Caballeros del Zodiaco:
Guardianes del Universo.
(Saint Seiya: Guardians)
Episodio 0: El Camino Hacia la Guerra Santa
Capítulo 0.7: Búsqueda.
Había pasado un par de semanas tratando de encontrar el significado oculto de esa voz en sus sueños, había viajado desde Grecia hasta el oriente para poder hablar con Shiryū sobre sus sueños y sobre la voz de aquella mujer que le hablaba cada vez que dormía, ella era cada vez más elocuente, sus palabras eran tan claras como la luz del día, casi podía sentir que ella estaba a su lado y le hablaba mientras se encontraba en lo más profundo de sus sueños.
Pero solo era eso una voz atrapada en las sombras de sus memorias perdidas, Seiya no recordaba mucho de su pasado, no recordaba donde había entrenado, quien había sido su mentor, el lugar donde había venido, a sus padres… o tan si quiera quien había sido antes de convertirse en un caballero de Athena.
Las cosas que él podía recordar plenamente eran, a sus amigos, Shun, Shiryū, Hyoga e Ikki, a su amada diosa; Saori, a los caballeros de oro de la generación pasada y de su generación… a parte de su deber como santo de Sagitario.
Pero más allá de ello no tenía nada más, no había pistas de quien pudo haber sido en un pasado que parecía tan lejano, no había idea de que país había provenido o si su tierra natal siempre había sido Grecia.
Hablaba bien el idioma, conocía mucho de su historia y su cultura, pero sus rasgos físicos… no pertenecían a los de un hombre nacido en aquella tierra de héroes como de leyendas mitológicas, más bien parecía que había venido más allá de esa tierra, desde el oriente, tierra del sol naciente.
Había tantas preguntas, tantas cosas que necesitaba conocer cómo entender, ¿qué había sucedido en aquellos años perdidos?
¿Quién había sido él y a quien había olvidado?
Bien se decía que, si se olvidaba de algo, entonces no era importante, pero para él sí lo era… pues era un largo tramo de su vida la que había sido borrada, al menos 15 años de su vida habían sido totalmente limpiadas de su mente.
15 años, no era algo que pudieras olvidar con tanta facilidad, por esa razón estaba viajando para reencontrarse a sí mismo, conocer ese pasado que había olvidado y conocer a esa chica que le hablaba en sus sueños.
Su primera parada sería a los 5 Picos de Rozan, donde intentaría hablar con Shiryū.
Después de que Shun, Ikki y June se habían marchado no había podido hablar con él, de hecho aquél día apenas pudieron entablar una conversación, había sido más de "Trabajo" que una conversación entre amigos en sí, no como había sucedido con Shun.
Que incluso pudo bromear al respecto sobre las maravillas que vería en aquél futuro tan, tan lejano… hasta este día se preguntaba cómo le estaría yendo a él y a Ikki en esa era, aunque no fuese un hombre tan sentimental.
Realmente extrañaba a Shun, era lo más cercano que había tenido a un mejor amigo, mientras pensaba en él también pensaba en su esposa, como en lo mucho que le habría encantado conocer al sobrino que ellos dos habrían concebido, Shun siempre parecía el chico más inocente de la alineación… si tan solo él hubiera sabido que en ese tiempo él había encontrado la misma felicidad que Shiryū habría sido más cercano con él y por supuesto que habría asistido a su boda…
Pero había interpuesto su deber como caballero ante todo lo demás.
Lamentarse ya no servía de nada en este punto, Seiya solo le deseaba felicidad a su compañero, donde sea que el tiempo los hubiera llevado, a él a June… y por supuesto que Ikki también hubiera encontrado su propia felicidad.
Ahora que lo recordaba, aún seguía poseyendo la llave de su hogar que Shun le había entregado el día que se fue, le había pedido que cuidará de su hogar pero apenas había tenido tiempo para preocuparse por sí mismo…
Quizás después iría a checarla, pero por ahora tenía que mantener su mente enfocada en lo que necesitaba hacer ahora, que era ir a hablar con Shiryū a su hogar.
Siempre había sido este Lobo solitario que había sido herido no una sino varias veces y en varias ocasiones, otra vez por los giros del destino, pero incluso un alma tan solitaria como atormentada merecía hallar la felicidad.
Ojalá lo hubiera hecho o quizás no, no lo sabía, la era a la que se habían dirigido era tan lejana y Seiya estaba seguro de que no viviría tantos años como para verlo o saberlo.
Tan solo esperaba que sus amigos se encontrarán bien, eso era lo único que le importaba…aunque conociendo que el enemigo al que se enfrentarían sería Hades, Seiya también les deseaba mucha suerte enfrentándose al rey del inframundo…
Aunque al pensar en Hades… sintió una leve sensación de incomodidad en su pecho, justamente en su corazón, no era como un dolor sino como una leve picazón interna.
No entendía el porqué de esa reacción corporal, pero esperaba que no fuera nada importante… O mínimo algo de qué preocuparse esto era algo que solía pasarle de vez en cuando, aunque… curiosamente esto sucedía cuando mencionaba el nombre de Hades, el señor del inframundo, muchos contaban que él lo había derrotado hacía tanto, tanto tiempo…
El problema era que no podía recordar cuando o como había sucedido… tan solo lo había hecho cuando fue el momento de la verdad, había partes de su memoria que realmente no podía recordar por más que él lo deseará y últimamente deseaba poder recordar al menos algo más que lo que ya sabía de antemano…
Seiya parecía un hombre simple a primeras, pero por dentro era un enigma, casi nunca se sabía lo que pensaba, todos lo veían como esta clase de hombre noble que era incapaz de obrar mal, que siempre tenía un objetivo, un ideal de justicia que nadie jamás podría superar, o al menos esa parecía la idea que daba ver por fuera, pero por dentro tenía tantas dudas, era… un hombre mucho más complejo de lo que aparentaba a simple vista.
Un hombre que buscaba ese pasado que jamás pudo comprender en que parte de su vida lo había abandonado o en que circunstancias había sucedido dicho evento.
Un tiempo más tarde ya se encontraba en los 5 Picos, el hogar de Shiryū y de su familia, había escuchado que el maestro de Shiryū solía cuidar de este lugar cuando aún seguía con vida, Dohko era uno de los dos únicos sobrevivientes de la guerra santa anterior.
Y ahora… se encontraba descansando al lado de todos sus compañeros, Seiya no sabía como sentirse respecto a eso… si sentirse feliz o triste, le hubiera encantado conocerlo mejor…
Estaba totalmente seguro de que era un gran hombre… el último de su generación…
Quizá el más poderoso de los Dorados que existieron en la actualidad… no muchos tenían el honor de decir que sirvieron a Athena en dos diferentes generaciones y que murieron fieles a su servicio… pero Dohko era un caso muy especial.
Le hubiera encantado poder sentarse a hablar con él, para conocer las historias que acontecieron hace 200 años, estaba totalmente seguro de que sea lo que él le hubiese contado, lo conservaría hasta el último día de su vida, por suerte aún existían dos personas que habían sido testigos de él y a quienes les habría contado tantas cosas sobre la guerra santa pasada.
No mucho después había logrado alcanzar la montaña donde descansaba uno de sus mejores amigos había hecho su hogar, con su esposa y su pequeño hijo que… ya no era tan pequeño, en los próximos meses ya estaría cumpliendo los 17 años el siguiente mes de este año.
Que rápido crecían estos muchachos, sobre todo ellos que de un día para otro se habían vuelto los héroes de sus propias leyendas, no tardó mucho para encontrarse con una mujer de cabello oscuro corto, ojos verdes, bajita y con un atuendo de color turquesa, la mujer al ver que alguien se acercaba alzó su mirada solo para sonreír gratamente saludándolo con entusiasmo.
―Seiya, ¿cómo estás? Bienvenido. ―Exclamó con alegría acercándose a él para verlo detenidamente, habían pasado tantos años desde que lo vio por última vez, casi 10 años, pero se veía en excelentes condiciones como siempre.
―Qué alegría verte de nuevo, te ves muy bien.
―Todo va bien Shunrei. ―Preguntó sonriéndole a la mujer frente a él, ella también se veía muy bien, aunque al igual que él las marcas de la edad se comenzaban a ver en su rostro, pero si era completamente honesto consigo mismo se veía igual de bien que cuando la había conocido, aunque… ¿que no su cabello era más largo? No estaba totalmente seguro de ello pero, podía recordar que ella siempre llevaba su cabello arreglado por una enorme trenza que pasaba desde su hombro izquierdo hacia su pecho, trató de no darle mucha importancia, creyendo que estaba imaginando cosas.
―¿Está Shiryū? me gustaría hablar con él.
―Claro, por aquí Seiya, que gusto volver a verte después de tanto tiempo, supongo que el santuario te ha mantenido muy ocupado todos estos años, ¿no es así? ―Le preguntó haciendo reír levemente al caballero de Sagitario, no se equivocaba en realidad, había estado muy ocupado en realidad, con todas las batallas que habían librado durante tanto tiempo, reforzando la vanguardia del santuario, restableciendo el orden en sus filas y cambiando algunas cosas para fomentar el respeto entre los caballeros, así como la confianza.
Sería un largo recorrido después de tantos tropiezos… pero con una mano dura como lo era la de Harbinger y por supuesto teniendo a Saori a su lado, el santuario se reformaría pronto, habían sido tiempos muy complicados para los caballeros, pero habían logrado superarlos gracias a la voluntad en conjunto de guerreros fuertes e inquebrantables.
Había tardado mucho tiempo debido a la traición de Saga, la toma de poder por parte de Marte y la guerra contra la diosa Pallas, pero finalmente se veía un rayo de esperanza en el horizonte para todos los caballeros de Athena.
Para ser honestos ya era hora… durante el trayecto Seiya y Shunrei siguieron charlando, aunque no eran los mejores amigos y de hecho apenas eran conocidos, para el caballero de Oro era grato poder conversar con la esposa de Shiryū, ella estaba contenta de que su esposo hubiera vuelto a la normalidad además de que su hijo estuviera viviendo una vida tranquila junto a sus amigos.
