¡Buenas! ¡Aquí Bellzador presentando el próximo capítulo de esta apasionante historia! Estoy emocionado de presentar este capítulo revelador, lo cual mje ha costado bastante escribir, pero ha sido sumamente gratificante. ¡Me siento sumamente agradecimiento por todos los nuevos seguidores y los comentarios recibidos recientemente! Su apoyo es realmente inspiradpr y significan mucho para mí.
Además, quería compartirles que pronto crearé una cuenta de Twitter para mantenernos en contacto y compartir actualizaciones sobre el fic. También abriré un perfil en DeviantArt para subir las ilustraciones relacionadas con la historia y dejare ambos enlaces en mi perfil ¡Espero contar con su apoyo y seguir creciendo juntos en esta aventura literaria!
Respuesta a reviews
Gabrielgamer27: ¡Gracias compa! Lamento escuchar que te desanimaste por la calidad de algunos fanfics en la plataforma, pero me alegra saber que mis historias han logrado volver a captar tu interés. ¡Eso me emociona bastante! Continuaré esforzándome por ofrecer contenido que sea entretenido y satisfactorio para que sigas enganchado.¡Gracias por tu apoyo y espero que te guste este capítulo!
Maximum Rhapsody: Haces preguntas interesantes, Asi que me tome tiempo para responder apropiadamente. Con respecto a tu pregunta sobre la posible aparición de los Makaio-shin en el futuro de la historia, es una posibilidad interesante pero que barajare de momento. Los personajes de diferentes razas y facciones del universo de Dragon Ball Z pueden aportar una dinámica fascinante a la trama.
En cuanto a Trunks, definitivamente descarto de que se convierta en un aprendiz de Kaioshin Hay consideraciones relacionadas con la coherencia de la historia y la dirección que quiero tomar que hacen que estas adiciones no sean viables en este momento, pues Trunks aun no sabe en donde esta, si es otra dimensión u otro universo.
Respecto a tu última pregunta, por ahora me centraré únicamente en este proyecto. El final de Fairy Tail y las películas han hecho que perdiera el amor a ese anime, lo que hace inviable un crossover con Fairy Tail y High School DxD. Espero que comprendas mi decisión y que esto no te desanime a seguir leyendo esta historia.
kiryu2026: Rayos tuve que insistirte muchas veces jajaja, No te preocupes amigo, todos tenemos momentos en los que nos retrasamos con nuestras responsabilidades. Agradezco mucho tus disculpas y tu apoyo continuo. Me alegra saber que estás disfrutando de la historia y que te parece prometedora. ¡Espero que sigas disfrutando de los capítulos futuros! ¡Un saludo y gracias por tu comentario!
Bueno terminada la sesión de respuestas empecemos con el capitulo.
Capítulo 2.- Revelaciones.
Las horas se deslizaban con una lentitud exasperante para el joven peliazul. Cuando el tiempo decidía burlarse de nosotros, especialmente cuando anhelamos o queremos algo, cada tic-tac del reloj resuena en nuestra cabeza, marcando el paso de las horas de una manera tortuosamente lenta. Cada segundo se estiraba como si quisiera poner en limite nuestra paciencia, haciendo que la espera sea más desesperante.
Sin embargo, las órdenes del Dr. Abader fueron absolutamente claras:
—Tu estado es delicado y necesitas reposo absoluto. ¿Entendido? —dijo con firmeza el médico, dejando claro que no había margen para discusión.
Pero en medio de ese estado de letargo existencial, una figura conocida irrumpió en la habitación, disipando la pesadez del ambiente con su sola presencia. Era Mai, quien había entrado de improviso, luciendo una bata médica bien abotonada para no revelar partes que no deberían revelarse.
Trunks levantó la mirada, y un destello de alegría iluminó su rostro al verla entrar. Aunque estaba postrado en una cama de hospital, rodeado de vendajes, se sintió vivo de nuevo al ver a su fiel compañera acercarse con una sonrisa reconfortante.
—¡Mai! —exclamó, la emoción palpable en su voz.
La chica saludó con un ánimo contagioso, lo cual provocó una sonrisa involuntaria en el saiyajin. La calidez de su saludo irradiaba una energía reconfortante, pero su expresión cambió abruptamente porque ya sabía de antemano que el doctor podría aparecer en cualquier momento y siempre cuando menos se lo esperaba.
Y si algo definía al doctor Abbader, era su inflexible rigurosidad cuando se trataba de cumplir al pie de la letra cualquier indicación médica.
— ¿Te dieron permiso de estar aquí? —Pregunto el saiyajin asegurándose de que el doctor no estuviera en la habitación o en algún otro lugar.
Mai avanzó con sigilo hacia Trunks, moviéndose con pasos cuidadosos que apenas perturbaban el silencio del entorno, consciente de no querer molestar a los demás pacientes que descansaban en la sala. Una media sonrisa bailaba en sus labios, revelando una mezcla intrigante de complicidad y diversión, haciendo confundir un poco al saiyajin.
—Las enfermeras me dieron un poco más de libertad esta vez —respondió con la confianza que siempre le caracterizaba mientras se acercaba a su cama—. ¿Qué hay de ti? ¿Como sigues?
—Me siento mejor, gracias por preguntar —respondió con una sonrisa sincera, aunque en su interior aún había un dejo de preocupación por su estado—. ¿Y tú? ¿Cómo estás? ¿Te han estado cuidando bien aquí?
—No me quejo —Dijo ella mientras suspiraba un poco —. Dicen que deben hacerme un par de análisis más, aunque no estoy segura de por qué. Si no detectan nada fuera de lo común, es posible que me den de alta pronto —explicó, con una expresión serena pero un dejo de incertidumbre en sus ojos negros.
—Ya veo —dijo el de manera pensativa.
Pasaron unos cuantos segundos de silencio en el que ninguno decía o hacia algo pues aun quedaban fresca la remembranza de los sucesos que los llevaron a estar en este desconocido lugar.
Un breve lapso de silencio se instaló entre ellos, un silencio cargado de recuerdos frescos sobre los eventos que los habían llevado al hospital.
—Por cierto —interrumpió Mai, rompiendo el monótono silencio mientras rebuscaba en su bata y sacaba un pequeño frasco de plástico—, te traje esto del comedor.
Trunks se mostraba sorprendido al ver lo que Mai le estaba ofreciendo. Inevitablemente, no pudo evitar recordar los interminables sermones del doctor acerca de la importancia de seguir las dietas y otras instrucciones médicas, a menudo llenas de términos confusos y estrafalarios que solo los doctores parecían entender. Sabía de antemano que, si el doctor lo sorprendía quebrantando las reglas, el regaño que vendría después sería monumental.
