Caballeros del Zodiaco:
Guardianes del Universo.
(Saint Seiya: Guardians)
Episodio 0: El Camino Hacia la Guerra Santa
Capítulo 0.8: Respuestas.
Me hicieron elegir… ¿te lo he dicho alguna vez?
Me dieron a elegir entre el destino de todo el universo o entre dos humanos, cualquiera diría que en mi posición, la vida de toda la humanidad era más importante que dos vidas humanas.
Tienen razón… La vida de dos humanos no valían las de miles de cientos, por eso yo quise tomar la responsabilidad de esas dos vidas, para así preservarlas y reunirlas.
Para mi suerte o mi mala suerte, mi intervención en un mundo que no me correspondía casi causó que toda la realidad se destruyera frente a mis ojos, casi si no fuera por qué los esfuerzos de Tenma y Sasha nos permitieron volver a nuestra línea temporal…
Tuve que decidir entre un hombre que había supuesto para mí un defensor, un amigo, un Guardián, su hermana o la completa devastación de la realidad como la conocemos. Fue, un acto egoísta poner la vida de miles y miles de seres solo por mis deseos egoístas de Salvar a Seiya.
Pero tenía que intentarlo, debía de intentarlo, pero todo fue en vano, mi búsqueda por el tiempo, el conflicto contra el Hades de la era del mito, el acabar con la maldición que estaba asesinando a mi Pegaso.
Todo fue en vano…
Me hicieron elegir, ¿te lo he contado? Entre mi guardián y su mundo, no el mundo de los humanos o el mundo de los dioses, la persona que significaba todo para él, si vida, su batalla, su razón de ser y existir en ese mundo…
Y yo se lo arrebaté todo, no solo le arrebaté a esa persona físicamente, para que ambos jamás volvieran a reencontrarse, sino que le arrebaté cada recuerdo, cada memoria, cada instante que él pasó con ella, impidiéndole recordarla, arrebatándole la única conexión a su pasado que poseía.
Todo para qué él volviera a levantarse, caminar y vivir lejos de esa maldita silla, pero al final todos los caminos lo guiaron de vuelta a mí, como una maldición que lo ha perseguido desde que el primero de los suyos tuvo la fortuna o el infortunio de encontrarse conmigo.
Creía ilusamente que al hacerlo él elegiría una nueva vida, otro camino, una senda que le otorgará la paz que él jamás había conocido.
Pero no, él Se quedó a mi lado como siempre lo había hecho, como siempre lo haría, a veces me pregunto si aquello fue su forma de retribuirme por haberle salvado la vida, o la forma en la que depositaba toda su fe, sueños y anhelos en mí…
Una broma del cielo, que me recordaría por siempre el gran pecado que cometí, o un cruel recordatorio de Cronos de qué él, siempre sería un esclavo del destino eternamente encadenado a mí, no sé lo que es… pero si todas las cosas se alinearon para hacerme sentir culpable por lo que le hice, creo que me lo merezco, sé que me lo merezco por haber jugado con el destino de toda la humanidad, por haber… actuado como esos dioses que tanto despreciaba, que tanto llegué a odiar.
No es típico de mí mostrar odio o recelo hacia algo o alguien, pero si mi tiempo en esta tierra me ha hecho algo es, que me ha vuelto más humana, más comprensiva y más mortal que muchos otros, mi lado humano y mi lado divino siempre está en constante conflicto, entre lo que dictan mis anhelos y lo que mi deber como diosa protectora de la humanidad me ordena.
Es una dualidad a la que he sido bendecida para conocer y entender el sufrimiento que viven los humanos día a día, como maldecida por conocer mi misión tal, como está dictada desde la era del muto sin poder oponerme a la orden de la primera Athena.
Ese es el peso que cargo todos los días, con el que he aprendido a convivir como a tolerar, pero en muchas ocasiones, es más de lo que yo puedo soportar como humana, bien reza aquél dicho que:
Si un Dios es Omnipotente no puede ser Humano…
Pero si un Dios es Humano no puede ser Omnipotente.
Yo he tratado de permanecer imparcial ante esos dos mundos, pero siento que muy dentro de mí misma he fallado tratando de ser una o tratando de ser otra, no puedo ser ambas porque de serlo no sería ninguna.
Eso es algo que yo como Athena, no puedo permitir jamás…
Me hicieron elegir… ya te lo he dicho muchas veces durante tanto tiempo, hasta este punto debes conocer bien esa historia, dos humanos y el destino de todo el universo.
Todas las decisiones eran erradas, cada opción condenaría a todos… pero yo elegí la opción que creía sería la adecuada, con una única condición.
Me merezco que me odie, me lo merezco por haber jugado con su destino justo como esos dioses a los que por tanto tiempo nos hemos enfrentado, por la que miles de los nuestros hayan muerto o se han sacrificado,
Pero todo lo que hice lo hice por él, lo hice por amor… Sé que tú lo entiendes pues también fuiste humana, eso no me exime de la culpa eso lo sé, pero sé que tu comprendes el supliucio por el que pasé, por no querer perderlo otra vez, por qué de haber sido el caso, habrían pasado 200 años más para que nos volviéramos a reencontrar.
Yo jamás lo negaré, incluso aceptaré el castigo que se me imponga, incluso el perder mi poder divino por haberme comportado como una niña inmadura y necia ante la destrucción de toda la realidad, pero lo que jamás podré aceptar sería perderlo nuevamente, logré que regresará de la oscuridad, pero si cede ante ella una vez más.
Jamás podré perdonármelo…
Pues en mis sueños más profundos aún puedo escuchar las palabras de Cronos, resonando dentro de mi mente negándome el descanso en las noches frías que el santuario suele experimentar de tanto en tanto…
*Cuando Él Sepa La Verdad, Él Se Perderá En Las Tinieblas Para Siempre, Hasta Que Se Le Sea Entregado Aquello Que Tú Le Has Arrebatado.*
Tomé la decisión que mi corazón creía acertada a pesar de todo el dolor que causé y a las personas que terminé perjudicando con ello.
Y aun así el destino hiso lo posible para burlarse en mi cara, fallé… y ahora vivo con ese tormento, por eso la próxima vez que yo renazca te pido que cuentes esta historia a mi sucesora, para que no vuelva a cometer los mismos errores que yo.
Te lo pido… mi amada Aria, no perdones mis errores, he vivido lo suficiente para reconocer que no lo merezco, solo te pido en la próxima era, en la siguiente batalla decisiva por la humanidad, guíame, para jamás volver a fracasar para que este sea solo un mal recuerdo de esta era y que mi alma humana pueda alcanzar la Paz.
"Haré todo lo que pueda… Señorita Saori…" Respondió finalmente una pequeña voz atrapada en el báculo de Athena, mientras que esta misma sujetaba con el mismo cuidado y cariño que cuando ella sujetaba a Koga en sus brazos cuando apenas era un bebé.
Quizá era por la conexión que Athena tenía con Niké, o simplemente por qué estando mucho tiempo juntas, era evidente que ambas terminarían confiando más una en la otra que en cualquier otro ser o persona en el mundo, la verdad era que al ser una diosa humana, Saori se había sentido tan sola.
Hasta que descubrió que el alma de la niña que recibió la luz de su cosmos había reencarnado para convertirse en su eterna acompañante, en su amiga y dadas las circunstancias…
En su segunda hija, siempre deseó conocer a Aria en vida, y ahora siendo su cuerpo su cetro divino
―Sé que lo harás… por qué hemos estado juntas desde la era del mito y estaremos juntas por siempre, hasta que las estrellas se vuelvan polvo y el universo desaparezca. ―Saori declaraba juntando su frente con la punta de su cetro, viéndose reflejada en el encubrimiento dorado de quien por mucho tiempo solo parecía ser un arma.
Pero no era así, Niké siempre se había encontrado a su lado y ahora más que nunca realmente podía hablar con ella, se sentía más cerca de ella como en la era de los dioses, cuando el mundo aún era joven y los dioses no le habían declarado una guerra santa a toda la humanidad por el simple hecho de existir.
"Señorita Saori, solo tengo una pregunta ¿hay… alguna razón en específico por la que me ha contado esta historia?" La pregunta hizo eco en la mete de la diosa Athena, quien cerró sus ojos tranquilamente, para entonces desviarlos hacia el horizonte, justamente al lugar donde Seiya se haía marchado sin mirar atrás.
―Porqué… presiento que la advertencia de Cronos se habrá hecho realidad y necesito a alguien a mi lado para que me escuche para que me entienda la pena que he sentido por tantos años. ―Declaraba en un tono triste y desolador, dejando en claro que ahora más que nunca necesitaba a una amiga que entendiese la enorme carga que había sido puesta sobre sus hombros, cuando era pequeña parecía que ella tenía al mundo en la palma de su mano al ser una pequeña niña millonaria y caprichosa, pero ahora que se daba cuenta si cargaba con el peso del mundo en sus hombros, un peso que cada día se hacía más grande y había momentos en el que creía no poder soportarlo sin su caballero más leal y noble a su lado.
Pero ahora que esa posibilidad tan lúgubre se divisaba en el horizonte, amenazándola con acabar con su paz, jamás esperó que este día llegaría, de haber sido el caso, habría elegido que Seiya muriera, otorgándole la oportunidad de despedirse de ella y de su hermana para que así su ciclo hubiese encontrado un cierre justo.
Pero no, fue su deseo estar al lado de su caballero por un tiempo más, fue su deseo intentar salvarlo ocasionando un desequilibrio en el espacio tiempo que por poco destruía la realidad, fue su deseo apartar a esos dos hermanos para que nunca más estuvieran juntos.
Y fue su deseo que su Pegaso se apartará de su lado para encontrarse a sí mismo en este mundo tan cruel pero a su vez… tan bello.
Una diosa humana, incapaz de ser tan cruel como los dioses que solía condenar y paradójicamente había sido cruel con el mundo poniéndolo en peligro una vez más, negándole el deseo más profundo de ese hombre de reencontrarse con su hermana que era estar juntos de nuevo, un dios no podía ser humano.
Y un humano no podía ser un dios.
Ambas eran eso, diosas que habían vivido como humanas, seres enteros puestos en cuerpos perecederos, almas divinas con corazones de carne y hueso, por eso Aria había sido un regalo para Saori, para afrontar ese miedo a perder todo por una apuesta arriesgada contra un Titán amoral que al igual que los demás dioses se divertía con el sufrimiento de los humanos, como con el suyo.
Ahora que finalmente tenía a alguien con quien compartir esas penas y esos secretos tan dolorosos, se había enfocado en hablarlos con ella, en ofrecerle su compañía en su forma incorpórea, atrapada dentro del cetro de Niké, Aria en muy poco tiempo se había vuelto más cercana, que ninguna otra persona que había conocido en su vida.
Más que su propio abuelo o del viejo Tatsumi.
Quizá eso era lo que le seguía dando esperanzas a Saori, puede que perdiera por siempre a su Pegaso, pero a su lado siempre estaría su querida amiga para escucharla y llorar a su lado, en esas noches frías que el santuario podría experimentar de tanto en tanto.
Una vez que su Pegaso ya no se encontrará más a su lado hasta 200 años más en el futuro.
Y entonces en otro lado…
Seiya caminaba silenciosamente por el campo de Piamonte una zona abierta al lado de la enorme ciudad de Milán, al ver a sus alrededores Seiya podía ver verde, hermosos campos abiertos, árboles y cosechas, además de miles sino que billones de hectáreas de campo abierto y el aire…
Era tan fresco y limpio que casi le hacía olvidar el denso aroma que se respiraba en la ciudades más transitadas.
