Ok. Este capítulo es largo, es el doble de lo que fueron los capítulos anteriores, quise dividirlo pero no se sentía bien. Espero les guste, ha consumido todas mis horas libres, al final resultó ser todo lo que quise escribir y más.
INIUSTITIA OMNIUM MALORUM PRINCIPIUM EST
(La injusticia es el principio de todos los males)
Luego de terminar sus clases, Ginny encontró a Luna sentada en las escaleras del porche y no hizo falta ninguna pregunta para saber por qué, así que Ginny dejó sus cosas y se sentó junto a ella.
Hablando y luego en silencio, preocupadas por sus novios. Zabini aún no era su novio, pero… se sobreentendía, ¿cierto?
—¿Cuándo comenzó esto entre Nott y tú? —preguntó porque generalmente ese era uno de los misterios más grandes entre los chicos de Hogwarts. Un día llegaron tomados de la mano y todo el mundo supo que eran novios.
Luna sonrió.
—Theo ha sido amable conmigo, todos también. Siento que tengo tantos amigos con ustedes. Y él me ayudaba a buscar Blibbering maravillosos, incluso sin saber lo que era —su voz se hizo todavía más suave de lo normal—. Sé que para las demás chicas, es más complicado admitir sus sentimientos, pero fue fácil con Theo. Cuando me besó se sintió correcto, como si hubiera esperado toda mi vida por él.
A Ginny ya no le inquietaba lo sincera que era Luna, y se sintió feliz por ella, si Nott era todo lo que ella decía, no había dudas de que era el indicado.
—Tienes razón, para el resto de nosotras es más complicado.
Notó la mirada de la rubia.
—Es lo que no entiendo, si Blaise Zabini te quiere y tú a él, ¿por qué no están juntos? —preguntó como si fuera lo más obvio, o quizás lo más absurdo.
—El problema es que Zabini ya me decepcionó una vez, y quiero asegurarme de que no lo hará nuevamente para poder aceptarlo por completo —ese era el problema. O parte de él. Porque después de Canadá estaba más segura y al mismo tiempo después de la llegada de Harry no tanto.
Era tan confuso porque sabía que ya no sentía nada por Harry pero teniéndolo allí no se sentía bien empezar a salir con Blaise.
—Las dudas no son buenas para empezar una relación —comentó Luna con aire risueño.
Ginny solo asintió y volvieron a quedarse en silencio. Más que dudas, era consideración a tantos años de amistad.
Los primeros en aparecer fueron Blaise, Hermione y Malfoy. Su amiga les sonrió y tomó la mano del rubio para llevarlo dentro.
Blaise le sonrió de manera desganada y Ginny lo guió dentro de la residencia, siguiendo a la primera pareja. Con tantas personas pasando el rato luego de la cena, lo mejor era ir a su piso, que sin Harry, Ron y Parkinson estaba desierto.
—¿Salió bien? —preguntó apoyándose en la pared al lado de su puerta.
El moreno negó con la cabeza, incapaz de sostenerle la mirada.
—El medimago dice que aún hay tiempo, pero Cissy va a morir de todas maneras.
El dolor en su voz se sintió como un golpe para Ginny.
—Ginevra mi madre no era buena, me dejaba con las nanas y los elfos, incluso contrató una nodriza, todo para ir a sus bailes y reuniones sociales, con el fin de encontrar un esposo nuevo —suspiró, todavía con la mirada en el piso—. No creo soportar perder a la que sí fue una madre para mí.
Ella le tomó el rostro lentamente. Era casi insoportable ver a alguien como Blaise así, él que era tan alegre y tantas veces le había robado una sonrisa. Ginny percibió su dolor casi como si viniera de ella, y dolió aún más el notar sus ojos brillantes a causa de las lágrimas. No dudó en abrazarlo, sin importarle la diferencia de altura o que él prácticamente se dejó caer sobre ella. No pasó mucho tiempo para que comenzara a sollozar en su hombro.
Esto era terrible y no podía ser más injusto. Ni él ni sus amigos debían perder a su madre. ¿Qué sentido tenía ganar una guerra si no ibas a poder estar con las personas que querías, las personas que trataste de salvar? ¿En serio se podía considerar como una victoria cuando seguías perdiendo todo?
Si pudiera, Ginny haría lo que fuera para que Blaise tuviera más tiempo con Narcissa Malfoy.
Cuando él pareció calmarse un poco, la joven acarició su rostro y al mirarlo fijamente, solo hubo más dolor. Tal vez no podía hacer nada para aliviarlo, y sabía que sería peor cuando Narcissa no estuviera más, sin embargo, podía darle consuelo, mientras éste fuera útil.
Besó sus lágrimas para terminar en sus labios, y Blaise acogió los suyos con aprehensión, como si fuera el aire que necesitaba en ese momento.
Le rodeó la cintura con sus fuertes brazos y se apretó contra ella. Ginny hizo lo mismo en torno a su cuello y respondió con fiereza, no dispuesta a dejarlo ir.
Si no se hubiese perdido tanto en ese beso, quizás habría notado que Harry estaba a pocos metros de distancia, al final de la escalera.
Ginny tanteó la cerradura de la puerta y los arrastró a ella y Blaise dentro.
Fuera, alguien hizo lo mismo con Harry. Él cual inconscientemente había retrocedido hasta llegar a la puerta de la habitación incorrecta.
—¿Qué car…
—Cállate Potter.
Tropezó al darse la vuelta que estaba en la habitación de Pansy Parkinson.
—Ellos… ellos… ¡maldito Zabini! —gritó con la intención de ir a enfrentarlos.
—Déjalos en paz.
Harry giró hacia ella, con una expresión incrédula.
—¿Lo sabías? ¿Los viste? ¿Todos aquí lo sabían? —comenzó a sentirse más enojado.
La muchacha solo lo miró aburrida, después de lo transcurrido en los últimos días era incapaz de sentir algo, ni siquiera molestia.
—Uno, no sé si lo sabes pero puedes aparecer en cualquier parte del campus. No quise pasar por delante de todos y estaba tan agotada como para tomar las escaleras. Dos, Blaise es mi mejor amigo, me daría cuenta si está enamorado. Tres, no todos lo saben, probablemente solo Draco, Theo y Granger. Cuatro, mis amigos están cerca de perder a la única figura materna que tienen o que les queda, no les vas a quitar lo que pueda evitar que se desmoronen. Si esa persona es Weasley para Blaise, Granger para Draco y Lovegood para Theo; no dejaré que nadie se los arrebate, menos tú. Cinco, según lo que sé, tú y Ginevra no están juntos desde hace meses, lo que hace que no tengas derecho a quejarte o reclamarle nada.
