Caballeros del Zodiaco:
Guardianes del Universo.
(Saint Seiya: Guardians)

Episodio 0: El Camino Hacia la Guerra Santa

Capítulo 0.4: HADES.

"Meteoros de Pegaso" Un eco resonó entre la profunda oscuridad, una estrella centelleante penetró las sombras con su luz, seguido de una poderosa espada de color oscuro que logró herir de muerte a aquella luz.
Dos heridas sangrantes, dos esencias hermanas una de luz y otra de oscuridad quienes estuvieron a punto de extinguirse una a la otra, pero vivieron.
Moribundas y frágiles pero vivieron, una apoyada sobre la otra…

Después de eso las palabras, los golpes o tan si quiera las emociones no fueron necesarias.
Tan solo el tiempo y el susurro de ambas dándose consuelo mutuamente mientras sanaban y se regeneraban, únicamente para volverse a asesinar mutuamente en el futuro que vendría.

200 Años antes…

El Señor del inframundo abrió sus ojos, nuevamente en su cuerpo, en su cuerpo original… Al lado un dragón divino y al otro el señor de la muerte.
Dos sirvientes y un amo moribundo.
Dos fieles perros y un dueño herido y débil. Nuevamente en el mundo de la muerte, el señor Hades miró a su alrededor solo para ver su reino, un apocalipsis dentro de otro apocalipsis. Este ya no era su reino era un abismo de desesperación, ruinas y almas perdidas.

― ¿Este… es mi reino? ―El dios del Inframundo interrogó a sus súbditos, quienes lo guiaban por las ruinas de lo que había sido el reino de las tinieblas, la muerte después de la muerte, allí sombras se revelaban ante él como sus fieles espectros, solo había un puñado de ellos… no reconocía ninguno de sus rostros, podía asumir que sus antiguos espectros habían sido convertidos en menos que residuos de vacío y alma.

Sin el poder necesario para adoptar una de las 108 Sapuris, por lo que ellos eran un grupo de almas tan oscuras y corrompidas quienes habían sido reclutadas por los súbditos que le habían advertido sobre el advenimiento de su propia muerte.

―Lo es… la batalla contra Athena causó que el inframundo se vea de esta forma tan deplorable. ―Radamanthys respondió admirando el reino de Hades, el cual aún se encontraba justo como cuando había despertado de su sueño eterno.

―Aunque las razones del porqué escapan a mi entendimiento… aunque puedo asumir que fue gracias a la herida que le proporcionó Athena al atravesarlo con su báculo en el pecho. ―Thanatos explicó señalando al pecho del dios del Inframundo, quien a su vez solo podía ver la profunda marca que se le había hecho momentos atrás.

―Athena logró dañar mi alma… cosa que hizo que todo mi reino se desmoronará ante mis pies incluido los campos elíseos… fue un pequeño sacrificio, para poder sobrevivir al ataque de Atenea y de sus caballeros…―Les respondió a sus espectros avanzando lentamente hacia las escaleras de su catedral, la misma donde los caballeros dorados habían sacrificado sus doce almas doradas para entregarle la victoria a Athena y a los santos de Bronce.
―Gracias a su ayuda, mi cuerpo no fue destruido, pero para haber mantenido el inframundo en una sola pieza tuve que utilizar el poder del Dunamis e imbuirlo en mi espada… lo demás fue gracias a ustedes, lo que me recuerda…― Fue entonces que el dios del inframundo miró hacia el dragón divino, quien estaba preparado para dar otro salto temporal cuando su señor diera la orden.
―Radamanthys… recupera mi espada del cuerpo del caballero Pegaso, debe seguir en el pasado, aún debe seguir vivo…

―Entonces… eso fue lo que mantuvo el inframundo aún de pie…―Murmuró el guerrero rubio que portaba el Soma del Leviathan. ―Pero señor Hades ¿cómo sabe que él sigue con vida? La herida que le proporcionó fue una herida mortal, nadie podría ser capaz de sobrevivir al ataque de un dios.

―Por qué… conozco a ese guerrero, es demasiado obstinado como para morir…― Respondió siendo llevado por Thanatos hasta su trono de regreso a Giudecca.
―Además, mi espada espectral logró mantener mi reino gracias a que todo este tiempo absorbió el cosmos de ese caballero bajo mi ausencia, utilicé todos los recursos que me otorgaron para aún si eso significaba no poder eliminar a mi enemigo por completo.

―Entiendo… iré a recuperar su espada mi señor…―Respondió el Leviathan comenzando a caminar lejos de su señor, justo en el momento que un portal se abría frente a él para llevarlo al punto exacto donde recuperaría el arma de su señor.
―Y tomaré la vida de ese hombre para vengarlo… mi señor… ―Murmuró aunque antes de entrar al portal, la voz de Cronos se hizo presente dentro de su mente.

Radamanthys, Te Prohíbo Matar Al Pegaso…―Dijo la voz del titán del Tiempo desde el portal espacio temporal, obligándolo a alzar sus ojos hacia el mismo confundido por la orden de su nuevo amo.

―¿¡Que!? ¿Porqué? ―Interrogó sorprendido como furioso, ¿por qué no podía asesinar al hombre que ocasionó la caída del reino del señor Hades? Él era la razón por la que habían perdido la guerra santa y por la que el destino de su amo había sido morir a manos de Athena.

Aunque Sean Enemigos, Él Es Necesario Para Mis Planes… Él Junto A La Mujer A Quien Le Di La Armadura Maldita. ―Al decir eso el Dragón divino bajó la mirada con incredulidad, por qué ellos eran necesarios para Cronos, ¿dos humanos enemigos siendo parte de los planes del Titán del Tiempo? ¿Qué clase de broma era esa? Pero conociendo a su nuevo Señor… lo que sea que estuviera planeando debía ser grande.
Es Menester Que El Pegaso Viva… Su Descendencia Nos Servirá, A Mí Y A Mi Plan… Si Lo Matas, Tendrás Un Destino Peor Que Él, Mucho Peor Que La Muerte.

