Digimon y sus personajes NO ME PERTENECEN. Solo hago esto para su entretenimiento y mi diversión.
La tormenta aumentaba a medida que se acercaban al vórtice. Sora sostenía a la niña contra su pecho, temiendo que en cualquier momento dejase de respirar entre sus brazos. Su propio malestar no la dejaba concentrarse en la realidad, más allá de que todo parecía estar saliéndose del control. Veía todo el caos y no sabía qué pensar en cuanto a lo que se acercaba. Perder a su hija era una idea inconcebible para ella, perder a su bebé indefenso en su vientre también era de las cosas más paralizantes en las que podía pensar en su estado de negación. Cada vez, parecía ser el caso más probable que terminara perdiendo a alguien y se sentía impotente de no poder tener las herramientas para evitarlo.
─ ¡Debe ser ahora! ─ era la voz de Joe la que anunciaba el momento, pero Sora se sentía incapaz de abrir sus brazos, incluso cuando Taichi estaba frente a ella, esperando para recibir a la pequeña.
─No dejaré que nada le pase.
─Taichi…─ vio el miedo en sus ojos, la inseguridad en su voz era palpable.
─Si no hacemos nada, la perderemos de todas maneras. ─ con pánico, su parte racional logró entender el mensaje. Taichi tomó a su hija en brazos, acomodando lo mejor que podía para protegerla y que respirara como podía. ─ Estaremos bien. ─ trataba de convencerse. Estaba aterrado ante la posibilidad cercana de un desastre, pero se aferró al valor que le caracterizaba y que le fue otorgado desde sus años más nobles. Maniobró como pudo en la espalda de Ikakumon hasta que el digimon los sumergió con la delicadeza que le permitía el momento.
─ ¡Nada hasta el centro! ─ escuchó la voz de Joe, siguiendo las instrucciones que le llegaban desde Koushiro.
─ ¡¿Y luego qué?! ─ Joe no respondió de inmediato, por lo que Taichi se estaba impacientando. Justo cuando Sora llegó a su lado, escuchó la respuesta.
─ ¡Deben sumergirse y llegar al núcleo! Tú y Sora deben tocarlo a la vez, con la niña en brazos. ─ era más fácil decirlo que hacerlo. El castaño era el que mantenía a su familia a flote. Airi no era rival para las embravecidas olas. Tenía que emplear sus fuerzas para mantenerlas a flote y con él.
─Tengo miedo…─ logró expresar la niña entre su entrecortada respiración.
─Todo está bien; ya casi acaba. ─Sora fue la que respondió, lo que Taichi agradeció, pues tenía la mente en mil cosas a la vez. Se sentía aliviado de que la naturaleza maternal y férrea de su esposa saliera a flote. La observó, abrazándola con su brazo libre. ─Amor, vamos a sumergirnos aguanta la respiración lo más que puedas, ¿bien? Si es demasiado, házmelo saber. ─ estaba asustada, todos lo estaban, pero no tenían otra alternativa.
Así lo hicieron. Taichi ubicó el destello en un santiamén y guió con todas sus fuerzas a su familia. El llamado núcleo no estaba muy lejos de su ubicación, aun así, el recorrido pareció eterno. Era una especie de roca negra como la noche, cubierta de esa luz que vieron a kilómetros. No parecía segura, pero dadas las circunstancias, debían confiar en Koushiro y tomar todo riesgo posible. Al llegar, no perdió tiempo. Su mano tocó la superficie, recibiendo una especie de descarga eléctrica. Vio cómo su esposa lo hizo a la par con él. La energía se descontroló y ante sus ojos, aparecieron sus emblemas. Descendieron sobre Airi y la envolvieron en una burbuja lumínica que la apartó sus padres. La esfera generó una onda expansiva que envió al matrimonio hacia la superficie nueva vez.
─ ¡Taichi! ─fue el grito de su esposa en cuanto emergieron. No esperó a recuperar el aliento. Se sumergió nuevamente; su hija seguía bajo el agua. Sin importarle el poco oxígeno qué había podido recuperar, se movió entre las aguas oscuras, observando la figura de su hija flotar a unos metros de él. Nadó, movido por el pánico y la adrenalina del momento. Las aguas se habían calmado, y, aun así, el trayecto se le hizo eterno y no podía decir que sintió alivio al llegar a ella. La tomó en brazos, llevándola a la superficie con desesperación ante la falta de respuesta de su hija. A la distancia, vio como Ikakumon se acercaba a ellos. Sintió cierto nivel de alivio al ver a su esposa a bordo del digimon.
─ ¡Joe! ¡Por favor!
No le importaba ahogarse, utilizó su ultimo gramo de energía en elevar lo más que podía a su hija para que llegara a él. Cuando la niña abandonó sus brazos, sintió como su cuerpo cedió ante la descarga de adrenalina. Escuchaba como llamaban su nombre, pero no podía responder, se estaba hundiendo en las aguas y el cansancio combinado con la falta de oxígeno no le permitía batallar para volver a la superficie. Parecía ser el fin y por eso, su mente le recordaba lo vivido. Pensó en Sora, en sus hijos y amigos. Rogaba que su sacrificio de alguna forma fuese suficiente para salvar a todos sus seres queridos involucrados. Aun así, se sentía triste. Quería vivir, quería volver con su familia y ser el esposo y padre que necesitaban, pero en ese momento, no era suficiente, sentía la oscuridad del lugar envolverlo. Su emblema no le estaba ayudando en el momento presente.