Durante su discurso, Harry aprovechó para tomar varias respiraciones y calmarse. Las decisiones apresuradas nunca llevaban a nada bueno, en su experiencia.
En su mente se seguía repitiendo la escena y no dejaba de pensar en lo que estaba pasando en la habitación de Ginny. Por un segundo empezó a creer en los argumentos de Ron, sino qué otro motivo podría haber para que las chicas como Hermione, Ginny y Luna cayeran en brazos de estúpidos sangre pura.
Al mismo tiempo, todo empezó a encajar. Que Ginny actuara de forma tan incómoda a su alrededor, su enojo cuando llegó, el comentario de Zabini ese día. Y se sintió como un estúpido.
Luego surgió otra duda, ¿desde cuándo estaba sucediendo esto? Eran casi tres años desde que Ginny había llegado allí. ¿Había estado con Zabini desde entonces?
—Ahora en qué demonios estás pensando —le espetó Pansy quedándose sin paciencia.
—¿Cómo…
—Fui criada para sobrevivir en la sociedad Sangre Pura, sé como leer a las personas —comentó como si no fuera nada—. Di lo que estás pensando.
—¿Desde hace cuánto está pasando esto entre Ginny y… y… el idiota de Zabini? —dijo entre dientes.
Pansy elevó una ceja, tomándose su tiempo para responder.
—Desde la guerra, y antes que empieces a gritar, no conoces a Blaise para llamarlo idiota, es idiota, pero no eres nadie a llamarlo así solo porque sale con tu ex novia —caminó hacia su tocador, tan casualmente como si no le hubiese lanzado un Cruciatus al corazón de Harry.
Él tuvo que sostenerse del espejo de cuerpo completo, por supuesto que alguien como Pansy Parkinson necesitaba un espejo tan grande. Probablemente sus amiguitos tenían uno igual, ellos no podían vivir sin verse nada más que perfectos.
—Desde… ¿la guerra?
—Tuvieron algo en Hogwarts antes del final de la guerra, lo que tienen ahora empezó hace poco. No te estaba engañando, Potter, respira —tomó el cepillo y lo pasó por su cabello en completa calma.
Harry absorbió sus palabras y comenzó a respirar, porque por un instante el sentimiento de traición recorrió todo su cuerpo, de pies a cabeza.
—¿Por qué me dices todo esto? —susurró sin aliento.
La chica apretó los puños y fue soltando con una lenta respiración. El elegido le estaba quitando la poca paciencia que podía manejar, y estaba segura de que no le gustaría saber qué pasaba cuando se quedaba sin paciencia.
—Deja de hacer preguntas —quizo maldecir tanto como Blaise o Draco, y respiró recordándose que era una dama—. Quiero que mis amigos no tengan más preocupaciones por hoy. Mira Potter, he tenido unas semanas difíciles, toma una poción de sueño sin sueños o algo y mañana habla con Weasley. Solo vete, quiero que este día acabe.
Se quedó paralizada al darse cuenta que estaba dejandóle saber más de lo que quería. Le dió la espalda, con toda la intención de ignorarlo.
Por su parte, Harry, estaba llegando a pensar con más prudencia. Alejandóse, de su propia mente, miró a Pansy.
—Solo una última pregunta, Parkinson, ellos tienen a sus novias para ayudarlos pero… ¿a quién tienes tú? —reflexionó casi asombrándose por el vestigio de lástima hacia la chica.
—No necesito a nadie, conmigo es suficiente. Buenas noches, Potter.
Era poco más de medianoche, y como siempre todos estaban durmiendo. Excepto ellos dos.
Hermione le dió el tiempo necesario a Draco para pensar en lo que estaba sucediendo, de todas formas su propósito era hacerle saber que estaba ahí para él. Si él quería compartir algo, ella estaría dispuesta a escuchar.
—¿Qué te dijo madre cuando se quedaron solas? —preguntó Harry después de un largo silencio.
La joven contempló su respuesta.
—Me dijo que le sorprendió que hayas tardado mucho en pedirme salir, que le alegraba que fuera yo —lo miró con una sonrisa tímida—. Antes de que comenzara a dudarlo, me dijo que en el pasado probablemente le pudo importar el estado de sangre, sin embargo ahora lo único que importaba era que seas feliz. Entiendo por qué la amas, Draco, es una madre estupenda.
—Lo sé, por eso mis amigos la adoran y la ven como una madre, y ella como sus hijos —dijo en tanto la rodeó con un brazo, acercándola—. Puede que no lo parezca en un inicio, porque los círculos Sangre Pura sacan lo peor de ti, aún así madre ha sido cariñosa, y la persona en la que más podía confiar. Sé que si hubiera dependido de ella, habría dado todo para que yo no recibiera la marca —empezó a jugar con las puntas de su cabello de manera distraída—. Después de hoy me siento tranquilo, por lo menos la vi y hablé con ella. Gracias por hablar con Potter y con Kingsley.
—No tienes que fingir que estás bien, conmigo no tienes que aparentar, Draco —le dijo en tono suave, y con los ojos tan brillantes como si le pidiera que confiara en ella—. Te quiero, y no me voy a ir aunque me lo pidas.
El rubio besó su frente luchando por contener una sonrisa.
—Testaruda como siempre —tomó su rostro para besarla, finalmente sonriendo contra sus labios—. Lo que me recuerda que… dame un segundo.
Se alejó de ella y corrió hacia las escaleras. Hermione frunció el ceño, y un segundo después, él estaba de regreso.
—Con todo lo que ha sucedido, lo olvidé —le extendió una snitch—. Te traje esto de Canadá, es la que atrapé en el juego para que sepas que estuviste en mi mente, incluso cuando estaba en otro continente.
Hermione tomó la snitch con suavidad, que al estar sobre la palma de su mano, comenzó a aletear rápidamente. Más allá de la snitch que Dumbledore le dejó a Harry, nunca había prestado tanta atención a otra, por obvias razones. No obstante, esta era la más especial. La envolvió en un puño.
—También te traje esto.
Le entregó la bolsa de regalo, y no era otra cosa más que un libro.
—Es de política del ministerio de Estados Unidos, espero que sirva para tu clase de justicia internacional —obvió comentar el hecho de que había buscado en cinco librerías porque la política no era un tema tan popular, y que tuvo que elegir solo ese aunque quiso llevarle todos los libros posibles.
La chica se apresuró a abrazarlo y tomó su rostro para capturar sus labios en un beso tierno al inicio que se convirtió en uno ávido segundos más tarde. Entreabrió sus labios y Draco comenzó a dibujar una especie de ocho con su lengua en el instante en el que ella le dio permiso.
Era un beso necesitado, y Hermione sabía por qué.
Él, su novio, ya había pasado por tanto, no merecía perder a alguien más, sobre todo a alguien tan importante.