Eso la hacía dichosa, de alguna forma saber que ella fuese feliz le daba a Seiya cierta tranquilidad, pues…
¿No era por eso que los caballeros luchaban? ¿Para ver a gente como ella vivir sus vidas de manera alegre?
Ese era el objetivo de la paz por la que los caballeros luchaban, para que nadie tuviera que sufrir debido a los dioses quienes jugaban con el destino de los humanos como les apetecía.
Y después de avanzar un poco, el caballero del centauro alado miró a una pequeña casa cercana a la cascada, frente a ella un hombre de cabello oscuro y largo, en un atuendo chino de color violeta pálido, ese hombre se encontraba en una posición de meditación mirando hacia el enorme flujo de agua que caía desde la cascada.
No hacía falta ver su rostro para saber de quien se trataba, en efecto ese era Shiryū, el actual caballero de Libra… aunque no ejercía ese título, su armadura siempre estaría en la séptima casa, esperando a su legítimo portador a que la vistiese nuevamente cuando fuese el momento indicado.
Pero hasta que ese momento se diera, él permanecería aquí, en su hogar, donde se encontraban su amada esposa y su querido hijo.
―Shiryū…―Seiya lo llamó y el caballero de Libra hizo una pequeña mueca de alegría al escuchar esa voz de nuevo, él se levantó y se giró para ver a su compañero, había sentido su cosmos aproximándose desde la lejanía, pero aun así quería escuchar su voz nuevamente por esos lares.
―Seiya, me alegra verte de nuevo, viejo amigo…―Declaró posando sus ojos verdes sobre el antiguo caballero de Pegaso, sin lugar a duda era un verdadero honor tener a un hombre como él en su hogar.
―Digo lo mismo Shiryū…―Declaró el santo dorado de Sagitario avanzando hacia él, para tomarse de la mano y acto seguido darse un fuerte abrazo, acto seguido ambos se vieron frente a frente, no era ningún secreto que ambos se respetaban, había luchado en las batallas más importantes de la humanidad.
Derramando sangre, sudor y lágrimas para salvar al mundo y a Athena y ahora, simplemente se reencontraban como dos viejos amigos, sin una batalla que decidiera el destino de la humanidad, sin luchar contra una amenaza que los superará a ambos.
Solo dos compañeros que solo iban a sentarse para revivir memorias de sus tiempos luchando contra la oscuridad que intentaba apoderarse del universo, era tan curioso cómo funcionaba esto…
Seiya no podía recordar nada de su vida a excepción de pequeños retazos que se acoplaban en su mente, pero algo era constante en esos recuerdos, los rostros de su amigos de las personas que había llegado a considerar sus hermanos.
Shiryū, Hyoga, Shun e Ikki, sus rostros eran lo único que Seiya podía ver más claro que el agua y aún con la partida de estos dos últimos, podría recordar sus rostros en esta o en su siguiente vida.
―¿Que sucede Seiya…?―Interrogó el caballero de Dragón con una mirada preocupada, él se veía perdido más perdido que nunca antes en su vida, aun conociendo todos los caminos que lo guiaban a su hogar, él… se veía totalmente extraviado aun estando en un lugar familiar.
―Tú no abandonarías tu templo o habrías llegado hasta acá sin avisar a menos de que hubiese sucedido algo importante, ¿Qué pasa? ―Ante las preguntas de Shiryū, el caballero de Sagitario arqueó una mueca de inseguridad.
Era extraño que un hombre como él, mostrara aquellos signos de inseguridad, sobre todo conociéndolo, él jamás había retrocedido, jamás había mostrado signos de estar confundido o extraviado, pero ahora… ahora ya no estaba tan seguro.
Algo había sucedido con el, algo malo pues podía ver que en su cuerpo no habían cicatrices además de las que ya adornaban su cuerpo, no, esta vez su problema parecía más… emocional, un área donde Seiya no parecía ser muy experto, pero…
Bueno siempre había una primera vez para todo.
―Bueno, el Santuario está en paz desde la llegada de Harbinger al trono del patriarca… así que todo está tranquilo…― El antiguo caballero de Pegaso había respondido con una sonrisa amigable pintada en los labios, al parecer eso jamás sería algo que desaparecería de su actitud, Seiya siempre sería tan radiante como un sol y eso, alegraba de cierta manera al caballero de la balanza
―A lo que vine, es para hablar contigo sobre un tema que no me ha dejado dormir desde hace tiempo. ―Por un instante esa sonrisa que no parecía conocer la amargura se se apagó, atrayendo finalmente lo que Shiryū buscaba con la llegada de uno de sus mejores amigos a su hogar.
―¿Que clase de sueños? ―Preguntó el caballero de libra frunciendo el ceño con interés, Seiya no era un hombre que solía hablar de sueño o al menos… no lo era hasta ahora.
Realmente no se parecía al Seiya que conocía y en algún punto llegó a preguntarse sí, sí él era el caballero que él había conocido en el pasado, era tan extraño… o curioso por ponerlo de una forma agradable.
Sea lo que sea que estuviese soñando, había captado la total atención de Shiryū de Dragón…
―No sé si llamarlos sueños en realidad, son más bien, recuerdos… puedo escuchar voces en medio de la oscuridad, la voz de una mujer joven que me llama y que dice mi nombre. ―El caballero de Sagitario comentaba sujetándose la frente, a decir verdad no estaba totalmente seguro de cómo catalogarlo, no solo eran sueños, eran espacios en blanco y negro dentro de su mente que jamás dejaban de tener sentido, aquellas partes que no podía ver o recordar con claridad, partes que… en sí le ocasionaban una enorme confusión por no comprender de que trataban o cuales eran esos recuerdos que en algún punto de su vida había perdido.
―Además, he tenido estos momentos de lucidez donde intento recordar cosas de mi pasado… pero no puedo hacerlo, cuanto más lo intento siento esta sensación de dolor en mi cabeza, que no me permite ver más allá, no puedo recordar mi infancia y tampoco partes de mi adolescencia…―Añadía intentando ver algo más allá de su despertar como caballero de sagitario, o antes de la batalla de las doce casas, pero mientras más trataba de recordarlo más le dolía la cabeza, no podía concentrarse y más aún, no podía ver nada… solo sobras y siluetas que no conectaban a ninguna parte.
―Cuando lo intento solo puedo ver tinieblas y cosas que no terminan de conectarse, retazos de conciencia que puedo ver con claridad y otras que… aunque me esfuerce no puedo mirar. ―Trataba de explicar, pero mientras más lo intentaba más difícil se le hacía, hasta el punto que parecía imposible explicar lo que le sucedía, no tenía sentido y es que no lo tenía… como pudo haber olvidado algo tan crucial como ¿15 años de su vida? ¿Qué había sucedido antes de que sus recuerdos se dañaran y él… terminará de esta forma en donde cada suceso de su vida hasta ese momento había dejado de tener sentido?
―Las únicas cosas que puedo recordar con claridad son a ustedes, a ti, a Hyoga, Ikki y Shun…―Añadió levantando sus ojos hacia su amigo, quien había estado escuchando con atención sus palabras hasta ese momento, realmente estaba confundido y Shiryū sabía el porqué de ello, lo sabía perfectamente pero él había hecho un juramento, los tres habían hecho un juramento a Athena, que que jamás serían capaces de romper.
―Por eso me gustaría saber si conoces algo sobre mi pasado, algo de lo que pude haberme olvidado.
―Lamentablemente Seiya, has venido de tan lejos para que te de una negativa. ―Shiryū respondió cerrando sus ojos, para evitar mirar de frente al hombre al que respetaba tanto y a la vez… al que temía que supiera más de lo debido.
―No sé mucho a cerca de tu pasado… salvo las batallas que nosotros hemos luchado, batallas que tu conoces perfectamente.
Seiya no pudo notar algún rastro de mentira en su voz, pero en su expresión podía ver algo distinto, quizá era culpabilidad o tristeza, no era bueno captando el lenguaje corporal… pero sí era podía distinguir que algo no estaba del todo bien con Shiryū, sobre todo por su actitud.
Pero sea lo que fuere, el caballero de Sagitario aún seguía perdido, recordaba esas batallas algunas más que otras… pero todo era muy distinto a lo que le habían contado y a lo que él podía recordar.
―Lo sé, lo sé… pero hay partes de esas batallas que no puedo recordar completamente. ―Decía el caballero de Sagitario sujetándose la cabeza recordando los eventos que habían sucedido en el santuario.
―Recuerdo que luchamos en las doce casas, pero muchos detalles del comienzo y el final no tienen sentido para mí, recuerdo que nos enfrentamos a los dioses guerreros de Asgard, pero no recuerdo porqué lo hicimos… o cuando fue que libramos dicha batalla. ―Seiya podía recordar cosas diferentes de cómo habían sucedido dichos eventos, en la batalla del Santuario al final los cuatro caballeros de Bronce se enfrentaron a Saga, pero él podía recordar que él se había suicidado frente a Athena después de haber recibido la luz de su escudo, totalmente arrepentido por lo que había hecho
―También nos enfrentamos a Poseidón pero su desenlace sigue siendo un gran misterio para mí…― Así como había sucedido en el santuario los recuerdos de esa batallaeran totalmente diferentes, en aquellas memorias había sido el traidor Kanon y no él quien se interpuso ante el ataque de Poseidón para proteger a Athena… mientras que todos le habían recalcado que había sido él quien había defendido con su cuerpo a su amada Diosa. Y Asgard… no tenía conocimiento algunos sobre Asgard para ser honesto, solo rumores y relatos vivos de como había ocurrido esa batalla.
