Caballeros del Zodiaco:
Guardianes del Universo.
(Saint Seiya: Guardians)
Episodio 0: El Camino Hacia la Guerra Santa
Capítulo 0.9: Confrontación.
"Hay un viejo dicho en nuestro credo, debes aprender a dejar ir todo aquello que temes perder, por qué cuando llegué el día en el que tu fe sea puesta a prueba por haber perdido algo o a alguien, solo quedarás tú y tu arrepentimiento, revolcándote en un charco de tu propia miseria.
Entregarse a esta misión es entregar tu vida, su espíritu, tu ser, muchos han perdido algo en este camino lleno de retos, un amigo, un amor, un sueño, a un familiar.
En especial esta última, ser un caballero no es fácil, pues debes entregar tu vida a ese juramento, defender a Athena ante todo mal que se presente ante las puertas de nuestra casa y de la humanidad, un billón de tumbas no son suficientes para proteger el camino que nuestros ancestros fundaron desde que el primero de nosotros fue bendecido bajo el ala de la diosa de la guerra.
Dejamos de ser hombres cuando nos entregamos a la causa, dejamos de ser mujeres cuando nos ponemos una máscara o cuando dedicamos nuestras vidas para proteger nuestra pureza de cuerpo y alma.
Convirtiéndonos en esclavos de un mismo destino, Oro, Plata y Bronce cada una de nuestras armaduras se nos fue otorgada para proteger un mismo propósito, un mismo fin, un mismo sueño junto a la diosa que lo maquinó consigo.
Nuestras vidas no importan cuando hay algo más importante en juego, algo incluso más grande que nuestras propias vidas. Algo más importante que nuestros propios sueños.
Nos entregamos a la batalla sin miedo, aceptando la muerte como aceptamos la vida al momento de nacer, entregamos nuestros cuerpos, nuestros corazones, nuestras almas a un solo objetivo entendiendo que el día de mañana ese amigo que tantas estimas, ese hermano que siempre ha estado a tu lado, ese amor que tanto has anhelado mañana no estará aquí o que incluso tú estarás conociendo el hades una vez pongas un pie en el campo de batalla.
Con una canción resonando en nuestros espíritus, la balada que nuestra diosa profetisa, la melodía de la paz, una tonada que nosotros escuchamos para dar le sentido a nuestro conflicto, ofreciendo todo de nosotros hasta el amargo final. Aunque tengas anhelos, sueños una vida, un gran futuro por delante o sin tener nada y aun así anhelarlo todo.
Nada de eso importa y al final todo eso desaparece en el ardiente fuego del conflicto… si algo no ha cambiado en mí… es que Athena me dio un propósito, pero para hacerlo tuvo que arrebatarle el suyo a una persona, a un hombre que consideraba su eterno guardián.
En ocasiones me pregunto si ella fue cruel o si fue todo una coincidencia astral, de esas que solo ocurren una sola vez cada 200 años ante el nacimiento de una nueva emisaria.
Pero si no es eso y si nuestra diosa pudo ser tan cruel con alguien que de verdad estimaba… ¿qué esperanza tenemos nosotros los simples mortales?
Después de todo los dioses son crueles, quizá por esa razón los humanos lo somos más, para compensar el desprecio que nos tienen tratando de igualar su resentimiento contra nosotros, por eso mismo es que esta guerra jamás tendrá un final feliz, no hasta que el último de los nuestros sea aniquilado, quizá cuando ese día finalmente suceda tal vez haya paz, pero hasta entonces debemos pelear y pelear al lado de nuestra única aliada en esta maldita guerra entre dioses y humanos, para poder ser libres, de estas cadenas a los que nos hemos obligado a ponernos para convertirnos en esclavos."
"Espera un momento…. ¿Cómo sabes lo que Hyoga y Shiryū?"
Esa pregunta, la hizo temer, debió haber cuidado sus palabras antes de decirle que había visto y escuchado, ella no pretendía herirlo más de lo que la diosa ya lo había hecho, pero ya era tarde, él había regresado al santuario en búsqueda de las respuestas que todo el mundo le había negado.
Respuestas que esa chica le pudo ofrecer, ella fue la única alma gentil que pudo dárselas, si tan solo la hubiera asesinado cuando tuvo la oportunidad, esto jamás habría sucedido, pero no lo hizo y ahora debía enfrentar las consecuencias de haber sido tan imprudente.
― ¿Que estas ocultando? ¡Responde Shaina! ―Exclamó el caballero de sagitario tratando de entender las acciones de la amazona de ofiuco, quien seguía en total silencio entonces este era el peor escenario posible que Saori había imaginado, temía que este momento llegase… realmente lo había temido por tanto, tanto tiempo, ya no había vuelta atrás.
―Entonces… eras tú, ¡esa presencia que me estuvo siguiendo durante tanto tiempo fuiste tú! ―Ella solo podía escucharlo, apretando sus puños… ¿qué era lo que hacía? ¿Por qué no respondía? ¿Era por miedo? ¿Era por qué comprendía la desesperación que el sentía? O simplemente por qué… no quería que sus historias terminasen trágicamente sin haber llegado a nada, en una relación sin inicio y sin final. La realidad era que no estaba segura, pero si estaba segura de una cosa, en tanto él diera un paso incorrecto más, ella se vería obligada atacar y nadie iba a detenerla.
―¿Qué fue lo que me pasó? ¿Porque he perdido gran parte de mis memorias? ¿Qué es lo que oculta Saori? ―El santo dorado interrogaba con total desesperación, Shaina conocía el porqué, pero los detalles eran algo que se le escapaba, pero aunque ella deseará decirle la verdad… la realidad era que nada podría prepararlo para lo que ello conllevaba, sabía que eso lo destruiría y ningún camino que recorriese de ahí en adelante lo devolvería nuevamente a la luz a excepción de…
―¿Dónde se encuentra mi hermana? ―Aquella última pregunta hizo que Shaina jadeara de sorpresa… Entonces ya lo sabía, ya no había vuelta atrás, si él seguía así solo podía existir un desenlace funesto para esta historia, ella debía hacerlo caer primero… antes de que alguien más en el santuario lo hiciera.
―Suficiente… has sido advertido, ¡ahora sufre el destino de los traidores y desertores! ―Exclamaba ella convocando una fuerte energía eléctrica a su alrededor iluminando su cuerpo con destellos de energía violeta, Seiya ante la agresiva reacción de la amazona retrocedió un par de pasos… de verdad iba a cumplir con su amenaza, no iba a detenerse hasta que su cuerpo se encontrara frío y tieso en el suelo, en un charco de su propia sangre.
―¡Garra Relámpago!
Seiya esquivó rápidamente su ataque, evitando que las chispas y los truenos impactaran directamente a él.
El caballero de Sagitario se vio en la obligación de entrare en modo de combate, pero aún así no estaba dispuesto a sacar su armadura de su cofre, por lo menos aún no, necesitaba respuesta no quería pelear a menos que ella lo obligará a hacerlo.
― ¡Espera Shaina, no busco pelear, solo busco respuestas! ―Pidió tratando de detenerla antes de que este conflicto escalara a mayores, los caballeros tenían prohibido pelear entre sí, pero él había llegado tan lejos como para que lo obligarán a rendirse justo ahora, que las respuestas estaban al alcance de sus manos, las cuales detuvieron un golpe que se dirigió directamente a su rostro.
―¡No quiero hacerte daño! ―Exclamó tratando de convencerla para que se detuviese, aunque ella hizo caso omiso.
― ¡Si las quieres tendrás que pasar por encima de mí! ¡Rahhh! ―Con una patada directo al rostro, Seiya logró esquivar su ataque a milímetros de distancia, él retrocedió admirando como la Amazona nuevamente se preparaba para atacar con un estallido eléctrico de su cosmos.
―¡A mí cobra! ―El santo dorado trató de defenderse del ataque de garras, pero le fue inútil, apenas estas chocaron contra su piel fue lanzándolo violentamente lejos hacia una de las rocas a sus espaldas.
― ¡Maldición! ―El impacto fue tan severo que una enorme cortina de humo se levantó frente a ella, Shaina miró atentamente hacia la densa nube que cubría su vista, sabía que ese golpe no sería suficiente para derribarlo, pero estaba dispuesta a llegar más y más lejos con el único objetivo de detenerlo.
―Debiste hacerme caso cuando te lo advertí ahora vete antes de que…―No fue sino cuando vio dos destellos dorados que decidió actuar nuevamente, en esta ocasión para defenderse, pero apenas interpuso sus brazos sintió como era golpeada por una fuerza sobrehumana que la hizo retroceder varios metros hacia atrás, dejando una enorme huella en la tierra debido a su retroceso, ella cayó de rodillas sujetándose esa zona con fuerza.
―Kgh… tú, de verdad estás dispuesto a llegar a las últimas consecuencias, ¿no es así…?―Preguntó ella mirando hacia su abdomen, solo para ver una enorme marca de impacto en toda la superficie de su armadura de plata.
―He llegado demasiado lejos para esto, sabes que no me detendré. ―Habló extendiendo las malas doradas de sagitario, revelando así su poderosa armadura de oro que brillaba levemente con la tenue luz de luna en el cielo.
―Pasaré encima de ti y de quien sea que se interponga en mi camino, así que apártate antes de que me obligues a hacer algo que no quiero. ―Así que esos fueron ambos destellos, uno había sido el de la armadura ensamblándose en su cuerpo y el segundo fue un golpe cargado de cosmos que le había arrojado segundos después.
El Seiya que conocía jamás se habría dignado a atacarla, pero este no era ese Seiya debía admitirlo, la fuerza que contenían sus puños era un poder terrible.
Pero al igual que él, ella no caería sin dar una buena batalla Shaina se levantó dándole igual el dolor de su vientre, la armadura la había protegido bien como para que el impacto no fuese grave, aun así debía tener cuidado con él, después de todo este era el hombre que había derrotado a tantos dioses en el pasado.
Ahora se estarían enfrentando frente a frente en un duelo a muerte, esta era la clase de batalla que quería tener antes de confrontar su final.
Más sin embargo no contra él, con todos menos con él, aun así, debía darlo todo en esta pelea, si es que iba a morir por la mano del hombre que había salvado tantas veces lo valía, todo con tal de evitar una tragedia mayor.
―Desde la última vez que luchamos, he esperado este día con antelación. ―Remarcaba sus palabras con una fuerte determinación asesina, corrientes eléctricas comenzaron a recorres sus dedos hasta sus uñas, creando una poderosa onda de energía que alzaba los metales en un amplio rango magnético a su alrededor.
