Y tres meses después, aquí estoy de regreso. En serio le lamento y espero que las más de 10 000 palabras de este capítulo puedan servir de recompensar para su espera.
UBI CONCORDIA, IBI VICTORIA
(Donde hay unidad, hay victoria.)
Draco terminó de leer la carta de su madre en la intimidad de su habitación, como acostumbraba a hacer con una de las cartas que ella le mandaba desde que estaba en Elysian.
Sé feliz, Draco.
Intenta hallar lo que te ha sido arrebatado.
Intenta rescatar lo que tú mismo te has negado.
Eran tres de las frases que leía a menudo en las cartas y le dejaban mucho que pensar, que si no fuera porque su madre siempre era muy reflexiva al hablar, apostaría que todas sus cartas eran una despedida.
Guardó el sobre junto con las demás misivas en su baúl.
Solo a sí mismo podía admitirse lo mucho que la extrañaba. Estar alejado de su madre era lo peor que le podía pasar después de todo lo que había sucedido, y aún peor era que no la podría ver en cuatro años, que únicamente tendría que conformarse con sus cartas.
Era demasiado para soportar.
Recurría a pociones para dormir, porque de lo contrario al día siguiente no podía mantenerse despierto más allá de su segunda clase del día. Era la única forma de conciliar el sueño pues ya había descubierto que 96 horas era mucho tiempo sin dormir. Y Pansy le había hecho un escándalo, debido a que luego de esos cuatro días solo cerrando los ojos para parpadear, su cuerpo cedió en una larga siesta de más de 12 horas. Theo y Pansy estuvieron preocupados por él, no había desayunado con ellos, ni ido a clase o sido visto durante gran parte del día.
Tenía que mantenerse ocupado. Ya sea en procurar que ninguno de sus compañeros se convierta en un blanco fácil para los estúpidos que venían acosándolos, cuidar que no se armasen líos entre esos mismos compañeros y sus amigos y mantenerse atento durante cada una de las clases, cumpliendo con sus deberes.
Por mucho que ocasionase que sus antepasados se retuerzan en sus tumbas, había descubierto que el cigarrillo muggle podía ser un gran aliado. Hacía que su mente se despejara, así no se quedaba mucho tiempo mirando fijamente algún punto, recordando gritos y súplicas, maldiciones siendo lanzadas, arrebatándole la vida a unos y la voluntad a otros. Con el cigarrillo evitaba pensar en su padre y lo que le esperaba, en que si hubiera continuado siguiendo sus pasos, él habría terminado siendo vecino de celda de Lucius.
Por eso dejaba la cama cada día, por eso se sentaba en el escritorio y hacía sus deberes diligentemente y asistía a todas sus clases. Porque la alternativa a Elysian era Azkaban. Y sabía que si perdía su libertad, terminaría de perderse a sí mismo.
Los primeros exámenes llenaron de nervios a todos.
A comparación del bullicio que solía haber luego de las cenas, en todos los rincones de la sala de estar, se podía encontrar a alguien rodeado de pergaminos y libros.
La pizarra de puntos, al final de la tarde terminaba vacía y al día siguiente los diecinueve hacían lo posible para volver a llenarla.
El aroma que más persistía en la cocina era el del café. Con todos los litros de café que eran preparados, no era algo extraño que incluso el aroma flotara hasta las habitaciones.
Ginny se sumergía en diarios viejos, leyendo notas y columnas periodísticas.
Daphne y Tracey se sentaban junto a Padma para estudiar y compartir notas, pues las tres estudiaban Medimagia y las jornadas de estudio eran más productivas de esa manera.
Theo se reunía con Hannah y Anthony a repasar Encantamientos. En el caso de Theo eso se daba porque de era de lo que trataba el programa que estaba llevando, y los otros dos porque esa era su clase extra.
Y así se formaban pequeños grupos de estudio.
Lo bueno del comienzo de la semana de exámenes era que el ambiente en la residencia era cordial, nada de rencillas ni pullas.
A mitad de esa semana, Hermione terminó de rendir su prueba de Historia de la Política Británica, para la que se había preparado mucho, alimentando su cerebro con decenas de páginas de teoría. Al dirigirse al aula de Pociones, la persiguió esa inquietante sensación de incertidumbre.
Tomó asiento al lado de Nott y Malfoy, lo que ya iba siendo parte de su rutina en esa clase desde semanas anteriores.
No había examen en Pociones, la calificación era en base al trabajo que habían preparado. En el caso de los tres, la muestra de Veritaserum en la que trabajaron por casi un mes y la investigación en la que se quemaron las pestañas.
—Granger, Malfoy y Nott. —Los llamó el profesor desde su podio.
Nott le hizo un ademán a Hermione para que ella descendiese primero los escalones que los separaban del frente de la clase
Los tres se reunieron con el profesor, que tenía su frasco de veritaserum y los pergaminos de su investigación sobre su podio.
—Sería absurdo negar lo bien hecha que está la poción. Y me sorprende, porque en todos los años en los que he enseñado aquí, puedo contar con los dedos de una sola mano las veces que mis estudiantes han hecho esta poción de forma tan correcta.
Hermione sonrió, y notó de reojo que sus compañeros tenían gestos complacidos.
—Discúlpenme por no estar al tanto sobre quién fue su maestro en Hogwarts, sin embargo reconozco que los dejó con muy buenas lecciones. Una poción así, solo se logra habiendo realizado minuciosamente cada parte de su preparación, desde sus ingredientes hasta el tiempo de hervor. —Continuó felicitándolos. —Por otra parte, su investigación ha sido muy buena, me han sorprendido con un par de detalles que no conocía. Muy bien sustentado, los antecedentes históricos estuvieron en perfecto orden cronológico, ahondaron en las limitaciones legales de la poción, no se quedaron solo en Gran Bretaña y está bien redactado y explicado. —Entrelazó sus dedos y se apoyó en el podio. —Intuyo que pueden hacerse a la idea de su calificación, además enviaré su investigación a algunos estudiosos de la materia, que estarán complacidos con leerla y promoveré su publicación en la revista de la universidad. Felicidades jóvenes.
—Muchas gracias. —Dijo Hermione, su sonrisa se hizo más amplia.
—No obstante, su trabajo no termina aquí. —Los tres podían entrever la sonrisa en los labios de su profesor. —Su siguiente asignación es preparar una nueva versión de esta poción, al igual que los otros grupos. Por ejemplo, alargar la duración de sus efectos, mejorar su sabor, reducir sus probabilidades de resultar perjudicial y detalles así. Con el Veritaserum, podrían reducir las situaciones en las que su objetivo se contrarresta. Ya sabemos que los oclumantes pueden evadir fácilmente sus efectos. Ahí tienen algo con lo que iniciar. —Extendió ambas manos. —Otra vez felicidades y esperaré ansioso su trabajo al regresar de las vacaciones. Felices fiestas.
Llamó al siguiente grupo, y con ello, fueron despedidos.
Regresaron a sus asientos y la chica se paró en medio de ambos.
—No creo que ahora sea el momento para discutir eso. Tenemos el resto de exámenes en mente, y aunque me encantaría comenzar de una vez, sé que tenemos que esperar.
Draco solo la miró. Por tanto, Theo tuvo que responder.
—Nosotros nos quedaremos aquí durante las vacaciones. —Aclaró con simplicidad. —Podemos avanzar mientras pero tendríamos que discutir nuestro enfoque. Sugiero optar por la oclumancia. Perdón Draco… —Puso una mano en el hombro de su amigo. —… me temo que eres el único oclumante por aquí.
—¿Eres oclumante? —Inquirió Hermione con renovada curiosidad.
Draco encogió los hombros y asintió despreocupadamente.
—Es un avezado oclumante, por no hablar de la legeremancia. —Murmuró Theo en su lugar. —Es algo con lo que comenzar.
—No voy a ser un objeto de prueba. —El tono de Draco fue casi brusco.
—No me refería a eso. Comprendes la oclumancia, más de lo que nosotros dos lo hacemos. —Theo se señaló a sí mismo y a Hermione. —No nos basaríamos solo en la teoría, representas la parte práctica de la oclumancia. ¿Puedes controlar el Veritaserum?
La señal de que el rubio había cedido, fue su resoplido y sus manos ocultándose en el bolsillo de sus pantalones.