—Bueno veras —dijo Trunks un poco nervioso pensando en cómo rechazar amablemente el gesto de Mai —. El doctor me asigno una dieta y me prohibió otra clase de alimentos que no tengan que ver… así que…
Mai rodo los ojos con un deje de fastidio.
—Vamos, no hagas tanto drama —respondió Mai entregándole la gelatina con poco menos que brusquedad —. Solo es gelatina no tiene nada de malo. Además, apostaría a que no has comido algo decente en días —observó con complicidad el gesto de Trunks, quien bajó la mirada un poco avergonzado—. ¡Lo ves! ¡Te conozco bien! Anda, ya cómetela.
Trunks sostuvo el frasco de gelatina con dudas, pasando saliva mientras observaba el tentador postre. Una mezcla de emociones revoloteaba en su interior: por un lado, la emoción de romper su estricta dieta y deleitarse con algo diferente; por el otro, la preocupación latente de que el doctor pudiera pillarle con las manos en la masa.
—Supongo que no puede tener nada de malo... creo —concedió, aceptando el frasco de gelatina con una sonrisa agradecida hacia Mai —. La verdad es que ya estaba harto de comer verduras hervidas… y estofados que saben… raro.
La complicidad entre ellos se palpaba en el aire, y Trunks no pudo evitar sonreír ante la insistencia de Mai. Con un gesto de rendición fingida, destapó el pequeño frasco para poder acceder a la preciada gelatina. Justo cuando estaba a punto de llevarse una cucharada a la boca, una voz familiar los interrumpió.
—¿Así que la comida de este hospital sabe horrible?
—¡Doctor Abbader! —exclamó Trunks, sorprendido y un tanto nervioso ante la repentina aparición del médico—. N-no es lo que quise decir, verá...
El doctor Abbader los observaba con una expresión monocorde, claramente notando la situación, pero sin dejar entrever ninguna emoción. Trunks se sintió un tanto incómodo por haber sido atrapado en el acto, pero Mai mantuvo su compostura con su característica sonrisa confiada.
—No hace falta que expliques nada —dijo el doctor aun observando a ambos jóvenes con esa mirada estoica.
Trunks permaneció en silencio por un momento, como evaluando la situación, antes de asentir con una ligera inclinación de cabeza, esperando a que el medico hablara.
—Dado a tu buen comportamiento en estos últimos días, puedo permitir que degustes esa gelatina —dijo el doctor Abbader, sorprendiendo a Trunks con su inesperada indulgencia —. Pero solo será por esta vez.
El saiyajin levantó la mirada, asombrado por la concesión del médico. Mai, por su parte, le dirigió una sonrisa agradecida al doctor, agradeciendo su comprensión.
—Después de todo debes ajustarte a la dieta que te asigne para que tu recuperación sea satisfactoria —dijo finalmente manteniendo ese tono serio pero comprensivo.
Trunks asintió con entendimiento, sintiéndose un poco avergonzado por su pequeña transgresión, pero al mismo tiempo feliz de que se le permitiera disfrutar de algo diferente.
Con un gesto de agradecimiento hacia el doctor Abbader, Trunks tomó la cuchara y comenzó a saborear la gelatina con gratitud. Cada bocado era un pequeño placer que inundaba sus papilas gustativas, llenándolo de una sensación reconfortante y deliciosa. La suavidad y el dulce sabor de la gelatina parecían disipar momentáneamente el cansancio físico y mental. Mai observaba con una sonrisa cómplice, sabiendo que ese pequeño momento de indulgencia era justo lo que su amigo necesitaba para levantar un poco de sus ánimos.
—Veo que el postre fue de tu agrado —menciono el doctor cuando vio que Trunks había dado la última cucharada de esa gelatina —, ahora que ya terminaste, recuerdo haberte mencionado que tenía que discutir algunos temas contigo.
El joven saiyajin asintió, poniéndose un poco más serio ante la solicitud del doctor. Mai, notando la seriedad en la voz del doctor, se levantó con cautela, preparándose para retirarse de la habitación. Sin embargo, antes de que pudiera dar un paso, el doctor Abbader la detuvo con un gesto.
—Esto también concierne a ti Mai, agradecería que te quedaras.
Mai, reflejando la seriedad de Trunks, asintió lentamente, anticipando lo que el doctor pretendía preguntar.
—Como sabrán, les di espacio para que se recuperaran y se pusieran al día —mencionaba el doctor—. Ahora que puedo ver que la recuperación de ambos está dando frutos, debo informarles que mis superiores demandan explicaciones sobre su presencia aquí, dado a que la llegada de ustedes causó cierto revuelo. Pero considero justo que primero sepan dónde se encuentran —explicó el doctor con tono calmado pero firme—. ¿Tienen alguna pregunta?
Consciente de que el patriarca del clan Sitri quería respuestas por parte de ellos dos a como diera lugar, Trunks aceptó la propuesta del doctor Abbader de intercambiar información.
—Cuando desperté, la enfermera que revisó mis signos vitales mencionó algo sobre los 4 grandes "reyes demonio", lo que me hace entender que ustedes son una especie de... ¿demonios? —el doctor Abbader escuchaba atentamente—. Quisiera saber exactamente dónde nos encontramos.
El doctor Abbader escuchó la pregunta de Trunks con atención y asintió con comprensión antes de comenzar a explicar.
—No estás del todo errado al mencionar los "reyes demonio". Este lugar es el Inframundo, el dominio donde habitan los demonios —comenzó el doctor, eligiendo sus palabras con cuidado para transmitir la información de manera clara—. Este hospital pertenece al clan Sitri, uno de los 34 clanes que conforman el Inframundo. Y como mencione antes soy el director de este hospital… y el jefe del clan Sitri.
El doctor Abbader notó la mirada inquisitiva en los ojos de Trunks y Mai, indicando que su explicación había despertado una serie de preguntas en el par de jóvenes. Con una pausa calculada, esperó a que expresaran sus dudas, preparado para proporcionarles la información adicional que necesitaran para comprender mejor su situación en el Inframundo.
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La espada Z permanecía en el lugar donde Trunks y Mai llegaron, apenas visible entre las sombras que la rodeaban. Con pasos sigilosos, como si flotara sobre el suelo, alguien emergió de la oscuridad, revelando su apariencia. Era una niña pelinegra, de semblante pálido y vestida con un estilo gótico que destacaba en contraste con la viveza del lugar. Su largo cabello negro caía en cascada sobre sus hombros, enmarcando un rostro de rasgos finos y una mirada profunda y penetrante. Lo más intrigante de todo era su expresión, o más bien la ausencia de ella, como si careciera de alma o vida, dotando a su presencia de un aire misterioso y sobrenatural.
En este mundo, era conocida como la Diosa Dragón del Infinito.
