Ni la historia, ni los personajes me pertenecen, solo me divierto adaptando esta historia para llegar a más personas.
Cap 27
Cuando alargo la mano hacia el tirador, noto que me tiembla. Entrar en mi propio negocio nunca me había provocado miedo..., hasta hoy.
El local está oscuro. Enciendo la luz, conteniendo la respiración. Entro despacio en mi despacho, abriendo la puerta con precaución.
Él no está en ninguna parte y, sin embargo, lo llena todo.
Cuando me siento tras el escritorio, enciendo el teléfono por primera vez desde que me fui a la cama anoche. Quería descansar, sin tener que preocuparme por si Jacob trataba de ponerse en contacto conmigo.
Cuando se enciende, veo que tengo veintinueve mensajes de texto de Jacob. Veintinueve. Como las puertas a las que tuvo que llamar para encontrar mi apartamento el año pasado.
No sé si echarme a reír o a llorar por la ironía.
Paso el resto del día mirando por encima del hombro y volviéndome hacia la puerta cada vez que se abre. Me pregunto si mi vida será así a partir de ahora, si alguna vez superaré el miedo.
Paso medio día haciendo papeleo y Jacob no da señales de vida. Alice me llama después de comer y, por su tono de voz, noto que no tiene ni idea de que Jacob y yo hemos vuelto a pelearnos. La dejo hablar un rato sobre el bebé y luego finjo que ha llegado un cliente y cuelgo.
Mi intención es marcharme cuando Rose vuelva de comer; le queda media hora.
Jacob entra tres minutos más tarde.
Estoy sola en la tienda.
Cuando lo veo, me quedo paralizada. Permanezco detrás del mostrador, con la mano en la caja registradora porque desde allí tengo acceso a la grapadora. Ya sé que una grapadora no es una gran arma defensiva contra los brazos de un neurocirujano, pero si tengo que usarla, la usaré.
Él se acerca al mostrador lentamente. La última vez que lo vi fue la otra noche, cuando estaba encima de mí en nuestra cama. Mi cuerpo reacciona regresando a ese momento, y vuelvo a sentir las mismas emociones. El miedo y la rabia corren por mis venas cuando llega ante mí.
Alza la mano y deja un juego de llaves sobre el mostrador. Bajo la vista hacia las llaves.
—Me voy a Inglaterra esta noche —me dice—. Estaré fuera tres meses. He dejado todos los recibos pagados, para que no tengas que preocuparte de nada mientras estoy allí.
Tiene la voz calmada, pero las venas abultadas de su cuello son la prueba de que le está costando un gran esfuerzo mantener la compostura.
—Necesitas tiempo. —Traga saliva con esfuerzo—. Y quiero dártelo. — Haciendo una mueca, empuja las llaves hacia mí—. Vuelve a casa, Isabella. Yo no estaré allí, te lo prometo.
Se da la vuelta y se dirige hacia la puerta. Me doy cuenta de que ni siquiera se ha disculpado. No me enfado; lo entiendo. Sabe que excusarse no borrará lo que hizo. Sabe que lo mejor para los dos en estos momentos es estar separados.
Sabe que cometió un gran error y, sin embargo, algo me lleva a retorcer el puñal un poco más.
—Jacob.
Él se vuelve hacia mí y noto que alza un escudo entre los dos. No se vuelve del todo y está tenso como una tabla mientras aguarda a oír lo que tengo que decirle. Sabe que mis palabras le harán daño.
—¿Sabes qué es lo peor de todo esto? —le pregunto.
Él no dice nada. Permanece mirándome en silencio, esperando la respuesta.
—Lo único que tenías que haber hecho cuando encontraste mi diario era pedirme la pura verdad. Te habría respondido con sinceridad. Pero no lo hiciste. Elegiste no pedirme ayuda, y ahora los dos tendremos que pagar las consecuencias durante el resto de nuestras vidas.
Él reacciona haciendo una mueca de dolor.
—Isabella.
Se vuelve por completo hacia mí.
Levanto una mano para que no siga hablando.
—No. Puedes irte. Pásalo bien en Inglaterra.
Veo que se está librando un duro combate en su interior. Sabe que no conseguirá nada de mí en este momento, por mucho que suplique que le perdone. Sabe que su única opción es marcharse, aunque sea lo que menos le apetezca hacer.
Cuando al fin sale a la calle, me acerco a la puerta y la cierro con llave. Me dejo caer, deslizándome por la pared hasta llegar al suelo. Me abrazo las rodillas y hundo la cara entre las piernas. Estoy temblando con tanta fuerza que me castañetean los dientes. No puedo asimilar que parte de ese hombre esté creciendo dentro de mí. Y no quiero pensar en que, algún día, voy a tener que confesárselo.
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que piensan ustedes, esta distancia les hara bien? creen que esta vez Bella lo perdonara? como reaccionara cuando sepa del bebe?
espero sus comentarios.
