Digimon y sus personajes NO ME PERTENECEN. Solo hago esto por diversión y para su entretenimiento.
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─ Pequeña, ¿Qué te pasa? ─ preguntaba Taichi a su hija de ahora 8 meses. Estaba solo en casa con ella y la niña tenía, sin exagerar, una hora entera de llorar sin detenerse. Ya había revisado su pañal, le había dado de comer, incluso la había bañado por si acaso se sentía incomoda y nada funcionaba ─ Ya…ya… tranquila amor ─ trató de hacerla reír haciéndole algunas muecas y…nada ─ ¿Algo te duele, angelito? ─ parecería tonto que le preguntara eso a una bebe de 8 meses que apenas hacia algunos sonidos tratando de decir algo, pero él juraba que esa niña seria un genio; ella entendía lo que le decías, pero no te respondía. Simplemente gagueaba o hacia un movimiento con sus manitas para que la entendieran. Él no estaba loco, como Sora le decía, su hija lo entendía ─ Muéstrale a papi dónde te duele ─ la pequeña cesó un poco el llanto y miró a su padre con los ojos llorosos. Eso le partió el alma; eso le confirmaba: algo le dolía. La pequeña colocó sus dos manos empuñadas en su pecho, mirándolo como si tratara de decirle que la ayudara ─ ¿Te duele el pecho, angelito? ─ La niña se acurrucó entre los brazos de su. Taichi la abrazó y comenzó a mecerla lentamente, aun preocupado. Tal vez debería llevarla al hospital y ver que tenía, pero al parecer, lo peor había pasado. Lo mejor era esperar a Sora, ella sabrá que hacer. Siempre sabía.
Miró a la bebé, ahora dormida en su regazo y suspiró. Estos últimos meses, la pequeña Camila había estado atravesando una etapa que el definiría como…extraña. Tal vez no fuera la persona más observadora del mundo, pero cuando se trataba de las personas que amaba, siempre estaba pendiente.
L o primero que notó fue lo que Sora había señalado una vez: la tonalidad de sus ojos. Un día, ella estaba sentada en su silla alta mientras él la alimentaba con una papilla. Cuando llamo la atención de la infante, vio como sus pequeños ojos estaban azul claro, no marrón azulado, azul. Era un azul tan claro que parecía blanco y lo más alarmante era que cuando sus ojos tomaban esa tonalidad, parecía que la niña se volvía ciega. Varias veces pasó sus manos frente a su mirada y no hubo movimiento. No habia pasado media hora y Taichi Yagami ya estaba en la sala de emergencias con su pequeña en brazos. Los médicos y enfermeras revisaron anonadados a la niña, asegurando que nunca habían visto un caso similar, pero lo más extraño del asunto es que sus ojos volvieron a ser marrones ante la mirada sorprendida de los médicos y Taichi. Sin haber encontrado algo fuera de lo común, los médicos le recomendaron que la llevaran a un especialista en el área. Le contó a Sora lo que había pasado y después de haberle dicho un "te lo dije", hizo una cita rápidamente con un oftalmólogo, quien les dijo a los preocupados padres que no había nada malo con los ojos de su hija. Taichi y Sora aceptaron el juicio del doctor…por lo menos eso intentaron; sabían que ese suceso no era normal.
Lo segundo que notó fueron algunas dificultades motrices: una bebé de 6 meses debería ser capaz de, por lo menos, hacer algunas clases de movimientos, pero no, Camila tenía serios problemas con eso. Se notaba que hacia un gran esfuerzo por hacer movimientos que todo bebe hace como gatear. Naturalmente, acudieron al pediatra buscando respuestas, las cuales no consiguieron. El doctor simplemente dijo que cada niño se desarrolla diferente y que ella solo estaba algo detrás de los demás. Taichi no se abalanzó sobre el pediatra porque Sora, a pesar de que también estaba indignada, lo detuvo. Era obvio que dio un diagnóstico sin ningún fundamento, sin importarle lo que Taichi y Sora tenían para decir. Fue otra visita sin frutos.