Avanzó lentamente hacia la espada Z, con la intención de examinarla de cerca. La espada emanaba un poder inmenso, un poder inconmensurable, lo suficientemente grande como para matar a su némesis, un ser de mayor poder que ella llamado Great Red. Una vez que lo consiguiera, podría regresar a la grieta dimensional y afirmarse como el ser supremo entre todas las razas.
La niña pelinegra extendió la mano con cautela, sintiendo el aura llena de poder que emanaba dicha espada. Su corazón latía con anticipación mientras visualizaba los escenarios de grandeza que esta arma podría llevarla a alcanzar. No solo podría regresar a su anhelado hogar, podría recuperar aquello que le fue arrebatado tiempo atrás y junto a esta arma tendría un poder mucho mayor al de Great Red.
—Serás de gran ayuda... —murmuró, acercándose al arma y agarrando el mango con determinación, tratando de llevársela para usarla contra el gran dragón rojo y así poder regresar a casa.
Pero...
—N-No puedo... moverla...
Sonaba increíble e ilógico, pero así era. La Diosa del Infinito, pese a no tener su poder completo, su poder seguía siendo inmenso y a pesar de eso no podía levantar la espada. Sus músculos se tensaban con el esfuerzo, pero la hoja de la espada permanecía inamovible en su lugar, y pese toda la presión ejercida, de toda la fuerza que aplicaba y de todo el poder que emanaba, no lograba moverla ni un milímetro.
Era como si estuviera anclada al suelo por una fuerza invisible e inquebrantable que desafiaba toda lógica y comprensión.
En un acto instintivo, había erigido una barrera mágica inadvertida alrededor de ella y la espada, esta barrera actuaba como un escudo invisible, impidiendo que su incapacidad para mover la espada fuera detectada por los Maōs y los otros líderes del Inframundo, quienes sin duda estarían al tanto de la situación y habrían intervenido de inmediato de lo contrario.
La frustración y la incredulidad se mezclaban en el corazón de la Diosa del Infinito mientras luchaba en vano por liberar la espada. Sabía que no tenía tiempo que perder; el éxito de su ambición dependía enteramente en apoderarse de esa arma legendaria.
Una energía luminosa comenzó a rodear la espada Z, que aún estaba envainada, y lentamente comenzó a moverse y a flotar en el aire. Con un aura resplandeciente que irradiaba poder, la espada se posicionó frente a la Diosa del Infinito, quien pudo reconocer la firma espiritual proveniente de esa espada.
Una fuerza que resonaba con una presencia divina. La mera existencia de esta energía llenó a la niña de una mezcla de intriga y cautela, pues sabía que algo trascendental estaba por ocurrir.
Con ojos fijos en la espada luminosa, la niña pelinegra se preparó para lo que vendría a continuación, consciente de que esta era una oportunidad única que podría cambiar el curso de su destino para siempre.
—Poder divino... un...dios... —Murmuró la niña pelinegra, asombrada al sentir el poder de la espada.
[Estas en lo correcto niña]
Ophis, por primera vez en toda su inmortal vida, abrió los ojos en sorpresa al escuchar la voz proveniente de la espada. Era como la voz de un viejo sabio, llena de conocimiento y autoridad. La sorpresa se reflejó en los ojos de la niña mientras contemplaba la espada con renovado interés y asombro.
—¿Quien… eres… tu? —inquirió Ophis, intrigada por las palabras de la espada.
[Soy una entidad que alguna vez fue poderosa e importante en mi propio mundo y en mis dominios. Aunque ese mundo ya no existe más]
—¿Eres dios… de un mundo… inexistente? —Pregunto la diosa confusa por la forma tan ambigua de hablar de la espada —.no… lo… entiendo.
[Pese de tu inmortalidad y de los vastos años que has vivido, no estoy seguro de que lo puedas comprender pronto.]
Ophis quedo en silencio por unos minutos, procesando lo que la espada decía.
[Lo más sorprendente de ti es que, a pesar de tu vasta experiencia y tu incomparable poder, aún albergas una insaciable sed de querer más]
La diosa se sorprendió bastante ¿Esa espada cuenta con la capacidad de leer la mente?
—¿Cómo lo…? —intentó preguntar Ophis, antes de ser interrumpida por la voz de la espada.
[¿Como lo sé? Cuando posaste tu mano sobre mi mango me diste un acceso completo a tu alma, tus pensamientos, sueños, ambiciones]
— Entonces sabes… porque quiero… tu poder —musitó Ophis, confirmando que, en efecto, la espada pudo penetrar en su mente.
[Ciertamente, aunque tus motivos son en cierta forma válidas, no puedo permitir que tengas acceso a mi poder]
Ophis frunció el ceño, mientras procesaba mentalmente la firme respuesta de la espada. Encontraba difícil de creer que esa espada se negara a cumplir sus demandas, pero su determinación no flaqueó. Su postura se volvió más erguida, preparándose para dar el siguiente paso. Esa espada sería suya, sin importar lo que tuviera que hacer para obtenerla.
—Entiendo… —murmuró Ophis, negándose a aceptar lo que la espada le decía—. Entonces te obligare... a ser mi... arma.
Una ligera risa se escuchó provenir de dicha espada.
[Interesante planteamiento el tuyo, si crees que puedes lograr tal hazaña, te reto a que lo intentes]
Aceptando el desafío de aquella misteriosa arma, la diosa del infinito aumentó su poder para someterla. La espada, al sentir el poder de la diosa, decidió responder manifestando su propio poder, desencadenando una impresionante exhibición de fuerza. Ambas energías chocaron en un choque titánico, iluminando el ambiente con su resplandor.
El poder de Ophis creció con cada instante, irradiando una intensa luz purpura oscura que llenaba el ambiente con su resplandor divino. Sus ojos ardían con determinación mientras concentraba su fuerza en su objetivo: someter a la espada y reclamarla como suya.
La espada por su parte, respondió al desafío de Ophis con una exhibición igualmente impresionante de su propio poder. Una corriente de energía azulada se arremolinaba a su alrededor, formando un aura luminosa y mística que contrastaba con el poder oscuro de la diosa. Sin embargo, Ophis, concentrada en su ambición por dominar la espada, no se percató de que estaba atrayendo la atención de otros seres. Poco a poco, notó la presencia de varias entidades que se acercaban a la barrera que había creado con su poder. Con un suspiro pesado, comprendió que era mejor detener su intento antes de que fuera demasiado tarde y atrajera más problemas de los que podía manejar.
—Tsk —apretó los dientes con determinación y poco a poco comenzó a disminuir su poder, acción imitada por la propia espada.
[Sabia decisión niña inmortal]
—Parece ser… que no podre… someterte… de momento.
La espada permaneció en silencio, observando a Ophis con una mezcla de respeto y curiosidad. Había notado el poder y la determinación de la diosa, y aunque había logrado resistir su intento de someterla, no podía evitar sentir una cierta admiración por su audacia y fuerza de voluntad. Por su parte, Ophis cambiaria de táctica, recuperaría lo que le fue arrebatado y quizás así tenga una oportunidad de someter a esa impertinente espada de una vez por todas.