―Entiendo… lo haré, señor Cronos. ―Finalizó el antiguo espectro caminando hacia el portal, el cual se cerró al momento de entrar al mismo.

Después de que Radamanthys desapareció por las puertas del tiempo Thanatos ayudó al rey del inframundo a llegar a su trono, al lado de las sombras que había reclutado del inframundo, había varios rostros nuevos entre sus filas, todos lo veían con temor y admiración.
Por primera vez en sus vidas podían ver al dios del inframundo, quien herido caminaba entre ellos, aunque se veía debilitado podían sentir un enorme poder fluyendo de él, mucho más grande y poderoso de lo que ellos podían anhelar.

―¿Quiénes son? ― Interrogó el dios del Inframundo examinando a todos y cada uno de sus nuevos espectros, aunque entre sus filas faltaban algunos, sino que la mayoría, entre ellos sus tres jueces del inframundo.

―Son solo almas obscuras que logré recolectar en este tiempo, algunas se han unido a nuestra causa por voluntad propia mientras que otras, bueno…―Fue entonces que bajó la mirada hacia una de ellas, era una mujer de cabello oscuro con una enorme cicatriz que iba desde su mejilla derecha cruzando por su puente nasal hasta llegar a la mejilla izquierda.
―Ya estaban aquí, esperando el momento a ser convocadas para luchar por usted, entenderá que me tomé la molestia de elegirlos cuidadosamente, no queremos que haya insurrecciones entre nuestras filas.

―No… no queremos eso…―Respondió Hades para volver a interrogar a su consejero de guerra. ―¿Dónde están mis generales? Mis espectros más leales, ¿donde se encuentran?

―Bueno, desde que Radamanthys se unió a Cronos ya no quedan ningúno―Le decía ayudándolo a sentarse sobre el trono destrozado de la catedral de Giudecca, para que allí pudiera descansar.
―El cuerpo de Minos fue despedazado, no pudimos recuperar nada de él… y el cuerpo de Aiacos estaba tan desgastado que su alma terminó extraviándose en el inframundo, aunque la encontráramos lo más probable es que se encuentre en el mismo estado que su cuerpo. ―Explicó el Dios de la muerte, obligando a Hades a suspirar cansado, sería una tarea difícil encontrar a nuevos súbditos que sirvieran a él y a su causa.
―Lo único que no me explico es: ¿cómo es que Radamanthys sobrevivió durante tanto tiempo?

―Eso es algo que yo tampoco puedo explicarme. ―Murmuró Hades a la espera de su antiguo dragón Divino, para que le entregará su espada. ― Lo bueno de los humanos es que son Desechables… lo malo es que habrá que buscar a aquellos que sean dignos del poder de las Sapuri del Wyvern, Garuda y Grifón…

―De eso intente no preocuparse mi señor… ya nos encargaremos nosotros. ―Respondió haciendo una pequeña reverencia, pero al instante, Hades miró a su antiguo consejero arqueando una ceja, Radamanthys al igual que él ya no pertenecían a su ejército, pertenecían al ejercito de Cronos, por lo tanto su único consejero vivo estaba del lado de su padre.

―¿Y qué ocurrirá contigo Thanatos? ¿Quién me apoyará en la siguiente guerra santa contra Athena si ni tú ni tu hermano ya no están de mi lado?

―Tranquilo mi señor, ya pensé en todo…―Comentó llamando a él a dos sirvientes suyos, dos niños cubiertos por capuchas quienes se postraron ante él, sometidos ante su voluntad.
―Estos dos son le servirán muy bien a su propósito mi señor, ambos han perdido todo y buscan vengarse de la humanidad. ―aclaraba levantando las capuchas de sus pequeños rostros. Aquellos dos se trataban de una niña de Cabello albino, tan pálido como la nieve, ojos azules, y piel blanca.
Mientras que el muchachito era un jovencito de tenía cabello azulado oscuro, ojos que parecían estar hecho de la plata más pura, y piel pálida.
Ambos alzaron sus ojos hacia el rey Hades quien los veía con interés.
―Vamos, preséntense ante su nuevo amo pequeñas almas desgraciadas.

―Mi… mi nombre es A-Amanda…

―Y Mi nombre es Andrew…

Hades al ver a ambos niños arqueó una ceja, estos no parecían poderosos guerreros, más bien un par de jovencitos que habían pasado por las peores situaciones que vida mortal podía experimentar, Hades se recargó sobre su trono para verlos mejor…
El rostro de ambos estaba manchado de tierra, podía notarlo así como podía notar que en sus miradas existía un profundo miedo, estos dos habían visto cosas realmente horribles.

― Y dime ¿cómo es que estos dos… actuarán como mis consejeros? aquí no veo dioses, solo dos almas en pena que no encontrarán en la muerte lo que buscaron desesperadamente en la vida. ―Le decía Hades relajándose en su trono, recargando su cabeza sobre su mano derecha.

―Sé que no lo parecen, pero créame señor hades, sus corazones supuran odio… y sus frágiles mentes infantiles han visto los peores horrores que la humanidad pueda experimentar, serán siervos fieles y leales a su causa. Perfectos recipientes para maquinar una enorme venganza contra la raza humana. ― Dijo dándoles un pequeño empujón a los pequeños, quienes sentían un enorme miedo hacia el rey del inframundo, pero al instante Hades pudo ver en esos ojos que antes reflejaban la desesperación, un odio tan puro que quemaba sus pequeñas almas.

―Lo-los hu-humanos… nos arre-arrebataron to-todo, los… ma-ma-malditos humanos des-de-destruyeron nu-nuestro hogar, a nuestras fam-familias, n-nos es-esclavizaron, nos ve-vendieron como ga-ganado…―Decía la pequeña de cabello albino expresando todo el rencor que sentía en su corazón. ―Ellos me-merecen ser des-destruídos… ¡ellos merecen ser exterminados por todo lo que nos hicieron!