―Pero por sobre todas las cosas… recuerdo que nos enfrentamos a los espectros de Hades en la última guerra santa, pero por más que intente recordarlo no tengo entendido como terminó esa batalla. Todos me dicen que derroté a Hades, pero… jamás recuerdo haberlo hecho. ―Mencionaba mirando al suelo totalmente confundido de ¿cuál era la verdad? ¿La que el mundo le contaba o la que él realmente podía recordar? Aunque desde que su memoria había dejado de ser confiable, debía confiar en lo que lo demás le decían, lo cual no hacía sino confundirlo aún más.
―Por eso vine, para que puedas clarificarme algunos detalles de cómo sucedió todo… además, si es que en ese tiempo no les hablé a ustedes sobre mí o mí pasado…
―Hummm…―Shiryū pausó un momento buscando las palabras correctas para narrar el pasado, pero presupuesto, desde su perspectiva, como el espectador de la vida de Seiya y no como un activo que había seguido de cerca sus pasos.
―Seiya, durante ese tiempo no nos contaste mucho, a decir verdad casi nunca hablabas de ti o de tu pasado. ―Respondió con total sinceridad, no siempre se habían puesto a conversar sobre sus vidas, casi siempre había algo o alguien que amenazaba sus integridades físicas en todo momento, los únicos momentos en los que podían detenerse conversar era cuando había un pequeño periodo de tranquilidad en donde Seiya le había contado a él y a los demás a cerca de su hermana… y de su deseo de encontrarla para poder vivir tranquilamente aquellos días por venir pero…
Eso sería totalmente imposible ahora, las ordenes eran claras… Y jamás traicionarían la lealtad de su diosa Athena ni siquiera… ni siquiera por él…
― ¿En serio? ¿Ni siquiera de mis familiares cercanos? ―El caballero dragó nuevamente desvió la mirada, no sabía que decirle y de alguna forma no sabía que era lo qu Seiya esperaba escuchar de su parte o al menos algo que él tuviera permitido decir frente a él.
―¿Que sucede Shiryū?
El caballero dragón no tenía ninguna respuesta para él, nunca había conocido a sus padres y al igual que los otros 99 huérfanos solo fue sacado de un orfanato para cumplir con la misión que se le había encomendado, recuperar una de las 108 armaduras del Zodiaco o morir en el intento.
La única familiar cercana que Seiya tenía era Seika… de allí en más no tenía idea de su pasado, de sus relaciones cercanas o de algo remotamente cercano a su vida antes de ser un caballero.
― Seiya aunque pudiera decirte algo que no conozcas sé perfectamente que después de esto seguirás buscando respuestas y quizá lo que encuentres no sea de tu agrado. ―Respondió Shiryū finalmente, revelando el temor que yacía en la duda de sus respuestas, Seiya sabía que había algo más dentro de lo que el antiguo caballero del dragón no podía revelar… pero no entendía que era o cual sería su razón para ocultarlo.
― ¿Entonces sabes algo? ―Preguntaba Seiya intentando que su amigo le dijera algo más, pero en sus ojos podía verse reflejada la misma duda que Seiya tenía grabada en el rostro, inseguridad y dudas de que sería lo que acontecería con el caballero de Sagitario si se acercaba al menos un poco hacia la verdad.
―Solo puedo decir que durante nuestro tiempo juntos tú eras, un muchacho impertinente, siempre metiéndote en problemas con todos y con todo. ―Dijo recordando esas duras épocas de infancia, cuando todos habían sido llevados a la mansión Kido, para entrenar hasta que se volvieran más fuertes para portar una armadura…
―Una vez casi haces que Tatsumi te matará por desobedecer las órdenes de…―Shiryū se dé tuvo antes de continuar, el Seiya que conocía ahora no era el mismo niño que había conocido hace casi más de 20 años…
Por lo que no estaba totalmente seguro de cómo se tomaría la información que estaba a punto de revelarle, más aún no sabía cómo esto afectaría a la imagen que el caballero más leal a Athena tendría de Saori, más aún… si su camino lo llevaba a la dulce mentira que se había vueto una cruel realidad.
―¿De quién? ―Preguntó Seiya…
―De Saori…―Dependió Shiryū.
―¿Porqué? ―Volvió a interrogar el caballero de Sagitario.
―Seiya… aunque te lo dijera ¿qué ganarías con esto? ―Indagó el antiguo caballero de dragón esperando a que Seiya cediera, pero al parecer él no conocía al Pegaso Dorado, él no se rendía sin ofrecer resistencia.
― ¿Por qué no puedes responder una simple pregunta Shiryū? ―Preguntó de nuevo el santo de Sagitario harto de las eternas vueltas y excusas que le estaba dando el santo de Libra.
― Te estoy pidiendo algo muy simple ¿puedes hacerlo o no?
―No puedo…
―¿¡Porqué!? ―Exclamó Seiya alterado, estaba harto de esto… ¿que era lo que Shiryū quería ocultarle? Todo esto solo estaba haciendo que su búsqueda por respuestas se intensificara y el antiguo caballero de dragón lo sabía.
No estaba ayudándolo y de hecho lo estaba perjudicando aún más, pero no podía evitarlo, era a su mejor amigo a quien se estaba refiriendo, era la lealtad que tenía a Athena la que no le permitía revelar nada…
Y era Seika a quien Shiryū estaba tratando de enterrar en ese pasado lleno de mentiras e infortunios para que el guerrero más poderoso del mundo se siguiese manteniendo firme ante su misión más importante hasta la fecha.
Hubo un gran silencio en la cascada de rozan después de que el eco de Seiya fuese silenciado por el sonido del agua cayendo continuamente por la cascada.
Shiryū era un hombre que había contemplado este momento por mucho, mucho tiempo, pero si él era honesto, habría preferido cualquier otra cosa antes de confrontarlo, el hombre que salvaba a todos nuevamente frente a un enemigo que parecía imposible de superar, pero en esta ocasión ese enemigo era… la diosa por la que tanto había hecho.
Por la que tanto había sacrificado, por la que había abandonado su libertad para convertirse a sí mismo en un esclavo.
―Seiya… en el pasado Saori no era la mujer que tú conoces ahora, de hecho… existía alguien que cuidaba de ella antes de que tú lo hicieras. ―Suspiró recordando lo cruel que ella había sido con todos ellos, sobre todo cuando quería jugar con los huérfanos, haciéndolos pasar por las cosas más dolorosas y humillantes que un niño podría pasar frente a una ama cruel e indiferente de sus presos atados eternamente a ella.
―Su nombre era Mitsumasa Kido, el abuelo de Saori Kido y el hombre que nos reunió a todos, Saori, era muy diferente a como la recuerdas. ―Añadió bajando la mirada al suelo, incluso recordar a esa niña arrogante y despiadada le era extraño, aún más extraño que esa niña un día se convertiría en una mujer bondadosa, gentil y amable con todos sus caballeros, sobre todo con aquél que ella tanto le gustaba humillar.
―Era una niña caprichosa y exigente, cada cosa que ella exigía tenía que serle cedida. ―Declaraba el caballero del dragón, con un hilo en su voz que denotaba su clara falta de añoranza por aquellos días, Saori se había convertido en la mujer más importante del mundo y aunque la humanidad no lo supiera ella había hecho mucho para salvarlos de la extinción en más de una ocasión, en especial por Seiya por quien… casi sacrificaba a la realidad misma como la conocían como a toda la humanidad para que él volviese a levantarse nuevamente.
Había evolucionado tanto y de una manera tan esplendida… que se sentía como un traidor solo por hablar de sus tiempos más crueles como humana.
―Un error y seríamos castigados con severidad… nos llevaron desde que éramos pequeños, así que no sé mucho sobre ti o sobre quien pudo haber sido tu familia, hasta donde sé todos éramos huérfanos.
Con esas palabras Seiya encontró cierto alivio de conocer más acerca de su diosa, lo cual no evitaba que una expresión de sorpresa se dibujará en toda su cara, él jamás esperó tales cosas de su amada Saori…
Pero como mucho de lo que él había llegado a olvidar, esa crueldad también se había perdido en el tiempo y quizá era mejor así.
―¿Sabes algo más? ― Cuestionó el caballero de del centauro alado mirando a los ojos de Shiryū, nuevamente una mentira surgió de sus labios mientras miraba al hombre frente a él a los ojos.
―No…―Murmuró el antiguo caballero dragón para entonces desviar sus ojos al suelo.
―No me estás mintiendo… ¿verdad? ―Preguntó nuevamente el caballero dorado de Sagitario, pero él, él sabía que su compañero no iba a responder, de alguna forma sabía que toda esta situación estaba poniendo nervioso a su amigo y que ya no quería seguir a respondiendo más preguntas.
―¿Shiryū…?―Le llamó la atención admirando como
―Escúchame Seiya, lo que sea que sea que hayas olvidado quizá sea para mejor, indagar en el pasado, no es benéfico cuando hay tantas cosas por perder…―Las palabras del caballero de la balanza fueron… contundentes y desvelaban el verdadero temor que ocultaban en sus respuestas.
―¿Cómo puedes decir eso? ―Preguntó frunciendo el ceño, aquella respuesta pudo habérsela esperando de Shun, Hyoga o… maldición incluso Ikki, pero jamás de Shiryū, jamás pudo esperar aquella respuesta de ese hombre que siempre había tenido la misma determinación y fuerza que él, pero ahora le estaba pidiendo que se abstuviera de seguir buscando, ¿qué era lo que estaba ocultando?
―¿Por qué me dices eso aun sabiendo lo que estoy buscando? No puedo dormir en las noches pensando en que he olvidado a alguien importante, sabes que no me detendré hasta hallar respuestas.
―Lo sé, pero aun así te pido que desistas, por tu bien… y por el del santuario. ― ¿El santuario? Que tenía que ver el santuario con esto, ¿por qué simplemente no podía ser directo con él, que era lo que pasaría si seguía indagando en su pasado?
