Disclaimer: los personajes de Twilight son propiedad de Stephenie Meyer. La autora de esta historia es beautypie, yo solo traduzco con su permiso.


Disclaimer: The following story is not mine, it belongs to beautypie. I'm only translating with their permission.


Dama Fortuna

Capítulo 1

Cordero

Bella estaba segura de que él no la recordaba.

Después de todo, había sido una estudiante de primer año impresionable entonces, y él uno de segundo. Su nueva amiga Jessica, cuya naturaleza extremadamente extrovertida y personalidad relajada la habían hecho popular entre los chicos mayores, la había invitado pasándole una nota durante la clase de inglés.

También era la primera vez que había probado alcohol. La cerveza no fue tan terrible como ella pensaba que sería. Sin embargo, con todas las historias de terror que Charlie le contaba de su trabajo en la policía local, se aseguró de que esa única botella le durara toda la noche.

Era una hora antes de la medianoche, su toque de queda, cuando estaban jugando el juego. Siete minutos en el cielo. Se quedó sin aliento cuando la botella se detuvo en el estudiante de último año que estaba sentado con las piernas cruzadas frente a ella después de haberse detenido en ella.

Jasper Hale era hermoso, con ese cabello rubio alborotado y esa sonrisa malvada. Había albergado un pequeño e inocente enamoramiento por él desde que lo vio llegar a la escuela en un Mustang unas semanas antes. Inmediatamente sintió que la sangre le subía a las mejillas cuando sus cálidos ojos marrones la miraron varias veces mientras tomaba un sorbo de su cerveza.

La sonrisa de él se ensanchó mientras sacudía la cabeza.

—Demasiado joven —dijo, lo que se ganó las carcajadas de todos en el círculo.

—Aguafiestas —gruñó su mejor amiga Alice a su lado.

—¿Qué tal un sustituto, entonces? —sugirió Jasper mientras su mirada vagaba por su círculo de diez. Sus labios de repente se fruncieron—. Espera, ¿dónde está...? Déjame ir a buscarlo.

Jasper se levantó rápidamente, salió de la sala y desapareció por la puerta de uno de los dormitorios. Incluso bajo la música fuerte, ella captó algunos gruñidos de lo que sonaba como una breve conversación desde la puerta abierta. Seguido de un golpe sordo y el sonido de alguien arrastrando los pies.

Cuando Jasper reapareció, su mano estaba alrededor del cuello de un chico desconocido, de cabello broncíneo y ojos verdes brumosos, que parecía que acababa de despertarse de una siesta. A su lado, escuchó a Jessica jadear audiblemente.

Entonces, este debía ser Edward Cullen. Nunca lo había visto en la escuela antes, pero sabía de él, aunque en contra de su voluntad, porque Jessica estaba moderadamente obsesionada con el chico. Era popular, sí, pero no de la manera en que lo era el resto de su círculo. De hecho, Bella planteó la hipótesis de que había sido incluido en el grupo de Jasper en contra de su voluntad. Basándose en las divagaciones de su amiga, Edward sonaba distante e inaccesible, y nunca se esforzaba por saludar o conocer a otras personas.

Pero viéndolo ahora, por primera vez, Bella tuvo que estar de acuerdo en que era bastante guapo. Aunque parecía un poco contrariado.

—Vamos, entonces —Se rió Jasper, arrastrándolo hacia el armario al otro lado de la sala y empujándolo hacia adentro.

—Te odio —susurró Jessica a su lado, empujando a Bella para que también se pusiera de pie.

Bella se encontró dentro del pequeño armario frente al chico que nunca había conocido antes, con el corazón resonando en sus oídos, curiosa y ansiosa por lo que sucedería en los próximos siete minutos. Nunca antes había estado en esta situación.

—No tenemos que hacer nada —fueron sus primeras palabras. Su tono era distante y ligeramente irritado, como ella había esperado.

Bella asintió lentamente, torpemente.