[Tu ambición es realmente poderosa, aunque un poco desencaminada y autodestructiva]
Después de unos momentos de silencio tenso, la atmósfera se relajó un poco, y Ophis finalmente se apartó de la espada, retrocediendo algunos pasos mientras reflexionaba sobre lo que acababa de suceder, estaba tentada en dejar el asunto de momento, pero al notar el misticismo de la espada no pudo evitar saber un poco más de eso.
Ophis se acercó lentamente a la espada, manteniendo fija su mirada en el resplandor de la hoja. Cada destello de luz parecía contar una historia, una historia que la diosa estaba ansiosa por descubrir. No se iría con las manos vacías, al menos no del todo.
—¿Acaso… tienes... un dueño? —preguntó, su voz resonando con una mezcla de intriga y cautela.
La espada permaneció en silencio por un momento, como si estuviera considerando su respuesta. Finalmente, habló con una calma serena.
[En efecto. Mi lealtad pertenece a alguien más]
La respuesta de la espada intrigó aún más a Ophis. No podía imaginar qué clase de poder tenía el dueño para reclamar esa espada como suya. Erróneamente, creyó que, si conocía los detalles, podría trazar un plan detallado para finalmente adueñarse de la espada. La idea la emocionaba, pero también la llenaba de incertidumbre. Después de todo, ¿qué podría ofrecerle el portador que ella no pudiera ofrecer?
La mirada de Ophis se tornó pensativa mientras reflexionaba sobre la revelación de la espada. ¿Quién podría ser el misterioso dueño de un arma tan poderosa? ¿Qué clase de ser tenía el poder de controlarla?
Las preguntas se acumulaban en la mente de la diosa, pero una cosa era segura: necesitaba más información. Decidió abordar el tema con cautela, sin revelar sus verdaderas intenciones.
—Entiendo —respondió Ophis con calma, ocultando sus emociones tras una máscara de serenidad—. Podría… ofrecer… un intercambio.
La risa de la espada resonó en el vasto y sombrío paisaje del Inframundo, un sonido que desconcertó a Ophis y la hizo fruncir el ceño con frustración. La diosa del infinito, acostumbrada a la seriedad de su entorno, se sintió incómoda ante el tono burlón de la espada.
—¿Qué es tan gracioso? —inquirió Ophis, su voz resonando con un dejo de impaciencia.
La espada continuó riendo, como si hubiera encontrado la situación sumamente entretenida. Después de unos momentos, finalmente se calmó lo suficiente como para responder.
[Tu sugerencia despierta mi interés, sin embargo, el pacto que selle con mi portador es firme e inamovible, no sujeto a meros y mundanos intercambios; así está pactado desde que terminé así]
Las palabras de la espada frustraron aún más a Ophis. Había esperado que pudiera convencer a la espada de un acuerdo mutuamente beneficioso, pero ahora se daba cuenta de que su plan era más complicado de lo que había imaginado. Sin embargo, no estaba dispuesta a rendirse tan fácilmente. Pero la última frase le llamo mucho la atención.
—¿Como es que un dios… como tu… termino así? —preguntó Ophis, su determinación comenzando a aflorar a pesar de su desconcierto.
[El responsable de mi aprisionamiento posee un poder tan inmenso que puede hacer desaparecer cualquier cosa; incluso el sueño, el infinito, el vacío y hasta el destino mismo]
Ophis ponía una atención exacerbada en cada palabra pronunciada por la espada, reconociendo la relevancia y el peso de ese detalle revelado. Cada afirmación resonaba en su mente como un eco persistente. Quizás el responsable de encerrar a ese dios en la espada estableció sus propias directrices, asegurándose de que la espada estuviera sometida a cualquier detalle, tanto irrelevante como complejo. El problema era saber cómo averiguar dichos requerimientos.
—Tal vez… yo pudiera…
[Aunque tus intenciones de ayudar están motivadas por tu insaciable sed de poder, aprecio sinceramente el esfuerzo que estás haciendo para liberarme]
La dragona volvió a fruncir el ceño.
[Pero debo declinar, como mencione antes, soy muy leal a mi portador]
Uroboros sintió cómo la frustración se apoderaba más en su interior. La respuesta de la espada confirmaba sus sospechas: apoderarse de ella no sería una tarea sencilla. Sin embargo, estaba decidida a encontrar una manera, incluso si eso significaba enfrentarse al dueño de la espada. En su vasto conocimiento, sabía que los portadores de las sacred gears; armas concedidas por la gracia del señor, eran mucho más débiles que las armas mismas. Siguiendo esa lógica, acabar con el portador debería ser fácil.
Pero ciertamente algo le intrigaba
—Un ser como tu… ¿Sirviendo a un mortal? —inquirió Ophis, buscando encontrar algún resquicio en la armadura de la espada.
La espada permaneció en silencio por un momento, como si estuviera sopesando sus palabras con cuidado. Finalmente, habló con una solemnidad que sorprendió a Ophis.
[La idea de servir a un ser mortal puede parecer extraña para alguien como tú, pero incluso el más irrelevante de los mortales puede poseer una voluntad y una determinación que rivalizan con la de cualquier ser divino.]
Las palabras de la espada resonaron en la mente de Ophis, provocando una reflexión profunda. Si bien ella no toma enserio a los mortales del mundo humano y a los insignificantes seres del mundo sobrenatural, ahora se veía obligada a reconsiderar su perspectiva. Tal vez, detrás de la aparente fragilidad de los seres humanos, yacía una fuerza inquebrantable que merecía respeto.
—Es… confuso —respondió Ophis, quien por primera vez en milenios reflexionaba de la complejidad del asunto —. Un dios… atado a los… caprichos y demandas… de un simple mortal.
La espada titiló con un resplandor fugaz, como si estuviera contemplando la pregunta con seriedad. Después de un breve momento, respondió con solemnidad:
[La voluntad de mi portador es tan inquebrantable como el más duro de los minerales existentes en el universo. Ha luchado incontables batallas, enfrentado desafíos insuperables, y ha soportado innumerables fracasos, todo en aras del bien mayor. He sido testigo de su sufrimiento, su odio, su amor y su felicidad a lo largo de un ciclo convergente, un ciclo que ha capturado mi atención. Y por eso, he jurado mi lealtad hacia él.]
Las palabras de la espada resonaron en la mente de Ophis, despertando una intensa curiosidad por el portador desconocido. A pesar de su desinterés por los mortales, una inquietud persistente la invadía mientras reflexionaba sobre las palabras de la espada. Cada detalle, cada matiz de la conversación, era analizado minuciosamente en busca de alguna pista que pudiera explicar cómo era posible un caso tan peculiar
Un dios sirviendo a un mortal.