No lo dejes solo, por favor. Sé que es un mago complicado, todos los hombres Malfoy son así. Más aún, Draco es mejor que todos ellos, mejor que su padre. No permitas que lo olvide, es todo lo que te pido, y hazlo feliz.
Repasó las palabras de Narcissa en su mente. Draco era complicado, era cierto, pese a ello, era considerado y cariñoso, que incluso con todo por lo que estaba pasando, intentaba ser un buen novio.
Miró sus ojos, que en los últimos días no era más que tormenta, eso sí, cuando estaban fijos en ella brillaban con algo más.
Hermione quería decir que todo estaría bien. Pero estaría mintiendo.
—Entonces, ¿qué hacen aquí además de estudiar? —preguntó Ron durante el desayuno al día siguiente.
—Vamos a Gamla Stan, es un pueblo cerca y puedes ir cuando quieras. También está el Quidditch, y celebramos los cumpleaños con una cena aquí o en el Japan —Ginny removió su taza—. Aunque eso no debería importarte, porque estás aquí para estudiar y mamá dice que si no mejoras, no te dejará volver a la Academia de Aurores.
—¿Por qué nadie me dijo que podía salir de este lugar?
—Porque tienes que preguntar Ron, aquí solo hay un par de legeremantes, y sé que a ninguno de ellos les interesa hurgar en tu cabeza. Pregunta, cualquiera te dirá lo que necesitas —lo regañó conteniendo un bostezo.
Se había pasado toda la noche hablando con Blaise. Compartiendo historias y tratando de hacerle sentir mejor. Hasta el amanecer, cuando él le preguntó si iba a darle otra oportunidad e iba aceptar ser su novia. Así que para evitar complicaciones, Ginny le dijo que aceptaba y pudieron dormir en paz.
—Ginny, ¿podemos hablar?
Era Harry, quien estaba en la entrada de la cocina y su expresión le indicó que él lo sabía.
Así que, Ginny lo llevó a un lugar lejos de los oídos de su hermano.
—Estoy saliendo con Blaise, Harry. No sé cómo te enteraste y antes de que comiences a hacerte ideas equivocadas, empezamos con esto una vez que tu y yo no teníamos nada —confesó directamente—. Tuvimos algo en Hogwarts, eso acabó pronto y en serio intenté que lo nuestro funcionara, Harry, lo sabes.
La reacción explosiva de la noche anterior parecía tan extraña y lejana para Harry que solo bajó la cabeza, suspirando.
—¿Por qué él, Ginny? —fue su única respuesta.
—Él conoce mis sueños y los respeta, él no me presiona y me da una opción.
—Tenía miedo de perderte Ginny, por eso quería que te quedes a mi lado, ahora sé que no era lo correcto. Perdón por dejarme llevar por mis temores y no escucharte —sonrió con tristeza, porque la otra opción era comenzar a llorar— Y por usar a tu familia. Perdón por todo.
La pelirroja se mantuvo con los brazos cruzados. Sorprendiéndose por la manera en la que Harry reaccionó a la noticia. Habría esperado más gritos y reclamos.
—Lo entiendo, Harry —puso una mano en su hombro—. Y lo lamento, quise que funcionara. Ahora…
—Él te necesita. Es bueno que Malfoy y Zabini las tengan a ti y a Hermione
Podía fingir que lo toleraba, aunque estaba lejos de aceptarlo. Solo esperaba que ninguno de ellos terminara haciéndoles daño.
—No le digas a Ron, por favor. Yo le diré, al aire libre porque sé que gritará y maldecirá —dijo con la intención de aligerar el ambiente entre ambos.
Harry asintió con otra sonrisa fingida y se marchó de la residencia. Tenía mucho que pensar, y esperaba que unas cuantas horas le ayudasen a olvidar todo respecto a Ginny. Con suerte sus sentimientos por ella ya estaban a medio camino.
Los días pasaron en relativa calma, Draco pudo ver a su madre una vez más, en esa ocasión acompañado de un auror y sin ninguno de sus amigos, ni su novia.
Las pociones seguían funcionando, y Narcissa había retomado el contacto con su hermana y ella la visitaba de forma constante, cosa que a Draco le alegraba.
Reanudó los entrenamientos, con la ayuda del equipo de Durmstrang, quienes aparecieron un día en el entrenamiento para felicitarlos por ganar y ofreciéndose a ayudarlos por el bien de Elysian.
El siguiente partido sería en Japón, con la universidad asiática, en noviembre.
Era increíble cómo el Ministerio les daba permiso para salir de Suecia y jugar Quidditch pero no para ver a un pariente moribundo. Eso sólo demostraba lo mal que estaban las cosas en Gran Bretaña, tan insensibles y tan centrados en su lucha por el poder. Tan desesperados por castigar a las personas equivocadas.
Todos en la residencia percibieron que algo no iba bien con Pansy, Blaise, Theo y Draco, pero se abstuvieron de preguntar sabiendo que cuando sea el momento ellos lo compartirían.
Ellos solo esperaban que la apelación que Pansy había presentado encuentre una solución antes de Navidad.
20 de octubre del 2000
Los primeros exámenes llegaron, convirtiendo a casi todos personas nerviosas al borde del colapso.
—¿Siempre son así? —preguntó Ron con una mueca mientras miraba a Tracey y Ernie.
La pareja estaba sentada en uno de los sofás, Tracey trataba de realizar hechizos de diagnóstico en Ernie y él solo la miraba con ojos llenos de amor.
—Ay, Ron, tú y Lavander eran peores. Y aún no has visto lo cursis que llegan a ser en ciertos días —le respondió Ginny.
—No quiero hablar contigo —le espetó a su hermana.
Ginny rodó los ojos, esto se estaba volviendo aburrido.
—Supéralo Ron, fue hace casi dos semanas. De cualquier manera, eres mi hermano mayor y no debo pedirte permiso sobre con quien salir —tomó sus libros y se unió a Neville en una de las esquinas de la barra de desayuno.
—Tú también tienes exámenes Ron, estudia de una vez y deja de molestar a Ginny.
El pelirrojo repitió el gesto de su hermana, pero esta vez dirigido hacia Hermione.
—Me da flojera ir a los laboratorios, quedan muy lejos.
—Tenemos un laboratorio en el patio trasero —dijo como si fuese algo que Ron ya debía saber.
—¿Por qué nadie me dijo eso? —gruñó.
—Porque no preguntaste, aquí nadie está en tu contra, Ronald, si pueden te ayudarán —levantó la mirada de su pergamino—. Mira, creo Daphne está por ir allí.
Ron miró hacia donde Hermione estaba señalando con su pluma.
—¿Daphne?
—Sí, Daphne Greengrass, la chica rubia, estudia Medimagia, y las chicas que estudian Medimagia son las que más utilizan el laboratorio. Además, Daphne es amable.