Sus extraños ojos verdes salvia se entrecerraron levemente.

—¿A menos que quieras?

—N... No sé —logró decir—. Solo me arrastraron hasta aquí.

—Eres nueva —confirmó—. Un consejo, entonces. No tienes que hacer lo que te digan si quieres ser su amiga.

Bella se encontró entrecerrando los ojos hacia él también.

—¿No es eso lo que estás haciendo ahora mismo?

—¿Eh?

—Eres el sustituto —Se encogió de hombros. Con picardía, repitió—: No tienes que hacer lo que te digan.

Por primera vez, Edward esbozó una encantadora sonrisa torcida.

—Dijo que era yo o Emmett. Créeme, soy la mejor opción. —Luego, después de una pausa, decidió agregar—: ¿Y quién dijo que estoy haciendo algo que no quiero?

Bella inhaló bruscamente cuando él dio un paso adelante, limitando aún más el espacio ya pequeño. Tragó saliva cuando su mirada recorrió su rostro, hasta que aterrizó en sus labios.

—¿Sí o no? —preguntó él monótonamente.

Bella tomó una decisión en una fracción de segundo. No podría doler, ¿verdad?

Ella asintió una vez dócilmente.

Él no dudó más después de eso, y se inclinó para robarle su primer beso.

~DF~

Los ojos de Bella se abrieron aún más cuando él se sentó frente a ella en la mesa cerrada, sus familiares ojos verdes mirándola fríamente, y sabía que él no podía recordar eso. Después de todo, nunca le había preguntado su nombre en ese entonces. Y el enigma que era Edward Cullen había huido misteriosamente de la ciudad un par de semanas después de esa fiesta. En cuestión de meses, él se había convertido en un recuerdo difuso para ella.

Estaba segura de que le pasaba lo mismo a él, ya que no había ni la más mínima señal de reconocimiento por su parte cuando la miró por primera vez en doce años. Había envejecido con gracia desde entonces, por decir lo menos.

—Esto no va a funcionar —dijo, cruzando los brazos.

—Di... ¿Disculpa?

—Tienes la cara de un cordero de caricatura —dijo monótonamente, sin siquiera parpadear una vez—. Demasiado inocente. Estoy seguro de que has oído hablar de la reputación de este club.

Los dedos de Bella intensificaron su agarre alrededor del bolso que sostenía en su regazo.

—Señor, tengo experiencia.

—Hmm. —Se giró para mirar el currículum impreso que había dejado sobre la mesa. Bella se concentró en mantener la respiración mientras veía sus ojos revolotear rápidamente por la página—. Bueno, en todo caso, pareces sobrecalificada. ¿Por qué una ex periodista de Arizona de repente armaría las valijas y se mudaría al otro lado del continente para un trabajo de camarera?

—Segunda línea —dijo Bella después de aclararse la garganta.

Él arqueó una ceja y la siguió. Sus labios se curvaron en una familiar sonrisa torcida.

—Ya veo. Fuiste una chica de barra.

—Durante más de un año —añadió Bella—. Era bastante buena en eso. Nunca había ganado tanto como lo hice desde entonces. Me ayudó a terminar la universidad por mi cuenta.

—Muy interesante —tarareó Edward, levantando la vista para mirarla de nuevo. Su expresión era más divertida de lo que ella nunca la había visto—. ¿En qué exactamente fuiste buena? ¿De qué habilidades estamos hablando?

—Tener este rostro tiene sus ventajas.

—Estoy seguro de que sí —se rió entre dientes—. Sé más específica.

Frunció los labios mientras pensaba en ello.

—Puedo hacer que cualquiera hable de cualquier cosa. Incluso que compre cualquier cosa. Parezco... confiable. Puedes ver cómo eso también me ayudó como periodista.

Edward asintió lentamente, mirándola de nuevo.

—¿Qué más?

