Digimon y sus personajes NO ME PERTENECEN. Solo hago esto por diversión y para su entretenimiento.
Los antiguos niños elegidos se encontraron en la residencia Izumi. Muchos de ellos no estaban enterados de todos los detalles que conllevó la reunión de emergencia que estaban por tener, pero intuían que tenía que ver con la menor de los Yagami. Su condición no estaba mejorando, pero como cada quien tenía diferentes responsabilidades, no sabían que tanto había empeorado. El hecho de que estuvieran allí, era inquietante, más aún al ver el semblante de los padres de la menor. No auguraba nada bueno.
― Me alegro de que todos estén aquí. ― agradeció Sora.
―Especialmente porque necesitamos su ayuda. ― intervino Koushiro. ― Hemos encontrado la causa de lo que aqueja a nuestra sobrina y es originario del digimundo, específicamente, del mar oscuro.
La incredulidad se expandió como pólvora.
― ¿Cómo es eso posible? ― preguntó Daisuke.
― Fue causado por una distorsión ocurrida el día de su nacimiento. Nuestros hijos, por la influencia de nuestros emblemas, tienden a ser más propensos a este tipo de actos y de infección. ― explicó.
― ¿Cómo podemos eliminarla? ― preguntó Takeru.
―Llevándola a la fuente y lamentablemente, exponiéndola a la misma. No puede ser realizado desde el mundo real, aunque la abertura sea visible. ― y con eso, el matrimonio Yagami obtuvo su confirmación: no existía otra manera posible de salvar a su hija, sin exponerla a ese nefasto lugar. ―Taichi y Sora deben ir con ella para que esto funcione. Deben ir al mar oscuro.
―Suena riesgoso…― intervino Miyako.
―Lo es, pero no tenemos otra alternativa. La próxima gran distorsión ocurrirá mañana; tenemos la teoría de que por eso los síntomas de la pequeña han empeorado. No sabemos cuándo ocurrirá la siguiente, por lo que, tenemos que aprovechar esta.
― ¿Qué pasa si perdemos esta oportunidad? ― Mimi hizo la pregunta que todos tenían en mente. Era delicado, una oportunidad efímera que dependía de muchos factores.
―Si la perdemos, no sabremos cuando vuelva a ocurrir y puede que sea tarde para cuando obtengamos la segunda oportunidad. La infección puede seguir causando estragos en su cuerpo hasta que este no pueda soportarlo. ― Por reflejo, Sora apretó la mano del castaño. Habían experimentado los ataques por años y ese era exactamente su mayor temor desde el inicio: que existiera un episodio final sin que ellos pudieran hacer nada al respecto. ― Dada la situación, junto a la pequeña, irán sus padres, Hikari y Joe, para que vigile el estado general tanto de Sora como de la pequeña. Estaré monitoreando toda la actividad junto al señor Genai, para anticipar cualquier tipo de contratiempo, especialmente, cuando los emblemas entren en acción.
― ¿Qué ocurre con Sora? ― preguntó Iori.
― Está embarazada, ―respondió Taichi de inmediato, generando sorpresa en varios de los presentes ante la noticia y agregando preocupación de manera generalizada. Los chicos no sabían si era apropiado felicitarlos en ese momento. ―lo que agrega otro nivel de dificultad. ― Koushiro asintió.
― Correcto y por eso necesitamos asegurar que todo salga bien; no pueden existir…contratiempos ― terminó de decir, tratando de utilizar las palabras de la mejor manera posible. ― y para eso, necesitamos este trabajo en equipo.
No había dudas de que estaban dispuestos a unirse como en los viejos tiempos, pero era diferente. En aquel entonces, ellos eran los niños. En la actualidad, tenían a una pequeña cuya vida literalmente dependía de ellos, hija de dos amigos muy preciados y amiga de sus propios hijos, en el caso de los que ya eran padres. Pensar en un desenlace negativo creaba ansiedad, por lo que, tratando de ser positivos, se mentalizaron para lo que venía. Todos volverían de esta aventura con bien, harían hasta lo imposible.
― ¿Cómo estás? ― La pelirroja giró hacia su mejor amiga, no muy segura de qué contestar. Una pregunta sencilla que en los momentos les resultaba indescifrable y que sabía Mimi hacía por algo. La apartó de toda la planificación que se llevaba a cabo y le proporcionó un espacio para que se descargara. Sabía que lo necesitaba, más aún porque ella tendía a cargar con el peso del mundo sobre sus hombros.
― No puedo más…― se sinceró, quebrándose como hace días quería hacerlo. ― Estoy tan asustada, me siento tan…impotente. ― Mimi la abrazó, notablemente triste por la situación. No se cansaba de repetir lo injusto que era todo lo que estaba pasando. Un momento de felicidad como aquel no debería empañarse con la amenaza de una fatalidad.
― Lo sé; desahógate conmigo, lo necesitas. ― Sora no se movió de su lugar.
― Siento que estoy fallando…no puedo controlar nada de lo que está pasando.