—Podría decirse que es voluntario. Es como encender y apagar un lumus. Si quiero puedo dejar que el veritaserum fluya por mi mente y me haga decir la verdad, si no lo quiero así, detengo su objetivo.
El cerebro de Hermione, inevitablemente se puso en marcha. Nott tenía razón, eso era algo con lo que comenzar.
Realizar esa nueva asignación, iba a ser muy interesante.
Ginny entró al comedor entusiasmada, un gran paquete flotando tras ella. Todos los demás estaban en medio del desayuno, algunos revisando sus apuntes, otros charlando en voz baja y otros revisando sus ediciones de El Profeta.
—¡Ya está aquí! —Exclamó llamando la atención de todos. — ¡George me mandó un paquete con varios productos! —Agitó su varita.
Seamus, Padma, Terry y Ernie se cernieron sobre el paquete en cuanto ella lo colocó en el suelo.
—Genial. ¿Cuándo atacaremos? —Seamus se dirigió a todos con evidente frenesí.
Draco se limpió las comisuras de la boca con una servilleta y sacudiendo sus pantalones se puso de pie. Las miradas recayeron en él.
—Cuando yo lo ordene. —Fue hasta la caja que varios rodeaban y observó dentro con detenimiento.
—¿Qué? —Exclamaron varios en distintos tonos.
—No siempre tenemos que obedecerte, Malfoy. —Anthony elevó la voz.
—En este caso deben hacerlo. —Tomó sus cosas del lugar en el que había estado sentado. —Tengo que ir a clase, no obstante, quisiera que nos reunamos a la hora de la cena.
Con pasos tranquilos salió del comedor, siendo acompañado a los pocos segundos por Luna, Tracey, Neville y Blaise. Todos iban por el mismo camino, y ya habían adoptado la actitud de ser un frente unido a donde sea que fueran.
En medidas distintas, todos estuvieron expectantes por la hora de la cena. Incluso los amigos de Draco estaban intrigados al respecto, no tenían idea de nada. Conocían a Draco y sus conspiraciones a la perfección. ¡Sagrado Salazar! Si de niños tenía los mejores planes para asaltar la mesa de postres, razón por la cual la expectativa sobre lo que él planeaba era aún más alta.
Y vaya que sí que conocían a Draco.
Mientras los demás ya estaban esperando con más de diez minutos de anticipación, ellos charlaban tranquilamente porque no había guerra que hiciera mella en el sentido de narcisismo de Draco, se haría esperar solo para tener más atención sobre él.
Pansy sonrió ligeramente cuando lo vio llegar hasta el medio de la sala de estar, caminando con parsimonia y tomándose todo el tiempo del mundo para dejar su maletín en un sofá y quitarse la chaqueta. Podía imaginarlo sentado en su precioso sofá de cuero en las mazmorras de Slytherin, dirigiendo las reuniones o siendo el centro de atención en las fiestas.
—No esperaba que todos ya estuvieran aquí. —Observó con una máscara de sorpresa. —Entonces será mejor que comencemos.
—Si empiezas pronto, será mejor para todos. —Masculló Anthony.
Draco le restó importancia y su mirada vagó un poco por la sala. Colocó las manos en los bolsillos de su pantalón y paseó de un lado a otro con total calma.
—Bien. —Carraspeó. —Este sábado, los bobos de Durmstrang tendrán algún tipo de ceremonia de iniciación para sus nuevos integrantes. Ese mismo día, Catelobruxo hará una fiesta en su residencia, por haber concluido con la primera parte del semestre.
— ¿Y qué? ¿Nos colamos en la fiesta y la arruinamos? ¿Los denunciamos con los rectores? —Se burló Seamus.
La risa de Pansy atrajo las miradas en su dirección.
—Oh, pequeño Finnigan, no sé si compadecerme de ti o de tu ignorancia. —Sonrió como si hubiese atrapado a su presa. —Es evidente que no tienes idea de cómo funciona la mente de Draco.
—Pansy. —La detuvo Theo haciendo que ella pusiera los ojos en blanco.
Draco flexionó los dedos antes de continuar luego de la corta interrupción.
—Iremos a por Catelobruxo con todo lo que tenemos. Fuegos artificiales, colar esas eh… —Miró a Ginny, buscando respuesta.
—Pastillas vomitivas. —Completó la pelirroja.
—Exacto, colaremos pastillas vomitivas y otros dulces en sus bocaditos, colocaremos esos pantanos y los detonadores en sus pasillos, y sé que ustedes tienen otras ideas para el resto de productos. —Extendió ambas manos tal cual un gesto de complacencia. —Sin embargo, los empaques y lo que funcione como pruebas, aparecerán en la residencia de Durmstrang. ¿Lo entienden?
Blaise tenía una gran sonrisa en el rostro. Al igual que Ginny y Daphne. En cambio, Neville, Dean, Terry, Justin, Padma, Ernie y Anthony, estaban obviamente confundidos.
— ¿Qué sentido tiene solo atacar Catelobruxo? —Inquirió Ernie, expresando la duda de sus compañeros.
Pero para sorpresa de todos, fue Hermione quien terminó respondiendo.
—Malfoy quiere matar dos pájaros de un tiro. —La oración salió como si la situación la aburriera. —La residencia de Catelobruxo será una catástrofe que inevitablemente llamará la atención, entonces investigarán quién provocó el desastre y todas las pruebas estarán en la residencia de Durmstrang. Ellos serán castigados. —Encogió los hombros. —Dos pájaros de un tiro. El caos en Catelobruxo y la culpa recayendo en Durmstrang, porque nadie dudará de que fueron ellos.
Draco asintió en concordancia. Esperando a que los demás comprendieran por completo el plan tras la versión esclarecedora de Granger.
— ¿Y cómo haremos para que no sospechen de nosotros a pesar de las pruebas? —Terry lo miró interrogante.
El rubio, disimuló una sonrisa. Eso ya estaba controlado.
—Tengo pensada una coartada. —Respondió al instante. —Cuando cocinan, el humo que se eleva por la chimenea se nota a varios metros de distancia. —Apuntó hacia la cocina. —El guardián de este lado de los terrenos pasa por aquí entre las 8.45 y las 8.50, todos los días. Desde que he estado pendiente, nunca ha llegado ni antes ni después. —Con aquello último silencio las refutaciones de sus compañeros. —Si nos preguntan, no sabremos nada. Porque cuando cunda el pánico, nosotros estaremos aquí cenando tranquilamente por el cumpleaños de Theodore. —Sus ojos recayeron con fijeza en la figura de su amigo.
Por fin, todos terminaron de comprender y asimilar el plan de Malfoy. Habían otras preguntas por responder, sin embargo no era inconveniente para Draco, tenía gran parte del plan estructurado, por no decir que había cubierto hasta el último detalle. De cierta manera, era gratificante maquinar una venganza adolescente, era… un toque de normalidad en su agitada vida.
— ¿Es cierto? —Preguntó Luna. — ¿El cumpleaños de Theodore Nott es este sábado? Existe un riesgo si en realidad no es su cumpleaños.
—Claro que lo es, Lovegood. —Le contestó Tracey. —El rector podrá ver sus registros y es más… ¿si para que sea más creíble, todos preparamos regalos? —Ignoró la perplejidad que mostraron los chicos y continuó argumentando. —Mírenlo de esta forma. Si parecemos unidos y rebozando en aprecio, no tenemos nada que perder contra un grupo de revoltosos que hace una fiesta en su residencia y otro grupo de monigotes que hace rituales para los nuevos estudiantes.
—Buena idea. —Draco asintió en su dirección. —Lo primero es conseguir poción multijugos y algo de tres chicos de Durmstrang. —Recordó. —El desarrollo del plan consiste en todos nosotros dispersándonos en distintos puntos…
Hermione observó con una sonrisa a Justin que se paraba temeroso con el bowl frente a él, mientras Padma y Parvarti ya comenzaban a moverse alrededor de la cocina y Anthony llevaba una olla hacia el fuego.
—Tienes los ingredientes allí, Justin. —Gruñó Hannah desde la cocina. —Rompe, mezcla y bate, de una vez. Ese pastel no se hará solo.
Justin comenzó a romper los huevos con torpeza.