―Los vamos a asesinar… a todos, para que sufran lo mismo que ellos nos hicieron pasar, queremos venganza sobre ellos, los humanos deben perderlo todo al igual que lo hicieron con nosotros, destruyeron nuestras vidas… nosotros le haremos lo mismo a cada ser viviente en este mundo, para que experimenten el dolor que nosotros sentimos. ―El muchachito agregó mirando con devoción al dios del Inframundo, su expresión de ira y rencor contra su propia especie.
―No sentimos ningún a pego por la misma, así que haremos lo necesario para destruirlos a todos…

Hades nuevamente cambió su postura esta vez, mostrando autentico interés sobre esos dos niños, jóvenes con mentes completamente manipulables, tardarían en crecer, en aprender tácticas de guerra avanzadas, pero si los guiaba, serían igual de peligrosos que Hypnos o Thanatos
―Tenían mi curiosidad… ahora tienen mi atención… los tomaré en cuenta Thanatos, pero primero, deben aprender un par de cosas para que pueda considerarlos mis siguientes consejeros. ―Hades recalcó esas últimas palabras fijando su mirada en Thanatos, quien asintió con la cabeza.

―Entendido, los prepararé para que sean reemplazos adecuados a sus exigencias señor Hades, así serán merecedores de ser los siguientes dioses del sueño y la muerte. ―Anunció haciendo un gesto con su mano para que ambos se levantaran y lo siguieran fuera de la gran cámara de Giudecca.

―Solo tengo una pregunta… que sucedió con Hypnos? ―Al finalizar su pregunta el dios de la muerte miró hacia sus espaldas.

―No lo sé mi señor… Cuando desperté, busqué el cuerpo de Hypnos entre las ruinas de los campos Elíseos, pero jamás lo encontré, aunque aún sigo sintiendo su esencia no está muerto, pero… no puedo encontrarlo por ningún lado. ―Después de decir esto Thanatos se retiró caminando hacia las enormes puertas del templo, las cuales se abrieron ante él y los niños …

―¿Y pandora…?―Antes de que el dios de la muerte saliera Hades hizo una pregunta que le heló la sangre, miró a sus espaldas, hacia la dirección donde se encontraba su rey.

No podía decirle que él había sido el responsable de la muerte de su anterior sirviente. Aunque fuese una traidora… Hades aún necesitaba de ella y de su alma, por la misma razón sonrió recordando el plan que Cronos había trazado para ellos.
―No se preocupe mi señor… El Señor Cronos nos dará justamente lo que necesitamos… usted descanse… por ahora ya no hay nada más de que preocuparse. ―Simplemente dijo avanzando lentamente hasta que las puertas de la catedral se cerraron detrás de él.

Hades finalmente quedó solo, reflexionando cada una de sus derrotas, cada uno de los fracasos que había tenido que enfrentar al luchar contra Athena como a sus caballeros, en cada época que había luchado contra ella los caballeros habían encontrado una forma de igualar y hasta superar a su ejército e incluso a él mismo… Debía empezar a pelear con más fuerza y determinación.

En ese tiempo en el que debía enfocar todo su poder en recuperarse de las heridas ocasionadas por Athena planearía cada nueva estrategia con detenimiento, reclutar almas poderosas que hayan sufrido en vida y que en la muerte le sirvieran sin oponerse a su voluntad.
Aunque… las figuras más prominentes que podía pensar en ese momento eran los santos de Athena… si tan solo pudiera poner sus manos sobre esos guerreros invencibles, sería capaz de definir la guerra santa en torno a él y a su plan.

Pensar en las posibilidades lo hacían precipitarse a conclusiones apresuradas y o desesperadas. Esta vez aprovecharía los 200 años antes de su siguiente batalla contra Athena para planear cada ataque, cada contramedida, cada ataque y cada punto de inflexión que tuviera a la mano para ganar más ventaja y terreno en la guerra.
Si Athena tenía un ejército dispuesto a sacrificarlo todo por la victoria él también lo tendría, un ejército poderoso e inmortal, la próxima ocasión se encargaría de que esas almas doradas, de plata o bronce fueran destrozadas por todas las direcciones.
Para que al momento de atacar el santuario nadie ni nada pudiera detenerlo y así clamar la tan ansiada venganza que anheló desde la era del mito.

No fue hasta que las puertas de la enorme catedral se abrieron de par en par, dejando entrar a su antiguo dragón divino quien cargaba algo en su mano derecha con sumo cuidado., caminó hacia él cruzando el gran salón y subiendo las escaleras, una vez allí se arrodilló bajó la cabeza, alzando sus manos sujetando una pieza de metal que aún seguía imbuida con su divino poder.

―Aquí tiene su espada… mi señor…―Dijo el espectro de Wyvern rindiéndole homenaje a su amo.

Él sin dudarlo acarició el cuerpo de s la espada en manos de su antiguo súbdito, sintiendo una vez más el poder de su arma… Hades miró el arma entre sus manos, está aún poseía el Dunamis que le permitió a él y a su reino el sobrevivir al suspiro final que suponía la muerte.

Con eso en mente, tomó la empuñadura firme y recta, tan bella e imponente como la primera vez que la vio siendo forjada por Hefestos.
Una vez la tomó en sus manos, la tomó con ambas manos y con fuerza la clavó en el suelo, con ello el inframundo comenzó a retumbar una vez más, los paisajes de pesadilla comenzaron a moverse y a reformarse, uno detrás de otro.

El inframundo había sido dejado en ruinas, pero su reino tenía raíces fuertes lo cual lo permitiría reconstruir y reformar, cada prisión, cada valle, cada río y lago fueran de sangre o barro volverían a fluir, las almas volverían a sus respectivas cárceles, donde se les daría nuevamente su segunda muerte.
Desde el monte Yomotsu todas las almas que estuvieran vagando sin rumbo volverían a ser parte del ciclo eterno que significaba la muerte.