—Como parezco confiable, los hombres instintivamente quieren mi aprobación —continuó Bella—. Siempre buscan mi consejo. Y estoy segura de que eso es algo que un establecimiento como Bluewave apreciaría enormemente.

Él se quedó en silencio durante un largo rato después de eso, con los brazos cruzados y mirándola fijamente mientras parecía considerar la explicación.

Sin embargo, pronto pareció que se le ocurría una idea en la cabeza y sus labios rosados se curvaron en una sonrisa de satisfacción.

—¿Bailas?

Bella abrió los ojos con sorpresa.

—¿Disculpa? —dijo de nuevo.

—Preferiría considerar a alguien con experiencia en preparar bebidas para este puesto —dijo, sus ojos todavía recorriendo su cuerpo—. Pero tu supuesta habilidad... Debo admitir que no puedo ignorarla. Siempre tenemos lugar para otra bailarina.

—Señor... —Bella se aclaró la garganta, sintiendo sus mejillas arder—. Para eso no tengo experiencia.

—Estoy totalmente en desacuerdo —Edward se rió entre dientes, reclinándose en su asiento y haciendo crujir su cuello—. En realidad has marcado la mayoría de las casillas. Las bailarinas no solo bailan, cariño. Hablan y escuchan. Nuestros clientes creen que es para hacerlos felices, pero estoy seguro de que has oído lo suficiente sobre Bluewave para saber cómo funcionan las cosas por aquí. Nuestros patrocinadores apreciarían mucho que alguien hiciera avanzar nuestros... acuerdos discretos.

Ella soltó un suspiro tembloroso.

—No lo sé.

Había una expresión extraña y pensativa en su rostro ahora. Dudó un poco demasiado antes de decidirse a decir suavemente: «No tienes que hacer lo que yo te diga que hagas».

De inmediato, la respiración se le quedó atascada en la garganta. ¿Acaso él…?

—Solo piensa en ello —continuó, su tono volviendo a la normalidad.

Se puso de pie rápidamente y procedió a buscar en el bolsillo de su abrigo. El hombre frunció los labios mientras colocaba con cautela una tarjeta blanca simple en su lado de la mesa.

—Llámame directamente una vez que te hayas decidido —dijo—. Tengo que irme. Siéntete libre de tomar una bebida antes de irte, sin cargo.

Así, el enigma que era Edward Cullen desapareció de su vida una vez más.

~DF~

Bella se quedó acostada en el colchón hasta pasada la medianoche, con los dedos todavía agarrando la pequeña tarjeta que él le había dado esa misma tarde. Levantó la tarjeta y volvió a leer las palabras.

Edward Anthony M. Cullen

Director de Propiedades y Terrenos Bluewave

No tenía ni idea.

Su mente seguía dándole vueltas a esa conversación. Si él era el director, ¿por qué demonios había sido él quien la había entrevistado para un mísero puesto de bartender? Estaba segura de que tenía gente a su cargo para gestionar sus diversas propiedades. Aún más desconcertante era su última petición...

Llámame directamente cuando te hayas decidido.

Sus pensamientos se vieron interrumpidos de repente por el sonido de su teléfono zumbando entre las sábanas a su lado. Respiró hondo al leer el identificador de llamadas.

—¿Hola?

Hola —saludó Jasper suavemente, con voz insegura y ligeramente melancólica—. Veo que sigues con insomnio. Solo quería ver cómo estabas.

Bella se sentó y se masajeó la frente.

—Sabes que ya no estás obligado a llamar, ¿verdad? Hemos terminado.

Lo escuchó suspirar profundamente.

Lo sé. No puedo evitarlo. Seis años…

—Es un acuerdo mutuo —le recordó Bella. A pesar de todo, sintió que una sonrisa melancólica se formaba en sus labios mientras decía—: Me sigues importando.

Su corazón se retorció ligeramente ante el sonido de su risa sin humor.

Dios, Bella… ¿Por qué tuviste que dejar el estado?

—Sabes por qué.