— ¿Sabes montar una escoba, Parkinson? —Soltó Dean de forma sarcástica.
—No hagas esos comentarios, si no quieres que Pans te dé una lección, y créeme, sus lecciones no son agradables. —Blaise estrechó los ojos hacia él, pasando por su lado.
Hermione giró hacia donde Terry, Dean y Pansy se preparaban para ir hacia la residencia de Durmstrang.
—No solo sé montar escobas. —La pelinegra cruzó los brazos. —También sé cómo mont…
Blaise retrocedió hasta ella y cubrió con una mano la boca de la chica.
—O… —Agregó el moreno, con Pansy agitándose entre sus brazos. —No le digas eso a Pans porque puede hacer que tú y tus antepasados se sonrojen. —Apretó los labios al sentir el codo de Pansy clavándose en su estómago.
—Arruinas todo cuando anticipas a los demás, Blaise. Y muévete, Longbotton y Tracey te esperan. —Lo empujó y fue a tomar su escoba.
Blaise encogió los hombros y con las manos en los bolsillos caminó para reunirse con sus otros dos compañeros, al llegar a ellos, cogió los tres frascos de vidrio que Tracey le extendía, a su vez Neville estaba sosteniendo una bolsa de terciopelo con diferentes dulces conocidos de Sortilegios Weasley, pues la caja y las envolturas se las llevaba el equipo de Dean. Envolturas por las que todos se habían reunido la noche anterior para hacer hechizos con el fin de desaparecer el nombre de Sortilegios Weasley de todos los productos. Tracey, por otro lado, llevaba varias prendas de ropa en la mano. Ellos tres serían los que iban a entrar en la fiesta en la apariencia de estudiantes de Durmstrang.
Los demás serían quienes se colaban en Catelobruxo y ejecutaban la parte principal del plan. Ginny, Daphne y Luna irrumpirían en la fiesta con polvo mágico de oscuridad instantánea, detonadores y otro tipo de artículos. Ernie, Seamus y Nott vigilarían los alrededores, cuidando que los rectores o los guardianes no llegaran antes de tiempo.
Los equipos se juntaron alrededor de Malfoy, mientras él daba las últimas indicaciones.
—Primero, terminan su misión y regresan rápidamente, nadie se queda atrás para ver lo que sucede, ¿de acuerdo? —Ordenó con firmeza. —Ahora, Blaise, Longbottom y Tracey, recuerden, el muro cerca del lateral de la residencia. Ropa, poción multijugos y entran, hacen lo que tienen que hacer y fuera.
Los tres asintieron y fueron los primeros en irse.
—Thomas, Pansy y Bott; Weasley se encargó del balcón izquierdo del cuarto piso. Cuidado con las escobas y no se centren en un único lugar.
Ellos dieron media vuelta y se alinearon para subir en sus escobas y despegar.
—Weasley, Lovegood y Daphne, tienen todos los puntos cubiertos, solo no se dejen ver y cuidado con lo que dejan caer. Mcmillan, Theo, Finnigan, lo de no dejarse ver también va para ustedes y manténganse alerta. Si bien dijimos que comienzan a correr cuando nos ven salir a Granger y a mí, ustedes tres no se van hasta que ellas salgan. —Apuntó con el mentón al equipo de Ginny. —Es su prioridad. No se desvíen ni se detengan hasta cruzar estas puertas.
Theo asintió con seriedad, sin amilanarse por la mirada fija de Draco en él.
Los seis comenzaron a descender las escaleras. Sin embargo, Ginny se detuvo un par de segundos al lado de Hermione.
— ¿Estarás bien? —Le preguntó a su amiga.
La castaña sonrió ligeramente, afirmando con la cabeza.
Desgraciadamente, ella y Malfoy, estaban encargados de las bromas en los pasillos y de coronar la travesura con los fuegos artificiales.
—Temo más subirme a esa escoba que trabajar en compañía de Malfoy. —Respondió encogiendo los hombros.
—Solo cierra los ojos y agárrate bien, así sea al trasero de Malfoy, por lo que si te caes, lo arrastras a él contigo. —Apretó sus manos como un gesto solemne.
—¡Weasley! —Oyeron a Theo desde el pie de las escaleras.
La pelirroja le dio un rápido abrazo a su amiga y corrió para alcanzar a los demás.
—Vámonos de una vez, Granger. —Llamó Malfoy tras de ella.
Al girar y verlo sosteniendo su escoba, preparado para marcharse, la hizo apretar su bolso de cuentas.
En un inicio, ella se había negado en rotundo cuando Malfoy había dicho que cada uno iría en una escoba hasta la residencia de Catelobruxo, incluso se había ofrecido a intercambiar lugar con otro de sus compañeros, o quedarse en la residencia a preparar la cena, sin embargo habría desestructurado todo el plan, lo que la llevó a aceptar ir junto a Malfoy en una única escoba. Y en lugar de resultarle inquietante, la tranquilizaba, por lo menos de esa manera ella no tenía todo en sus manos al momento de volar.
—Te juro que si me…
—No caerás, Granger. —Aseveró seriamente.
Pasó una pierna por encima de la escoba y esperó a que ella fuera hasta él e hiciera lo mismo.
—Sujetate bien y si quieres cierra los ojos.
—Como que estás siendo más mandón de lo normal esta última semana. —Masculló, rodeando su cintura con sus brazos, todavía insegura y un poco tímida.
—Yo ideé el plan, discúlpame si me parece oportuno tomar el control, como en este caso, yo estoy a cargo de la escoba. —Respondió monótono. —Sujetate bien si no quieres resbalar al despegar.
La castaña se aferró con más fuerza a su cintura y cerró los ojos cuando Malfoy pateó el suelo antes de elevarse juntos. La sensación fue tan vertiginosa que en el instante en que fue consciente de que realmente estaban a muchos metros de distancia del suelo, jadeó en el cuello del chico, pegándose más a su espalda y escondiendo el rostro en su hombro.
Draco parecía totalmente imperturbable, aunque Hermione notó la rigidez de sus hombros. Qué pena por él, ella no iba a soltarlo hasta que volvieran a estar en tierra firme.
—Granger. Granger. ¡Granger!
Ella no respondió y Draco terminó bufando.
La escoba se inclinó ligeramente cuando el chico quitó una mano del mango.
— ¡¿Qué haces?! —Gritó Hermione, escandalizada.
—Maldita sea, mi oído. —Gruñó. —Se te olvidó hacer el hechizo desilusionador. —Continúo buscando su varita en sus bolsillos.
—Sujeta la escoba y no maldigas, Malfoy. —Lo regañó, agitando la varita. — ¡Oh, Merlín! Ahora es peor.
Era como estar en la nada, no veía la escoba, ni su propio cuerpo pero… podía sentir. Su mano izquierda todavía rodeaba la cintura de Malfoy, elevándose con cada respiración tuya.
Respiró un poco y al cerrar nuevamente los ojos, le dio autoridad al resto de sus sentidos, intentando tantear otra vez a Malfoy.
Hasta que él tomó su mano e hizo que le rodeara la cintura, junto con la otra.
—Así de fácil, Granger, ahora deja de moverte. —Dijo entre dientes.
A la chica no le agradó la manera en la que él le habló, por lo que obligándose a ser valiente, cerró con fuerza los ojos pero irguió la espalda, sus manos serían la única parte de su cuerpo en estar en contacto con Malfoy.
Si creyó que el ascenso era vertiginoso, es porque había olvidado cómo se sentía cuando la escoba se inclinaba al descender.
—El hechizo. —Oyó murmurar a Malfoy.
Hizo el contrahechizo y a los pocos segundos la escoba se alineaba a la altura de un balcón en el segundo piso de la residencia de Catelobruxo.
—Odio volar, odio volar, odio volar. —Repitió para sí misma al volver a pisar el suelo.
—Más tarde puedes terminar de discutir eso. —Sostuvo su escoba con cuidado.
Hermione hizo un mohín y le dio la espalda mientras insonorizaba sus zapatos.
—Me quedo con este piso, tú ve al tercero y te alcanzo allí. —Se apresuró a decir Hermione, revisando su bolso. —Diez minutos, Malfoy. —Le entregó su parte de artículos de bromas, desde pantanos hasta varitas falsas y sprays aumenta todo.
