Hola a todos…
Se que había dicho que publicaría los capítulos de manera semanal, pero hubo un suceso que hizo que mis ánimos decayeran mucho, quizás demasiado…
Mi mangaka favorito había fallecido.
Verán les contare: yo había salido de trabajar el jueves temprano emocionado por tener el viernes libre, planeaba aprovechar el día para hacer mis cosas de rutina, asear mi casa, ver algunas series y descansar debidamente para estar listo para continuar con el fic
Sin embargo, en un momento de descanso, decidí echar un vistazo a Twitter, buscando un viendo que cosas más relevantes había de ese momento. Fue entonces cuando me topé con una noticia que me descoloco profundamente.
Akira Toriyama se había ido…
A pesar de la sorpresa, mi primera reacción fue simular indiferencia. ¿Puede que fuera como un mecanismo de defensa? Quién sabe. Por un momento, me aferré a la esperanza de que fuera solo un malentendido o algo así, pero la verdad es que la noticia me dejó en un estado de total desconcierto.
A medida que avanzaba el día, incluso mientras abría rápidamente la aplicación de Youtube en mi televisión y observaba cómo la noticia del fallecimiento ya era mundial y comentada en noticieros de varios países, mi mente se veía inundada por recuerdos de diversas etapas de mi vida. Desde los días de mi infancia hasta los momentos más recientes, cada recuerdo parecía surgir de la nada, trayendo consigo una mezcla de emociones y nostalgia.
No tengo idea de cuándo exactamente puse en el buscador de Youtube compilación de videos memorables, AMV de Dragon Ball, Dragon Ball Z Gt y Super. Tal vez fue un impulso para recordar tiempos más simples, o quizás buscaba una especie de consuelo en la familiaridad de la serie que tanto significaba para mí. Sin embargo, a medida que las imágenes familiares de los personajes icónicos y las escenas épicas llenaban la pantalla, un nudo comenzó a formarse en mi garganta.
Rápidamente tuve recuerdos de mi infancia
Después de la escuela, después o antes de hacer la tarea, siempre llegaba a prender la televisión para ver el siguiente capítulo de Dragon Ball. Era como una tradición sagrada para mí. No me importaba si tenía un montón de deberes por hacer, ¡eso podía esperar! Lo primero era prender la tele para ver el capítulo.
Mis amigos y yo jugábamos en el recreo para recrear el capítulo que habíamos visto el dia anterior. A veces era Goku, y otras veces me repartía los roles de los malos, como estaba gordo muchos me habían apodado Majin buu jaja. ¡Qué buenos tiempos! También recuerdo claramente cómo las niñas nos miraban con fastidio y muchas de ellas rodaban los ojos de disgusto diciendo "Ush que niños idiotas", inclusive recuerdo que cuando me bañaba y tenía el pelo largo usaba el jabón del shampoo para simular que me transformaba en super saiyajin y en otras a veces gritaba el mítico KA-ME-HA-ME-HAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA.
Recuerdo también que cuando veía la televisión viví muchas tensiones, como, por ejemplo, esperando a ver si Cell por fin lograba absorber a 18 y alcanzar esa forma perfecta Y qué decir de cuando Goku regresó del camino de la serpiente justo a tiempo para evitar que Vegeta y Nappa mataran a los guerreros z restantes Cuando Gohan se transformó en ssj 2 ¡Fue una montaña rusa de emociones!.
Que decir cuando Freezer sobrevivió a la Genkidama y todos los guerreros estaban agotados, ¡Pensé que era el fin del mundo! Estaba asustado de que ya no hubiera nada que pudiera detenerlo, hasta que Gōku se transformo en Super saiyajin.
Y luego, cuando Gōku les pidió a todos que levantaran las manos para darle su energía para la Genkidama, ¡yo estaba muy cerca de la televisión, levantando las manos tan rápido como podía! Pensaba que de alguna manera le estaba dando mi energía a Gōku para que esa Genkidama creciera; Incluso recuerdo cómo mis papás me miraban raro, preguntándose qué diablos estaba haciendo su hijo.
Mis lágrimas comenzaron a caer cuando recordé esos momentos maravillosos de mi vida. Y todo animo en mi decayó, no estaba de humor para hacer nada…
La obra de Toriyama fue más que una simple serie para mí; fue un punto de inflexión. Esos momentos viendo Dragon Ball fueron algunos de los pocos instantes de verdadera felicidad que tuve en mi vida.
Creo que la mejor manera de honrar su memoria y su obra es a través de este fic que haré, respetando la esencia de los personajes. No me considero tan bueno como Toriyama, ¡jamás! Ni siquiera le llego a la punta de los talones, pero, aun así, deseo que esta obra sea lo mejor posible, manteniéndome fiel a su estilo. Daré todo mi esfuerzo.
Este capítulo lo escribiré con más palabras de lo usual como una especie de homenaje. Sé que no es muy ostentoso, pero es lo mejor que puedo hacer en estos momentos.
Gracias Toriyama sensei, espero que Kaio-sama te haya recibido con los brazos abiertos.
Respuesta a reviews
Maximum Rhapsody: Agradezco tu review hermano, Pronto desarrollaré la trama de Ophis para que puedas ver cómo se desarrolla todo. Con respecto al Viejo Kaioshin, te diré que esperes más adelante para descubrir qué sucederá con la espada Z; es lo último que te adelanto. Además, con Mai ya tengo algo planeado, y te aseguro que te va a encantar. Gracias por tus comentarios, y espero que disfrutes de este capítulo tanto como yo disfruté escribiéndolo.
Chapter 5.- Amenaza latente
Habían pasado 5 días después de su conversación con el Dr. Abbader. Trunks ahora se encontraba en una condición ligeramente mejor en comparación con su estado inicial. Las heridas que había sufrido durante el enfrentamiento con sus enemigos estaban sanando gradualmente, aunque aún quedaban signos visibles de su batalla en su cuerpo. Las vendas cubrían las áreas más afectadas, y aunque el dolor persistía, era menos agudo que en los días anteriores.
En la habitación del hospital, Trunks pasaba sus días centrado en su recuperación. Dada su condición delicada, se veía limitado a permanecer postrado en la cama. Aunque esta situación resultaba algo molesta, la aceptaba con resignación, ya que estaba consciente de su delicado estado de salud, así como las limitaciones de su cuerpo. Además, como firme seguidor de las reglas, se adaptaba a las indicaciones médicas sin objeciones.
Una de las enfermeras le sugirió a Trunks la lectura como una forma de hacer más llevadera su estancia en el hospital. Aunque al principio dudó, una vez que empezó a leer el libro recomendado, Trunks notó que la lectura se convertía, de alguna manera, en un pasatiempo interesante. Consciente del valor que esto representaba como distracción durante su recuperación, continuaba absorto en la novela que la enfermera le había dado, pues, aunque algunos temas le resultaban un tanto difíciles de comprender al principio, su curiosidad por saber qué sucedería a continuación lo impulsó a convertir la lectura en un hábito, no solo para pasar el tiempo, sino también para enriquecer su mente.
Después de todo Gohan le había dicho que un guerrero debe ser fuerte tanto física como mentalmente.
La lectura se convirtió en un refugio para Trunks, transportándolo a mundos lejanos y permitiéndole escapar, aunque brevemente, de la realidad de su situación. En las páginas de los libros, encontraba aventuras emocionantes, personajes fascinantes y lecciones valiosas que podría aplicar a su vida de ahora en adelante.
Después de terminar los libros que la enfermera le había prestado, Trunks se enteró de que no había más libros disponibles en la sala de lectura del hospital. Esta noticia lo dejó un poco desanimado por un momento, ya que la lectura se había convertido en una parte esencial de su rutina diaria y en un escape de la monotonía de la vida hospitalaria.
Una mañana soleada, Trunks recibió la noticia de que podía dar breves paseos por los alrededores del hospital. Con cuidado y un poco de ayuda, se levantó de la cama y salió al jardín. El aire fresco y el suave murmullo de la naturaleza le brindaron un respiro bienvenido después de días de confinamiento en la habitación del hospital.
Al salir al jardín, fue recibido por una brisa suave que jugueteaba con las hojas de los árboles y traía consigo el aroma fresco de las flores en pleno esplendor. El canto melodioso de los pájaros añadía una melodía serena al entorno, creando un ambiente de tranquilidad que contrastaba con el ajetreo del interior del hospital.
Cuando recorrió el jardín, los ojos de Trunks se posaron en un frondoso árbol cuyas ramas extendidas ofrecían una sombra acogedora. Sin dudarlo, se acercó y encontró en él un lugar más que adecuado para su propósito. Con cuidado, se acomodó bajo su abrigo, adoptando la postura de loto, cerró los ojos, permitiendo que el suave murmullo de la naturaleza lo envolviera por completo.
Inhaló profundamente el aire fresco que llenaba sus pulmones, sintiendo cómo cada respiración le brindaba una sensación renovada de vitalidad. Con cada inhalación y exhalación consciente, la tensión acumulada en su cuerpo parecía disiparse lentamente, como si la brisa misma se llevara consigo todas sus preocupaciones y temores.
