HOLAAAAAA. No saben como me emociona que lean este capítulo, he estado trabajando en él las últimas 72 horas. Espero que lo disfruten.
FORSAN MISEROS MELIORA SEQUENTUR
(Para aquellos en la miseria, quizás ocurrirán mejores cosas)
La ira y la desolación se habían vuelto familiares para Draco. Todo a su alrededor se derrumbaba y a él no podía importarle menos.
Su habitación estaba casi a oscuras, con un pequeño rayo de sol entrenando por las cortinas, pero era difícil de vislumbrar entre todo el humo que llenaba todo el lugar. En su mesa de noche había varias pociones a medio tomar o vacías, junto con otro tanto de botellas de whiskey y ron.
Algo que también le resultaba familiar era el adormecimiento, porque si adormecía su cuerpo y su mente con la cantidad perfecta de alcohol y pociones, no podía sentir y si no sentía, nada podía doler.
Sin embargo, en momentos como ese donde el efecto de ambas sustancias se acababa, todo comenzaba a doler nuevamente. Ya no lloraba, tal vez había desgastado esa parte de él, hacía un par de días que las lágrimas se secaron. Así que, solo miraba el techo sujetándose el pecho y tratando de detener los espasmos que recorrían su cuerpo debido a la aflicción.
No quería estar así, quería obedecer los deseos de su madre e intentar seguir con su vida, no quería hacerle esto a sus amigos y su novia, pero no podía. Se sentía incapaz, no tenía energía, la oclumancia no funcionaba haciendo que su mente fuera tan desordenada y tan nublada como su habitación. Por ende, simplemente se quedó allí, esperando que la angustia se detuviera aunque sea un poco para pararse e ir a buscar otra botella y volver a adormecerse.
Peleó contra sus débiles extremidades y tras cuatro intentos se pudo poner de pie, se tambaleó hacia su guardarropa, donde encontró otro paquete de cigarrillos y un par de botellas de Ogden, tambaleándose revisó las protecciones que había colocado en su puerta, descubriendo que quien sea que quisiera entrar estaba deshaciendo sus hechizos y gruñendo lanzó nuevas protecciones, conteniéndose de colocar alguna maldición. Luego se quedó dormido, o lo que ahora podía contar como sueño.
—Maldita sea, ¿no que Granger había roto algunas protecciones antes de irse? —maldijo Pansy.
—Lo hizo, solo que el idiota debe haber lanzado más hechizos —Blaise se encogió de hombros, cerca del colapso—. ¿A dónde se fue, de todas formas? Se supone que era su turno de vigilar a Draco.
Pansy se detuvo frente a la puerta y la pateó con furia. Draco estaba siendo un necio, egoísta, imbécil, desconsiderado. Ella estaba haciendo un gran esfuerzo para contener la tonelada de emociones, todas negativas, hacia su amigo, por lo menos hasta que él vuelva a emerger de su cueva.
—Está procurando evitar que expulsen al idiota por no ir a clases —se cubrió el rostro con las manos para sofocar un grito de frustración—. Theo lo cuidó anoche, así que te toca. Yo iré a clases, Weasley te traerá el almuerzo. Solo… Blaise, no te muevas de la puerta.
Miró fijamente al moreno esperando que él comprendiera sus palabras.
Draco había estado encerrado por más de quince días y la única vez que había salido desde entonces fue cuando Blaise estaba en los servicios. Pansy le dió instrucciones a la chica Weasley para que se asegure de que alguien se quedé vigilando la puerta en todo momento.
Se limpió un par de lágrimas de la comisura de sus ojos, y pasó las manos por su cabello intentando lucir lo más perfecta posible.
Toda la situación los estaba sobrepasando a todos, los primeros días Pansy se contuvo de llorar porque tenía que ser fuerte por Draco, por Blaise y por Theo. No era lo más saludable, ella también estaba sufriendo y sabía que esconderlo todo debajo de la superficie no era la mejor manera de enfrentar un proceso de duelo, no obstante era lo que debía hacer, lo que Narcissa confiaba que hiciera. Así que se mantuvo lo más imperturbable que podía, siendo determinada y tratando de tener la mente clara, ya habría tiempo para llorar.
Hasta que llegó la maldita carta convirtiendo la tristeza y apatía en absoluta ira.
Eran libres nuevamente, qué estupidez.
