Digimon y sus personajes NO ME PERTENECEN. Solo hago esto por diversión y para su entretenimiento.


La familia Yagami ─ Takenouchi había llegado al aeropuerto de Odaiba a eso de las 9 a.m. En cuestión de minutos, recogieron su equipaje y se dirigieron a la entrada del recinto, donde vieron un rostro muy familiar.

─ ¡Abuela Toshiko! ─exclamaron los hijos de Tai y Sora ─ Takenouchi. La madre de Sora se agachó y extendió sus brazos para recibir a sus nietos.

─Hola, mis amores.

─Hola, mamá ─saludó Sora llegando de la mano de Tai.

─Hola hija, hola a ti también Taichi ─saludó cordialmente aun abrazando a sus nietos.

─Abuela, ¿sabías que nos vamos a quedar aquí por mucho tiempo? ─dijo la pequeña Camila emocionada. Ahora estaría cerca de sus abuelitos, de sus tíos y de sus primitos.

─Sí lo sé, cariño ─ respondió dulcemente Toshiko. Su nieta era la viva imagen de su hija y la adoraba tanto, al igual que al pequeño Ty que le recordaba a ese travieso Taichi que conoció desde temprana edad ─Ahora, vámonos para la casa; les tengo una sorpresa.

─ ¡Me encantan las sorpresas! ─exclamó Ty.

─ ¡A mi también! ─apoyó su hermanita.

─Sé que esta les encantara.


Llegaron a la residencia Takenouchi en poco tiempo considerando que el aeropuerto estaba muy alejado. Descargaron el equipaje y subieron al piso donde vivían los Takenouchi. Se quedarían algunos días ahí hasta que el apartamento familiar de los Yagami estuviera listo. En el preciso momento en que la puerta del apartamento se abrió, los recién llegados fueron recibidos inesperadamente.

─ ¡Sorpresa! ─ dentro del apartamento, estaban todos sus amigos con sus hijos, así también como los padres de Tai.

─ ¡Wow, es una fiesta! ─ saltó emocionado el primogénito de Tai y Sora.

─ ¿Podemos ir a jugar con ellos, mami? ¿Podemos? ─preguntó Camila al ver a los demás niños presente.

─Claro que pueden; vayan…─animó Sora. Los dos pequeños salieron disparados al encuentro de los demás infantes.

Sora y Tai saludaron a todos sus amigos. No se habían dado cuenta de lo mucho que los extrañaban hasta que los vieron. A eso se refería Tai cuando decía que en Estados Unidos se sentían solos; no tenían a quien recurrir en caso de necesitar a alguien y eso no era bueno. Luego del breve reencuentro, el nuevo matrimonio Yagami explicó la razón de su regreso. Hablaron de la misteriosa condición de su hija menor, los ataques que habían sufrido y como ellos decidieron que sería mejor para ellos volver, para intentar averiguar que aquejaba a su hija.

─Dios mío… no la han tenido nada fácil ─exclamó Mimi.

─Creemos que no. Ha sido duro verla atravesar todo eso y no ser capaces de ayudarla─ contestó Sora.

─ ¿Y qué dicen los médicos? ─preguntó Hikari.

─Según ellos es asma, pero el asma no explica los otros síntomas ─explicó Tai ─Es por eso que hemos venido… para obtener una segunda opinión…

─Supongo que esa segunda opinión eres tú, Joe ─dijo Yamato.

─Así es…tomaré el caso de Camila y haré lo imposible para descubrir que le ocurre ─aseguró Joe.

─Gracias, Joe, sabía que contaríamos contigo…─Joe sonrió.

─Siempre chicos…

─Cambiando el tema… ─dijo Mimi ─ ¿Ya tienen todo preparado para su mudanza?

─Se puede decir que si ─comenzó Sora ─Los niños ya están inscritos en la escuela, nuestro apartamento está casi listo y Joe dijo que el lunes a primera hora, comenzará a evaluar a Camila.

─ ¿Y sus empleos?

─Ya nos han transferido…─comenzó Tai─ En una semana reiniciaremos en nuestras áreas.