―Si de verdad quieres respuestas, enfréntate a mí con todo tu poder, no te contengas conmigo, ¡caballero dorado de Sagitario! ―Exclamó lanzándose nuevamente al ataque, esperaba que esto tuviera otro final, siempre deseó que ambos pelearan bajo otros términos y circunstancias pero sabía que desde que él puso un pie fuera del santuario esto se volvería inevitable, solo debía resistir el mayor tiempo posible lo cual no sería fácil teniendo de enemigo al hombre más fuerte del universo ante ella: Seiya de Sagitario.
―¡Garra de Relámpago!
"¿Sabes que opino de todo eso? Fui cruel al inicio de mi vida… disfrutaba de romperle los huesos a las personas, odiaba con pasión a los débiles, pensaba que eran como cucarachas que podía aplastar sin ningún miramiento o culpa, así era yo… un completo bastardo, es que la crueldad no es algo que aprendes o que te enseñan, ser cruel nace del corazón, se siente en la piel.
Es el poder de disfrutar ver como la voluntad de los demás se rompen ante la tuya. Aunque no seas cruel con otros humanos puedes serlo con otros seres, ya sean animales o insectos.
El orden de los factores no altera el resultado, yo… no estoy orgulloso de lo que hice, pero no me arrepiento de nada, esas fueron mis decisiones, aquellos fueron mis actos y jamás me arrepentiré por el dolor que causé, pues mis enemigos siempre fueron todo menos humanos a mis ojos, con eso aprendí a disfrutar de lo que hacía como a quien se lo hacía.
¿Que si fui malo? sí… lo fui, ¿que si fui cruel? Maldición, las cosas que los dioses no deben saber de mí hasta este punto, ¿que si cometí crímenes contra los demás? Sí.
Sé que por aquellas faltas seré juzgado, posiblemente a sufrir una eternidad en el infierno, sé que me lo merezco pero aun así tengo miedo de que no sea así.
¿Porqué que sucede cuando los hombres malos no son juzgados de forma justa? Son cosas que te hacen pensar que el día que mueras, al llegar al inframundo, Hades me salude como a un amigo.
Pero suponiendo como son las cosas, lo más probable es que termine en el foso más profundo del inframundo, he vivido una larga vida… Demasiado larga como para contar cada uno de esos días a detalle.
Aun así parte de mí anhela conocer ese paraíso del que muchos hablan, conocer esa paz con la que siempre hablé con Saori…
Escucha, sé que para cuando Athena llegue ya no estaré más aquí, pero si pudiera al menos verla o hablar con ella una última vez, solo una última vez moriría como un hombre feliz sabiendo que la tarea divina que me confirió fue completada.
No necesito ir al cielo, maldición no necesito una nueva túnica, un par de alas, un arpa y un halo sobre mi cabeza para descansar feliz con el culo al aire sentado en una nube.
Solo deseo verla una vez más… en esta o en la siguiente vida no importa, si una mujer como ella, pudo ver en un desgraciado como yo a una buena persona, descansaría tranquilo conociendo que cumplí con mi deber hasta el final, eso y una buena botella de Whisky, pero supongo que eso sería un agregado más.
Tan solo ver el rostro de mi diosa una vez más me daría la paz que necesito para emprender mi viaje hacia lo desconocido, me sentiría feliz, dichoso, pleno…
Incluso un pedazo de basura como yo puede redimirse y convertirse en algo más, algo que jamás esperó, espero que donde quiera que me esté viendo sepa que… a pesar de todo no guardo resentimiento alguno.
Gracias a ella estoy donde estoy, donde tú muy pronto estarás, gracias a que ella me enseñó la lucha de los humanos por comprender la verdadera naturaleza de la crueldad.
Los humanos pueden ser crueles, pero viven, anhelan, se enamoran, sufren, ríen y lloran, nosotros somos más que simples animales que se matan entre sí, merecemos vivir aún si ellos no quieren que lo hagamos, aún si nos miran como simples gusanos destinados a perecer ellos no tienen ningún derecho a tratarnos como basura, puede que sean nuestros creadores, pero no por eso tienen derecho sobre nuestras vidas.
Porqué incluso insectos tan violentos y arrogantes como nosotros tenemos derecho a vivir."
La batalla se extendió por mucho tiempo, más de lo debido, En su intento por detener a Seiya Shaina había perdido el 30% de su armadura enfrentándolo, el caballero de Sagitario se había asegurado de que ningún golpe hubiera sido fatal, aun así el daño que él mismo había recibido era impresionante.
Shaina lo había hecho sangrar en los puntos débiles de su armadura, ella estaba dando una resistencia impresionante de parte de un caballero de plata, quizá el más poderoso con vida en la actualidad. Pero ya la había hecho retroceder en más de una ocasión, si seguía atacándola moriría pronto y en esta ocasión la armadura no sería suficiente para frenar los golpes de Seiya.
― ¡Shaina ya basta! ¡Es suficiente! ―Exclamó el caballero de Sagitario tratando de hacer que entrara en razón y se detuviera, pero ella no lo iba a hacer iba a cumplir con su deber como amazona, aunque esta fuese su última batalla.
― ¡Todavía no! ¡¿Escuchaste?! ¡Aún no se ha terminado! ―Exclamó ella, con media máscara rota, con uno de sus ojos sobresaliendo por las partes rotas, ya no poseía sus hombreras, solo le quedaba media protección de sus botas y su brazo izquierdo había perdido el brazal, pero estaba dando todo de sí misma para detener al caballero de Sagitario de cometer un grave error… un error que al final de esto le terminaría costando la vida a muchas personas si continuaba así.
Los relámpagos y las chispas comenzaron a cubrir nuevamente su cuerpo, danzando con una luz violeta que solo podía presagiar lo peor a su alrededor, nubes de lluvia comenzaron a emerger del cielo, Seiya no sabía que era ella quien estaba controlándolas o ellas mismas se habían juntado para crear una tormenta.
Seiya solo pudo observar como de estas comenzaban a emerger iracundos relámpagos, que caían lejos, pero mientras más los observaba se percataba de que estos mismos caían cada vez más cerca, más cerca y cerca del lugar donde él se encontraba de pie. No fue hasta que Shaina desapareció de su vista que se obligó a mirar hacia encima suyo, donde ella estaba lista para darle el golpe de gracia.
― Colmillo del Trueno técnica mejorada, ¡Castigo Divino!― Un poderoso rayo cayó del cielo, cubriendo a Shaina por completo bañándola con una increíble fuerza destructiva que sería capaz de atravesar su armadura de oro Seiya interpuso sus alas, tratando de detener su ataque, pero lo único que consiguió fue que la electricidad comenzara a apoderar se dé su cuerpo y de su sistema nervioso, haciéndolo perder fuerzas con el choque producido por la amazona de Ofiuco.
― ¡Detente! ―Le rogaba, sintiendo como miles de relámpagos atravesaban su cuerpo, pero no lo hacía porque cada extremidad de su cuerpo estuviese recibiendo miles de voltios directamente, o por qué sintiera que el corazón le iba a explotar del pecho. Lo decía porque sabía que el siguiente golpe sería mortal para ella, Seiya cerró los ojos convocando todo su cosmos en su puño derecho, La amazona de Ofiuco pudo sentir como su poder se elevaba segundo a segundo, pero siguió atacando con la esperanza de detenerlo aunque fuera un segundo más, solo para que de un instante al siguiente los relámpagos fueran disipados por la fuerte corriente de viento provocada por sus alas doradas al empujarla, Shaina intentó reunir el cosmos suficiente aunque ya era demasiado tarde cuando él ya estaba listo para dar su último golpe.
―¡Raaaaaahhhh! ¡Meteoros De Pegaso! ―Exclamó disparando una lluvia incesante de golpes sobre la amazona de plata, quien recibió el impacto directamente, saliendo disparada lejos de él, solo para estrellarse en el centro de la arena de combates del santuario, dejando un enorme cráter debajo de ella.
La amazona comenzó a levantarse lentamente, el cuerpo le dolía… el ataque de Seiya había sido tan potente como para herirla, aunque no lo suficiente para asesinarla, él se estaba conteniendo mucho, si lo hubiera querido desde el primer golpe Shaina de Ofiuco habría desaparecido de este mundo.
Pero aún había fuerza en ella, mucha fuerza como para ponerse de pie, al alzar su mirada pudo ver a Seiya descendiendo hacia ella con ambas alas extendidas.
Esa imagen podría ser todo en diferentes contextos, un Angel que descendía hacia la tierra para ayudar a los humanos, un emisario de los dioses entregando un mensaje a desde los cielos o por el contrario un conquistador descendiendo a la tierra para castigar a sus enemigos.
Seiya no era ninguna de esas cosas, pero esta imagen frente a un enemigo debía ser tan aterradora al mismo tiempo que imponente, la amazona de Ofiuco se reincorporó con una mano sujetando su abdomen y la otra lentamente convirtiéndose en un puño para atacar de nuevo.
―Kgh, maldición…―Shaina trató de canalizar su cosmos pero le era difícil, aún más después del poderoso golpe que Seiya le había proporcionado, pero si algo la caracterizaba a ella en específico es que no se iba a dejar vencer sin dar una buena batalla.
―Garra relá…―Antes de que pudiera hacer algo ella fue azotada contra el piso, con ambas manos siendo sujetadas por encima de su cabeza firmemente desde las muñecas, además de que sus piernas también se encontraban inutilizadas, el caballero de sagitario había logrado apresarla, al igual que una serpiente siendo inmovilizada del cuello él había logrado someterla, para evitar que el conflicto terminará con uno de los dos muerto, específicamente ella que estaba al borde del colapso.
―¡Kgh déjame ir Seiya! ―Exclamaba retorciéndose como una verdadera serpiente en las fauces de un depredador ápex.
Pero en esta ocasión Seiya iba a encargarse de evitar que ella siguiera luchando sujetando sus piernas y brazos, no quería herirla más, lo único que quería eran respuestas, algo dentro de él le decía que ella se las daría, por algo había estado luchando a muerte contra él, para evitar que supiese la verdad.
―No, ya basta, si seguimos así morirás y no dejaré que eso pase. ― le decía Seiya imponiendo su fuerza sobre ella, no quería hacer esto, no disfrutaba el hacer esto, pero era la única forma que había encontrado para evitar más conflicto, Seiya solo quería evitar que ella siguiera atacando, corriendo el riesgo de morir, el santo de sagitario solo quería respuestas.
No deseaba que nadie muriera o saliera lastimado debido a ellas.
― ¿No dijiste que llegarías hasta las últimas consecuencias para llegar al final de tu búsqueda? ―Interrogó Shaina, viendo de frente al santo de oro que la sujetaba aflojando poco a poco su agarre, era verdad que quería llegar hasta la verdad, pero sin llegar a la verdad significaba herir a otros, entonces realmente su búsqueda era peligrosa.