La chica guardó en su bolso la escoba de Draco bajo su insistente supervisión y luego cada uno fue a hacer su parte.
Entraron en las habitaciones con hechizos simples y dejaron alguna sorpresa dentro. Ubicaron fangos estratégicamente para que no fuese fácil librarse de ellos.
Hermione no se sintió culpable por lo que estaban haciendo, estuvo en contra en un primer momento, pero después se dio cuenta que esa era la única manera de darle un escarmiento a todos los que se burlaban de ellos.
Se reunió con Malfoy en el tercer piso, como habían acordado. Y en silencio se dirigieron hacia la terraza de la residencia.
Entonces Malfoy, al doblar un pasillo, la cogió de la cintura y la aprisionó en la pared.
—Quédate quieta y no digas nada. —Dijo entre dientes, notando como ella quería agitarse para alejarse de él.
La joven bruja frunció el ceño, totalmente confundida.
Y entendió todo al oír risas y pasos, el sonido aproximándose a ellos.
Su atención se enfocó en Malfoy. Sus ojos eran tan brillantes en contraste con el oscuro pasillo.
De pie entre la pared y el torso del chico, sabía qué tipo de escena representaban. Una alarma se encendió dentro de ella y se obligó a sofocarla con otro tipo de alarma.
Sacó su varita y rodeó al chico con sus brazos, fingiendo entrelazar sus manos tras su cuello.
Fue el turno de Draco para confundirse. De la nada, ella estaba subiendo su varita hacia su cabeza y sintió un ligero cosquilleo.
Le había lanzado un Imperio o un Confundus o un Obliviate, estaba seguro de eso. Era lo que se merecía por ponerse en una situación tan débil.
Hermione aprovechó que Malfoy estaba algo inclinado hacia a ella para alzarse sobre las puntas de sus pies y llegar hasta su oído.
—Dudo que haya rubios oxigenados entre los de Catelobruxo. —Le susurró. —Lo siento si el negro no te gusta, fue lo primero que vino a mi mente.
Iba a matarla. Iba a matarla.
¡Su cabello! ¡Granger se había atrevido a tocar su cabello, a cambiarle de color!
—Mira, si no somos los únicos. —Dijo una chica en un raro acento inglés.
Draco reprimió su enojo y decidió continuar desempeñando su papel. Se inclinó más hacia la castaña y hundió su rostro en su cuello. Sentirla tensarse fue una pequeña victoria sobre lo que ella acababa de hacer.
—Los dejamos, solo no olviden las precauciones. ¡Es mejor cuidarse ahora a estar cambiando pañales en nueve meses! —La voz y la risa que acompañó la frase, fue la de un chico.
Malfoy se alejó un poco de la bruja, haciendo un rápido escaneo de pasillo.
—Será una pena arruinar su diversión. —Le dijo a su acompañante en voz baja, finalmente retrocediendo. —Sigamos de una vez.
Hermione desestimó su aturdimiento y retomó su objetivo, siguiendo al nuevo Malfoy azabache.
Revisó el reloj de su muñeca, estaban justo a tiempo.
Al llegar a la terraza, tomó los fuegos artificiales de su bolso y se los entregó a Malfoy.
—Súbete en la escoba. —Ordenó él.
— ¿Qué?
—Que te subas en la escoba. —Sacudió los magifuegos que formaban parte de la selección de lujo de Sortilegios Weasley. —Yo encenderé la mecha mientras tú los levitas desde la escoba, yo subo, lanzas el hechizo y nos vamos.
—Es peligroso. Mejor encendemos y lanzamos los fuegos artificiales desde la escoba.
—No. Eso nos hará explotar a nosotros. —Dijo apresurado. —Sube de una vez y cuenta hasta diez.
La joven bruja, tuvo que estar de acuerdo con él.
Se sentó en la escoba, dejando espacio para que Draco hiciera lo mismo delante de ella, e hizo la cuenta.
Malfoy, sacó un encendedor plateado de su chaqueta y con un experto movimiento encendió la mecha del primer magifuego que ella hizo levitar con su varita. Hizo lo mismo con los cuatro siguientes, Hermione mantuvo todo levitando en tanto su compañero daba dos zancadas y subía a la escoba.
—Cambiarás el hechizo por un Ascendio cuando yo te diga. Tres… dos… uno. ¡Ahora!
Hermione se concentró en que el hechizo golpeara a los cuatro magifuegos a la misma vez, y los cuatro se dispararon hacia el cielo justo cuando Draco pateaba el suelo.
En el primer piso, Blaise estaba saliendo de la residencia junto a Neville y Tracey.
Para ellos, de acuerdo con el plan, era momento de huir. Al igual que los otros equipos. Sin embargo, el equipo de Theo y el de Daphne estaban reunidos en el lateral de la residencia.
Blaise detuvo su carrera, aún viendo parte de la residencia envuelta en humo negro y gritos de los demás cada vez que un detonador estallaba. Él todavía iba con el aspecto de uno de los alumnos de Durmstrang.
—¿Qué hacen aquí? ¿No recuerdan lo que Draco dijo? Corran de una vez. —Gruñó agitado.
—No podemos. —Theodore lo reconoció rápidamente. —Draco nos ordenó marcharnos con las chicas y Weasley se quedó atrás.
—¿Qué pasó?
—Fue mi culpa. —Confesó Daphne. —Yo tropecé con un chico pero Weasley venía tras de mí y él la detuvo a ella, le lanzó el contrahechizo y le comenzó a coquetear.
Blaise flexionó los puños. Sabía que el plan se arruinaría si alguien veía a uno de ellos, y una pelirroja no iba a pasar desapercibida. Hizo un cálculo rápido en su mente y comenzó a retroceder.
—Ustedes regresen de una vez. No podemos arriesgarnos a que nos descubran cuando la mierda explote. —Apuntó hacia el techo. —Fui el último en tomar la poción, espero tener por lo menos cinco minutos de ventaja para rescatar a Weasley.
— ¿Seguro? —Insistió Daphne.
—Completamente. Muévanse de una vez.
Al instante, dio media vuelta y regresó dentro. Con ayuda de su altura buscó a la Ginny entre las personas que corría y gritaban, apenas podía distinguir algo con todo ese polvo de oscuridad cubriendo todo.
La música seguía retumbando por encima de los gritos.
No podía quejarse del gusto musical de los asistentes a la fiesta. Desde que había llegado pudo reconocer canciones en español que lo incitaban a bailar, y mientras buscaba a Ginny, se movió por medio de las personas escuchando una canción en inglés americano que lo impulsaban a chasquear los dedos a los costados.
People always told me be careful of what you do
And don't go around breaking young girls' hearts
She came and stood right by me
Just the smell of sweet perfume
This happened much too soon
She called me to her room
Prestando un poco más de atención a la letra, fue como si en parte estuviera dirigida a su antiguo yo. No vayas por ahí, rompiendo los corazones de las chicas. Sacudió la cabeza. Ginevra. Tenía que concentrarse en Ginevra.
Continuó buscando por un par de minutos más, la canción iba llegando a su fin y él estaba comenzando a desesperarse cuando la vio, junto a una ventana, siendo aprisionada por un chico.
Blaise caminó hacia ella entre empujones, preparado para intervenir con los puños listos, y cuando estaba por llegar, Ginny dobló la rodilla y golpeó al chico en la entrepierna.
El moreno juraría que él mismo sintió un reflejo del golpe.
—Ella acaba de poner en riesgo tu descendencia. —Zabini se acercó a ellos pero su mirada se mantuvo en Ginny. —Detrás de mí.
Ella tampoco dudó a pesar de su apariencia y Blaise elevó la varita una vez Ginny estuvo segura a sus espaldas.
—Confundus. Obliviate. —El chico se agarró la cabeza, agitándola un poco.
Blaise tomó de la mano a Ginny y la instó a correr.
—No te detengas, Ginevra. —Fue lo único que dijo mientras se apresuraban fuera de la residencia.
Cruzaron la puerta bajo la lluvia de fuegos artificiales que acababan de estallar en la parte alta de la edificación de la que se alejaban rápidamente.
Ambos corrieron, perdiéndose entre el bosque que estaba a metros de distancia. Ginny se aferraba a la mano que Blaise le sostenía, y apretó más su agarre cuando el moreno fue recuperando su verdadera apariencia.