─ ¡Okāsan! ─ era la voz de su hija, seguido por un fuerte splash. Se atrevió a abrir los ojos y vio a la mujer que amaba nadar hacia él. La pelirroja llegó a su lado, tomándolo del brazo. Lo arrastraba hacia la superficie, a pesar de que ella era la que estaba en peligro de pérdida y débil ante la situación. Aquel pensamiento lo trajo a la realidad, lo despertó, provocando que la ayudara en su labor. Los esposos tomaron una gran bocanada de aire al emerger.
─ ¡Idiota! ¡¿Por qué no subías?! ─ a pesar de que estaba empapada de pies a cabeza, Taichi podía distinguir las lágrimas. ─ ¡Estúpido Taichi! ¡¿Cómo se te ocurre asustarme así?! ─ él tampoco estaba seguro de que había pasado. Lo atribuía a la influencia del mar oscuro, pero no era excusa para asustar a sus dos chicas de esa manera. Atrajo a su esposa hacia él, para guiarla hasta el digimon. Estaba furiosa, pero no lograba ocultar el malestar que le aquejaba.
─ ¡Otōsan! ─ su pequeño cielo lo llamó en cuanto lograron subir a bordo. Se acercó a ellos, aferrándose con clara desesperación. ─ ¿Están bien? ─ trataba de alejarla de Sora para que no notara que no se encontraba bien. Joe se acercó de inmediato hacia la pelirroja y apremió a su compañero Digimon para que legaran a la orilla.
─Estamos bien, ¿y tú? ¿Te duele algo?
─Ya no, Otōsan. ─ respondió con energía. ─ Solo me asusté cuando vi que no salías del agua. Me asusté mucho más cuando mamá también desapareció en el agua. Pensé que me habían dejado.
─Lamento haberte asustado. ─ observó sutilmente hacia el lugar donde se encontraba su esposa y amigo. El semblante del médico no auguraba nada bueno. Ubicó a Hikari detrás de su hija y le hizo una seña para que tomara a la niña. ─ Ve con tía Hikari, tengo que ir con mamá para resolver cosas de adultos. ─ la niña pareció dudar.
─ ¿Ella está bien?
─Todo está bien, Airi.
─ ¿Y mi hermanito?
─ No te preocupes. ─ Es lo último que le dijo antes de dejarla con su hermana. No tenían mucho espacio en la espalda de Ikakumon, pero podían arréglaselas para mantener a la niña un poco alejado de ellos. Mientras Hikari trepaba hacia el cuerno de Ikakumon junto a Airi, Taichi giró hacia su preocupación del momento. ─ ¿Ella está…? ─ preguntó, sabiendo que no era así.
─Izzy abrirá la puerta en cuanto lleguemos a la orilla, pero…no creo poder salvar al bebé. Me enfocaré en salvar a Sora.
─ ¿Salvarla?
─Está perdiendo mucha sangre… ─ El quejido que salió de su esposa solo hizo que la gravedad de la situación se afianzara sobre sus hombros. Sora trataba de controlar el dolor, seguramente para no alertar a su hija, incluso mientras batallaba con la inconsciencia.
─Ya casi llegamos, todo estará bien… ─ la mancha de sangre sobre su ropa y las cobijas no eran alentadores. ─ Sora… ─ llamó, tratando de hacerse el fuerte al ver que la agonía física se combinaba con la emocional.
Cuando llegaron a la orilla y visualizaron la puerta abierta, los ojos de la pelirroja se cerraron, sucumbiendo ante la inconsciencia. Todo pasó rápido en cuanto llegaron al mundo real. Airi era una niña despierta. Supo de inmediato que algo andaba mal. Fue un verdadero suplicio escucharla llorar a la distancia mientras los llamaba desde los brazos de Hikari. La volvería a ver dentro de poco, pues también debía ser revisada, pero no quería ser el que estuviera con ella. Era lo suficientemente difícil presenciar lo que veía en su esposa. Fue prácticamente imposible sobrellevarlo cuando tuvieron que separarse al llegar al hospital. En el frio y desierto pasillo, Taichi se deslizó por la pared, quedando sentado, llorando amargamente ante la realidad de que acababa de perder a un hijo y podría perder a su esposa. No pudo cumplir la promesa que hizo antes de embargarse en esta misión. Su familia no había quedado intacta.
¡Buenas-buenas y feliz 7 de julio! Aquí reportándome con las actualizaciones esperadas. Como muchos ya saben, estoy auto-publicando mis libros. Voy por el tercero (la secuela de la novela Sora) lo que, junto a la jornada laboral y todas mis demás actividades, no me permite actualizar como he prometido, pero por supuesto, estoy manteniendo la tradición del 7 de julio.
Gracias por los nuevos favs y follows. Especialmente a krimtz, Adrit126, Marce y brugita26 por sus reviews en la última actualización.
brugita26: ¡Muchas gracias! Esperando de corazón que este y los que faltan, también cumplan con sus expectativas.
Marce: Gracias por el review. Espero que este capítulo también sea de su agrado.
Un abrazo y espero que estén disfrutando las actualizaciones,
¡Cuídense!
Bye