Realmente podía comprender por qué Shun había decidido hacer su nueva vida aquí, era tranquilo, sin el gran ruido de las grandes ciudades, un lugar donde prosperar y tener una familia, la gente era amable y siempre había alguien que lo saludaba con cortesía a pesar de no ser oriundo de estas tierras.
Realmente era… apacible… un buen lugar para vivir el sueño de una familia, Seiya suspiró para seguir el camino de asfalto y tierra hacia donde recordaba que se encontraba el antiguo consultorio del caballero Andrómeda, aún recordaba la promesa que le había hecho a Shun, no la había olvidado… Jamás podría hacerlo.
El caballero de Sagitario camino por un largo rato, hasta finalmente encontrarse con el lúgar de donde Shun Ikki y June se habían ido hacía tantos meses atrás, maldición sí que los añoraba… En especial por qué, necesitaba sacarse esto del pecho, aquello que lo había estado siguiendo desde Japón hasta el lugar que Shun hizo su hogar.
Allí en el prado se encontraba, unos metros más adelante del camino, un consultorio médio al lado del camino, era una casa lo bastante grande como para que tres personas vivieran allí, con un patio trasero, una cerca y un árbol a un lado, una casa que no parecería nada especial a simple vista…
Pero aquí su mejor amigo había pensado en pasar toda su vida al lado de su amada esposa, quizás con un perro y un par de niños corriendo por aquí y por allá… para Seiya eso sonaba como una buena vida, pese a todo, realmente parecía como una vida agradable.
Algo que a él le hubiera encantado vivir en otro tiempo, en otra vida, pero ahora… todo eso se veía tan lejos y distante, desde lo que había sucedido en aquella bahía… Seiya no sabía que debía hacer ahora, a quien debía buscar o porqué… solo quería descansar y poner todas sus ideas en orden antes de hacer algo… o más importante antes de regresar al santuario.
Mientras él avanzaba por los campos abiertos de Italia, Shaina miraba esto con una extraña añoranza, aunque en realidad jamás había desarrollado una verdadera cercanía con su tierra natal, jamás conoció a su madre y su padre… era mejor bebiendo y golpeándola que sirviéndole como un ejemplo a seguir a ella, por lo que jamás se sintió particularmente feliz viviendo por esos lares.
Razón por la que ella terminó migrando a Grecia, para obtener mejores y mayores oportunidades de las que una niña huérfana que vivía en la absoluta miseria pudiera obtener.
A pesar de eso debía reconocer que esta zona era agradable, un sitio perfecto para vivir, quizá… si se retiraba algún día como amazona encontraría un agradable lugar así para asentarse y vivir tranquila lo que le quedará de vida.
Aunque siendo una amazona y por ende una guerrera de Athena eso no parecía una opción viable en un futuro.
―Buenas tardes. ―Una voz a su lado lo llamó sacándolo de esos pensamientos tan opresivos que lo mantenían en silencio, al mirar hacia esa dirección pudo ver a un anciano de rostro amigable que lo miraba tranquilamente, un poco lejos de allí se encontraba n otras personas.
Seiya podía calcularle al menos 28 años de edad cabello castaño, ojos azules vistiendo una camiseta roja a cuadros y unos pantalones de mezclilla.
A su lado se encontraba una mujer de casi la misma edad, con un largo vestido floreado, un enorme sombrero de verano que cubría su cabello rubio, ojos azules y en sus brazos, ella cargaba consigo un bebé que no parecía tener más de 8 meses de vida durmiendo en su pecho tranquilamente.
Cerca de ellos se encontraba otros dos hombres, uno de 30 años y un par de muchachos, el que se encontraba a su lado parecía que había pasado 15 primaveras, mientras que el segundo fácilmente se le podían calcular unos 23 años de vida, ambos se parecían al primero de los hombres que acompañaban al anciano al lado de quien asumía era su esposa.
A excepción del muchacho de 15 quien tenía un cabello rojizo que brillaba a la luz del sol y pecas en todo su rostro, ese debía ser el hijo del segundo adulto mayor de esa peculiar familia.
―¿Hummm? ―El caballero de Sagitario murmuró confundido… ¿quiénes eran estas personas? ¿Y por qué estaban aquí? El caballero de Sagitario estaba confundido, hasta que el adulto de la familia siguió hablando con el caballero de oro.
― ¿Usted debe ser el amigo que el Doctor Shun mencionó, no es así? ―Interrogó con una sonrisa amigable al hombre frente a él, ante sus ojos ese hombre bien podría ser otro de sus hijos, otro varón que su esposa habría dado a luz regresando a su hogar después de un largo viaje, aunque era un total desconocido en sus ojos podía ver que él, había pasado por muchas cosas.
La mayoría de esas cosas eran tanto traumáticas como dolorosas, a lo cual él podía comprender perfectamente, había vivido tanto tiempo y había conocido a tantas personas en su vida como para reconocer que esta persona frente a él no era un mal tipo.
Al contrario quizá era la persona más noble de todas, pero había pasado por muchos sucesos desalentadores que habían dejado en él una perpetua expresión de furia y frustración, pero en sus ojos se podía notar un enorme corazón al lado de una gran determinación, además de una gran nobleza, cosa que en estos días faltaba mucho en el mundo.
―Eh... si dio que yo vendría a cuidar de su casa eventualmente, sí, ese soy yo…―Respondió, tomando la correa derecha de su caja de pandora, para ver mejor al avejentado hombre, quien realmente parecía como un buen hombre con una hermosa familia.
―Solo vine a ver como se encuentra su consultorio… Por cierto, mi nombre es Seiya… Seiya a secas…―Añadía ofreciéndole su mano al señor que se encontraba frente a él, quien aceptó el saludo tomándolo de la mano.
El avejentado hombre pudo comprobar lo que se veía a simple vista, sus manos eran ásperas y duras, incluso al contacto parecerían estar hechas de piedra, prueba de que ese joven había pasado por tanto y por tantas cosas.
Había luchado por tanto tiempo y quizá ahora mismo seguía luchando con algo que no podían ver, pero que se podía sentir en su expresión tranquila, que más allá revelaba una mirada afligida por algún evento triste ocurrido recientemente.
―Todo está bien, entre los vecinos lo hemos cuidado para evitar que entren a robar o que saqueen el lugar, todo para que el doctor Shun encuentre su hogar tal y como lo dejó. ―Declaraba el patriarca de esa gran familia sonriendo y apuntando sus ojos al consultorio donde, su familia había venido en tantas ocasiones, por diferentes razones y en diferentes ocasiones, cada una más importante que la anterior.
―Oh disculpe, olvidé presentarme, mi nombre es Caesar Bertolucci, pero todos por aquí me dicen Señor Bertolucci, un placer conocerlo. ― Añadió cerrando sus ojos encantado de conocer a un nuevo
―Esa es mi familia, ese de allí es mi hijo Carlo y su hijo Luka. ―Decía señalando al segundo adulto mayor, de la barba frondosa que saludaba al caballero de sagitario animadamente colocando su mano sobre el hombro del muchachito a su lado quien también lo saludaba un tanto apenado.
―Ese otro es mi hijo Alessandro. ―El tercero más joven levantó su mano agitándola levemente un tanto incómodo, no parecía el más sociable de los tres hijos.
―Y ese es mi Hijo Joseph, su amada esposa Lily y su pequeña hija Mariella.― Con eso el hijo de en medio saludó tranquilamente por él y por su esposa, quien tenía las manos ocupadas con su hija, lo que no evitó que le dedicase una sonrisa al soldado de oro que hablaba con el padre de su marido.
―Eh… el placer es mío…―Murmuró levemente el caballero del centauro alado sonriéndole a las personas que se encontraban detrás del longevo hombre, abuelo de 2 y padre de 3.
―Dígame, ¿cómo se encuentra el señor Shun? ― Interrogó de manera amigable sonriendo nuevamente al caballero de Sagitario, quien por un instante no tuvo idea de qué responder, Shun… ya no existía en este tiempo, él se encontraba en el mañana sin oportunidad de volver al ayer, solo seguir adelante como Seiya lo había hecho hasta ahora, cosa de la que ahora se sentía profundamente arrepentido de haber hecho.
―No es por ser entrometido, pero ¿usted cree que volverá pronto? Muchos en el pueblo somos viejos y las ciudades están lejos de nuestros hogares, un hombre tan amable como él nos cambió la vida a todos. ―Narraba casi recordando aquellos eventos desafortunados que él y su familia habían sufrido, los cuales habrían sido peores sin la ayuda de ese doctor que había llegado a este pueblo alejado de las grandes urbes para cumplir con su deber como médico de salvar vidas.
―Yo… Lo lamento mucho. ―Murmuró bajando la mirada, con una expresión afligida, pero más que afligida parecía meditativa, cosa que el patriarca de la familia no supo bien cómo interpretar aquella revelación..
―Creo que él… jamás volverá…―Con sus palabras el anciano pronto se sorprendió, bajando la mirada de manera triste, por el desenlace del doctor del pueblo.
―Eh porqué lo dice, ¿qué le sucedió al señor Shun y a su esposa? ―Interrogó el anciano preocupado por el desenlace del doctor Shun, esa era una pregunta realmente complicada de responder pues… nadie conocía los acontecimientos del futuro, ni él, ni Athena, ni siquiera los caballeros más poderosos del universo lo sabían,era difícil predecir que sucedería en aquel futuro que ellos jamás serían capaces de presenciar, menos en estos instantes cuando la batalla más importante del universo estaba sucediendo en el futuro.
Solo podían rezar y esperar a que todas las cosas estuvieran sucediendo de forma en la que Saori lo había planeado, tener esperanza en siempre esperar lo mejor siempre había sido una cualidad de Seiya pero después de lo sucedido en Japón… Ya no estaba tan seguro.
―No les ocurrió nada malo hasta donde sé pero…―Seiya quedó en silencio esperando a encontrar una mejor respuesta, la verdad es que no tenía ninguna ninguna, solo sus esperanzas de que lo que estuviese sucediendo, Shun Ikki y June estuviesen bien, solo eso esperaba.
―Solo puedo decirte que fueron a un lugar desconocido y probablemente peligroso, quizá… por eso jamás regresen. ―Murmuró después de un largo suspiro, en verdad deseaba decirle algo mejor pero eso era todo lo que tenía a la mano en esos instantes.
―Oh… entiendo, ellos, ellos fueron a la guerra, ¿no es así? ―La pregunta sorprendió enormemente a Seiya, era imposible que ese señor supiera sobre los asuntos internos en el santuario, pero aunque los supiera era imposible que Shun le hubiese contado hacia donde se dirigía.
Ese era uno de los grandes secretos del santuario, por lo que ese señor debía referirse a otro tipo de guerra, menos divina y más… entre hombres, después de todo cuando un conflicto terminaba otro iniciaba, así era la vida entre los humanos.
―Sí… lo lamento…―Murmuró después de dar un largo suspiro, el hombre adulto también miró con tristeza al suelo, pero entonces arqueó una sonrisa cosa que confundió enormemente a Seiya… ¿porqué sonreía así?
―No te preocupes Hijo…―Pidió el señor Bertolucci confundiendo aún más a Seiya, quien solo podía ver al señor, quien le dedicaba una mirada tranquila y serena, como si de alguna forma él supiera más que él de alguna manera.
―Sabía que el señor Shun era un buen hombre, siempre ayudando a aquellas personas que lo necesitaban. ―Dijo con una gran expresión de alivio, sabiendo que donde quiera que el buen doctor estuviera estaría bien, pues con él habían ido su esposa y su hermano, personas que él amaba y que lo mantendrían seguro y por el camino correcto a donde quiera que él fuese.