Tardarían muchos años, pero su venganza sería consumada el día que empezara nuevamente, la guerra que decidiría el destino de toda la humanidad.
Hades desde su trono utilizaría el poder que había impregnado en su espada para reconstruirse a sí mismo y a su reino desde su bastión de sombras..

Años atrás en el santuario…

El muchacho caminó hasta llegar a la gran cámara del patriarca y no se detuvo hasta llegar a la cima del santuario, allí una persona lo había estado esperando por mucho tiempo. Al desviar sus ojos Saori Kido se encontró por primera vez con una persona muy especial para ella.
Recordaba los días que había pasado con él en este bello jardín al lado de la cámara del patriarca, tan solo era un bebé en esos tiempos, ahora lo veía y ya no veía a un bebé.

Koga ya era un hombre, pero a los ojos de Saori era el mismo bebé que había salvado durante la batalla contra Marte.
La diosa Athena se acercó al muchacho, quien estuvo a punto de decirle algo, hasta que ella abrió sus brazos de par en par abrazándolo con fuerza, Koga quedó confundido por unos instantes por el acercamiento de su diosa de forma tan repentina… Pero al instante le devolvió el abrazo a la mujer que lo había criado.

Ambos quedaron en silencio hasta el mero instante en que Koga se separó de Saori, quien solo pudo mirar a su muchacho con genuina alegría, su orgullo y su alegría, de nuevo a su lado donde jamás debió irse.

―Koga. ―Murmuró Saori admirando el cambio que su muchacho había hecho desde la última vez que lo vio, ese corte de cabello le quedaba muy bien, eso en conjunto a su nuevo estilo le daban una apariencia más relajada, vivas de un joven en plena flor de la vida.

―Señorita Saori, regresé… lamento haber tardado tanto, pero… yo necesitaba, quería…―No pudo seguir hablando cuando un dedo se posó sobre sus labios, él miró a su diosa sorprendido por dicha acción quien solo lo miró con genuina alegría.

―Los detalles no son importante Koga, me alegra que hayas regresado. ―Respondió volviendo a abrazar a su muchacho, por unos instantes él verdaderamente quería expresar todo el viaje que realizó, durante todo ese tiempo, todas las dudas miedos e inconformidades que sintió a lo largo del tiempo.

Pero estaba bien con esto… estaba bien con recibir el cariño de la figura materna que lo había adoptado, su vida la había dedicado a protegerla, a aprender como a luchar por y en nombre de ella. Y ahora que la tenía nuevamente frente a ella, las palabras no eran necesarias en ese momento, ya habría tiempo de hablar y expresar todo lo que el viaje de auto descubrimiento significó para Koga.
Por ahora ella quería disfrutar de este momento junto a su muchacho, él había regresadoy eso era todo lo que a Saori le importaba en estos momentos.

Después de un par de horas conversando, Koga y Saori miraban a la puesta de sol, enorme y gloriosa que se alzaba en el horizonte, durante el tiempo que ambos estuvieron juntos no se desperdició ni un solo segundo.
El joven caballero estaba feliz de poder regresar a sus orígenes como guerrero al lado de su diosa.
Y a la diosa de la guerra le era una verdadera dicha volver a hablar con el bebé que salvo aquella ocasión bajo el rugido de una violenta batalla contra un nuevo dios que quería reclamar el mundo para sí mismo.

Le hacía feliz escuchar sus aventuras, tanto las más afortunadas como las malaventuradas, le alegraba que en cada una de esas aventuras hubiera descubierto una nueva faceta de su vida, había pasado muchos años vagando sin rumbo por el mundo.
Y podía ver la alegría que todas esas aventuras le habían generado, habían cambiado su actitud a una más alegre.
Su mundo se había vuelto gris y lúgubre después de la muerte de Aria.

Aunque después de la batalla con Saturno su actitud había mejorado positivamente, lo cierto era que aún había una sombra oscura que no le permitía ser feliz completamente, todo a base de…. La muerte de su hermana; Aria. Saori siempre se arrepintió de no haber podido salvar a esa jovencita, desde rescatarla de las garras de Marte hasta de la injusta muerte que se le había dado…
Si hubiera sido más rápida o más fuerte, esos dos niños habrían tenido una vida felíz uno al lado del otro, pero lo hecho estaba hecho y las cosas no podían deshacerse, pero aquél viaje le había dado un nuevo enfoque, una nueva esperanza de regresar a aquella vida antes de la batalla de Marte o Pallas.

Se sentía verdaderamente feliz que ese viaje le hubiera ayudado a entender que las cosas que ocurrieron no fueron su culpa, las cosas que estaban fuera del control de un humano… o de un dios eran completamente imposibles de prever, por la misma razón no servía de nada afligirse por lo que no pudo hacer.
Solo seguir adelante con su vida y seguir haciendo lo posible por hacer de este mundo un lugar mejor, para que dos niños iguales a ellos jamás tuvieran que afrontar el mismo destino que Koga o Aria.
Para que esos niños jugaran y rieran sin temor a tener que enfrentar las mismas desdichas que él o ella, cuyos destino se habían plagado de oscuridad y cuyo desenlace había sido fatal, para que ahora este muchacho a quien le habían arrebatado todo ahora pudiera sonreír con la esperanza de un nuevo mañana.

―… Y bueno, ese fue todo mi viaje no fue algo muy grande o interesante, pero logré sacar de mi mente todo lo que me molestaba, además… Edén encontró aquello que tanto estaba buscando y yo también, por lo que puedo decir que toda esta aventura fue una buena experiencia que recordaré miles después, incluso antes del día de mi muerte. ―Koga finalizó sus palabras sonriendo levemente ante el atardecer, Saori quien había estado escuchando atentamente se alegró de que el muchacho hubiera encontrado aquella paz que tanto había buscado.