—Tu resolución… no tiene… sentido.
La espada permaneció en silencio por un momento, como si estuviera considerando cuidadosamente sus palabras antes de responder con una serenidad inquebrantable:
[Desde tu perspectiva, puede parecer un concepto absurdo. Así que te lo voy a mostrar, quizás con lo que presencies… tu resolución tenga resultados concluyentes. Prepárate niña inmortal]
La espada emanó una luz deslumbrante que inundó el paisaje circundante, obligando a Ophis a protegerse los ojos con ambas manos. El resplandor era tan intenso que parecía abarcar todo el horizonte, convirtiendo el paisaje en un mar de luminiscencia. Cuando finalmente la luz se desvaneció, la diosa del infinito y la espada habían desaparecido.
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Durante aproximadamente una hora, el médico le proporcionó una detallada explicación sobre las diversas facciones que componían el mundo en el que se encontraban. Trunks escuchó atentamente mientras Abbader describía los territorios del cielo, el inframundo y Grigori, así como la historia de la guerra que los había consumido en el pasado. También aprendió sobre los cuatro grandes Maous y sus roles en el inframundo, lo que arrojó luz sobre el sistema de gobierno demoníaco.
—Así que este mundo es una especie de versión alternativa del mundo humano, dividido entre ángeles, ángeles caídos y demonios, ¿es eso correcto? —inquirió Trunks con interés.
—Exactamente —respondió el doctor, asintiendo con solemnidad—. Cada una de estas facciones tiene su propio territorio bien definido. Y como mencione antes ustedes es en el Inframundo, el dominio de los demonios.
Viendo la duda reflejada en el rostro de su paciente, el doctor Abbader decidió brindar más detalles sobre cómo los 72 clanes demoníacos se habían reducido significativamente después de la guerra. Explicó el sistema mediante el cual los demonios podía reencarnar humanos para repoblar sus filas, convirtiéndolos en sirvientes de los demonios que se encargaban de seleccionar a los humanos adecuados para tal propósito. Esta revelación provocó cierta desaprobación por parte de Trunks, quien cuestionó la moralidad de tal práctica.
—Es comprensible que te sientas así —comentó el doctor, reconociendo la validez de la inconformidad de Trunks—. Sin embargo, debes entender que estamos luchando por la supervivencia y tuvimos que adaptar medidas para que nuestra población vuelva a ser como antes.
—Parece más una forma de esclavitud, ¿no cree? —cuestionó Trunks con cierta indignación en su tono—. Nadie debería ser forzado a renunciar a su propia identidad y ser convertido en un mero instrumento para los intereses de los demás, incluso en un mundo tan desafiante como este.
El doctor Abbader asintió comprensivamente, reconociendo la validez de la perspectiva de Trunks.
—Tenemos muy presente que el concepto de libertad personal es fundamental en cualquier sociedad, y la nuestra no es la excepción. Sin embargo, quiero aclararte que los humanos seleccionados por los demonios de las casas lo hacen voluntariamente. Solo aquellos que otorgan su consentimiento son reencarnados como demonios.
Si bien la explicación fue convincente, el doctor optó por no extenderse en el tema de la reencarnación de humanos por parte de los demonios nobles. Esta decisión se debió a su deseo de mantener el enfoque en los aspectos más importantes de la conversación y evitar discusiones que pudieran desviar la atención del objetivo principal.
—Entiendo —dijo Trunks no muy convencido de la explicación del doctor, pero decidió dejarlo pasar de momento.
Prosiguiendo con su explicación, el médico mencionó también la muerte del dios de ese mundo, que dejó tras de sí artefactos sagrados reservados para unos pocos humanos privilegiados, así como también destacando la existencia de más facciones y seres mitológicos de diferentes culturas. También el medico reveló que una de sus hijas era uno de los grandes Maōs, mientras que la otra era la heredera de su clan, arrojando más luz sobre la compleja estructura social y política de ese mundo.
—Podría decirse que hay un sinfín de criaturas habitando en este mundo —respondió Mai, aún confundida por el asunto, mientras reflexionaba sobre la diversidad de seres que podrían habitar el mundo del inframundo.
El doctor asintió.
—Muy bien, considero que les he proporcionado la información necesaria que ustedes necesitan saber —dijo el doctor con seriedad—. Ahora me gustaría obtener respuestas de su parte. Les aseguro que solo mis superiores y yo conoceremos lo que discutamos aquí. Así que díganme con toda confianza, ¿De dónde vienen Mai y tú?
Trunks intercambió una mirada fugaz con Mai antes de responder, evaluando la situación con cautela antes de decidir cómo proceder.
—Nuestra situación es un tanto... complicada —comenzó Trunks, eligiendo sus palabras con cuidado mientras trataba de encontrar la mejor manera de abordar el tema sin revelar demasiado—. Venimos de un lugar distinto al suyo, un lugar que podríamos describir como... otro universo, aunque eso sería una simplificación.
El doctor Abbader escuchó atentamente, su expresión seria pero receptiva, indicando que estaba dispuesto a escuchar más.
—Y para despejar todo tipo de dudas no vinimos aquí porque quisimos —continuó Mai tratando de transmitir la idea sin revelar detalles innecesarios.
—Fue en base a eventos inesperados e infortunados que nos llevaron a llegar a este lugar —añadió Trunks, con un suspiro que denotaba la carga emocional que acompañaba relatar la historia de su vida y la de Mai con alguien a quien apenas conoce —, pero para que usted pueda comprender mejor… tendré que contarle… mi historia.
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El doctor Abbader comenzó a relatar lo que descubrió durante el interrogatorio a Trunks del futuro, enfocándose en los detalles más relevantes sin mencionar los detalles más dolorosos que enfrento la pareja antes de venir aquí, por cuestiones éticas. Habló sobre el mundo apocalíptico del que venía Trunks, de la devastación causada por un individuo que se hacía llamar el dios de la justicia, considerando a los mortales seres que debían desaparecer de la faz de la tierra para que no siguieran mancillando su impoluto paraíso.
Sirzechs escuchó atentamente, con una seriedad que reflejaba la comprensión de la gravedad de la situación. Sus cejas se fruncieron levemente mientras absorbía cada palabra del doctor Abbader. Su expresión, aunque controlada, revelaba una profunda preocupación por lo que estaba escuchando. Cada nueva revelación del doctor parecía pesar más en sus hombros, y su mirada reflejaba una determinación firme pero también un atisbo de inquietud por lo que vendría a continuación.
—Lo que me estás contando es… demasiado —expresó Sirzechs, su voz reflejaba una mezcla de sorpresa y preocupación mientras tomaba una pausa para asimilar la abrumadora cantidad de información que acababa de recibir.