―Ahora que está lejos en el conflicto rezo a que salga todo bien, para que regrese a casa sano y salvo, junto a su hermano y su esposa, ese hombre nos hizo tanto bien cuando llegó aquí… Lo único que le deseo es salud como buena fortuna a donde quiera que haya ido. ―Esas palabras le daban cierta alegría y esperanza al caballero de Sagitario esperanza que se vería prontamente aplastada por la cruel realidad.
Aunque fuese así, nadie conocía todos los desenlaces y finales, que los dioses bendijera a aquél que lo hiciera, pues la verdad él lo único que pedía ahora era paz y tranquilidad, tranquilidad que se veía opacada con todos los acontecimientos desafortunados de hacía unos días
―Yo también…―Murmuró Seiya, deseando que Shun le estuviera yendo mucho mejor que él, tan solo eso deseaba, después de todo, Shun había sido el más honesto con él, hasta el final.
―Si necesita algo, no dude en avisarnos, vivimos cerca…― Pidió el avejentado hombre otorgándole también a él sus mejores deseos y que fuera lo que fuera que le estaba molestando, encontrara la forma de solucionarlo pronto.
―Gracias, señor Bertolucci. ― Respondió finalmente Seiya asintiendo levemente al hombre maduro, quien estaba siendo asistido por uno de sus hijos, quien comenzó a llevarlo poco a poco hacia su hogar, hacia el lugar donde él pertenecía, al lado de su querida familia.
Seiya solo contemplo a ese hombre en silencio mientras e retiraba a casa con su familia, aunque era el hombre más poderoso del universo, no parecía poseer nada a su nombre, no parecía tener un rumbo o algo remarcable además de ser un caballero… A pesar de llevar una de las 12 armaduras del zodiaco y a pesar de haber luchado incansablemente hasta el final.
Él no tenía nada, no tenía a nadie… había perdido algo importante para él, pero jamás se enteró hasta ese día, a él jamás le molestó ser simplemente un caballero, de hecho se sentía felíz de serlo, defender al mundo.
Cuidar de su amada diosa, proteger al indefenso y ser un pilar de la justicia.
Ese siempre fue su objetivo, lo que siempre fue y lo que siempre sería, pero a su vez, él solo era eso, no tenía un hogar al cual volver o una persona que lo estuviese esperando en casa, Seiya no era más que eso una idea, un símbolo más no un hombre.
Solo ahora, cuando la pregunta había sido contestada era que él se había percatado de ello, había perdido su camino, su dirección, su propósito…
Pero jamás lo supo hasta que ya fue demasiado tarde, las palabras de esa chica habían revelado algo sobre su pasado se percataba de cuan solo había estado por tanto tiempo, había perdido a su familia y él jamás supo cuándo o dónde había sucedido, ¿en qué momento aquella persona que había sido tan importante para él se había desvanecido en el viento? En un instante supo que tenía una familia y al siguiente la misma había desaparecido, todo en cuestión de unos simples instantes.
Seiya entró a la casa de Shun, con la llave que le había otorgado antes de irse para siempre, al entrar a su casa, dejó su caja de pandora en el suelo y azotó su espalda contra la pared deslizándose lentamente hasta tocar el suelo nuevamente, con una mirada perdida e inexpresiva solo podía recordar las palabras de aquella mujer, taladrándole el cerebro incesantemente.
Acabando poco a poco con su cordura.
Él… no sabía cómo procesar esa información, no sabía que pensar, no sabía que decisión tomar… Si tan solo le hubiese hecho caso a Shiryū y a Hyoga entonces él no estaría de esta forma, si tan solo hubiese hecho caso… no estaría sintiéndose tan miserable como lo estaba siendo en estos momentos.
Pero no, tuvo que empujar y empujar, con el único objetivo de llegar hasta el final, solo para que la respuesta le explotase en la cara…
Y ahora en su momento más desesperado, no sabía que hacer o a quien pedirle ayuda, solo rezar, rezarle a los dioses para que este sentimiento tan desolador se apartara para qué el pudiera volver a su vida normal.
Pero él debió haberlo supuesto… al conocer la verdad, ya no podría volver a su vida normal, este era el tormento por el que tenía que pasar ahora, además no sería justo para la memoria de aquella hermana que él jamás supo donde se había extraviado o qué había sido de ella.
Si seguía viva o no, eso era lo que le causaba más angustia, no saber que le había sucedido a esa persona que aquella chica le había mencionado, estaba totalmente aterrado por lo que sea que le había sucedido a ella o en qué momento la había perdido, todo era tan confuso, tan repentino y tan doloroso que él no podía empezar a procesar la información sin que su mente quedara atrapada en otra encrucijada de preguntas sin respuestas.
Seiya estaba perdido… y realmente necesitaba a alguien para hablar, después de lo acontecido con Shiryū como con el retiro de Hyoga…
Seiya ya no tenía a nadie con quien acudir, más que a este lugar, donde su ultimo había vivido…
Esperando que un eco atrapado en el tiempo le diese las respuestas que él ahora necesitaba con tanta urgencia.
―Dime Shun, ¿qué debería hacer? ― Le preguntó a la nada esperando por alguna respuesta, pero el silencio fue su único acompañante, como siempre lo había sido… ya no habían compañeros en los que apoyarse o una diosa por la que luchar, solo él, sus pensamientos y la nada.
―Tu siempre tuviste una respuesta para mí… siempre sabía que decirme para calmar mis angustias, así que dímelo… ¿qué debería hacer? ¿Debería seguir…? ¿O simplemente detenerme? ―Interrogó mirando al cielo en búsqueda de respuestas, en busca de algo que calmará su insaciable búsqueda de respuestas, una señal un… algo, lo que fuera en lugar de este abrumador silencio… estaba perdido y necesitaba direcciones, necesitaba respuestas, necesitaba saber quién era él, pero no había nada más que eso, solo un hombre sin pasado y por ende sin una dirección que lo guiará hacia el futuro.
¿En realidad eso era todo? ¿Eso era todo lo que él era? ¿Un arma, un soldado, un asesino? ¿Todo eso excepto un hombre?
Buscaba respuestas, respuestas que solo lo habían mancillado y hecho cuestionar quien era él en realidad, pero la verdad era que no había mucho más allá que eso, era un hombre totalmente vacío en el interior.
Sus demás amigos habían encontrado algo, algo en que sostener su fe… una mujer, una familia, buscar quienes eran, encontrar la paz, encontrarse a sí mismos, pero él… solo había encontrado duda, dudas y desesperación, cosas con las que no estaba tan familiarizado, pero que ahora estaba conociendo en carne viva.
―Antes… estaba bien con ser un caballero, eso es todo lo que era, eso era todo lo que conocía, eso es todo lo que soy, pero ahora recién descubro que tuve una familia, y no sé dónde se encuentra en estos instantes, ¿tú qué harías en mi lugar Shun? ―Preguntó nuevamente a la nada buscando alguna respuesta, cualquiera incluso una negativa le daría lo que necesitaba, pero no había ninguna… Solo silencio, ese silencio que solo podía presagiar lo peor por venir.
―Tú sabrías que hacer, yo sé que sí, tu… siempre sabías que hacer. ―Murmuraba el caballero de Sagitario, desesperado por hallar respuestas, siempre había sido él quien marcaba el camino indicado para los demás, guiándolos, pero ahora realmente necesitaba a alguien que le dijera que debía hacer, cual debía ser su siguiente paso, la dirección por la que él tenía que avanzar. Necesitaba a un amigo a su lado…
Lo único que tenía era una armadura que no protegía su mente o su alma, solo protegía su cuerpo pero… ¿de qué servía cuando la lucha era más mental que física?
―Todos creían que tu eras el más débil de los nuestros, pero no fue así, tu siempre tuviste una meta, algo por lo que luchar y vivir, tú… lo tenías todo… ¿y yo… que tengo? Solo una armadura… ―Se decía suspirando larga y pesadamente, todos admiraban al caballero que había acabado con Hades y había traído paz al mundo, pero él envidiaba al hombre que realmente lo tenía todo.
―¿No es eso Irónico Shun? Tu saliste al mundo a buscar a tu propio hermano, solo para encontrarte a ti mismo. ―Murmuraba desviando su mirada al suelo, para ver sus manos sobre sus piernas. ―Y yo… Salí al mundo a encontrarme a mí mismo solo para perder a mi hermana… ¿qué clase de destino es ese? ¿Qué clase de castigo es este? ―Se preguntaba apretando fuertemente sus puños, incluso si Shun no estaba allí podía sentir su presencia y su cosmos impregnado en cada centímetro de esta casa, este había sido su hogar… y quería que este lugar también fuese el hogar de su familia.
Tenía que encontrarla, debía hallarla, tenía que encontrarla, no sabía dónde o cuando, pero ya tenía una pista clara de dónde empezar a hacerlo, el primer lugar donde la buscaría, sería donde consiguió las respuestas de su pasado en primer lugar.
Debía volver a Japón, después de descansar y poner sus pensamientos en orden, no sabía si aún había tiempo para hacer algo… o si ya no lo había en lo absoluto pero no se iba a rendir sin intentarlo primero.
Debía hablar con esa chica nuevamente, debía ir al mismo lugar donde la había visto por primera y última vez… Solo así podría empezar a buscar, no importaba lo que se encontrará al final debía hacerlo, por su hermana…
Por Seika y para volver a tener el control de su propia vida.
Shaina por su lado lo veía desde la distancia, sabía que Seiya no se quedaría mucho tiempo quieto, mientras él descansaba iría rápidamente al santuario a notificar de lo sucedido.
Esperaba que Saori tuviera un plan de contingencia en caso de que la situación se fuese directamente al sur y hubiera que tomar medidas preventivas para evitar que Seiya hiciera algo que la pusiera a ella en una situación de peligro.
Quizá… si hubiera asesinado a esa chica antes de que le hubiera revelado la verdad sobre su hermana ahora no estaría en dicho predicamento, pero ya no era esa persona, ya no era la misma guerrera cruel de antes, los cambios en el santuario la habían hecho más comprensiva, más humana…
Quizá si hubiera estado en su posición también había hecho lo mismo, después de todo, ella había entrenado y criado a un niño al lado de la diosa Athena durante 13 años.
Eso la había cambiado en más de un sentido, por ello quizá se odiaba a sí misma de no haber golpeado cuando era necesario, pero lo hecho, hecho estaba, ya no había lugar para arrepentirse cuando existían tantas cosas en juego.
Ahora debía apresurarse e ir con Saori, esperando que a la mañana siguiente Seiya siguiera en el hogar de Shun, de lo contrario debería ir a buscarlo hasta el fin del mundo.
200 años en el Futuro
Shun se encontraba solo, escribiendo algo en una hoja de papel, casi todas las noches las ocupaba para escribir en su diario, pero desde hacía tiempo le había hecho una promesa a alguien a una persona igual de especial que sus amigos, no le había escrito mucho ya que casi todo lo que acontecía actualmente en su vida.
Pero estos pequeños momentos de soledad y contemplación le daban el tiempo necesario para enfocarse en las cosas que no quería perder, como en esas personas… que quería seguir manteniendo a su lado a pesar de que el futuro se viera tan amargo y gris, como una tormenta que no paraba de soltar su furia sobre el mundo.
Ese era el futuro que le esperaba a él y a sus hijos, un futuro que no podía ver con esperanza, sino con temor de que en algún punto, esa sería la vida que a los jóvenes les tocaría vivir, la misma vida cruel que él junto a sus amigos tuvieron que vivir…
Eso era simplemente insoportable para el caballero Andrómeda, tanto que casi parecía querer gritar por no poder evitarles el mismo sufrimiento a él y a sus hijos.