Decidió aprovechar el tiempo que las enfermeras le dieron para practicar las técnicas de meditación que había aprendido durante su entrenamiento como guerrero. Con cada respiración consciente, Trunks se sumergía más en un estado de serenidad profunda, dejando que la calma lo envolviera por completo. Sin embargo, su momento de paz se vio interrumpido cuando las mismas enfermeras que le ayudaron a salir al jardín lo llamaron para comer. Aunque renuente a abandonar ese estado de armonía, Trunks regresó a la realidad esperando reanudar su entrenamiento mental más tarde.
Si bien la promesa de la comida siempre le subía los ánimos, durante el tiempo que permaneció en el hospital, estos se vieron mermados debido a la estricta dieta impuesta por el doctor. Se sentía un poco débil y su estómago rugía demandando comida a la voz de ya. Sin embargo, confiaba en la experiencia del doctor y estaba dispuesto a aceptar cualquier recomendación que este le diera y si el le dijo que comiendo menos y una comida especifica ayudaría en su recuperación, ¿Quién era el para contradecirlo?
Pero ya estaba harto de comer verduras hervidas al vapor.
El Doctor Abbader se encontraba en su despacho revisando meticulosamente los expedientes médicos de Trunks, buscando pistas que pudieran explicar las complicaciones en su recuperación. Había algo que lo desconcertaba: a pesar a las generosas cantidades de comida que Trunks había consumido durante su estadía en el hospital, los registros mostraban signos preocupantes de desnutrición.
Frunciendo el ceño, el Doctor Abbader comparaba los datos una y otra vez, contrastándolos con los de distintas criaturas humanoides e incluso con los de personas del mundo humano. Sorprendentemente, encontraba demasiadas similitudes en cuestiones de nutrición y anatomía. Esta coincidencia despertaba su curiosidad y lo llevaba a buscar una explicación lógica para esta contradicción.
¿Cómo era posible que un paciente que había estado recibiendo una alimentación adecuada mostrara síntomas de desnutrición? La respuesta eludía su comprensión, desafiando las leyes de la fisiología humana y poniendo a prueba sus conocimientos y experiencia como médico. Determinado a resolver este enigma, el Doctor Abbader se sumergía en una intensa reflexión, buscando pistas que pudieran dar respuestas sobre esta misteriosa anomalía médica.
Entonces, recordó la extraña fisionomía del paciente en cuestión y la rareza de algunas células desconocidas que no estaban registradas en la medicina que probablemente cumplan funciones desconocidas en el cuerpo del paciente y quizás su lado extraterrestre tendría mucho que ver. Reflexionó profundamente y se preguntó lo siguiente: ¿Debería permitirle comer cualquier cosa? Y, de ser así, ¿qué resultados arrojaría? ¿Le ayudarían a recuperarse o empeoraría la situación? Era una decisión algo difícil…
El Doctor Abbader sabía que debía actuar con precaución, considerando todas las posibles consecuencias de sus acciones. Por un lado, permitirle a Trunks comer cualquier cosa podría ayudarle a estudiar los efectos que produzca en su cuerpo y así prevenir que la desnutrición se agravie más. Por otro lado, existía el riesgo de que una dieta no controlada empeorara su estado de salud.
Después de sopesar cuidadosamente todas las opciones, el Doctor Abbader llegó a una decisión. Aunque era un riesgo, decidió permitir que Trunks experimentara con una dieta más variada y menos restrictiva. Creía que esta medida podría proporcionarle información valiosa sobre su condición y con suerte, averiguar más sobre la anatomía de su peculiar paciente.
Decidido, el doctor Abbader llamó a la enfermera a cargo del cuidado de Trunks.
—Zatherina —manifestó a través del círculo mágico para contactarla— ¿podrías venir a mi despacho por favor?
—Hai, Sacho-sama. de inmediato.
Una vez que dio la indicación el doctor esperaba pacientemente a que la enfermera a cargo de Trunks llegase a su despacho. Finalmente, la puerta se abrió con un suave crujido y la enfermera a cargo de Trunks entró en la habitación. Se detuvo al ver la mirada seria del médico, sintiendo un ligero nudo en el estómago mientras se preparaba para escuchar lo que tenía que decirle el doctor.
—Zatherina, necesito que hagas un cambio en la dieta de Trunks —dijo Abbader, sin rodeos.
La enfermera arqueó una ceja, sorprendida por la solicitud inusual. Si bien era común que los pacientes tuvieran restricciones dietéticas por razones médicas, Trunks no había mostrado problemas alimenticios graves hasta ahora.
—¿Un cambio? —preguntó la enfermera con curiosidad.
El doctor Abbader asintió. Viendo el rostro de duda en la enfermera el comenzó a explicar detalladamente sus razones detrás de la decisión tomada. Mencionó los síntomas de desnutrición que había observado en el último estudio de Trunks, si bien la enfermera le pareció contraproducente, observo la preocupación reflejada en el rostro del doctor ante la aparente contradicción entre la dieta asignada y los problemas de salud evidentes en el saiyajin. Explicó cómo esta discrepancia lo había llevado a reconsiderar hacer un ligero cambio en el tratamiento de Trunks y a considerar la posibilidad de una dieta más variada como una medida para abordar este problema.
Eso incluya alimentos no tan saludables.
—Y por eso quiero ver cómo reacciona su cuerpo ante este cambio. —explicó el doctor. —Quizás así podamos entender mejor su fisiología única
Zatherina asintió, entendiendo la lógica detrás de la propuesta. Sin embargo, no pudo evitar sentirse un poco nerviosa por el riesgo potencial que implicaba. Después de todo, Trunks era un caso muy especial y cualquier cambio en su tratamiento debía hacerse con precaución.
—Entiendo, doctor. Haré los ajustes necesarios de inmediato —respondió con profesionalismo.
Abbader asintió en agradecimiento y Zatherina se retiró del despacho, lista para implementar las nuevas instrucciones. Mientras caminaba por los pasillos del hospital, reflexionaba sobre la extraña petición del doctor y esperaba que la cosa no se complicara mucho.
Con eso en mente, la enfermera se dirigió a la cocina, encontrando un tanto hilarante que tuviera que pedirles a los cocineros que prepararan comida especial, como si en lugar de atender a un paciente del hospital se tratase de un cliente de un restaurante de lujo. La idea le parecía surrealista, pero también le provocaba una pizca de diversión; después de todo, no todos los días se encontraba con situaciones tan peculiares en aquel hospital.
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Los demonios de la academia Kuoh acordaron encontrarse con las sacerdotisas en el parque después de finalizar sus actividades normales en el club. Con discreción, se vistieron con ropas de sacerdotes, camuflando sus identidades verdaderas bajo disfraces cuidadosamente elaborados. Las cruces que llevaban eran falsas; sabían que, de ser auténticas, podrían causarles heridas de gravedad. Luego de acordar los puntos de búsqueda y separarse, comenzaron a recorrer las calles de la ciudad, evitando los lugares concurridos y prefiriendo las áreas más tranquilas en busca de pistas.
Issei estaba absorto en sus pensamientos, habían pasado 3 días desde que enfrentaron a Freed, luego de que el sacerdote Valper apareciera y se lo llevara a una locación distinta, a partir de ese momento el grupo dedico su tiempo a buscar a ambos sacerdotes, pero no hubo nada, lo peor de todo es que Kiba volvió a desaparecer para buscar a ambos sacerdotes, al parecer estaba ensimismado en su venganza.
Y este había sido otro infructífero día de búsqueda, la oscuridad comenzaba a envolver a la ciudad. Issei y los demás se dieron cuenta de que se meterían en problemas si no volvían pronto. Mantener la operación en secreto era desafiante, y no podía evitar preocuparse por las posibles consecuencias si Rias llegase a descubrir lo que estaban haciendo. También era consciente de lo problemático que sería si fueran atrapados por el Consejo Estudiantil.
—Hoy tampoco hubo nada —decía Issei con un tono de fastidio —. Es un milagro que buchou aún no se enterara de esto
—¿Que no me enterara de qué?
Se escucho una voz femenina que si bien reflejaba calma destilaba un aura amenazante.
—Explícate Isse.
Issei encogió los hombros, como si buscara refugio bajo un caparazón invisible, mientras los otros tres demonios bajaron la mirada al piso, sintiéndose intimidados por la situación. Lentamente, Issei comenzó a girarse, solo para encontrarse con la voluptuosa figura de Rias Gremory quien zapateaba repetidamente en el suelo, exigiendo explicaciones con gesto impaciente acompañada de una pelinegra de estatura más baja que ella.
Después de ser descubiertos, el grupo se retiró a un parque cercano, buscando un lugar más tranquilo para discutir la situación. Rias, visiblemente molesta por la revelación, escuchó con incredulidad mientras Issei y los demás explicaban sus acciones.
—¡¿Destruir las Excalibur?! En serio ustedes dos son... —Rias parecía al borde de la exasperación, colocando una mano en su frente mientras intentaba procesar la noticia.
