Caballeros del Zodiaco:
Guardianes del Universo.
(Saint Seiya: Guardians)
Episodio 0: El Camino Hacia la Guerra Santa
Capítulo 0.6: Héroes del Futuro Pasado.
Koga suspiraba tranquilamente al mirar hacia el frente, encontrándose por primera vez en años la institución que lo había visto crecer y desarrollarse como caballero: Palestra.
Academia donde los jóvenes caballeros de Athena eran educados y guiados para ser los siguientes defensores tanto de la tierra como de la humanidad.
No era su hogar, pero se sentía… de regreso a casa, al lugar donde pertenecía.
Reconocía a palestra más, muchas cosas habían cambiado desde la última batalla ocurrida allí, sobre todo en el puente donde se conectaba la tierra hacia la academia, al lado se encontraba una estatua erigida en honor a diferentes hombres y mujeres: Genbu de Libra, Paradox de Géminis junto con algunos otros caballeros que lograron arrepentirse para luchar por Athena y por el mundo al final de sus vidas como lo fueron Micenas de Leo, o Sonia de Escorpio, así como cada uno de los valientes soldados que habían muerto en la última guerra santa contra Marte, Pallas y Saturno.
Tanto caballeros como civiles, sus nombres eran inmortalizados en la piedra que adornaba el puente que unía al cielo y la tierra.
Koga se acercó apreciando cada uno de los nombres, incluso pudo notar en nombre de Celeris de Equuleus al lado de Kitalpha.
Y Subaru… o al menos su forma humana porque su forma divina se había perdido en el universo, Koga no sentía sino un profundo respeto por todas estas personas que habían dado su vida por la diosa y el mundo que tanto amaban.
Sobre todo, aquellos que no pudo conocer profundamente o cuyos finales fueron abruptos, no juzgaba a ningúno, lo único que apreciaba y admiraba de ellos es que diesen sus vidas, por el futuro que jamás pudieron ver, pero que ahora él junto a sus compañeros podían ver claramente día con día.
Gracias a esas personas cuyas vidas habían sido sacrificadas, el mañana ya no era un sueño era una realidad.|
Koga siguió mirando el monumento a aquellas vidas, hasta finalmente encontrar el nombre que tanto había estado buscando, acariciándolo levemente con cierto cariño y añoranza, recordando esos días de juventud que parecían haber ocurrido hace tantos siglos, aunque solo pasaran un par de años.
Él acarició aquel nombre con sus dedos para sentir el grabado, como si de alguna forma pudiera sentir sus cálidas manos nuevamente, como si… pudiera sentir su cosmos tan gentil lleno de bondad una vez más. Posó sus dedos en sus labios para posar sus dedos sobre las letras que enmarcaban aquél nombre tan hermoso, cuya persona que solía ser dueña del mismo había ido mucho antes de su tiempo.
Hecho esto Koga se retiró, revelando así el nombre de su hermana: "Aria"
― Seiya tenía razón muchas cosas han cambiado. ―Murmuraba admirando la enorme entrada de la academia, con sus puertas abiertas de par en par. Y al admirarlas podía notar que el símbolo de Nike se encontraba tallado en ambas partes de la puerta, las instalaciones se veían… francamente más limpias, como si las hubieran renovado recientemente en los últimos días.
Incluso la estatua que resguardaba la entrada había sido pulida no hacía mucho tiempo, Koga al instante se tocó el pecho del lado de su corazón guerrero al ver frente a él a su diosa, la diosa que tanto quería y admiraba.
Antes no comprendía porqué los otros caballeros saludaban así a la estatua de la señorita Saori… Pero ahora podía comprenderlo perfectamente el corazón de él y de todos sus caballeros se encontraban a su lado, al lado de su diosa.
Ahora y en la hora de sus muertes pelearían por sus ideales, por sus creencias, hasta comprender los orígenes de la maldad en el mundo, encontrar sus raíces para erradicarlas de toda la existencia, únicamente con el fin de que nunca más se perpetrará una nueva guerra entre la humanidad y los dioses.
Fue ahí que siguió avanzando, encontrándose con una enorme multitud de estudiantes quienes caminaban a sus clases, muchos de ellos eran nuevos, no reconocía sus rostros y de los que sí… era un gusto poder volver a verlos.
Además de todo, se detuvo para admirar los nuevos uniformes, no eran muy diferentes a los que él y sus amigos llevaban cuando eran jóvenes pero el diseño de las franjas había cambiado radicalmente, se ser de un único color azul grisáceo ahora eran de diferentes colores, azul, amarillo, café, verde, magenta, morado, rojo, había una infinidad de variedad entre todos los estudiantes de palestra, los colores a penas se repetían y si lo hacían eran de entre colores más claros u obscuros.
Su interés pronto se centró en dos personas que iban caminando, un joven hombre de cabello oscuro ondulado y una joven mujer de cabello rubio grisáceo que charlaban tranquilamente yendo de un lugar a otro, sujetando sus libros y riendo levemente mientras caminaba, rápidamente Koga sostuvo las correas de su caja de pandora y fue corriendo a ellos con gran alegría.
―¡Yuna, Ryūhō soy yo, Koga! ―Al escuchar la voz que venía de su lado derecho ambos se sorprendieron bastante a ambos, quienes pasaron de la sorpresa a la alegría en un solo instante al ver a su amigo de toda la vida finalmente de regreso a palestra.
Su primera reacción era de incredulidad pues jamás esperaron que Koga se presentará en palestra y su segunda reacción fue una enorme felicidad al encontrarse nuevamente después de mucho tiempo con el caballero pegaso.
―Koga, no puedo creerlo, ¿que haces aquí por qué no nos avisaste que estabas cerca? ―Preguntó Yuna emocionada abrazando fuertemente al muchacho que había regresado a ellos como un hombre.
―Disculpen, quería que fuera una sorpresa. ―Respondió el guerrero pelirrojo viendo a su querida amiga a los ojos, ella sin duda alguna estaba muy feliz de verlo nuevamente, así como Ryūhō quien apenas Koga se separó de ella su primera reacción fue abrazarlo con especial afecto.
―Je jeh, ya veo… me alegra verte de nuevo Koga, te ves muy bien. ―Comentaba el caballero del dragón sonriendo amenamente, acto seguido Koga sintió una mano en su cabello quien no podía ser nada más y nada menos que de la Amazona del águila a su lado.
Al verlos detenidamente parecían casi irreconocibles, ambos habían crecido mucho, habían cambiado justo como él.
Yuna tenía su cabello crema acomodado en una cola de caballo, mientras que la parte delantera del mismo se acomodaba perfectamente hacia arriba del lado derecho de su rostro dejando que el flequillo que cubría su frente se peinara al lado izquierdo de la misma, de no era el mismo estilo al que Koga se había acostumbrado pero le quedaba muy bien ese cambió..
Ella llevaba un lindo vestido de color amarillo, que dejaba resaltar sus ojos color Lila, un par de botas que hacían juego con su vestuario.
Lo único que resaltaba de su atuendo eran que las mangas del vestido le llegaban por debajo de los deltoides, cerrándose justamente por debajo de los mismos mostrando el bombacho que remarcaba sus hombros femeninos y por supuesto la fiel gargantilla que poseía su piedra de armadura.
Por su lado Ryūhō llevaba su chaleco tradicional chino de color verde claro con bordes aguamarina por debajo de su fiel chamarra blanca, la cual ya no llevaba mangas, resaltando sus brazos fuertes y bien formados.
Además de sus pantalones oscuros que relucían mejor sus prendas superiores.
Ahora él realmente se parecía a su propio padre: Shiryū el antiguo caballero de Dragón y actual portador de la armadura de Libra. Exceptuando por supuesto su cabello ondulado, aunque aparte de eso, podría decirse que Ryūhō era la imagen de su propio padre cuando él tenía su edad.
―Y al parecer te recortaste esa melena salvaje, te queda muy bien ese nuevo look. ―Comentaba haciendo reír al caballero de Pegaso, quien solo pudo atinar a rascarse la nuca con pena por el comentario.
―Sí bueno… decidí cambiarlo un poco, así me siento un tanto más ligero. ―Comentaba el caballero pegaso sonriendo agradecido por los comentarios de sus amigos, después de tanto tiempo lejos, encontrarse con una cara amigable y sobre todo con los rostros de los muchachos que por tanto tiempo lo acompañaron, lo hacían sentirse vivo nuevamente.
―Ya veo, se te ve muy bien en realidad. ¿Y dónde está Edén, no vino contigo? ―Preguntó Ryuho mirando a todas direcciones buscando al caballero de orión.
―¿Eh? Ah no, no el decidió quedarse atrás… él… ―Respondió bajando su rostro aunque al instante sonrió, por mucho tiempo su amigo que había encontrado perdido, distante y dolido… pero una vez regresó a la ciudad de pallas todos esos pensamientos habían desaparecido al conocer nuevamente a Selene la dulce jovencita que habían conocido durante la batalla de Pallas, a quien Koga sabía que le dedicaría toda su vida.
―Encontró su lugar en el mundo en la ciudad de Pallas, quizá no lo veamos en un tiempo… a menos que vayamos a visitarlo allá. ―Agregó levantando su mirada hacia sus amigos, quienes solo podían respirar aliviados por escuchar que él finalmente había encontrado su versión de paz que tanto había necesitado.
―Entiendo, es bueno que finalmente haya encontrado un lugar donde sentirse en paz… después de todo lo que ocurrió con él y… bueno. Con su familia. ―Comentó Yuna susurrando la última parte de su oración, desviando la mirada al suelo, pero rápidamente sonriendo nuevamente al ver a Koga de regreso con ellos.
―Sí, ¿pero donde están los demás muchachos? ¿Dónde están Soma y Haruto? ―Preguntó nuevamente el pegaso emocionado de encontrarse con los dos que faltaban de su antiguo equipo.
―Bueno Soma probablemente se encuentra en su ciudad natal. ―Yuna respondió sonriéndole a su amigo fijando sus ojos lila a él con simpatía.
―Y Haruto debe estar dando un concierto en Tokio. ―Añadió el muchacho de ojos aguamarina, ambos los conocían bastante bien, quizá un poco más que el propio Koga.
―Eso es genial, ¿y ustedes a donde se dirigían? ―Interrogó nuevamente el caballero pegaso sonriéndoles a ambos, quienes comenzaron a caminar nuevamente guiándolo con ellos.
―Bueno yo me dirigía a mi clase de historia universal. ―Respondió Yuna con emoción en su voz.
―Y yo a dar mi clase de cosmos Elemental. ―Agregó Ryūhō con la misma alegría que mostraba su compañera al lado de él.
