos había visto antes, un hombre ya mayor salió a recibirlos.
Prepare todo padre… Moses – llamó a uno de los guardias – llévate a todos los hombres, saldremos en dos horas, prepara todo como acordamos y… – el hombre ya no esperó y se retiró con todos los guardias que estaban dispuestos a los alrededores.
¡mami! ¡mami! – el pequeño Albert salió corriendo de la capilla para abrazar a Candy.
Mi amor… mi cielo – se hincó para estrechar su cuerpecito – mami está aquí amor ¿Cómo estás?
Tío Neal me dijo que me tenia una gran sorpresa ¡sabía que eras tú! – besó sus mejillas mojándose sus pequeños labios con las lágrimas de su mamá – gracias tío Neal… – volteó a ver al hombre que ni siquiera se inmutó ante las palabras inocentes del niño, al contrario, lo tomó del bracito separándolo de su madre, pero esta vez Candy no se quedó viendo lo que hacía, tomó a su niño y lo resguardo atrás de ella, propinándole una patada en los testículos.
Corre mi amor y no te detengas ni voltees hacia atrás – le dijo a su niño – ¡CORRE! – A sus espaldas escuchó la detonación de un arma, era Neal, fue hacia él y con todas las fuerzas de su corazón le pateó el brazo haciendo que éste soltara la pistola.
¡ESTÚPIDA!
Y en ese momento todo se volvió un caos, de donde quiera aparecieron hombres armados y Candy atrapada con el arma apuntándole la cabeza
Hola chicas… BUENAS NOCHES ¡FELIZ NAVIDAD! Un regalo para todos ustedes, espero que sea de sus agrado éste capítulo, yo aquí apenas rescatando a la musa que se me quería echar para atrás, éste capitulo se lo dedico a mi buena amiga Lorena Pizzimenti, fue de las personas que más me animó en seguir la historia, mil GRACIAS Lore.
Lorena Pizzimenti.
Fabaguirre167.
Carol Aragón.
IsasiB.
MaríaGpe22.
Lili.
Matty.
Nancy Reyes.
Isabel.
Guets1.
Guets2.
Guets3.
Guets4.
Guets5.
MIL GRACIAS, si Dios o permite nos leemos hasta el próximo capítulo, enhorabuena y bendiciones.
241224.