Del otro lado se encontraba la joven pelinegra de gafas junto a Saji quien se encontraba en la posición Seiza.
—Saji. ¿Así que eso estabas haciendo a mis espaldas? ¿Qué tienes que decir en tu defensa?
La chica pelinegra quien cuestionaba con dureza es Sona Sitri, heredera del prestigioso clan Sitri. Además, ostentaba el título de presidenta del consejo estudiantil de la academia de Kuoh, lo que le confería aún más influencia y respeto entre los estudiantes, además de ser la hija menor del doctor Abbader.
—Lo siento Kaichō…
Saji bajó la mirada, sintiendo el peso de la decepción en las palabras de su ama.
—Si las disculpas fuesen suficientes no existirían las cárceles.
Una vez rechazada la disculpa de su peón y sin decir una palabra más, Sona Sitri invocó un círculo mágico alrededor de su mano. Sin previo aviso, comenzó a administrar nalgadas a Saji, cuyos chillidos agudos resonaban en el aire con cada golpe, haciendo que Issei tragara en seco, preguntándose si Rías lo castigaría igual. Aunque la escena parecía surrealista, no había lugar para la duda: Sona estaba expresando su desaprobación de una manera no convencional pero efectiva.
—Cállate —decía Sona con energía —, recibirás mil azotes para que no vuelvas a actuar a mis espaldas.
—¡Guuh lo siento… KAICHOOOO!
Ignorando el castigo de Saji Issei y Koneko bajaron las miradas al ser observados por Rias demandando explicaciones Issei y Koneko, sintiéndose incómodos bajo la mirada penetrante de Rias, bajaron la cabeza en señal de sumisión, conscientes de que debían dar explicaciones sobre sus salidas extracurriculares. La atmósfera estaba cargada de tensión, y el silencio que siguió al castigo de Saji solo intensificó la sensación de incomodidad en el aire.
—Buchou, lo que sucede es que... —comenzó Issei, buscando las palabras adecuadas para explicar la situación sin empeorar las cosas.
Antes de que pudiera continuar, Rias lo interrumpió con una mirada firme y exigente, instándolo a ser directo y claro en su explicación. Sabía que no toleraría evasivas ni excusas, y esperaba una respuesta franca y honesta de parte de su subordinado.
Issei y Koneko asintieron con firmeza y comenzaron a explicarle a Rias que su objetivo era ayudar a Kiba a destruir los fragmentos de la Excalibur, quien motivado por el deseo de vengar a sus compañeros caídos ellos decidieron aliviar la carga de culpa que Kiba llevaba consigo. Expresaron su comprensión hacia el dolor y la frustración que Kiba experimentaba, y su deseo de apoyarlo en su búsqueda de justicia.
Rias escuchó atentamente la explicación de sus subordinados, observando sus expresiones y gestos mientras hablaban. A medida que relataban sus motivos, pudo percibir la sinceridad en sus palabras y la determinación en sus ojos. Aunque inicialmente sorprendida por la revelación, comenzó a comprender la magnitud del dolor y la angustia que impulsaban a Issei y Koneko a actuar de esa manera.
—Yo no quería que Kiba-sempai se fuera… Buchou
Rias guardó un momento de silencio, reflexionando sobre lo que acababa de escuchar. Mientras consideraba las palabras de Issei y Koneko, sintió empatía por el dolor de Kiba y la determinación de sus amigos para ayudarlo. Reconociendo la nobleza de sus intenciones, decidió perdonar su infracción y ofrecer su apoyo a su amigo y camarada en su misión.
—Ustedes dos realmente son unos niños tontos. Haciendo que me preocupe tanto...
Con una expresión compasiva en su rostro, Rias abrazó a Issei y Koneko con ternura, mostrando su preocupación por su bienestar. El gesto cálido de Rias transmitía un sentido de seguridad y apoyo, reconociendo las dificultades que habían enfrentado y el peso emocional que llevaban sobre sus hombros. En ese abrazo, Issei y Koneko sintieron la empatía de su líder, mostrando el genuino cariño que ella sentía por sus sirvientes.
—No es justo Kaicho —Saji exclamo con lagrimillas cayendo de forma pintoresca de sus ojos Rias-sama es más amable.
En respuesta…
—Rias es Rias, Yo soy yo
Parecía que el castigo de Saji no iba a terminar pronto. Cada nalgada que recibía resonaba en el aire, acompañada por los angustiosos chillidos de él. Mientras tanto, en su mente, el sueño delirante que tenía sobre embarazar a Sona y casarse con ella estaba muy lejos de cumplirse. Se daba cuenta de lo distante e irreal que era esa fantasía en comparación con la cruda realidad de la disciplina que estaba recibiendo.
—bueno aclarado eso —Hablo Rías llamando la atención del Sekiryuutei —Issei, muéstrame tu trasero.
Issei se quedó atónito.
—¿Eh? Bu—Buchou... ¿No me vas a perdonar?
Rías sonrió de la manera más dulce que pudo, mientras que su mano estaba cubierta yacía un círculo de color carmesí.
—Es el deber del amo disciplinar a sus sirvientes. También recibirás 1.000 azotes.
La tensión en el aire era palpable mientras Issei se preparaba para recibir el castigo, consciente de que las consecuencias de sus acciones estaban a punto de hacerse sentir.
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Trunks ingresó a la habitación del hospital con una expresión dubitativa en su rostro, ciertamente no muy convencido de querer seguir comiendo lo mismo de siempre. Sin embargo, al cruzar la puerta, se encontró con una sorpresa que lo dejó atónito. La enfermera Zatherina había organizado un verdadero banquete sobre la mesa, una variedad de alimentos que parecían haber salido de un sueño gastronómico.
La mirada de Trunks recorrió la mesa, desde los jugosos cortes de carne hasta las coloridas ensaladas y los postres tentadores. Un olor delicioso flotaba en el aire, despertando su apetito y haciendo que su estómago gruñera con anticipación. Aunque al principio se mostraba preocupado por la idea de cambiar su dieta, ahora se sentía intrigado y, ciertamente, hambriento ante la vista de tantas delicias juntas.
Zatherina observó atentamente la reacción de Trunks con una sonrisa dibujada en sus labios, mientras notaba cómo el semblante del joven pasaba de la incertidumbre a la alegría. La idea de probar esta nueva comida parecía despertar un interés genuino en él, Zatherina encontraba encantadora esa curiosidad inocente que mostraba el joven. La ligera risa que le provocaba esta situación añadía un toque de calidez al momento.
Adelante puedes comer Con un gesto amable, el doctor Abbader quien se encontraba sentado acompañado de Mai invitó a Trunks a acercarse a la mesa y a servirse lo que quisiera
—¿De verdad puedo? —Pregunto el guerrero del futuro con un tono de timidez.
El doctor no le respondió solo se limito a asentir haciendo que Trunks se entusiasmara mientras se sentaba al lado de Mai.
—No olvides tus modales —le dijo la chica al guerrero del futuro
Ninguno de los presentes tendría idea del espectáculo que estarían a punto de presenciar.
El doctor se encontraba perplejo por lo que estaba presenciando, y pronto se dio cuenta de que se había metido en una situación inesperada. En el comedor, nadie podía comprender hacia dónde se dirigía toda esa cantidad de alimento. El Saiyajin, parecía consumir una cantidad de comida que desafiaba toda lógica, casi como si fuera una bestia de clase titán.
Pero no era solo la cantidad lo sorprendente, sino la velocidad con la que devoraba un plato tras otro. En cuestión de segundos, el joven vaciaba un plato y ya estaba hundido en el siguiente, sin mostrar signos de desaceleración. Su manera de comer no era tan vulgar como la de Gōku, de hecho, mostraba mucha educación al comer, pero ciertamente no resultaba un espectáculo agradable de presenciar, la eficiencia con la que consumía la comida era desconcertante para todos los presentes en la mesa.
—Ahora lo entiendo —pensaba para sí mismo —Su metabolismo debe ser absurdamente acelerado, por eso necesita consumir cantidades ingentes de comida. Eso explicaría por qué su cuerpo comenzó a mostrar síntomas de desnutrición.
A pesar de haber encontrado una explicación lógica para el comportamiento alimenticio de Trunks, la escena seguía pareciéndole perturbadora. La idea de un metabolismo tan acelerado era algo tan ilógico, fuera de la realidad y científicamente imposible, pero es bien sabido que la naturaleza siempre da muchas sorpresas.
Mientras tanto, Zatherina miraba la escena con una mezcla de sorpresa y preocupación. Aunque estaba contenta de ver que Trunks finalmente tenía apetito, la rapidez con la que consumía la comida la dejaba estupefacta. Se preguntaba si había calculado mal al preparar el banquete, o si tal vez Trunks tenía una necesidad física insaciable debido a su extraña condición.