―Espera, ¿son profesores? ―Les preguntó completamente sorprendido por la revelación que le habían dado, aunque… por un momento al racionalizarlo bien, podía comprender por qué habían elegido ser docentes, después de todo eran las personas más inteligentes que había conocido en su vida como caballero.
―¿Que digo? Es obvio que lo son, siempre supe que a ustedes dos se les daba bien enseñar.
―Je je jeh, eso parece Koga. ―Respondió Ryūhō un tanto apenado por las palabras de su compañero de cabellos rojizos.
―¿Puedo acompañarlos? ―Preguntó recibiendo como respuesta un abrazo por parte de Yuna.
― ¡Por supuesto! no podríamos dejarte fuera, aunque quisiéramos. ―Decía recargando levemente brazo en la espalda de Koga, haciendo que este se sonrojará al instante de sentir a Yuna rodeándolo nuevamente con su brazo tan solo unos instantes cuando Ryūhō se unió a ellos rodeando a Koga con su brazo izquierdo.
―Que bien y después podríamos reunir al viejo equipo, al menos a los que aún se encuentren cerca, solo para recordar los buenos tiempos. ―Decía Koga completamente emocionado por la idea de reunir al equipo, no… a sus amigos nuevamente, con la obvia excepción de Edén… al menos aquellas personas quienes habían luchado, sangrado y sufrido a su lado, eran más familia que amigos hasta este punto.
Y él no los querría de otra forma, realmente eran la familia que además de su maestra Shaina, Saori, Seiya y el viejo Tatsumi siempre deseó tener.
―Por supuesto, no veo por qué no esta es una ocasión especial que debemos celebrar junto a los demás muchachos. ― declaraba Ryūhō compartiendo la alegría apenas contenible de su amigo.
― Que bien. Esto será increíble chicos. ―Expresaba nuevamente Koga rodeando a ambos con sus brazos, acercándolos a él de forma amigable, riendo junto con ellos, esta sería una gran reunión y no podían esperar a que la jornada terminará para celebrar el regreso de Pegaso como se merecía.
―Je je jeh, que gusto tenerte de vuelta Koga. ―Declaraba Yuna levemente hacia Koga, sonriéndole suavemente a él solo a él
Koga instintivamente ante aquella imagen le sonrió de regreso, y con eso se dispusieron a seguir su camino con las últimas palabras de Koga:.
―Es bueno estar de vuelta… Yuna. ―Murmuró, para entonces caminar los tres con sus brazos entrelazados unos con otros.
Ese día en particular había empezado bien, muy bien a decir verdad… y se pondría mejor, no podía esperar a ver que le esperaría ese lapso de tiempo al lado de sus leales compañeros, sin importar si fuera bueno o malo, al lado de sus amigos todo lo que sucediese esa semana sería algo completamente inolvidable.
Poco más tarde ese día.
Los Tres esperaban en una terminal de aeropuerto, ya habían llamado a Soma y él dijo que no tardaría en llegar, aun así no veían rastro de él por ninguna parte, Yuna, Ryūhō, Incluso Koga esperaban verle apenas descendiera el siguiente avión, hasta que… una voz llamó la atención del grupo.
Al desviar sus ojos se encontraron con una agradable sorpresa… o mejor dicho dos, eran Soma y Haruto, quienes los saludaban con gran entusiasmo y alegría, sobre todo el primero de ellos quien fue corriendo con sus amigos para saludar a quien, había sido su mejor amigo y rival hace tantos años.
―Koga, que bueno verte amigo, ¿listo para que te de una paliza? ―Le preguntaba divertido, haciendo crujir sus nudillos, Soma al igual que su amigo Ryūhō y Yuna había cambiado bastante.
Su cabello anaranjado oscuro, rebelde e indomable se había convertido en una melena que descendía hasta sus hombros, la coronilla tan característica de él se alzaba entre su cuello, mostrando nuevamente porqué había sido elegido como representante de la armadura del león menor y justamente en su rostro juvenil una pequeña barba había crecido en su mentón.
Acompañado de ello su fiel camiseta negra, su pantalón verde militar y sus botas oscuras combinaban con la apariencia ruda y poderosa que él dejaba ver.
―Ja ja ja, por supuesto que sí Soma. ―Respondió Koga lanzándose al ataque contra su mejor amigo, que más que una pelea con todo su poder y habilidades era un pequeño juego entre amigos, golpeándose en los hombros, en el pecho o en la espalda riendo levemente con los golpes que daban y recibían.
Ryūhō y Yuna comenzaron a reír al igual que sus amigos por este juego que se podría considerar un tanto infantil, aunque entre ellos era normal, después de todo Soma fue el primer caballero que él conoció en su viaje por rescatar a Athena, en este punto de sus vidas, ambos eran más hermanos que simplemente amigos.
Pocos segundos después Ryūhō alzó su mirada hacia Haruto quien… ya tenía toda la actitud de un Rockstar, chaqueta de cuero negro con pinchos en los hombros, un pañuelo en su cuello, lentes oscuros, pantalones de cuero rojos y una playera sin mangas debajo, al instante muchas chicas se acercaron para pedirle un autógrafo y aunque él no parecía prestarles atención la realidad era que mientras caminaba hacia sus amigos firmaba cada una de las camisetas, fotos, álbumes y algunas partes del cuerpo que ellas le pedían que les firmara.
Después de todo era un músico reconocido en Japón y en varias partes del mundo.
―Haruto, no creí que vineras hoy. ―Comentaba Ryūhō acercándose a su compañero, quien sin más demora se retiró los lentes y sonrió en la dirección del caballero dragón.
―Bueno no podía perderme de esta ocasión tan especial, después de todo…―Entonces miró a su lado donde Koga y Soma seguían peleando, con este último aplicándole una llave de lucha, sujetando su cabeza inmovilizando sus brazos.
―Nuestro líder volvió a casa.
―Y parece que te has vuelto muy famoso con las chicas. ―Comentaba yuna cruzada de braos, sonriendo en la dirección de su compañero de lobo quien solo pudo atinar a reír por el comentario de su compañera de Águila.
―Bueno… cuando haces lo que te gusta y los demás lo disfrutan, lo que viene después es una recompensa adicional. ―Decía tranquilamente dejando de firmar autógrafos para finalmente presarle su total atención a sus amigos caballeros.
―Ya suéltame Soma, eso duele. ―Rogaba el caballero pegaso tratando de liberarse del brazo que apresaba su cuello, mientras que soma restregaba su puño sobre su cabeza con fuerza.
―Ja ja ja ¿ya no eres tan rudo cierto? ―Respondió finalmente dejándolo ir, ahora podía recordar por qué él era su mejor amigo, nadie podía someterlo con tan poca fuerza o poder aunque… por supuesto que lo había dejado ganar siendo que él solo había derrotado al dios Saturno.
Aunque al tratar de levantarse una mano se acercó a él, era Soma nuevamente quien le sonreía amistosamente tratando de ayudarlo a ponerse de pie.
―Es una verdadera alegría tenerte de vuelta amigo. ―Le dijo haciendo sonería a Koga nuevamente, aceptando la mano del león menor para volver a ponerse de pie una vez más.
―Lo mismo digo amigo…―Aclaró el caballero pegaso mirando de frente al guerrero de piel bronceada, como había extrañado a este torpe león de bronce.
Finalmente la vieja escuadra de guerreros Omega estaban reunidos, Koga, Soma, Yuna, Ryūhō, Haruto, el único que faltaba allí era Edén, pero… él siempre había sido el renegado del grupo, el lobo solitario aún más que el antiguo ninja y actual estrella de Rock.
Pero aun haciendo falta en el equipo para completar a los guerreros Omega, podían sentirlo con ellos, deseando que donde quiera que él se encontrara, estuviera viviendo su vida tranquilamente como todos ellos.
Aunque uno faltase, todos estaban reunidos espiritualmente hablando, unidos por el mismo lazo de amistad y fraternidad que los había dejado llegar a esta paz, que ahora todos sin excepción podían disfrutar.
Aunque… había un par de personas que ellos deseaban que pudieran disfrutarla junto con todos ellos, personas que habían muerto antes de conocer el final de aquellas batallas, una en especial que había sido tan querida por todos, no solo por Koga sino por sus amigos quienes más que nadie desearon que pudiera vivir para ver este momento, esa persona… era Aria.
Pero gracias a su sacrificio ellos seguían aquí… y por ella seguirían adelante, peleando por crear el mundo que ella había visto, un mundo de paz, un mundo de esperanza.
Un mundo rebosante de luz.
―Bueno, ¿quién tiene hambre? Conozco un bar donde podríamos ír para celebrar. ―Comentaba Haruto finalmente haciendo sonreír a Soma y Koga.
―En serio genial me muero de hambre, es cierto lo que dicen de la comida de aeropuerto, nunca te deja satisfecho. ―Respondió Soma emocionado y hambriento, dos combinaciones peligrosas para un guerrero como él.
―A decir verdad, no tengo tanta hambre, pero… claro ¿por qué no? ―Añadió Ryūhō alegrándose por la idea de su compañero del Lobo.
―Ustedes no piensan en otra cosa más que comer, ¿verdad? Pero… a quien engaño será una buena forma de ponernos al día con todos en un solo lugar. ―Declaraba Yuna uniéndose enérgicamente a la conversación, aunque solo faltaba una persona en confirmar y esa era el caballero de pegaso de quien todos esperaban una respuesta.
― ¿Por qué me miran así? Es más que obvio que quiero pasar el día al lado de mis mejores amigos como en los viejos tiempos. ―Respondió Koga rodeando con sus brazos a Yuna y a Soma, quienes lo veían alegremente por su respuesta.
―Puede… que algunas personas que esperaba que estuvieran aquí no se encuentren con nosotros….―Añadió agregando un leve silencio incomodo, ellos sabían perfectamente a quienes se refería, pero eso no arrebataba la cálida sonrisa que poseía en su rostro, sino que la hacía más tranquilizadora y más fuerte que antes.
―Pero… por esto luchamos tanto, ¿no es así? Para poder reunirnos de esta forma, sin tener que preocuparnos por la guerra… o por el enemigo que viniera el día de mañana, sino para disfrutar, reír, vivir el momento, recordar lo que pasamos para llegar hasta aquí. Así honramos sus memorias… y así podemos seguir adelante cada día después del día de mañana. ―Al decir eso el equipo Omega se conglomeró alrededor de su valeroso líder, compartiendo un abrazo grupal después de tanto tiempo separados.
Después de todo lo que él decía era completamente cierto, habían luchado por esto y esta era su recompensa.
Después de la tormenta venía la calma, momento para reconstruir, reforzar lazos y disfrutar de esta vida que se les había sido otorgada a cada uno de ellos.