El doctor comprendió el mensaje, dejo pasar un breve periodo de tiempo, una vez pasada la conmoción, el doctor carraspeo un poco antes de volver a hablar.
—Y eso no es todo Sirzechs-sama —continuó el doctor, carraspeando un poco —, hay algo aún más revelador.
Sirzechs observó al doctor con atención, dejando entrever un destello de aprobación en su mirada, lo que alentó al médico a continuar con su relato y compartir todo lo que había descubierto.
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—Ustedes han pasado por mucho —comentó el doctor Abbader con empatía, su voz transmitía calma y empatía mientras dirigía su mirada hacia Trunks y Mai, mostrando un interés genuino en sus experiencias.
Mai, en un silencio cargado de emotividad, mantenía los puños cerrados con fuerza, como si en ellos se concentrara toda la intensidad de sus emociones. Su rostro reflejaba el peso de los recuerdos dolorosos que aún la atormentaban, mientras rememoraba vívidamente cómo Zamasu había aniquilado a quienes consideraba su familia y amigos más cercanos. El impacto de ese evento seguía siendo devastador para ella, como una herida que se negaba a cicatrizar por completo.
El doctor, percibió la tensión palpable en el ambiente, decidió intervenir para ofrecerles un respiro. Con gesto comprensivo, les dio una pausa, brindándoles la oportunidad de compartir sus historias sin sentirse presionados o desconfiados.
—Tomen el tiempo que necesiten. Estoy aquí para escuchar cuando estén listos para continuar con su relato —dijo el doctor con amabilidad.
Con un profundo suspiro, Trunks procedió a explicar su procedencia, omitiendo detalles íntimos, sin ahondar más en su pasado o la mención de que era un viajero en el tiempo y solo compartiendo lo esencial: que él era el resultado de la unión entre una humana y un ser perteneciente a una raza guerrera extraterrestre de poderes grandiosos conocida como saiyajin. Explicó cómo su mundo había sido devastado como resultado de una batalla con un dios, y cómo esa tragedia los había llevado a él y a Mai a este a terminar en este desconocido lugar.
El doctor Abbader escuchó atentamente, asimilando la información con seriedad y compasión. Aunque la historia de Trunks era extraordinaria, el doctor se esforzó por mantener una actitud abierta y receptiva, reconociendo la gravedad de la situación que enfrentaban.
Todo parecía una locura, pero cada vez que el doctor interrumpía para preguntar algo, el guerrero del futuro respondía con completa sinceridad y coherencia. Incluso, en un momento de impulso, el joven se levantó de su cama y se atrevió a flotar un poco por el aire, como para probar un punto y demostrar la veracidad de sus afirmaciones.
El doctor Abbader observó con asombro mientras Trunks se elevaba en el aire con una gracia sobrenatural, confirmando la autenticidad de sus palabras. Aunque sorprendido, el doctor mantuvo la compostura, asimilando esta nueva demostración de habilidad con curiosidad científica.
—Increíble —murmuró el doctor Abbader, su voz cargada de admiración mientras observaba a Trunks flotar—. Esto es... verdaderamente asombroso.
Trunks descendió con cuidado, sintiendo punzadas de dolor en su brazo y piernas mientras lo hacía. Decidió regresar a su cama para descansar y aliviar el malestar.
—No había la necesidad de hacer eso pudiste esperar a recuperarte un poco mas —menciono el doctor con un gesto desaprobación.
—Lo siento, doctor Abbader, pero era importante que viera con sus propios ojos que mis palabras no son simplemente delirios de un loco —explicó el guerrero del futuro con calma.
—Lo entiendo, sé que querías demostrar con pruebas todo lo que me estas contando —respondió el doctor con calma, pero con ese tono denostando regaño —. Sin embargo, tu salud es lo más importante en este momento. Deberías descansar y recuperarte adecuadamente antes de realizar cualquier otra demostración.
Trunks asintió con un gesto de agradecimiento, reconociendo la sabiduría en las palabras del doctor. Sin embargo, antes de que pudiera responder, el patriarca de los Sitri carraspeó, cambiando el curso de la conversación.
—Mencionaste que uno de tus amigos invocó a un dios más poderoso, ¿verdad? —preguntó con seriedad—. ¿Fue para derrotar a la malévola deidad que asoló tu mundo?
Ambos tragaron en seco por la brusquedad que el doctor soltó en su pregunta.
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—Así que todo esto lo causó un dios del mundo donde proviene —inquirió Sirzechs, con un destello de intriga en sus ojos—, como aquellos mitos lovecraftianos que leí en el mundo humano.
El doctor Abbader asintió con solemnidad, reconociendo la validez de la comparación.
—Me temo que sí, Sirzechs-sama. No tengo razones para dudar de las palabras del joven —respondió con sinceridad el doctor Abbader, su tono cargado de seriedad—. Lo que ha compartido conmigo es coherente y coincide con nuestras hipótesis sobre la existencia de otros mundos, provenientes de la brecha dimensional (1)
Resultaba inquietante la coincidencia entre el relato de Trunks sobre la intervención divina para derrotar a la entidad maligna que devastó su mundo y los relatos de las deidades terroríficas descritas en los mitos de Lovecraft. Al igual que en esas historias, donde seres cósmicos de poder inescrutable emergen de dimensiones más allá de la comprensión humana, la idea de otras dimensiones y mundos regidos por sus propias reglas era difícil de aceptar de procesar. Sin embargo, la existencia de otras dimensiones, otros mundos, y con ellos, deidades cuyo poder podían superar al imponente Great Red.
Todo sonaba un relato escrito por un esquizofrénico, pero las evidencias mostradas apuntaban a esa realidad.
—Ahora entiendo porque no querías que Serafall se viera involucrada en esto —dijo Sirzechs notando como gotas perladas de sudor resbalaban por su frente —, incluso a mí me cuesta mucho asimilar esto y mantener la compostura.
—Es por eso que decidí acudir a usted, Sirzechs-sama, como el Maō encargado de los asuntos domésticos. Creo que es mejor que usted maneje este asunto.
Sirzechs exhaló profundamente.
—Estás poniendo una carga muy pesada sobre mis hombros —dijo el Satán rojo, con un suspiro cargado de pesar—. Me imagino que Trunks-dono te habrá comentado el resultado de la batalla, ¿verdad?
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La mención de aquellos eventos provocó una reacción visceral en Mai, quien apretó los dientes con fuerza, incapaz de soportar más la angustia de recordar aquel suceso. Con lágrimas en los ojos, abandonó la sala abruptamente, necesitando un momento para recobrar la compostura fuera de la presión del interrogatorio.
Trunks miró con preocupación hacia la puerta por la que Mai acababa de salir, pero luego volvió su atención hacia el doctor Abbader, impactado por lo que presencio decidió retomar la conversación a pesar de la incomodidad que aquellas memorias traían consigo. Y así evitar hablar de eso a futuro.