Como si eso solucionara todo, como si los últimos tres años no hubieran sucedido, como si no hubieran sido despojados de sus casas y sus derechos, como si no hubieran sido prácticamente exiliados de Gran Bretaña.
Sin embargo, contra toda adversidad aún quedaba una razón para regresar a casa; patearle el trasero al Ministerio y al Wizengamot.
Un par de noches atrás, milagrosamente, estuvo de acuerdo en algo con Granger. Ambas tenían el propósito de destruir la pantomima de justicia que esos idiotas creían ejercer luego de la guerra en su tonto juego de poder. Pansy sabía que esa sería una de las mejores maneras de honrar la memoria de Narcissa, solo tenía que ser fuerte por sus amigos, recordar quienes eran y regresar a Londres con la cabeza en alto.
Ojalá fuera tan fácil como su mente le hacía creer.
Hermione se rodeó de libros de urbanismo, diseño estructural y aritmancia. Agradeció que Draco hubiese empezado a usar útiles de escritorio muggles porque un bolígrafo le facilitaba todo el trabajo en comparación con una pluma.
—¿No habías terminado con tus deberes? —le preguntó Ron sentándose a su lado en la mesa del comedor y tomando un pan de la cesta de en medio—. Dijiste hace dos días que solo te quedaban los exámenes antes de las vacaciones de Navidad, sinceramente Mione, ¿estás haciendo tus deberes del próximo año o qué?
La chica levantó la vista y cuando quiso enfocar a sus amigos su vista se llenó de puntos blancos. Parpadeó varias veces hasta que finalmente pudo ver a Ron con su cabello desordenado y el rostro sonrojado y a Harry quien estaba frente a ella mirándola con atención.
—No es mi tarea, es la de Draco —dijo en tono cansado—. Su maestro de Diseño estructural me dijo que recuperaría su calificación de la semana pasada si hacía un ensayo. Solo le dije que estaba enfermo y que en dos días le entregaría el ensayo. Es más pesado de lo que creí, combina la estabilidad, la resistencia y la rigidez de las estructuras con la aritmancia. Da igual, parecen haber sido atacados por centauros, ¿dónde estaban?
Harry se quitó los anteojos y los limpió con su sueter.
—Estábamos en el laboratorio, Ron me estába enseñando a preparar Veritaserum —señaló su cabello—. No salió bien, como puedes ver.
—¡Es que echaste los ojos de escarabajo demasiado rápido! Daphne dijo que había que echarlos de uno en uno, ¡pero no, tú los tiraste como si te estuviera persiguiendo una banshee! —respondió Ron entre indignado y sarcástico.
Hermione sacudió la cabeza, intentando despejarse.
—Esperen, ¿Ron te estaba enseñando? ¿Y Ron estás estudiando con Daphne? —miró al pelirrojo de manera perspicaz, las puntas de sus orejas se estaban poniéndo rojas. Interesante.
—Sí, ella… me está ayudando y… estábamos practicando…
—¿Practicando? —preguntó en voz baja, sonriendo socarronamente.
—¡A hacer pociones! —gritó sonrojándose con intensidad—. ¡Por Godric, Hermione, de los tres tú eres la única que seguirá vinculándose con un mortífago! Hay una línea, no pienso arriesgar mi honor cruzándola.
La joven retrocedió como si la hubieran golpeado.
—¿Qué quieres decir Ronald? —inquirió enojada, comenzando a recoger sus cosas—. ¿Que no tengo honor o ya no soy digna por estar enamorada de Draco? Sí, estoy enamorada de él, no me avergüenza y como uno de mis mejores amigos lo único que te pedí es respetar mi decisión, por lo visto no eres capaz.
Abrazó los libros con fuerza contra su pecho y se fue al segundo nivel. Sonrió ligeramente al ver a Theo resguardando la puerta de Draco y se deslizó en el piso junto a él.
—Theo, ¿tuviste algo de éxito con la puerta? —preguntó, acomodando los libros y el papel en el suelo para continuar trabajando.
—Blaise y yo lo intentamos antes de que él se fuera a hablar con Daphne y Pansy, pero hace veinte minutos sentí que él restableció las protecciones —dejó caer su cabeza hacia atrás, apoyándose en la pared junto a la puerta.
Hermione buscó en su bolso y extrajo un pergamino.