―¿Entonces no quieres responder o no sabes nada? ― Interrogó una vez más tratando de que Shiryū lo mirará a los ojos, cada vez se hacía más difícil, hasta el punto en el que el caballero de Libra creyó imposible volver a mirarlo directamente a los ojos sin sentir que había traicionado a uno de sus mejores amigos.
―No sé nada amigo… te ofrezco una sincera disculpa.― Le respondió mirándolo directamente a los ojos, convenciendo finalmente al caballero de Sagitario de que su viaje había sido totalmente en vano, Seiya suspiró pesadamente, realmente esperaba obtener respuestas por parte de Shiryū.
―Y aunque lo supiera, sé que si te lo dijera, no sería algo que estés dispuesto a aceptar te conozco amigo, sé que irás hasta el fin del mundo con tal de obtener las respuestas que quieres, pero al hacerlo sé… que eso al final te llevará hacia tu propia perdición. ― Seiya no supo cómo interpretar las palabras del caballero de libra, como una positiva o como una latente negativa.
Aun así, esto le daba más determinación de alcanzar la verdad, él necesitaba conocer la realidad que había acontecido en su pasado y nada le iba a detener de alcanzar su objetivo, ni siquiera él, había superado miles de retos solo para que un pequeño imprevisto lo detuviera ahora.
―Kgh, maldita sea…―Seiya murmuró quedándose en silencio y en contemplación por unos instantes que se hicieron eternos ante el silencio de Shiryū y la falta de respuestas del caballero dorado del centauro, entonces él tomó su cofre de armadura, se levantó y suspiró por la negativa de Shiryū.
―Perdona por haber venido a molestarte… ya me retiro. ―Susurró comenzando a caminar en la dirección por la que había llegado.
Toda esta conversación había sido incomoda y de cierto modo anticlimática, Shiryū no quería que la primera vez que ellos hablaran en tanto, tanto tiempo fuera solo para mentirle y causar que su mente comenzará a tener más dudas que respuestas, Shiryū lo habría evitado si hubiera tenido otra opción, si tan solo. Le hubiesen permitido ser sincero con Seiya.
Pero eso no estaba bajo su control lo que podía o no podía decirle a él, su lealtad a Athena era igual de fuerte que el respeto que le tenía a Seiya… y de lo primero no estaba tan seguro, pero la advertencia fue clara.
Si el caballero más poderoso del universo se desviaba de su camino verdadero, jamás podrían recuperarlo nuevamente.
Pasarían 200 años más para que otro asesino de Dioses igual a él apareciera, alguien a quien que tanto los hombres como los dioses temieran y odiarán con la misma intensidad y fuerza con la que él luchaba.
Justo antes de retirarse Shiryū alzó la voz captando la total atención del santo dorado de Sagitario.
―Seiya, las respuestas que buscas… no te ofrecerán ninguna paz. ―El dragón dorado trató de razonar con él, una última vez antes de que sus caminos volvieran a separarse indefinidamente, algo le decía que esta era la última vez que iba a hablar con Seiya pero… realmente esperaba que eso no fuese verdad y que prontamente se reunirían como buenos amigos para dejar todo este asunto en el pasado justo como todo lo demás, pero eso ya no parecería ser posible.
―En cambio te sumergirán en una profunda oscuridad de la que quizá jamás puedas escapar nuevamente, lo que yo te digo es que quizá lo mejor sea dejar el pasado enterrado en el olvido, pero si de verdad estás dispuesto a llegar hasta el final de esta encrucijada ¿estarás dispuesto a aceptar lo que suceda a partir de ese momento? ―El caballero de Sagitario miró una última vez hacia atrás, tratando de comprender lo que Shiryū le trataba de advertir, pero ya era muy tarde
―Porqué escucha mis palabras con atención, una vez obtengas lo que buscas… ya nada volverá a ser como antes y no habrá vuelta atrás… ¿lo comprendes Seiya?
Ahora la advertencia era más clara que el agua e imposible de ignorar, el caballero dorado de sagitario estaba frente a una encrucijada del destino, una señal de peligro que le señalaba que si seguía adelante algo malo iba a suceder, con todo lo que había dicho Shiryū y con lo que estaba implicando no solo él lo estaría, sino que el santuario, los caballeros de oro y por supuesto Athena estarían implicados.
―Lo se Shiryū… pero aun así tengo que hacerlo. ―Pero en su mente se decía que sea lo que fuere aquél peligro inminente debía conocerlo, para así evitarlo y en dado caso combatirlo antes de que se volviera un peligro para so diosa, sin importar de que se tratara, Seiya tenía que conocerlo aunque eso supusiera que iba a conocer su propio final.
―Adiós… amigo…
Esas palabras fueron las últimas que el caballero del dragón dorado por parte de Seiya, quien se alejó lentamente por el valle, no mucho después Shunrei asistió a su esposo, preocupada por lo que sea que hubiera sucedido entre su marido y el caballero del corcel dorado, los había escuchado discutir incluso escuchó gritar a Seiya…
No sabía que había sucedido pero, Shiryū ahora se veía preocupado y eso también le inquietaba a ella, lo que sea que hayan discutido había dejado al santo de Libra con dudas de lo que sucedería en un futuro no muy lejano con él… y con el santuario.
―Estás caminando por una senda muy oscura amigo mío…―Murmuró el antiguo santo del Dragón mirando detenidamente el camino por el que su compañero se había retirado.
―Y no estoy seguro de querer saber qué sucederá una vez obtengas las respuestas que tanto buscas…―Añadió cerrando los ojos, imaginando… ¿que sería lo que su viejo maestro haría en esta situación? ¿Y que sucedería una vez que el héroe de Héroes se volviera un peligro para el santuario? Era fuerte, uno de los únicos sobrevivientes de 6 guerras santas … pero no era lo suficientemente fuerte como para dejar que las cosas simplemente murieran y se desvanecieran, no nuevamente.
―Pero… ojalá en ese camino de soledad e infortunios, finalmente puedas alcanzar la paz que tanto has anhelado.
Rezó, esperando que cualquier conclusión que Seiya encontrará en su camino le diese al caballero de Sagitario la paz que tanto estaba buscando, él había sido el único que había escapado tanto del dolor como del tormento de las memorias.
Pero ahora estaba en búsqueda de ellas como una polilla que se acerca al sol sin imaginar que sus alas se incinerarían otorgándole una muerte cruel y dolorosa.
Tal como en el mito de Ikaro y el de la Torre de Babel, aquellos humanos que estaban en búsqueda de lo prohibido por los dioses eventualmente fracasarían, siendo castigados por el cielo…
No quería ese mismo destino para su amigo, pero ya lo conocía, lo conocía mejor que nadie, nada lo iba a detener.
Nada, excepto una cosa: la verdad… nadie sabía lo que sucedería una vez le fuese otorgada dicha verdad, sería… algo que lo llenaría de esperanzas o por el contrario, algo que lo sumergiría en el abismo más profundo de la desesperación.
Mientras que, a lo lejos, Shaina había estado escuchando toda su conversación en total silencio, una vez el caballero de oro de la Novena casa abandonó os cinco picos, se dispuso a seguirlo de la misma forma que lo había estado haciendo durante un tiempo, agradecía a Shiryū que había mantenido el secreto.
Pero ahora debía seguirlo una vez más, a donde sea que fuera su siguiente punto de búsqueda.
No estaba seguro de cuál sería su desenlace… pero sabía que cualquiera que fuese el resultado habría dolor, mucho dolor, mucha pena y tristeza.
Lo presagiaba pero en esta ocasión él ya no quería ser parte de dicha tragedia, estaba cansado de esa misma historia, solo quería sentarse, abrazar a su Esposa y pedirle a los cielos que lo perdonara, por haber traicionado a su hermano.
Después de retirarse Seiya marcó su siguiente punto de ida a Siberia; Rusia, donde Hyoga vivía en la actualidad, allí podría buscar respuestas, aunque él no era precisamente uno de sus amigos más cercanos considerando todas las batallas que habían librado codo a codo, era una persona que siempre tenía en consideración cuando necesitaba tomar decisiones difíciles.
Durante su trayecto pensó mucho en Shun e Ikki, suponiendo de que este viaje también resultara en un fracaso, le habría encantado hablar con ellos, sobre todo con Shun pues Ikki, jamás había sido una persona con la que sentarse y conversar por horas.
Quizá la dureza externa ocultaba un dolor profundo que nada o nadie podría curar.
No estaba totalmente seguro de que había sido, pero aquello había sido suficiente como para aislarlo de todos y de todo, sea lo que hubiera sido aquello que lo daño profundamente tenía la esperanza que en ese futuro que jamás conocería hubiera encontrado alivio, justo como ahora él quería encontrar esas memorias que esperaba que le otorgaran la tranquilidad que había perdido en las noches.
Aunque al recordar la conversación que había tenido con Shiryū… simplemente ya no se sentía tan seguro, era como sí en cualquier momento fuese a dar un paso en falso y toda la paz junto con el progreso que el santuario había logrado durante ese tiempo, Seiya jamás haría algo para dañar a Saori… o al santuario, era el caballero más leal que se había tenido registro en los últimos años.
Pero si Shiryū le estaba advirtiendo y le pedía encarecidamente que no siguiera buscando más, debía ser porque algo siniestro se ocultaba.
De ser el caso, Seiya necesitaba comprender a qué clase de amenaza se enfrentaría, solo para poder contratacar cuando el momento fuese oportuno… en verdad querría creer que ese era el caso y no otra cosa.
No era el hombre más inteligente del mundo pero podría comprender cuando algo le advertía que sería dañino para el santuario o perjudicial para sí mismo, como caballero siempre debía mantener un ojo en su espalda en todo momento esperando al enemigo o a la amenaza.
Siempre en alerta siempre con cautela y jamás dejándose sorprender por el enemigo, él estaba seguro de que podría encontrar por lo menos una pista de adonde debía dirigirse para hallar respuestas, tarde o temprano él siempre lo conseguía.
¿Pero aun así allí seguían dichas preguntas? ¿Qué debía hacer? ¿Que tenía que esperar? ¿A dónde debía ir? ¿Y cuál sería el final?