Ron giró nuevamente y pudo ubicar a Daphne, la había visto varias veces, en general al lado de Tracey y Padma, aunque era un poco callada y Ron aún no había hablado con ella.
—Apresúrate, Ron. Los exámenes no esperarán a que te animes a pararte y vayas a pedirle ayuda —Hermione lo miró con autoridad, y no necesitó decir nada más para que Ron tome sus cosas y se ponga de pie.
El chico llegó al otro lado de la sala de estar y carraspeó al estar a unos pasos de Daphne.
—¿Sí?
—Yo… Hermione dijo que… me podrías llevar al laboratorio —se rascó la nuca, no tan seguro de si la idea de su amiga era buena.
—Claro. Nos vemos luego, Padma.
Salieron por la puerta de la cocina que daba hacia el patio trasero.
—Sé quien eres, pero olvidé tu nombre, ¿puedes recordármelo? —le preguntó a Ron inclinando la cabeza hacia él.
Él se sorprendió por completo. Todas las chicas en casa sabían quién era. Por eso era fácil conseguir compañía luego de tomar algo en el Caldero Chorreante.
—Soy Ron Weasley.
—Ah, el amigo de Harry Potter, sí ya recordé. Soy Daphne Greengrass, estudio Medimagia —le tendió la mano con una sonrisa amable—. Ese es el laboratorio.
Señaló la pequeña construcción de madera, Ron hizo un gesto, preguntándose qué clase de laboratorio de pociones cabía allí. Se acercaron a la puerta, en la que se exhibía un letrero que le prohibía el paso a Seamus y Neville.
Daphne abrió e invitó al pelirrojo a pasar.
Y… ¡maravillosa sea la magia! Porque ese no era un destartalado cuarto de madera como lucía por fuera, era enorme. Un lugar que competía con el aula de Pociones de Snape, con varias mesas de trabajo, estantes con calderos de todos los tamaños y anaqueles llenos de ingredientes.
—En las mesas de la izquierda están nuestras pociones que tardan en prepararse, hay una dosis de poción matalobos, poción crecehuesos, reabastecedora de sangre y otras. Ten cuidado si pasas por ahí. En las mesas del centro tenemos poción calmante, sueño sin sueños, poción pimentónica y filtro de paz —lo miró para asegurarse que la estaba atendiendo—. Puedes usar todo, vasos, calderos e ingredientes, si dejas todo limpio y te comprometes a reponer los ingredientes que usaste, nosotras pagamos a un boticario para conseguirlos —lo guió hacia el estante de ingredientes para mostrarle que todo estaba perfectamente clasificado— Theo hizo un hechizo para nosotras, manejamos un inventario y cuando tomas un ingrediente, se apunta allí y se restablecerá cuando se repongan los ingredientes.
—¿Theo? ¿Cómo Theodore Nott?
—Sí, es mi amigo. ¿Algún problema?
El pelirrojo quiso encogerse sobre sí mismo, Hermione tenía razón, sus prejuicios le traerían problemas.
—Ninguno, entonces, ¿Harry y yo podemos usar este lugar?
—Por supuesto —colocó su bolso en una de las mesas del medio y fue sacando sus cosas—. ¿Qué estás estudiando?
Ron pudo distinguir el Manual del Sanador entre sus cosas y varios pergaminos escritos con cosas que él no entendía.
—Estoy en la Academia de Aurores, y como es de esperar, me estaba yendo fatal en Pociones. Así que McGonagall decidió que sería buena idea mandarnos a hacer un curso de Pociones aquí. ¡Genial, justo lo que necesitaba!
Oyó la risa de Daphne y él también sonrió, siempre era agradable hacer reír a las chicas, sobre todo a las que eran tan bonitas como ella.
—Yo llevé varios cursos de Pociones desde el inicio, si necesitas algo no dudes en preguntarme o a Padma o a Tracey —ofreció en el mismo tono amable en el que le había estado hablando desde el inicio.
—Gracias, supongo —abrió su libro en una mesa que estaba libre de calderos.
Ambos se quedaron allí por el resto de la tarde, Ron intentaba hacer Veritaserum y Daphne un lote de Poción reabastecedora de sangre, la segunda con mayor éxito que el primero.
El chico le tuvo que dar la razón a Hermione, otra vez. Daphne Greengrass era amable, y más que una chica de sociedad como Ron creyó en un inicio. Tenía una voz suave, por suerte no tanto como la de Luna, jugaba Quidditch, no le importaba ensuciarse, le ofreció su ayuda en varias ocasiones, aunque lo detuvo en el preciso momento en el que él estaba por burlarse de uno de sus amigos.
No fue de extrañar que en los siguientes días, los ojos de Ron la siguieran a donde sea que ella fuera y que pasara más horas en el laboratorio que en cualquier otro lugar.
31 de Octubre de 2000
Pansy estaba regresando de hacer compras en Gamla Stan cuando vió venir a Andrew y sus amigos. Intentó rodearlos y fracasó porque su ex novio se percató de su presencia y le cortó el paso.
—Hola linda, ¿dónde has estado? —le sonrió—. Mi cama te está extrañando.
La joven apretó los puños mientras sus amigos reían.
—Lo sé, Andrew, soy difícil de reemplazar —respondió con su clásica sonrisa pintada de esmeralda y plata—. Pero personas como yo solo cometemos errores una vez.
Trató de pasar por su derecha, entonces él tomó su brazo y la hizo retroceder.
—No te hagas a la interesante, Pansy, no te queda. Te puedo invitar un café si no quieres que se vea tan mal ir directamente a mi dormitorio —acarició su mejilla—. ¿Qué dices? Sé que me extrañas.
Pansy solo pudo pensar en las palabras del Ministro, mi mejor consejo es que no se meta en problemas.
Lo repitió varias veces en su mente para contenerse de sacar su varita y lanzarle uno de los hechizos que su padre le había enseñado.
—Aléjate de mí —dijo con toda la fuerza que pudo impregnar en su voz.
—No te hagas de rogar, tú también lo quieres.
—Debes estar más desesperado de lo que creo para optar por estos métodos pocos sutiles para llevar a alguien a la cama —Pansy lo miró con superioridad a pesar de que él estaba peligrosamente cerca de su garganta—. No es como si tuvieras grandes habilidades, así que puedo entender porque te cuesta tanto encontrar una compañera. Mi respuesta es no, no quiero.
Su suposición se hizo realidad porque tan pronto como le dio su negativa, Andrew rodeó su cuello con ambas manos. Ella trató de zafarse, uno de sus amigos sujetó sus manos y Andrew aprovechó para besarla a la fuerza.