Cuando un hombre que pasó la mayoría de su vida sufriendo, solo pedía que sus hijos no experimentaran el mismo dolor o la misma desesperación qué ellos habían sentido, no podía hacer eso… no quería que sucediera…
Le atormentaba imaginarlo, lo que ese pequeño o pequeña tendría que pasar una vez que el dios del inframundo decidiera salir de las sombras y con su ejercito comenzar un genocidio masivo contra toda la humanidad, quedando ellos en medio de todo eso.
Era aterrador e impensable, un padre dejaba de ver el mundo desde su perspectiva para empezar a verla por sus hijos, Shun se sentía… sin esperanza, por eso en estos momentos, lejos de todo y de todos había decidido escribirle una carta a Seika.
Para poder conversar con una amiga… a pesar de que como su diario, ella no le respondería al menos la leería y sabría, cuan desesperado se sentía por estar a la altura del peligro que se avecinaba.
"Querida Seika… te envío esta carta a pesar de no haberte enviado nada la semana pasada, espero que te llegue, no estoy tan familiarizado de cómo funciona el correo en esta época… así que le pediré a Sora que te la envíe una vez que se retire de su entrenamiento con Artorias."
"Yo… he estado bien, hasta donde se puede, estas últimas semanas me he mantenido ocupado con mucho trabajo pues, bueno ya sabes que estoy estudiando para convertirme en patriarca, a Harbinger no le queda mucho tiempo y Athena, aún no ha descendido a su estatua, lo que ha puesto a todos en alerta máxima.
Mis compañeros han empezado a especular que quizá ella no descienda a su estatua, lo cual está obligando a pensar que quizá tengamos que buscarla por todo el universo, no sé cuánto tardemos en hallarla, pero es seguro que la encontraremos, nuestra orden depende de mantenerla siempre al cuidado de sus santos en todo momento."
"Eso además del conflicto en Ío que ha puesto el santuario en alerta, las dos facciones que se están disputando territorios del planeta han empezado a crear rumores de que hay alguien que ha instigado este conflicto, la zona está totalmente cubierta por un cosmos maligno, podemos presentirlo desde Ninbus, lo cual significa que pronto tendremos que empezar a intervenir para saber que sucede."
"Entre tanto… tengo buenas y malas noticias, la mala noticia es que Ikki volvió a desaparecer… no sé dónde está o porqué se fue, imaginaba que al venir con nosotros él se sentiría más cómodo, esperaba que se sintiera en un hogar…
Pero parece que no sería así, maldición Ikki… no sé qué hacer contigo hermano, si dejarte o seguir insistiendo que te sientas en tu hogar, a veces siento que no quieres estar con nosotros, con tu familia…
Eso me hiere profundamente, June no ha querido decir nada al respeto y la entiendo, ambos parecen no llevarse bien, no sé por qué pero me gustaría saberlo."
"Lo lamento me distraje un poco del tema, la buena noticia es que mi esposa ya tiene 8 meses de embarazo, desde el cuarto mes ya se le notaba su pancita, pero ahora es imposible de ignorarla, se ve tan adorable, no puedo esperar a que nazca nuestro bebé.
Estoy totalmente seguro de que será niña, pero no lo sé, nunca se puede estar tan seguro ¿verdad? June también se le ve ansiosa y la comprendo, hemos estado deseando esto durante años, nuestro deseo finalmente se hará realidad.
Son esas socas que me aterran al imaginarlas, aunque paradójicamente me llenan de esperanza y anhelos, de que algún día pueda tener a mi bebé en brazos, no es eso increíble? Aunque por alguna razón June no quiere que sea Niño, no estoy totalmente seguro de porqué dice eso pero sin importar qué sea yo lo voy a amar con toda mi alma."
"Ante la falta de Ikki un par de Saintias han venido a ayudarla, sobre todo porqué deseamos que este bebé tenga todo y nunca le falte nada, ni amor, ni una familia, quiero estar con él o ella siempre y jamás apartarme de su lado."
"Ya decidimos sus nombres, si es niño le llamaremos Johnathan o de lo contrario si es Niña su nombre será Dannyela y su segundo nombre serán nuestros nombres combinados; Shune Suena lindo, yo sé que lo será…
Aunque este sea un mundo diferente espero que pueda crecer, sonreír y ver este mundo sin miedo al mañana, le daría todo lo que él o ella me pidieran, todo lo que… yo jamás pude tener.
Pero suficiente de mí, espero saber de ti también muy pronto, sobre todo desde que supe que cuidabas del hermano menor de Sora mientras él entrenaba, estos niños… son un legado que debemos cuidar y preservar, espero que algún día mi hijo y ese pequeño puedan ser buenos amigos, me encantaría verlos algún día así… ¿Seinma me parece que se llamaba?"
"Un nombre curioso, casi suena a Seiya o a Tenma…"
"Bueno eso no importa, espero poder verlos juntos algún día, aunque como patriarca quizá no pueda hacerlo… no importa, lo que importa es que estos niños puedan crecer, libres de este eterno conflicto que ha azotado a los míos durante generaciones.
Por eso estoy decidido a que durante mi tiempo en el trono del patriarca pueda terminar con este ciclo de violencia, muerte y odio.
Solo espero lograrlo, pues… ya no quiero que ningún niño sufra, como mi hermano, Seiya, Shiryū, Hyoga o yo lo hicimos, solo deseo eso, la paz."
"Por eso me esfuerzo todos los días para aprender cada cosa de Harbinger, es necesario que yo cumpla con este destino que se me fue encomendado, así las tragedias se evitarán en todo el universo, así quizá finalmente tengamos una era de paz entre los humanos que perdure por muchos años solo los dioses saben que realmente lo necesitamos."
"Aunque no sé si ellos quieran eso, por eso hemos estado en guerra por tantos siglos, por culpa de los dioses, por ellos hemos perdido mucho, amigos, familia… incluso algunos han perdido sus memorias…"
Shun se detuvo allí, rememorando la historia de Seiya y que había sido de él, lo que haber perdido la memoria le hizo, el caballero de Virgo suspiró, él tomó la carta y la arrugó, lanzándola a la basura al instante, de tener algo para limpiar ese erro lo habría hecho.
Pero con pluma… era imposible que pudiera borrar algo como lo que había escrito.
Por lo que tuvo que comenzar de nuevo, no fue hasta que sintió una mano en su hombro que lo hizo regresar a la realidad.
―¿Shun? ¿Qué estás haciendo? ―Interrogó la amazona del camaleón mirando con preocupación a su marido, quien se veía preocupado y un poco estresado, así se había visto durante un largo tiempo, pero eso le estaba quitando valiosas horas de sueño, horas que necesitaría para mañana en su entrenamiento con Harbinger.
―No podía dormir tenía la cabeza… ocupada con ideas y le escribía una carta a Seika… para ver sí así podía distraerme un poco. ―Respondió el caballero de cabellos verdes, suspirando pesadamente, aquello no le estaba funcionando… quizá estaba empeorando su insomnio, pero hasta este punto de su vida, no sabía si era eso o el constante pensamiento de que pronto, tendría que ser responsable del santuario y de sus caballeros completamente.
La mujer rubia con un suave tacto, abrazó la cabeza a Shun colocando su cabeza justo en su vientre, para que pudiera sentir la vida que crecía en su interior, para que escuchara los latidos y sintiera los movimientos de su bebé en su interior y que aquello le diese cierta paz a su mente, lo que fuera con tal de qué él pudiera sentirse tranquilo.
―Vamos… volvamos a la cama, es frío y solitario cuando tú no estás con nosotros…―Pedía June para entonces bajar su mirada y ver a los ojos de Shun, los cuales habían adoptado una expresión triste desde hacía un tiempo.
―Ya voy… solo… solo déjame volver a hacer mi carta, pronto estaré allí con ustedes. ―Replicó, para entonces darle un tierno beso en la mano a su esposa y acto seguido la puso sobre su frente, June se sentía mal.
Shun ya no dormía, ya no pasaba tiempo con ella, solo se dedicaba a entrenar como en aprender de Harbinger cada cosa necesaria para mantener al santuario, a Athena a salvo del peligro, pero gracias a eso, se estaba perdiendo de esos momentos tan importantes para él y ella.
Ella entendía que lo estaba haciendo por ellas dos, por ella y por su bebé…
Pero esto lo estaba consumiendo por dentro, hasta el punto que ya nunca lo podía ver… eso le rompía el corazón pues de pasar a ser un hombre que disfrutaba de su trabajo y ayudar a los demás se estaba convirtiendo en un hombre infeliz y desesperado, que deseaba cumplir con las expectativas del enorme peso que se le había puesto en sus hombros.
June había aceptado venir al futuro si así podía estar junto a Shun… pero apenas y podían estar juntos, si hubiera sabido que este habría sido el futuro que les esperaba, jamás lo hubiera aceptado.
Ella habría sido feliz si ambos hubieran permanecido en esa pequeña casita en Milán, en espera de su hija, que feliz habría sido si aquello hubiera sucedido… Pero ya no había vuelta atrás, una guerra se avecinaba y Shun más que nadie debía estar preparado para ella, la esperanza del universo recaía en sus hombros…
June asintió dándole un beso en la frente al caballero de Virgo, para entonces caminar solitariamente por los pasillos de su enorme hogar, pasando al lado de un cesto de basura que tenía ya varias hojas de papel dobladas dentro, algunas incluso se habían caído al suelo después de tantos intentos de escribir lo qué él deseaba escribir, reprimiendo las ganas de llorar al instante.
Fue entonces que el caballero de Virgo suspiró, al igual que ella esta no era la vida que había esperado para sí mismo, pero si con eso podía mantener a su esposa y a su hija seguras… valía la pena, valía la pena sacrificar su propio bienestar, con tal de que ellas estuvieran bien.
Con eso Shun tomó una nueva hoja de papel y en ella comenzó a escribir nuevamente, tratando de recordar las palabras que quería dedicarle a Seika, aunque al plasmarla serían totalmente diferentes a como las había planificado en un inicio.
"Querida Seika, te escribo esta carta con un enorme pesar de no haberte escrito desde hace casi una semana, de antemano te deseo salud y buena fortuna, esperando a que Sora te la entregue, el correo de esta época es tan extraño para mí que apenas comprendo cómo funcionan los mensajes electrónicos… en fin apenas terminé su entrenamiento con Artorias, espero que pueda entregártela lo más pronto posible.
Yo… Necesito hablar con alguien… me siento solo…"
Nuevamente Shun se detuvo, cansado y fastidiado, tallándose los ojos con fuerza… dejando salir un pesado suspiro, para entonces mirar hacia la ventana cercana a él, para así poder admirar las estrellas, las nebulosas como la enorme luna azul y el titánico planeta vecino cercano a Ninbus…
A pesar de todo una hermosa noche para presenciar… con eso dobló la hoja de papel, lanzándola hacia el bote de basura y comenzó una nueva carta intentando dejar de lado todos sus problemas, para enfocarse en lo que deseaba contarle a la hermana mayor de Seiya.
200 años En el Pasado.
El caballero de Sagitario había regresado a Japón después de un par de días en Italia, se sentía tranquilo, después de despejar su mente su meta se convirtió volver al lugar donde todo comenzó a desmoronarse, Japón, la tierra del sol naciente.
Donde Seiya finalmente había encontrado sus orígenes, jamás esperó que su búsqueda por respuestas lo llevara aquí de nuevo, aunque había nacido en esta tierra era muy distante a ella, toda su vida la había vivido en Grecia o al menos la vida que él había podido recordar, apenas se sentía parte de esta tierra, o de esta gente…
Pero aun así conocía el idioma, concia muchas de sus costumbres, incluso su sangre se lo decía, él había provenido de esta tierra, así como la hermana que él ahora estaba buscando, pero no sabía nada de ella, no sabía quién era o a quien se suponía que debía buscar.