Mai observaba a Trunks con una expresión de asombro. Aunque estaba acostumbrada a los prodigiosos apetitos de los Saiyajin, incluso ella se sorprendía ante la rapidez y la cantidad de comida que Trunks podía ingerir. Sin embargo, en ese futuro distópico en el que vivían, no podían darse el lujo de comer tanto. A pesar de eso, Mai no pudo evitar sentir una genuina alegría al ver a su querido amigo disfrutar de algo tan simple como un almuerzo. La visión de Trunks deleitándose con la comida le recordaba momentos de normalidad y felicidad en un mundo lleno de tragedia.
—Esta delicioso, ¿tienen más? —Pregunto el de forma casual
—EEEEH —exclamo la enfermera de forma incrédula —. A-acabas d-de comer u-una ración para 20 personas.
—Pero aún tengo hambre —decía el con un tono que parecía como una súplica.
La enfermera se sonrojó por el tono de voz del chico, pero rápidamente recordó los procedimientos del hospital y la profesionalidad que se esperaba de ella. Con una mirada preocupada, observó al director del hospital en busca de orientación sobre cómo manejar la situación de manera adecuada.
Con un gesto de aprobación, el doctor Abbader autorizó la solicitud de Trunks y ordenó al personal del comedor que sirviera más comida. Intrigado por la singularidad del sistema metabólico del joven Saiyajin, el doctor vio esta oportunidad como una ventana para investigar y comprender mejor la fisiología de su paciente.
Contrariada por la decisión del director, la enfermera asintió con algo de resignación y llamó al grupo de limpieza para recoger los platos sucios y traer más comida. Aunque preocupada por la salud del paciente y consciente de los procedimientos del hospital, sabía que debía seguir las órdenes del doctor Abbader y asegurarse de que Trunks recibiera la atención necesaria.
—Eso fue… esplendido —Comentaba mientras superaba después de haber devorado 15 platos de comida más…
El doctor se encontraba atónito, superado por sus expectativas. Nunca había imaginado que un ser como Trunks necesitara tal cantidad de comida para sobrevivir. La raza Saiyajin resultaba ser un enigma y una maravilla para él. Si así se alimentaba un hibrido se preguntaba con asombro cómo lo haría un ejemplar puro. La complejidad y singularidad de la fisiología Saiyajin lo dejaban perplejo, y se sintió motivado a profundizar en estudiarlo.
Trunks, agradecido por la generosidad del doctor Abbader, se levantó de la mesa con intención de retirarse. Sin embargo, antes de que pudiera dar un paso, el doctor lo detuvo con una petición inesperada. Con un gesto enigmático, indicó que aún faltaba un elemento crucial en su banquete…
Intrigado por la sugerencia del médico, Trunks observó con curiosidad mientras el doctor invocaba un círculo mágico. Ante sus ojos asombrados, un bidón de 20 litros de agua materializado frente a ellos, seguido de un costal que contenía 4 kilos de fructosa y almidón.
—¿Qué es esto? —preguntó Trunks, sorprendido al ver los objetos en la mesa
—El postre —respondió el doctor con una sonrisa enigmática—.he observado que tus reservas de glucógeno están considerablemente agotadas. Necesitas reponer esos nutrientes de inmediato.
El doctor Abbader, comenzó a mezclar el agua con la fructosa y el almidón frente a los ojos asombrados de Trunks. Mientras realizaba la mezcla, comenzando a explicar con calma el proceso
—El cuerpo humano necesita aproximadamente 10 litros de agua para mantenerse hidratado y funcionar correctamente. Sin embargo, al observar tu extraordinaria capacidad de alimentación calcule que un cuerpo como el tuyo requería una cantidad considerablemente mayor de líquidos y nutrientes para sostenerse.
Trunks escuchaba atentamente las palabras del doctor, fascinado por el espectáculo mágico que se desarrollaba ante él.
—Esta bolsa continente almidón, es un tipo de carbohidrato complejo que se encuentra en alimentos como el arroz, las papas y el pan; es una fuente importante de energía para el organismo, ya que se descompone en glucosa, que luego se utiliza como combustible para diversas funciones metabólicas y físicas.
Trunks asintió poniendo atención a las palabras del doctor
—Y esta otra contiene fructosa es un tipo de azúcar natural que se encuentra en frutas y miel. A diferencia de otros azúcares, como la glucosa, la fructosa se metaboliza de manera diferente en el cuerpo y se absorbe más lentamente en el torrente sanguíneo. Esto proporciona una liberación de energía más gradual y sostenida, lo que te ayudara a mantener niveles estables de azúcar en la sangre y te proporcionara energía más duradera.
La combinación de agua, fructosa y almidón se transformaba ante sus ojos en una sustancia revitalizante, que parecía emanar una energía reconfortante. Una vez terminada, el doctor la hizo levitar con un gesto de su mano, hasta que llegó a las manos del sorprendido saiyajin.
—bébela toda no dejes ni una gota. —indico el doctor mientras que Trunks observaba la peculiar mezcla.
—30 kilos de agua con azúcar… —Decía el joven del futuro pensativo, para después sonreír de lado —muy bien, me la tomare toda.
Una vez que termino de beber la extraña mezcla el doctor observó con sorpresa como el cuerpo de su paciente comenzaba a emitir vapor después de beber la mezcla de agua, almidón y fructosa. El vapor se elevaba en espirales desde su piel, creando un espectáculo surrealista que dejaba perplejo a todo el personal médico. Era un recordatorio vívido de la naturaleza única y extraordinaria de su metabolismo, que parecía desafiar toda lógica y comprensión.
Ni siquiera un dragón poseía ese irreal metabolismo.
—¡N-no p-puedo c-cre-er lo que e-estoy v-viendo! —Exclamaba la enfermera con incredulidad.
Intrigado por este fenómeno, el doctor Abbader observó con interés mientras el vapor se elevaba del cuerpo de Trunks hasta llegar al techo. Reconoció que el metabolismo del Saiyajin era verdaderamente excepcional, capaz de procesar grandes cantidades de energía de manera eficiente y convertirlas en vapor de agua. En definitiva, la raza saiyajin era una maravilla proveniente de otra galaxia.
—Vaya ya no me siento tan débil —decía el guerrero del futuro con una sonrisa, pero al intentar mover su brazo de repente sintió un dolor punzante haciendo que soltara un quejido.
Saliendo de su estupor el doctor rápidamente intervino.
—No te apresures —dijo el médico —deberías tomar las cosas con mas calma
Su expresión se tornó seria mientras le recordaba al joven Saiyajin que su recuperación aún no estaba completa y que era importante tomarse las cosas con calma. Trunks asintió con comprensión, consciente de que su impaciencia por volver a estar en plena forma no haría más que retrasar su proceso de recuperación.
—Lo siento, doctor. Supongo que me emocioné demasiado —respondió Trunks con una mueca de dolor, asintiendo ante la advertencia del médico.
—Es comprensible, pero es importante que escuches a tu cuerpo y no te exijas demasiado. La recuperación lleva tiempo, y no queremos arriesgar una recaída —añadió el doctor, colocando con cuidado su mano sobre el hombro de Trunks en un gesto reconfortante.
Trunks asintió con determinación, reconociendo la importancia de seguir las indicaciones del médico para asegurar una recuperación completa. Aunque estaba ansioso por volver a su plena forma, sabía que debía ser paciente y permitir que su cuerpo se recuperara adecuadamente.
A la mañana siguiente cuando el doctor entro al cuarto de Trunks para realizar su chequeo rutinario, se sorprendió al encontrar la cama vacía. Un escalofrío se apodero de el mientras escudriñaba la habitación en busca de alguna pista. Las sábanas estaban perfectamente estiradas, como si Trunks nunca hubiera estado allí. Sin embargo, sus pertenencias personales seguían intactas en su lugar habitual.
En cuestión de minutos, el pandemonio se desato en el hospital. Enfermeras y médicos corrían de un lado a otro, revisando cada rincón en busca de alguna señal del paradero de Trunks.
El caos se apoderó del hospital mientras la búsqueda se intensificaba. Los pasillos resonaban con el sonido de las voces preocupadas y el tintineo de los dispositivos médicos. El tiempo pasaba y la incertidumbre crecía, dejando a todos con la misma pregunta en mente: ¿dónde estaba Trunks y qué había sucedido para que desapareciera de forma tan misteriosa?
—¡Rápido, tenemos que encontrarlo! ¡No podemos permitirnos perder más tiempo! —exclamó uno de los médicos, instando a sus colegas a redoblar sus esfuerzos en la búsqueda.
Los doctores se mostraban muy preocupados al no poder encontrar al sujeto, cada segundo que pasaba aumentaba la preocupación por el paradero del joven Saiyajin. Sin embargo, a pesar de sus mejores esfuerzos, Trunks parecía haberse esfumado en el aire, dejando a todos desconcertados y frustrados por la falta de pistas.
—¿Aún no hay noticias? —preguntó uno de los médicos principales, con una mezcla de frustración y preocupación en su voz.
—¡Nada, señor! ¡Parece como si hubiera desaparecido! —respondió otro médico, con una expresión de desconcierto en su rostro.