Chocó sus bocas de forma dolorosa, Pansy tomó ventaja del momento y le mordió con el labio inferior. Él la empujó y golpeó su mejilla con ímpetu, enviándola directactamente al suelo.
Pansy sonrió al ver cómo la sangre resbalaba por la mandíbula de Andrew.
—¡Expelliarmus! —la varita del amigo de Andrew voló hacia la mano extendida de nada más y nada menos que Harry Potter—. Nunca debes atacar a una bruja por la espalda, eso es de cobardes.
Caminó hacia Pansy y le tendió la mano, la chica lo aceptó y se puso de pie. Sacudió el polvo de su falda, mirando enojada a los tipos que se habían atrevido a tocarla.
Hazlo por Draco y Narcissa. No quieres tener problemas.
Respiró para controlar el impulso de tomar su varita y maldecirlos.
—¿Qué pasó Andrew? ¿Se te pasaron las ganas de quererme en tu habitación? —se acercó a él—. Aléjate de mí, no te gustará saber las consecuencias de cruzarte en mi camino.
Recogió su bolso, que también había terminado en el suelo junto con sus compras y retomó su camino. Oyó los pasos de Potter detrás de ella, lamentándose ante la idea de darle las gracias.
—¿Por qué no te defendiste? Sé que eres capaz —le preguntó llegando a su lado.
—Para qué molestarme si tú estarás ahí para salvar el día, como siempre —respondió evitando mirarlo porque aún recordaba su última pregunta y aunque podía afirmar que la dejó pensando, la respuesta era la misma.
No necesitaba a nadie. Era más que suficiente con ella y sus amigos a su alrededor, los cuatro se cuidaban las espaldas porque no había otras personas que conocieran tanto sobre el engaño y las segundas intenciones como ellos. Ese era su mundo, habían nacido en él, habían sido criados en él y morirían en él, ninguna Guerra cambiaría lo que corría por su venas.
En ese momento más que nunca.
—No te preguntaré quién era él, porque no me interesa. Este es un día difícil para mí. Solo déjame decirte que deberías ver a un sanador, ese golpe en tu mejilla solo se hará peor.
Pansy se tocó la mejilla sintiendo un pequeño dolor. Andrew era un maldito idiota.
—Daphne se encargará —negándose a mirarlo continuó—. Gracias Potter. Y perdón por lo que dije el otro día, por lo de idiota y pobre desgraciado.
Caminó tan rápido como sus tacones le permitieron y lo dejó atrás. Ya se había avergonzado demasiado ante Potter ese día, por más que le deba otro par de disculpas.
Sin embargo, las situaciones embarazosas no terminaron allí. Porque cuando llegó a la residencia, Blaise la vió e hizo un escándalo buscando conocer al culpable del golpe en su rostro, por ende todos se terminaron enterando de lo sucedido.
La chica únicamente pudo advertir a Draco, Theo y Blaise que no usaran sus varitas porque no querían problemas.
11 de Noviembre de 2000
Draco centró todos sus pensamientos en el juego, no pasó lo mismo con Blaise y Theo.
Daphne y Ginny estaban haciendo todos los puntos, Terry y Dean estaban ocupándose del trabajo de Theo, y estaban perdiendo por una ventaja de setenta puntos.
El rubio pensó en la snitch y en lo mucho que quería convertir en una tradición regalarle a Hermione cada snitch que atrapaba. La sola idea fue casi una premonición, ya que vió un destello dorado en la parte superior de uno de los palcos.
Se apresuró a atrapar la snitch, voló hasta estar rodeado de nubes y con una maniobra, que a su novia le habría provocado un infarto, atrapó la bola de pequeñas alas para después descender.
Fue una victoria amarga, y tanto Theo como Blaise se disculparon con el equipo.
¿Quién podía culparlos? No eran oclumantes como Draco, no podían olvidar sus preocupaciones y centrarse en un juego que en ese tiempo tenía poca importancia.
Cada día que pasaba era como una cuenta atrás.
Después de regresar a Elysian, el Ministro les dió otro permiso, a todos. Fue una sorpresa encontrar a Narcissa con un semblante rejuvenecido y brillante. Lucía casi como antes, como cuando organizaba los mejores bailes que la Sociedad Sangre Pura podía ofrecer, como cuando caminaba orgullosa al lado de su esposo, como cuando Draco aún era un niño, ciego a las atrocidades de su mundo.
Pasaron la tarde en el jardín, no en la habitación deprimente en la que Narcissa solía estar confinada. Rieron e hicieron bromas, Blaise más que nadie, y se olvidaron por unas horas de las maldiciones, de los vínculos matrimoniales, de la libertad condicional y el mundo de la posguerra.
Fue tan fácil abstraerse en ese momento idílico, lo difícil fue regresar a la realidad.
Viernes 24 de Noviembre de 2000
El día fue engañosamente tranquilo desde la mañana. Los chicos de Hogwarts siguieron su día como cualquier otro, fueron a clases y almorzaron, hubo entrenamiento de Quidditch a primera hora y cenaron entre conversaciones.
No obstante, se sentía pesado. Algo parecido a una sombra, un susurro perturbador o una brisa escalofriante. Algo que nadie podía identificar pero que definitivamente estaba allí.
Entonces Hermione oyó un grito desgarrador y todo cobró sentido.
Harry sostenía a Pansy, quien tenía una carta entre las manos y las lágrimas caían por su rostro.
Ginny corrió a buscar a Blaise. Luna dejó caer el macetero que venía cargando junto a Neville para ir al lado de Theo que sostenía una carta similar a la de Pansy, y se encontraba casi escondido en la cocina.
Hermione miró desesperadamente a Pansy, pero ella sollozaba de rodillas contra el pecho de Harry. Por ello tomó aliento, pensando en la última vez que había visto a Draco unos minutos atrás. Luego se dirigió al patio, buscó a su novio y la única señal de que él había estado allí fue el cigarrillo aún prendido que estaba en el suelo y el sobre de la misma carta que los demás recibieron.
Quiso llorar, por Narcissa, por Draco y por el miedo que la estaba consumiendo en ese instante. No quiso pensar en lo peor, no quiso pensar en lo que podía pasar si Draco se hubiera ido a Wiltshire. Debía ser fuerte, lloraría después.
Volvió dentro y buscó en la habitación del rubio, en el balcón, en todos los rincones de la residencia, incluso en la habitación de Pansy, Blaise y Theo.
Nada.
Se aventuró a buscar entre los árboles detrás de la residencia y no lo encontró.
Realizó una búsqueda exhaustiva por todo el campus hasta que los pies le empezaron a doler y la garganta le dolía por gritar su nombre, al no encontrarlo sus temores se incrementaron.
Mientras tanto, en la residencia todo era un caos.