Muchas de esas preguntas parecían no tener respuestas aún pero, deseaba poder tenerlas pronto, un rayo de luz que se estaba extinguiendo se dirigía más y más profundamente a las entrañas del abismo.
Cuando finalmente se extinguiera, la misma tragedia que se había repetido una y otra vez volvería a suceder con el mismo desenlace.
Con el mismo suplicio, como un laberinto sin salida, como un acertijo sin una recompensa.
Solo un hombre destruido por los crueles giros del destino y una mujer arrepentida de haber destrozado la vida de dos hermanos, quienes estaban destinados a estar juntos y jamás a encontrarse nuevamente.
Seiya vagó por un tiempo hacia el noroeste, percatándose lentamente como el paisaje cambiaba de largas planicies verdes a un blanco pálido, a medida que se acercaba al hogar de Hyoga, la temperatura iba en deceso, lo que lo obligó a cambiar su atuendo de siempre por un enorme abrigo que cubría su cuerpo y su cabeza.
Junto a unos pantalones térmicos para aguantar las temperaturas bajo cero de la región.
Pronto el caballero de Sagitario pudo ver a la distancia una enorme villa, donde gente de todas las edades vivía su día a día, en algún tiempo aquella villa había sido azotada por la guerra la cual se había llevado miles y miles de vidas inocente.
Pero ahora esta villa rebozaba de vida y de sustento, sobre todo después de que la guerra con Pallas había finalizado, Seiya estaba seguro de que Hyoga se encontraría aquí, después de todo no muy lejos de allí se encontraba el lugar donde le gustaba exiliarse para meditar, al igual que Ikki él poseía una enorme pena que… jamás había logrado superar.
Esperaba que aquél día se encontrara de buen humor para poder charlar, aunque a estas alturas, lo único que esperaba era poder charlar con él, después de lo sucedido con Shiryū… la verdad era que ya no sabía que pensar sobre sus amigos.
Seiya accedió a la caverna donde Hyoga descansaba y él, se veía tan serio e impasible como siempre, casi nunca sabía lo que pensaba siempre había sido un misterio, pero ahora se veía más tranquilo que de costumbre, pensando frente al pequeño fuego de una hoguera.
Ni siquiera tuvo que mirar hacia arriba para saber de quien se trataba, sabía quién era al instante que entró a la caverna, jamás podría olvidar un cosmos como ese.
―¿Seiya? ―Preguntó apenas el caballero de Sagitario entró a la caverna, donde el hombre de cabellos rubios descansaba apaciblemente.
―Hyoga, me da gusto verte de nuevo…―Murmuró el caballero de sagitario dejando la caja de su armadura a un lado de él para mirar de frente al caballero de cisne, quien había estado tan concentrado en las pequeñas ascuas de la fogata y en sus pensamientos.
―Veo que este pueblo se ha levantado gracias a tu ayuda.
―Fue más gracias a sus habitantes que mi intervención. ―Murmuró el santo de cisne levantando su mirada hacia la salida de la caverna, donde podía ver la pequeña ciudad que ahora rebozaba de la paz y prosperidad que había perdido gracias a las incesantes guerras humanas y que por suerte ya había logrado cerrar ese oscuro capítulo en su historia.
―Son más fuertes de lo que aparentan, sus ganas de sobrevivir y prosperar lograron superar su adversidad… yo solo les di un empujón al lado correcto.
―Me alegra escucharlo, ¿como te va a ti amigo? ―Interrogó Seiya de regreso sonriéndole amigablemente al caballero del Cisne.
―Bien, considerando que pronto abandonaré el santuario me siento más aliviado, como si una pesada carga hubiese caído de mis hombros, liberándome de toda duda o martirio. ―Al decir eso la sonrisa de Seiya se desvaneció, dejando solo a la de Hyoga quien suspiraba sin ninguna inquietud.
Desde hacía tiempo que Hyoga había dicho que quería alejarse del santuario, podría recordarlo bien cuando Shun fue elegido para convertirse en el próximo patriarca pero, no podía imaginarse que uno de sus amigos ya no estaría más cerca.
Y aunque le dolía imaginar que quizá esta sería la última ocasión en la que ambos hablarían, se sentía feliz de que otro de sus queridos compañeros también estuviera en búsqueda de su propia felicidad, aunque aun así no quería que él terminará sus lazos con él y con el santuario…
Aún había tantas cosas en las que quería que Hyoga fuese participe pero… tarde o temprano las aves debían migrar hacia donde sus corazones los llamarán.
―¿No hay forma de que pueda convencerte para que te quedes con nosotros? ―Preguntó el caballero de Pegaso dorado, suspirando levemente, solo para ver como el caballero del cisne negaba con la cabeza rotundamente.
―No… como dije aquél día, ya no quiero tener nada que ver con el santuario, si voy a ayudar a la gente lo haré en mis términos, pero mis días como caballero de Athena han terminado, tan pronto terminé aquí entregaré mi armadura al santuario. ―Respondió tranquilamente, habiendo hallado su paz, el puesto del caballero de Acuario seguiría permaneciendo vacío hasta que otra persona lo suficientemente fuerte la reclamará, pero Hyoga no lo haría, ya no… En algún tiempo eso sonaba como algo que él desearía con todo su corazón, pero después de la muerte de Camus, Issac, y el caballero de cristal, lo único que quería era alejarse del lugar que tanto dolor le había causado.
―Pronto me moveré al norte… hacia las tierras de Asgard será un lugar más adecuado y tranquilo para que yo pueda descansar finalmente, quizás estas sea de las últimas veces que hablaremos Seiya. ― Comentó posando sus ojos azules en el caballero del Centauro dorado por una última vez, este sería el mejor vistazo que tendría de él en adelante, ya se había despedido de todos sus amigos, de Shun, Ikki y Shiryū, solo faltaba Seiya, pronto dejaría esta vida atrás para tranquilizarse, asentarse y buscar su propia felicidad después de tantos infortunios y penas.
―Por eso no perdamos tiempo, ve al punto…
―Entiendo Hyoga…― Recalcó asintiendo nuevamente con la cabeza, para entonces cumplir con la petición de su compañero en armas, esperaba que en esta ocasión, él le dijera algo que Shiryū no quiso contarle.
―Bueno… quería hablarte sobre el pasado… más concretamente de qué fue lo que me ocurrió antes de perder la memoria. ―Pidió tratando de ver los ojos del caballero cisne los cuales, se ocultaron bajo su gorro de invierno, Seiya nuevamente pudo percatarse de que tanto Shiryu como Hyoga no querían verlo a los ojos…
O no tenían el suficiente coraje para verlo, mientras le mentían… o simplemente sentían que lo mejor era evitar mirar a Seiya a los ojos mientras le relataban su versión de los hechos, lo que sea que fuera… A Seiya no le gustaba todo este secretismo que se tenían entre ellos.
Y menos cuando necesitaba encontrar respuestas.
Hyoga se le quedó mirando pensativo por unos instantes que comenzando a sentirse como horas para Seiya… el caballero del Cisne no solo no respondía sino que parecía que se estaba tomando su tiempo para pensar en una buena respuesta.
―El pasado no tiene mucha importancia para mí… pero entiendo que hay cosas que deseas recordar. ―Murmuró Hyoga bajando la mirada al suelo, rascándose la mejilla tratando de recordar los buenos viejos tiempos luchando mano a mano junto a sus hermanos.
―Por mi parte yo preferiría olvidarlo todo pero, bueno… no tiene mucha ciencia en realidad. ―Añadió mirando al caballero de Sagitario frente a él, con una buena idea de lo que podría satisfacer su curiosidad y darle un agradable fin a la conversación sin entrar en más detalles sobre el pasado.
―Tu nos lideraste con valor y determinación durante las batallas más importantes de toda la humanidad, siempre inspirándonos, entregándonos tu coraje como tu motivación para seguir luchando. ―Siguió explicando a medida que lo recordaba todo hasta el más mínimo detalle, omitiendo obviamente las partes que tenía que omitir por obligación, aunque quizá pronto eso ya no importaría… Le seguía siendo fiel a su diosa Athena, leal hasta el amargo final.
―El resto ya lo sabes, fue gracias a ti que logramos derrotar a Saga, que logramos derrotar a los dioses guerreros y liberar a Hilda de Polaris. ―Relataba mientras recordaba cada una de esas épicas batallas en los 12 templos dorados, además de luchar por los 7 Zafiros de Odin, ser el portador de la armadura del dios nórdico y liberar a la emisaria de Asgard y devolverle el equilibrio al mundo de hielo.
―También fuiste tú quien lideró la carga contra Poseidón, destruyendo cada uno de los 7 pilares del océano, además que fuiste tú quien nos hizo volver a la batalla contra los caballeros revividos del santuario. ― Continuó rememorando aquella batalla, la larga noche, el dolor, el sufrimiento, a los camaradas que habían sido despertados de su descanso eterno solo para ser puestos a pelear contra sus hermanos nuevamente, por esa razón era que ya no quería ser parte del ejercito ateniense, para evitar tener que afrontar momentos igual de dolorosos que los que había presenciado en ese pasado tan lúgubre.
―Además de bueno… ser el primero en despertar el octavo sentido, llegar a las puertas del inframundo, pasar por las 9 prisiones y llegar a los campos elíseos junto con Shun. ―Añadía comentando aquellos sucesos desde la perspectiva de un espectador ya que, en la mayor parte de su travesía por el inframundo, él y Shiryū habían cruzado el inframundo por cuenta propia, hasta encontrárselos detrás de las puertas del muro de los lamentos, donde los 12 caballeros de oro se sacrificaron heroicamente para permitirles el paso hacia los elíseos.