Una paz que parecía que solo en sus sueños encontraría.
―Me alegro mucho por ti Koga, veo que con todas estas experiencias has madurado mucho. Pero no pienses tan pronto en la muerte. ―Le decía obligando al muchacho a que mirara a Saori, quien no apartaba sus ojos celestes de su muchacho, y con solo ver su expresión podía sentir todo el orgullo que la diosa de la guerra sentía hacia él.
―Aunque el Mañana sea Incierto… Sé que Shun, Ikki y June estarán haciendo lo posible para salvar al mundo en aquella guerra que jamás conoceremos… ―Comentaba obligando a Koga a bajar su cabeza… le encantaría poder ser de ayuda en esa gran batalla contra un enemigo que jamás vería o enfrentaría… y quizá así era mejor.
―Pero para nosotros que estamos aquí y ahora debemos de vivir, sobre todo tú, vive el momento así cada día de tu vida como si fuera el último, ama a las personas a tu alrededor, cuídalas y disfruta el tiempo junto a ellas, haz que cada día cuente pero sobre todo… sea lo que sea que hagas de ahora en adelante hazlo para y por ti.

La mirada de asombro de Koga poco a poco se relajó, hasta ser una sonrisa discreta.
―Sí, lo haré ma-ma… di-digo señorita Saori, lo haré señorita Saori. ―Trató de corregirse apenado antes de decirle a su diosa como en realidad la veía.

Esto sorprendió enormemente a la diosa Athena, pero en lugar de recriminarle río levemente, para acto seguido mirarlo con ternura.
―No te preocupes Koga… está bien si quieres decirme mamá, de cualquier forma nuestro lazo va más allá de una diosa y su caballero, o un guerrero y su ama, yo te crie, te vi crecer e incluso te he visto madurar convirtiéndote día a día en un gran hombre. ―Comentaba tomando la cabeza del muchacho entre sus manos acariciando levemente sus mejillas.
―Como Athena, mi deber es amar y proteger a todos mis caballeros, sin tener preferencias… pero como mujer me enorgullece poder llamarte a ti mi hijo…― Al decir eso Koga sonrió, no esperaba que ella lo aceptara como tal pero.. después de su travesía estaba más que listo para ver que más sorpresas le esperaban en el camino.
―Es curioso, en la era del mito Athena también tuvo un hijo, al ser una diosa virgen jamás logró concebir a uno pero sí adoptarlo, tú me recuerdas a él… me recuerdas… a mi querido Erictonio.

―Gracias… mamá…―Una vez más Koga encontró el consuelo entre los brazos de Athena, madre e hijo guardaron un minuto de silencio ante la cercanía que ambos habían adoptado después de tanto tiempo separados. Koga entonces se separó de Atenea riendo levemente.
―Je jeh oh rayos, con tantas cosas que necesitaba decirte se me olvidó que debía avisar a mis amigos que ya había regresado. ¿Me pregunto cómo reaccionarán los muchachos cuando vean que he regresado? Y bueno… tengo muchas ganas de hablar con alguien en especial…

―Estoy segura de que se alegrarán de verte, sobre todo Yuna. ―Al decir aquél nombre el muchacho rápidamente se sonrojó.

―Eh… qué, yo… yo no… pero ¿señorita Saori cómo es que usted sabe lo que yo…?

La diosa de la guerra río al ver al muchacho avergonzado, él jamás había sido bueno ocultando lo que sentía.
―Koga te conozco desde que eras un bebé, además soy Athena, mi deber es conocer cómo se sienten mis caballeros. ―El guerrero de Pegaso bajó levemente su rostro frente a las palabras de Athena.

―Y… ¿entonces no estas en contra? ―Interrogó el joven caballero alzando sus ojos nuevamente hacia ella.

― ¿Por qué debería de estarlo? los caballeros protegen el amor y la paz en la tierra es justo que entre los caballeros también exista ese amor, sino… Al final solo estaremos protegiendo un ideal basado en mentiras. ―Explicaba Saori tranquilamente hacia el joven guerrero de Pegaso, quien todo ese tiempo creyó que sería repudiado por lo que sentía en su corazón, todo lo contrario, aquella que representaba la divinidad en la tierra estaba feliz sino que orgullosa de que su muchacho estuviera dispuesto a seguir descubriendo las maravillas que la vida tenía que ofrecer.
―Los humanos son capaces de amar y sentirse amados, prohibirles amarse entre ellos, sería prohibirles ser humanos. Por esa razón me alegra que tu desees amar con toda tu alma.

―Gracias… señorita Saori…―Respondió Koga finalmente levantándose del pasto, para regresar por donde había venido. ―Entonces será mejor que me apure, le mandaré a los muchachos sus saludos de mi parte. ―Añadió ofreciéndole su mano a su diosa, quien la aceptó gustosa levantándose al lado de su muchacho con ayuda de su cetro dorado.

―Por favor, si serías tan amable Koga. ―Pidió gentilmente mientras su muchacho caminaba lejos de ella lentamente, sacudiendo su mano de un lado al otro despidiéndose de la señorita Saori.

―Nos vemos… mamá. ―Dijo simplemente retomando su camino de vuelta a Palestra, junto a la gente que lo había estado esperando por tanto tiempo.

Mientras caminaba sentía como el peso de sus hombros se aligeraba, estaba feliz por haber regresado a donde pertenecía, en el lugar que le correspondía.

La diosa Athena solo veía a su hijo partir hacia su brillante futuro con orgullo, en todos sus años de ser la diosa de los caballeros, jamás se había sentido tan feliz por qué uno de sus guerreros eligiera su propio camino finalmente. Estaba muy felíz de que esta vida aunque cruel e injusta, le hubiera deparado tantas sorpresas como cosas buenas.
En el pasado muchas personas esperaban mucho de él, qué fuera el siguiente Seiya de Pegaso, Pero Koga no era Seiya, y jamás sería Seiya, Koga era su propio hombre, su propia persona y eso era lo correcto, no tenía que vivir siendo su sombra.
Ahora él podía vivir su propia vida de ahora en más, sin estar atado a los deseos de los demás, Saori cerró sus ojos complacida de que ese fuera el futuro que le deparará a su muchacho…

"Koga…" Saori abrió sus ojos sorprendida, por un momento creyó haber escuchado algo proveniente de su báculo, parecía la voz de una jovencita, pero era imposible que alguien además de ella y Koga hubiera estado allí con ellos, escuchándolos… a menos que… fuera su mismo cetro el que hubiera hablado.