—¿Hace veinte minutos? —cuestionó mientras escribía apresuradamente, Theo asintió dejándose ver interesado—. Estoy tratando de seguir un patrón. Draco sabe mucho sobre encantamientos, tal vez está usando un hechizo que deja de ser eficaz cada cierto tiempo y vuelve a colocarlos, sin embargo hasta ahora la serie es muy desordenada —sonrió con tristeza regresando a los libros de Wizartecture, como a Draco le gustaba llamarlos.
—¿Aún tienes deberes? Creí que todos los maestros acordaron dejarnos en paz para poder estudiar para los exámenes —comentó Theo con voz suave.
—No, es la tarea de Draco. Estoy justificando su ausencia en todas sus clases, aunque en Diseño Estructural él debía presentar un trabajo la semana pasada, el maestro dijo que si presenta un ensayo en dos días, reemplazará esa calificación. Así que, aquí estoy, haciendo los deberes de mi novio.
Theo asintió mirando los libros. Él también lucía cansado, como Blaise y Pansy.
Hermione no dejaba de pensar en lo injusto de todo. No pudieron acompañar a Narcissa en sus últimos momentos por culpa de la intransigencia de la justicia, y en ese momento tampoco podían atravesar por el dolor de la pérdida de alguien tan importante para ellos de manera adecuada, por culpa de Draco. A veces se sentía enojada con él por ser egoísta, pero también le dolía el corazón no poder hacer nada más que sentarse frente a su puerta para poder ayudarlo.
Todos en la residencia sabían, quizás más que nadie, que el duelo tenía distintas formas. Una sonrisa, una lágrima, compartir recuerdos o atesorarlos, gritos de ira y pedir ayuda sea en voz alta o en silencio, esconderse o buscar consuelo. Por ende, si Draco sentía que resguardarse en su habitación por semanas era la mejor manera de sobrellevar el dolor, ella no tenía nada que reprocharle. Lo único que buscaba era hacerle saber que estaba allí para él, que ayudaría a sus amigos, que haría cualquier cosa por compartir su dolor.
Hermione quería tanto a Draco que la dejaba sin aliento, aún si significaba sentarse en el suelo por horas hasta que él finalmente la dejara entrar.
—Creí que éramos amigos, Blaise —estalló Daphne—. Igual tú Pansy, y ni hablar de Theo y Draco. Pensé que éramos amigos, y lo entiendo, entiendo que hayan perdido a alguien tan importante para ustedes, entiendo que ustedes sean más cercanos. Pero pude haber estado para ustedes, no tenían por qué ocultarme todo lo que estaba pasando. ¿Y esperas que vea cómo Draco se hunde?
Blaise salió de su estupor y extendió la mano para detenerla.
—Solo queríamos protegerte.
—¡No intentes protegerme! ¡No soy una niña! Sí, tú tienes a tu novia, y Pansy a una horda de chicos a su disposición para buscar consuelo, aún así no parecen estar lidiando con esto de la mejor manera. ¿Saben cuán herida estaría Narcissa al verlos así? ¿Creen que esta es la mejor manera de honrar su memoria?
El mago intentó acercarse una vez más.
—Daphne cálmate —siseó Pansy.
—¡No me toques y nada de "Daphne cálmate"! ¡Estoy cansada de su comportamiento!
—¡Y qué piensas hacer! —espetó Pansy también enojada—. Lo hemos intentado todo, Narcissa no va a regresar y Draco no piensa salir de su habitación. No hay nada que puedas hacer.
Daphne igualó su enojo. Ella podía ser tranquila, pero no se iba a quedar de brazos cruzados cuando sus amigos de toda la vida pasaban por un momento difícil.
—Puedo ayudarlos, no tienen que hacer todo por su cuenta. ¿Quién está cuidando su puerta? —le lanzó una mirada a Blaise.
—Ahora le toca a Theo —dijo en voz baja.
—Bien, estoy libre. Que él te acompañe a dirigir el entrenamiento, yo lo reemplazaré —dijo con firmeza—. Espero que así no se olviden de tomarme en cuenta, Draco y ustedes son mis amigos.
Quitó el hechizo de silenciamiento y salió de la habitación de Pansy. Bajó al segundo nivel, en la puerta de Draco, Granger estaba escribiendo algo en papel Muggle y Theo leía un libro, ambos sentados en el suelo.
Cuando hubo cambiado lugares con Theo, Granger sonrió brevemente, antes de abrir y cerrar la boca varias con aire incómodo, como si quisiera decirle algo sin estar del todo segura, terminó sonriendo otra vez.