―Sin contar que tu solo derrotaste a Thanatos siendo el primero en despertar una armadura divina y darle el golpe mortal a Hades, lo que nos permitió ganar la última guerra santa, lo demás… bueno se podría decir que ocurrió recientemente, a pesar de que ya hayan pasado un par de años desde lo de Pallas y Marte. ―Finalizó completando su historia con lo que Seiya ya había tenido entendido desde el momento que despertó, hasta el momento en el que se convirtió en el caballero dorado de Sagitario.
―Es que esas son las partes que más me confunden al respecto…―Murmuraba Seiya, creando una gran disonancia entre lo que recordaba y lo que su compañero de Cisne le relataba, podía recordar todo eso a excepción de contados eventos que no parecían encajar con las cosas que Hyoga le contaba.
―Me han contado todo eso, pero los sucesos y eventos son tan confusos dentro de mí mente que a veces puedo recordar otras cosas que no se parecen en nada. ―Murmuraba tratando de hacer que las piezas se unieran en su mente para poder crear la imagen que sus amigos podían ver, pero que a él le costaba tanto imaginar por los huecos que existían dentro de sus memorias.
―Bueno… no sé qué esperes que te diga si no es lo que ya te he contado. ―Se asincero Hyoga tratando de darle fin al asunto, Seiya no era un ser tan complejo… pero tampoco era el idiota que conoció en su adolescencia, más maduro, más centrado y con una visión más extensa de lo que era su realidad, ese era el Seiya actual y no el muchacho que había conocido hacía una década.
―Fuiste un héroe y salvaste al mundo incontables veces, eso es lo único en lo que deberían centrarte de ahora en más.
Hyoga tenía un punto, pero aún así eso no parecía convencer al caballero de Sagitario, debía existir algo más… Siempre existía algo más a parte de lo que le contaban las personas cercanas a él.
―No lo sé, si les conté algo de mí o de mi pasado antes de convertirnos en caballeros.
―Seiya no es como que tú me hayas interesado mucho en el pasado. ―Comentaba de la manera más racional y lógica posible, y es que lo que decía era verdad, en el pasado no habría dado ni un centavo por su vida o la de ninguna persona que no hubiese sido su madre muerta, sus maestro asesinados por su propia mano, su mejor amigo o por sí mismo… pero ahora que el panorama era distinto, Hyoga entendía el sufrimiento de Seiya y hasta lo compartía de cierto modo, pero nada de lo que diría el cisne calmaría su alma mancillada, de hecho entendía que si decía lo que sabía la empeoraría y hundiría al caballero de sagitario en una eterna desesperación.
―Además, las únicas cosas que recuerdo sobre ti en esos tiempos son cosas que ya conoces. ―Añadió un tanto cansado de esta conversación, no esperaba que la última charla que hubiera tenido con Seiya fuese así pero, a este punto de su vida, la decepción era una constante que ocurría casi todos los días, por eso estaba tan desesperado por cambiar esa realidad por algo nuevo que vivir cada día con una sonrisa, en lugar de un tormento y amarguras constantes.
―Aunque me preguntes te daré la misma respuesta y no… no tengo mucho que comentar al respecto. ―Le dijo volviendo a posar sus ojos en Seiya, quien había escuchado con atención los argumentos de Hyoga, pero aun así no se sentía convencido de las respuestas.
Sobre todo por qué, no había ninguna para empezar… todas eran cosas que no le entregaban ninguna satisfacción o recompensa, solo lo guiaban al punto de inicio y eso lo frustraba más de lo que el caballero de Cisne o que el caballero de Libra podían imaginar.
Estaba, totalmente decepcionado, no se quedaba muy corto a pesar de lo que recibía, Seiya no avanzaba a ninguna parte y tampoco retrocedía, solo se encontraba estático en un solo lugar sin manera de salir o avanzar, quedándose estancado en la misma pregunta, ¿Quién soy yo?
―¿Realmente no tienes nada? ¿Ni mis padres o alguien cercano a mí? ―Interrogó una última vez desesperado por respuestas… respuestas que… jamás iban a llegar.
―No… perdona si es así. ―Dijo finalmente levantándose de su asiento para que con un solo revez de su mano convocara una pequeña briza helada que logró extinguir las llamas de la fogata, dejando a ambos hombres a oscuras, siendo apenas visibles por la luz que se filtraba por la entrada de la cueva.
―Pero es lo que es, no te enfoques tanto en cosas tan triviales como un pasado, si lo haces… jamás serás capaz de enfocarte en el futuro y si eso sucede, allí si estarás completamente perdido, Seiya. ―Decía caminando lentamente hacia la salída de la cueva, esperando que eso, le diera un alto al caballero dorado de una vez.
Pero… Incluso Hyoga podía comprender que Seiya siempre encontraría una forma de contrarrestar esas posibilidades, para convertirlas en una oportunidad de obtener lo que quería.
Solo que y como lo había dicho hacía unos segundos, al hacer esto se estaría condenando a un sufrimiento del que quizá, jamás podría escapar de nuevo.
―No lo sé Hyoga… no creo que ese sea el caso…―Murmuró deteniendo al caballero de Cisne, quien por un momento, solo podía imaginar que Seiya estaba en uno de sus puntos más bajos, aferrándose a un pasado que ya no existía, el cual no le permitía vivir su presente y por ende jamás imaginar un futuro para él.
Eso era triste, considerando que ese hombre de entre miles y millones que existían en la tierra, había superado tantos retos como las adversidades sin pensar en si mismo.
Ahora que finalmente lo hacía, su destino se había oscurecido de tal forma, que Hyoga quien no tenía nada parecía tener mucho más que este hombre aferrado a la idea de recuperar un pasado que solo le entregaría una ruina moral y espiritual, que nada ni nadie sería capaz de curar nuevamente.
Esta vez la luz de Athena sería un presagio de desesperación que un alivio para ese hombre tan confundido.
―Seiya, ¿no te has puesto a pensar que quizá haber olvidado tu pasado ha sido algo bueno? ―Le preguntó Hyoga mirando al caballero dorado de sagitario a sus espaldas, deteniéndose solo para ver su expresión de sorpresa dibujado en todo su rostro
―Yo daría lo que fuera, de verdad lo que fuera, para poder olvidar la muerte de mi madre o que asesiné a mi maestro Camus, al caballero de Cristal… Y a mi mejor amigo Isaac. ―Se decía, manteniendo una expresión de afición imposible de ignorar por el caballero del centauro dorado.
―Tú fuiste afortunado… mientras que personas como Ikki, Shun, Shiryū o yo… tenemos que lidiar con eso por lo que nos quede de vida…―Añadió comenzando a resumir su camino de vuelta a su hogar temporal antes de retirarse para siempre, Seiya había escuchado con atención, era la segunda vez que le advertían sobre el peligro de seguir indagando en lo que no debía.
Seiya genuinamente no podía comprender por qué sus amigos le repetían una y otra vez que se abstuviera de seguir buscando respuestas, necesitaba saber que sucedía, pero por más que creía acercarse a la verdad más lejos se encontraba de ella.
En este punto ya no tenía a ninguna persona cercana que le relatase los sucesos de hacía 20 años… solo Athena pero lo más probable sería que ella tampoco quisiera decirle nada sobre qué había sucedido en esos tiempos.
―Quizás, tengas razón Hyoga…―Murmuró desviando la mirada al suelo ¿Por qué tantos secretos? ¿Por qué nadie podía decirle que había sucedido realmente hace 20 años? ¿Que estaban tratando de ocultar? ¿Cuál era la razón de que ahora cuando más necesitaba respuestas eran sus amigos quienes se las negaban con tanta insistencia?
¿Qué rayos estaba sucediendo?
―La tengo el problema es que tú no puedes aceptarla sin tener que dejar ír aquellas interrogantes que te consumen por dentro. ―Declaró sin mirar atrás, caminando lentamente lejos de Seiya, dejándolo totalmente solo con sus pensamientos.
―Bueno… cuídate entonces Hyoga, espero que encuentres lo que buscas a donde sea que vayas. ―Pidió Seiya deteniéndolo por instantes, el caballero cisne miró sobre su hombro solo para verlo una última vez.
―Igualmente, cuídate Seiya… ten una larga vida amigo mío…―Finalizó devolviendo sus ojos, para nunca más mirar hacia atrás, dejando a Seiya entre las tinieblas mientras que Hyoga con cada paso que daba, se acercaba a la luz.
Una vez salió se encontró con una presencia familiar y al mirar hacia los bosques, pudo notar una sombra oscura entre los árboles, la sombra de una aliada… jamás habían sido cercanos, de hecho apenas recordaba los suficiente de ella como para recordarla como una guerrera del santuario y guardia personal de Saori Athena.
Debió haberlo supuesto, ella no dejaría a su Pegaso vagar por el mundo sin tenerlo constantemente vigilado, muy listo de su parte, por suerte Hyoga ya no tendría que ocultarse más, ya no tendría que agachar la cabeza en vergüenza por sus pecados del pasado, se había librado de todas esas cosas, la carga de sus hombros ya no era tan pesada ahora, sentía que por fin podría volar libre, sin más ataduras, reavivando su espíritu una vez que volara hacia el norte…
Allá, donde la cruz del cisne era tan grande y hermosa que se podía ver en la hermosa luz nocturna, solo eso buscaba, darle un cierre a esta triste historia para centrarse en su presente y en su futuro.
Nuevamente solo, Seiya… estaba confundido, aún más confundido de lo que había estado al inicio de esta búsqueda, su sentido común le decía que debía obedecer a Shiryū y a Hyoga, eventualmente aquellos sueños desaparecerían y esos espacios en blanco dentro de su mente no tendrían mayor importancia que un par de simples eventos, los cuales no tendrían que afectar su presente o su futuro…
Pero la llama que ardía con tanta intensidad dentro de su corazón le rogaba que siguiera buscando respuestas, que no cediera aún a las advertencias que les estaban dando sus compañeros, a pesar de ser tan contundentes y claras, Seiya necesitaba respuestas, respuestas que no llegarían pronto.