Oyeron el bullicio que los estudiantes de Catelobruxo hacían mientras iban descubriendo las demás sorpresas que ellos les habían dejado.
Evidentemente, Blaise y Ginny, se agotaron tras haber recorrido un largo tramo.
—No puedo... más. —Se detuvo la chica, apoyándose en sus rodillas y respirando agitada.
—Tenemos que... continuar, si nos ven… el plan se… arruinará, y es seguro que esto ya haya... llamado la atención de… los rectores. —Insistió también agitado. —Sigamos corriendo Ginevra, estamos cerca. —La jaló de la muñeca.
—Es Ginny, odio cuando me llaman Ginevra.
—Es inútil que intentes corregirme, lo sabes. Te llamo Ginevra y punto. Sigamos corriendo porque si nos quedamos es posible que nos atrapen y no tengo ánimos para lidiar con Draco frustrado y enojado porque su plan no funcionó.
La pelirroja le dirigió una mirada fría y tomó varias respiraciones para posteriormente, continuar con su carrera, dejando atrás a Blaise.
Él no hizo ningún intento por alcanzarla.
Para cuando Zabini llegó al interior de la residencia, Ginny estaba siendo abrazada por Hermione.
—Estaba muy preocupada cuando me dijeron que te quedaste atrás, Gin. —Oyó decir a Granger cuando él pasaba por su lado para llegar al lado de sus amigos. — ¿Estás bien?
—Sí, sólo quiero que sea mañana para regresar a casa. Hecho mucho de menos a mis padres y a Harry.
Blaise retuvo a la frase sarcástica que pugnaba por salir de entre sus cuerdas vocales. Chocó el puño con Theo y le sonrió a Pansy, ella le mostró los dientes.
—No he estado al tanto del momento en el que te convertiste en un caballero, Blaise. —Comentó mordaz.
—Si querer evitar que el plan se arruine, es algo a lo que llamas ser caballero, entonces lo soy. Mi madre me educó bien. —Asintió para sí mismo. Y cuando Pansy estuvo por replicar, elevó un dedo. —Me educó bien por lo menos en ese ámbito.
—No creo que tenga algo que reprocharle a tu madre en cuanto a tu educación, a quien sí hay que culpar de ello es a toda tu delegación de institutrices y tutores.
—Dejen de lanzarse al cuello del otro. —Demandó Draco, intercalando su mirada entre ambos.
Después su atención regresó al resto de la sala, Blaise sabía lo que estaba haciendo. Repasar los rostros de sus compañeros, asegurarse de que todos habían regresado. Notó como los ojos grises de Draco brillaron brevemente por la satisfacción.
Incluso ese corto chispazo hizo que Blaise se sintiera feliz por Draco.
—Bien, todos estamos aquí. ¿Algún otro incidente además de lo que pasó con Weasley? —Preguntó el rubio, quedándose de pie en el centro de la sala de estar.
—En realidad, no importa lo que pasó con… Weasley. —Zabini dudó un segundo, mirando de reojo a la chica. —Le lancé un Obliviate y un Confundus al tipo, ya no representa un riesgo.
—Eso está bien. Si es así, estoy seguro que todo resultó ser un éxito.
Poco a poco, las sonrisas comenzaron a formarse en los labios de los jóvenes, o por lo menos en los de la mayoría. Y con ese aire de triunfo, se dirigieron al comedor.
Había un banquete servido allí, Hannah, Anthony, las gemelas Patil y Justin, encabezaban la mesa como unos orgullosos anfitriones. Desde pollo asado, pasando por una fuente con verduras salteadas y varios bowls con purés, jugo de calabaza y algunas botellas de cerveza de mantequilla, hasta postres colocados en medio de la mesa, entre los cuales se distinguían tartas, pudines y bollos.
Se fueron acomodando alrededor de la mesa, en tanto iban comenzando a contar cómo les había ido qué había sucedido en cada una de sus misiones.
—¡Esperen! —Exclamó Hannah, cortando las conversaciones y deteniendo a Ernie cuando éste se estiraba a tomar un pedazo de pollo para colocarlo en su plato. —Se supone que la cena es para celebrar a Nott, así que antes que comiencen a comer… —Miró insistentemente en dirección a Anthony.
Anthony bufó al ponerse de pie y caminar hacia la cocina. Los demás se mantuvieron atentos a lo que él haría. Y regresó en menos de un minuto, llevando un pastel en sus manos.
Theo parpadeó ante la vista del pastel azul medianoche que se iba acercando a la mesa. Sabía que eso era parte del plan, simular una celebración de su cumpleaños. Sin embargo, él nunca había tenido una celebración de cumpleaños, nunca hicieron un pastel para él. Su madre murió incluso antes de celebrar su primer cumpleaños y para su padre esa fecha era tan banal que no la tenía anotada en ninguna parte de su oficina. Pansy solía obsequiarle un par de esos bollos que su elfo personal hacía tan bien, y el resto de sus amigos le daban regalos que él conservaba cuidadosamente. Leía y evitaba doblar alguna página de los libros que Draco le regalaba, siempre en costos encuadernados. Limpiaba y se limitaba a utilizar en pocas ocasiones los implementos de Quidditch que Blaise le daba, eso hasta que se rindió con ser parte del equipo de Slytherin, aún así los conservaba incluso en sus mismas envolturas.
Aún así, ver a todas esas personas, apenas conocidas para él, moverse de sus asientos e ir a sus dormitorios y regresar con cajas de regalo de distintos tamaños y colores que llevaban moños en lo altole dio una sensación de cordialidad.
Theo giró la cabeza hacia Pansy cuando sintió que ella le apretaba la rodilla por debajo de la mesa. Su pequeña y disimulada sonrisa le resultó reconfortante.
—No, Seamus. —Se adelantó Ginny cuando vio al chico estirarse para encender las velas del pastel. —Creo que sería mejor que Hermione encendiera las velas. A mi hermano le gusta hablar sobre lo bonitas que son las llamas de Hermione.
—Gin. —La reprendió la castaña, con sus mejillas comenzando a ruborizarse. —Con gusto encenderé las velas.
Se inclinó hacia el pastel que ya había sido colocado en medio de la mesa y movió su varita con delicados ademanes, que le recordaron a Draco cuando ella le había curado las heridas en el tren.
Las llamas comenzaron a flamear suavemente.
—Será mejor que te pongas de pie, Theodore Nott. —Sugirió Luna con simplicidad.
Él empujó su silla y se mantuvo impasible al levantarse de su asiento. Hannah hizo la cuenta y todos entonaron "Feliz cumpleaños".
Luna y Hannah fueron las más entusiasmadas, se podría decir que el resto cantó incómodamente, aunque alguna de las chicas trataron de ser más gentiles y poner un toque más de alegría. Respecto a los chicos, unos se limitaron a aplaudir mientras otros rodaban los ojos, siendo Blaise el único en sonreír a lo largo de la canción.
Para Theo el gesto de que alguien haya hecho un pastel para él, fue casi conmovedor. No obstante, eso estaba pasando a ser algo ridículo. ¡Oh, Salazar! Estaba comenzando a pensar como la aburrida y desagradecida mente de Draco.
Bueno, para muchos, este era un nuevo comienzo en sus vidas. Alejarse de todos los horrores que habían vivido, dejar atrás la sensación de temor e incertidumbre, olvidar lo que se habían visto obligados a hacer con tal de sobrevivir.
Dio un suspiro que esperó que pasara inadvertido para los demás. Y apagó las velas en una silenciosa exhalación desde lo profundo de sus pulmones y con un deseo desde lo profundo de su corazón.
Se irguió de nuevo y miró a los demás que aplaudían y se acercaban a él con sus regalos.
—Felicidades.
—Felicitaciones, Nott.
—Nott, ten un buen cumpleaños.
—Que este sea un cumpleaños más de los muchos otros que te esperan, Theo.
—Bien por ti, por ir sobreviviendo dieciocho años.
—Muchas felicidades.
—Nos hacemos viejos, Theo, debemos aprovecharlo.
Asintió y murmuró unos cuantos gracias como respuesta a las constantes y monótonas felicitaciones, salvo por sus amigos y quizá Granger, Tracey y Daphne, cuyas palabras tenían un tono de sinceridad.