Habían ganado, el bien una vez más había triunfado sobre el mal, era momento de descansar, mirar a las estrellas para seguir soñando con un futuro, juntos…
Como la familia de caballeros que eran y seguirían siendo, libres, orgullosos, pero sobre todo plenos de que el mundo al menos les permitía ver al mañana no con desesperación.
Sino con esperanza por primera vez en mucho tiempo.
Horas más Tarde.
Los Cinco muchachos se encontraban en el bar que había mencionado Haruto una taberna un tanto particular, pues, aunque había bebidas un billar este tenía dos pisos, uno para la barra de bebidas, el billar y la rockola, el segundo piso era un restaurante con balcón en dirección a la gran ciudad romana.
Famosa por su cultura tradición, así como las leyendas que se habían pasado de generación en generación.
Ahora ellos estaban disfrutando de la compañía de amigos, contando historias, bebiendo y jugando en la mesa de billar. Era una buena forma de pasar el fin de semana, más junto a los muchachos divirtiéndose, bebiendo… Además de recordando sus batallas más importantes de sus vidas.
―Hey muy bien, al parecer tienes habilidad para algo que no sea utilizar los puños. ―Soma decía después de que Koga metiera la bola 4 en la buchaca de la esquina derecha de la mesa.
―Ja, cállate tu que ni siquiera has metido ninguna bola aún. ―Respondía Koga jocosamente acercándose a la mesa cercana, no soportaba tanto el alcohol como su compañero del león menor, por eso había elegido una bebida baja en alcohol. Había algo en los mexicanos que los hacía soportar enormes cantidades de alcohol.
―Ja ja ja ja, cierto, pero en una competencia de piedra papel o tijera jamás nos ganarías. ― Anunciaba el caballero de león menor tomando su tarro de cerveza tomando un largo trago del mismo.
―¡Ahhh, delicioso!
―No te mal pases Soma, recuerda lo que sucedió la última vez. ―Anunció el santo del dragón riendo levemente, a diferencia de sus amigos no disfrutaba tanto del alcohol como Soma, Koga o Haruto, en cambio un poco de Té le hacía buena compañía para convivir y divertirse con sus amigos.
―Oh vamos, esa vez no salió tan mal… digo sí salió mal, pero… bueno al menos nos divertimos un poco. ―Declaraba el guerrero del león menor rascándose la cabeza, riendo levemente recordando lo que había sucedido aquella ocasión.
―Soma, te sacaron del bar y te prohibieron volver otra vez. ―Reveló Yuna haciendo reír levemente al caballero de cabello anaranjado, quien alejó su mirada nerviosamente de su amiga.
―Bueno, pero se honesta ese idiota se lo merecía después de lo que te dijo, su cara me decía: "Soma por favor golpéame, golpéame hasta que no puedas más" prácticamente me lo estaba pidiendo. ―Comentaba él admirando a su compañera, quien tomaba un palo de pool para unirse nuevamente al juego.
―Aún así ten cuidado en no sobrepasarte esta vez, ¿entendido?
―Ahhh… sí mamá…―Yuna miró con un poco de molestia al caballero a su lado, pero… no podía estar molesta con él, menos este día.
―Por cierto Haruto, ¿esa no es la canción más exitosa de tu último álbum? Suena muy bien.
―¿Hummm? Oh, sí lo es… gracias.―Respondió sonriendo levemente tomando su copa llena de Sake, levantándola levemente para oler el intoxicante aroma del alcohol. ―A decir verdad no sabía cómo llamaría a aquella canción, ni siquiera de que iba a tratar, hasta que recordé nuestros tiempos luchando juntos, como a los caballeros que lucharon a nuestro lado… la inspiración llegó a mí, comencé a escribir como a componerla y entonces decidí llamarla "Soldier Dream" ― decía orgulloso de que la rockola estuviese tocando su último éxito, parecía que era agradable entre los jóvenes, sobre todo desde que él se había vuelto muy popular entre los muchachos que poseían la edad que él tenía cuando se convirtió en caballero o en la misma edad de sus amigos tenían en aquél entonces.
Le gustaba poder hacer algo que… le gustara a él y a otros, que les diera esperanzas y sueños de hacer sus propias canciones, para que algún día ellos pudieran vivir de lo que tanto amaban justo como él o sus amigos.
―Suena muy bien, me gusta mucho la música que haces Haruto. ―Comentaba Ryūhō contento por poder estar aquí, disfrutando de una buena noche y bebidas con sus amigos.
―Muchas gracias Ryūhō. ―Respondió feliz de que sus amigos disfrutaran de su trabajo al igual que él, estaba complacido por que ellos estuviesen escuchando su éxito más reciente, con eso en mente levantó su copa y se dispuso a brindar con el caballero dragón: Por la amistad, la unidad y el rock and roll.
No mucho después fue el turno de Yuna para jugar billar ella tomó un bastón, utilizando una tiza para evitar que la punta se resbalara al momento de golpear la bola, fue entonces que apoyó su cuerpo contra la mesa, tomando el bastón de billar con su mano derecha y entre los dedos de su mano izquierda para golpear la bola blanca, fijando su vista de águila en la bola 5 y 6.
No le tomo mucho para calcular la fuerza y el impulso que debía utilizar para meter ambas en dos de los agujeros de la mesa, solo necesitaba un buen rebote… además de una pequeña ayuda de la bola 8, un golpe lo suficientemente fuerte para golpear la bola blanca hizo que la bola 5 golpeara la bola 8 para ayudarla a entrar al agüero central derecho y con el mismo impulso ayudar a la bola 6 a entrar en la buchaca izquierda.
Koga y Soma estaban sorprendidos… no sabían que ella fuese buena para este juego y menos que pudiese hacer trucos tan sorprendentes como esos.
―Vaya Yuna, no creí que te gustará este juego. ―Comentaba Koga genuinamente sorprendido por el despliegue de habilidad de su compañera guerrera.
―No me gusta, solo apliqué un poco de fricción y rebote a mi tiro. ―Explicaba ella utilizando nuevamente la tiza en su palo de pool, para entonces fijar sus ojos en la bola 7 y 8, parecía un tiro imposible debido a que la bola 8 se encontraba en el centro de la mesa, la numero 7 cerca del hoyo inferior izquierdo de la mesa además de la bola blanca que se encontraba justo a 5 centímetros de ella.
Al analizarlo bien parecía un tiro imposible pero… no existía nada imposible para los caballeros, preparó el bastón de billar, se colocó en posición y después de un par de estocadas de prueba golpeó la bola blanca con la bastante fuerza para que esta metiera la bola 7 en el agujero, dándole el suficiente impulso para rebotar un par de veces en las paredes acolchadas de la mesa, golpeando finalmente la bola ocho que milagrosamente e introdujo en el agujero derecho central de la mesa.
La quijada de todos cayó al suelo al ver tal proeza, ese era un tiro entre miles. ¿Como es que tan siquiera ella había hecho algo así? Si ni siquiera había mostrado interés en el juego desde que habían comenzado.
―No puedes estar hablando en serio. ―Dijo Soma.
―¿De verdad ella hizo eso? ―Preguntó Haruto.
―Wow… increíble Yuna. ―Siguió Ryūhō cerrando sus ojos con alegría.
―¿Que sucede muchachos? Una chica les acaba de ganar, ¿ya se están rindiendo? ―Preguntaba Yuna apoyando sus brazos en el bastón de pool sobre su hombro derecho, cruzando por detrás de su nuca para llegar a su brazo izquierdo.
―Je jeh, jamás, empecemos de nuevo esta vez estoy seguro de que voy a ganar. ―Respondió Koga con absoluta determinación en sus palabras, con su eterno entusiasmo y actitud valerosa los inspiraba a todos por igual.
―Así se habla Koga, ¡mesero otra ronda por aquí por favor! ―Exclamó el león menor al mesero quien asentía levemente hacia la banda de jóvenes enérgicos.
―Creo que ya hemos bebido suficiente Soma, deberíamos detenernos un poco. ―Murmuró Koga un tanto inseguro por dejar a Soma seguir bebiendo… o que él siguiera bebiendo después de dos copas.
―Tonterías, la noche aún es joven y nosotros también. ―Aclaraba el caballero de león menos tratando de convencerlos a todos, por una razón se habían reunido aquí… ya no eran niños, ahora eran jóvenes adultos, como adultos sabían que debían de tomar responsabilidades, pero hoy no importaba nada de eso, solo divertirse sin tener que preocuparse por nada más.
―Vamos no sean tan estirados, es una ocasión especial, solo por esta vez dejemos las preocupaciones de lado, seamos adolecentes tontos y alocados por una vez, hay que disfrutar de la noche, ¿qué no? ―Interrogó haciendo que todos se vieran entre sí.
Aunque sabían los riesgos de sobrepasarse con la bebida… Soma tenía razón, no era solo beber y emborracharse, era vivir este momento, disfrutarlo juntos…
Ya habría tiempo de pensar en repercusiones y en maneras de cómo superar la resaca, ahora en este momento, en este justo momento en el universo podían hacer lo que ellos quisieran y… solo los dioses sabrían cuando tendrían una ocasión igual de especial que esta.
―Sabes… creo que tienes razón amigo, hay que disfrutar de esta noche. ―Respondió Koga determinado en seguir la fiesta con sus amigos, después de todo ¿que hacían aquí si no era para celebrar que después de dos años se habían reunido nuevamente en un mismo lugar, sin una guerra o conflicto de por medio? Podían disfrutar dejarse llevar y disfrutar de la vida aunque fuera solo por un ínfimo momento que pronto acabaría, de cualquier forma… para eso habían luchado por tanto tiempo.
―Mesero sírvame lo mismo que él. ―Dijo señalando a Soma cosa que el Mesero asintió levemente llendo a por los tarros grandes donde servían la cerveza.
―Yo me apunto a eso. ―Decía Haruto listo para dejar de lado el Sake y entrar de lleno a la bebida alcohólica favorita del león menor.
―Bueno… ¿qué más da? Yo también quiero lo mismo que ellos. ―Reía Ryūhō levemente, aunque él no era de beber alcohol… quería creer que Soma tenía toda la razón, después de todo ya había probado el alcohol antes. ¿Porqué no relajarse el día de hoy y disfrutar con sus amigos?
Con los cuatro hombres decididos a continuar con su reunión con una buena bebida fría Koga desvió sus ojos hacia Yuna, quien se veía sonriente, feliz de ver como todos sus amigos reían y celebraban.
Hace tanto tiempo esto le parecía un sueño, una ilusión creada por su mente que quizá jamás sucedería, pero ahora que lo veía y lo vivía… No podía sino sentirse agradecida de haber sobrevivido para verlo frente a sus ojos.