Ginny estaba con Blaise en su habitación. A diferencia de la última vez, él no lloraba, simplemente apretaba la carta con fuerza y sus ojos estaban vacíos y cansados. Ella hizo círculos en su espalda, y acarició su rostro buscando alguna reacción.
Por otro lado, Harry llevaba a Pansy a su habitación porque ella acababa de desmayarse tras llorar por dos horas seguidas. La entendía, el shock de perder a alguien tan cercano podía derribar incluso a la persona más fuerte.
Ron apareció junto a Daphne en la puerta, la chica de cabello rubio fue tan veloz que en un parpadeo estaba inclinada sobre su amiga tratando de reanimarla.
—¿Hermione no regresa? —le preguntó Harry a Ron.
—No, Hannah, Neville y Michael salieron a buscarla —dijo sonando preocupado—. Ha estado fuera por mucho tiempo, ¿a dónde crees que Malfoy se fue?
—No lo sé. Tal vez dónde su madre ¿Ginny?
—Está con su novio en algún lugar, igual que Luna. ¿Cómo terminaste cuidando a Parkinson? —preguntó, mirando con cuidado a Daphne.
—Estaba sentado cerca de la ventana cuando le llegó la carta y la sostuve antes de que se desvaneciera.
—¿Pans? —susurró Daphne, agitó su varita y la punta se iluminó como si hubiese lanzado un lumos—. Pans, sigue la luz de mi varita con los ojos. ¿Puedes oírme?
—¡Harry, Hermione está aquí! —gritó alguien desde el primer piso.
Harry miró a Pansy, estaba asintiendo las preguntas de Daphne, por lo menos no había vuelto a llorar. Le resultaba desconcertante verla llorar y en parte le incomodaba, Pansy Parkinson no era el tipo de chica que lloraba, ella primero haría una rabieta, diría palabras crueles y seguiría su camino con todo su orgullo.
Se aseguró que Daphne no la dejara, y fue a ver a Hermione.
Entre la sala y la cocina, los demás se movían, todos ya al tanto de la situación. Tracey y Padma se habían ido a embotellar algunas dosis de Poción Calmante y Sueño sin Sueños. Susan preparaba té y café para todos.
Parvati, Hannah y Neville llevaban a Hermione hacia él sofá aunque ella saltó de su lugar cuando vió a Harry.
—Harry, acompáñame a buscar a Draco, por favor. Él no puede salir de aquí —dijo con la voz ronca.
—¿Por qué? ¿Qué pasa si Malfoy deja este lugar? —inquirió, dirigiéndola al sofá nuevamente.
—Tal vez los aurores lo arresten o termine en Azkaban, no puede salir de Suecia, si él… tengo que encontrarlo.
—Hermione, sabemos que quieres ayudarlo pero no eres útil si estás tan alterada —hizo el intento de tranquilizarla.
—Michael sigue buscando a Malfoy.
Terry le tendió una taza de té, y Hermione lo sostuvo con manos temblorosas.
—Dijeron que Pansy se desmayó, ¿está bien? —tomó un sorbo del té—. ¿Theo y Blaise?
—Tranquila, Parkinson está con Daphne en su habitación, yo regresaré a ver cómo sigue, no te preocupes —le dijo Harry—. Luna está con Theodore y Ginny está con Zabini. Y tú irás a dormir.
—No, tengo que ir a buscarlo.
Ron la detuvo y la miró con seriedad.
—Mione, entre los sangre pura es una tradición que los hijos mayores organicen el funeral, si Malfoy no está aquí y con sus amigos tan devastados, tú te tienes que encargar. Lo quieres, ¿cierto?. Entonces toma una maldita siesta para que lo ayudes mañana —le quitó la taza de las manos—. Le diré a Padma que le eche un par, Mione, solo un par de gotas de Poción Calmante.
Hermione asintió ante el repentino cambio de actitud de Ron. Él estaba en lo cierto, si Draco no aparecía al día siguiente, y si Pansy, Theo y Blaise seguían en shock, ella tendría que ayudarlos con los preparativos del funeral de Narcissa. No sabía por dónde empezar, sin embargo el vago recuerdo del funeral de Dumbledore podría ser útil.
Su amigo pelirrojo la miró de cerca mientras bebía el resto del té, ya frío.
—Neville te llevará a tu habitación, Harry se quedará a ver a Parkinson y yo iré a buscar a Malfoy —prácticamente le ordenó.
—Encuéntralo, Ron, por favor. Mañana pueden volver a odiarse si quieren —se puso de pie y aceptó la mano que Neville le ofrecía.
Al llegar a su habitación, se recostó en la cama con la ropa puesta y se quedó dormida.
Harry se paró en la puerta de la habitación de Pansy. Ella sostenía una taza similar a la que Terry le había dado a Hermione, se apoyaba en la cabecera de su cama con las rodillas contra el pecho y la mirada perdida.
Daphne, quien estaba sentada a los pies de la cama, se limpió una lágrima de la mejilla.
—También deberías conseguir una taza de té —dijo susurrando, que en la silenciosa habitación se escuchó como un grito—. No quiero ser grosero pero mientras más personas tranquilas tengamos, podremos ayudarlos mejor.
La rubia asintió y se levantó.
—Volveré rápido —dijo mirando a Pansy de reojo.
—No te preocupes, me quedaré con ella, se lo prometí a Hermione.
—Asegúrate de que hable de vez en cuando, en su estado no es bueno abstraerse. Llámame si me necesitas —dijo y se fue, cerrando la puerta.
Harry volvió a prestarle atención a la chica, suspirando se sentó a un lado de la cama.
—Parkinson —la llamó—. Parkinson, dime algo.
Aguardó por su respuesta y tras un largo minuto, ella por fin reconoció su presencia.
—No quiero pelear Potter, déjame sola.
Su expresión era tan plana que a Harry le recordó a un infieri. Sí, una fea comparación para una chica como ella, aún así parecía no sentir nada, casi inhumana.
—No estoy aquí para pelear, quiero ayudar —le respondió.
—Potter, tuve una familia horrible. Narcissa y los chicos son mi verdadera familia y… y… ahora —tomó una respiración temblorosa—... ella… ella no está. ¿Sabes cómo me siento?
El muchacho sonrió.
—Es una sensación familiar. Crecí con mis tíos, ellos también eran horribles personas —se sorprendió al notar que Pansy le prestaba atención, y siguió—. Entonces conocí a mis amigos, luego me enteré que tenía un padrino. Sirius me dijo que cuando él fuera libre, viviríamos juntos. Lo soñé, fue tan real por un tiempo que casi pude tocar ese sueño. Él murió antes de que pudieran limpiar su nombre, antes de que recuperara su libertad.
Pansy lo miraba con el rostro apoyado en las rodillas.