─Tai, Sora…creo que hablo por todos cuando digo que cualquier cosa que necesiten, estaremos aquí para ustedes, ya sea material o simplemente apoyo moral…no importa quee, estaremos con ustedes…─terminó de decir Yamato; todos asintieron.

Sora y Tai estaban sumamente conmovidos. Claro que sabían que podían contar con ellos, pero escucharlo de arte de ellos…no tenia precio. Habían vivido aventuras que muchos solo podían soñar y crearon un vínculo tan fuerte que ni siquiera el tiempo, las responsabilidades ni los malos tiempos podrían separarlos. La desconocida enfermedad de su hija, era por mucho, la peor prueba que la vida había puesto en su camino. Tanto él como Sora vivían con el miedo constante de perder a su hija menor y el simple hecho de sentir ese apoyo, los reconfortaba.

─Gracias, chicos…


─Y luego, Samantha y yo jugamos a las escondidas y aunque ella me ganó, me divertí mucho ─relataba la pequeña de tres años emocionada. Sora sonrió; le encantaba verla tan feliz y saber que se había llevado bien con los hijos de sus amigos. En esos momentos, se encontraba cepillando el largo pelo de su hija. Muchos le preguntan por qué le había dejado crecer el cabello a Camila si ella misma lo llevaba corto; ella siempre repetía de la misma forma diciéndole que cuando estuviera un poco más grande, ella decidiría. No cometería el mismo error que cometió su madre tratando de imponerle las cosas.

─Eso está muy bien, cariño.

─ ¿Podre jugar de nuevo con ellos? ─preguntó ilusionada la menor de los Yagami.

─Claro que sí; los verás en la escuela.

─ ¡¿De verdad?!

─Sí ─la niña chilló emocionada. Sora recogió el pelo de su hija en una cola de caballo ─Mamá…─ dijo la niña con voz apagada. Sora se extrañó.

─ ¿Qué pasa, cariño?

─Yo… ¿pronto me iré al Cielo? ─Sora contuvo el aliento ante esa pregunta. ¿Por qué le preguntaba eso?

─No… ¿por qué preguntas eso?

─Porque siempre estoy enferma, mami. Los señores doctores siempre dicen que me voy a mejorar y nunca pasa ─Sora estaba al borde del llanto. Su hija tenía solo tres años; ella debería estar preocupándose por su lista para Santa Claus, no en que pronto podría morir.

─ Ven acá─ dijo Sora. Cargó a su pequeña hija y la sentó en sus piernas─ Sabes que mami y papi siempre encuentran la solución a todo, ¿verdad? ─la niña asintió─ Y sabes que tú y Ty son lo más importante para nosotros ─la niña volvió a asentir─ Y no importa que, mami y papi van a encontrar la verdad y te ayudaremos para que nunca te vuelva a molestar, ¿entendido? ─ la niña se escondió en el pecho de su madre, algo soñolienta, pero feliz de escuchar que su mami y papi encontrarían lo que la molestaba.

─Sí…te quiero, mami ─Sora sonrió, acunándola a su pecho.

─Y yo a ti, mi niña ─la pelirroja comenzó a cantar una dulce canción de cuna mientras mecía a su hija de un lado a otro, hasta que la pequeña se durmió. Cuidadosamente, colocó a la infante en la cama y la cubrió con la manta, para luego besar su frente tiernamente.

Sora salió de la habitación con el corazón en la mano. Aunque no lo demostrara, Camila tenía miedo de lo que sea que estuviera pasando y no la culpaba, pero ver ese pequeño miedo en sus ojos, era simplemente devastador. Pero ella le había hecho una promesa y la cumpliría. Volvieron a casa para salvar a su hija y eso harían…


Hi! Volví con un nuevo capítulo del fic, ¿saben por qué? Porque hoy, 7 de julio, ¡Es mi cumpleaños! Y ACTUALIZARÉ TODAS MIN HISTORIAS, como un regalo tanto para mí como para ustedes. Espero que les haya gustado el capitulo, y ya saben, por favor, dejen reviews ;)

Nos vemos,

Bye!