―Y tú Yuna, que dices, ¿te nos unes? ―Preguntaba Koga extendiendo su mano hacia ella.
―Je jeh, ustedes saben que no me gustaría estar en otra parte justo ahora. ―Respondió dándole su mano a Koga, sonriéndole gentilmente, segura de querer seguir con esto hasta el amanecer.
Finalmente, el futuro les sonreía a todos y cada uno de ellos, no había razones para detenerse, así como para decir que no, este era su momento, el de ella y sus queridos amigos, sin importar lo que sucediera el día de mañana, o el día después de ese ella quería estar allí.
Con esta familia que tanto quería y que no quería perder nunca más.
Y entonces… en la ciudad de Pallas.
Edén de Orión descansaba en uno de los balcones de su hogar en la ciudad, mirando el atardecer recargado en la pared, admirando el atardecer a su izquierda, después de un largo día en el centro de caridad un pequeño descanso le servía bien.
Ahora que veía la ciudad reconstruida y llena de vida se enorgullecía del trabajo que habían logrado aunque no se podía sentir completamente orgulloso de su legado o su pasado, si se sentía orgulloso porque el dinero que solía haberle pertenecido a su padre hubiera servido para reconstruir esta ciudad que había quedado en ruinas después del último conflicto bélico.
Su mirada se posaba en el horizonte… Hasta que pudo sentir algo más en el aire, algo curioso… incluso familiar. Alzó la mirada curioso por aquella sensación, no le tomó mucho descubrir de que se trataba.
―¿Edén? ―Una vocecita lo llamó a su lado derecho y al desviar la mirada se encontró con los bellos ojos azules de Selene, quien lo veía con curiosidad.
―¿Que sucede? Has estado muy callado.
Por su lado él no respondió al instante, solo se despegó de la pared y la miró de frente tranquilamente, para simplemente tomar sus manos suavemente.
―No te preocupes, estoy bien… Selene―Respondió dedicándole una sonrisa que podía expresarle todo el cariño que le sentía cosa que ella solo pudo responder bajando sus ojos al suelo después de que sus mejillas se tornarán de un color rojo.
―Vamos… volvamos a casa, Selene.
―Sí, vamos ya preparé la comida, Ven Edén. ―Con eso dicho, ella comenzó a guiarlo dentro de su hogar, la comida ya estaba lista solo hacía falta Edén, quien sin oponer resistencia alguna siguió a Selene sujetando su mano tranquilamente, no sin antes desviar su mirada a sus espaldas… Casi como si pudiera verlos, aunque no pudiera hacerlo podía sentirlo, los cosmos de los guerreros omega estaban nuevamente reunidos Y podía sentir… que se la estaba pasando muy bien.
Aunque no estaba allí solo quería desearles la mejor de las suertes a donde quiera que el destino los llevará.
―Veo que finalmente estas de vuelta en casa, me alegro tanto por ti… Koga. ―Edén susurró finalmente devolviendo sus ojos hacia Selene, quien no podía sino sonreírle a Edén.
Koga se encontraba en su hogar y él también al lado de una hermosa joven, al final de la batalla todos habían regresado a donde pertenecían, ya no era necesario seguir luchando, ya no era necesario seguir derramando sangre.
Habían encontrado la paz, Koga lo había encontrado junto a sus amigos y él… había encontrado su paz al lado de una bella joven a quien deseaba entregarle su vida, desde la primera sonrisa hasta el último suspiro, deseaba dedicarle todo… hasta el momento en que la muerte los separará.
Y en el Bar los caballeros de bronce seguían festejando, bromeando y pasándola bien, no sabían si era por los efectos del alcohol en la sangre, por la emoción del momento o simplemente porque se estaban divirtiendo demasiado, pero las risas inundaban todo el bar.
Tanto que algunos los miraban con extrañeza, incluso con incomodidad, al menos eran ebrios pero felices y no borrachos violentos, eso les daría una buena razón para sacarlos a patadas del bar…
Pero mientras estuviesen conviviendo en paz… no había ninguna razón para interrumpirlos.
Sobre todo, Soma quien era el que más escandalo hacía además de Koga por supuesto, incluso a Haruto se le había dado por querer cantar en el Karaoke del establecimiento y no lo hacía nada mal. Siendo una estrella del rock… era obvio que esto sucedería tarde o temprano, tanto los caballeros de bronce como la gente cercana lo ovacionaba.
Tenía una buena voz para la música de todas maneras, cosa que podía levantar multitudes de gente ansiosas por escucharlo cantar y rockear en el escenario.
Hasta podía parecer que estaba dándoles un concierto privado a sus amigos y a la gente del Bar.
De haber sido el caso el dueño habría cobrado por entradas, por asientos en primera fila y por transmisiones en vivo para la gente en sus hogares, pero como todo había sido imprevisto, se tenía que aguantar las ganas de cobrarle demás a los presentes por que Haruto estuviese dando un concierto en vivo en su bar.
Justamente mientras escuchaban al caballero de Lobo arrasar con el escenario de Karaoke Koga desvió sus ojos hacia Yuna y Ryūhō quienes bailaban por la presentación que su amigo estaba dando, ambos se veían… felices… muy felices de hecho.
Parecía que Yuna disfrutaba mucho de la compañía de Ryūhō y viceversa, lo cual lo hizo sentirse raro por alguna razón, celozo por así decirlo, eso era extraño pues conocía a ambos por mucho tiempo y jamás creyó que ambos sintieran una atracción por el otro.
No parecía en realidad, o al menos no lo hacían notar a primera vista…quería a sus amigos mucho como para interponerse en lo que fuera que fuera que tuvieran entre ellos, pero necesitaba cerciorarse de que se estuviese equivocando. Pues aún así deseaba poder decirle a Yuna todo lo que sentía por ella.
―Oye Soma…―Koga llamó a su amigo quien ya se había terminado su cuarto tarro de cerveza, podía ver que la misma apenas le estaba afectando, pero podía notar que un par de bebidas más y él también estaría en la tarima cantando como un mariachi en cualquier momento.
― ¿Que sucede Compadre? ¿Te está gustando el concierto completamente gratis que está dando Haruto? ―Preguntó su amigo rodeándolo con su brazo, incluso él ya empezaba a oler a cerveza.
Lo que iba a preguntarle… sería un tanto difícil, por eso debía asegurarse de que fuese alguien de confianza para hablar sobre el tema, sobre todo por qué él no era esa clase de persona que hablase de sus sentimientos o algo parecido.
No… él era de las personas que decía y hacía las cosas para luego pensar en lo que había hecho, por eso necesitaba cerciorarse de ello.
―Eh… sí pero… eso no era lo que te iba a preguntar. ―Respondió Koga rascándose la nuca un tanto nervioso.
―¿Entonces que sucede Amigo? ―Preguntó Soma confundido, no sabía si eran los efectos del Alcoholen Koga, pero podía asumir que necesitaba expresarle algo urgentemente a la persona que consideraba su más cercano amigo.
―Quería preguntarte sí… ¿sabías si Yuna y Ryūhō están juntos? ―Interrogó el caballero pegaso confundiendo a Soma, al verlos a primera vista pues… sí parecían estar juntos, de hecho se estaban divirtiendo mucho juntos en esos instantes.
―Bueno sí están hablando juntos. ―Respondió irónicamente haciendo reír involuntariamente a Koga… debía dejar de beber esto antes de que todo le pareciera gracioso… o de lo contrario todo le empezara a dar vueltas como loco.
―No me refiero a eso Soma… me refiero a si ellos están… ya sabes, juntos.
―Oh… ya veo de que hablas…― sorprendiendo enormemente al caballero del León menor, quien quedó mudo unos instantes… para al momento siguiente sonreír tranquilamente, como si… se sintiera tranquilo por alguna razón.
―Bueno te alegrará saber que no, Yuna y Ryūhō no están juntos de la manera que crees, claro son cercanos, se llevan muy bien pero su relación es más como amigos que otra cosa.
―Agregaba suspirando levemente pero genuinamente felíz por que Koga finalmente fuese honesto con lo que sentía por su amiga. ―Además… Ryūhō no está realmente interesado en ella, digamos… que está interesado en otra persona.
―Oh, bueno eso es genial pero… ¿quién? ―Preguntó genuinamente interesado en saber quien era la persona en cuestión por la que Ryūhō se había fijado, por ahora lo mejor sería que Koga lo descubriera por cuenta propia.
―No te preocupes por ello Koga. ―decía Soma dandole un par de golpes amistosos en la espalda para darle valor, con Yuna no había nada que temer… a menos de que ella se enojara. Pero en sí ella era igual que ellos, lo único que ella quería era una familia en quien confiar y por quienes pelear.
―Si quieres hablar con ella, hazlo, de cualquier forma sé de buena fé que… ella ha estado esperando a alguien que le proponga aquello y por alguien me refiero a ti amigo…
―¿Crees que deba hablar con ella?
―¡Cláro…!― Hizo una pausa mirando hacia la Tarima donde Haruto seguía cantando, pronto acabaría la canción así que… Si había un momento para hacer lo que él quería hacer sería justamente cuando esta terminase.
―Apenas Haruto deje de dar su show por supuesto.
Mientras tanto el caballero del Lobo seguía con su actuación, sujetando el micrófono y el soporte del mismo con ambas manos, dando todo de sí mismo como lo hacía en el escenario en cada concierto, si su manager lo estuviera viendo ahora lo reprendería por dar un concierto no autorizado en un lugar tan poco convencional.
Pero fuera lo que fuera que ese tonto le dijese no le importaba en lo más mínimo, esta era una noche para disfrutar y divertirse, no de preocuparse por negocios, dinero o cosas tan triviales como agradarle a alguien que solo lo limitaba.
Esta noche era para él y para sus amigos y la iba a disfrutar sin duda alguna, en las estrofas finales él segia el ritmo de la música repitiendo las letras que aparecían delante de él en la pantalla:
"Umi wa moete taiyou ga karetemo.
Hikisakenai kizuna mune ni ikisuiteru.
Hatenai PASSION owarinaki yumetachi.
Kimi ga kureta omoi mamoritai mono bakari.
Itsuka wa tsukihateru tomo TRY OUT ima!
Kobore ochita namida ni kakete saa.
WE CAN FIGHT FOREVER!"
Especificamente entre La música era algo que él sentía en su piel y en sus huesos y aquello lo demostraba, cantando con tanta pasión, algo que despertaba en él sus más grandes anhelos y esperanzas, y justamente al finalizar la canción él levantó su puño al aire en señal de victoria por haber logrado otra presentación impecable.