La incertidumbre se cernía sobre la sala, envolviendo a todos en un aura de tensión y preocupación. Mientras tanto, la pelinegra acompañante de Trunks observaba la escena con una mezcla de ansiedad y determinación, decidida a encontrar a su compañero desaparecido cueste lo que cueste.
Mostrándose un poco frustrado el doctor cayo en cuenta del ultimo lugar donde no había visto, se sintió como un tonto al pasar por alto la vez en que Mai y Trunks tuvieron su momento de debilidad.
—Tranquilos todos —dijo el doctor Abbader de forma tranquila y serena a los doctores quienes se c encontraban frenéticos en la búsqueda.
Cerrando la puerta del almacén, comenzó a caminar en una dirección determinada.
—¿A dónde va, doctor? —preguntó confundido otro de sus colaboradores.
—A ver a nuestro "fugitivo".
Esta declaración dejó confusos a todos, pero siguieron las órdenes de su jefe y volvieron a sus labores.
En la azotea del hospital, resonaban gemidos y voces, indicando claramente que alguien estaba haciendo un esfuerzo titánico. Los tonos de las voces variaban, revelando la intensidad y la determinación detrás del esfuerzo.
—29,998... 29,999... 30,000...
Las cifras numéricas eran colosales, confirmando la magnitud de la tarea que enfrentaba. El sujeto en cuestión se ejercitaba con una determinación impresionante, realizando flexiones con solo un dedo, específicamente el de su brazo derecho que era el único sano. Sin embargo, no se conformaba con realizar las flexiones de manera tradicional; al estilo de su padre y amigos, mantenía las piernas en el aire para que la tensión fuese mayor.
Con movimientos sigilosos y silenciosos, el grupo se aproximaba hacia Trunks. El joven Saiyajin estaba tan concentrado en su rutina de ejercicios que no percibía la presencia de aquellos que se acercaban hacia él. Su atención estaba enfocada en los músculos contrayéndose y relajándose con cada repetición, su respiración era profunda y regular, pues se había propuesto a hacer 50,000 repeticiones antes de que fueran las 10 de la mañana.
—Joven Trunks.
La voz lo sacó de su concentración, haciendo que su piel se erizara y perdiera el equilibrio, cayendo de espaldas y dejándolo adolorido.
—Eso dolió — murmuró Trunks mientras yacía en el suelo. Luego, al levantar la vista, vio al doctor con mirada seria y brazos cruzados, junto a sus ayudantes, lo que hizo que sintiera un escalofrío recorriendo su espalda—. Eh, ¿hola?
—Parece que te sientes mucho mejor —el tono del doctor era grave, lo que hizo que Trunks se sintiera incómodo—. Creo que no debí darte tanta glucosa, ¿Sabes los problemas que has causado?
Trunks se incorporó con cautela, sintiendo una ligera incomodidad por la situación. Sabía que había causado preocupación entre el personal del hospital al ausentarse sin previo aviso, pero no esperaba una reprimenda tan directa por parte del doctor Abbader.
—Lo siento doctor, es que me sentía lleno de energía —dijo Trunks, tratando de mantener la compostura a pesar de su nerviosismo—. Que quise entrenar un poco y perdí la noción del tiempo.
El doctor Abbader frunció el ceño, al escucharle decir "entrenar un poco" si claro solo un poco… en fin, el doctor observo al joven Saiyajin con seriedad antes de asentir con la cabeza.
—Conque entrenar…
—Asi es, después de todo, si sigo postrado en esa cama, me voy a oxidar y no quiero que eso suceda —respondió con simpleza Trunks—. Por eso es que entreno.
La sinceridad en las palabras de Trunks sorprendió al Doctor Abbader y los otros médicos presentes, quienes quedaron impresionados por su humildad y determinación. Algunos médicos al saber el nivel de poder de ese joven creyeron que se encontrarían a alguien arrogante y odioso haciendo alarde de su poder como hacían muchos demonios de clase suprema y muchos dioses de diferentes panteones, pero en cambio, se encontraron con alguien que reconocía sus propias limitaciones y estaba dispuesto a trabajar arduamente para superarlas.
—Es admirable ver tu compromiso con tu propio bienestar —comentó el Doctor Abbader, con una expresión de aprobación en su rostro—. A veces olvidamos lo importante que es cuidar de nosotros mismos, pero tú nos has dado un buen ejemplo.
Los médicos asintieron en acuerdo, expresando su apoyo y reconocimiento hacia Trunks por su determinación y coraje en su proceso de recuperación.
Trunks se sintió reconfortado por las palabras del doctor y los médicos, sintiendo un renovado sentido de confianza en sí mismo. Aunque sabía que el camino hacia la recuperación sería difícil, se sentía fortalecido por el apoyo de aquellos que lo rodeaban.
—Pero también debes recordar que tu salud es lo más importante en este momento. No puedes arriesgarte a empeorar tu condición física por un entrenamiento excesivo —advirtió el médico con tono firme—. Necesitas descansar y permitir que tu cuerpo se recupere adecuadamente.
Trunks asintió en silencio, reconociendo la validez de las palabras del doctor. Aunque su determinación por fortalecerse seguía intacta, comprendía la importancia de cuidar de su salud para poder enfrentar futuros desafíos con eficacia.
—Lo siento de nuevo, doctor Abbader. No volverá a suceder —aseguró Trunks con sinceridad, dispuesto a seguir las indicaciones médicas con más disciplina en el futuro.
El doctor Abbader asintió, pareciendo satisfecho con la respuesta del joven Saiyajin.
—Espero que así sea. Ahora, ven conmigo, necesito revisar tu estado actual y discutir el plan de tratamiento para las próximas semanas —ordenó el doctor, indicando que Trunks lo siguiera de regreso a la sala de consultas.
Trunks observaba por la ventana el panorama del inframundo. Aunque al principio le resultaba extraño ver un cielo violeta con tonos lilas, con el tiempo se había acostumbrado. Después de todo, ya había visitado otros mundos, cada uno con sus peculiaridades, así que esto no era algo para asombrarse.
A pesar de que aún no estaba completamente recuperado, ya no sentía molestias en su cuerpo. Aun así, todavía llevaba vendajes en algunas partes, siendo el yeso en su brazo la zona más notable. Además, tenía un parche en la mejilla izquierda donde había sufrido una herida. Por suerte, esta no era profunda y no dejaría cicatriz, pero la cubrieron por precaución para evitar infecciones.
Lo bueno era que ahora podía entrenar. Por suerte, ya no causaba dolores de cabeza al doctor Abbader con escapadas para entrenar. Ahora avisaba y no lo hacía solo, siempre tenía escolta. Sin embargo, lo extraño no era la escolta en sí, sino quiénes la conformaban: mujeres, específicamente las enfermeras.
Cuando se pedía escolta para Trunks, no había hombres. Esto se debía a que las mismas demonios espantaban a los hombres con unas miradas tan diabólicas que les quitaban las ganas de entrenar con el agradable peliazul. A todos les caía bien y su determinación por volverse fuerte también había contagiado al personal del hospital, quienes también querían entrenar. Era una situación un tanto interesante, aunque nueva para él.
—¿Sucede algo, Trunks? —preguntó Mai mientras rodeaba delicadamente el torso del peliazul con sus brazos.
Trunks se sorprendió al sentir los brazos de Mai a su alrededor, pero también sintió un gran regocijo al reconocer de quién eran esos abrazos tan afectuosos.
—Ah, Mai —sonrió el peliazul, mirándola de reojo—. Solo estaba admirando un poco el paisaje.
Mai, con una linda sonrisa, seguía abrazando al peliazul.
Trunks se sorprendió al principio por esta nueva forma de trato de Mai, que había comenzado desde que ella se despertó. Apenas lo hizo, para celos de las enfermeras y asombro de los doctores, ella se abalanzó hacia Trunks en un gran abrazo afectivo. Estaba, desde ya, marcando su territorio, y sabía que lo hacía bien. Al instante, pudo ver las reacciones de las enfermeras: eran de enojo y celos. Sin embargo, en lugar de enojarse, Mai sintió una pequeña malicia interna crecer en su interior. Con una sonrisa maliciosa y una mirada de superioridad, abrazó aún más a Trunks, quien estaba confundido por la situación.
Pese a la ira y celos de las demonios, ella se mostraba afectuosa con el guerrero del futuro.
—Es increíble este lugar —Mai soltó su abrazo y se colocó a un lado de Trunks, también admirando el panorama—. Un poco lúgubre, pero igualmente increíble.
Trunks sonrió y recordó cómo reaccionó su amiga pelinegra al enterarse de su situación. Fue un shock total, especialmente estando en el inframundo. Su primera impresión fue que habían muerto y estaban en el limbo esperando llegar al otro mundo. Después de una larga explicación, Mai pudo asimilar todo. Internamente, desconfiaba de los demonios por obvias razones, pero no solo por eso, sino por todo lo sobrenatural, especialmente aquellos que se autodenominaban dioses.