Solo sabía que su nombre era Seika y en Japón debían haber al menos 9 millones de mujeres con ese nombre, sino que más alrededor del mundo.
Sin mencionar que muchas no tendrían el más mínimo parecido con él, lo que Seiya debía buscar era a una sola de todas esas mujeres, la única que compartía un lazo sanguíneo.
Él tenía como referencia, su rostro y su cabello, la mujer que fuese su hermana debía tener las mismas facciones, los mismos ojos o el mismo color de cabello, pero como imaginaba, los rasgos físicos como faciales serían totalmente distintos.
Aquello lo había comprobado con Ikki y Shun, puede que tuvieran la misma sangre pero eran diferentes uno del otro, mientras que el cabello como los ojos de Ikki eran azul oscuro.
El cabello y ojos de Shun eran verdes esmeralda, por lo que aquella persona a la que Seiya buscaba no sería totalmente idéntico a él… o sí.
En todo caso tenía que seguir el primer paso había sido regresar a sus orígenes.
Ahora el siguiente paso lógico sería volver a la bahía donde había visto a aquella mujer, aunque suponiendo que su encuentro había sido más fortuito que planificado, entonces solo debía recordar bien su apariencia.
Era una mujer de al menos 30 años, cabello azul oscuro y ojos verdes… una descripción que él podía recordar bien, después de todo la familiaridad que había sentido al momento de conocerla fue… Casi instantánea.
Podría reconocerla aún si solo la había visto una sola vez, aunque después de lo ocurrido aquél día…
No estaba seguro de que si volvería a querer hablar con él, de todas formas no se iba a rendir sin intentarlo, tenía que hacerlo se lo debía a sí mismo y a su hermana, a quien seguiría buscando aunque no quisiese responder a sus preguntas.
Debía encontrar su paradero, para así obtener de nuevo sus memorias y quizá… comenzar a vivir tranquilamente en esa pequeña casita en las planicies de Milán, no sabía de donde había sacado esa idea… Seguía siendo un caballero y su misión era defender a Athena…
Pero por dentro algo le decía que buscar la paz era lo que él siempre había buscado desde pequeño, no estaba completamente seguro de porqué pero así era.
Quizá era uno de esos deseos arraigados en su mente cuyas memorias olvidadas conectaban con su deseo de reencontrase con esa persona Seika, de la que él había escuchado.
Al llegar a la bahía nuevamente la nostalgia comenzó a apoderarse de él, pero tal como él lo había supuesto allí no había nadie, solo unos pescadores junto con algunas lanchas cerca del muelle y más allá…
La misma cabaña en ruinas que había divisado la vez anterior, pero allí… ya no había nadie, lo más probable es que nadie hubiera vivido allí durante mucho tiempo.
Al ingresar solo pudo comprobarlo, el lugar había sido completamente destruido, totalmente saqueado… quien sea que hubiese vivido allí, se había marchado hace mucho tiempo para jamás volver, por ende, nadie que hubiera residido aquí se habría quedado, nadie con dos dedos de frente viviría en ese sucio lugar olvidado y abandonado por los dioses.
Seiya se preguntaba si este lugar solía ser suyo… o de sus padres, no estaba totalmente seguro, quizá solo era un lugar concurrido para pasar el rato con amigos o para relajarse, cualquiera que haya sido el propósito de esta cabaña, había desaparecido hacía tiempo.
Con eso en mente Seiya se dispuso a seguir buscando lugares con los qué… se sintiera familiarizado de algún modo, Japón no era un país muy grande comparado con otros, pero era lo suficientemente enorme como para perderse en sus enormes ciudades y paisajes.
Aunque, parecía una locura casi todo en esta región se le hacía extrañamente familiar, incluso sin parte de sus recuerdos había partes y calles de la ciudad que él podía reconocer perfectamente, sobre todo un camino en específico que lo llevaba a un lugar… familiar por decirlo de alguna forma, al caminar por unos minutos por aquella senda se encontró con un orfanato…
Seiya no comprendía porqué… pero este lugar era familiar, no sabía cómo expresarlo correctamente, pero, aquí sentía que había vivido gran parte de su vida, de una forma u otra podía sentirlo…
No fue hasta que a lo lejos pudo ver a aquella mujer que había visto días antes, con un atuendo diferente y en uno de sus brazos llevaba un bolso, ella hablaba felizmente con sus amigas, se veía de muy buen humor y de lo poco que pudo escuchar es que estaba muy emocionada por el día de mañana.
Seiya comenzó a acercarse lentamente hasta que ella sintió su presencia, lo que… la obligó a despedirse de sus amigas para comenzar a caminar lejos de allí.
―Miho espera. ―Pedía el caballero de Sagitario caminando rápidamente, tratando de detenerla pero ella no quería darle más atención a ese hombre desconocido.
―Espera por favor quiero hablar contigo. ―Pedía apresurando el paso para alcanzarla.
―Espera, ¡Miho! ―Exclamó pasando de largo para ponerse en su camino e impedirle avanzar más, ella apartó la mirada fastidiada y luego la alzó hacia él con total desprecio.
―¿Qué quieres Seiya…? Si es que ese sigue siendo tu nombre…―Escupió aquellas palabras con desconfianza, ya había dejado claro lo que él le provocaba, ya no sentía ningún afecto o cercanía con él, solo un enorme rechazo al hombre que se había apartado.
―Por favor, solo quiero hablar… solo vine a hablar. ―Trataba de decir, buscando su mirada, pero ella la apartaba, hasta que sus ojos solo encontraron una vía de escape desviándolos hacia sus espaldas.
―Seiya… no tenemos nada de qué hablar, tú me olvidaste, olvidaste a tu propia hermana, no puedo hablar contigo, pues eso me causa mucho dolor…―Murmuraba la joven de cabello oscuro reprimiendo una expresión de molestia, ya no quería verlo nuevamente, solo quería que se fuera y que nunca más volviera.
―Si aún sientes aprecio por mí, o por Seika por favor vete, no quiero verte de nuevo. ―Le rogaba suspirando pesadamente, ya no había nada de qué hablar, él lo había dejado claro hacía casi unas semanas.
―Perdón, perdón por haberte olvidado… perdón por todo, pero necesito que respondas a mis preguntas. ― Pidió casi queriendo ponerse de rodillas para suplicarle disculpas, si hubiera sabído que ella había sido importante para él en su pasado jamás lo habría olvidado, pero desde hacía mucho tiempo había cosas que él no podía rememorar, eventos en los que él ya no tenía ningún control sobre lo que podía o no podía traer de vuelta en su mente.
―Yo… lamento haberte olvidado, a ti, a mi hermana y todo lo que debimos vivir juntos, pero no sé qué sucedió, he estado buscando respuestas, he estado tratando de encontrar respuestas a miles de preguntas sobre mi pasado, respuestas que nadie me puede dar, pero que sé que tu podrás contestar. ―Le rogaba tratando de que ella lo mirará sin mucho éxito, sabía que estaba molesta, quizá no podía llegar a comprender la magnitud de su enojo, pero él deseaba con todas sus fuerzas, que por favor le dijese lo que nadie podía decirle: La Verdad.
―Si lo haces, te prometo que me iré para siempre y jamás te volveré a molestar de nuevo. ― Con eso dicho Miho se cruzó de brazos, suspirando nuevamente, aquella promesa… quizá era la mejor oportunidad para ella de dejar las cosas en claro, limpiar su conciencia y por fin darle un cierre a este desafortunado ciclo que se había extendido más de lo debido.
Ella alzó su mirada para verlo para luego bajar sus ojos al suelo, abrumada por la cantidad de sentimientos y emociones que se estaban arremolinando en su pecho.
―Hummm, ¿sabes? No sé ni porqué me siento así. ―Murmuró en un tono triste, realmente creía que esto ya se había terminado, que después de tantos años había encontrado su conclusión, pero parecía ser que no sería así.
―Creía haberlo superado, creía… haber pasado por esto ya más de una vez. ― Dichas esas palabras ella colocó una mano en su cara y en sus ojos, limpiándose las lágrimas, pasaron unos segundos de total silencio en el que Seiya esperaba pacientemente a su respuesta.
De tener otra alternativa, simplemente pediría disculpas y se marcharía para nunca jamás mirar atrás, pero no la tenía, ella era su última esperanza de conocer quien había sido él antes de ponerse esta armadura para luchar durante varios años por su diosa, ella suspiró una última vez.
Alzando sus ojos al caballero de Sagitario quien aún esperaba a su respuesta y finalmente le dio la espalda, confundiendo enormemente al Pegaso de oro.
―Acompáñame… si quieres respuestas, ven conmigo. ―Pedía viendo como él asentía levemente, tomó su caja de pandora, la cual estaba cubierta totalmente por un manto oscuro y comenzó a seguirla, hacia los perímetros del orfanato donde ambos habían crecido.
―Dime una cosa Seiya… ¿recuerdas este lugar? ¿Recuerdas a esta gente? ―Preguntó la mujer de cabello oscuro mirando al frente del orfanato, cosa que Seiya… solo pudo responder desviando sus ojos al suelo, no podía decir que sí pues esta era la primera vez que lo veía aunque tampoco podía decirle que no, pues sí sentía que recocía este edificio de alguna forma que ni él mismo se podía explicar.
―No, lamentablemente no… pero… por alguna razón siento que sí, no sé cómo explicarlo en realidad. ―Murmuró causando que la muchacha desviara sus ojos hacia él, quien en su mirada se podía notar lo confundido que se encontraba, sabía que no mentía… él… jamás había logrado engañarla, ni antes ni ahora.
―Siento… como si hubiera estado aquí hace tantos años…
Miho lo miró y después devolvió sus ojos hacia el edificio, el cual había aprendido a llamar hogar, desde que la antigua directora enfermó y murió, ahora ella se encargaba de este pequeño lugar, donde los niños esperaban a algún día conocer a su nueva familia.
―Este solía ser nuestro hogar, tu, Seika y yo… los tres juntos, tenía cierta ilusión de que una vez que ustedes dos volvieran, todo volvería a ser como antes, solo nosotros tres…―Declaraba de forma triste, en verdad esperaba que ambos regresasen para que las cosas volvieran a la normalidad, para que volvieran a ser una familia y jamás volvieran a separarse nuevamente.
―Pero, supongo que ya es hora de dejar ir todas esas ilusiones. ― Con esas palabras Miho comenzó a caminar lejos de Seiya, indicándole que debía seguirla.
Nuevamente hubo silencio, ambos caminaron durante un rato hasta nuevamente llegar a la bahía donde se habían conocido por segunda vez en la vida, la añoranza y los recuerdos eran aquello que más le dolía a la muchacha de cabello oscuro.
Algo que Seiya deseaba compartir, la nostalgia de los días que se fueron, aunque lo deseara con toda su alma, no podía sentir lo mismo que ella, su mente no poseía ninguna memoria referente a este sitio solo ecos distantes que no tenían conexión alguna.
Seiya se sentía vacío por dentro, era lo único que había experimentado durante tantos años pero jamás le dio importancia hasta el día de hoy.
Poco tiempo después ambos llegaron a la casa destruida, todavía en pie por los resistentes pilares de madera que algún día cederían, ya no le quedaba mucho, un día simplemente se desplomaría para que alguien con un buen corazón fundara de sus cimientos un lugar que llamar hogar.