Pero él jamás se había dado por vencido, ni una sola vez… debía obtener alguna respuesta, alguna pista, algún objetivo de a donde debía ir para alcanzar la verdad, Seiya…
Estaba confundido, estaba total y completamente confundido.
¿Que debía de hacer? ¿Desistir o seguir luchando como siempre lo había hecho?
Jamás había hecho lo primero, siempre empujaba y empujaba con fuerza y firmeza, sin flaquear o rendirse hasta conseguir su objetivo.
Pero en esta ocasión, aquello parecía un error más que una cierto.
¿Quién tenía la razón y quien estaba equivocado? ¿Él o el mundo?
¿Cuál era la verdad? ¿Cuál era la mentira?
¿En que debía creer en esta vida?
Seiya se quedó pensante, mirando las últimas ascuas de la fogata desaparecer, hasta que solo las frías y oscuras cenizas quedaron, momento en el que supo que era hora de marcharse, mientras que a lo lejos la sombra de la amazona de la cobra, miraba con atención al caballero de Sagitario abandonar la cueva solo, sin dirección, sin un rumbo fijo.
Solo… vagar por el mundo, hasta que ya fuese tiempo de volver al santuario…
200 Años En el Futuro…
Shun había escuchado el relato de Harbinger con atención, esta no era una de esas sesiones de entrenamiento a la que ya se había acostumbrado, no, esta era una pequeña charla sobre los acontecimientos ocurridos hacía tantos años de lo que ocurrió con Seiya y los demás, Harbinger se encontraba reposando, ya se encontraba en su lecho de muerte pero aun así se había mantenido con vida a pesar de que la misma se le escapaba día con día como arena de sus manos, ya no podía sentir su piernas, apenas podía mover sus brazos y su corazón seguía latiendo por qué Harbinger así se lo ordenaba, lo cual no evitaba que pronto esa férrea determinación se apagaría en cualquier instante de un día cercano al mañana.
Mientras que el caballero de Virgo, sentado en el suelo, miró al suelo en silencio por unos segundos que parecieron horas…. Hasta que un suspiro por parte del caballero de oro lo hizo volver a hablar.
―Entonces… ¿esto es todo lo que sabes? ¿Eso es toda la información que pudieron recabar de Hyoga y de Seiya antes de desviarse de su camino como caballero? ―Interrogaba el futuro patriarca observando como el viejo patriarca asentía lentamente.
―Así es… después de que Hyoga se reportó por última vez ya no supimos nada más de él… el último contacto que logramos tener del caballero de Cisne fue hace casi 200 años, en el país del hielo, al parecer se casó y tuvo 5 hijos… pero no supimos más de él o de su familia, aunque creo que eso es lo que él habría querido. ―Desveló el antiguo caballero de Tauro, rememorando los informes, los había leído todos y de cierta forma se alegraba de que su compañero hubiera hallado la paz, más allá del eterno conflicto que significaba ser un caballero de Athena.
―De Seiya bueno… su historia es la que más se cuenta en el santuario, aunque su caída es la parte que siempre hemos omitido para evitar que se pierda la fe entre los caballeros tanto nuevos o veteranos. ―Añadía Harbinger suspirando pesadamente, reposando su cabeza en las almohadas de su enorme cama, mirando hacia el cielo de su habitación tratando de no olvidar aquellos eventos que cambiaron para siempre el como el santuario veía al héroe de héroes…
―Hablé con Ryūhō respecto a eso, me contó que su padre Shiryū también habló con él, pero, después de eso ambos jamás volvieron a verse hasta el asalto de los Berserker de Ares al santuario. ―Shun comentaba con un tono triste por sus amigos.
―Me hubiera gustado que ambos se hubiesen reencontrado en otras circunstancias… me hubiese gustado… haber estado allí para haber…―Shun fue prontamente silenciado por Harbinger, quien a su vez, trató de darle harmonía al santo de virgo con su mirada.
―El pasado quedó en el pasado… ya no podemos cambiar nada aunque queramos, te relato esto para que comprendas y entiendas que lo que llevó a nuestro gran héroe a una ruina moral y física fue seguir aferrándose al pasado, como dijo Saori… le dieron a elegir, todas las opciones eran las incorrectas, en cada una un alma sería sacrificada por otra… Ella tomó la decisión que creyó acertada. Condenando a su guerrero más leal y a sí misma, la decisión le arrebató algo que él amaba pero le entregó algo a cambio, una nueva vida… una nueva oportunidad para ser lo que él deseaba en lo profundo de su corazón.
» Aun así hubo dolor… infortunio y finalmente una ruptura, no solo de parte de él mismo sino también por parte de Athena, quien creyó haber perdido a su Pegaso de oro por siempre, todos los caminos e infortunios nos llevaron a un mismo desenlace, pero de la oscuridad surgió una esperanza, aún así su historia… es una que debe ser analizada y comprendida por todos aquellos que se sienten en ese trono, una historia que no podemos permitir que se repita nuevamente. ¿Comprendes Shun? ―Preguntó finalmente Harbinger, mirando nuevamente en la dirección de su actual caballero de Virgo, quien solo pudo asentir levemente ante las palabras del Patriarca.
Era difícil y tortuoso imaginar todo lo que Seiya tuvo que pasar, los desafíos que no solo afrontó, sino de todas las cosas que perdió, una vez más al haber puesto toda su fe en juego por buscar respuestas a un pasado que jamás debió haber desenterrado.
Con eso Shun suspiró con amargura, deseando que Seiya donde quiera que estuviera ahora… finalmente estuviera en paz.
―Bien, entonces… cuéntame ¿cómo sucedió? ¿Como fue que Seiya descubrió la verdad sobre Seika…?―La pregunta de Shun… hizo que el gran patriarca volviera a sus pirar, alzando su mirada una vez más al cielo.
―Después de lo de Hyoga… Seiya vagó por mucho, mucho tiempo por el mundo, teníamos la esperanza que él regresará algún día sin haber tenido suerte encontrando pistas sobre su hermana… Sin embargo, no pudimos anticipar algo… una pequeña pieza del pasado de Seiya que jamás creímos que reaparecería. ―Comentaba rememorando aquél funesto día como si hubiera sido ayer.
―Una persona, que jamás llegamos a considerar hasta que fue demasiado tarde.
200 años en el pasado…
Había estado vagando durante meses, sin encontrar pistas o obtener resultados, Seiya… ya estaba a punto de darse por vencido, hasta que en uno de sus tantos viajes por el mundo llegó a su lúgar de origen: Japón, sin saberlo Seiya caminaba por las calles de su viejo hogar, sin saber que ese había sido su hogar.
Revisitaba las calles del país del Sol naciente, sintiendo una extraña cercanía con ellas a pesar de jamás haber estado allí en su mente, todo era… como un extraño dejavu.
Shaina quien lo había estado siguiendo en completo silencio durante todo ese tiempo, esperaba a que nada de esto le trajese recuerdos a Seiya, realmente esperaba que Japón no fuese lo suficientemente pequeño como para que las personas que Seiya hubiera conocido aquí le hicieran recordar su pasado perdido
Hasta que, en una ciudad costera, Seiya miró detenidamente a una de esas calles tan poco transitadas, específicamente al puerto, donde había una pequeña casa abandonada cerca del mar, al inicio Seiya no supo que pensar, sobre todo cuando este sentimiento nostálgico comenzó a invadirlo.
Jamás había estado aquí… pero aun así sentía una extraña cercanía con este lugar, tanto que al acercarse, se preguntaba ¿qué clase de lugar había sido este para él? ¿Un Hogar? ¿Un Refugio? ¿Un… sitio donde pasaba tiempo con sus amigos? No estaba totalmente seguro de qué pudo haber sido, la única cosa que tenía entendido era que mientras más tiempo pasaba aquí… más se sentía… en su hogar.
―¿Seiya? ¿Eres tú? ―Preguntó una voz a sus espaldas, una voz que… jamás en su vida había escuchado, pero se sentía familiar, de verdad podía sentir que ya había escuchado esa voz antes en otro tiempo, en otra vida.
―¿Eh? ―Seiya miró a sus espaldas, únicamente para encontrarse con una hermosa mujer de cabello azul oscuro que le llegaba hasta la cintura, amarrado en una cola de caballo, ojos verdes lima y una camisa de color blanco, además de unos pantalones color rosa cláro, el caballero de Sagitario, no sabía quién estaba mirando en esos precisos instantes, pero tenía este sentimiento tan extraño de que en efecto se conocían.
No solo se conocían, sino que era la primera vez en años, que la veía nuevamente… Esta mujer era muy hermosa, y no podía sentir en su mirada más que cariño y afecto por la persona que se encontraba frente a ella después de tantos, tantos años.
―¡Seiya! Te extrañé muchísimo. ―Exclamó corriendo directamente hacia él para abrazarlo, Seiya a pesar de no conocer a esta chica, no sentía ningún peligro cerca de ella, de hecho se sentía tranquilo y feliz de cierta manera por haberla encontrado nuevamente por primera vez.
―¿Me extrañaste también? Dime que me extrañaste.
La petición de la joven fue, aún más extraña que su reacción, ¿como iba a extrañarla sin en ningún momento de su vida, la había visto?
Esto era malo… Y Shaina podía sentirlo aunque quisiera salir de las sombras donde se ocultaba y atacar a esa chica para que, no dijese nada… pero si lo hacía quedaría expuesta ante Seiya y entonces tendría que enfrentarse a él directamente sin posibilidades de retenerlo por mucho tiempo o terminar asesinándolo, ¿que se suponía que debía hacer en esta situación? Atacar… o esperar a que esa joven no dijera nada comprometedor.
¿Que debía hacer?
¿Qué podía hacer? En esta situación solo podía rezar a que Athena le diera fuerzas para tomar la decisión correcta, en el pasado ella habría atacado a una mujer inocente a traición.
Pero ahora ya no estaba tan segura de hacerlo.