Rodeado por los regalos, una vez todo terminaron de entregárselos y regresaron a sus sitios, no sabía qué hacer. ¿Subir a su habitación y guardarlos? ¿Quedarse allí y reanudar la cena? ¿Partir un pedazo de pastel para todos?
Sus ojos llenos de interrogantes, encontraron los de Pansy.
—Creo que estaría bien que llevaras todo a tu habitación, Blaise puede ayudarte. —Le indicó en voz baja.
Blaise tiró de su cabello al levantarse y ayudar a Theo con los regalos.
—Yo te regalé una suscripción anual para El Quisquilloso. —La voz de Luna los detuvo. —También un collar de corchos de cervezas de mantequilla que yo hice, te será muy útil para alejar a los Nargles, y espectrogafas que también te ayudarán mucho.
Theodore no sabía qué eran los Nargles o las espectrogafas, igualmente asintió por cortesía y giró sobre sus pies para seguir su camino.
La siguiente vez que todos estuvieron sentados alrededor de la mesa del comedor, Hannah no reprochó a nadie cuando comenzaron a llenar sus platos con comida.
Continuaron hablando sobre cómo se habían colado en la residencia de Dumstrang, o cómo Neville había estado a punto de tropezar con la mesa de bebidas en la fiesta de Catelobruxo.
—Estos bollos están muy buenos. —Comentó Daphne, demasiado fuerte para llamar la atención de todos. — ¿Me podrían repetir la receta?
Se quedaron atónitos, mirándola.
—Sí, la receta. Lleva pasas, ¿no es así? —Su voz se hizo más insistente.
Fue cuando el rector Ekman apareció en el comedor.
—Buenas noches, jóvenes, ¿interrumpo algo? —No había en él la cordialidad con la que solía hablarles.
—Solo estamos cenando. —Respondió Ernie.
— ¿Así que no han oído nada del alboroto que se formó en una de las otras residencias?
—No, señor. —Draco tomó la palabra. —Hoy es el cumpleaños de Theodore, es por ello que le preparamos una pequeña celebración. ¿Sería muy indiscreto si me atrevo a preguntar, qué es lo que ha sucedido? —Captó con precisión la sospecha en la expresión del rector. —Entre preparar la cena y el pastel, no estuvimos al tanto de lo que sucedía fuera aquí.
Ekman repasó la mesa, notando el banquete que allí se servía y el pastel que descansaba en medio.
—Solo… unos alumnos que no son capaces de acatar las reglas y realizaron una fiesta en su residencia, que terminó por convertirse en un festival pirotécnico. Los rectores estamos buscando a los responsables pues parece que ninguno de los alumnos de allí lo es. Hasta el momento, todo indica hacia Durmstrang.
Daphne atrapó la mirada que el mago dirigió hacia el pastel.
— ¿Desearía un poco de pastel, rector? Sería un honor compartir con usted algo que nos tomó horas preparar. —Tomó un cuchillo y levitó un pequeño plato. —Somos diecinueve, y nadie tenía idea de cómo preparar un pastel, por suerte… —Hizo una rápida búsqueda en los rostros de sus compañeros, aprovechando que le extendía una porción de pastel a Ekman. — ...la mamá de Ginny empacó en sus cosas un recetario de postres, que nos permitió no solo preparar el pastel, sino también el budín de Yorkshire y los bollos de Bath. Y hemos comprobado que la señora Weasley es una increíble cocinera.
Se felicitó así misma cuando el rector suspiró de satisfacción al probar el pastel. Escuchar por años las burlas que Draco hacía respecto a los Weasley, por fin traía algún beneficio.
Ekman felicitó a Theo y se marchó, deseándoles una buena noche y sugiriendo que su cena no se convierta en un alboroto.
La sensación de éxito, se hizo completa.
Con un ambiente más relajado, las pláticas se hicieron más entusiastas.
Hermione estaba escuchando a Ginny contando por tercera vez sobre el buen golpe que se había llevado el muchacho que la detuvo en la fiesta cuando su atención se desvió al final del otro extremo de la mesa. Parkinson conversaba, aunque en realidad parecía que discutía con Blaise, en tanto Malfoy jugueteaba con la servilleta en ansiosos, y casi desesperados, movimientos de sus dedos.
—Me hubiera gustado ver a Malfoy preparando la cena. —Dijo Anthony, en un tono tan alto que terminó por interrumpir el resto de conversaciones.
Se hizo silencio y varios pares de ojos recayeron en el chico rubio.
—Es una verdadera pena que nunca haya pisado una cocina hasta el momento en que entré en esta residencia. —Respondió Draco. —En mi familia solemos tener elfos a nuestro servicio.
—Entonces… ¿qué te pareció el puré, fue digno del paladar de un mortífago? —Se recostó en su silla, cruzando los brazos. —Si es que no es así, no te preocupes, creo que Padma no se deshizo de la basura, esa seguro si satisface su paladar.
—¿Basura? No, gracias, no quiero quitarte tu postre. —Frunció la nariz. —Respecto al puré… ¿por qué no lo pruebas tú mismo?
Nadie tuvo tiempo para detenerlo cuando con solo un chasquido, la fuente de puré se elevó desde la mesa y voló hasta estamparse en el rostro de Anthony.
La reacción fue rápida, Dean, Ernie, Terry, Seamus, Justin y Parvati, hicieron caer sus sillas al ponerse de pie y apuntar con sus varitas a platos al azar y hacer lo mismo que Draco. Pansy y Tracey reaccionaron a tiempo, creando un escudo para protegerlos a los seis del ataque. Blaise no tardó en lanzar un contraataque y mandar a volar las jarras, los otros no fueron tan rápidos para detener la lluvia de jugo de calabaza que les cayó encima.
Hermione agitó su varita, consiguiendo que la comida se suspendiera en el aire antes de llegar a sus objetivos.
—¡¿Qué les sucede?! —Gritó completamente enojada. —Se supone que esto ya estaba superado, acabamos de trabajar todos juntos por algo en común. ¡Y ahora vuelven a pelear! ¡¿Es que no recuerdan que estaremos aquí todos juntos por los siguientes cuatro años?! ¡¿Piensan vivir de manera hostil durante esos cuatro años?! ¡Guarden sus varitas de una vez!
Deseó que por lo menos su única respuesta hubiese sido el silencio, no el pedazo de budín que se estrelló en su frente, manchando el comienzo de su cabello. Buscó al responsable y halló a Pansy sonriéndole y girando la varita entre sus dedos.
Hermione apretó su varita y la batalla de comida continuó.
El resto de budín, cruzó el aire y se estrelló en la blusa de seda que Pansy llevaba, más jugo de calabaza terminó empapando a otros, un trozo de pollo terminó aterrizando en la cima de la cabeza de Neville, el plato de ensalada adornó el cabello de Daphne.
Y mientras pollo, verduras, cerveza de mantequilla, bollos, y demás, volaban y se estrellaban en el rostro, torso o cabello de alguien, los gruñidos de furia se transformaron en risas y luego en carcajadas.
Draco se dio cuenta de lo que era en realidad.
El comportamiento de un grupo de jóvenes de diecisiete y dieciocho años.
Cómo había escuchado decir a McGonagall, eran niños, y en ese momento quedaba más que claro que lo eran. Jugando y riendo como unos infantes, sin otras preocupaciones.
Al no haber más comida que lanzar, se dejaron caer en sus sillas, sosteniendo sus estómagos por las carcajadas que no cesaban soltar.
Más tarde, olvidando el conflicto por el que toda esa lucha había comenzado, se reunieron a jugar ajedrez y snap explosivo, con música baja sonando desde el tocadiscos de la sala de estar.
Hermione se disculpó con Luna para ir al servicio, y tuvo que ir al del segundo piso porque el baño principal estaba ocupado.
Iba llegando cuando notó algunas motas de humo flotando en la oscuridad. Olfateó un poco y lo supo. Cigarrillo. Ese que tenía nicotina y el que su papá tanto odiaba por el daño que provocaba en los dientes.
Siguió el humo hasta el balcón de su residencia. Bastó con ver la larga figura vestida de negro para saber que se trataba de Malfoy.