―¿Siempre venía aquí sabes? Creyendo ilusamente que el día de mañana aparecerías de vuelta. ―Habló la joven nuevamente escuchando las olas del mar, rosando suavemente la arena para regresar nuevamente hacia atrás, el sonido le causaba cierta calma y hacía que recordar esos días solitarios se volviera más ameno, ella se agachó para ver los retos de la casa de Seiya, solo polvo y arena eso era lo único que quedaba de esa bonita casa.
―Este solía ser tu hogar cuando volviste, cuando te fuiste… siempre venía aquí con la esperanza de que el día de mañana, Seika y tu estarían aquí, el tiempo pasó… las cosas se siguieron moviendo pero tu jamás regresaste…― Después de decirlo la muchacha arqueó una expresión triste, pero ya no tenía más lágrimas que derramar por eso, por fin su vida ya se estaba encaminando por la senda correcta como para volver a llorar por lo que no pudo ser y jamás fue.
―Los niños del orfanato, Makoto, Akira y Tatsuya, cada uno comenzaron a ser adoptados y yo me quedé sola, sola con mi esperanza…―Añadía recordando a esos tres niñitos, por ellos aún tenía lágrimas pero más que de tristeza era de felicidad, pues ellos lograron tener lo que ella nunca pudo, lo que siempre deseó y nadie jamás le dio.
―Si sirve de algo… lo lamento mucho Miho…―Susurró haciendo sonreír levemente a la eterna huérfana.
―Gracias Seiya… pero ya es muy tarde para decir eso, 20 años tarde…―Musitó esas últimas palabras admirando el cielo rojizo, pronto llegaría la noche y deseaba estar en casa para cuando eso sucediera.
―Mientras más tiempo pasaba, más me daba a la idea de que debía seguir con mi vida, que debía continuar, que… seguir esperando solo me dañaría, los demás niños se fueron con buenas familias, con eso me di cuenta de que, así como los niños del orfanato yo también debía encontrar mi propia familia. ―Añadió levantándose para mostrarle su mano, allí en su dedo anular se encontraba un pequeño anillo de oro con un hermoso diamante, lo cual dejaba muy en cláro que ella ya estaba comprometida.
―Conocí a un hombre bueno que me recordaba mucho a ti, él al igual que yo quería encontrar a alguien que le ayudará a llenar el vacío que una persona dejó en su corazón. ― Seiya escuchaba atentamente, aunque no la conocía tan bien como ella a él sí, estaba feliz por qué hubiera tomado la situación en sus manos y de su corazón su deseo más profundo se hiciese realidad, el poder tener una familia propia, esa era la esperanza que la seguía manteniendo con vida.
―Hasta donde sé también fue un caballero alguna vez, pero se retiró una vez terminó la guerra y viajó por el mundo hasta que su destino lo trajo de vuelta a Japón, mañana vamos a casarnos…
―Oh, entiendo. ―Seiya al escuchar su pequeña historia no pudo evitar expresar la alegría que le causaba que ella al igual que sus demás amigos, estuviese en búsqueda de su propia felicidad.
―Pues, muchas Felicidades Miho. ―Comentó genuinamente feliz de que estuviera cumpliendo sus sueños, ella realmente se lo merecía después de que él… la hubiese olvidado y abandonado.
―Gracias, aprecio que lo digas… aunque no sé por qué, pero aun así… aún después de haber encontrado a esta persona tan especial y aún después de haber aceptado que quizá jamás regresarías seguía viniendo aquí deseando verte al menos una última vez. ―Narraba sorprendiendo a Seiya, él en cierto sentido se sentía culpable de que la muchacha de ojos verdes nunca hubiera superado realmente ese romance infaltíl.
―Lamento que haya sido así, lo lamento profundamente. ―Seiya aclaró siguiéndola fuera de la casa, guiándolo hacia la playa para que contase su breve historia.
―Yo, luché muchas guerras, pelee contra tantos dioses, no sé en cuál de esas batallas comencé a olvidar mi propósito, mi hogar o a ti…―Murmuraba sentándose en la arena de la playa, dejando su caja de pandora a su lado, posando su mano sobre el cofre, dirigiendo su vista hacia el mar, mientras la que el sol comenzaba a desaparecer en el horizonte, dándole paso a la noche.
―Pero créeme que todo lo que hice, lo hice para proteger al mundo y a personas como tú que… que anhelaban vivir el día de mañana. ―Al decir eso la joven sonrió, aunque nuevamente bajó la mirada apenada, sentía que él había perdido más que su memoria en esas batallas, no podía imaginarse todo el dolor que había pasado, toda la agonía sufrida durante tantos años.
Ahora que el mundo estaba en paz, lo único que deseaba era reencontrarse con sus memorias, para darle un cierre a esa vida llena de agonía y tragedias.
―Lo sé, pero te esperé por mucho tiempo Seiya, a veces no sé qué era lo que esperaba, pero… lo hice creyendo de manera, casi ingenua que una vez que lo hicieras todo volvería a ser como antes…―Declaraba Miho apartando sus ojos de Seiya, en sus palabras se podía sentir la infinita tristeza que había soportado durante años, tristeza que solo ahora finalmente estaba encontrando una apropiada conclusión.
―Solo nosotros tres, Tu, Seika y yo… pero cuando regresaste, bueno…―Entonces ella miró a su lado, encontrándose con una persona que solía conocer, pero de quien ya no sabía absolutamente nada, quizá era mejor así… quizá de esta manera sería mejor, ya no existían razones para reconciliarse y volver a conocerse después de esta noche.
―Regresaste, pero no eras tú en realidad, eres otra persona completamente diferente ahora. ―Añadía suspirando una vez más, jamás esperó decirle esas palabras de frente, al menos no al Seiya que conocía, pero ya no era esa ocasión y este no era el hombre de quien se enamoró.
―Una persona totalmente distinta a quien solía conocer. ―Él comprendía que se sentía abandonada e indeseada, cualquiera en su lugar habría hecho lo mismo, no podía juzgarla, no tenía ningún derecho en hacerlo. Cualquiera en su lugar habría hecho lo mismo, tan solo deseaba que lo que hiciera el día de mañana la hiciera feliz, sin arrepentirse de nada de lo que hiciera en el futuro.
―Discúlpame Miho, sé que pedir disculpas ahora no te devolverá el tiempo perdido… pero necesito de tu ayuda, necesito… necesito que me digas que fue lo que sucedió conmigo y con mi hermana. ―Rogó esperando que la conversación no terminará con eso, deseaba conocer a ese Seiya que ella había presenciado, pedía por conocer a esa hermana que nunca había visto, suplicaba por conocer la razón que los había separado y por qué sus memorias se habían perdido para siempre.
―Necesito saberlo, no sé por qué, pero sé… que tú eres la única persona en este mundo que puede decirme que la verdad a cerca de mi pasado y de quién fui antes de todo esto. ―Dicho eso Seiya miró nuevamente a los ojos de la joven frente a él, en verdad estaba desesperado, Miho finalmente estaba entendiendo que no fue él quien la olvidó.
Fue en una de esas infinitas batallas que sus recuerdos fueron borrados casi en su totalidad, aún si no era ese Seiya, este hombre debía conocer el pasado que había extraviado en algún punto de su vida, no lo hacía por este hombre, lo haría por su Seiya, por Seika.
Así como la promesa que ese Seiya le había hecho de reencontrar a su querida hermana, sin más dilación Miho comenzó a llamar los eventos pasados desde la última vez que se vieron, logrando llegar más allá, la primera ocasión que se conocieron.
―Bueno… la verdad es que no conozco todos los detalles al respecto, pero sí sé que cuando ustedes llegaron, Seika no era mayor a 5 años tu… apenas podías caminar…― Comenzó a explicarle lo que ella conocía de memoria, habían pasado 6 años juntos el tiempo perfecto para recordar perfectamente toda una vida.
Ambos llegaron una noche fría de lluvia, después de que sus padres murieran en un trágico accidente de auto o eso era lo que Miho leyó en su reporte, Seika era una niña tranquila, quien pese a la muerte de papá y mamá, se responsabilizó de su pequeño hermano, quien no tenía más de dos años en ese entonces.
Los dos llegaron al orfanato criándose entre los demás niños que habían perdido a sus padres o que habían sido abandonados, entre ellos estaba Miho, quien desde que era pequeña siempre fue huérfana, nació sin un padre junto con su madre quien jamás quiso responsabilizarse de ella, abandonándola en el refugio, durante sus años de crecimiento.
Ella y Seiya se volvieron buenos amigos, con el tiempo su amistad fue creciendo dentro de ella a pesar de que él solía molestarla de vez en cuando, cosa que Seika reprendía cada vez que lo veía.
Seiya solía ser un cretino y su hermana… siempre había estado allí para enmendar sus errores, responsabilizándose como la mayor de los dos, él no era malo era que su sangre caliente siempre se metían líos.
Líos que Su hermana siempre lo ayudaba a salir, ella siempre intentó guiarlo por el camino del bien aún si en el pasado alguien se había rendido con él ella jamás lo hizo, lo cuidó cuando murieron sus padres, lo confortó cuando se lastimaba, lo sanó cuando se lastimaba, le enseñó a leer y a escribir.
Siempre estuvo a su lado sabiendo que siempre estarían juntos, si hubiese sido su decisión… jamás se habría apartado de su lado… Pero al igual que con sus padres la suerte parecía jamás estar del lado de ambos hermanos un día unos hombres llegaron al orfanato, llevándoselo lejos de su querida hermana Seika, pese a los ruegos y suplicas de la mayor por evitarlo.
Ellos simplemente lo apartaron de su única familia llevándolo a la antigua mansión de los Kido, donde Miho fue a visitarlo una vez pero después ya nunca más pudo hacerlo debido a su actitud infantil e inmadura.
Que ahora recordaba con añoranza, después de varios años entrenando lejos de casa, Seiya regresó en búsqueda de Seika, no sin antes ser obligado a participar en un torneo, auspiciado por la fundación Graude, al llegar Miho le explicó que ella había desaparecido casi en las mismas fechas, ella le dio la idea de que participar en el evento que se transmitiría por todo el mundo, quizá en el lugar donde Seika se encontrará lo vería eventualmente en televisión o lo escucharía por radio.
El tiempo pasó, Seiya y sus amigos trataron de distanciarse de la fundación Graude, encontrando Seiya un hogar en esa casa abandonada, pero aquello no duró mucho tiempo pues los caballeros de bronce eventualmente fueron arrastrados nuevamente al conflicto, Seiya comentó a Miho que viajaría al Santuario para proteger a Saori.
Volvieron un par de veces más al orfanato, pero después de eso ya no supo nada más de él hasta ese día que se volvieron a ver después de tantos años, él ya no era la misma persona que ella conoció.
Pero ella aquí permanecía con la esperanza de verlo al menos una última vez para finalmente poder decirle adiós a ese muchacho huérfano del que ella se enamoró en el pasado.
―¿Y qué sucedió después? ―Preguntó Seiya al instante que Miho quedó en silencio, esa era toda la historia que conocía sobre Seiya y Seika, ella solo había sido una espectadora y una que no se quedó a contemplar su historia por mucho tiempo.
―No lo sé en realidad, una vez te fuiste con Saori jamás supe que sucedió contigo o con tus amigos. ―Declaró sin más respuestas que ofrecerle a Seiya, una vez la luz de la luna comenzó a alumbrar la costa, Miho miró hacia arriba para contemplar la luna, aquella luna que vio que día, cuando el sol nunca más iluminaría la tierra.
La misma luna, con la que pudo sentir que el Seiya que ella conoció había muerto hace tanto tiempo pero que jamás pudo creer que había sucedido hasta este momento,
―¿Y mi hermana? ―Preguntó el caballero de Sagitario yendo directo al punto más importante que quería conocer, aquél que tantas dudas y preguntas había creado en su mente.