― Lo estás haciendo bien, Sora, mejor de lo que crees; estas protegiendo a tu familia y has sido tan valiente ante la situación; eres de admirar. ― por los momentos, las palabras no sonaban tan significativas como le gustaría. Mimi no podía decirle que sabía exactamente por lo que estaba pasando, pero imaginar a su pequeña en esa situación, enviaba una sensación de desesperación por todo su cuerpo. No quería imaginar lo que sentía la pelirroja en esos momentos pensando en el bienestar de no uno, sino dos de sus hijos.
― Quiero que esto acabe y quiero que todos estén bien…
―Y lo estarán, nosotros estaremos para ustedes. ―respondió simplemente. ― Por ahora, eres simplemente Sora, así que, desahógate; nadie te juzgará. Lo necesitas. ― la portadora del emblema del amor se aferró a su amiga como si su vida dependiera de aquello. En poco tiempo, tendría que volver al hospital y cuidar de su pequeña, ser la madre y esposa que debía soportar el peso de todo. Por los momentos, solo quería dejarlo salir, solo quería soltar parte del miedo y la frustración. Sabía que debía hacerlo si quería sobrellevar lo que se avecinaba.
― Mamá, ¿a dónde iremos? ¿Será divertido? ― la inocencia y la emoción en los ojos de su hija hizo que algo dentro de Sora se contrajera. ¿Qué se supone que le respondiera? Luego de tanto tiempo entre las paredes del hospital, quería decirle que sí, que la llevaría a un lugar divertido para celebrar que todo estaba bien, pero la realidad distaba tanto de sus deseos. Por más que quisiese hacerlo, sabía que estaba fuera de sus posibilidades. Su hija, digna Yagami, sonreía en todo momento, a pesar de que se notaba de sobra que no estaba bien. Como madre, era literalmente su peor pesadilla y la situación no pintaba para mejor.
― Iremos…a un lugar para que te sientas mejor…
― ¿Mejor de verdad? ¿No volveré al hospital? ― Takenouchi acarició de manera maternal la mejilla de su hija.
―Esa es la idea. ― era la respuesta más sincera que podría brindar por los momentos, sin mentirle, sin pensar en aquello más allá de lo necesario.
― Mamá, ¿estás bien? ― preguntó la pequeña. La pelirroja parpadeó confundida. ¿Estaba tan mal que hasta una pequeña de cuatro años podía notarlo? ― Te ves cansada… ― eso sí podría disimularlo. Le dedicó una sonrisa enternecida. Se acomodó en la cama, apoyándose en el espaldar, haciéndole señas a la pequeña para que la imitara.
― Así que lo notaste…― respondió casualmente. ― No sé si contarte…
― ¡Dime, por favor! ¿Es un secreto?
―Puede ser…
― ¡Mamá! ― exclamó mientras la zarandeaba levemente, en un intento de desesperarla hasta que confesara. Sora pensó que había sido suficiente.
― De acuerdo. ― dijo mientras la colocaba en la posición anterior. ― ¿Adivina quién será hermana mayor? ― solo bastó unos segundos para que la niña entendiera el significado, irradiando felicidad en cada facción de su infantil rostro. El abrazo que le dedicó se sintió diferente y Sora sabía que lo era. Quería que cuando todo comenzara, terminara con esa misma felicidad con la que compartían la dicha de extender la familia. Y le daba esperanzas, encendía aún más su motivación. En el preciso momento en el que se convirtió en madre, no había nada en el mundo que pudiese vencerla como para que decidiera desistir. Por supuesto que sus hijos valían más que eso.
Taichi recordaba como todos iban y venían, preparándose para lo que acontecería en cuestión de horas. El plan, hasta el momento, era en teoría simple. Él, Sora y su hija junto a Joe, para cualquier emergencia médica, y Hikari, la que persona más familiarizada con el Mar Oscuro, se adentrarían al lugar donde Koushiro había ubicado la fuente a purificar: la entrada al mar oscuro. Izumi se mantendría monitoreando la entrada o distorsión junto a Gennai mientras los demás se dividirían en ciertas áreas de la ciudad donde podrían aparecer digimons atraídos por todo el evento. Para eso, sus compañeros digimons habían sido convocados. Koushiro conectó las PCs que tenían en sus respectivos hogares para que pudieran llegar por esa vía. Luego de esperar unos minutos, la pantalla del ordenador, por fin, se iluminó.
― ¡Taichi! ― Sin dudarlo, lo recibió en sus brazos. ― ¡Te extrañaba!
― Y yo a ti, amigo.
― ¿Dónde está Sora? ― preguntó Biyomon llegando a su lugar.
― En el hospital. ― respondió.
― ¡¿Hospital?!¡¿Por qué está allí?! ¡¿Está enferma?! ― preguntó frenéticamente.
―Tranquila, está bien.
― ¿Por qué está allí? ―preguntó esta vez Agumon.
―Y para que nos necesitan?
― ¿Y por qué…?