Lo sé, pero sólo deseo… —suspiró exasperado—. No me malinterpretes, lamento mucho lo que le pasó a tu padre.

Intentó no hacer una mueca de dolor, pero fracasó miserablemente.

Pero, ¿cómo puedo estar ahí para ti cuando simplemente empacas y te vas de la nada? —dijo Jasper. —Sé que estás sufriendo. Pero yo también. Sólo… desearía que no me pusieras en esta posición. Desearía que me hubieras dado más tiempo para seguirte.

Bella no podía pasar por esto otra vez. Soltó un suspiro brusco y dijo: «Es lo que es, Jas. Necesito empezar de cero. Estoy... realmente harta de Arizona».

Una larga pausa.

—¿Y por qué la costa este otra vez?

Bella se deslizó hasta que presionó su espalda contra la cabecera.

—No hay recuerdos. Él nunca estuvo aquí. Y ciertamente no murió aquí.

Jasper suspiró de nuevo.

Sin pensar, tomó la tarjeta de nuevo sobre la sábana, sus ojos releyendo su nombre.

—Oye.

—¿?

—¿Te acuerdas de Edward Cullen?

Otra larga pausa.

Eh, ¿Edward de la secundaria?

—Sí. —Ella frunció los labios—. Debes recordar esa fiesta. El juego donde nos conocimos por primera vez.

Hubo un ligero crujido del extremo de la línea de Jasper, que sonaba como si estuviera ajustando su posición en su asiento o su cama.

Cierto. Sí. Te hice besarlo. Eso es... Bueno, se sintió como una buena idea en ese momento.

—Fue mi primer beso —reveló Bella, riéndose.

Maldita sea —dijo Jasper, riéndose junto con ella—. No puedo creer que lo haya dejado pasar.

Se rieron un rato mientras hablaban de esa noche, recordando el dulce e inocente recuerdo. Había pasado casi una eternidad. Cuando todo era simple.

Finalmente, Bella decidió volver a la realidad.

—Lo vi hoy —dijo finalmente.

Yo... ¿Qué?

—Tuve una entrevista temprano —explicó—. Quiero decir, no es como si... él me hubiera dejado una fortuna. Decidí que quería probar algo diferente esta vez. Ser bartender.

Ser bartender. —El tono de Jasper era extraño.

—Las propinas son geniales —Bella se encogió de hombros—. De todos modos, ¿adivina quién me entrevistó?

¿Cullen? ¿Qué...? No me digas que realmente estás considerando esto.

Frunció el ceño.

—¿Qué quieres decir?

Cíñete al periodismo —insistió él—. Eres buena en eso.

—Como dije, quiero probar algo diferente —repitió Bella, sintiéndose molesta ahora—. Estoy harta de escribir por ahora. Desde eso... tengo un bloqueo de escritor. Necesito algo simple. Y era buena en esto, si recuerdas.

Bueno, ya no estás en la universidad. Deja de jugar, Bella.

No pudo evitarlo más.

—No me digas qué hacer. No eres... No tengo que decirte por qué.

Bella lo escuchó respirar entrecortadamente en la línea.

El tipo es un bicho raro. —dijo después de unos segundos.

Ella arqueó una ceja ante eso.

¿Qué? ¿No eras amigo de él?

Era la secundaria, Bella. Las chicas lo amaban. Por supuesto que tuvimos que acogerlo. —Jasper se quedó en silencio nuevamente por un momento—. Conocí a los padres del tipo. Son... No sé de qué otra manera describirlos, excepto que son muy turbios.

¿Qué?

Por mucho que Edward intentara ocultarlo, son ricos. Muy sospechosamente. Mi primera suposición fueron drogas. Alice pensó que eran armas. Intentamos sacarle la información, pero no cedió. ¿Y de repente se fue de la ciudad sin previo aviso? —Jasper se rió entre dientes oscuramente—. Como dije, turbio.