Y lo tercero que notó fueron esos repentinos ataques de llanto como el que había tenido momentos antes. Habían comenzado recientemente; eran realmente atemorizantes porque cada vez era más evidente que algo le dolía y era extremadamente frustrante no saber cómo ayudarla.
Salió de sus cavilaciones cuando sintió como la bebé se acurrucaba más a su pecho. Miró su rostro y pudo ver incomodidad en él. Miró el reloj; Sora no tardaría mucho; había ido al supermercado con Ty y de seguro llegarían pronto. Esperaría a su esposa para hablar de la situación de su hija; esto no podía seguir así. Con mucho cuidado, acostó a su hija en su cuna, cubriéndola hasta la cintura con una pequeña manta roja de Garudamon. Contempló a su hija por unos segundos para luego salir de la habitación. Se debatió entre ir a la sala o a su habitación. Al final, decidió quedarse en su habitación; así estaría más cerca y pendiente de Camila. Tomó su laptop y comenzó a leer unos documentos relacionados a su trabajo. Unos 15 minutos después escuchó llegar a su esposa e hijo.
─ Taichi, ¿Dónde estás? ─ escuchó como lo llamaba.
─ En la habitación ─ respondió y en cuestión de segundos, Sora y Ty estuvieron a su lado.
─ Papi, ¿Dónde está Camila? ─ preguntó el niño.
─ Está dormida ─ de inmediato, el niño de casi 4 años salió disparado en dirección a la habitación de su hermanita. El semblante de Taichi cambio drásticamente cuando quedó a solas con su esposa ─ Camila…volvió a tener un ataque de llanto ─ Sora lo miró afligida iba a decir algo pero no tuvo la oportunidad de hacerlo, gracias a los pasos apresurados que venían del pasillo.
─ ¡Mami, Papi! ─ gritó el niño antes de llegar a la habitación ─ ¡Camila está haciendo unos sonidos extraños! ─ Taichi y Sora corrieron hasta la habitación de su hija y se horrorizaron ante el estado de la pequeña. El pecho de la niña subía y bajaba rápidamente, mientras hacia un sonido como el de una persona a quien le falta el aire. Sora de inmediato tocó la frente de la bebé.
─ Tiene fiebre, Tai ─ dijo Sora, realmente preocupada. Taichi bajó rápidamente, seguido de su primogénito y encendió el auto, mientras Sora bajaba a toda prisa con su hija envuelta en una manta y se sentó en el asiento trasero junto a su hijo.
Taichi jamás había estado tan aterrado. Veía por el retrovisor como Sora la acunaba y le susurraba palabras dulces a la pequeña, seguramente tratando de aparentar tranquilidad para que Ty no se asustara, pero sabía que ella estaba tan asustada como él.
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Hace más de media hora que habían llegado al hospital y aún no tenían noticias de la bebé. Taichi no dejaba de dar vueltas por toda la sala de emergencia tratando de calmar la ansiedad que sentía en estos momentos. Sora estaba sentada en uno de los banquillos, con Ty sentado en su regazo, mimándolo y tratando de tranquilizarlo.
─ ¡¿Por que demoran tanto?! ─ exclamó frustrado el digielegido del valor.
─ Tranquilízate, papi ─ respondió su hijo inocentemente ─ los doctores están curando a mi hermanita, ¿verdad, mami? ─ Sora le sonrió cariñosamente.
─ Sí, tesoro ─ dijo despeinando su cabello ─ Es increíble, Taichi; nuestro hijo es más maduro que tú ─ se burló ella, Taichi sonrió. Se sentó en el banquillo al lado de su esposa y los abrazó a ambos, tranquilizando un poco la situación. La familia Yagami-Takenouchi permaneció allí en silencio, dándose apoyo mutuamente.
─ Familiares de…Camila Yagami.
─ Somos nosotros ─ respondió rápidamente Taichi, poniéndose de pie en el acto. Sora cargo a su ahora dormido hijo y se acercó a su esposo y al doctor ─ ¿Qué le pasa a nuestra hija?