Pero esa era la parte que no comprendía, Seiya lo único que buscaba era encontrar a su hermana, no pretendía herir a otros, no quería hacerles mal, entonces porqué, ¿por qué se empeñaban en detenerlo? ¿Cuál era la razón por la que Shaina había preferido morir antes de contarle sobre su hermana? ¿Que estaba sucediendo?
―Sí, pero no así, no de esta forma. ―Seiya Respondió desviando sus ojos, él jamás quiso hacerle daño a su compañera, lo único que él buscaba eran respuestas sobre el paradero de su hermana mayor, solo eso… No necesitaba más, pero el ataque de Shaina y los extremos que lo había obligado a tomar para tratar de tranquilizarla habían sido demasiado altos, esto no era normal se viera por donde se viera. Algo extraño estaba sucediendo y esto no hacía sino confirmárselo aún más. ¿Qué era lo que trataban de ocultar?
―No deseo hacerte daño Shaina, pero como te lo he dicho no permitiré que nada ni nadie me detenga, ni siquiera tú. ―Al decir esto la amazona cerró sus ojos levemente, para que al abrirlos ella desviara su mirada hacia el suelo, todo esto por conocer la verdad.
Pero ella sabía que decirle la verdad no haría sino empeorar las cosas, las ordenes habían sido claras, evitar a toda costa que Seiya fuera a la cámara de Athena para descubrir que había sucedido con él, con su hermana o con sus memorias perdidas.
De lo contrario el guerrero Invencible se convertiría en un enemigo a abatir, lo cual complicaría las cosas en el santuario más de lo que ya estaban.
Eran tiempos para reconstruir y reformar, lo último que necesitaban era que el mejor aliado de Athena se volviera su peor enemigo.
―¿Por qué estás tan empeñado en conocer tu pasado? Crees que al alcanzarlo obtendrás paz, un cierre, eso no sucederá Seiya… y tú lo sabes. ―Shaina habló de forma clara y concisa por primera vez desde que se encontraron, pero aun así lo que decía no tenía ningún sentido, ¿por qué? Que era lo que le estaban ocultando, ¿que era aquello tan urgente que por poco ella sacrificaba su propia vida tratando de evitarlo?
― ¿Tu sabes algo verdad? Dímelo, ¿que es lo que sabes? ―Interrogó el santo de oro, únicamente para ver como la amazona de Ofiuco desviaba aún más la mirada, ella no iba a decirle nada, lo había prometido a su diosa.
―Por favor, te lo pido Shaina, si tú sabes algo sobre mi tiempo entrenando o mi tiempo como caballero de bronce dímelo. ―No fue hasta que el caballero dorado de sagitario comenzó a soltarla lentamente que ella finalmente pudo alzar la mirada, finalmente libre ella se replegó únicamente para los ojos de Seiya…
―Te lo ruego Shaina, no deseo hacerte más daño, solo quiero saber dónde está mi hermana, solo quiero saber dónde está Seika. ― Su mirada reflejaba desesperación, él se arrodilló ante ella suplicándole por que le dijese que había sucedido, solo eso buscaba, solo eso necesitaba, nada más y nada menos, jamás lo había visto tan desesperado… miserable, en el pasado ella habría gozado con su sufrimiento, pero ahora era diferente, no encontraba ninguna satisfacción en su expresión afligida, él realmente está perdido, tratando de alcanzar una verdad por la que ella iba a dar su vida por proteger, no estaba segura que al revelarla él estaría dispuesto a lidiar con ella.
O peor aún, que eso lo detuviera, él realmente estaba desesperado por hallar a su hermana, por conocer su paradero y ayudarla, Shaina no tenía la menor idea de qué sucedería si le contaba las cosas como ella las conocía.
Pero sí sabía que si le daba más información de la necesaria, Seiya no se iba a detener hasta confrontar a Athena, eso se viera donde se viera sería tomado como traición por todos los caballeros dorados que permanecían en el santuario.
―Seiya, si te lo digo debes entender una cosa…―Shaina comenzó suspirando pesadamente después de haber recuperado el aliento entendía que después de esto no habría vuelta atrás, pero si esto no lo frenaba de su búsqueda incesante, entonces nada lo haría.
―Una vez que sepas la verdad… ya no habrá más vuelta atrás, eso te lo hemos tratado de decir Shiryū, Hyoga y yo, si continúas por ese camino, no solo tu vida estará en juego, todos en el santuario incluyendo Athena estarán en peligro si tú te apartas por el camino correcto.
Nuevamente el mismo discurso, nuevamente esas palabras dichas de otra forma, pero utilizadas en el mismo contexto, ¿qué era lo que ellos le ocultaban con tanta insistencia? Si él fuese menos inteligente diría que esto se lo decían por qué…
Porque en verdad esto era algo que iba más allá que un simple secreto a voces, iba más allá de las ordenes de la diosa Athena, era por qué si él se enteraba de algo que no tenían permitido decirle, el infierno mismo se desataría en la tierra.
Pero eso era imposible… ¿Verdad?
―¿Por qué dicen eso? ¿Por qué siempre me dicen eso? ¿Qué sucederá si me dicen la verdad sobre mi hermana? Dímelo…―Pedía el caballero de Sagitario tratando de apelar a su lado más humilde, tratando de que ella dijese la realidad, pero al no recibir respuestas su paciencia comenzó a agotársele, hasta que finalmente perdió los estribos.
―¡Contesta! ―Gritó arto de esta situación, harto de las evasivas, harto de todo, solo quería saber dónde estaba su hermana y si ella no se lo decía aún quedaba una última persona a quien le quedaba por interrogar, a esa persona que Shaina quería evitar que él se acercara lo más posible: Saori.
―Debes tener en cuenta que, si te digo la verdad, debes aceptar el hecho de que Seika y tú jamás volverán a estar juntos nuevamente. ―Esas palabras dejaron a Seiya totalmente mudo, por un instante creyó que le estaba jugando una mala pasada, pero al ver directamente a ese ojo verde que sobresalía de la máscara él pudo entender que no era ningún juego… no sabía por qué, pero aquello le había revelado que su hermana ya no se encontraba más en este mundo.
― ¿¡Eh!? ―Murmuró alejándose de ella, totalmente perdido por lo que había comentado.
―¿Que dices? ¿Porqué, porque nunca más estaremos juntos, dime porqué Shaina!? ―Seiya exclamó de nuevo, desesperado, ¿qué había sucedido con su hermana?
¿Por qué jamás podrían encontrarse de nuevo? ¿Porqué? ¿¡Porqué!? Esa era la única pregunta que se repetía internamente, Shaina lo miró en silencio durante un largo rato, ya habían llegado al punto de no retorno…
Ella entendía que solo existía una forma de terminar con esta dulce mentira y esa era confesando la cruel verdad, pero no sería la verdad absoluta, solo sería la versión que ella había visto y vivido, contada desde la perspectiva de alguien que no estuvo presente para ver los sucesos ocurridos durante la batalla en el inframundo y en la Dimensión Perdida, este solo era el testimonio de alguien que solo estuvo allí para ver los momentos clave de su historia, desenlace así como su final.
Ella comenzó hablando de cuando eran más jóvenes, ella era la guerrera más poderosa de su generación, aún más que Marín un Nombre que Seiya no reconocía pero que se le hacía tan familiar, ella se había convertido en su rival, ella la conocía de años, pues ella había llegado al campo un año después que ella.
Marín al igual que Seiya buscaba a una persona que le habían a una forastera en una tierra desconocida en búsqueda del hermano que le habían arrebatado.
Aquella había sido su mentora y por mucho tiempo se creyó que ella era su hermana perdida, cuando él llegó fue una sorpresa, nadie esperaba que un oriental estuviese en búsqueda de la armadura de bronce del Pegaso.
Por supuesto, Shaina no estaba contenta con su llegada, pero trató de no darle importancia al aprendiz de Marín, enfocándose principalmente en su propio entrenamiento hasta que, en una ocasión, ella se alejó para descansar, él por supuesto había estado persiguiendo a esa liebre para hacerlo su cena.
Pero al encontrarse con Shaina, su primer instinto fue querer atacarlo, pero Seiya al verla herida, decidió ayudarla vendando su brazo, demostrándole así no solo cariño, sino humanidad, algo que a los caballeros femeninos no se les permitía.
Shaina conmovida y apreciando el gentío acto de bondad del joven aprendiz decidió no matarlo en esos instantes, pero sintiéndose de cierta forma ultrajada porque un hombre hubiera visto su rostro, sabía que tenía que hacer en esos casos bajo la ley Amazona, la próxima vez que se encontrarán, tenía que optar por: amarlo o matarlo.
Fue por eso que cuando supo que él era el aprendiz de Marín, dudó por un instante, pero entonces decidió que lo mejor era entrenar a otro joven aspirante a caballero llamado Cassius para que él lo asesinará por ella.
Marín fue una maestra estricta pero indudablemente comprehensiva cuando lo necesitaba, Seiya aprendió mucho de ella, siempre lo guio por el mejor camino para convertirlo en caballero, aún si ella era muy dura con él.
Cuando ambos se enfrentaron en combate, esperaba que Cassius lo asesinará, aunque una pequeña parte de ella deseaba que no lo hiciera.
Aun así Seiya logró ganar la armadura de Pegaso, por tal evento Shaina decidió tomar el asunto bajo sus propias manos y finalmente matarlo. Cosa que no pasó y en su combate, él logro romper su máscara revelándole nuevamente su rostro.
De ahí su meta sería acabar con Seiya, lo que nadie esperaba era que se descubriera que quien estaba al mando del santuario fuese un falso patriarca, anteriormente conocido como Saga de Géminis.
Marín después de tanto tiempo había descubierto que el patriarca Shion había sido asesinado por este mismo, mismo quien trató de asesinar a la diosa Athena cuando apenas era un bebé.
Al descubrir la conspiración Saori reunió los recursos de su fundación organizando un torneo, para captar la atención del santuario, cosa que funcionaría al poner en juego una armadura de oro.
Ella al lado Seiya, Shun, Shiryū, Hyoga e Ikki se opusieron a él, lo que tomó como la oportunidad perfecta para matar al caballero que había visto su rostro.
Así que cuando él descansaba de una larga pelea contra los otros caballeros de plata, aprovechó que estaba dormido para intentar asesinarlo, fue allí en el hospital, donde ambos tendrían su segundo encuentro.
Encuentro que sería interrumpido por Aioria de Leo, quien buscaría asesinarlo al Igual que ella, pero por ser ella quien quería cobrar su venganza o por que realmente se había enamorado de él.
Ella recibió el golpe que estaba destinado a l caballero de Pegaso, quedando inconsciente después de aquél combate, siendo cuidada por su pupilo, Cassius.
El cual cuidó de su recuperación, hasta que fue los suficientemente fuerte para volver a levantarse.