Los sucesos con Zamasu la habían traumado un poco. El doctor Abbader le diagnosticó estrés postraumático y estrés postguerra. Dos tipos de males se habían formado dentro de ella, lo cual no era sorprendente, dado que había sufrido una guerra tan sanguinaria durante tantos años. Sin embargo, la determinación de Mai era inmensa, y no cayó en la locura
—¿Sabes? He pensado todo lo que ha sucedido y ahora sé que debo atesorar lo que me importa, —susurro Mai mientras le tomaba de la mano.
Al escuchar las palabras de Mai, el corazón de Trunks latió fuertemente. Mai era alguien muy importante para él, y eso quedaba claro en ese momento. No sabía qué pensar al respecto; se sentía inundado de felicidad y plenitud. La revelación de los sentimientos de Mai hacia él le llenó de una sensación cálida y reconfortante, haciéndole sentir que, incluso en medio de la incertidumbre y los desafíos que enfrentaban, había un vínculo especial entre ellos que lo fortalecía.
Al no entender mucho de esos sentimientos, pero al mismo tiempo destacando la importancia que Mai tenía en su vida, Trunks decidió dejar que las cosas siguieran su curso con calma. No quería apresurar las cosas ni poner en riesgo esa conexión especial que habían descubierto. Prefirió disfrutar de cada momento que compartieran juntos, quizás en un futuro esa relación evolucionaria a algo más intenso y poderoso.
—Para mí también eres importante. —Respondió el guerrero del futuro con una cálida sonrisa
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Rias y Issei escucharon un golpe en la puerta de la residencia Hyōdō. Después de que estaban a punto de cenar extrañados por la visita se dirigieron hacia hacia la puerta para ver quien era el misterioso visitante.
Al abrir la puerta, se encontraron con una figura imponente haciendo gala de cinco pares de alas negras desplegadas, que proyectaban una sombra ominosa sobre ellos. Era Kokabiel, cuyo cabello oscuro y largo ondeaba con el viento, sus ojos rojos irradiaban una mirada siniestra como si tuviera ganas de desmembrarlos y sus orejas puntiagudas le hacían parecer más como demonio que como ángel caído. El cadre se encontraba esbozando una sonrisa siniestra, mientras cargaba a alguien como si se tratase de un costal de papas.
—¡IRINA! —exclamó Issei, al ver a su amiga de la infancia en ese estado.
—Ella vino a mi cuartel. Así que le di una calurosa bienvenida. Es una lástima que se me hayan escapado los otros dos—dijo Kokabiel con una risa, revelando parte de lo sucedido.
Según su relato al parecer esos dos a quienes se refiera Kokabiel eran Kiba y Xenovia.
Issei colocó a Irina en el suelo y solicitó la ayuda de Asia para que la curara. Una luz verde emanaba del cuerpo de Asia, cubriendo a Irina mientras ella comenzaba a respirar con suavidad. Sin embargo, Issei notó que Irina ya no llevaba la Excalibur. ¿Qué había pasado con ella? Mientras tanto, Kokabiel continuaba hablando, aparentemente sin preocuparse por las dudas de Issei.
—Yo no haría algo estúpido como hablar con un Rey Demonio. Bueno, pensándolo bien… quizás si violo y mato a su hermana menor, estoy seguro de que Sirzechs enfocaría toda su atención en mi —espeto Kokabiel, mostrando una actitud despreocupada ante la gravedad de la situación.
Rias observaba al cadre con una ira indescriptible. Issei sintió una ira descomunal recorrer su ser al escuchar esas palabras dichas por ese cadre, pero dicho animo fue aplacado al sentir la presencia aplastante emanando de él.
—¿Viniste hasta la puerta de mi casa para decirme eso? —Preguntó Rias con un tono de incredulidad mientras trataba de controlar sus emociones.
Kokabiel esbozó una sonrisa depredadora en respuesta.
—Exacto. Quiero ver el mundo arder, y comenzaré con la Academia Kuou como tentempié —respondió Kokabiel con un tono desafiante.
Rias tragó saliva, consciente de la gravedad de la amenaza.
—Si haces algo así, desencadenarás una nueva guerra entre Dios, los ángeles caídos y los demonios. ¿Lo sabes? —advirtió Rias, tratando de hacerle entender la magnitud de sus acciones.
—¡Eso es lo que estoy deseando! —Respondió el cadre sin quitar su sonrisa lobuna —. Pensaba que Michael comenzaría una guerra si robaba las Excalibur... Pero lo que mandó fueron solo exorcistas y dos portadoras de espadas sagradas. Es aburrido. ¡De verdad estoy aburrido! Es por eso que voy a desatar una masacre, y las protagonistas serán las hermanas de Sirzechs y Serafall. Parece divertido, ¿Verdad?
Kokabiel pronunció esas palabras con un tono de desprecio y confianza desmesurada, como si estuviera disfrutando de la idea de sembrar el caos y la destrucción. Sus ojos rojos brillaban con una mezcla de malicia y emoción ante la perspectiva de llevar a cabo su siniestro plan. Rias, por otro lado, sintió un escalofrío recorrer su espalda al escuchar las palabras del ángel caído, consciente de las graves consecuencias que podría desencadenar su acción.
—No permitiré que hagas daño a mis amigos ni a mi familia. —exclamó Rias, su voz resonando con determinación y autoridad.
Pero Kokabiel simplemente río con desdén ante la amenaza de Rias, como si la considerara alguien insignificante.
—¡Ese es el espíritu! — exclama Kokabiel con una risa maliciosa —. Muy bien, vamos a liberar el verdadero poder de las Excaliburs para que podamos divertirnos más ¿Que les parece? El patio de la academia sería un excelente campo de batalla. La noche es joven y mis ansias claman por sangre.
Eso lo explicaba todo, la verdadera mente maestra detrás de todo este embrollo era Kokabiel.
—¿Qué piensas hacer con las Excaliburs? —inquirió Rias, con un deje de preocupación teñido en su voz, su mirada estaba fija en Kokabiel, quien parecía contemplar la respuesta en el horizonte, hacia donde apuntaba su gesto.
—¡Vamos a desatar la mejor de las guerras, Rias Gremory, hermana de Sirzechs Lucifer! —exclamó Kokabiel con un tono desafiante, su voz resonando en el aire como un trueno oscuro cargado de malicia y anticipación, mientras las palabras parecían esculpirse en la bruma alrededor de ellos.
Kokabiel, con una sonrisa satisfecha bailando en sus labios, dio media vuelta hacia la academia, sus alas oscuras desplego sus alas majestuosamente antes de desaparecer en la neblina de la noche. La amenaza se había hecho presente, y era hora de enfrentarla de frente.
Ante la declaración, Rias Gremory no vaciló, su mirada brillaba con determinación.
—¡Issei, vamos a la academia inmediatamente! —ordenó Rias con determinación.
—¡Sí! —respondió Issei al instante, su determinación reflejada en sus ojos mientras se preparaba para enfrentar lo que sea que les aguardara en la batalla por venir.
Sirzech estaba visiblemente alterado. La reina de su hermana menor lo había llamado desesperada por ayuda. Kokabiel había lanzado su declaración de guerra con gran estruendo, y sus planes eran una verdadera locura.
Desafortunadamente, no podían partir de inmediato. Necesitarían al menos una hora para llegar.
Antes de hacerlo, debían resolver sus asuntos en el inframundo.
Sirzechs no quería comunicarle la situación a Serafall. Conocía muy bien el temperamento impulsivo de su compañera Maō, además de su insana obsesión por su querida hermana menor. Sirzechs era consciente de ser lo que llaman "siscon", y lo admitía. Quería mucho a su querida Ria-tan, pero no al punto de invadir su espacio personal o querer manosearla a cada momento, eso estaba claro.
Precisamente por ese grado de cariño y preocupación, Sirzechs no quería compartir la información con Serafall. Conocía muy bien la devoción y el instinto protector de su compañera Maō hacia su querida hermana menor. Sabía que, si algo le sucediera a su pequeña hermanita, Serafall estaría dispuesta a desatar su furia contra los responsables, incluso si eso implicaba enfrentarse a todo Grigory. Y eso, sin duda, complicaría gravemente la situación.
Por eso, en un acto de prudencia, Sirzechs agradeció internamente que fuera Akeno quien lo llamara a él para informarle de la situación. Temía las repercusiones que tendría si Sona, la reina de su hermana, recibiera la noticia y actuara impulsivamente. Sabía que mantener la calma y abordar la situación con precaución era crucial para evitar un desastre mayor.
Pero entonces, ¿Qué podían hacer?
Los chicos podrían estar enfrentando un serio peligro de muerte y ellos no podrían hacer nada hasta transcurrir ese lapso de tiempo. Nada garantizaba que estuvieran vivos dentro de una hora. ¿Qué decisión tomar? No podían simplemente dejarlo todo al azar y esperar que todo saliera bien.
Debían actuar
El tiempo pasaba y Sirzechs no lograba dar señales de tener la más mínima idea de qué hacer. Pero entonces, recordó al extraño joven que había llegado al inframundo hace mas de una semana.