No sonaba descabellado, pero jamás en su vida la había escuchó hablar… por lo que podía asumir que era el alma de Nike susurrándole, pero esta era la primera vez que su cetro le susurraba, pero lo que más llamaba su atención era que la primera palabra que había dicho había sido:
'Koga.'

Miles de preguntas venían a su mente en esos momentos, afortunadamente disponía de todo el tiempo del mundo para hacerlas y con suerte obtener una respuesta.

El Mañana…

―Lo recuerdas ¿verdad Ikki? ―Shun le preguntó a su hermano, el guerrero de cabello y ojos color azul marino miró a su hermano sorprendido de la pregunta, pero al instante devolvió sus ojos hacia la mesa frente a él, con el recipiente cristalino lleno de cerveza aún entre sus manos.

―Sí, lo recuerdo bien no se me olvida, es difícil hacerlo en realidad.―Respondió el caballero Fénix mirando al tarro en sus manos para después darle un enorme trago a su bebida.
―A veces me es difícil dormir en las noches al tratar de pensar en ello.

―Sí y está a punto de ocurrir nuevamente, la historia se vuelve a repetir frente a nuestros ojos. ―Decía el prospecto patriarca sujetando una bebida fría, a diferencia de su hermano no disfrutaba beber en lo absoluto, pero el vino le ayudaba a enfocarse, a aliviar un poco la carga sobre sus hombros.
―Si me hubieras dicho, que lo que pasó hace tantos años, contigo y conmigo se repetiría de esa forma ¿que me dirías?

―Jeh… ¿Que, ¿qué te habría dicho? Te habría dicho que perdiste la maldita cabeza y probablemente te habría golpeado por decir una cosa similar. ―Agregaba recargándose sobre el sillón del bar, suspirando pesadamente, mientras la cerveza restante caía de sus labios hasta la barba a medio crecer que se había dejado desde hace meses.
―Pero ahora… no lo sé, ya no me sorprende nada desde hace tantos años viviendo batalla tras batalla, guerra tras guerra y desgracia tras desgracia, lo único que me sorprende es que siga viviendo para ver esto con mis propios ojos.

―Si, supongo que ambos estamos vivos para ver que esta historia nuevamente se ha repetido. ―Mencionó Shun tomando nuevamente un sorbo de su bebida, eran de esas ocasiones donde le gustaba sentarse junto a su hermano, reflexionar y con una bebida que le quemara la garganta beberse los problemas que le arrojaban la vida.
―Que vida.

―Tú lo has dicho. ―Respondió Ikki suspirando pesadamente. ―Y bueno ¿cómo está June?

Shun entonces cambió su expresión a una más alegre, esperaba a que Ikki preguntara eso toda la noche.
―Jeh, esperaba a que lo preguntaras hermano. ―Murmuró llamando la atención del caballero Fénix, quien no pudo evitar mirar sorprendido a su hermano por esas palabras. ― ¿Qué, creíste que te había invitado a beber solo para hablar de eso? ―Le preguntó sacando su celular, mostrándole a su hermano una imagen holográfica de los análisis.

―Espera un momento… quieres decirme que ella-

―Sí, así es, June está embarazada, finalmente vamos a ser papás. ―Dijo alegremente a su hermano, quien sorprendido miró fijamente al holograma, los resultados de la fundación Kido habían dado como positivo a la prueba de embarazo, iban a tener un bebé y lo más probable era que sería una niña.

Ikki quedó consternado por unos instantes, pero al instante relajó su expresión y le sonrió a su hermano, verdaderamente feliz por la revelación que le había dado en esos instantes.

―Oye, eso está muy bien felicidades hermano. ―Le decía sonriendo genuinamente de alegría, Shun no esperaba que lo felicitara y que empezara a gritar a los cuatro vientos que iba a ser tío, ese no sería Ikki, pero que lo reconociera y felicitara ya era algo bueno.
―Sabía que lo lograrían, eventualmente.

―Sí, aunque aún estoy preocupado…―Dijo después de guardar su celular en los bolsillos de su pantalón. Para recargarse sobre la mesa del bar.
―Tengo miedo de que nuestra bebé nazca en este mundo… solo para que la guerra la afecte, quiero que viva una vida feliz, rodeada de gente que la aprecia y la ama, que tenga todo lo que yo no pude tener… que sea todo lo que yo no he podido ser. Pero con la responsabilidad de patriarca yo… no sé cómo va a ser eso posible, con el santuario, los caballeros y básicamente todo el universo dependiendo de mí, temo que termine abandonándola por esas responsabilidades. ―Mencionaba Shun suspirando fuertemente volviendo a beber de su vaso cristalino hasta acabarse toda su bebida.
―Pero lo que más temo… es que ella termine convirtiéndose en una Saintia o en una Amazona, me aterra pensarlo… que ella tenga que vivir lo mismo que tú y yo vivimos, y que sufra por eso.

―No digas eso, sé que serás un buen padre Shun el mejor padre que esa bebé pueda tener y lo sé porque de los dos tu siempre has sido el mejor hombre, el mejor ser humano. ―Ikki respondió tratando de darle consuelo a su querido hermano menor.
―Fuiste elegido por Athena para ser el siguiente patriarca, por eso sé que tú serás un gran padre, pues, eres mucho mejor persona de lo que yo jamás seré.

―No digas eso Ikki, estoy completamente seguro de que tú también serás un gran padre algún día…―Shun replicó tratando de hacerle saber la enorme admiración y confianza que le tenía a su hermano.