—Trunks, lamento profundamente haber causado malestar a Mai con mis preguntas —dijo el doctor lleno de arrepentimiento—. No era mi intención herir sus sentimientos. Entiendo que estos recuerdos son dolorosos para ambos, y no deberíamos profundizar en ellos si les causan tanto sufrimiento.
Trunks asintió con gratitud, reconociendo la comprensión y empatía del doctor.
—No se preocupe, aprecio de antemano el tacto que tiene con nosotros —respondió con sinceridad, deseando dejar atrás aquellos dolorosos recuerdos y concentrarse en el presente. —Así que me gustaría terminar con este asunto de una vez para evitar volver hablar de ello a futuro.
Decidido a dar por terminado el interrogatorio, con una mirada seria y un tono cargado de emotividad, reveló que, el mundo que había conocido desde su nacimiento, fue borrado de la existencia por Zeno-sama. Tambien le comento que, para poder protegerse, expulso su propio poder para buscar refugio en otra dimensión (2) y escapar del destino funesto al que la pequeña deidad los había sentenciado. El recuerdo de la desaparición de su hogar, de sus amigos y seres queridos, aún le pesaba en el alma, recordándole la angustia y el dolor que había experimentado en aquellos momentos oscuros.
El doctor se quedó anonadado ante la revelación de Trunks. Aunque había descartado la posibilidad de que los jóvenes fueran enemigos potenciales, lo que acababa de escuchar era tan extraordinario que desafiaba toda lógica. ¿Cómo podía asimilar la idea de que habían llegado a su mundo a través de la distorsión de dimensiones causada por el poder colosal de ese tal Zeno-sama? Todo parecía demasiado surrealista para ser verdadero. Sin embargo, a medida que reflexionaba sobre la sinceridad en las palabras de Trunks y Mai, el doctor se vio obligado a considerar la posibilidad de que estuvieran diciendo la verdad. Aunque fuera difícil de creer, debía mantener una mente abierta y estar preparado para explorar todas las posibilidades.
—Y ahora… ¿Qué tienen pensado hacer? —Volvió a hablar el doctor Abbader después de un incómodo silencio.
Trunks suspiró, su expresión reflejaba la confusión que lo embargaba.
—No lo sé, no tengo idea —respondió con sinceridad, dejando entrever la incertidumbre que lo consumía.
Pasaron unos minutos mas de silencio entre ambos.
El doctor Abbader consideraba la situación con seriedad, reconociendo la necesidad de buscar orientación adicional de sus superiores dada la extraordinaria naturaleza de las circunstancias.
—Entiendo la magnitud del asunto, como mencione nosotros te atenderemos y les daremos hospedaje tanto a ti como tu amiga en lo que terminas de recuperarte —anunció el doctor con calma, su voz reflejando la seriedad del momento—. Una vez que informe a mis superiores, deliberaremos si es viable alojarlos en el Inframundo o asignarles una residencia en el mundo humano.
El doctor Abbader se sumergió en una profunda reflexión, consciente de la trascendencia de la situación que enfrentaban. Reconoció la necesidad imperiosa de buscar orientación adicional de sus superiores, comprendiendo plenamente la extraordinaria naturaleza de las circunstancias que rodeaban a Trunks y Mai. Trunks asintió en agradecimiento por la hospitalidad ofrecida, aunque una ligera preocupación se reflejaba en su mirada. La idea de permanecer en un lugar desconocido, incluso temporalmente, le generaba cierta inquietud.
—Aprecio mucho su ayuda, doctor Abbader —respondió el guerrero del futuro con gratitud.
El doctor Abbader asintió con comprensión, observando atentamente a Trunks mientras la tensión que había invadido su semblante comenzaba a ceder. Los rasgos de preocupación del joven Saiyajin se suavizaron gradualmente, como si la perspectiva de recibir ayuda y refugio aliviara parte de la carga que llevaba consigo.
—Descansa por ahora, no hagas movimientos bruscos y tampoco… rompas con la dieta que te asigne —aconsejó el doctor con amabilidad mientras Trunks bajaba la vista un poco avergonzada. —De momento me retirare, si necesitas algo mis enfermeras te atenderán.
Trunks asintió una vez más, agradecido por las palabras de preocupación y cuidado del doctor Abbader. Aunque seguía sintiéndose inquieto por la incertidumbre de su situación, al menos ahora tenía un lugar seguro donde descansar y recuperarse.
—Entendido, doctor. Haré lo posible por seguir sus recomendaciones —respondió con sinceridad, mostrando un leve gesto de determinación en su rostro.
El doctor Abbader le dirigió una sonrisa reconfortante antes de retirarse de la habitación, dejando a Trunks a solas con sus pensamientos.
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El silencio reinaba en el cráter, interrumpido solo por la respiración agitada de la diosa dragona del infinito. Ophis, tan imponente y majestuosa como siempre, ahora se encontraba vulnerable y desorientada, luchando por recuperar el control de sí misma después de su misterioso viaje.
La espada Z, por su parte, permanecía en silencio, su presencia imponente y serena contrastaba con la situación de Ophis. Observaba con atención a la dragona, sin emitir palabra alguna, como si esperara pacientemente a que ella se recuperara lo suficiente para poder hablar.
—Es difícil… de creer —murmuró Ophis, su voz aún cargada de incredulidad mientras intentaba procesar lo que acababa de experimentar.
La revelación sobre la existencia de Zeno-sama, fue como un golpe devastador para Ophis. Aunque siempre había considerado a Great Red y Trihexa como los seres absolutos en el universo, la idea de que hubiera una entidad aún más poderosa y abrumadora que ellos la llenaba de temor y ansiedad.
Los Hakai-shin, Kaioshins, Dai Kaioshin y Ángeles eran figuras impresionantes por derecho propio, pero la mera idea de Zenos-sama eclipsaba todo lo demás. Era el pináculo del poder, la autoridad suprema sobre todo lo que existía. Solo pensar en su omnipotencia y capacidad para destruir universos enteros enviaba un escalofrío por la espalda de Ophis.
En ese momento, se dio cuenta de que el mundo en el que había estado viviendo era mucho más grande y complejo de lo que había imaginado. Había fuerzas en juego que trascendían su comprensión, y se sentía pequeña e insignificante en comparación con ellas.
[Pues créelo niña inmortal]
La pequeña diosa dragona alzo la mirada observando la espada con mirada penetrante, pese a que es un ser que ha vivido milenios, lo que presencio era otro nivel.
—Tu eres… uno de esos dioses… supremos ¿verdad?