Aunque poco después Saori iría al Santuario ante la petición del patriarca, recibiendo una flecha en el corazón, evento por el que daría inicio la batalla de las 12 casas.
Evento en el cual Cassius moriría por Seiya y por ella, al darse cuenta de que su maestra estaba perdidamente enamorada del caballero de Pegaso, decidió sacrificarse frente a Aioria de Leo, para que así, Seiya y Shaina siguieran con siguiese con vida, con esta última cuidando de su Pegaso.
Así fue que tanto ella como Marín ayudaron al guardián de Athena y a los demás a llegar hasta el falso patriarca para derrotarlo.
Después de eso, llegó un momento de paz.
Paz que se vio interrumpida cuando los caballeros de Odín atacaron, guiados por Hilda, la emperatriz del Valhala que estaba siendo controlada por Poseidón el cual estaba utilizado a ella junto a los caballeros del dios Asgardiano para cumplir con su plan de secuestrar a Athena para conquistar el mundo.
Pero Poseidón no era más que otro títere de alguien más, Kanon, el hermano gemelo de Saga había orquestado el plan y liberado a Poseidón en el acto para asesinar a Athena, para qué.
Al momento de concretarlo, él pudiera darle el golpe de gracia a Poseidón para apoderarse del santuario y por consiguiente del mundo, él junto con los demás fueron a las profundidades del océano para detener a Poseidón y a sus Generales Marinos.
Ella también fue a apoyarlos, fue ella quien oponiéndose a Poseidón recibió los disparos de la flecha de Sagitario para proteger a Seiya.
Quien logró derrotar al dios de los mares encerrándolo en una vasija con la ayuda de Athena y los demás.
Así duró un par de años en el que el conflicto se pausó, dejando a los caballeros de Bronce descansar, cosa que aprovechó Kanon para redimirse con Saori Athena.
Pero nuevamente una nueva amenaza se cernía sobre ellos, Hades después de 200 años volvería para comenzar una vez más la Guerra Santa.
Esta vez causando un eclipse solar que taparía el sol, causando que toda vida en la tierra se extinguiera por una era de hielo eterna.
Ella junto a algunos caballeros de bronce vieron como las tumbas de los caballeros de Oro y Plata, los ataúdes habían sido abiertos, los cuerpos habían desaparecido, mismos quienes comenzaron a atacar el santuario como a los Santos de Bronce.
El ataque, aunque fue brutal, cobrándose la vida de Aldebarán de Tauro y Shaka de Virgo, con Shion el Antiguo Patriarca liderando el ataque, junto a él se encontraban Shura de Capricornio, Camus de Acuario, Afrodita de Picis, Mascara de Muerte de Cáncer y Saga de Géminis.
Lograron detenerlos gracias a la ayuda de Aioria de Leo, Milo de Escorpión, Mu de Aries, Kanon de Géminis y el sorpresivo regreso de Dohko de Libra.
Pero no lograron evitar que Athena muriera quitándose ella misma la vida con la espada dorada de Khrysos, pero aquello era un plan para llevarla al inframundo, para que ella y Shaka pudieran acercarse a Hades.
Seiya, Shun, Shiryū, Hyoga e Ikki ante esta revelación viajaron al inframundo para matar a Hades.
Ella relataba a detalle lo que había vivido e incluso que en algún punto muchos creían que Marín realmente era Seika, pero nada lejos de la verdad.
Seika había estado perdida en Grecia durante mucho tiempo, ella se encontraba buscando a su hermano en las cercanías, pero para su infortunio había caído por un barranco, haciéndola perder sus memorias, sin recordar quien era, ni su nombre, ni de donde había venido.
No sabía quién era ella, tampoco respondía al nombre de Seiya.
Simplemente era una chica que no sabía lo que pasaba, hasta que un ataque traicionero de Thanatos casi ocasionó su muerte, por lo cual Shaina junto a los otros caballeros de bronce arriesgaron sus vidas para protegerla de los ataques de Thanatos.
Mientras apoyaban a Seiya desde la tierra. Cuando ella finalmente reaccionó escuchando su voz, todos se alegraron, pedíamos por que salieran victoriosos de aquella gran batalla final.
Cuando regresaron, ellos estaban apaleados, todos estaban heridos, cansados y tristes, a pesar que hubiéramos ganado la guerra, el sacrificio fue enorme pues todos los caballeros dorados perdieron la vida, incluso Saori Athena estaba destrozada.
Seiya estaba a punto de morir, debido a que la espada de Hades le había atravesado el pecho, justo en el corazón, Seika, aunque perpleja de lo que veía frente a sus ojos trató de ayudarlo, pero antes de poder hacerlo un extraño portal se abrió a sus espaldas.
Llevándosela hacia un lugar que nadie conocía, ninguno de los presentes pudo entender que había sucedido, aunque su deseo fuese ayudar a Seika, ella había desaparecido de la faz de la tierra.
Poco después, Seiya quedó en coma, debido a la herida de su pecho, Saori y los demás caballeros lo llevaron a una isla remota donde la diosa cuidó de él y de su salud, hasta el regreso del Caballero Shun de Andrómeda al santuario.
No mucho después ellos se retiraron con la intención de salvar a Seiya, pues la espada de hades seguía clavada en su pecho en forma de una espada espectral.
La diosa de la guerra decidió que debían ir a pedir la ayuda de la diosa Artemisa, para que los asistiese a revertir esta situación, así dejar que Seiya viviera.
Pero después de ese suceso se supo nada de Saori o de Shun, solo que utilizaron la ayuda de Cronos.
Más temprano que tarde, Hyoga, Shiryū e Ikki los siguieron, pasaron días atrapados en el tiempo, pero en su línea temporal solo habían pasado unas horas.
No fue hasta que Shaina poseída por una extraña fuerza, intentó asesinar a Seiya, pero Marín la detuvo antes de hacerlo, pues Shaina estaba bajo la influencia del treceavo caballero dorado, Odiseo de Ofiuco.
Esperando lo peor Marín y Shaina trataron de oponerse a cualquier fuerza que quisiera acabar con la vida del caballero Pegaso, fue ahí donde un Serafín enviado por Abel buscó asesinar también a Seiya para evitar que las transgresiones de Athena terminaran causando una catástrofe en la realidad física.
Pero este mismo fue detenido por Marín quien lo reconoció como su hermano, Tōma de Ícaro. Marín al intentar detenerlo se enfrentó a él, siguiéndolo hasta el Olimpo donde ambos desaparecieron para jamás regresar.
Shaina había quedado totalmente sola, pero al cavar más en el fondo del templo perdido de Ofiuco, encontró algo más, su armadura se bañó de oro y su conciencia poco a poco comenzó a desvanecerse, no sin antes seguir una única orden dada por esa armadura.
La que le dio instrucciones a Shaina de qué hacer, así que bajo las instrucciones de Ofiuco, ella liberó a Seiya de la maldición de la espada,
Quien ante la inmensa cantidad de poder desatada no pudo evitar desmayarse, al despertar la armadura de oro volvió a su brillo de plata original, renovada y más fuerte que antes.
Pero al mirar a su alrededor Seiya se había ido, no sabía que había pasado con él.
Ella retornó al santuario solo para ver que Saori junto con los demás caballeros de Bronce habían regresado del pasado, quienes al verla podían percibir que nuevamente el cosmos de Seiya.
Aunque al momento de iniciar su búsqueda, no lograron hallarlo por ningún lado.
No fue que hasta el tercer día él reapareció en la casa de Sagitario portando la armadura dorada del centauro alado, no recordaba que había sucedido, solo recordaba a sus amigos junto a un poderoso instinto que lo había llevado a tomar la armadura de Sagitario adoptando el título del caballero de esa casa…
El resto él ya lo conocía, el inicio de la guerra santa contra Marte, a los bebés manchados de luz y oscuridad producto de la batalla entre él contra Athena, el lapso de 13 años de preparación para la batalla, la toma de poder del dios romano, la batalla de los caballeros Omega, los 2 años de tranquilidad antes de la llegada de Pallas, la guerra santa contra la diosa del amor, el asedio a la ciudad de la diosa hermana de Athena, la liberación de Saturno y su consecuente derrota a manos de Koga.
Ahora después de todos esos sucesos, aquí se encontraban…
Seiya al escuchar las revelaciones de Shaina pudo hilar todo desde ahí, después de su despertar, el único instinto que tenía no era por él, o sus amigos o por Shaina, sino por proteger a Athena, Por eso había tomado la armadura que ahora portaba… todo tenía sentido y coherencia hasta… hasta llegar a la parte de Seika. ¿Qué había sucedido con ella después de que ese portal se la llevará?
―¿Y qué sucedió con mi hermana? ¿Qué sucedió con Seika y con Marín? ― El caballero de Sagitario Interrogaba desesperado por conocer el desenlace que había tenido su hermana, la cobra le había dicho que ella había sido atrapada por un portal de oscuridad, más nunca dijo que más le había sucedido después de haberlo atravesado.
Shaina quien descansaba en las gradas, tratando de aliviar el dolor de sus extremidades, ladeó la cabeza, negando conocer el destino que le deparó a la hermana del santo de Sagitario.
―No lo sé… cuando ese agujero negro se la tragó nadie supo más de ella jamás, mucho menos de tu Maestra. ―La amazona de ofiuco comentaba después de una larga pausa, lo cierto era que una parte de sí misma también quería saber qué había sucedido con Seika, pero otra parte de sí misma le decía que era mejor así, mientras menos supieran mejor sería para todos, por qué sin importar a donde sea que ella haya ido jamás regresó y jamás lo hería, por lo menos en esta era.
―Me encantaría decirte que después de todos estos años logramos hallar una pista de a donde fue que se la llevaron, pero… me apena decirte que ella se fue para siempre, desapareció… y eso es todo lo que hay que decir al respecto. ―Seiya había estado escuchando con atención los testimonios de Shaina de Ofiuco, ella había dicho todo lo acontecido desde su perspectiva, aunque no tenía motivos para mentirle, Seiya.
Él no podía concebir que esa fuera toda la historia referente a su hermana y lo que le había sucedido aquél día.
―No… No, debe haber algo más, debió haber pasado algo más, debe existir algo una explicación de a donde fue. ―Se decía una y otra vez, intentando hallar explicaciones de lo que había acontecido con su hermana mayor, pero Shaina… ya no tenía más respuestas que ofrecerle, nada que pudiera calmar las dudas que existían dentro de su aún herido corazón.