―Lo dudo mucho hermano…―Dijo simplemente después de beberse todo el contenido en su tarro de cerveza de una sola pasada. ― ¡Ahhh…! pero si te sirve de algo, quiero que sepas que voy mantener un ojo en June en todo momento mientras ya sabes, ocurre lo de tu bebé…

―Agradezco mucho eso hermano. ―Shun dijo alegremente mirando a su vaso de cristal entre sus manos, aún habían un par de cubitos de hielo que tardaban en deshacerse dentro.
―¿Sabes? Mi mayor alegría no es solo poder lograr el sueño de una familia con June… es que tú… estés a mi lado en estos momentos, que seas parte de nuestra familia…―Al decir eso lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas hasta el punto que tuvo que utilizar sus propias muñecas para limpiarlas.
―Esto es lo que siempre deseé, June, tú y yo… si el mundo se fuera a acabar mañana, no me importaría en lo absoluto, mientras ustedes dos se encuentren junto a mí. Gracias. ―Alzó su rostro hacia Ikki cerrando ambos ojos, dejando que las lágrimas fluyeran libremente hasta la mesa del bar.

Ikki sonreía genuinamente alegre por las palabras que su hermano le decía, ya fuera por el alcohol o por otra cosa, que los sentimientos se aflojaran de esta manera… era sano No solo para Ikki, sino también para Shun.
―Hey o te preocupes Shun, después de todo…― Entonces el caballero Fénix miró al fondo del tarro, para encontrarse nuevamente con su reflejo. ―¿Para eso están los hermanos…?―Se dijo arrugando un poco el rostro, no quería ser él quien arruinara las cosas para Shun, sobre todo por lo que él había hecho, el solo hecho de recordar su pecado más grave se daba nauseas a sí mismo…

―Lo sé. ―Shun entonces introdujo un pequeño chip en la terminal de la mesa para pagar la cuenta.
―Bueno será mejor que volvamos a casa, no queremos que June se enoje con nosotros por beber hasta tarde, ¿verdad? je jeh

―Hum, no para nada. ―Respondió Ikki levantándose de su asiento manteniéndose estable para aparentar que las cervezas que había estado tomando no le habían afectado en lo absoluto.
―¿Te puedes poner de pie?

―Jeh, eso creo…―Respondió apoyándose en Ikki para levantarse, el alcohol hacía estragos en su sistema motriz y nervioso apenas podía levantarse y moverse con normalidad. ―Vamos hermano, vamos a casa, a nuestro hogar junto a June, mi bebé y… ¡ugh! ―Shun se agarró la cabeza al sentir una punzada de dolor, imágenes súbitamente comenzaron a revelarse en su mente, el inframundo, los espectros… Hades, nuevamente estaba teniendo estas visiones del futuro que vendría a él y a los caballeros de Athena. Ikki miró esto sin cambiar su expresión tranquila.

― ¿Sigues teniendo esas pesadillas hermano? ―Le preguntó como si eso fuera lo más normal del mundo, mientras lo guiaba fuera del bar poco a poco.

―Sí…―Dijo Shun suspirando pesadamente, caminando al lado de Ikki de vuelta a su querido hogar. ―La guerra santa se acerca. ―Sentenció mientras las puertas automáticas se abrían para dejar que ambos hombres desaparecieran entre la oscuridad del ocaso.

Mientras tanto en el Santuario.

Harbinger esperaba pacientemente a que Athena descendiera hacia su estatua, habían estado esperando por meses y años, ya era el momento de que ella apareciera en la tierra, pero aún no llegaba… lo cual solo podía significar una sola cosa.

Athena descendería sí… pero no como estaba acostumbrada a hacerlo.
―Maestro Harbinger.―El patriarca miró a sus espaldas, encontrándose con Artorias, su caballero más leal.

Ya no le quedaba mucho tiempo, para su suerte Shun ya estaba preparado para adoptar el manto del patriarca incluso había tomado a un muchacho como aprendiz en ese tiempo desde que obtuvo la armadura de Virgo.
―Lo sé… Artorias. ―Respondió el patriarca solo para comenzar a toser violentamente, tanto el caballero dorado como las Saintias que se encontraban cerca fueron a ayudarlo y al mirar a su mano un enorme coagulo de sangre manchaba su palma.
―El tiempo se acaba, lamento tener que pedirte esto… mi viejo amigo, pero ya no me queda mucho tiempo en este mundo…―Fue entonces que giró su ojo directamente hacia él, quien estaba más que preparado para recibir una última orden de su viejo patriarca.
―Como mi última orden te pido, que busquen a Athena… sin importar dónde o cuando o en qué momento llegue debes prometerme que la encontrarán… y la pondrán a salvo.

―Lo haremos, no descansaremos hasta que Athena sea traída al santuario, junto a todos sus leales caballeros… tiene mi palabra maestra. ―Respondió Artorias jurando solemnemente ante el moribundo patriarca, quien miró a la estatua de Athena con anhelo.

―Esperaba verte una última vez… querida Athena, antes de que esta corta vida llegara a su final, pero todo indica… que nos reencontraremos en otra ocasión…―Murmuraba bajando su ojo hacia Artorias, quien triste solo podía ver a su maestro quien estaba a punto de ceder por la edad, la enfermedad y el cansancio.
―Llévenme a mis aposentos… quiero pasar mis últimos días al lado de mis fieles caballeros…―Al decir esto, Artorias junto a las Saintias a su alrededor comenzaron a llevar al viejo patriarca hacia su cámara, donde seguiría ejerciendo su manto como patriarca, hasta el día que Shun estuviera completamente listo para ejercer el título de patriarca.

Dos ejércitos ya se estaban preparando para la batalla, en poco tiempo las fuerzas del Inframundo y de Athena volverían a colisionar uno con otro, el terreno estaba listo, los guerreros de ambos bandos se estaban preparándose para luchar, mientras que una guerra estaba en curso otra estaba a punto de comenzar.