―¡Gracias, gracias, gracias público gracias! 5 Minutos de receso y volvemos. ―Decía completamente agotado, llenado a por su tarro de cerveza para refrescar su cansada garganta, caminando directamente hacia sus amigos quienes habían disfrutado cada momento de su actuación.
Yuna aún estaba algo hiperventilada por haber estado bailando tanto, por lo que le pidió un momento a sus amigos para ír al balcón yt tomar algo de aire fresco, la oportunidad perfecta de Koga para hablar con ella a solas.
―Bueno es tu momento amigo ve a por ella. ―Dijo Soma dándole un empujón amistoso hacia la misma dirección que ella, Koga al instante sintió un poco de nervios de ír a hablar con ella…
Fue por eso que agarró su tarro y tomo un gran sorbo del mismo para agarrar algo de valor e ir a hablar con ella.
―Sí… sí, deséame suerte Soma. ―Dijo corriendo directamente escaleras arriba hacia el balcón del bar junto con el águila que había robado su corazón de guerrero.
Y mientras veían a ambos partir Ryūhō se acercó a Soma, sorprendido por lo que había sucedido segundos antes con el caballero del Pegaso y del León. Esto había sido… inesperado, sobre todo por lo que Soma hizo…
Más aún sabiendo que el lazo que unía a Soma y a Yuna era mucho más antiguo que el del caballero de Pegaso actual con la guerrera del Águila .
―¿Estás seguro de esto Soma? ―Preguntó levemente el caballero de Dragón, cosa que hizo sonreír al caballero frente a él con humildad.
―Sí… de todas formas, ella ya tenía un ojo puesto en Koga desde antes. ―Respondió él completamente seguro de su decisión, no le molestaba que Koga sintiese una profunda atracción por Yuna, al contrario le alegraba que él estuviese dispuesto a darle a ella todo lo que él… jamás sería capaz de darle.
―Así que antes de que otra cosa suceda, me aparto para que ambos puedan estar juntos. ― Añadió mirando a Ryūhō totalmente consiente de que esto era lo mejor para ambos, después de todo Koga siempre había demostrado ser el mejor hombre, el más determinado valiente y fuerte de los dos, Soma tenía esas cualidades pero… enfocadas en otros aspectos, además por qué… aún conservaba aquella espina de culpa que sentía por no haber podido salvar a Sonia.
―Además no quiero lastimarla ¿sabes? Mi vida y la suya son muy diferentes, somos caballeros y eso, pero… sé que ambos se necesitan el uno al otro más que yo.
―Bueno… eso es noble de tu parte Soma. ―Describía Ryūhō sonriendo levemente al igual que el león menor.
―Además, sé que será mejor si mis dos mejores amigos están juntos. De cualquier forma…―Entonces él cerró sus ojos, levantando su tarro de cerveza con la mano izquierda y rodeando a su compañero de cabello oscuro con su brazo derecho.
―Así nadie terminará herido y todos seguiremos nuestras vidas como deseemos, ¿no lo crees Ryūhō? ―Preguntó haciendo reír al joven a su lado.
―Je jeh eso creo Soma. ―Dijo levantando su copa para brindar con él.
Podía notar que aunque estaba felíz por ellos, había un rastro de pena en su voz… desde lo ocurrido en la casa de Escorpio y con su padre… Soma no había vuelto a abrir su corazón a nadie que no fueran sus amigos, era renuente en ocasiones en mostrar afecto a otros que no fueran sus amigos.
Se había vuelto duro y… muy cerrado en ocasiones, pero sabía que él al igual que Koga necesitaba tiempo para asimilar lo sucedido durante las dos guerra que habían enfrentado, así como superar su duelo interno por la pérdida de su padre y por la chica que había llegado a sentir algo además de rencor y desdén.
Justamente cuando pudo comprenderla ella terminó muriéndose… nadie podría culparlo por no querer juntarse con alguien más que no fueran sus amigos o los camaradas que tenía en su tierra natal, incluso alguien tan alegre como lo era él necesitaba tiempo para asimilar esas cosas…
Ryūhō lo sabía de antemano.
La parte más difícil de una guerra no era la guerra en sí, sino las repercusiones que tenían en sus soldados, esas eran las cosas que no se contaban de la guerra, las cosas que se pasaban por alto, una vez que la batalla terminaba comenzaba otra, una batalla que no era física pero sí psicológica. La cual afectaba terriblemente a sus guerreros.
Solo ellos decidían cómo lidiar con las secuelas de la batalla, algunos como Koga viajaban para encontrar aquellas partes perdidas de sí mismos…
Otros como Soma tardaban tiempo en recuperarse, no sería ni hoy o mañana pero era seguro que cada paso hacia adelante era un paso educado a la dirección correcta para sanar y alcanza la paz mental, algunos otros como Haruto pretendían que jamás habían sucedido refugiándose en su arte e inspirándose de aquellas vivencias para encontrar paz de aquella forma.
Algunos más como Edén y Yuna encontraban algo que les diera un sentido a sus vidas después de perderlo todo, apegándose con fuerza a aquellos que jamás dejarían ir.
Y había algunos como el caballero Dragón quienes ya habían lidiado con esas memorias, permitiéndoles forjar sus propios destinos a partir de todo lo que habían vivido, sin importar el pasado, enfocándose enteramente en el futuro.
Aunque ¿qué sucedía con aquellos que no lograban sobrepasar las penas vividas por la guerra?
Bueno… solo los dioses sabían que sucedía con aquellas pobres almas desdichadas…
Mientras ellos continuaban su conversación Koga finalmente había tomado el valor necesario para dar un paso adelante hasta encontrarse al lado de Yuna, quien pudo sentir su presencia cercana a ella, por esa misma razón desvió su mirada lentamente hacia él, encontrándose con su mirada café bajo la luz de la luna.
―Es… una linda noche, ¿no es así Yuna? ―Preguntó Koga un tanto nervioso, había hablado miles de veces con ella pero en esta ocasión… era especial pues esta vez esperaba poder asincerarse con sus sentimientos hacia ella.
―Lo es Koga… Sí que lo es. ―Respondió ella simplemente devolviendo sus ojos lila hacia el vacío estelar encima de ellos, admirando las hermosas estrellas que adornaban el firmamento.
―Sí, es linda, por qué hay estrellas… y la luna está llena… y… hay estrellas.
―Ahhh, ¿qué sucede Koga? ―Preguntó Yuna tratando de ír al grano de esta conversación tan incómoda, podía asumir que Koga también se sentía incómodo pues ella se sentía un tanto incomoda por no poder leer las expresiones corporales del caballero pegaso… al menos… no totalmente.
―Eh no… nada solo… solo vine a admirar las estrellas contigo y bueno…―Trató de decir pero sus palabras quedaron atoradas en su garganta al intentar pronunciarlas, no estaba seguro de como se suponía que debía continuar con esta conversación.
―Solo… solo quería saber sí… ellas nos deparan algo. ― Habló tratando de mantener la charla lo más personal posible para que y con suerte pudieran llegar al tema principal al que él quería llegar lo más pronto posible.
Yuna por unos instantes miró al cielo en silencio y entonces suspiró levemente.
―Hummm… la constelación de Casiopea me dice que pronto habrá un gran cambio en el mundo, la de Andrómeda se ve un tanto difusa, casi como si el destino que le aguardará fuese inesperado… incluso se podría decir que pronto un giro importante del destino sucederá, lo cual podría indicar que alguien nacerá bajo ella o alguien morirá… Ojalá sea la primera. ―Explicaba devolviendo sus ojos hacia Koga, quien nuevamente se sintió un tanto nervioso al tener sus ojos nuevamente sobre de él.
―Pero, tú estás preguntando por la constelación de pegaso… ¿no es así? ―Interrogó sonriéndole a él suavemente, notando como él se ponía cada vez más nervioso.
―Bueno… sí…
―La constelación de Pegaso… Sus estrellas parpadean intensamente, casi como si dijera que pronto un acontecimiento importante ocurrirá… o que busca algo que perdió hace tiempo para poder sentirse completa. ―Explicó sorprendida por su lectura, esto podía interpretarse con lo que Koga buscaba hablar con Yuna en esos instantes, aunque no estaba completamente segura de ello, ella también se sentía curiosa por su lectura, aunque Koga fuese el actual caballero de Pegaso y podía asumir que ya había encontrado lo que buscaba, pero las estrellas le contaban una historia un tanto diferente… ¿de quien era ese destino? Sin importar de quien fuese esa historia la que concernía a ambos en ese momento sería la confrontación que sucedería en esos instantes entre ellos dos.
―Hummm, curioso ¿no lo crees? ―Murmuró volteándose completamente hacia él, para verlo mejor, sus mejillas estaban rojas y… Yuna solo podía asumir que las suyas empezaban a tornarse de color rojo al igual que las de su compañero guerrero.
―Sí, lo es Yuna… yo… quería decirte uh…―Intentaba invocar toda su fuerza de voluntad en ese momento pero simplemente las palabras… no parecían querer fluir, esto era aún más difícil de lo que alguna vez se lo pudo haber imaginado, sobre todo siendo él quien había librado batallas contra seres más poderosos a comparación de él.
―Oh Rayos no sé cómo hacer esto…
―Je je jeh, lo sé… Entiendo que estás nervioso Koga. ―Decía tranquila tratando de darle confianza al caballero de pegaso, ¿como era que después de todas las cosas que le había hecho sincerarse con ella y con sus sentimientos le resultase tan difícil?
―Lo que quieras decirme… solo dilo y ya…―Pedía entre ansiosa y deseosa de conocer aquello que él necesitaba decirle con tanta urgencia.
―Yuna… yo, solo quería decirte que yo… eh…
―¿Te gustaría ser mi novia? ―Yuna ya no pudo soportar más y fue ella quien lanzó la pregunta que él no había logrado formular.
―Eso era lo que querías preguntarme ¿no es así?
Koga se sintió impresionado por que ella logrará leer sus pensamientos aún si no había dicho algo que revelase sus verdaderas intenciones, ella había estado un pasp delante de él desde el inicio de la conversación… esa era la mujer de la que se había enamorado.
Siempre un paso delante de él en todo.
―Sí, digo… no digo, la verdad es que… bueno es que tú eres muy hermosa y yo eh, solo quería eh…―Se sentía como un tonto por no poder decir lo que en verdad sentía, solo podía balbucear incoherencias, hasta que Yuna tomó sus manos con delicadeza calmándolo con el toque de sus suaves manos con las de él.
―Je jeh, de verdad que eres un poco tonto Koga. ―Respondía Yuna tranquila, aunque ya podía intuír lo que él deseaba decirle, la verdad es que se sentía satisfecha de que finalmente fuese honesto consigo mismo y con ella después de todo ese tiempo.