—Ya… veo. —Bella ya tenía una pista de eso, especialmente después de que hizo una pequeña investigación sobre Bluewave antes de aplicar. El club de striptease era grandioso y elegante, pero algunos de sus clientes habituales parecían todo menos respetables. También había grandes salas privadas con mesas de póquer e incluso mesas de conferencias, lo que era innecesario si el lugar solo era un escenario para bailes eróticos. Estaba segura de que este era el punto de acceso para reuniones ilícitas y clandestinas.

El propietario básicamente lo confirmó. Nuestros patrocinadores apreciarían mucho que alguien hiciera avanzar nuestros… acuerdos discretos.

Eso debería haberla asustado. Esa habría sido una reacción normal. Pero en cambio, el misterioso club sólo despertó aún más su interés, y por primera vez desde la muerte de su padre, se sintió muy viva y despierta.

¿Y bien? —la voz de Jasper la sacó de su ensoñación—. ¿Aceptaste el trabajo?

—No. —Entonces, decidió admitir—. Todavía no.

Cielos... —Él sonaba más frustrado a cada segundo—. Bella, te lo juro... ¿Qué hará falta? Porque iré allí si es necesario. Te arrastraré de vuelta a casa...

—Detente —lo interrumpió Bella—. Esta... es mi vida, Jasper. Se acabó. Ya no tienes obligación de hacer esto.

Por favor —dijo Jasper, su tono ahora más suave—. Estoy muy preocupado por ti.

—No tienes obligación —repitió Bella con frialdad—. Por favor, deja de llamar.

Colgó entonces, recostándose de nuevo en su posición original en la cama. Una vez más, sus dedos vagaron hacia la tarjeta.

—A la mierda —murmuró para sí misma antes de decidirse a enviar un mensaje de texto.

~DF~

Tanya debió haber hecho algo mal porque el hombre en el diván de repente comenzó a reír, justo cuando ella había terminado su baile privado.

Se giró para mirarlo, preparándose mentalmente para un sermoneo, cuando se dio cuenta de que ni siquiera la estaba mirando. Había apoyado las piernas en el diván y estaba mirando su teléfono, con un humor poco común brillando en sus ojos verdes, generalmente fríos.

—¿Algo gracioso? —decidió preguntar, recogiendo su sujetador de encaje del suelo y poniéndoselo de nuevo.

Edward simplemente se rió entre dientes de nuevo, sacudiendo la cabeza mientras sus ojos observaban la pantalla.

—Oh, sí. Esto... va a ser interesante.

—¿De qué estás hablando? —En este punto, Tanya hizo un gesto para sentarse en el sofá con él.

Edward levantó las piernas y la dejó sentarse, deslizándose hacia atrás y colocando los pies en el suelo, antes de volver a levantarlos para descansarlos sobre su regazo desnudo.

—Tengo una sorpresa para ti.

Él apoyó un brazo detrás de su espalda para sentarse, con la otra mano sostenía su teléfono hacia ella. Tanya entrecerró los ojos mientras revisaba la pantalla. Él había abierto una foto de una chica. Una morena bonita y delgada con una sonrisa amable. Parecía un poco joven a primera vista, pero sus ojos castaños oscuros delataban su verdadera edad.

—Hmm.

—¿Y bien?

—¿En qué basura has encontrado a esta? —preguntó Tanya con curiosidad, tomando el teléfono para mirarla más de cerca—. Parece…

—Un cordero —terminó Edward por ella, riéndose de nuevo mientras se reclinaba en su asiento—. También le dije eso.

—¿Por qué la elegiste entonces? —preguntó ella, devolviéndole el teléfono—. No parece tener el estómago para manejar las cosas alrededor de Bluewave.

—Estoy siguiendo una corazonada —Se encogió de hombros—. Dijo que antes era una chica de barra.

Tanya resopló.

—Como si eso fuera algo parecido.

—Sí, le falta toda la experiencia convencional —admitió Edward—. Pero tengo un buen presentimiento sobre esta. Ella… dijo algunas cosas.