Con ella nuevos guerreros se preparaban para el conflicto más sangriento registrado en la historia del santuario como humana.

Y mientras eso ocurría Hades restauraba su reino … este lugar solía ser el hogar tanto de él como de sus fieles espectros, ahora en ruinas y olvidado durante años debía volver a reconstruirlo, esta vez para que cualquier cosa o ser que quiera entrar jamás pudiera salir.
Aunque todos sus esfuerzos estaban no solo en reconstruir su reino y su alma, también se encontraban en reconstruir lo más preciado para él, sus bellos campos elíseos.
Más que el inframundo ese lugar era su prioridad, alcanzando su lugar sagrado de reposo a través del agujero donde los caballeros dorados habían sacrificado todo para ganar.

Una vez que terminara con ello, restauraría todo lo demás, tenía el tiempo y los recursos para lograrlo, solo debía esperar y ver como todo lo que era suyo regresaba a su antigua gloría, pronto, muy pronto…

Y mientras tanto a lo lejos, Thanatos se deleitaba con todas las almas que entraban al Monte Yomotsu, de las cuales se alimentaba para otorgarle a su cuerpo más poder, mismo que cada una de ellas le condescendía convirtiendo aquellas almas en una esfera de cosmos, la cual lo hacía cada vez más y más fuerte al absorberlas en su cuerpo.

―La muerte de los humanos me hace cada vez más poderoso con cada día que pasa… sus almas como combustible me serán de utilidad para superar el poder de todos los dioses del olimpo, con Hades debilitado, aprovecharé esto para tomar más poder y así apoderarme del inframundo… y quizá algún día, alzarme como emperador de los cielos. ―Se decía sonriendo maniáticamente con su mano absorbiendo a cada uno de los espíritus que antes de que cayeran eran tomados por la mano del dios de la muerte.
―Y ustedes… me serán de utilidad para consumar ese plan. ―Mencionaba mirando a ambos niños quienes habían estado arrodillados ante él mirándolo tomar posesión de las almas del monte Yomotsu.
―Para eso tendrán pocos años para aprender todo lo que puedan de mí.―Ambos niños asintieron al unísono, el dios de la muerte se acercó a ellos y sonrió.
―Pero para hacer eso deberán ganarse la confianza del señor Hades, así que deberán olvidar sus nombres, de ahora en más ustedes serán: Somnium y Mortem.

―Como usted diga… Señor Thanatos…―Dijeron al mismo tiempo alzando sus cabezas, preparados para obedecer a las órdenes del dios de la muerte.

―Confíen en mí mis niños… y ustedes reinarán a mi lado, como dioses. ―Anunció Thanatos, listo para tomar acción.

Continuará en; Caballeros del Zodiaco: Guardianes del Universo.
(Saint Seiya: Guardians.)
Capítulo 12: Entrenamiento de combate.

Ω

La Actualidad…
16 de mayo del 2283
1:20 Am.

Seinma tomó un pequeño pedazo de papel entre sus manos, no parecía nada que hubiera visto antes, pero al verla lo supo… ese rostro lo había visto miles de veces en palestra, ese era el rostro de Seiya de Pegaso y con él todos los demás caballeros de bronce que habían salvado al universo en más de una ocasión.

Esa pequeña hoja de papel no era un holograma o un dibujo… sabía que era una foto pero jamás había visto una foto de este estilo, de esas había miles y millones desperdigadas en la cama de Seika junto con cartas, memorias, y libros de Seiya.
Allí podía verlas, poco a poco pudo comprender lo que su hermana le había estado diciendo durante horas.

―Espera… espera un momento, ¡espera un momento! ―Fue entonces que Seinma tomó una última foto donde Seiya se encontraba al lado de su hermana, ambos eran muy jóvenes, la foto estaba maltratada por el tiempo y el cambio de edades, pero eran ellos. Él jamás podría confundir a su propia hermana en ningún lugar posible.
―¿Quieres decirme que… tú…?

―Así es…―Respondió Seika firmemente hacia su pequeño hermano adoptivo, quien no podía creer lo que su hermana le había estado diciendo hasta que le mostró las fotos y todos los recuerdos del Héroe de Héroes, el hombre que le había heredado su armadura.
―Yo soy la hermana mayor de Seiya de Pegaso, yo viajé al futuro junto con Ikki y Shun hasta esta época… desparecí de la historia en 1989 y reaparecí en la tierra en el año del 2269 y desde hace casi veinte años he residido en este planeta…

Shira no pudo creer lo que había estado escuchando al espiar ambos hermanos, ¿Seika era la hermana de Seiya de Pegaso? ¿Qué estaba ocurriendo? ¿Como era esto posible?
¿Qué clase de poder había logrado que una mujer que había nacido hace cientos de años atrás ahora rebosara de juventud, buena salud y sobre todo que hubiera hecho una vida aquí en Nueva Florencia?

Pero para el Heredero del Pegaso dorado, era una señal del destino, el universo los había separado por los giros arbitrarios del destino, puede que hubiera perdido los recuerdos de su vida pasada. Pero los mismos regresaban a él en forma de sueños, de recuerdos perdidos en el tiempo.

Su mente eran diferentes al igual que su cuerpo, pero su alma era la misa a la de ese entonces, la reencarnación de Seiya, su sucesor… y su eco. Y que él hubiera terminado a su lado, solo podía significar una sola cosa
―Entonces… si eso es cierto…―Seinma miró a Seika felizmente. ―Tu… y yo…

"Estabamos destinados a reencontrarnos una vez más…"

El Episodio Zero aún no ha terminado.

Comme toujours, un sincère merci à ma disciple ShainaCobra pour ses conseils et commentaires concernant les Chevaliers des du Zodiaque Gardiens. Ils sont un énorme soutien pour moi et pour l'équipe de production qui se compose de 2 personnes et d'un mignon chaton nommé Pepe.
Pepe el Toro.

De nuevo, muchas gracias y nos veremos en el siguiente episodio.