―Tu bien sabes cuál es mi respuesta. ―Le decía alzando sus ojos lila hacia él, haciéndolo sonreír levemente pero… aunque ella sonreía, pudo notar un poco de melancolía en sus bellos ojos violetas.
―He estado esperando esto… desde hace tanto tiempo ¿sabes? Pero… aunque quiero corresponderte, ambos somos caballeros, el santuario… prohíbe que sus guerreros formen un lazo amoroso entre ellos. ―Declaraba bajando su mirada al suelo, apenada por tener que declinar la propuesta de Koga… aún si su deseo fuese corresponder a este sentimiento que ardía en su pecho como en el de el pegaso, la realidad era que no podían. No lo tenían permitido por las leyes del santuario.
―Aprecio mucho el gesto Koga pero… palestra es mi vida… no quiero perder eso por… por…
―¿Por mí? ―Preguntó él rápidamente, a lo que Yuna solo pudo responder enterrando más su mirada en el suelo, pero… Koga no iba a hacerla decidir… pues él ya había tomado su decisión hace mucho tiempo.
―Por esa razón, estoy dispuesto a abandonarlo todo por ti.
Yuna… por unos instantes no pudo creer lo que él le estaba diciendo, tuvo que comprobarlo no una sino dos veces… y sus ojos que siempre habían demostrado determinación cuando estaba decidido a algo brillaban de la misma forma que los había visto brillar tantas veces en el pasado cuando él estaba decidido a cumplir con su cometido.
―¿Eh?
―Durante mi viaje… recordé todo lo que pasamos, tu, Aria y yo, las cosas que vivimos y la promesa que me hiciste… el que jamás me dejarías caer nuevamente en la obscuridad yo sé que… en el momento era más una promesa de mantenerme en el lado correcto que una proposición amorosa…―Explicaba Koga con determinación en sus palabras, decidido a abandonar todo, todo lo que él había obtenido y se le había conferido, únicamente por ella, la única mujer que había llegado a amar más que a la señorita Saori.
―Pero… ahora deseo que tú seas la luz de mis días y de mis noches, yo… ya no quiero seguir vagando sin rumbo, quiero que tú seas el lugar a donde yo quiera siempre volver, que seas el centro de mi vida… y de mis deseos. ―Declaraba finalmente, como si lo que hubiese dicho Yuna antes hubiera despertado su alma de guerrero una vez más, determinado a cumplir con su palabra sin arrepentirse o tan si quiera mirar atrás.
Sobre todo llamado a ellos los recuerdos más felices que habían compartido con Aria, Yuna… la quería mucho, había estado allí con ella y Koga en su viaje por salvar al mundo.
Esos recuerdos le recordaban lo mucho que había llegado a quererla a ella… así como lo mucho que había llegado a encariñarse con el mismo Koga.
―Koga… ¿realmente estarías dispuesto a abandonar tu armadura, tu título… por mí? ―Interrogaba Yuna sorprendida de que él verdaderamente estuviese dispuesto a abandonar todo lo que él representaba solo por ella… y sus ojos nuevamente brillaron con impetú.
Demostrando una vez más que cuando hacía una promesa, no se detendría hasta cumplirla en su totalidad, como ya lo había hecho no una sino varias veces en el pasado
―Antes de venir aquí… yo… hablé con la señorita Saori, necesitaba escucharla antes de… tomar mi decisión definitiva. ―Explicaba levantando sus ojos al cielo infinito, adornado por las miles de estrellas que los acompañaban esa noche, donde todas las palabras como sus acciones se fundirían en un solo acontecimiento que sellaría sus vidas por siempre.
―Ella me dijo que no se oponía a esto y que le alegraba mucho, me dio una certeza de las cosas que ya no deseo separarme… de las cosas que quiero mantener cerca… sobre todo reafirmó los sentimientos que tengo hacia ti, así que sí… sin importar cuál sea mi condena estoy dispuesto a aceptarlo, por ti. ―Declaraba sin más temor en sí mismo, solo una enorme determinación y una firmeza que solo podía ser digna del caballero que portaba la armadura del corcel alado.
―Hemos vivido miles de vidas, Koga. ―Murmuraba ella insegura… aunque al mismo tiempo segura de que esto era lo que ella deseaba con toda su alma, una oportunidad en un millón de sert feliz con esa persona que había significado una verdadera familia, al lado de una persona que tanto había querido… y que el destino les había arrebatado cruelmente.
―Bueno… vivamos solo está de ahora en adelante. ―Nuevamente dijo Koga, dejando de lado todas las inseguridades y hablando con el corazón finalmente.
―Sé que suena cursi pero… tú sabes que yo no sé mucho de esto, así que… no sé qué más decirte para que me des la oportunidad de demostrarte de que esto es lo que quiero para nosotros. ―Murmuraba sintiéndose un completo tonto… si Yuna no aceptaba su relación se vería comprometida… incluso dañada por querer hacer lo que él consideraba correcto.
Pero… en cambio pudo sentir la mano de la guerrera del Águila posándose en su mejilla delicadamente, ofreciéndole calor, conforte entre la noche fría y los sentimientos de duda que asolaban su mente.
―Koga…
―¿Sí?
―Ya cierra la boca. ―Declaró juntando su frente con la de él, sellando aquella promesa de amor… sonriendo finalmente.
―Por supuesto que acepto…
― ¿De verdad? ―Preguntó Koga emocionado, sonriendo finalmente por su respuesta afirmativa.
―Sí. ― Con eso Koga la levantó del suelo con emoción, riendo porque ella aceptara su propuesta, al igual que ella que por primera vez en muchos años se sentía felíz de tomar una desición por ella y solo por ella misma, no importando las reglas o cualquier otra cosa, guiándose por sus sentimientos y por lo que dictaba su corazón.
Ante esto los muchachos que los habían estado acompañado esa noche también sonrieron, finalmente ambos eran honestos con las cosas que se sentían el uno hacia el otro, tanto Soma, como Ryūhō y Haruto les deseaban a la recién formada pareja la mejor de las suertes.
Ellos se merecían ser felices… ellos se merecían el uno al otro.
Después de todas las desgracias, dificultades además sufrimiento que habían afrontado durante tanto tiempo, ellos eran quienes más merecían que su fe en el futuro, en Athena y en el otro se les fuese recompensada, finalmente las estrellas brillaban con total intensidad.
Deparándoles un futuro igual de luminoso.
―Gracias Yuna… yo… yo te amo. ―Murmuró juntando una vez más su frente con la de ella, cosa que la hizo reír levemente. Cuya respuesta no se hizo esperar más.
―Lo sé. ―Dijo simplemente, finalizando con todas las palabras.
Ya no era necesario decir nada más, era más que claro lo que ambos sentían por el otro y eso era algo que ni todas las palabras existentes en el mundo pudieran expresar con el cariño que ambos caballeros sentían el uno por el otro, eran innecesarias, pues ambos lo sabían.
Con eso, la noche encontraría finalmente su resumen, no solo debían celebrar el regreso de Koga, ahora debían celebrar la unión entre él y Yuna.
Era un momento que recordarían por siempre y para siempre, siendo esta la única forma de celebrarlo adecuadamente, entre bebidas, risas además de buena música para acompañar la noche hasta el final de la misma.
Era una buena vida después de todo… una vida que valía la pena ser vivida.
Y un momento que debía ser recordado hasta el final de la misma.
Después de terminada la noche Los caballeros de bronce pasaron la noche en un hotel cercano, por supuesto que Haruto pagó por el hospedaje…. Y por las bebidas, y básicamente por todo esa noche.
No le molestaba invertir en sus amigos pues siendo una estrella en el mundo musical este tipo de lujos eran algo que él podía permitirse, él pidió dos habitaciones, una con tres camas y una con una sola cama. Esto para la recién formada pareja, pero ambos decidieron que querían seguir acompañando a sus amigos esa noche.
Aún si era la oportunidad perfecta para disfrutar de la cálida compañía del otro, esta noche era para todos ellos, no solo para dos de ellos. Ellos eran su familia dejarlos fuera no sería apropiado, menos después de tanto tiempo separados.
Ya habría tiempo para que Koga y Yuna tuvieran un momento de privacidad, pero por ahora querían estar al lado de sus amigos, compartiendo un mismo fuego como en esas frías noches de juventud que ya se habían alejado hace tanto tiempo.
Así como la noche se fue la semana pasó en un abrir y cerrar de ojos, se habían divertido mucho pero… como todo lo bueno debía llegar a su fin ellos también debían regresar a sus vidas, Haruto debía volver a su gira por el mundo y Soma debía regresar a su tierra natal a seguir sanando su herido corazón.
Ya habría tiempo para volver a reunirse, divertirse además de recordar sus buenos tiempos como los defensores del mundo pero… por ahora debían separarse, no sin prometerse el volver a repetir esto más de una vez, estaban ansiosos de volver a verse sin un conflicto de por medio.
Así pues, Koga, Yuna y Ryuho Regresaron a Palestra juntos, ya que Koga había decidido quedarse con Yuna, podía empezar a idear algo para ellos dos, recordaba aún la casa en la playa donde la señorita Saori, su maestra Shaina, el viejo Tatsumi y él habían vivido desde que era un niño..
Quizá podrían vivir allí un tiempo o por el contrario vivir en los dormitorios de la academia.
Había aún mucho tiempo para pensar y planear, de hecho, tenían todo el tiempo del mundo para pensar su vida como pareja.
Mientras discutían sobre el tema, Caminaban por el largo puente de la institución, entre ideas y promesas de una vida tranquila una vez que Koga finalmente se separará de su armadura, no sabía cuanto tiempo le tomaría pero…
Como ya había dicho estaba dispuesto a renunciar a todo con tal de estar con la mujer que tanto amaba…
Hasta que unos centímetros cerca de la gran puerta de entrada, vieron salir a un enorme hombre robusto, de cabello y ojos cabello violeta oscuro, no era nada más ni nada menos que el antiguo caballero de la osa Mayor: Geki.
Su antiguo profesor de palestra y un poderoso aliado durante el asedio a Pallas. Era grato volverlo a ver, aunque, debajo de su brazo cargaba una maleta y por encima de su hombro izquierdo llevaba una mochila donde podían asumir que llevaba solo lo más esencial para un largo viaje.
Él al verlos los saludó con entusiasmo, pero al mirar a Koga se sorprendió para segundos después alegrarse por ver a uno de sus viejos alumnos de regreso en el lugar donde los jóvenes caballeros venían a entrenar y aprender.
―¿Oh? Koga regresaste. ―Preguntó sonriéndoles a los muchachos que caminaban directamente hacia ´él con alegría de ver nuevamente al caballero pegaso de esa generación.