Sirzechs dejó escapar un suspiro de alivio al recordar al joven que había llegado al inframundo hace una semana. Recordaba vívidamente los informes diarios que el doctor Abbader le enviaba, detallando la mejora constante que Trunks mostraba desde su llegada.
Pero más que su mejoría física, lo que destacaba en los informes era el carácter de Trunks. El doctor informaba que, a pesar del poder aterrador que poseía, Trunks demostraba ser una persona muy bondadosa y servicial. Había ayudado a un anciano a levantarse cuando tropezó en el pasillo y había acudido en auxilio de unas enfermeras cuando un objeto pesado cayó cerca de ellas.
—Ese joven… —pensó Sirzechs con detenimiento debatiendo si sería prudente usar esa opción.
Consciente de que, aunque no estaba seguro de poder hacer algo concreto, al menos contactar al doctor Abbader podría ser un paso inicial. Si su solución no resultaba viable, podrían trabajar juntos para encontrar otra alternativa. Era mejor intentar algo que quedarse de brazos cruzados esperando a que el tiempo pasara y la situación empeorara.
Además de que seria injusto no informarle al doctor que su hija estaba en grave peligro.
Sin perder más el tiempo, activó el círculo y comenzó a establecer comunicación con el doctor Abbader.
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El doctor Abbader caminaba sin rumbo fijo, sumido en sus pensamientos, sin percatarse de que Trunks lo había saludado. La urgencia de la situación lo tenía completamente absorbido. La llamada de Sirzechs había sido clara: su hija podría estar en un grave peligro de muerte.
¡¿Declarar una guerra?! Era una locura total. Las tres razas aún no se habían recuperado por completo, y lo más probable era que se extinguieran si se enfrentaban nuevamente en un escenario tan violento como la guerra.
¡Kokabiel había perdido el juicio!
Trunks notó la preocupación en el rostro del doctor Abbader mientras pasaba por su lado sin reconocerlo. Al verlo, Trunks sintió que algo no andaba bien. Decidió seguir al doctor, instintivamente sabiendo que algo importante estaba sucediendo y que, si él pudiera ayudarlo, lo haría sin pensarlo.
Siguió al doctor Abbader a través de los pasillos del hospital del inframundo, claramente preocupado. El doctor se veía tenso y angustiado, y su ki lo reflejaba. Parecía absorto en sus pensamientos, lo que aumentaba la inquietud de Trunks. No podía evitar preguntarse qué estaba pasando por la mente del médico y cuál sería el alcance de la emergencia que le mantenía en ese semblante.
El doctor Abbader vaciló por un momento, luchando internamente con la decisión de compartir su preocupación con Trunks. Por un lado, quería proteger a su hija, Sona, de cualquier amenaza o peligro, pero, por otro lado, sabía que Trunks merecía saber la verdad.
—Una de mis hijas esta… —preguntó el doctor Abbader, su voz cargada de duda mientras miraba en un punto desconocido.
A Trunks no le gustó cómo iban las cosas, así que tomó al doctor Abbader de ambos hombros para obligarlo a mirarlo a los ojos. Con determinación en su expresión, Trunks esperaba captar la atención del médico y descubrir qué estaba sucediendo realmente.
—¡¿Qué sucede con su hija?! —inquirió, preocupado por la expresión preocupada del doctor. —Puede confiar en mí, ¡Se lo puedo asegurar!
El doctor Abbader vaciló una vez más, sus ojos reflejaban una lucha interna por decidir si debía compartir la información con Trunks. Tras un momento de indecisión, finalmente cedió ante la preocupación evidente en el rostro del joven y decidió hablar.
—Mi hija menor… esta en peligro de muerte.
Trunks estaba impactado por la revelación.
—Como ya te conté una vez, ella es la heredera de mi casa, ¿recuerdas? —Trunks asintió. —Ella también es la dueña de parte del territorio de la ciudad Kuoh, en el mundo humano. Trunks asintió nuevamente —. Veras…
El doctor Abbader comenzó a explicarle las responsabilidades y labores de su hija, así como el peso que conllevaba todo eso. Luego, le contó sobre el problema actual de las tres facciones: las espadas sagradas robadas y el conflicto que eso generaba. También le explicó sobre el reinicio de la gran guerra de facciones, que esta vez no solo afectaría a los seres sobrenaturales, sino también al mundo humano, el cual caería como una vil casa de naipes.
—De verdad no sé qué hacer —dijo el doctor Abbader, su voz cargada de angustia—. El tiempo se agota, los Maōs tardaran en llegar, no puedo acudir yo dadas las obligaciones en el hospital y el clan... no se me ocurre nada para...
—Yo rescatare a su hija.
El joven cortó la conversación de forma abrupta. El doctor Abbader lo miró con sorpresa, sintiendo una mezcla de gratitud y preocupación por la determinación del joven.
—Trunks, eso es demasiado arriesgado —respondió el doctor, con voz cargada de preocupación—. No puedo pedirte que te pongas en peligro de esa manera.
Pero Trunks no vaciló en su determinación.
—No puedo quedarme de brazos cruzados sabiendo que alguien está en peligro. Más aún si se trata de su hija, sobre todo porque usted nos ha tratado a Mai y a mí con tanta amabilidad. —Respondió Trunks sin dudar ni un momento —. Es lo mínimo que puedo hacer por usted, así que favor, dígame dónde está su hija y cómo puedo encontrarla.
El demonio y el híbrido se quedaron mirándose el uno al otro, uno con asombro y el otro impasible. El doctor Abbader nunca creyó que encontraría a alguien tan noble capaz de arriesgarse al peligro para salvar a personas que ni siquiera conocía. Sabía que sus informes no estaban errados.
—Te lo agradezco mucho — agradeció el doctor, pero Trunks le restó importancia. —Tenemos un círculo mágico que te llevará cerca del lugar. La verdad es que no tenemos tanto poder para dejarte en el lugar exacto, pero conociéndote, no tendrás problemas rastreándolo con esa habilidad que tienes, ¿no? —. continuó el doctor. Trunks asintió, observando con interés el círculo mágico de la familia Sitri que apareció bajo sus pies. La magia le resultaba interesante.
—Bien, será el poder más alto y maligno que puedas encontrar. — dijo el doctor con urgencia. Te lo suplico, salva a mi hija y a sus amigos.
—Descuide, doctor Abbader— respondió Trunks acomodándose su chaqueta. —. Voy a aniquilar a ese desgraciado. Solo le pido que cuide a Mai mientras estoy ausente.
—No te preocupes — respondió el doctor sinceramente —. Aquí estará a salvo.
Trunks asintió, dejando claro que confiaba en la seguridad de Mai bajo el cuidado del hospital.
—Bien, me retiro —dijo con voz firme realizando un gesto de despedida.
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Rias se sentía desesperada, una sensación de impotencia la invadía mientras observaba cómo Kokabiel parecía inmune a todos sus intentos por detenerlo. Cada ataque, cada estrategia, simplemente se desvanecían ante el poder destructivo del enemigo. Incluso el recién balance breaker (1) obtenido de Kiba, la Espada de la traición, demostraba ser ineficaz contra él.
La situación se tornaba aún más desesperada con el colapso de las enviadas de la iglesia. No solo habían caído en combate, sino que sus mentes quedaron destrozadas por la magnitud de la situación. Irina había sido llevada a la casa de Issei para recuperarse, pero nadie podía prever cómo reaccionaría al enterarse de la verdad: que Dios había perecido durante la última gran guerra de facciones.
El impacto de esta revelación también golpeaba a Asia con fuerza. Aunque ahora era un demonio, en su vida anterior había sido una ferviente creyente de Dios, y la noticia de la muerte del Todopoderoso sacudía los cimientos de sus creencias. Era una verdad difícil de asimilar, un golpe emocional que resonaba en lo más profundo de su ser y la dejaba en estado de shock.
Kokabiel se relamía los labios con una expresión perversa, excitado al ver a sus enemigos caídos ante él. Sentía un placer retorcido al contemplar cómo su plan se desarrollaba a la perfección. Podía percibir cómo la sombra de la guerra se cernía lentamente sobre las tres facciones, anticipando el choque de ejércitos y armas. Todo esto, solo para satisfacer sus ambiciones delirantes.
Solo quedaba un último paso más para alcanzar su ambición su más anhelada ambición; desatar la guerra y demostrar la supuesta superioridad de los ángeles caídos sobre todos los demás.
La oscura y retorcida mente de Kokabiel se deleitaba con pensamientos aún más siniestros. Una vez que hubiera acabado con todos los sirvientes de las respectivas herederas, reservaría a las hermanas de Sirzechs y Serafall para el final. Oh sí, las sometería a un tormento inimaginable, las violaría repetidamente hasta que suplicasen por la dulce liberación de la muerte. Su plan macabro estaba lleno de crueldad y sadismo, imaginándose la expresión de Sirzechs y Serafall para cuando llegasen al campo de batalla.