—¿Cómo… pudiste… —cerró los ojos—. ¿Fue fácil superarlo?
—Para nada. Todavía pienso en mis padres, en Sirius, en Lupin y en Dumbledore. Hay días difíciles, a veces me da miedo darme cuenta que estoy olvidando cómo eran o cómo era su voz —hizo acopio a su valentía y tocó su mano—. Entonces recuerdo que somos magos y puedo usar un pensadero. No pasa lo mismo con mis padres porque solo era un bebé pero muchas personas me contaron sobre ellos y puedo recordarlos —apretó su mano, cuando ella no hizo ningun movimiento para alejarse de su toque—. No pienses que ella se fue, Pansy. Quienes nos aman, jamás nos dejan y que siempre puedes encontrarlos en tu corazón.
En ese momento los hombros de Pansy se sacudieron. Al abrazarla, se aferró a Harry y cuando empezó a llorar, no pudo parar.
Hermione sintió un movimiento extraño detrás de ella, fue suficiente percibir el aroma de la persona que acababa de acercarse para descubrir de quién se trataba.
Giró sobre la cama y encontró a Draco junto a ella.
En medio de la oscuridad, él la rodeó con sus brazos con fuerza, quitándole el aire al instante, Hermione respondió a su abrazo y Draco comenzó a sollozar sobre su hombro. Fue desgarrador y ella convirtió su amor en palabras para intentar consolarlo, reteniendo sus propias lágrimas. Él se desmoronaba junto a ella, se veía tan vulnerable que su sufrimiento caló sus huesos.
Lo sostuvo hasta que la luz atravesó su ventana y él finalmente se quedó dormido. Incluso entonces, no lo soltó.
—Gracias por hacer que regrese, Ron —Hermione le tocó el hombro y le sonrió.
—No hice nada, Herms, él ya estaba en camino cuando lo encontré —le dió un mordisco a su sándwich—. Parecía tan perdido.
La chica estaba por responder cuando alguien tocó la puerta.
Era un auror, no el que usualmente acompañaba a los chicos cuando viajaban para jugar Quidditch, este era más joven y parecía ser más arrogante.
—Busco a Draco Malfoy.
—Es mi novio —respondió Hermione.
—En todo caso… —le extendió un gran sobre—. Narcissa Malfoy ha fallecido y de acuerdo a la ley, tiene autorización para acudir al funeral. El Wizengamot le ofrecerá permiso de dos días para permanecer en Gran Bretaña, mientras se realizan los preparativos. El Wizengamot reconoce la contribución de la Sra. Malfoy al fin de la guerra y le brinda este tipo de consideración.
Consideración. Esa maldita palabra fue la que hizo que Hermione estallara.
—¡¿Consideración?! Su madre ha muerto y ustedes creen que es un regalo dejarlo ir al funeral. ¡¿Qué les pasa?! Él no es ningún tipo de criminal para que actúen así. Están locos, desquiciados. ¡Maldita sea! ¿Y por qué ahora? ¿Por qué cuando ella ha muerto? ¡¿Por qué?! Te puedes meter tus asquerosas consideraciones y tu estúpido Wizengamot donde te quepa mejor, imbécil. Además…
—Hermione.
—Hermione.
De pronto notó como Ron y Ernie la estaban reteniendo, no sabía en qué momento se había acercado tanto al auror y había empezado a golpearlo. Su túnica estaba rasgada, su cabello que había sido pulcro unos minutos antes estaba totalmente desordenado, y él estaba casi encogido de miedo.
Se zafó de los brazos de sus amigos y dio un paso más cerca al tipo, que empezó temblar.
—Quiero hablar con el Jefe Supremo, ¡qué mierda!, quiero hablar con el Ministro —amenazó, mostrándose feroz.
—No… no puedes —respondió el tembloroso hombre.
Hermione compuso un mohín ofendido. Ron, siendo tan resuelto como en las últimas horas, retrocedió.
—¿No puedo? —apretó los puños—. ¿Sabes quién soy? ¡Soy Hermione Jean Granger, poseo una Orden de Merlín - Primera Clase! Enfrenté mortífagos a los dieciséis años, luché y luché en la guerra a los dieciocho —odiaba presumir, sobrevivir cuando tantos murieron no era algo de lo qué enorgullecerse, pero si debía jugar esa carta a su favor, lo haría—. Ahora, quiero hablar con el Ministro de Magia.
Fue un funeral hermoso, porque Narcissa se había hecho cargo de todo, dejándole a Draco la única responsabilidad de firmar el papeleo.
Cuando el Ministro llegó a Elysian, prometió dejar que Draco, Pansy, Theo y Blaise vayan a Malfoy Manor. No tenía previsto que todos los chicos de Hogwarts empezaran a gritar y exigir que ellos también debían ir. Draco era un amigo y no se deja a un amigo cuando este más te necesita.
Shacklebolt suspiró y los llevaron a todos. Su única respuesta fue "Minerva tenía razón".
Así que en un día soleado de noviembre, un grupo considerable de jóvenes, liderados por sus cuatro hijos, despidió a Narcissa Malfoy.
Shacklebolt estuvo a cargo de dirigir la ceremonia, si bien no fue cercano a Narcissa, reconoció su ingenio y determinación.
Cuando el ocaso arribó, solo quedaron cinco personas en Malfoy Manor. Hermione se había quedado sin argumentos y no quiso poner aún más a prueba la paciencia de Kingsley, por ende regresó a Suecia con todos los demás.
—Esto será corto. Lectura del testamento de Narcissa Black, viuda de Malfoy —inició Kingsley—. A Draco Lucius Malfoy se le legan todas las propiedades y bóvedas Malfoy por ser su derecho de nacimiento, mi parte de la herencia Black dada por mis padres Cygnus y Druella Black, las propiedades y bóvedas Lestrange brindadas por Bellatrix y Rodolphus Lestrange — el Ministro levantó la vista hacia a Draco—. Al no tener herederos, ni Rodolphus ni Rabastan, la herencia pasó a manos de tu madre. Después de sus respectivos juicios, se revisaron las bóvedas y cualquier cosa a nombre de los Lestrange, lo mismo con los Malfoy. Se incautaron todos los artefactos oscuros. No obstante, al estar en libertad condicional, no tienes acceso a ninguna bóveda o propiedad.
Draco asintió, no necesitaba dinero, específicamente ese dinero. Los Malfoy aún tenían bóvedas en la Polinesia Francesa, Países Bajos, Suiza y Luxemburgo.
Kingsley se pasó una mano por la frente en actitud cansada antes de continuar.
—A Pansy Parkinson se le legan todas las joyas de mi habitación, sabiendo que las apreciará más que nadie. A Theo Nott, le heredo la casa de vacaciones en Praga, un regalo de bodas por parte de mi difunto esposo. Y Blaise Zabini le dejó un crédito ilimitado en Sortilegios Weasley y en Zonko, será de valor para él incluso más que una bóveda o una propiedad.