―Seiya… aunque lo hiciese, ambos sabemos que se fue para siempre…―Shaina trataba de decirle, trataba de convencerlo, Seika se había ido para siempre y nada jamás podría traerla de vuelta ni siquiera él. ―Ella no regresará no importa lo mucho que la busques, solo déjala ir si te aferras tanto a ello terminarás volviéndote loco. ―Shaina explicó tratando de ser ahora ella quien razonaba con él, a pesar de que momentos antes había intentado asesinarlo, Seiya
―Solo existe una persona que sabe que fue de tu hermana, tu sabes quién es y tú sabes el peligro que conlleva ir directamente hacia ella. ― Con eso… Seiya se apartó de Shaina, caminando directamente al hueco que su caída había provocado, ¿realmente esto era todo?
¿Su búsqueda realmente no había tenido ningún sentido? Eso no podía ser posible…, había cruzado todo el mundo en búsqueda de esa persona, cielo, mar y tierra.
Buscando pistas, buscando soluciones pero aun así el mundo le había arrojado miles de obstáculos. ahora estaba frente a una pared de roca sólida que lo detenía, algo que ni sus golpes podrían destruir, miró al cielo en búsqueda de respuestas, en búsqueda de algo…
Una señal, lo que fuera todo era mejor que el silencio.
Su rostro al instante fue tocado por una gota de agua, luego otra y luego una más, golpeando sus ojos, descendiendo hasta sus mejillas hasta finalmente caer al suelo, había comenzado a llover, provocando que ambos caballeros de Athena terminarán empapados.
Shaina se quedó mirando a la espalda del caballero dorado, admirando las alas que adornaban la hermosa armadura… él permaneció inmóvil, mirando al cielo en lo que pudo suponer que fueron horas a pesar de que solo habían pasado unos simples segundos.
Esto no podía ser todo… no podía serlo, Seiya se negaba a creer que esto fuese todo, no quería ni iba a asimilarlo, si aún existía una persona que supiera lo que había sucedido con su hermana debía llegar hasta ella, aunque eso lo condenase por toda la eternidad como un maldito traidor.
―No… me niego a creerlo…―Seiya Murmuró finalmente apretando sus puños, Shaina, se sintió confundida, pero más que confundida, sorprendida de que de verdad, estuviera dispuesto a llegar a las últimas consecuencias solo para estar frente a la verdad absoluta de lo que le había sucedido a él y a Seika.
―Dijiste que Saori fue con Artemisa y que viajó al pasado junto a Shun. ―Finalmente él Se volteó hacia ella totalmente determinado a llegar a la diosa que le había mentido durante tantos años de su vida. ―Ella debe saber algo tiene que, ¡tengo que ir a preguntárselo! ―Exclamó caminando en dirección al santuario, pero antes de siquiera poner un pie fuera del circulo de combates, Shaina lo detuvo, tomándolo del brazo para evitar que diese un paso más.
―No Seiya, si lo haces entonces de verdad no podrás volver atrás. ―La Amazona de Ofiuco le pidió, intentarlo frenarlo, esperaba que toda su historia fuese suficiente para él, ella de verdad esperaba que Seiya entrará en razón, pero tarde se dio cuenta que aquello no hizo sino agravar el problema.―Sé lo que se siente obsesionarse con algo y no es sano, tienes que dejarlo ir, debes dejarla ir, por favor…―Shaina ahora le rogaba a él que se detuviera, esto no hacía sino ponerlo en un peligro cada vez mayor.
―Solo detente, detente por favor…― Trataba de convencerlo a pesar de todo ella aún buscaba salvarlo del obscuro porvenir que se encontraba frente a él, aún sí las defensas del santuario eran mínimas, Seiya debía detenerse… tenía que hacerlo… de lo contrario lo único que podía esperarle sería un destino funesto, si seguía avanzando solo se encontraría con su propia muerte o con algo mucho peor.
―Es mi hermana, Shaina… debo encontrarla, debo encontrarla, aunque me cueste la vida. ―Respondió él cerrando fuertemente sus ojos, aún si se encontraba con otro muro, él lo atravesaría hasta llegar a Saori, una vez que todas sus preguntas fuesen respondidas se detendría pero no aquí, ciertamente no ahora estando tan cerca del final de su trayecto.
―Iré y nada ni nadie me detendrá hasta encontrar a mí hermana. ―Seiya respondió apartando la mano de Shaina, comprendía el riesgo, comprendía lo que sucedería, pero aun así no iba a retractarse ni a retroceder, solo seguiría avanzando como siempre lo había hecho.
―Seiya… sabes que, si lo haces, todo por lo que has luchado desaparecerá, todos tus triunfos, todos tus logros se esfumarán, serás conocido como un traidor… y de eso ya no habrá vuelta atrás. ―Él se detuvo ante aquella advertencia, el Héroe de Héroes, Asesino de Dioses, Guardián de Athena, Pegaso de Oro, Seiya: el Legendario Caballero de Sagitario… esos eran los títulos por los que se le conocía.
Todos lo respetaban y admiraban, la leyenda que había forjado desde que era un niño hasta ahora que era un adulto, todo eso encontraría un final anticlimático, un cierre indecoroso a una vida llena de hazañas, una vida dedicada a proteger a la diosa que le había arrebatado todo incluyendo su tan preciada Libertad.
Pero más que eso, quien le había ocultado desde que despertó lo acontecido con su querida hermana mayor, Seika, por ella valía la pena tirar todo eso a la basura, por ella valía la pena enfrentarse a Athena.
Por ella, valía la pena volver al infierno si solo así podía recuperarla, a ella junto a sus memorias.
―Lo sé… lo sé y no me importa, solo quiero encontrar a mi hermana, solo así sé que finalmente podré volver a casa. ―El santo de sagitario replicó finalmente después de un sepulcral silencio, mirando levemente hacia sus espaldas, esta obsesión que lo estaba guiando a la oscuridad encontraría un final una vez que ellos se reunieran finalmente después de todos estos años.
―No lo entenderías Shaina, no sabes lo que es anhelar algo tan importante y significativo para ti, que todo el mundo te pide que lo olvides y que sigas adelante. ―Sus palabras eran acompañadas por una profunda tristeza que nadie podía calmar, una infinita pena que Shaina compartía al escuchar esas palabras salir de sus labios, golpeándola directamente en el corazón.
―No puedo hacer eso, he llegado demasiado lejos ya estoy cerca de la verdad, no puedo permitir que esto se me escape de las manos, tengo que llegar hasta el final aunque me cueste la vida hacerlo. ―Finalizó caminando hacia el santuario bajo la amarga lluvia que ocultaba su dolor, Shaina podía sentir lo que él estaba experimentando.
Finalmente después de tantos años Seiya estaba en búsqueda de un objetivo más grande que él, más importante que su vida o que la vida de todos sus compañeros y amigos.
Un sueño que lo estaba guiando al más profundo de los infiernos, circulo 7 de los violentos, hogar de los gritos de desesperación que nunca cesaban, el centauro de oro estaba caminando solo por la senda del dolor en búsqueda de la vida que se le había arrebatado, vida que nunca más volvería, una vida que había terminado antes de comenzar.
Sin un inicio agradable y sin un final feliz…
La senda dolorosa era recorrida por un caballo perdido bajo una noche sin estrellas, una velada sin luna que lo guiaran de vuelta a donde pertenecía.
Siendo sus únicas acompañantes la soledad al lado del eterno dolor, una agonía que nadie sería capaz de curar a menos que se le fuese devuelto aquello que se le había sido robado.
Shaina Lo vio, adentrándose más en la oscuridad de donde no habría salvación, solo más desesperación e infortunio, agonía y destierro, todo lo que él había sacrificado para salvar al mundo de su diosa, aglomerados juntos para desaparecer en el abismo.
―Sí sé lo que se siente Seiya… por supuesto que lo sé…―Murmuraba ella con su único ojo descubierto expresando un tremendo pesar por el hombre justo que caminaba en la tierra de los abandonados, sin nada más que su fe al lado de la promesa de regresar al lugar que pertenecía.
―Athena, Saori… te he traicionado, ahora yo tampoco puedo regresar… ¿este fue tu plan? ―Se preguntaba alzando sus ojos hacia el santuario, donde la diosa que los había lastimado a ambos por tanto tiempo descansaba tranquila bajo el sufrimiento de sus caballeros, ¿esta era la recompensa de los dioses por su lealtad? ¿O esta era una penitencia para los que habían sido crueles con ellos y consigo mismos? Que horrible destino, sin duda… un destino mucho peor que la misma muerte.
―¿O es que acaso es el destino actuando? No lo sé… pero por favor, por lo que más quieras, ten piedad de él, ya lo ha perdido todo… te ruego que, si aún tienes un corazón humano, solo déjalo recuperar su libertad. ―Pedía la cobra cuya voz y lágrimas que eran silenciadas por la lluvia.
El final de una era de oro se acercaba a su oscuro final, el desenlace de esta historia había sido previsto desde el comienzo de la misma, nadie ganaba, todos perdían, una conclusión nefasta para una historia llena de tragedias e infortunios, contada por esclavos del destino sin control sobre el advenimiento, una misma tragedia contada innumerables veces a través del tiempo.
Sin forma de escapar, sin forma de retroceder, solo avanzar hacia la oscuridad de la que ninguna alma humana podía escapar.
¿Quién de los dos se equivocaba? ¿Y quién cedería primero? ¿Él o el Mundo?
"Sé que no es lo que buscas que te diga, pero es verdad, yo fui cruel con otros, así como otros fueron crueles conmigo, es una cadena de odio que hemos llevado por muchos, muchos años, en base a ello comprenderás que yo lejos de ser un buen hombre fui un malnacido, un maldito bastardo que solo buscaba su propia satisfacción.
Probablemente creas que soy un monstruo, quizás lo sea, quizás no… soy humano al fin y al cabo, cometí muchos pecados a lo largo de mi vida, al igual que tú, debes saberlo, después de todo, nosotros somos humanos y como tal aquellos pecados nos definen como especie, el que esté libre de todo mal que lance la primera piedra.
Los humanos tenemos las mismas oportunidades de caer ante la oscuridad como a servir a la luz, todos poseemos una pizca de esos dos… lo malo es que es más fácil ceder ante el mal y más difícil seguir por el camino de la luz.
Me sorprende incluso lo mucho que Saga y yo tenemos en común, sé que referirme a él es… un pecado, pues la memoria del santuario aún no condona sus actos ruines en contra de nuestra diosa y en contra del patriarca, pero la verdad sea dicha.
Él solía ser el estandarte del bien un bastión de la justicia, una luz brillante entre la profunda oscuridad, solo mira como acabó, convirtiéndose en un tirano, en un sádico despreciable que llevó al santuario a la era más oscura de su historia, alguien que no dudó en asesinar al gran maestro para tomar el poder del santuario, alguien que intentó asesinar a una recién nacida Athena y que envió a matar a su mejor amigo, quien más tarde se convertiría en un traidor y después se convertiría en un mártir.