Fuera de la zona de combate, Sona Sitri y su nobleza estaban ocupados cuidando y fortaleciendo una poderosa barrera. Sin embargo, sabían que esta barrera no duraría mucho tiempo. Solo podían rogar que sus compañeros ganaran la batalla, aunque en el fondo sabían que era una esperanza casi imposible.
Estaban luchando contra un cadre, un ángel caído capaz de borrar una ciudad de un solo ataque. ¿Realmente pensaron que podrían derrotarlo? Ahora, sinceramente, creían que habían cometido un grave error, uno que podrían pagar con sus vidas y las de miles de inocentes ese día.
Ni siquiera podrían retenerlo hasta el plazo que Sirzechs les había dado.
Sona se sentía abatida. Con cada segundo que pasaba, sus esperanzas de salir victoriosa se desvanecían más y más. Era irónico y sarcástico, pero ahora solo un milagro podría salvarlos a todos de la inminente destrucción que se cernía sobre ellos.
No sabía que, a veces, incluso a los demonios les llegan los milagros.
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El paisaje que se extendía era notablemente similar al de su propio mundo: altos árboles, un suelo cubierto de hojas caídas y el susurro suave del viento entre las ramas. Sin embargo, había algo diferente, algo que lo hacía sentirse más vivo, más vibrante. Podía sentir la presencia humana en cada rincón, en cada rincón de la ciudad, y eso lo llenaba de una inmensa alegría.
La emoción se apoderó de él al darse cuenta de que estaba en un lugar donde la vida florecía en todas partes. El aire fresco que llenaba sus pulmones era una delicia para sus sentidos, y el aroma de la naturaleza lo envolvía, trayendo recuerdos de cuando viajo al pasado.
El aire puro que respiraba llenaba sus pulmones, infundiendo vitalidad en cada célula de su cuerpo, mientras mecía suavemente sus cabellos al ritmo de la brisa. Cada detalle del entorno, desde el suave murmullo de un arroyo cercano hasta el melodioso canto de los pájaros en los árboles, contribuía a la sensación de asombro y maravilla que lo embargaba.
La noche envolvía el paisaje con un manto de oscuridad salpicado de estrellas, despertando en él una sensación de nostalgia por los tiempos pasados y los recuerdos perdidos. Era una experiencia extraordinaria encontrarse inmerso en un mundo tan rebosante de vida y energía.
A pesar de la presencia de seres sobrenaturales que compartían este mundo, ello no le sorprendía en lo más mínimo. Después de todo el doctor Abbader le conto que muchos seres sobrenaturales vivían y coexistían con las personas.
Ese hermoso mundo rebosante de vida estaba a punto de cambiar para siempre debido a la ambición y estupidez de un lunático con delirios de grandeza. La mera idea hacía que sus puños se apretaran con furia, recordando el deseo del nefasto individuo responsable de la aniquilación de su mundo
Por ello, se había propuesto aniquilar a ese desgraciado sin mostrar ni una pizca de misericordia.
—Ya te encontré… Kokabiel
Rápidamente encendió su ki para volar y llegar al campo de batalla lo mas rápido posible.
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—¡Kaicho! —exclamó Saji señalando al cielo—. ¡Mire!
Sona y los demás dirigieron sus miradas hacia donde el peón apuntaba y se quedaron sorprendidos al ver un gran punto luminoso de color azul brillando con intensidad. Se acercaba a una velocidad abrumadora.
Como una ráfaga de luz blanca, Trunks cruzó los cielos a una velocidad vertiginosa, desintegrando la barrera en miles de fragmentos. El viento que generó agitó cabellos y ropas mientras se alejaba en la distancia. La rapidez de su paso fue tal que apenas tuvieron tiempo para asombrarse.
Hasta que escucharon un sonido fuerte en la zona donde Rias Gremory y su nobleza estaban combatiendo al cadre.
El estruendo resonó en la oscuridad de la noche, haciendo que todos los presentes se sobresaltaran y buscaran refugio en la penumbra. La tierra tembló bajo sus pies mientras el estrépito retumbaba en el aire nocturno, envolviéndolos en una atmósfera cargada de tensión.
Una vez que la cortina de humo y polvo se disipó lentamente, revelando el recién formado cráter bajo la luz plateada de la luna, una figura imponente emergió de su centro. Su silueta se recortaba contra el resplandor lunar, irradiando una presencia poderosa y misteriosa que capturó la atención de todos los presentes en la oscuridad de la noche.
Cada detalle de la figura se hizo visible a medida que se acercaba, cada músculo tenso y cada pliegue de su atuendo destacaban en la luz lunar. Sus ojos brillaban con determinación mientras escudriñaban el campo de batalla con una intensidad, como si estuviera buscando un objetivo específico.
Kokabiel, en medio de la batalla, notó la repentina interrupción y enfoco su mirada hacia el sujeto. Sus ojos ardían con una mezcla de sorpresa e irritación al ver al recién llegado, cuya aura de poder desafiante lo llenaba de furia.
—¡¿Quién carajos eres tú?! —rugió Kokabiel, su voz resonando con ira mientras se preparaba para enfrentar al intruso con toda su fuerza.
Kokabiel, furioso por la interrupción, gruñó con desprecio al ver que el desconocido lo ignoraba por completo. Sin embargo, en lugar de enfrentarse directamente a él, el misterioso guerrero se dirigió hacia los chicos, quienes aún estaban asombrados por su llegada.
El desconocido se aproximó a Rias con evidente preocupación, pero su mirada afilada no vaciló. Aunque nunca se habían conocido antes, la presencia del sujeto provocaba en Rias sensaciones desconocidas y difíciles de describir. Sin embargo, de alguna manera, ella estaba convencida de que el individuo no representaba una amenaza para ellos.
—¿Te encuentras bien? —llamó el desconocido a Rias, quien se sintió extrañamente reconfortada por su presencia.
Esas palabras fueron suficientes para despertarla de su aturdimiento.
—Eh... sí... estamos bien —respondió Rias, todavía un poco asombrada por la intervención oportuna del extraño.
Trunks dejó escapar un suspiro de alivio al ver a Rias consciente, a pesar de su aspecto andrajoso producto de la batalla, ella se encontraba ilesa. Una sonrisa sincera se dibujó en su rostro mientras se daba la vuelta para enfrentar la amenaza que tenía frente a él.
Metros atrás, divisó a la hija del doctor Abbader con anterioridad, reconociendo de inmediato la semejanza de su apariencia con la descripción que le había dado el doctor. Ella se encontraba fuera de la zona de batalla, lo que lo reconfortó al saber que también estaba a salvo.
—Me alegra saberlo —respondió de forma sincera—. Por favor retírate de aquí, yo me haré cargo de esto.
Las palabras de Trunks sorprendieron a Rias. Al ver la determinación en los ojos del desconocido y sentir su poder Rias, sintió que no tenía otra opción más que confiar en él. No quería poner en riesgo a los miembros de su nobleza.
—Gracias, lo dejo en tus manos —respondió Rias, mientras se retiraba junto con los demás, confiando en que él sería capaz de manejar la situación con éxito.
Trunks permaneció en silencio, observando con seriedad mientras Rias, con un ágil salto, se dirigió hacia donde se encontraba la inconsciente Asia. Con cuidado, la tomó en brazos y se alejó con su nobleza, buscando un lugar seguro. Ahora, los jóvenes se convirtieron en meros espectadores de lo que podría ser una gran batalla, observando con atención a ambos contendientes mientras se apartaban de la línea del frente.
Sin embargo, la furia de Kokabiel era evidente en cada gesto y palabra. Para él, este inmundo humano se atrevía a obstruir sus planes bélicos. Si tan solo supiera quién era, no se atrevería a llamarlo inmundo.
—¡¿QUIEN CARAJO TE CREES QUE ERES MALDITO IMBÉCIL?! —exclamó, el cadre con furia
Sin embargo, Trunks, se mantuvo imperturbable frente a la furia de Kokabiel. Sabía que no podía permitir que las amenazas y provocaciones del cadre lo distrajeran de su objetivo.
El desafío resonó en las palabras de Trunks mientras su mirada chocaba con la de Kokabiel.
—Alguien que vino desde muy lejos solo para matarte, Kokabiel.
Fin del capitulo
Aclaraciones
1.- Es la forma evolucionada del Sacred Gear, siendo la manifestación más poderosa del mismo. Una vez alcanzado puede ser activado de nuevo con mucha más facilidad que la primera vez. Con el entrenamiento adecuado, puede ser mantenido activado por un periodo de tiempo más largo.
Agradezco mucho la cálida recepción que ha tenido mi fic. He creado una cuenta en X con el usuario Bellzerion para que puedan seguirme y enterarse de las actualizaciones de la historia. Estoy considerando si debo abrir un DeviantArt para compartir las imágenes relacionadas con el fic o si las subo directamente en X. Me encantaría saber qué opinan ustedes sobre el último capítulo y estaré atento a cualquier sugerencia que puedan tener.
Sin nada más que añadir, me despido. ¡Larga vida a Dragon Ball!