Ella arqueó una ceja, esperando.

—Es muy consciente de sí misma —continuó—. Sabe cómo usar una extraña y recatada farsa para conseguir lo que quiere. Claro, puede que antes solo la haya usado para buscar consejos y escribir artículos, pero tengo curiosidad por saber cuánto podría conseguir de verdad. Con el, eh, entrenamiento adecuado.

Se estiró para tomar las manos de Tanya entre las suyas.

—Ahí es donde entras tú, cariño. —Su voz se había vuelto empalagosamente dulce.

—Como si pudiera decir que no —dijo, poniendo los ojos en blanco—. Bueno, digamos que lo logra. ¿Qué tipo de clientes querrías que manejara?

La expresión de Edward de repente se volvió fría. Esto era más familiar, al menos. Soltó las manos de Tanya y se sentó, de cara al poste frente a ellos. Sus labios temblaron ligeramente, como si estuviera luchando por encontrar sus palabras.

—Nada pesado —decidió decir—. Lo más ligero que puede haber.

Tanya resopló entonces.

—Pensé que estabas emocionado por usarla. Tal vez con los clientes de las tres a.m.

—Dije nada pesado —la interrumpió enojado.

—Oh, está bien —dijo Tanya lentamente, deslizándose hasta que sus codos tocaron los de él—. ¿Es una nueva favorita entonces?

—La conozco —admitió sombríamente, todavía mirando fijamente al frente—. La conocí antes. Cuando éramos jóvenes. Ella era... encantadora. E inocente.

—Aparentemente ya no tanto, o no habría aplicado.

—Supongo que no. —Sus cejas estaban fruncidas ahora.

Tanya frunció los labios, antes de levantarse lentamente hasta que estuvo a unos pocos pasos de él. Evaluó su reacción mientras levantaba sus manos de su regazo y las colocaba en su cintura. Sorprendentemente, él no se apartó.

—Sabes que no puedo tocarte —dijo simplemente, todavía sin mirarla—. Ni quiero hacerlo.

—Sólo quiero hacerte sentir mejor —susurró Tanya, trazando un dedo sobre su afilada mandíbula—. Estabas de tan buen humor, pensando en ella. Y no tienes que tocarme.

Se inclinó entonces, su rostro a centímetros del de él, y extendió la mano hacia la hebilla de sus pantalones. Él la miró a los ojos con una expresión indescifrable; ella todavía estaba asombrada de que la dejara desvestirlo de esa manera. Esta nueva chica debía ser algo.

Tan pronto como bajó sus pantalones, Tanya dio varios pasos hacia atrás, sonriendo levemente mientras observaba su miembro ya duro.

—Morena, ¿no? —aclaró, dándose la vuelta por un momento hacia el vestidor en la pared opuesta. Escogió la peluca más cercana que pudo encontrar y se la puso fácilmente. Después de un momento, decidió elegir también una media máscara de disfraz blanca.

Se dirigió hacia el centro de la habitación tan pronto como estuvo lista. Edward ya se estaba acariciando lánguidamente mientras sus escrutadores ojos verdes la observaban. Ahora estaban oscuros, inmersos en su fantasía.

—¿Canción? —preguntó ella, inclinando la cabeza.

Lovers Rock —sugirió de inmediato.

Cielos, esto va a ser difícil. De todos modos, Tanya le siguió la corriente y puso la canción del estéreo en la mesa. Le tomó varios segundos sumergirse en el ritmo lento, internalizando las descripciones que Edward le había dado. Cordero. Encantadora. Inocente.

Envolvió una mano alrededor del poste y comenzó a bailar.


¡Nueva historia! Como ya les comenté en el grupo, es un poco más oscura de lo que normalmente traduzco, así que están advertidas. Se mencionará drogas, prostitución y suicidio. Tiene 26 capítulos y final feliz :)

¡Espero que les guste y me acompañen en una mueva historia!

Besos,

Pali