La espada Z, con su brillo radiante, flotaba en el aire mientras Ophis la encaraba con determinación. Ante la pregunta directa de la dragona del infinito, la espada respondió con calma y serenidad:
[Lo soy, niña inmortal. Soy uno de los seres divinos que tenían a un universo a su supervisión. ¿Ahora entendiste porque jamás te otorgare mi lealtad?]
Ophis quedó atónita ante la revelación, sintiendo un profundo dolor al contemplar la difícil y traumática vida de Trunks desde su infancia. La muerte y la violencia eran compañeras constantes en su existencia, y cada día era una lucha por sobrevivir en un mundo desgarrado por la tragedia y la destrucción. Ver cómo personas inocentes caían víctimas de un destino cruel y sin sentido, creado por las manos de un ser despiadado con delirios de grandeza y venganza, la llenaba de una furia impotente.
La cuenta de muertos se acumulaba de manera alarmante: cientos el primer día, miles en el primer mes, millones en el primer año. Y entre esas listas de fatalidades, los nombres de los guerreros Z encabezaban la lista negra del destino. Cada nombre tachado con sangre, como un sombrío recordatorio de que sus almas ya habían sido reclamadas por la muerte.
La desesperación y el sufrimiento de Trunks resonaban en el corazón de Ophis, haciéndola reflexionar sobre la brutalidad del mundo en el que él había sido arrojado. Aunque era un ser eterno, ella comprendía ahora que la inmortalidad no garantizaba la ausencia de dolor o el sufrimiento infinito que estos mortales podían experimentar.
Ophis fue testigo de batallas titánicas que decidían el destino de aquel universo, enfrentamientos contra enemigos formidables como Cell, Bojack, Broly, Dabura y una lista interminable de adversarios que mantenían en vilo a todos. Sin embargo, al final, la victoria siempre recaía en los héroes, quienes, con valentía y determinación, lograban sobreponerse a todas las adversidades.
Pero incluso para los héroes más poderosos, siempre existía un obstáculo insuperable, una sombra que acechaba desde las profundidades de la oscuridad. Esa sombra tenía un nombre:
"Black"
Un ser cuyo rostro reflejaba la imagen del salvador caído en múltiples ocasiones, pero cuyo espíritu albergaba la esencia del genocida universal, Zamas, proveniente de una línea temporal alterna. Este ser despojó a Trunks de su ser más sagrado, su madre, Bulma Brief, dejándolo casi solo en un dolor que trascendía las fronteras del multiverso.
En medio de ese dolor y desesperación, Ophis comenzó a comprender algo crucial.
—El… es igual… a mi
Uroboros pronunció esas palabras con una mezcla de sorpresa y comprensión. La revelación la dejó perpleja, pues al observar la vida y las experiencias de Trunks, comenzó a vislumbrar paralelismos con su propia existencia inmortal. Aunque hubiera diferencias notables entre la vida de ambos, estaba convencida de que ellos dos eran iguales.
Aunque provenían de mundos y circunstancias diferentes, ambos compartían la carga del sufrimiento y la lucha contra adversidades insondables. En ese momento, Uroboros sintió una conexión especial con el guerrero del futuro, una comprensión mutua que trascendía las barreras del tiempo y el espacio.
[¿Estas completamente segura de lo que dices, niña inmortal?]
Ante la pregunta de la espada, Ophis la observó en silencio, su expresión revelaba una convicción profunda en la afirmación que acababa de hacer. No necesitaba palabras para confirmar lo que su intuición le decía con certeza.
El razonamiento lógico de Ophis la llevaba a una conclusión inevitable: ella y Trunks estaban destinados a estar juntos. Ambos enfrentaban la soledad desde perspectivas distintas, pero igualmente abrumadoras. No tenían un lugar al que llamar hogar y eran vistos por otros como seres poderosos, a veces temidos o incomprendidos. Además, compartían una naturaleza fría y seria, forjada por las circunstancias que habían enfrentado a lo largo de sus vidas. Desde el punto de vista de Ophis, estas similitudes los complementaban y los unían de una manera que trascendía las diferencias superficiales.
En uno de esos giros inesperados que a veces presenta el universo, se mostró intrigada por un humano peculiar; el actual portador de la Boosted Gear.
Hyōdō Issei.
Conocido tanto por su fama de pervertido como por ser una de las promesas más destacadas entre los demonios, añadía un intrigante giro a la situación. El hecho de que alguien mostrara interés en Issei, a pesar de su reputación, era inusual y planteaba preguntas sobre los motivos de la diosa dragona del infinito.
Y eso fue lo que despertó su interés por el actual Sekiryuutei, debido a sus progresos inusuales y su potencial prometedor, la presencia de Trunks parecía eclipsar todo lo demás. Ahora, su enfoque estaba en comprender la esencia y el poder del joven saiyajin, cuyas experiencias y habilidades lo hacían destacar como una figura extraordinaria. Mientras contemplaba cómo alcanzar la grandeza que veía en Trunks, Ophis se preguntaba si alguna vez podría igualar su magnificencia.
—Lo quiero —declaró la diosa, fijando su mirada en un punto distante del horizonte.
La Espada Z se quedó momentáneamente en silencio, procesando la declaración de Ophis.
[¿Qué es lo que quieres exactamente, niña inmortal?]
Ignorando la pregunta de la espada, su mente estaba centrada en su nueva ambición.
—Trunks… será mío.
La declaración de Ophis dejó a la Espada Z perpleja, mostrándose incrédula ante la sorprendente revelación.
[¿Quieres que Trunks sea tuyo? ¿Qué significa eso exactamente? ¿Estás sugiriendo que quieres reclamarlo como un lacayo o como un objeto de tu propiedad?]
Ophis permanecía absorta en aquel punto del horizonte, ignorando rotundamente las preguntas de la espada. Después de un momento de silencio, decidió retirarse del lugar sin pronunciar una palabra más, dejando a la espada sumida en esa incertidumbre.
Fin del capítulo.
Aclaraciones
(1) En la novela de Shin DxD se reveló que la brecha dimensional era una especie de portal capaz de albergar nuevos mundos, una información sumamente delicada que solo los altos mandos conocen, pues se trata únicamente de una hipótesis. Aquellos que han leído las novelas de Shin sabrán que clase seres ha venido por parte de ahí a hacer de las suyas en el mundo de Dxd.
(2) Trunks prefirió guardar silencio sobre ciertos aspectos de su vida, especialmente aquellos relacionados con sus viajes en el tiempo y su pasado, por lo que optó por omitir detalles al igual que el doctor Abbader y mentir acerca de cómo llegaron al inframundo.
¡Y con esto concluimos el capítulo! Espero que haya sido de tu agrado. Si disfrutaste de la lectura, te invito a dejar tus comentarios y sugerencias. ¡Tus favoritos y seguidores son siempre bienvenidos! Nos vemos en el próximo capítulo. ¡Hasta luego!