— ¿Sabes el daño que eso le hace a tus pulmones y a tu cuerpo en general? —Inquirió, comprendiendo que el anterior detalle de inquietud que notó en el chico fue a causa del cigarrillo.
Él solo soltó el humo, sin hacerle caso.
—Eso afecta a tus pulmones, tu cerebro, tu corazón, tu estómago, tu garganta. No deberías hacerlo. Es demasiado malo para tu salud. Y además puede generar una adicción, es más creo que ya comenzó a hacerlo, vi cómo movías tu mano en la cena. Esta no es la manera de enfrentar lo que...
—Basta, Granger. —Cortó su discurso, tirando el cigarrillo al piso y apagándolo con la punta de sus zapatos. —El hecho de que te haya contado algunas cosas la noche en la que por error tuvimos que compartir habitación, no te da el derecho a querer controlar cómo enfrento mis líos, ¿de acuerdo? No soy uno de tus amigos monigotes que sí se dejan controlar por ti. Ve por tu camino que yo estoy muy bien con el mío.
—No lo parece. —Murmuró, evidentemente escéptica.
—Vete de una vez, Granger. Déjame en paz. Si quiero fumar diez de estos por hora, lo hago. —Acentuó sus palabras sacando otro cigarrillo. —Es mi problema cómo controlo mis mierdas, basta de buscar hacernos tu pequeño proyecto de gentileza. —Ella entreabrió los labios para responderle. — ¿Crees que no me doy cuenta por qué tú también estás aquí? Oh, sí, dejemos a la perfecta heroína Hermione Granger reformar a un grupo de mortífagos. Ella lo hará, ella nunca falla en nada.
—Estoy aquí para dejar atrás la guerra, Malfoy, no para reformar a nadie. —Apretó los dientes. —No fuiste el único en contar algo esa noche, estás consciente de ello.
—Eso es lo que dices. —Dijo con un nuevo cigarrillo en sus labios. —Mejor cállate y regresa con tus amigos, estoy seguro que ellos si aprecian la bondad de tu corazón. No yo, no necesito ayuda o consejos. Vete de una vez.
—Ser un idiota no te ayudará a resolver tus problemas. —Retrocedió. —Espero que este tiempo libre te haga reflexionar respecto a los motivos por los que muchos llegamos aquí.
Draco la ignoró mientras se marchaba, encendió su siguiente cigarrillo y volvió a darle la espalda al pasillo.
Granger podía ir por ahí con su corazón gentil y su aire de bonanza, él no la necesitaba.
El periodo de vacaciones no resultó ser del todo festivo.
Era la primera navidad sin Voldemort al acecho, caso que se había dado en los años pasados. No obstante, a muchos les perseguía lo que habían vivido en las últimas navidades desde sus particulares perspectivas.
Hermione había estado en Godric's Hollow con Harry, donde tras visitar el cementerio, fueron emboscados por Nagini, uno más de los trucos de Voldemort. En la noche de navidad, cada vez que cerraba los ojos veía a una enorme serpiente arremetiendo contra ella, cada vez que había silencio se encontraba envuelta en sentimiento de abandono y desolación, cuando eran solo ella y Harry alejados de todo en algún lugar remoto.
Para quienes se quedaron en Hogwarts como Neville o Seamus la sensación de alivio luchó con el constante temor de estar viviendo un sueño, de despertar y estar de regreso en el refugio de la Sala de Menesteres, aterrados de lo que les esperaba fuera de esas puertas.
Los que durante ese tiempo estuvieron al otro lado del castillo, los que supuestamente disfrutaban de lo que sucedía; construyeron su propio refugio, crearon máscaras y armaduras alrededor de sí mismos mientras veían que lo que pudieron haber deseado, era en realidad un infierno. Y cuando el infierno terminó, ellos continuaron perdidos. La base sobre la que se habían establecido aquellas creencias que se les inculcó desde la cuna, se desvaneció antes sus ojos. Quizá el tener valiosas tradiciones, familias con historias sagradas y estar destinados a la magia desde antes de ser concebidos, les daba un lugar superior en el mundo mágico; no obstante, condenar a alguien por el hecho de si merecía o no la magia, no era motivo suficiente para derramar sangre mágica. Y les tocó comprenderlo de la manera más dura.
Por suerte para ellos, su primera navidad sin tener el terror, las expectativas e incertidumbre en el aire, la pasaron con el rector Ekman, cuyo aire cordial regresó y los trató con amabilidad, inflando su ego con constantes elogios sobre su desempeño en lo que iba el semestre. Que Pansy ya había conseguido cierto aprecio por parte de una de sus maestras debido a su talento en ciernes, que Theo comenzaba a destacar entre los estudiantes del primer año del programa de Hechizos y Encantamiento, que según sus maestros Blaise resaltaba entre sus compañeros al tener una mejor comprensión de temas y aspectos económicos, que Draco ya era conocido entre sus maestros por la calidad y precisión de sus trabajos.
Celebrar el año nuevo fue como un baño de alivio para todos. Un año nuevo para volver comenzar, mejorar, aprender y cientos de otras puertas listas para ser abiertas mientras intentan cerrar otras.
Con las clases continuando su curso, se acercaba el momento de la "prueba" para el equipo de Quidditch. El equipo ganador del campeonato interno de Elysian, iba a competir con los cuatro equipos representantes de las otras universidades mágicas del mundo. Sin embargo, Hogwarts no había tenido un equipo representante en años y para poder entrar al campeonato interno tenían que ganar un partido contra el campeón del semestre anterior, en este caso, Durmtrang.
A pesar de todas las dificultades y la falta de jugadores entrenados, el equipo de Hogwarts estaba completo y ya venían entrenando varios meses. Draco como autodenominado capitán, confiaba en Blaise y Ginny destrozaran los aros de Durmstrang y que Theo pudiera proteger los suyos, en tanto él trabajaba en atrapar la snitch tan pronto como fuese posible. En cuanto a los bateadores, Dean y Terry, esperaba que evitaran lanzar las Bludgers a un jugador de su propio equipo. Y Daphne, sabía que ella podía ser una grandiosa cazadora si tan solo estuviera más segura de sus habilidades.
Todavía tenía tiempo, algunas semanas antes del partido, podrían entrenar más y esforzarse para que no fueran un desastre.
Por lo que quedaba de su orgullo, se prometió que no serían humillados.
Que la tarde estuviera soleada para el último entrenamiento y que gran parte de los chicos tuvieran su horario libre, aligeró el ambiente y les dio un poco de ánimo.
Quienes no estaban en el equipo, acordaron preparar un refrigerio para los que sí. De forma que terminaron por abarrotar la cocina mientras algunas chicas preparaban refrescos, al otro extremo de la barra otro grupo preparaba sándwiches, y Anthony, que gracias a Hannah se estaba convirtiendo en un prospecto de chef, picaba con habilidad la fruta.
— ¡Miren lo que acabo de recoger! —Se sobresaltaron con el grito de Pansy.
— ¿Son los uniformes? —Padma se adelantó y tomó uno de los paquetes que levitaba junto a Pansy.
—Sí, Ekman dijo que terminaron de confeccionarlos hoy y están espectaculares. Sabía que mi diseño era genial. —Dejó todo con suavidad sobre los sofás. — ¡No lo toques!
— ¿Por qué? —Se quejó Padma con los dedos listos para desatar el lazo que unía el papel alrededor de las prendas.
—El equipo, sin importar lo que diga Draco, está con la moral en los suelos. Ninguno tenía idea del diseño, así que sería bueno que ellos lo vieran primero.
— ¿Y cómo tú sí pudiste verlos?
—Porque a Ekman le gustó tanto que terminó quedándose con uno para él. —Presumió Pansy, elevando el mentón.
—Chicas, sé que queremos ver como son los uniformes, más aún con todo el misterio que Pansy hizo. —Tracey caminó para ponerse frente a la pila de paquetes envueltos en papel que descansaban sobre el sofá. —Creo que todos hemos terminado, no tendremos que esperar mucho para…
Llamaron a la puerta.
Seamus se acercó y abrió.
Haciendo silencio, pudieron oír a una chica con un marcado acento francés y luego.
— ¡Ron! ¡Compañero! Ha pasado tanto tiempo desde que te vi. Entra, entra. —Seamus habló muy entusiasmado. —No tardará mucho, lo prometo.