Un hombre que se consideraba un dios, convertido en un asesino, un psicópata, el auténtico usurpador, hizo falta a dos herederos de la voluntad de Aioros para ponerle fin a su reinado de terror, solo para que al final terminará suicidándose totalmente arrepentido por sus crímenes contra nuestra amada diosa como contra sus hermanos en el santuario.
Yo por mi parte era lo más bajo de la sociedad, un huérfano sin hogar, sin educación, nacido y crecido sin amor, disfrutaba del dolor ajeno, me regodeaba en la agonía de los demás siendo igual de cruel con otros como los demás fueron crueles conmigo, llegué a Marte por pura suerte del destino, llamado a él con el único deseo de romper la voluntad de otros hombres y mujeres portando la armadura de oro… pero al ver la fortaleza de esos muchachos comprendí que hay cosas incluso más grandes en este mundo que los deseos personales de poder.
Viendo a personas increíbles sacrificando su vida valerosamente por proteger a los débiles, por darle sentido a sus vidas como a las vidas de todos los demás, para otorgarles un día más para vivir y luchar. Fue así que fui comprendiendo el significado de la verdadera fuerza, el verdadero sentido del poder, con eso escalé posiciones hasta llegar a donde estoy… Irónico, ¿no lo crees?
Un bastardo como yo… convirtiéndose en la persona más respetada del santuario, en el más sabio, así como el más fuerte de los caballeros.
Al lado de alguien tan bueno y gentil como él convirtiéndose en una historia oscura más de nuestro envejecido estandarte, un traidor.
Alguien nacido en la virtud jamás conocerá lo que es anhelar justicia… una plegaria no puede nacer de alguien que lo ha tenido todo en la vida.
Solo aquellos que hemos visto el abismo sabemos lo que él puede hacerte, lo mucho que puede destruirte, Saori vio eso en mí y por eso me confirió el puesto del patriarca, para que la justicia tuviera a alguien quien siempre anheló ser más que un simple delincuente.
Es por eso que una vez te vuelvas patriarca debes recordar esto siempre, al ser quien eres todo el mundo te cuida la espalda, lo cual significa que al mismo tiempo tú tienes que cuidarte las espaldas de todos, siempre busca a aquellos con verdadera necesidad de que la verdad prevalezca, guíalos, edúcalos, enséñales que no todo en esta vida debe ser oscuridad…
Bendecidos sean aquellos con hambre y sed de justicia, pues ellos serán saciados.
Benditos sean aquellos que sufren, pues ellos serán reconfortados.
Tú debes hacer eso para evitar que repitamos los mismos errores del pasado, debes ser la esperanza en los tiempos oscuros, una luz brillante entre las tinieblas a pesar que sea difícil debes hacerlo.
La maldad existe en el corazón de los humanos, eso es algo de lo que estoy totalmente seguro, sabiendo eso lo único que debes tener presente es que debes siempre esperar que el siguiente golpe constantemente venga de frente y que jamás venga por la espalda.
De lo contrario, la misma tragedia estará destinada a repetirse, esta vez, ningúno de los dos estará allí para evitar el sufrimiento como la carga que nuestros jóvenes tendrán que soportar, es nuestra responsabilidad como adultos… como hombres, en evitar que ellos repitan los errores del pasado, nosotros debemos ser fuertes para afrontar ese dolor solos.
Ese es el verdadero secreto de mi fuerza."
Seiya finalmente había arribado a la primera casa del Zodiaco, pese al mal clima y a los relámpagos que resonaban a la distancia, había encontrado el camino de regreso a su hogar… pero ese ya no era su hogar, podía sentirlo apenas pisar el primer escalón de la casa de Aries.
Había un enemigo delante, lo cual era triste sabiendo que en la primera casa se encontraba un amigo, un compañero que había estado a su lado por muchos años.
Pero su presencia había pasado de ser amigable a agresiva, Seiya debía haberlo supuesto, él ya no era bienvenido aquí a pesar de seguir portando una de las 12 armaduras doradas, lo habían estado esperando, preparándose para el combate.
Sabía que iban a detenerlo, sabía que no le iban a permitir seguir avanzando.
Pero él ya estaba más que decidido en no retroceder, quien quiera que se situara en su camino él lo apartaría, sin importar que fueran enemigos o sus amigos.
Siguió hasta que su mirada se topó con la superficie brillante de la armadura de Aries, el caballero dorado del carnero había aparecido frente a él, sin su aprendiz, lo cual solo podía significar que sus intenciones eran menos que amigables.
―Seiya… ―Murmuró el caballero dorado de Aries, su expresión era… dolorosa, casi como si supiera lo que iba a suceder entre ellos dos, algo que deseaba evitar… pero que sabía lo que sucedería si trataba de pasar por su templo dada la orden que habían dado desde los altos mandos del santuario.
―Kiki…―Respondió el caballero de Sagitario susurrando, deteniéndose ante él.
El peor escenario posible justo frente a sus ojos, el guerrero invencible contra el guardián de la primera casa, Kiki temía que este día llegase, temía enfrentarse a él de esta forma, debía tener en mente que seguía siendo el caballero de Aries.
El aprendiz de Mu el legendario Herrero Dorado, maestro de Jamír y el guerrero que desafío a la oscuridad en más de una ocasión, debía tener eso en mente al momento de que las cosas escalaran al punto de no retorno.
―Retírate del santuario y entrégame tu armadura, si te resistes me obligarás a utilizar la fuerza en contra tuya…―Decía tratando de hacer que él accediera a su petición, quería evitar pelear contra Seiya, deseaba evitar este enfrentamiento, pero conociéndolo él no iba a acceder a entregar su armadura y a retirarse tan fácil, por ese Motivo Raki no lo acompañaría en este enfrentamiento de voluntades.
―No deseo pelear ni desafiar tu fuerza, así que entrégate en calma y accede a nuestras solicitudes o de lo contrario, nos verás forzados a acabar contigo. ―Esperaba que Seiya hiciera lo más lógico para que desistiera, nadie tenía porqué derramar sangre esta noche y por supuesto que nadie tenía la necesidad de comenzar una guerra de mil días.
―No lo haré y no retrocederé Kiki…―Seiya respondió manteniéndose donde estaba, él era una fuerza imparable, sin importar lo que él hiciera o a donde fuera siempre lograba lo que se proponía y rendirse no era parte de su vocabulario, no comenzaría a hacerlo ahora, aunque toda la legión de oro restante en el santuario se interpusiera frente a él.
―Necesito hablar con Athena, ¿quién dio la orden de que se me fuese revocado mi título como caballero? ―Preguntó admirando a Kiki, quien suspiraba levemente.
―Fue el patriarca Harbinger a petición de la señorita Athena…―Al escuchar las palabras de Kiki, Seiya quedó en evidente estado de Shock, ella era quien había enviado a Shaina a detenerlo. ¿Ahora había dado la orden a sus compañeros de detenerlo antes de que cruzase las doce casas? Que era lo que Saori trataba de ocultar y porqué, ¿qué le había hecho ella a él y a su hermana?
―Coopera conmigo, no deseo lastimarte pero tu búsqueda por respuestas es muy peligrosa debes detenerte ahora, por eso te pido que desistas.
―Kiki… ¿tú sabes lo que busco? ¿Sabes por lo que he venido? ―Seiya volvió a preguntar, pero él… no respondió, se quedó en silencio, mirándolo con esa expresión lastimosa que le recordaba a sí mismo hacía tantos años, sin direcciones, sin su mentor, perdido en un mundo enorme sin la única persona que lo había guiado por tantos, tantos años. ―Tengo que hablar con Saori, ella sabe lo que le ocurrió a mi hermana…―Respondió Seiya apretando sus puños, él tampoco deseaba pelear contra Kiki, pero si se interponía en su camino tal y como había sucedido con Shaina, no tendría más remedio en enfrentarlo para pasar hacia la siguiente casa.
―Si ella te hubiese ocultado algo del maestro Mu, tú también buscarías respuestas, ¿no es así? ―Seiya trató de razonar ahora con él. Pero Kiki no podía desobedecer las órdenes, aun si era un buen amigo quien le pedía dejarlo pasar, él seguía las órdenes del gran patriarca y de la señorita Saori.
―Vamos, permíteme pasar, yo tampoco busco luchar contra ti. ―Nuevamente el caballero de Sagitario intentaba razonarlo con él, trataba de ponerlo en su posición, pero no lo estaba logrando.
―No es lo mismo Seiya… Yo ya he aceptado la muerte de mi mentor, ya he hecho las paces con eso, en cambio tú estás obsesionado por una verdad que no te llevará a ningún lado. ―Replicó Kiki manteniéndose firme, Seiya no deseaba que las cosas terminasen de esta forma, pero no veía más opción que moverlo u obligarlo a moverse, esa última opción era la que más quería evitar al igual que el caballero del primer templo
―Esta es tu última advertencia, abandona la casa de Aries y entrega la armadura de Sagitario. ―Advirtió el santo lemuriano presagiando lo inevitable… al parecer no iban a encontrar una forma pasiva para hacer todo esto, todo se iba a resolver igual que como lo hacían con los enemigos que venían al santuario.
―No lo haré Kiki… no me iré a ningún lado. ―Declaró Seiya preparándose para pelear nuevamente, el peor escenario posible… que mala suerte que tenía que ser contra él, prefería cualquier otro enemigo en este universo excepto él, al caballero de Sagitario no se lo podía detener sin apostar la vida en el combate.
―Ya se lo dije a Shaina y te lo diré a ti… sin importar quien se interponga en mi camino yo seguiré adelante, sin importar quien se ponga en mi camino yo continuaré hasta descubrir la verdad. ―Al final Kiki sabía que esto sería ineludible.
La única cosa que podría detenerlo sería llegar hasta donde se encontraba Saori, esa no era una opción, Seiya era peligroso en estos instantes, nadie sabía que sucedería una vez que llegase a la diosa guardiana de la tierra.
Pero siendo honestos, ningúno estaba dispuesto a dañar a su compañero, Seiya no iba a detenerse, Kiki no lo dejaría pasar por la casa de Aries, por eso mismo el santo dorado de la primera casa debía preparase para lo peor al luchar contra el guerrero invencible, utilizando cada técnica, cada habilidad y cada una de sus destrezas en combate.
Todo lo que había aprendido de Mu le serviría para confrontar a uno de los adversarios más formidables existentes en la actualidad, sería un combate entre dos voluntades inquebrantables, herederos de las armaduras de sus predecesores.
La voluntad de Aioros contra la voluntad de Mu.