Ya no era esa persona ruin y traicionera de hace tantos años, era una mujer diferente que servía a un santuario diferente, por esa razón no podía atacar a esa mujer, a pesar de que lo que salía de sus labios estaba comprometiendo varios años de secretos y mentiras.
Mentiras que a miles de caballeros en el santuario y fuera de él les había costado incluso la vida mantener.
―Uh… Yo… eh…―Seiya no podía responder sin dar torpes murmullos, aunque sus deseos más profundos en esos momentos fuese poder recordar a esa chica, la verdad era que no podía hacerlo, jamás en su vida la había visto hasta ese momento.
―Oh vamos, no pongas esa cara, soy yo Miho, ¿no te acuerdas de mí? ―Preguntaba la chica sonriéndole al caballero dorado, pero poco a poco su sonrisa fue convirtiéndose en una mueca de tristeza al darse cuenta poco a poco de que en efecto, Seiya no sabía quién se suponía que era ella o que había sido para él.
―Sé que han pasado casi 20 años desde que nos vimos por última vez pero, yo jamás… he podido olvidarte Seiya. ―Murmuraba la chica de manera triste, esperando que, en alguna parte de Su Corazón, Seiya aún mantuviese el recuerdo de cuando eran niños… y las cosas que habían pasado juntos durante sus infancias.
―Vamos, crecimos juntos en el orfanato, éramos inseparables, ¿que… en serio ya no lo recuerdas? ―Volvió a preguntar con voz temblorosa, a punto de quebrarse por qué él se había olvidad completamente de su existencia, ella lo había esperado por tantos años.
Y ahora que estaba aquí le rompía el corazón que él de entre todos los hombres que había conocido a lo largo de su vida, la hubiera olvidado así sin más y que por eso jamás había regresado a su hogar.
―Yo… disculpa, creo que no sé quién eres. ―Respondió Seiya con toda la pena del mundo, realmente se sentía triste de haberla olvidado, a pesar de que no sabía a ciencia cierta que habían sido ellos dos.
Entendía que ella esperaba que este reencuentro fuese más ameno, que ambos… finalmente pudieran charlar, conocerse de nuevo y continuar lo que sea que hubiesen dejado inconcluso, pero ahora…. Todo eso ya sería imposible.
―Oh… es-esperaba que al menos te acordarás de mí, sé que desde que te convertiste en caballero tus prioridades cambiaron pero, tenía la ilusión de que regresarás y…―Miho quería decir algo más, pero no podía sin sentir que su corazón iba a romperse en mil pedazos, por esa razón, trato de suprimirlo lo mejor posible, antes de que eso sucediese.
―¿Supongo que eso ya no importa o sí? ―Murmuró sonriendo levemente, triste pero… felíz de que al menos después de tantos años, él hubiese regresado a casa.
―Lo lamento…―Murmuró suspirando, apartando la mirada de ella, quien le sonreía dulcemente, a pesar de todo, Miho sabía que este era el hombre del que se había enamorado hacía tantos años y que había mantenido cada una de sus promesas hasta el final.
Sobre todo la más importante de todas y que ella jamás podría olvidar, ni él tampoco.
―No importa, no te preocupes Seiya…―Trató de decirle, intentando sonreír lo mejor posible, de verdad quería estar feliz con él, sobre todo porque su regreso significaba que finalmente la había encontrado.
―Bueno, solo dime una cosa ¿pudiste encontrar a Seika?
Aquella pregunta fue, como si le clavaran alfileres agudos, al rojo vivo en el cerebro, así como que le estuvieran clavando una daga en el corazón, por un instante Seiya sintió como si algo estuviera taladrándole la mente y al mismo tiempo que le estuvieran perforándole el corazón.
¿Que era esta sensación tan incómoda como dolorosa que estaba experimentando en esos instantes?
Y fue allí que Shaina pudo sentir el peligro inminente, quería atacar quería silenciar para siempre a esa chica para que nunca más dijera nada a cerca de Seika o de Seiya pero… no se podía mover, ella estaba en shock al igual que el caballero de Sagitario en esos momentos.
Era como si… al decir eso, él hubiera perdido el sentido de su vida.
―¿Qu-quien es Seika…?―Al preguntar eso Miho quedó totalmente impactada, podía creer que Seiya no la recordará, podría incluso vivir con ello pero… ¿qué él también hubiese olvidado a Seika?
Eso… eso no podía ser posible, eso… eso era inimaginable, tenía que ser una broma, debía ser una broma, Seiya jamás habría podido olvidar a Seika… Esa siempre fue su razón de pelear, su razón para vivir, ¿él también la había olvidado así como así?
―… ¿Que? ¿Tú… tampoco recuerdas a Seika? ―Interrogó incrédula… retrocediendo lentamente, este… este no podía ser Seiya, él no era Seiya pues el Seiya que conocía jamás habría olvidado la razón por la que se había vuelto un caballero inicialmente.
―No…―Murmuró totalmente perdido, aunque ese nombre le sonaba… no entendía de quien se ¿trataba? ¿Una amiga, una madre, una amante? ¿Quién había sido ella? ¿Quién había sido Seika?
―Pero, eso es imposible, Tu, no pudiste haberla olvidado ella era… era…―Miho no tenía palabras para expresar lo mucho que esto la hería y confundía por partes iguales, esto no podía ser real, tenía que ser una mentira.
―Era tu razón de volver a Japón ¿lo recuerdas? La razón por la que peleaste incansablemente para obtener tu armadura. ―Rogaba por qué esto que estaba sucediendo no fuese más que un enorme malentendido y que Seiya solo estuviese jugando con ella como solía hacerlo cuando eran pequeños pero, en sus ojos podía verlo, él no estaba jugando, estaba igual o más confundido que ella.
―La razón por la que te convertiste en caballero. ―Trataba de hacer qué él reaccionará, que recordara su razón de existir en este mundo, aquello que le permitió ír y regresar de Grecia con la armadura de bronce pero Seiya… no podía recordar absolutamente nada de aquella persona llamada "Seika"
―No me digas que en serio la olvidaste… no te creo… puedo creer que me olvidarás a mí… pero no a ella. ―No quería creerlo, era imposible que algo así hubiera sucedido, por qué Si Seiya se había olvidado totalmente de Seika… Entonces el mundo que ella había conocido hacía tantos años realmente había desaparecido sin oportunidad de regresar jamás.
―Dime, Miho… quien era Seika…―Pidió tomando a la joven de ojos lima, igual de confundido y asustado que la joven frente a él, finalmente las respuestas de quien había sido habían llegado pero lo habían hecho de la peor forma posible.
―Dímelo, ¿quién fue ella? ―Trató de convencerla a que la dijera más sujetándola con más fuerza de la debida, lástimandola en el proceso.
―No puedo creerlo, de verdad la olvidaste…―Murmuró triste y enojada al mismo tiempo empujándolo con fuerza para que ese hombre desconocido se alejará de ella.
―¡Ya no sé ni quien eres…!
―Dime quien era esa chica, ¿¡quién era Seika!? ―Interrogó viendo como la joven de cabello azulado retrocedía lentamente, negando con la cabeza mientras lágrimas salían de sus ojos, , él había regresado y ya no era Seiya… era alguien completamente distinto, una persona a quien de verdad, ya no quería volver a ver en su vida nuevamente
―¿Por qué me lo preguntas como si no lo supieras…? ¿Quién eres? ―Le interrogó totalmente desilusionada, de que después de tantos años, el hombre que había amado había olvidado su propósito, que había olvidado quien era y que había hecho para llegar hasta aquí, solo para decirle… que al final, su lucha había sido completamente en vano.
―El Seiya que yo conocí jamás habría olvidado a esa persona que fue tan importante en su vida, jamás… Pues Seika…―Miho se dio media vuelta y comenzó a correr, lejos de ese hombre, al que ya no deseaba ver nunca más.
―¡Era tu Hermana Mayor!
Seiya quedó en completo estado de Shock, ¿su hermana mayor? ¿Él había tenido una hermana? Esa chica, a quien jamás había conocido le había dicho algo que había cambiado todo el panorama, así como la historia de su vida.
¿Entonces la voz que le susurraba era ella? ¿Era Seika? ¿Porqué? ¿Por qué ahora? ¿Por qué esto le estaba sucediendo justo ahora? ¿Por qué así, porqué…? Seiya se agarró el pecho, el cual había comenzado a dolerle desde la revelación.
Pero el dolor se había intensificado, se sentía vacío, sin propósito, sin una dirección o un guía… había perdido todo en solo unos segundos, todo desde que había escuchado las palabras de Miho…
Lágrimas comenzaron a rodar por sus ojos sin entender por qué lo hacían, el dolor de su pecho se intensificó hasta tal grado que pensaba que comenzaría a sangrar, pero nunca lo hizo.
Solo siguió ardiendo en su pecho, amenazándolo con hacerlo gritar de agonía, esto era lo que ellos le habían advertido, esto era la razón por la que le habían pedido que parará, pero no hizo caso, empujó y empujó hasta que las respuestas le explotaron en la cara…
Debió haber escuchado a Shiryū y a Hyoga, por qué ahora… para evitar este resultado que le carcomía el alma, nada tenía sentido, ya nada iba a ser como antes, Seiya estaba totalmente perdido… solo pudo mirar al cielo para ver la luna que se alzaba por encima de él, en un desesperado intento de encontrar respuestas a lo que le había sucedido sorpresivamente.
Únicamente para susurrar dos palabras.
―¿Mi… Hermana?
El Episodio Zero Aún no ha Terminado…
Comme c'est la coutume dans ces épisodes, je veux profiter de cet espace pour remercier ma chère adepte, Shaina Cobra, que son soutien et ses conseils sont devenus un énorme soutien moral pour moi.
sur mon cœur.
J'espère que la malédiction est enfin brisée, car si ce n'est pas le cas… alors je ne sais pas quoi faire d'autre pour la briser et l'oublier.
Cuídense mucho y nos veremos en el próximo episodio de, el episodio Zero.