Koga al ínstate lo saludó dándole un fuerte apretón de manos.
―Así es Maestro Geki, es bueno verlo de nuevo, ¿cómo le va y a donde va con todo eso? ―Preguntó señalando a las maletas que llevaba cargando con él, realmente parecía que se iba a ír a algún lugar muy lejos de allí.
―Bueno esa es la cuestión…―Declaraba sonriendo levemente, admirando a los tres muchachos que había ayudado a crecer y a educar… Sin duda alguna estaba orgulloso de ellos tres y de los otros tres que faltaban a su lado.
―El santuario me ha pedido que vaya, al parecer desde que Harbinger adoptó el puesto del patriarca la casa de tauro necesita a un nuevo representante... y yo he sido elegido para ocupar ese puesto como caballero de Tauro, así que no podría estar más feliz por haber sido considerado por el santuario. ―Añadió sonriendo levemente, haciendo que los tres muchachos sonrieran de igual manera.
―¿En serio? ―Preguntó Ryūhō incrédulo de lo que había escuchado hacía unos segundos.
―Eso es Genial maestro Geki. Felicidades por su ascenso. ―Añadía Koga genuinamente felíz por el recién nombrado caballero de Tauro, era algo que debía celebrarse sí… no hubieran gastado esa oportunidad en la semana que Koga había regresado… quizá en otra ocasión.
Aunque ¿cuál era la probabilidad de que algo como eso volviese a suceder en un futuro cercano? Quizás no mucha pero… no tenían idea de cuál sería el resultado más posible que trajhera el mañana, solo esperar a que fuese bueno… y aceptarlo con una sonrisa.
―Aunque… será un poco triste tener que dejarle ír, usted fue nuestra inspiración… y quien más nos ha guiado como profesor de palestra. ―Decía la guerrera del águila aunque se sentía feliz por él la realidad es que también se sentía un tanto triste por tener que ver a alguien que había llegado a respetar e incluso a admira a la misma altura de los caballeros legendarios.
―Sin usted… este lugar no será el mismo. ―Murmuró bajando sus ojos al suelo, aunque al sentir su mano derechasobre su hombro ella levantó su rostro hacia el antiguo caballero del Oso quien solo podía sonreírle complacido.
―Je jeh, tranquila Yuna, después de todo…―Entonces dejó su maleta en el suelo, para colocar su otra mano en el hombro de Ryūhō, demostrando la enorme confianza que tenía en sus estudiantes.
―Me voy sabiendo que dejo detrás de mí a profesores capaces de cuidar de palestra y de sus alumnos. ―No necesitaba ser específico para que ellos supieran a quienes se referían, después de todo los alumnos eran tan buenos como sus maestros, era deber de todo estudiante ocupar el puesto de su mentor eventualmente.
Protegiendo todo aquello por lo que ellos habían dado sus vidas sin dudar ni retroceder.
―Mucha suerte muchachos, sé que ustedes serán impresionantes… Ya nos lo han demostrado antes y no dudo que vuelvan a hacerlo nuevamente en el futuro.
Declaro tomando nuevamente sus maletas caminando con determinación hacia donde su destino lo llamaba, como caballero que creía jamás había logrado nada importante en su vida ser considerado como un caballero dorado era un gran honor… Pero ninguna armadura o recompensa podría igualar el haber ayudado a estos tres jóvenes caballeros por su larga travesía por la vida.
Se sentía orgulloso de ellos… solo podía sentirse tranquilo al saber que Palestra estaría en buenas manos, no sentía miedo, mucho menos preocupación se sentía tranquilo sabiendo de quie al menos había hecho algo bien.
Y sin importar que clase de cosas le aguardasen en el futuro estaba dispuesto a aceptarlas, pues así como había guiado a estos guerreros estaba dispuesto a ser guiado por el camino dorado, sin mirar atrás nunca más.
―Nos vemos Maestro Geki. ―Decía Koga a lo lejos, él tuvo que mirar a sus espaldas una última vez, para ver a sus alumnos solo una última ocasión.
― ¡Suerte en el Santuario! ―Solicitaba Ryūhō sacudiendo su mano de un lado al otro despidiéndose de él.
― ¡Cuídese mucho, escribamos por favor! ―Pedía Yuna que al igual que ambos caballeros de bronce a su lado solo le deseaba la mejor de las suertes a donde quiera que las aguas del destino lo guiarán.
―¡Igualmente muchachos! ―Declaraba el caballero de Tauro alejándose mientras balanceaba su mano de un lado al otro dando sus últimas despedidas al equipo Omega.
Muchos de los caminos que habían iniciado hace tanto tiempo encontraban su conclusión, muchas historias que habían sido olvidadas obtenían un cierre, aunque la vida seguía los ciclos que muchos de ellos habían recorrido finalmente encontraban un final adecuado.
Por supuesto que aún quedaban muchos para descubrir como por revelar.
Reencuentros, uniones y memorias, todas formaban parte de un ciclo eterno convergiendo en una misma historia, contada por un hombre que ya había visto el tiempo pasar como el flijo de un río que no paraba de moverse.
―Ahora que recuerdo esta historia… me causa mucha nostalgia en verdad…―Decía un anciando de espeza barba blanca, ojos verdes que se habían marchitado y una larga túnica verde que cubría todo su cuerpo.
―Esos días de juventud que tan lejanos se sienten… los revivo una y otra vez… es fácil recordar los buenos tiempos, pero… quizá esa añoranza es lo más peligroso en tiempos tan grises. ―Comentaba suspirando levemente.
―Sobre todo cuando la desesperanza, el miedo y la apatía se sienten día a día… Pero por esos recuerdos tan felices es que nuestra lucha es eterna, para que esos tiempos se sientan de nuevo, no como un sueño… sino como una realidad.
Shun había estado escuchando su relato en silencio durante todo ese tiempo… comprendiendo el dolor de Ryūhō por haber sido el único caballero sobreviviente de la era Omega, sus amigos ya habían partido hace tiempo.
Algunos de manera rápida… y otros de manera lenta, siendo él el único que quedaba de ellos, Shun… podía comprender su sufrimiento, aunque aún tenía a Ikki y a su amada, la realidad era que casi todas las personas que había conocido ya habían muerto o o pronto lo estarían.
Pues a Harbinger ya no le quedaba mucho tiempo en este mundo… así como podía asumir que a Ryūhō tampoco.
―No puedo empezar a imaginarme como fue perderlos a todos… A Koga, Yuna, Haruto, Soma y a Edén. ―Murmuraba el caballero de Virgo sentado frente a él, había venido de tan lejos para poder ver nuevamente al hombre que había conocido desde que era un muchachito. Y ahora era un hombre adulto en los últimos días de su vida, pero, aunque el final llegaba lentamente… se veía más vivo que nunca en verdad.
―No se preocupe maestro Shun… este cuerpo es temporal, pero mi alma es eterna. ―Declaraba Ryūhō tranquilamente, sonriéndole al caballero de virgo plácidamente, aunque su final se acercaba, no se había arrepentido de nada, ni de los amigos que había hecho, ni de las cosas que había conseguido, había sido una vida que había valido la pena vivir… y eso era todo lo que a él le había importado.
―Me he preparado bien para el momento de reunirme nuevamente con mis amigos, en este mundo dejo mi marca, mis memorias y recuerdos serán lo único que lleve conmigo. Lo demás lo dejo en manos de mi Nieto Ryūha, en Yui y en mi más reciente aprendiz… de quien estoy seguro que heredará la armadura de mi padre muy pronto.
―He escuchado que él se ha vuelto muy fuerte debido a tus enseñanzas… muchos lo consideran un prodigio a pesar de su corta edad. ―Esclarecía Shun mirando al viejo caballero de dragón, cuyo porte y temple parecían imperturbables, aunque su rostro emitía una cálida sonrisa de satisfacción por las palabras del siguiente patriarca del gran santuario.
―Él… sin duda está en camino a convertirse en el caballero dorado más joven de esta generación.
―Lo es… Genki es uno de mis más grandes logros, después de Yui por supuesto…―Declaraba el viejo maestro Ryūhō feliz por sus dos pupilos más prometedores… aunque al pensar en su nieto… se sentía triste de no haberlo podido ayudar a despertar su cosmos.
―Aunque Ryūha… toda vía siente que su destino le fue robado, los ha impulsado lo suficiente como para ser dignos caballeros que lucharán en la siguiente guerra santa. Sobre todo a Yui…
―Debió ser duro para él no poder despertar su poder como ellos sí lo hicieron…―Murmuraba Shun apenado por el como el destino había tratado al heredero de sangre del legado de Shiryū y de Ryūhō.
―Ryūha es fuerte… él comprendió que, aunque no tengamos algo que nos haga sobresalir como a los demás… aún tenemos un deber como seguidores de la diosa Athena, sino es en el frente es a su lado, ofreciéndoles apoyo y ayuda en los momentos más difíciles. ―Explicaba el viejo dragón cerrando levemente sus ojos, para nuevamente abrirlos y encontrarse con el hombre que próximamente sería la eminencia más poderosa de todo el santuario.
―Siendo soldado o un soporte, todos cumplimos un deber, sobre todo aquellos de quienes otros dependen para seguir luchando y viviendo por un universo en paz.
― Entiendo…―Shun murmuró bajando su cabeza al suelo, para que unos segundos después alzará sus ojos una vez más al antiguo caballero del dragón. Era curioso de verdad él era 13 años menor a él… y aun así no había envejecido mucho más que él, lo había visto por última vez como un joven en la flor de la vida para encontrárselo tiempo después como un anciano en los últimos escalones de la vida… Pero tan sabio como el antiguo maestro Dohko… pero esta vez no habría ninguna técnica de los dioses que lo salvaría de su destino final.
―Aun así sé que estás feliz por haber tenido la oportunidad de pasar tus conocimientos a tres muchachos tan talentosos.
―Ciertamente lo es Maestro Shun…―Replicó el anciano sonriendo nuevamente tranquilo, sin duda… estaba orgulloso de todos sus discípulos, fuesen diestros con el cosmos o no… había dejado todas sus enseñanzas y experiencias en todos ellos.
―Me ha dado la oportunidad de ampliar mi visión como mi perspectiva, como humanos nuestras vidas son efímeras…. Pero cuando pasamos nuestro conocimiento, esta trasciende y se convierte en la esencia viva de uno mismo y con eso nosotros somos capaces de alcanzar un cierto grado de inmortalidad, al ser recordados siempre por aquellos que logramos alcanzar con nuestras enseñanzas.
―Jeh… sí, Raki me dijo algo parecido anteriormente…―Murmuró el caballero dorado de cabellos y ojos esmeraldas, suspirando tranquilamente.