Miho quedó en silencio nuevamente, hasta ella misma se había preguntado eso muchas veces, casi lo había olvidado pero una persona como Seika… Sería imposible de olvidar.
―Poco tiempo después de que te fuiste a Grecia ella fue a buscarte, ahora que lo pienso bien, al saber a dónde te dirigías ella se fue del orfanato. ―Mencionaba de manera más lígica que antes, si Seiya la hubiera buscado allí desde un principio, quizá la hubiera encontrado y nada de esto hubiera sucedido, que mal que no había recurrido a eso antes. Se habrían ahorrado demasiados problemas.
―Quizá… ella intentó viajar a Grecia por su cuenta, no lo sé con total seguridad, pero eso es todo lo que sé…―Seiya por fin tenía lo que quería, una pista de quien era su hermana y donde se encontraba, con eso en mente se levantó de la arena y tomó su cofre de armadura
―Gracias, Miho…― Le decía dándole su mano para que pudiera levantarse, ella la aceptó gustosa, para después quitar los granos de arena que se habían acumulado en su falda, esta quizá sería la última vez que vería en su vida a Seiya… no quería que su primer y último recuerdo de ella fuese de ella despreciándolo, o algo tan poco significativo como un simple adiós… no podía hacerlo no a él… No a… Su mejor amigo…
―Gracias por decirme lo que necesitaba saber, ya no te molestaré más. ―Con esas últimas palabras, Seiya comenzó a retirarse lentamente, pero antes de que si quiera se alejara nuevamente ella lo detuvo tomándolo de la mano.
―Seiya… Espera. ― Pidió deteniéndolo al instante, el caballero de Sagitario se volteó a ella, su expresión, no era triste pero tampoco era alegre, era una combinación entre ambas, sabía que esta era la última vez que se verían en esta vida, aun así, sentía nostalgia, sentía… que en esta ocasión sus caminos se separarían para bien de ambos, ya no existían razones para seguir aferrándose al pasado, pero aun así este era el adiós definitivo entre dos amigos que alguna vez se quisieron tanto.
―Te extrañé mucho. ―Le dijo abrazándolo fuertemente Seiya… se sentía confundido, pero más que confundido se sentía triste, a pesar de que ella había sido totalmente clara además de que él cumpliría con su promesa de jamás regresar, no podía evitar sentirse así, este pequeño tiempo juntos había sido especial y nadie jamás podría arrebatarles eso.
―Sé que no me recuerdas… pero me da tanta alegría saber que sigues vivo… y que tu búsqueda por tu hermana continúe. ―Agregaba posando su cabeza sobre el hombro del santo dorado, quien le devolvió el abrazo con la fuerza suficiente para evitar dañarla.
―Sí… me conoces bien…―Le decía Seiya al oído, mientras poco a poco se separaban, únicamente para verse a los ojos una última vez.
―Yo… nunca me doy por vencido. ―Ese, sí sonaba como el Seiya que ella extrañaba, quizá de esta forma era mejor recordarlo y quizá de esta forma era mejor despedirse.
―Lo sé… antes de que te vayas, toma…―La muchacha de cabello oscuro metió la mano dentro de su bolso buscando algo importante, algo… que quería entregarle por sí alguna vez se volvían a cruzar de nuevo, al ser esta esa ocasión.
―El orfanato tiene todos los registros de los niños que llegan o que son adoptados, allí encontré esto. ―Al encontrarlo, Miho se lo entregó, era pequeño como una hoja de papel, pero en ella tenía algo, una imagen el caballero de Sagitario la tomó entre sus dedos, al verlo pudo apreciar a dos niños, no pudo reconocerlos al inicio pero al verlos detenidamente pudo percatarse de quienes eran, era él de pequeño junto con una niña preciosa de cabello ondulado, aunque la foto era a blanco y negro el rostro de la muchacha se quedó grabada a fuego en su cabeza, ese era el rostro de su hermana, abrazándolo por la espalda sonriendo gentilmente, eso fue algo que pudo otorgarle al caballero de Sagitario la esperanza que necesitaba para volver a encontrarla.
―Es… la única foto que les tomaron a ustedes dos cuando llegaron. ―Seiya miró la fotografía detenidamente, sonriendo tranquilamente guardando la imagen en el bolsillo de su pantalón. ―Donde sea que esté… encuéntrala, por favor. ―Le pidió siendo su última petición para él, a pesar de todo ambos tenían el mismo deseo, conocer el paradero de Seika para que ella y Seiya volvieran a estar unidos como siempre debió haber sido.
―Aunque sé que esos días jamás volverán, ustedes merecen estar juntos otra vez, yo sé que la encontrarás pues… jamás te has dado por vencido, ¿no es así?
El Pegaso de oro asintió con la cabeza, determinado a cumplir con su último deseo.
―Nunca… Cuídate Miho, espero que tengas una vida feliz de aquí en adelante. ―Le pidió para finalmente comenzar a marcharse lentamente hacia la oscuridad de la noche, Miho lo vió mientras poco a poco si silueta desaparecía a lo lejos, estaba bien con esto…
Se sentía bien con esto, una despedida adecuada para su amigo, un último suspiro de cariño a esa persona de su pasado, un último abrazo de un buen amigo, úna última canción para bailar con un amante perdido.
―Igualmente Seiya. ―Murmuró tomando ella su propio camino que era iluminado por la luz de la luna, que la guiaba nuevamente a casa.
En el camino ella siguió pensando en lo acontecido, esta… no era la forma de pasar la noche como ella lo esperaba, esperaba pasarlo con sus amigas bebiendo, conversando haciendo todo eso y más… pero esto había sido mejor de lo que había esperado, había dejado las cosas totalmente claras, por fin se había desprendido de su pasado y con eso ahora podía seguir hacia adelante sin arrepentirse nada durante el resto de su vida mortal.
Finalmente en casa una persona la esperaba allí que corrió directamente a ella para asegurarse de que estaba bien.
―¿Miho, donde estabas? Te busqué por todos lados, ¿a dónde fuiste? ―Preguntaba un hombre alto de cabello rubio quien se había visto muy preocupado desde que no supo nada de ella en casi toda la noche, pero al contrario de lo que se imaginaba ella estaba bien, con una expresión entre feliz y triste.
―¿Que sucede? ―Preguntó únicamente para recibir como respuesta un fuerte abrazo de su parte.
―No sucede nada, solo me despedía de un buen amigo. ―Respondió Miho suspirando tranquila por primera vez después de tantos, tantos años ya se sentía tranquila ya nada la retenía de continuar con la vida que iniciaría junto a su prometido el día de mañana.
―Volvamos a casa Jabu…―Le pidió mirándolo a sus ojos verdes, él sonrió totalmente tranquilo de que ella estuviera bien, él asintió levemente y la abrazó con fuerza, para finalmente guiarla hacia el orfanato, donde ambos ayudarían a niños que había sentido la misma soledad que ellos.
Con la promesa de jamás sentirse solos nuevamente.
―Sí, vamos. ―Le pidió caminando por la senda correcta sin miedo o temor, solo con una enorme esperanza de que el día de mañana trajera algo nuevo y emocionante, solo eso quería un nuevo comienzo. La oportunidad dorada para ser feliz sin que nada ni nadie la restringiera, solo dio un último vistazo a sus espaldas, despidiéndose de su pasado para darle la bienvenida a su brillante futuro.
"Buena suerte Seiya a donde sea que el viento te lleve, espero que encuentres la paz." Pensó esperando que sus rezos alcanzarán al caballero de Sagitario, quien regresaba a toda velocidad al santuario de Grecia.
Algo le decía que todas sus respuestas se encontrarían allí, algo solo podía decirle que dirigirse al lugar donde inicio su viaje sería el lugar donde terminaría, ya tenía las respuestas que necesitaba.
Pero aún había partes que necesitaban aclararse, piezas que aún no terminaban de encajar.
Y un largo camino por recorrer, Seiya ya no sentía dudas, no sentía miedo, solo una poderosa fuerza al mismo tiempo que una fuerte determinación en encontrar a quien había buscado toda su vida.
Pronto volvería a su lugar de origen, al sitio que nunca debió haberse apartado, raudo volvería a estar junto a esa persona que le estaba dando un nuevo sentido a su vida, pronto, muy pronto volvería a casa.
Al lado de su hermana Seika.
El Episodio Zero Aún no ha Terminado…
Α/Ω
Seiya había viajado desde Japón hasta Grecia en cuestión de un par de días, él necesitaba respuestas, tenía que conocer que había sucedido durante su estadía en el santuario además del paradero de su hermana, no estaba seguro de porqué, de hecho, ignoraba la razón del porqué esta sensación dentro de su cuerpo lo había convocado a ese lugar.
Pero él sentía que las respuestas a sus interrogantes se encontraban más allá de la cámara del patriarca, allá donde su diosa descansaba en la cima del mundo, siguió corriendo hasta encontrarse por primera vez en mucho tiempo el mismo camino que lo llevaba hacia el santuario, debía apresurarse, antes de que fuera tarde… Seiya Siguió adelante, corriendo directamente hacia el santuario en completa penumbra, solo bajando la mirada hacia la foto en sus manos… el rostro de esa chica, mientras más lo veía más familiaridad y cercanía, sentía la libertad que hacía tantos años había extraviado lo cual lo motivaba para continuar hacia adelante. antes de que ya no hubiera más respuestas, antes de que…
Otro obstáculo se entrometiera en su camino.
Fue allí que un relámpago chocó contra el suelo justo en frente de él obligándolo a detenerse, el caballero de Sagitario tuvo que cubrir sus ojos por el repentino ataque que había llegado por sorpresa, en su camino no había sentido ningún cosmos maligno o que le advirtiera de una emboscada, sin embargo, si podía sentir un cosmos… Un cosmos aliado que había lanzado ese relámpago, al mirar hacia arriba se percató de
―Ya has llegado lo suficientemente lejos Seiya…―Dijo una voz femenina que él pudo reconocer casi al instante, al desviar su mirada hacia arriba pudo ver la silueta de un guerrero femenino en una de las rocas más elevadas, su rostro era cubierto por una larga sombra, pero sabía que ella llevaba puesta una máscara de plata al igual que toda su armadura.
― ¿Shaina…? ―Preguntó el caballero de Sagitario, divisando a la amazona, quien había lanzado ese ataque de advertencia, por alguna razón ella se había presentado ante él de manera agresiva, como una serpiente mostrando los colmillos frente a un depredador peligroso en su territorio.
―¿Qué haces aquí? ―Le preguntó después de que la onda eléctrica comenzará a disiparse. Aunque al poner más atención ese ataque se había sentido muy familiar, demasiado pues era el mismo cosmos que había sentido desde hacía tiempo, desde que salió del santuario. Siempre se sentía cerca, no lo suficiente como para tocarlo, pero no lo suficientemente lejos para dejar de sentir su presencia.
―Una mejor pregunta sería, ¿qué haces tú aquí? ―Preguntaba ella tajantemente, confundiendo enormemente al caballero de Sagitario, quien no comprendía la pregunta, este era el lúgar donde él pertenecía, o al menos así seguía viéndose, como uno de los 12 guerreros más poderosos del universo.
―El deber de un caballero dorado es defender el santuario y a Athena, tu desapareciste. ―Dichas esas palabras, la amazona de la cobra alzó su mano con un dedo levantado, apuntando directamente hacia él.