―Lamento que no hayamos podido llegar a un acuerdo… Seiya. ―Habló cerrando sus ojos fuertemente, mientras que a lo lejos el reloj de fuego se encendía, señal que solo se activaba cuando un enemigo se encontraba invadiendo las doce casas, entonces esto era… Seiya finalmente estaba siendo considerado un traidor, de esto ya no había vuelta atrás…
―Entonces… tendrá que ser así…―Finalmente abrió sus ojos viendo a su enemigo frente a él, Kiki extendió sus brazos con ambas manos abiertas creando un muro dorado transparente frente a él al instante.
―¡Muro de Cristal! ―Exclamó creando una barrera que cubría toda la casa de Aries de lado a lado,
Cosa que Seiya esperaba con anticipación, la técnica predilecta de los caballeros de Aries para detener a un enemigo, pero al haberla visto tantas veces y al conocer todos sus secretos sabía que atacar directamente solo aseguraría su derrota, sino que iría en contra del adiestramiento de los caballeros.
Jamás utilices una misma técnica contra un Guerrero del Zodiaco.
―Esa técnica la he visto en más de una ocasión, se todo sobre ella, tanto su fortaleza como su debilidad. ―Comentaba Seiya acercándose al muro de cristal, para tocarlo, su mano toco el muro de cristal con la misma gentileza con la que él acariciaría los pétalos de una flor, fue con eso que la presión ejercida en el muro dorado comenzó a fragmentarlo hasta finalmente romperlo, ciertamente enfrentarlo no iba a ser nada sencillo.
―Tendrás que utilizar algo más para detenerme…―Debía haberlo imaginado, para pelear contra él debía utilizar trucos más avanzados, aunque su destino fuese morir aquí contra uno de sus mejores amigos, jamás permitiría que llegará a Athena.
Kiki suspiró, para entonces tomar su casco dorado y colocárselo en la cabeza, ¿era esto lo que su maestro había sentido cuando sus compañeros volvieron como espectros resucitados de la muerte? No… ellos se encontraban en un nivel muy inferior al de un caballero de oro al res resurgidos.
En cambio él se estaría enfrentando a Seiya a su 100% de capacidad, debía poner el 100% de sí mismo en esta batalla si quería tener una oportunidad de retenerlo el mayor tiempo posible antes de que llegara el amanecer.
―Temía que llegáramos a esto…―El caballero de Aries murmuró elevando su cosmos dorado lentamente, creando un aura del mismo color que su armadura, haciéndola resplandecer con la misma intensidad que su energía del alba.
―Entonces, morirás… ¡SEIYA! ―Amenazó separando sus brazos para preparar su siguiente técnica, al igual que Seiya lo hacía, haciendo resplandecer el poder de su cosmos de oro hasta el máximo, Kiki había sido un buen compañero por muchos años, había sido fuerte, valeroso, había visto a través de las artimañas de Marte, Había defendido a los caballeros de bronce de la era Omega, Se había enfrentado a Pallasites de un rango superior y había hecho la exclamación de Athena al lado de Shiryū y Fudo, en sus venas corría la misma sangre de los guerreros de Aries.
No había odio o desprecio, solo respeto y admiración entre ambos caballeros de Oro, por eso darían todo en esta batalla, aunque la misma representase el fin para uno de ellos.
Una guerra de 1000 días… cuando se mencionaba solo existía una certeza.
Un caballero de oro sería el vencedor o ningúno de los dos lo sería, acabarían con sus vidas justo aquí, bajo la obscuridad de una noche sin luna y sin estrellas.
―¡Extinción de Luz Estelar!
―¡Trueno Atómico! ―Ambos exclamaron, lanzando sus ataques al mismo tiempo, chocando estruendosamente uno con otro al instante creando un ensordecedor eco que resonó más allá de la primera casa, hacia las demás, Tauro, Géminis, Cáncer, Leo, Virgo, Libra, Escorpio, Sagitario, Capricornio, Acuario, Piscis… hasta finalmente llegar a la cámara de Athena.
Donde ella despertó Abruptamente ante el agresivo estallar de dos cosmos dorados, enfrentándose el uno al otro a muerte, ella se levantó de su cama y se dirigió rápidamente hacia los aposentos del patriarca, donde Harbinger se encontraba.
Silente ante el acontecimiento que ocurría dentro de la primera casa del Zodiaco.
―Harbinger… ¿Sentiste eso? ―Interrogó la Diosa de la Guerra preocupada por lo que había sucedido… pero más que eso, sorprendida de la nula respuesta del patriarca de Tauro.
―¿Que sucedió? ¿Qué…? No lo hiciste… ¡dime que no lo hiciste! ―Saori pedía por respuestas, pero él… no parecía querer responderle, no parecía tener una respuesta más allá de lo que ya era evidente, en la primera casa dos caballeros de oro estaban enfrentándose a muerte sin que nadie pudiera detenerlos.
―El deber del patriarca y de los caballeros es proteger a Athena…―Finalmente respondió Harbinger después de un largo silencio.
―Hice lo que tenía que hacer.
―No… no, Entonces… Seiya Y Kiki…―Saori musitó cubriéndose la boca con su mano, incrédula de lo que el patriarca designado estaba insinuando.
―Ambos están peleando… uno para descubrir la verdad y el otro… para detenerlo. ―Respondió el gran patriarca, sin remordimientos o retractarse de sus palabras, creando aún más sorpresa y miedo por parte de su diosa.
―Nosotros sabíamos que esto iba a suceder, tarde o temprano. ―Sumaba Harbinger consiente de las consecuencias de haber ido en contra de los deseos de su deidad.
―Pero no tenía que ser así… yo te pedí que no lo hicieras. ― Reprendió Saori quien había tratado de buscar una alternativa para evitar todo esto…
Pero parecía que la suerte no estaría de su lado… en esta noche tan oscura.
―Lo sé… pero si es cierto lo que me dijiste y si el hecho de que Seiya descubra la verdad sobre lo que le sucedió a su hermana entonces es necesario detenerlo a toda costa. ―Las sermones de la diosa de la guerra no evitaban que Harbinger hubiese tomado la mejor decisión para ella como para el santuario, él debía hacer lo mejor para ella y para el mundo, aún si eso significaba marcar al guerrero más sobresaliente de la historia del santuario como un traidor más
―Si lo que está en juego es la destrucción del espacio y tiempo como lo conocemos… No queda más remedio que detenerlo, incluso si eso significa tener que acabar con su vida. ―Anunciaba Harbinger afligido por haber tenido que tomar esta decisión tan difícil… Pero esto era algo que había aprendido a lo largo de toda su vida, las decisiones correctas no eran fáciles, siempre eran las más difíciles sin importar a quien perjudicarán.
En el Rostro del patriarca no había regocijo, solo una eterna pena que iba acompañada de un intenso sentimiento de traición, no por Saori, sino por sí mismo al enviar a matar al hombre que había creído en él… Un hombre que incluso lo tenía en alta estima a pesar de haber sido un maldito a lo largo de su vida.
No cualquiera podía tomarlas, se necesitaba tener una fuerte determinación al igual que una enorme fuerza de voluntad para tomarlas, para dar las ordenes que nadie quería dar, de enviar la muerte a miles de almas para salvar billones.
Esas eran las decisiones que un hombre como Harbinger había tomado, esas eran las cosas por las que lo habían elegido, nadie en su lugar habría podido soportar el peso de esas decisiones más que él, un hombre con una enorme fortaleza tanto física como mental…
Algo que Por suerte o por desgracia, Harbinger Poseía… Algo que sellaría el destino de Seiya por siempre.
"Eso fue lo que aprendí ese día.
La verdadera fuerza no reside en el cuerpo, la verdad de la fuerza reside en el espíritu y en la mente, en aquello que estés dispuesto a sacrificar para salvar a todos los demás, me tomó muchos años comprenderlo pero cuando lo hice, varias personas sufrieron por ello.
Pero los demás fueron libres de esa carga de ese tormento… ellos pudieron seguir durmiendo tranquilamente consigo mismos en las noches sabiendo que ningúno tuvo que tomar las duras decisiones que to estaba dispuesto a aceptar.
Con ello pude seguir, con aquel sacrificio pudimos prosperar, nosotros ganamos… pero tres personas perdieron algo, una diosa, un guerrero y una hermana…
Las decisiones más difíciles deben ser tomadas por hombres fuertes, Hombres que no duden en sacrificar algo tan importante que ellos mismos por la seguridad de miles de vidas más, es algo con lo que un hombre en mi posición debe de enfrentar, un hombre como tú tendrá que soportar todos los días de su vida hasta el amargo final.
Por qué no se trata de las cosas o de las personas que perdemos, nunca se ha tratado de eso, sino… de las personas que aún podemos salvar, siempre habrá algo más importante que tú mismo, siempre habrá algo más grande que tu propia vida.
Esa fue la encrucijada en la que fui puesto aquél día: ¿Un hombre o todo el universo…? Es fácil tomar esa decisión cuando no conoces a aquella persona, sacrificarla por el bien de todo el mundo suena bien… suena incluso correcto al no tener ningún lazo con aquel individuo.
Excepto cuando esa persona es un ser querido, quizá un familiar, un buen amigo, quizás un hermano. Alguien quien fuera de todos los dilemas amarías en cualquier otro tipo de situación, pero cuando la realidad depende de que, si su vida sea sacrificada o no, te lo pensarías.
¿Incluso por qué no? Dejar a todo el universo morir y solo salvar a esa persona.
Es un pensamiento muy humano, muy realista… después de todo.
¿Qué ha hecho el universo por ti últimamente? Pero no es correcto…
No es correcto sacrificar a miles de almas solo por una, inocentes o culpables, santos o pecadores, no importa, todos ellos tienen alguien a quien aman. Alguien a quien estiman, una persona que al igual que tú darían sus vidas por proteger y salvar, incluso si con ello se llevan a todo el mundo consigo.
Nunca se ha tratado de poder de nuestros números o de cuantos estamos dispuestos a sacrificarnos por un noble sueño… sino de la fuerza, la fuerza de hacer dichas decisiones tan difíciles… si yo hubiera tenido más tiempo y 30 legiones de caballeros con esa misma mentalidad, nuestros problemas ya se habrían terminado.
Los hombres fuertes son quienes escriben la historia, ellos toman las decisiones que nadie más puede, la correctas, tú también estarás al lado de esas personas quienes deciden el transcurso de la historia, para beneficiar a nuestros hermanos y hermanas, guíalos hacia la victoria.
Nunca dudes, tú reescribirás esta historia llena de tragedias, para otorgarnos finalmente un final feliz.
Sé que será un camino que creerás imposible de concretar, pero sé que lo lograrás, aún si es tu destino o no, confío en ti para que lo logres. Por qué si tú no eres capaz de lograrlo, entonces nadie más lo hará… Estaremos destinados a repetir la misma tragedia por toda la eternidad."