―Es que lo es… una vez que tomes el puesto del patriarca… deberías intentar enseñar a un joven prospecto a caballero algún día. ―Declaraba Ryūhō con sinceridad, después de todo, él también había aprendido mucho de Shun como de su Padre y eso lo había llevado a convertirse en el gran hombre que era ahora.
―Sí… lo tendré muy en mente, Ryūhō…―Declaró Shun pensando en un candidato perfecto para esto, y con ese pensamiento se levantó listo para partir de allí cuanto antes, pero no sin antes hacer una reverencia hacia él en forma de gratitud por haber podido tener esta conversación con él.
―Gracias por haber tenido esta conversación conmigo. Fue realmente agradable haber podido hablar, aunque fuera solo una vez.
―No hay problema Maestro Shun… puede volver cuando quiera, usted sabe que es más que bienvenido a la cascada de rozan. ― Le decía felizmente de que hubieran podido comnpartir su sabiduría con el próximo gran maestro del santuario.
―Así que ya sabe… si necesita conversar con alguien, estaremos más que encantados de recibirlo.
―Sí… pero por ahora tengo que regresar al Santuario, a asegurarme de si Athena ya ha descendido en su estatua o no… que ella no aparezca aún está ´preocupando mucho a todos, sobre todo a Harbinger. ―Mencionó tomando su casco del suelo, para entonces sacar un pequeño pedazo de papel de debajo de su armadura dorada, envuelto en un sobre, el cual miró con un poco de añoranza, sobre todo por la persona a quien iba dirigida esa carta.
―Y además… tengo que entregarle una carta a una amiga en especial, le prometí que le escribiría a menudo, pero bueno… apenas he tenido tiempo con todo lo que ha estado sucediendo con el santuario como de mi familia, así que será mejor que me apure.
―Entiendo… buena suerte maestro Shun, a donde el viento lo lleve. ―Pidió el dragón anciano despidiéndose del caballero de virgo.
―Igualmente Ryūhō, cuídate mucho…―Finalizó Shun colocándose su casco dorado y metiendo el sobre por debajo de su armadura de oro, para entonces comenzar a caminar lejos de él.
Aunque no era Shiryū… podía verlo en su actuar en sus palabras, en su rostro marchitado pero aún vivo, era el reflejo de su padre y Shun… no podía sino sentir que esta era la última vez que podía hablar con un amigo del pasado como lo había hecho durante toda su vida.
Era duro despedirse pero… era aún más duro recordar esos tiempos de juventud cuando una guerra se avecinaba… aun así encontrarse con un viejo amigo y charlar sobre otros tiempos mejores le daba alegría a sus corazones heridos.
Era la única forma de sanar las cicatrices hechas por el tiempo, por aquellas personas que eran sus familias que ya habían fallecido hace años, como iba a extrañar a Ryūhō una vez que ya no estuviese con ellos, pero por eso necesitaba conversar con él aún si fuese la primera y última vez que lo hiciese después tantos años…
Para no permitir que ellos muriesen. para que la memoria de aquellos hombre y mujeres que sirvieron a la misma causa vivieran por siempre… al menos en sus memorias. Esa era la vida eterna de la que Ryūhō hablaba, solo así sus queridos amigos podían seguir viviendo.
Y Shun se encargaría de que esa memoria siguiese con vida, aunque fuese solo a través de él.
Por qué la vida de un caballero no terminaba con la muerte, la vida de un caballero cesaba… cuando otros se permitían olvidarlo.
Pero no Shun, él recordaría a esos guerreros nobles y poderosos que salvaron al mundo al igual que sus amigos lo habían hecho hace más de un millón de lunas.
Sus corazones estaban con él ahora, estos solo dejarían de latir el día que el suyo se detuviera por completo.
Continuará en; Caballeros del Zodiaco: Guardianes del Universo.
(Saint Seiya: Guardians.)
Capítulo 15: El Torneo Galactico.
Α
Obscuridad, todo era obscuridad… no existía nada salvo una conciencia perdida entre toda esa obscuridad, trataba de recordar porqué se encontraba rodeada de toda esta oscuridad… no sabía si estaba dormida o despierta entre este eterno vacío.
Se sentía perdida y asustada, hasta que en lo profundo de esa oscuridad una voz la llamó.
― ¿Puedes escucharme? ¿Puedes hablar? ―Preguntaba la voz de una mujer en lo profundo de ese abismo de sombras, la había escuchado un par de veces antes… era tan tranquila y serena que le daba calma de alguna forma.
―Si no puedes, solo dame una señal…
―Sí… puedo hablar… ¿dónde estoy? ―Preguntó tratando de encontrar la procedencia de aquella voz, pero todo era negrura, no sabía de dónde provenía o porqué le hablaba específicamente a ella… pero necesitaba saber de quien se trataba.
―Tranquila… estás a salvo, ¿puedes verme? ―Volvía a preguntar, pero cada vez que ella intentaba hacer algo no podía hacerlo, de hecho, no podía sentir nada en absoluto, no sabía donde estaba pero sentía mucho miedo.
―¿Porque no puedo sentir mis manos? ¿Por qué no puedo mover mis piernas? ¿Dónde estoy? ―Preguntaba desesperada, buscando una forma de escapar de este vacío pero cada vez que intentaba moverse no podía lograrlo, aunque su único deseo fuese tocar su propio rostro para saber que ella estaba aquí no se sentía presente, era… como si no tuviese un cuerpo para hacerlo.
―Donde… ¿¡Donde estoy!?
―Tranquila… estoy aquí a tu lado ¿puedes sentirme? ― Nuevamente la voz de aquella mujer se hizo presente y junto a ella pudo presentir algo… una calidez que no había sentido en mucho tiempo, pero era tan tenue que casi no podía sentirlo.
―No… No puedo, todo es oscuridad… todo es oscuridad…―Respondía levemente, pero cada vez esta calidez cada vez se hacía más y más fuerte hasta el punto que esa pequeña alma perdida podía verla atravesando aquella oscuridad.
―Tranquila… ¿puedes sentir mi cosmos? ―Preguntaba nuevamente haciendo que esa pequeña alma comenzar a acercarse a esa luz.
―Sí…―Respondía creyendo que estaba avanzando a ella a menos que aquel cosmos se estuviese haciendo cada vez más fuerte convirtiendo este mundo de tinieblas en un espacio de luz.
―¿Puedes seguirlo?
―Eso creo…―Finalmente podía volver a sentir, la calidez de otra alma humana… o al menos eso creía, no estaba segura de qué o quién era, pero… podía sentir que aquella persona que le hablaba era alguien de corazón noble que verdaderamente buscaba ayudarla a salir de su estado actual sin un cuerpo.
―¿Quien… quién eres? ―Preguntó nerviosa, acercándose a esa luz dorada hasta el punto donde casi podía tocarla.
Y así como así… finalmente pudo ver algo más que una eterna obscuridad o la luz dorada que la había guiado… era el rostro de una hermosa mujer de cabello lila y ojos verdes, no podía reconocerla pues, esta era la primera vez que la veía, pero podía asumir que esta era la mujer que la había estado llamado.
―Mi nombre es Saori Kido, la reencarnación de la diosa Athena. ― Declaraba la mujer tranquilamente apreciando en el reflejo de su báculo, a una silueta de luz con apenas una forma humanoide con dos destellos de luz que simulaban ser sus ojos en el centro de lo que podía asumir que era su rostro, pero podía apreciar que ella estaba muy asustada por no saber dónde se encontraba o que hacía allí.
―¿Puedes recordar algo, sabes quién eres?
―Yo… no lo sé yo… no recuerdo mucho, solo sé que antes era humana y luego… desperté en medio de la oscuridad. ―Declaraba en un tono triste preocupada por su estado actual, se sentía nuevamente encerrada contra su voluntad, pero allí se encontraba Athena, tratando de consolarle.
―Tu nombre es Niké, ¿cierto? ―Preguntó Saori confundida por la respuesta del alma atrapada en su cetro.
―No… mi…. creo que mi nombre era… Aria. ―Reveló haciendo que su silueta de luz comenzar a cambiar poco a poco hasta adoptar una forma cada vez más humana.
―Muy bien Aria… ¿Tu sabes quién es Koga? ―Al preguntarle eso, los ojos de la silueta se abrieron con sorpresa, ese nombre… era el nombre de la persona que la había rescatado hace mucho tiempo-
― ¿Koga? ¿Dónde está él…? ―Preguntaba buscándolo con la mirada pero… no podía verlo por ninguna parte.
―Descuida, él está bien…―Respondió en un tono tranquilo, casi maternal a la pequeña figura atrapada en su cetro dorado tratando de transmitirle calor y seguridad a la jovencita que estaba hablando con ella.
―Muy bien Aria, ¿puedes recordar algo más?
―Yo… no puedo rememorar mucho…―Respondió apenada, pero esto en lugar de poner a la diosa de la guerra en una posición de molestia solo pudo ver a la pequeña alma con comprensión, no necesitaba verla para saber que ella se sentía aterrada y confundida, su voz le decía todo.
―Tranquila, solo concéntrate estoy aquí a tu lado… no me iré a ninguna parte…―Declaraba Saori acercando el rostro de su cetro a ella, sincronizado el cosmos del mismo con el de ella, para demostrarle que no había nada que temer, se quedarían hablando todo el día y la noche hasta finalmente recibir las respuestas que ambas necesitaban.
―¿Lo prometes? ―Preguntó Aria con duda.
―Lo prometo…―Respondió Saori con sinceridad en sus palabras.
Saori había escuchado hablar mucho sobre Aria, sobre todo por parte de Koga quien siempre la había descrito como la luz que lo había guiado en la obscuridad, no comprendía mucho de lo que estaba pasando y podía asumir que Aria tampoco lo sabía.
Ella se escuchaba aún más confundida que la propia diosa de la Guerra, pero estaba más que dispuesta a ayudarla, no solo por ser la hermana de su hijo adoptivo, sino porque realmente deseaba entender como había sido que ella terminó en esta situación.
Necesitaba comprender como el alma de una joven humana se había fusionado con el cuerpo de su compañera eterna.
Por suerte, tenían todo el tiempo del mundo, como ella le había dicho, hablaría con ella hasta la llegada de la noche para entender lo que le había sucedido y porqué.
El Episodio Zero Aún no ha Terminado…
Comme toujours, c'est un véritable honneur de donner mes remerciements et mes salutations particulières à ShainaCobra, vos commentaires sont grandement appréciés, c'est un honneur de continuer à déchirer le contenu grâce à votre soutien.
También a Clock el Reloj por darse el tiempo de leer esta historia, espero que te guste y que me des tus opiniones próximamente.
Sin más que decir me despido.
Eddy.B Fuera.
