Relato 4- Motociclista y deportista.

Resumen: Sobre Mitsui y Tetsuo.

Mitsui siempre había sido un hombre curioso. Tenía su esencia de ternura junto con aquella aura viril que, cualquiera pensaría, serían imposibles de combinarse.

Y esas características eran las que lo habían llevado a llamar la atención de montones de hombres desde la secundaria hasta la preparatoria. Porque sí, Hisashi Mitsui, el MVP de la secundaria, era más popular entre los muchachos que entre las muchachas.
El primer muchacho que sufrió un mal de amores fue el subcapitán del equipo de Shohoku al enterarse de su abandono hacia el básquetbol, el deporte que alguna vez los había unido. Sin embargo, Mitsui fríamente nunca se detuvo a pensar en ello, pues, por primera vez, se permitió sentir algo más por alguien a quien nunca había imaginado ver con otros ojos.

Cuando, desamparado de todo aquello que significó algo importante en su vida alguna vez, se encontró con aquel hombre motociclista, tuvo una visión del tiempo y de la vida que no creía fuera capaz de avivar una chispa en su corazón.

Más que compañeros de pandilla, la relación de Mitsui y Tetsuo era la de un romance salvaje muy difícil de comprender, incluso entre ellos. Pese a ello, andar en motocicleta por las calles nocturnas desperdiciando los mejores momentos de la vida fue la opción más aceptable para ellos siempre, como si solo durante la noche pudieran comprenderse el uno al otro más allá de las peleas callejeras sin sentido o las reuniones donde compartían cerveza y tabaco barato.

Así eran ellos y así aprendieron a vivir durante mucho tiempo. Si conseguían problemas con otros durante el día, los resolverían por las noches a golpes en los callejones. Si las diferencias eran entre ellos, podían resolverlo de una manera mucho más romántica. Siempre secretamente en los callejones durante la noche.

Pero, ¿qué había pasado? Que Hisashi Mitsui amaba más al básquetbol de lo que alguna vez quiso a Tetsuo, porque, para empezar, la atracción hacia aquel hombre era meramente momentánea tan solo en busca de aliviar la soledad de dos almas perdidas. Y nada más.
Siempre había sido así… Tan solo un falso romance feroz.

Decir adiós fue fácil de un momento a otro, aunque doloroso en el fondo del corazón con el pasar el tiempo.

Al ver al muchacho con el cabello corto una vez más, el hombre supo que lo había perdido y que no había oportunidad de que todo volviese a ser como antes. Tetsuo tan solo había sido la pieza que faltaba en la vida de Mitsui; ese fragmento que te dice: «Tengo que ser mejor que esto». Y estaba bien para él. Si servía para ser el ejemplo perfecto de lo que no debía llegar a ser, entonces lo aceptaría, porque todo lo que deseaba era ver feliz al joven basquetbolista.

Sonrió satisfecho al verlo dejando lo malo atrás y caminando hacia su nuevo futuro… Era todo lo que quería.

Aquella relación tan dolorosa pudo haberse prolongado un poco más. Sin embargo, nada bueno podía salir de ello y solo uno fue capaz de verlo. Era mejor dejar ir el pasado de una vez por todas.

Incluso estando lejos, jamás olvidarían lo que alguna vez fueron juntos. Las noches que se apoyaron el uno al otro mientras esperaban ilusamente que aquel amor imposible aflorara.

—Adiós, deportista.

Tras esas palabras y sin ver atrás, Tetsuo se perdió entre el bulevar para no volver jamás, olvidando su querer. Y Mitsui lo vio irse sin decir nada más.

La despedida no fue merecedora ni de un apretón de manos ni de un abrazo ni de un beso, porque el sentimiento de no haber sido nada se hizo presente traicioneramente y permaneció así para siempre.