―Un desertor no merece pisar la tierra de los caballeros, menos a portar una armadura de Athena, retírate y deja esa caja de pandora, yo me ocuparé de que regrese a donde pertenece. ― ¿Desertor? ¿De qué estaba hablando? Él no había desertado la orden, solo habían pasado un par de meses desde que se fue, ahora ella lo estaba obligando a abandonar su puesto y su armadura, ¿pues qué clase de mosca le había picado para decir semejantes falacias?
― ¿Que? ¡Yo no soy un desertor! Hablé con Saori antes de retirarme del santuario, ella sabe por qué me fui. ―Declaraba Seiya insultado, porqué ella se presentaba frente a él de esta forma exigiéndole todo esto, profanando su título como caballero de oro.
―Lo sabe, pero también sabe lo que estás buscando, esta es tu última advertencia, abandona el santuario o afrontarás las consecuencias de tus actos. ― Dada esa amenaza la amazona de Ofiuco comenzó a convocar su cosmos del relámpago, creando chispas en su mano derecha, que le permitían a Seiya verla mejor ante una luz violeta que desprendía su cosmos.
―Yo no seré como Shiryū o Hyoga, si te conviertes en una amenaza para nuestra diosa no dudaré en asesinarte. ―Seiya quedó en evidente Shock, ¿cómo es que ella sabía sobre sus compañeros?
―Espera un momento…. ¿Cómo sabes lo que Hyoga y Shiryū? ― ¿Ella era la presencia que había sentido desde hacía mucho tiempo? No había duda de ello, su cosmos era imposible de olvidar, ya que el rastro que dejaba aún después de irse seguía siendo como el de una corriente eléctrica atravesando su cuerpo.
―¿Que estas ocultando? ¡Responde Shaina! ―Exclamó el caballero de sagitario tratando de entender las acciones de la amazona de ofiuco, quien a falta de respuestas puso al caballero del centauro alado en más tensión de la que ya estaba al recibir ese ataque de advertencia.
―Entonces… eras tú, ¡esa presencia que me estuvo siguiendo durante tanto tiempo fuiste tú! ―Exclamó sobresaltado, no comprendía porqué lo había estado espiando, pero sabía que la única razón para ese proceder debía ser algo más que estaba más allá de la jurisdicción de un caballero de plata al servicio personal de Athena, debían ser órdenes directas del patriarca… o de la mismísima diosa de la guerra.
―¿Qué fue lo que me pasó? ¿Porque he perdido gran parte de mis memorias? ¿Qué es lo que oculta Saori? ―El santo dorado interrogaba con total desesperación, pero ella simplemente se quedaba allí callada esperando a que acatará sus órdenes o que su insistencia lo llevará cometer una acción imperdonable por el santuario.
―¿Dónde se encuentra mi hermana? ―Aquella última pregunta hizo que Shaina jadeara de sorpresa… Entonces ya lo sabía, ya no había vuelta atrás, si él seguía así solo podía existir un desenlace funesto para esta historia, ella debía hacerlo caer primero… antes de que alguien más en el santuario lo hiciera.
―Suficiente… has sido advertido, ¡ahora sufre el destino de los traidores y desertores! ―Exclamaba ella convocando una fuerte energía eléctrica a su alrededor iluminando su cuerpo con destellos de energía violeta, Seiya ante la agresiva reacción de la amazona retrocedió un par de pasos… de verdad iba a cumplir con su amenaza, no iba a detenerse hasta que su cuerpo se encontrara frío y tieso en el suelo, en un charco de su propia sangre.
―¡Garra Relámpago!
Esa pregunta, la hizo temer, debió haber cuidado sus palabras antes de decirle que había visto y escuchado, ella no pretendía herirlo más de lo que la diosa ya lo había hecho, pero ya era tarde, él había regresado al santuario en búsqueda de las respuestas que todo el mundo le había negado.
Respuestas que esa chica le pudo ofrecer, ella fue la única alma gentil que pudo dárselas, si tan solo la hubiera asesinado cuando tuvo la oportunidad, esto jamás habría sucedido, pero no lo hizo y ahora debía enfrentar las consecuencias de haber sido tan imprudente.
―¿Que estas ocultando? ¡Responde Shaina! ―Exclamó el caballero de sagitario tratando de entender las acciones de la amazona de ofiuco, quien seguía en total silencio entonces este era el peor escenario posible que Saori había imaginado, temía que este momento llegase… realmente lo había temido por tanto, tanto tiempo, ya no había vuelta atrás.
―Entonces… eras tú, ¡esa presencia que me estuvo siguiendo durante tanto tiempo fuiste tú! ―Ella solo podía escucharlo, apretando sus puños… ¿qué era lo que hacía? ¿Por qué no respondía? ¿Era por miedo? ¿Era por qué comprendía la desesperación que el sentía? O simplemente por qué… no quería que sus historias terminasen trágicamente sin haber llegado a nada, en una relación sin inicio y sin final. La realidad era que no estaba segura, pero si estaba segura de una cosa, en tanto él diera un paso incorrecto más, ella se vería obligada atacar y nadie iba a detenerla.
―¿Qué fue lo que me pasó? ¿Porque he perdido gran parte de mis memorias? ¿Qué es lo que oculta Saori? ―El santo dorado interrogaba con total desesperación, Shaina conocía el porqué, pero los detalles eran algo que se le escapaba, pero aunque ella deseará decirle la verdad… la realidad era que nada podría prepararlo para lo que ello conllevaba, sabía que eso lo destruiría y ningún camino que recorriese de ahí en adelante lo devolvería nuevamente a la luz a excepción de…
―¿Dónde se encuentra mi hermana? ―Aquella última pregunta hizo que Shaina jadeara de sorpresa… Entonces ya lo sabía, ya no había vuelta atrás, si él seguía así solo podía existir un desenlace funesto para esta historia, ella debía hacerlo caer primero… antes de que alguien más en el santuario lo hiciera.
―Suficiente… has sido advertido, ¡ahora sufre el destino de los traidores y desertores! ―Exclamaba ella convocando una fuerte energía eléctrica a su alrededor iluminando su cuerpo con destellos de energía violeta, Seiya ante la agresiva reacción de la amazona retrocedió un par de pasos… de verdad iba a cumplir con su amenaza, no iba a detenerse hasta que su cuerpo se encontrara frío y tieso en el suelo, en un charco de su propia sangre.
―¡Garra Relámpago!
Seiya esquivó rápidamente su ataque, evitando que las chispas y los truenos impactaran directamente a él.
El caballero de Sagitario se vio en la obligación de entrare en modo de combate, pero aún así no estaba dispuesto a sacar su armadura de su cofre, por lo menos aún no, necesitaba respuesta no quería pelear a menos que ella lo obligará a hacerlo.
―¡Espera Shaina, no busco pelear, solo busco respuestas! ―Pidió tratando de detenerla antes de que este conflicto escalara a mayores, los caballeros tenían prohibido pelear entre sí, pero él había llegado tan lejos como para que lo obligarán a rendirse justo ahora, que las respuestas estaban al alcance de sus manos, las cuales detuvieron un golpe que se dirigió directamente a su rostro.
―¡No quiero hacerte daño! ―Exclamó tratando de convencerla para que se detuviese, aunque ella hizo caso omiso.
―¡Si las quieres tendrás que pasar por encima de mí! ¡Rahhh! ―Con una patada directo al rostro, Seiya logró esquivar su ataque a milímetros de distancia, él retrocedió admirando como la Amazona nuevamente se preparaba para atacar con un
―¡A mí cobra!
―¡Maldición! ―El impacto fue tan severo que una enorme cortina de humo se levantó frente a ella, Shaina miró atentamente hacia la densa nube que cubría su vista, sabía que ese golpe no sería suficiente para derribarlo, pero estaba dispuesta a llegar más y más lejos con el único objetivo de detenerlo.
―Debiste hacerme caso cuando te lo advertí ahora vete antes de que…―No fue sino cuando vió dos destellos dorados que decidió actuar nuevamente, en esta ocasión para defenderse, pero apenas interpuso sus brazos sintió como era golpeada por una fuerza sobrehumana que la hizo retroceder varios metros hacia atrás, dejando una enorme huella en la tierra debido a su retroceso, ella cayó de rodillas sujetándose esa zona con fuerza.
―Kgh… tú, de verdad estás dispuesto a llegar a las últimas consecuencias, ¿no es así…?―Preguntó ella mirando hacia su abdomen, solo para ver una enorme marca de impacto en toda la superficie de su armadura de plata.
―He llegado demasiado lejos para esto, sabes que no me detendré. ―Habló extendiendo las malas doradas de sagitario, revelando así su poderosa armadura de oro que brillaba levemente con la tenue luz de luna en el cielo.
―Pasaré encima de ti y de quien sea que se interponga en mi camino, así que apártate antes de que me obligues a hacer algo que no quiero. ―Así que esos fueron ambos destellos, uno había sido el de la armadura ensamblándose en su cuerpo y el segundo fue un golpe cargado de cosmos que le había arrojado segundos después.
El Seiya que conocía jamás se habría dignado a atacarla, pero este no era ese Seiya debía admitirlo, la fuerza que contenían sus puños era un poder terrible.
Pero al igual que él, ella no caería sin dar una buena batalla Shaina se levantó dándole igual el dolor de su vientre, la armadura la había protegido bien como para que el impacto no fuese grave, aún así debía tener cuidado con él, después de todo este era el hombre que había derrotado a tantos dioses en el pasado.
Ahora se estarían enfrentando frente a frente en un duelo a muerte, esta era la clase de batalla que quería tener antes de confrontar su final.
Más sin embargo no contra él, con todos menos con él, aun así, debía darlo todo en esta pelea, si es que iba a morir por la mano del hombre que había salvado tantas veces lo valía, todo con tal de evitar una tragedia mayor.
―Desde la última vez que luchamos, he esperado este día con antelación. ―Remarcaba sus palabras con una fuerte determinación asesina, corrientes eléctricas comenzaron a recorres sus dedos hasta sus uñas, creando una poderosa onda de energía que alzaba los metales en un amplio rango magnético a su alrededor.
―Si de verdad quieres respuestas, enfréntate a mí con todo tu poder, no te contengas conmigo, ¡caballero dorado de Sagitario! ―Exclamó lanzándose nuevamente al ataque, esperaba que esto tuviera otro final, siempre deseó que ambos pelearan bajo otros términos y circunstancias pero sabía que desde que él puso un pie fuera del santuario esto se volvería inevitable, solo debía resistir el mayor tiempo posible lo cual no sería fácil teniendo de enemigo al hombre más fuerte del universo ante ella: Seiya de Sagitario.
―¡Garra de Relámpago!
Continuará…
Es un placer volver a traer el Episodio Zero después de la larga temporada desafiando a los caballeros dorados del futuro y ahora volvemos a contar la historia del pasado antes de la gran batalla contra Hades.
Además el formato del episodio Zero es más corto lo que significa que es más rápido de hacer y gracias a ello puedo dedicarme a otras cosas que al escribir la serie regular no puedo, como lo sería dedicarme a Jugar Battlefront 2, Destiny 2, The Evil Within 2, Red Dead Redemtion 2 o un juego que tenga instalado en el Xbox One que tenga un 2 lo cual me llena de alegría
Je suis également heureux de le ramener par mon adepte ShainaCobra qui se voit apprécier autant que moi l'épisode zéro, grâce à elle ce projet avance, ses commentaires et retours sont très appréciés ici dans ce petit espace tout au long de la plateforme.
Además de la noticia de que solo faltan 4 Capítulos para finalizar esta historia.
Pero como siempre digo "El Episodio Zero aún no ha terminado", simplemente evolucionará en una nueva saga, una nueva temporada y en nuevos hilos argumentales que tendrán que ver con los caballeros que ya conocemos como con nuevos personajes.