Blaise rió. Narcissa siempre estaba en lo cierto, él tenía dinero, podía comprar lo que quisiera pero que ella haya considerado algo así para él era mucho más significativo
Kingsley dobló el pergamino
—Asimismo les dejó una carta a cada uno —le dió un sobre a Pansy, a Blaise, a Theo y por último a Draco—. Eso es todo, mañana pueden regresar a Suecia. Nuevamente, mis más sentidas condolencias, buenas noches.
Poco tiempo después cada uno se fue por su lado, buscando privacidad.
Pansy, eres todo lo que soñé en una hija.
Eres hermosa, fuerte, audaz, leal y feroz, agradezco que Draco te tenga como amiga, es más, como hermana.
Sé que serás grande, que sea lo que sea que hagas, serás la mejor. Lamento no estar allí para verlo.
No permitas que nadie te juzgue por las acciones a las que te viste obligada a hacer. Cómo último consejo, abre tu corazón, permítete amar y ser amada, está bien, linda. Te lo mereces y él hombre que logre entrar en tu corazón será muy afortunado.
Uh, casi lo olvido. Sabrás que mi armario y mi joyero son todo tuyos, sin embargo encontrarás un anillo, te darás cuenta fácilmente cuál es. Cuando Draco encuentre a la bruja indicada, creo que ya lo hizo, le darás ese anillo para que le pida matrimonio. Fue diseñado por mí, no quería darle algo que pasó por las manos de Lucius, este es mi último regalo para Draco.
Te quiero muchísimo, mi niña.
Blaise, nunca dejes de sonreír. Tu sonrisa es uno de los más grandes regalos que me ha dado la vida, no sabes cómo una de tus hermosas sonrisas puede cambiar el día y la vida de alguien.
Tu sonrisa es un tesoro, lo fue para mí, querido.
Siempre estarás en mi corazón, cielo. Perdón por dejarte, hice lo que pude. Sin embargo, cuando me necesites estaré allí, quien te ama estará allí.
Cuida a Draco y tienes mi permiso para regañarlo cuando actúa como un tonto. Por último, no dejes que mi partida los detengan. Lo que más quiero y lo que estaré pensando en mis últimos minutos será su felicidad. Sigan adelante, cumplan sus sueños y sigan juntos.
Gracias por todo, querido.
Theodore.
Theo, mi chico tranquilo. Cuando necesité alegría tenía a Blaise y cuando quise calma, te tuve a ti.
En estos últimos días pensé en cómo sería mi vida sin ustedes cuatro. Son los mejores amigos que Draco pudo tener, y los mejores hijos que la vida me dio, no importa si son prestados, en mi mente y mi corazón fueron míos.
Siempre he pensado que representas que no todo en nuestro mundo está perdido, que puedes ser una mago noble, desinteresado, tenaz y bondadoso, aún cuando las personas a tu alrededor quieren arrebatarte todo lo bueno que tienes, sabes que me refiero a tu padre. Creciste contra todo pronóstico, y me alegraba que nuestro hogar sea una salvación para tu sufrimiento.
Eres capaz de transformar la adversidad en una oportunidad, por ello te dejé la casa que un día me dió Lucius. No quería nada suyo, y en lugar de desperdiciarlo, decidí que lo tuvieras porque convertirás ese en un lugar lleno de maravillosos recuerdos.
Cuida a Blaise, cuídense todos, y se feliz.
Te quiero, Theo.
Draco, mi niño.
Te estarás preguntando por qué eres el último al que le entregaron su carta. Es porque fue la más difícil de escribir.
¿Cómo te despides de tu hijo?
Me quedé noches enteras pensando en lo que debería decirte. Cuando era joven y pensaba en el futuro, siempre soñé con tener un hijo como tú. Desde que naciste te convertiste en mi mundo, me hiciste más fuerte y valiente. Haría cualquier cosa para protegerte, y aunque hubieron momentos en los que fallé, hiciste un buen trabajo por tí mismo. Como tu madre, me siento orgullosa de ti y de todo lo que estás logrando y lograrás. Has aprendido tantas cosas, como a pelear por lo que quieres.
Eres un mago talentoso y un hombre maravilloso, Draco, y lo lograste por tu cuenta.
Por más cruel que sea la vida y se presenten muchos obstáculos, tú, mi niño, tienes la determinación y la habilidad para atravesar todo eso.
Prométeme seguir peleando por alcanzar tus sueños, prométeme que tendrás una vida alegre y plena; no dejes que mi partida te detenga, es solo un paso más en la vida. Recuerda que nunca te abandonaré, tal vez físicamente por ahora, en espíritu no, y cuando sientas derrumbarte, yo estaré allí para ti, en cada paso y en cada aliento.
Te amo más allá de lo que las palabras podrían expresar. Fuiste la mejor bendición, lo mejor que Lucius me pudo dejar.
Te amo, Draco. Y perdón por no lograr quedarme un poco más, hice mi mejor esfuerzo.
Te amo, dragón.
Diciembre de 2000
Una mañana le llegó una carta a Pansy con la confirmación de que el Wizengamot había aprobado la apelación. Eran libres de salir de Suecia en vacaciones y emergencias, tenían uso libre de sus varitas, Draco quedaba absuelto de la libertad condicional, tenían acceso a sus bóvedas y propiedades. Si tenían conductas sospechosas, si se vinculaban con mórtifagos prófugos, si se atrevían a usar magia oscura, Azkaban los estaría esperando.
No obstante, ¿qué sentido tenía todo eso cuando el motivo para buscar su libertad había muerto? ¿Qué sentido tenía querer regresar a casa cuando no había nadie esperando por ellos? Ninguno. No habría razón para querer ser libres si no podían estar con Narcissa, no podrían celebrar Navidad con ella, no podrían verla o abrazarla o volver a oír su voz.
Si tan solo esa carta no hubiera llegado tan tarde.
N/A: Este capítulo fue duro de escribir. Quienes me siguen en IG, ¿recuerda cuando puse una canción para aligerar mi mente? Era porque estaba escribiendo la peor parte. Como les dije en un inicio, dejé de lado varias cosas para poder escribir porque la inspiración llegaba y llegaba y yo mis dedos se negaban a dejar el teclado. He estado diciendo que aquí no hay enemigos pero no saben cuánto odio al Wizengamot en estos momentos. Gracias por los reviews, estamos cerca de llegar a los 50. Ahora sí debo ir a centrarme en la tesis, tal vez tarde un poco en traerles el siguiente capítulo pero no voy a desaparecer por tres meses, lo prometo.
Besos y klenex por si los necesitan.