Hermione se pasó una mano por la frente y cuando su mente comenzó a conjeturar las opciones disponibles para evitar una pelea con Ron, un maullido la hizo borrar cualquier otro pensamiento.
— ¿Crooks?
El peludo gato kneazle naranja volvió a maullar. Y Hermione estaba de rodillas en el suelo, estrechando a Crookshanks en un gran abrazo. Ahogó un sollozo y sintiendo que era observada, intentó desviar la atención a otra parte.
—Gracias. —Le dijo a Ron con la voz algo ronca. — ¿Cómo…
—Se fue pocos días después de nosotros. —Recordó. —Y hoy apareció en la Madriguera, antes del alba maullando como loco. No podía enviarlo con una lechuza así que pedí permiso en la Academia y vine a traerlo.
—Muchas gracias, Ron. —Una amplia sonrisa se extendió en sus labios, en tanto se ponía de pie con Crookshanks ronroneando en sus brazos.
La pequeña mueca que hizo el pelirrojo, le demostró que él esperaba algo más y ella no lamentaba estar decepcionándolo.
Ron saludó a los demás, bufando cuando vio a Pansy.
— ¿Dónde está Ginny?
—Entrenando con el equipo de Quidditch. —Respondió Luna. —Nosotros iremos allí a llevarles comida.
— ¿Tienen equipo de Quidditch? ¿Puedo ver el entrenamiento? —Se apresuró a preguntar Ronald, viéndose muy interesado.
—A la chica de allí afuera no le gustará eso para nada. Ella dijo que tu visita es corta, no se permiten invitados en Elysian. —Seamus consoló al otro joven con un poco de simpatía. —Ya tenemos demasiado encima como para incrementar problemas.
—Es cierto. Perdón Ron, será mejor que te vayas, no queremos meternos en problemas. —Hermione se acercó a él, apretando su brazo ligeramente. —Le haré saber a Ginny que estuviste aquí, y por favor, envíale mis saludos a Harry.
—Es solo una visita, no creo que sea tan malo. Además mi hermana pequeña está atrapada aquí con… —Volvió a mirar a Pansy. —… con Slytherins' y también con mortífagos
— ¿Eso es todo, Weasley? ¡Oh, rayos! —Pansy se cubrió la boca con una mano, fingiendo un gesto afligido. —Olvidé que tus neuronas no pueden conectar más que para insultos infantiles. Y si aún no entiendes las indirectas. Nadie te necesita aquí, adiós, au revoir, ciao, adjö, la revedere. —Su acento cambió perfectamente con cada idioma. — ¿Quieres que continúe? Tengo una larga lista de idiomas en los que puedo despedirte, el significado es el mismo, si es que todavía no lo comprendes.
—Ron, lo último que dijiste estuvo muy mal. —Lo regañó Hermione. —En serio te agradezco por tomarte la molestia de traer a Crookshanks hasta aquí, pero el reglamento impide traer invitados de fuera a nuestra residencia. Espero que lo entiendas.
El rostro del joven se volvió muy rojo, sus ojos se pasearon por todos con algo de desdén y dio media vuelta, soltando un resoplido de enojo.
Pasados los instantes de incomodidad, los jóvenes regresaron a la cocina para terminar de preparar todo y marcharse al campo de Quidditch en el que entrenaba su equipo.
Crookshanks siguió a Hermione todo el camino hasta allí, donde encontraron a Draco gritando instrucciones a Dean y Terry, y a Ginny junto a Daphne a metros de los aros, al otro lado Blaise lanzando una Quaffle tras otras a los aros que Theo protegía.
— ¡Los uniformes están aquí! —Volvió a gritar Pansy, esa vez con la varita apuntando su garganta.
Todos descendieron y luego de recibir algunas frutas o refrescos, Pansy y Tracey repartieron los uniformes.
—¿Azul? ¿Y dorado?—Jadeó Draco.
—Estoy de acuerdo con Draco. —Blaise evaluó su uniforme, deteniéndose en las letras en dorado que rezaban su apellido. —El plateado se ve mejor en nosotros. Sin embargo, no me quejo de tener un fénix en la insignia.
—Ya sé que ustedes prefieren a la incolora, fría y rígida plata, pero ese no es cualquier azul, es azul rey y no es dorado, es color oro. Par de desagradecidos.
Blaise pudo apreciar el diseño del uniforme cuando Pansy insistió en que se lo probaran, había un bolsillo interior especial para su varita, otro bolsillo para guardar sus guantes, los pantalones eran sueltos, lo mismo con la camiseta, todo era muy cómodo y no iba a restringir ninguno de sus movimientos en el aire.
Sí, Pansy había hecho un buen trabajo.
Después de probarse el uniforme, lo que casi se convierte en un desfile de modas, todos se sentaron en el césped a comer sándwiches, incluido Crookshanks.
— ¿Cuándo llegó ese gato aquí? —Farfulló Draco.
—Hoy. Y no lo mires así, suele ser vengativo. —Hermione acarició a su mascota con cariño, ignorando a quién hizo la pregunta.
En cuanto el trabajo de pociones, estuvo finalizado nuevamente con éxito. No tuvieron más razones para estar cerca el uno del otro. La bandera de paz dejó de flamear entre ellos y las cosas se enfriaron.
Para Hermione, Malfoy no era más que un idiota. Y Draco, por su parte, seguía creyendo que ella estaba allí como símbolo de un acto de caridad para salvar a los chicos que perdieron el camino al seguir a Voldemort.
—¿Creen que están listos? —Preguntó finalmente Luna, una cuestión que quedaba tácita.
Draco dudó, Ginny frunció la nariz y Blaise solo metió la mitad del sándwich en su boca.
Theo respondió con la solemnidad que les faltaba al resto del equipo.
—Estamos listos.
En realidad, no lo estaban.
Theodore no pudo detener todas las Quaffle que intentaron atravesar sus aros, los del otro equipo se dieron cuenta que su debilidad era el aro izquierdo. Las cosas no fueron fáciles para Blaise y Ginny, hicieron puntos pero no los suficientes. Daphne se paralizó a los pocos minutos de empezar el juego, volaba de un lado a otro sin algún objetivo y los otros dos cazadores, perdieron la esperanza de que al menos les hiciera un pase. Y Draco se las arregló por sí mismo para huir de las Bludgers y luego de cincuenta y seis minutos, logró atrapar la snitch gracias a una accidentada caída en picada.
Perdieron por una diferencia de cuarenta puntos. Y se quedaron sin poder participar en el campeonato.
Lo bueno fue que no hubieron burlas, pues nadie supo cómo pero de alguna manera los de Durmstrang intuían que ellos habían sido los verdaderos autores del desastre en Catelobruxo, aunque no hicieron nada para responderles.
Sin el Quidditch presente y con el ritmo de las clases acelerándose, el semestre fue llegando a su fin.
Las aguas, para entonces, ya se habían calmado. Ninguna pelea, insulto o discusión dentro de la residencia. El ambiente se hizo más colaborativo y afable. Para el tiempo de exámenes finales, no era raro ver a grupos mixtos estudiando juntos, a Blaise y Seamus jugando ajedrez en una tarde libre, o que sin ningún acuerdo de por medio, todos se reunieran en la sala de estar luego de la cena.
Sin necesidad de exponer sus heridas, varios sentían que comenzaban a sanar. Ver que otras personas que habían pasado por lo mismo que ellos, que habían vivido bajo los mismos terrores hacían lo posible para continuar su vida, se convirtió en una terapia motivacional.
Y sin pensarlo, también comenzaron a perdonar.
N/A: Y todos se preguntarán, ¿dónde está el romance? Últimamente no me gusta el insta love, así que apelo a su paciencia solo un poco más. Aunque no nieguen que ya les dejé por ahí algunos guiños. Por otro lado, amo la música, soy muy random con los ritmos que escucho así que en esta historia van a tener referencias musicales de la época como Bon Jovi, Abba, Michael Jackson, Modern Talkie, etc.
Si es que leen mi otro fic, "Trust&Love", sabrán que está por terminar, así que estoy días me enfocaré en esa historia, después me dedicaré enteramente a terminar "Decisiones Deliberadas", intentaré no desaparecer por tanto tiempo otra vez.
Espero sus reviews, hasta pronto.