El Episodio Zero aún no ha Terminado…
Α/Ω
Seiya finalmente había logrado salir de la casa de Aries, su cuerpo presentaba hematomas y heridas visibles en su piel, sin embargo, su armadura aún permanecía intacta, sin ningún rasguño sobre su superficie dorada, pero estaba lejos de estar limpia, manchada de tierra, polvo como los manchones de sangre imposibles de ignorar…
Kiki había demostrado una enorme determinación al enfrentarlo, pero al final Seiya había logrado salir, odiaba haber tenido que hacer esto… se odiaba a sí mismo por haber bañado su armadura de sangre.
Sangre que era más de Kiki que suya propia, era evidente que ya no podía retroceder, pero con esto su sentencia estaba hecha… ya no podía regresar aunque él lo deseará, este acto de traición era imperdonable, un pecado que sin duda alguna lo llevaría al peor de los destierros, el exilio eterno de la muerte.
Este camino que había elegido lo conducía al peor de los infiernos de eso ya no había vuelta atrás, a pesar de todo debía seguir avanzando, tenía que hacerlo a pesar de las heridas, era demasiado tarde para arrepentirse, muy lejos para pedir perdón, ahora debía continuar…
A pesar de todo aún debía continuar, la llama de Cáncer ya se había extinguido, sin lugar a dudas el heredero de la voluntad de Mu había hecho todo a su disponibilidad para retenerlo por 4 horas, una actuación impecable…
Pero ya habría tiempo para lamentarse más tarde, su mente debía estar enfocada en Athena y en Seika, así pues comenzó a correr a toda velocidad hacia los siguientes templos, dejando la casa de Aries en completo silencio.
Él no tardó mucho en llegar a la casa de Géminis, su velocidad superaba a la de la luz por instantes por lo que arribar al templo de la constelación gemela no fue difícil, hasta que…. El suelo frnete a él explotó dejando caer escombros a su alrededor, creando un enorme hueco en el suelo.
Seiya aterrizó después de esquivar el ataque sorpresivo que vino de aquélla dirección.
El alzar su mirada no pudo ver a nadie, hasta que sus ojos se toparon con una figura femenina entre la oscuridad, avanzando lentamente hacia él.
―Seiya, no des ni un paso más, detente en este mismo instante. ―Hablaba la guardiana del templo de géminis, portando la armadura dorada que representaba a la tercera casa y la constelación.
―Puedo ver que caminas por la misma senda oscura que alguna vez lo hizo mi hermana, camino que la condujo por una vida de deshonra, hasta su desafortunada muerte. ―Al mirarla con atención pudo apreciar a una hermosa joven de cabello y ojos celestes, quien se detenía frente a él, a los lados de su rostro ella llevaba ambas caretas, la máscara de la bondad y el rostro de la maldad, siendo la del lado izquierdo la que ella representaba, la bondad en su máxima expresión, pero justo en estos instantes esa eterna bondad de había convertido en una fiera barrera que detenía al santo dorado de Sagitario en el acto.
―Tus transgresiones han llegado muy lejos caballero de Sagitario, este camino rodeado de tinieblas te ha segado del camino verdadero, por ende te exijo que te detengas antes de que me obligues a tomar tu vida antes de que tus faltas sean aún más graves. ―La muchacha le decía firme frente al caballero de oro más poderoso de esta y de la anterior generación, ella no le temía a esas probabilidades pues su determinación al igual que su fuerza eran absolutas.
―Integra, no me detengas… tengo que llegar hasta donde está Saori, apártate no me obligues a herirte. ―Respondió el caballero de Sagitario viendo de frente a su compañera quien mostraba una poderosa fuerza de voluntad interponiéndose en su camino siendo ella la primera en atacar.
―No deseo herir a ninguna mujer, pero como se lo dije a Shaina, nada me detendrá hasta encontrar a mi hermana. ―Sus palabras mantenían la misma determinación con la que él había accedido al santuario después de la advertencia que Shaina le había dado.
Él no flaquearía hasta hallar respuestas de lo sucedido con Seika, la encontraría, aunque eso fuese lo último que él hiciera en su vida, iba a encontrar a su hermana, costará lo que costará, él sería fiel a su promesa y la llevaría de regreso a casa.
―Ya es muy tarde para que demandes ese tipo de consideración. ―La santa de Géminis respondió cortantemente, dejando en claro sus intenciones, solo habría una forma de pasar por su casa y esa sería pasar sobre su férrea voluntad dorada, al haber sido elegida por la armadura que poseía, ella demostraría estar a la altura de la constelación de géminis, aún si eso la llevaba hacia su muerte.
―No tuviste los mismos reparos con Kiki, así que yo no me contendré en hacer lo necesario para detenerte. ―La santa dorada se preparaba, conocía a Seiya al igual que su ilustre leyenda como su gran legado, con mayor razón debía estar preparada para todo al enfrentarse a una leyenda viviente que descendía lentamente hacia la oscuridad.
―Ésta es mi última advertencia, abandona los doce templos y entrega la sagrada armadura de Sagitario, o me veré obligada a destruirte…― Indicó Integra preparada para hacerle frente al caballero de sagitario en un combate muy igualado.
Esto ya había sucedido con anterioridad, hacía tantos años, pero en esta ocasión Era Géminis quien intentaría detener a Sagitario de hacerle daño a Athena, géminis contra sagitario, los roles se habían invertido, solo uno persistiría mientras que el otro caería aquí, en la casa donde todas las tragedias e infortunios habían dado inicio.
―No lo haré, integra… Saori sabe lo que le sucedió a mi hermana.―Anunciaba Seiya, comprendiendo lo que estaba haciendo, él tampoco se lo perdonaría de estar en el lugar de Integra, pero ella ya había perdido a su gemela en la guerra contra Pallas, si ella estuviese en su lugar habría hecho todo lo posible por salvar a su propia hermana incluso si eso significaba sacrificar todo de sí misma para proteger a su gemela fallecida.
―He llegado tan lejos, me he visto en la necesidad de herir a mis compañeros y ahora que la verdad está tan cerca me niego a retroceder después de lo que he hecho. ―Seiya cerró sus puños encendiendo su cosmos nuevamente, él no permitiría que a Seika le ocurriera lo mismo que a la hermana mayor, no sí él aún podía evitar perderla para siempre, si aún existía al menos una mínima posibilidad de rescatar a Seika donde quiera que ella se encontraba debía aprovecharla, aún si con esto su muerte estuviese justo frente a él.
―Esta es mi última advertencia para ti, muévete o te obligaré a moverte. ―Amenazó ahora el caballero de Sagitario, listo para luchar por que le dejase pasar hacia la siguiente casa del Zodiaco.
"He escuchado que los caballeros de Géminis siempre son los más poderosos de su generación. ¿Sabes? Desde siempre quise saber que tan poderosas eran tú y tu hermana; Paradox. ¿¡Supongo que estoy a punto de descubrirlo, no es así Integra!?" Pensaba esperando toda clase de respuesta de la santa dorada de Géminis, siendo dos de los caballeros más poderosos del santuario, en esta ocasión la batalla sería aún más reñida que las anteriores que había tenido esa noche.
Una fuerza imparable se enfrentaría contra un ser capaz de moldear la realidad y el espacio a su voluntad.
Un choque de fuerzas de proporciones titánicas con un único vencedor.
Sagitario contra Géminis un combate destinado a repetirse una vez más, bajo la mirada impotente de la diosa de la guerra, una búsqueda de la verdad jamás fue tan peligrosa ni tan dolorosa.
―Tu alma está muy sumida en la oscuridad, Seiya… el sonido que producen tus emociones, tu corazón y tu alma es de desesperación, una voz dolorosa que debo silenciar para que no se convierta en un peligro para nuestro universo. ― Declaraba sintiendo su cosmos arder con la intensidad de una estrella joven, justo como su adversario frente a ella lo avivaba, tratando de llevarlo a sus límites con el único objetivo de contrarrestar el poder de Seiya.
―Perdóname, pero puedo apreciar que no me queda otro remedio que someterte, bajo el sonido un millón de estrellas estallando. ― Respondió finalmente materializando una pequeña esfera en su mano, la misma casi parecía ser un pequeño planeta que flotaba en la palma de su mano, la cual comenzó a romperse y fragmentarse a medida que cerraba su mano formando un puño, preparándose para lanzar la técnica más poderosa del caballero de Géminis, así como más y más planetas comenzaban a aparecer a sus espaldas, recreando la verdadera forma de su técnica.
Seiya sabía que iba a arremeter en su contra con todo el poder de su cosmos dorado, por esa misma razón, él materializó el arco dorado de su armadura, al mismo tiempo que la flecha dorada de Sagitario, si iba a contrarrestar su técnica más poderosa tenía que utilizar su propia técnica que arrasaría con el ataque de Integra.
― ¡Rahhh! ―Seiya exclamaba tensando la cuerda de su arco, apuntando la flecha de oro directamente hacia su adversaria, dispuesto a atravesar la armadura de géminis si era necesario, el al igual que su flecha atravesaría cualquier obstáculo con tal de alcanzar su objetivo; obtener Respuestas de Saori Athena.
―¡Flecha Dorada Estelar!
― ¡Ohhhh! ―Finalmente Integra cerro su puño destruyendo la pequeña esfera en sus manos, al mismo tiempo que los infinitos planetas que se formaron a sus espaldas estallaban en una sinfonía de destrucción sin precedentes, lanzando su puño hacia adelante con toda la furia de millones de estrellas detonando al unísono.
―¡Explosión De Galaxias!
Continuará…
3 capítulos para darle fin al Episodio Zero…
Esta historia aunque me servía para contar los sucesos ocurridos antes de la gran guerra Santa contra Hades también me ha ayudado a darle una trayectoria a todos los eventos ocurridos y por ocurrir, marcando el paso hacia los eventos que ya conocemos, suena sencillo pero no lo es pues tengo que respetar todos los eventos que ya establecí desde antes, lo cual en retrospectiva me da aún más ánimos para seguir contando los eventos antes de la gran batalla contra Hades.
Creando una coherencia con todos los eventos del presente, pasado y el futuro que aún está por llegar.
Un merci à ShainaCobra car ses commentaires m'ont beaucoup aidé à continuer à raconter les événements avant la bataille la plus importante de toutes, la guerre sainte contre Hadès.
Bien que l'épisode Zero touche bientôt à sa fin, un nouveau fossé s'ouvrira pour continuer à compter les événements qui se sont produits au cours des 200 ans avant le début de Guardians.
Espero que sea del agrado suyo y de mis seguidores que esperan ansiosamente un nuevo capítulo de los personajes que ya conocen como de los personajes que están aprendiendo a querer.
Sin más que decir por el momento me despido, Soy Eddy B.
Desconectándome.
Paz!