─ Tiene neumonía ─ respondió el doctor como si fuera algo tan normal como el sol que sale cada día ─ ¿Tiene idea de cómo pasó? ¿Tomó brisa nocturna, ha estado en lugares de humedad…o algo por el estilo? ─ preguntó el doctor.
─ No, doctor; nada de eso ─ respondió Sora. Su casa estaba en buen estado, ninguna filtración u otra cosa que pudiera causar humedad y por lo de la brisa nocturna…era ridículo. Nunca la llevaban de paseo de noche y si lo hacían, salía forrada de pies a cabeza con un juego de bufanda, chaqueta y hasta gorrito, cortesía del padre sobrepotector Taichi Yagami, por lo que era poco probable que haya sido un descuido de ellas.
─ Ya veo…la niña deberá quedarse ingresada para tratarla; le haremos unos exámenes para monitorearla y le colocaremos un nebulizador cada cierto tiempo para despejar las vías aéreas…pueden pasar a verla si desean.
─ Gracias, doctor ─ el hombre asintió y se retiró.
Luego de eso, estuvieron todo el tiempo acompañando a la bebé. La niña estaba dormida en una cama, con una intravenosa en su brazo. Como había dicho el médico, unas enfermeras entraron, poco tiempo después, a tomar muestras de sangre para mantenerla vigilada. Taichi tomó a su hija y la sentó en su regazo, mientras la enfermera introducía la aguja en su pequeño brazo, tanto Taichi como Sora respiraron hondo ante la inmediata respuesta de su hija al pinchazo: llanto.¿A qué padre no le afectaría ver a su hijo sufriendo? Les dolía verla así.
─ Ya pequeña…ya pasó ─ susurró besándole la cabeza, mientras la abrazaba protectoramente.
─ Tai…ya es tarde y Ty tiene escuela mañana, yo me quedaré aquí con ella ─ dijo Sora. Cierto. Tenía que llevar a Ty a casa.
─ Nos iremos después de que le coloquen el nebulizador ─ Sora asintió. No pasó mucho tiempo antes de que una enfermera entrara con un pequeño aparato. Lo conectó a la corriente, preparó una clase de solución que vacioo en el recipiente de la mascarilla, lo cerro y cuidadosamente, se la colocó a la niña de 8 meses y lo encendió. Casi de inmediato, se oyó un sonido de un motor andando.
─ Volveré en un momento cuando la solución acabe─ dijo la enfermera para después retirarse.
La medicación tenia a la pequeña al borde del sueño, por lo que, suavemente, Taichi y Sora cambiaron lugares; él tomó a su ya dormido primogénito, mientras Sora colocó en su regazo a la niña, quien de inmediato se acurrucó en su pecho
─ Cualquier eventualidad, me llamas, ¿ok? ─ Sora asintió ─ Nos vemos mañana, cielo─ se acercó a ella y la besó dulcemente.
─ Adiós, los amo ─ Taichi sonrió.
─ Y nosotros a ti ─ respondió.
Cargó a su hijo hasta su auto donde lo depositó en el asiento trasero, para marcharse del hospital. En el camino a su hogar, iba pensativo. Por eso Camila había puesto sus dos puños en su pecho cuando tenía uno de sus ataques de llanto; le dolía el pecho, el simple hecho de respirar, le causaba dolor. Esa era una explicación, pero y ¿los otros síntomas extraños? Sospechaba que había algo que estaban ignorando, algo importante que debían tomar en cuenta para descifrar todos esos sucesos extraños que rodeaban a su hija. Los doctores nunca encontraban nada y aunque él no fue a la escuela de medicina, le apostaría a cualquier médico que algo andaba mal con su hija; algo malo y posiblemente peligroso. Algo tenía que hacer, ¿el qué? No lo sabía…aún, pero algo ingeniaría; por algo era Taichi Yagami.
¡Yay! Dos capítulos en menos de una semana. Eso merece reviews ¿no?:D. Ya en serio, ¿Qué les parece la historia hasta ahora? Vamos, no sean tímidos, díganme en un review.
Well, Hasta el 2014.
Bye!