―Escuchen: ― se arrodilló frente a ellos para poder observarlos directamente. Era totalmente comprensible que tuvieran tantas preguntas, la situación prácticamente venía con la confusión incluida, pero responderles por parte no era lo ideal, especialmente, con Biyomon presente, que no entendería nada hasta que comprobara que Sora se encontraba bien. ― les iré explicando de camino, mientras tanto, solo puedo decirles que visitaremos un lugar donde necesitaremos que nos ayuden a proteger a Cami, Sora y al bebé. ― ante la mención de aquel nuevo integrante hasta ese entonces desconocido por ellos, Taichi vio como ambos se preparaban para preguntar nuevamente, así que, se adelantó a los acontecimientos. ― Sí, Sora está embarazada y por eso quiero que la cuiden aún más, ¿entendido?
― No muy bien, pero dijiste que lo explicarías de camino. ― la respuesta sincera de Agumon le hizo sonreír. De cierta manera, tenerlos a ambos le brindaba más seguridad, se sentía un poco más aliviado de contar con ellos. Sus compañeros no solo respaldaban sus espaldas, también lo hacían con sus hijos, a los cuales amaban con locura.
―Quiero ver a Sora.
―Yo también, así que, vámonos. Tenemos que ir por Ty. ― todo podría cambiar en pocas horas y él necesitaba apreciar a su familia una vez más en la tranquilidad que precedía la tormenta.
Cualquiera que viera la familia Yagami en ese momento, pensaría que era una imagen familiar digna de apreciar donde los padres observaban a sus hijos dormir; Agumon y Biyomon dormían a unos metros de ellos, acurrucados en el sillón con una manta sobre ellos. Era una imagen que querían congelar para siempre, pues sabían que la historia era todo lo contrario. Taichi y Sora estaban en silencio, sin saber qué decir o hacer. Las palabras de su amigo seguían repitiéndose una y otra vez en sus mentes; cabía la posibilidad de que su familia sufriera un daño irreparable.
― ¿Estás bien? ― preguntó Taichi, rompiendo el silencio de la habitación. La pelirroja levantó la vista, sus ojos cansados no fueron una sorpresa para él. Taichi quería llorar y mandar todo al demonio ante la injusticia que representaba la situación.
―No lo sé…― confesó. El castaño tomó la temblorosa mano de su esposa, en un intento fallido de ser su soporte. Tendría que ir a ese lugar, junto a su esposa, hija y bebé en camino, los expondría a un peligro inminente y él no podía hacer nada para evitarlo.
― No voy a dejar que nada les pase, lo sabes, ¿cierto?
―Lo sé, eso también me preocupa. ― respondió sinceramente. Conocía a su esposo de toda la vida y sabía de lo que era capaz cuando se trataba de proteger a sus seres queridos.
―Sabes de igual manera que no pienso quedarme de brazos cruzados si los veo en peligro. ― ella decidió no argumentar. Concentró su atención en los niños dormidos entre ellos. Optaron por traer a su primogénito al hospital, con el fin de tener a la familia completa durante esa noche. Lo necesitaban con desesperación.
―Como siempre. ― respondió de manera cansada. ― Nunca me haces caso. ― la pequeña y forzada sonrisa que se dibujó en el rostro de la mujer, no convenció al castaño, por supuesto que no, pero fue suficiente para entender que trataba de ser fuerte. Quería infundir tranquilidad y paz, aunque ella no lo estuviera sintiendo. Con la delicadeza que lo caracterizaba cuando se trataba de Sora, acarició su mejilla.
― No sé cómo, pero vamos a salir de esta, como siempre lo hemos hecho en el pasado. Somos un gran equipo. ― y con sus hijos como motivación, estaba seguro de que encontrarían la forma de salir airosos. ― ¿De acuerdo? Nunca dejaría que te pasara algo malo, Sora ― la imagen de un Taichi de diez años diciendo esas palabras plagó su mente. Él nunca había fallado a su promesa, no creía que comenzara a hacerlo.
― Lo sé ― respondió. Taichi se inclinó, con cuidado de no aplastar a sus hijos, y le regaló un tierno beso en la frente.
― Me alegro. ― respondió. ―Ahora, a dormir. Temprano debemos reunirnos con los chicos y debemos estar lo mejor posible. ― Sería un verdadero desafío tratar de conciliar el sueño, pero sabían que era necesario, especialmente para Sora, así que, contra todo pronóstico de un sueño placentero, el matrimonio apagó las luces, temiendo que en el momento que cerraran los ojos, si lo lograban, se encontrarían con pesadillas sin fin.
Hi! Pasando nuevamente por aquí. Un capítulo algo tranquilo para preparar el terreno para lo que se viene. Gracias a: krimtz, Lin Lu Lo Li y marce por los reviews, así como los que han dado favs/follows. De corazón, muchísimas gracias.
Espero saber qué les ha parecido y como siempre, espero leer que les ha parecido. Saben dónde pueden encontrarme.
Sin más nada que decir,
Cuídense,
Bye!