—Una pregunta, Daphne, ¿cómo lograste que Ronald se concentrara tanto como para aprender una poción? —se inclinó hacia ella—. Debiste hacer algo especial porque he intentado hacer que se concentre durante seis años y no tuve éxito.
La incomodidad se esfumó rápidamente cuando Daphne comenzó a reír.
—Siendo honesta, hizo explotar tres calderos antes de conseguirlo.
Sábado 18 de Diciembre de 2000
—Draco, no sé si puedas escucharme, quizá esté hablando sola… —oyó que tomaba aliento.
Era uno de esos raros momentos de lucidez y vacío. No estaba bajo el efecto de las pociones ni había bebido en las últimas horas, si bien no sentía nada y era como un cascarón vacío, estaba más consciente de su entorno.
Estaba recostado en su cama, con la habitación oscura porque probablemente ya era de noche.
—Hoy leí delante de la clase un capítulo entero en francés del libro de Leyes y Políticas que me regalaste, la maestra me felicitó, dice que he mejorado, y todo es gracias a ti.
Él conocía esa voz, era familiar, llenaba parte del agujero en su pecho.
—Quisiera que hubieras estado allí para oír cómo mejoré, en serio muchas gracias. Puede que no signifique nada, aunque para mí es un gran logro considerando que a inicio del semestre no podía leer más de un párrafo —ella rió.
Draco podía verla riendo en su mente. Ella tenía una risa hermosa, casi como una melodía.
—Cuando te sientas mejor y decidas salir, sería agradable que me expliques más sobre el Diseño Estructural y Aritmancia, ayer entregué tu ensayo y me resultó una combinación interesante.
Él la estaba imaginando con ese espectacular brillo en los ojos cuando su mente empezaba a funcionar.
—Por cierto, antes de las vacaciones de Navidad debes presentar una nueva maqueta en tu clase de Urbanismo —ella se quedó en silencio por unos segundos antes de tomar aliento—. Eres de las pocas personas en escuchar esto… quiero ayudarte pero no sabría por dónde comenzar a hacer una maqueta. Sí, estoy admitiendo que no sé algo, desde aquí puedo ver tu sonrisa de presunción y burla. Sin embargo, ya revisé la lista de lectura de la asignatura en la biblioteca y tomé un par de libros, los estoy leyendo en caso de que necesites más tiempo e inevitablemente termine haciendo tu trabajo.
Draco sintió que una sonrisa invadía su rostro. De hecho, era un gran hito ser una de las pocas personas a las que Hermione Granger le admitía que no tenía conocimiento de algo.
Hermione Granger
Ese nombre estaba constantemente presente de una u otra forma. En ocasiones le ayudaba a salir de su estupor y en otras lo mareaba.
Se levantó de la cama, tambaleándose y se volvió a sentar en ella apoyándose en la cabecera. Le dolía todo, su cuerpo se sentía débil, recordándole que no había probado bocado en varios días, no sabía cuántos, ¿diez?, ¿veinte?.
—Draco…
Él giró el rostro hacia la puerta, taladrándola con los ojos. Por enésima vez habían roto sus protecciones deshaciéndose sobre todo el fuerte encantamiento silenciador.
—Draco, te extraño. No sabes cuánta falta me haces. Finjo estar tranquila y ser razonable, por ti y por tus amigos. Ellos te necesitan, todos te necesitamos —la oyó suspirar—. Sé que duele, en realidad creo que no me hago a la idea de lo mucho que debe doler perder a una madre, pero ellos están preocupados por ti, tanto que ocultaron su dolor para ayudarte.
Nuevamente suspiró, él notó su sombra a contraluz bajo la puerta.
—Ayer Ginny y Blaise tuvieron una gran pelea porque él se embriagó hasta la inconsciencia y golpeó a unos chicos de Castelobruxo. Ginny se siente culpable de que él haya buscado una salida dejándose lastimar en lugar de hablar con ella. Ayer fue un caos porque Theo también se derrumbó. Pansy, Daphne, Ginny y yo estamos haciendo lo posible para ayudarte, y ayudar tanto a Blaise como a Theo. Te necesitan Draco, no pueden lidiar con esto solos, ni tú tienes por qué pasar por todo sin ellos.
Volvió a suspirar y se quedó en silencio por varios minutos.
Draco tanteó su mesa de noche buscando un cigarro o una poción revitalizante, él podía recordar que los elfos le dejaron pociones reponedores de sangre y revitalizantes no hace mucho.
—Sabes… Daphne le está enseñando pociones a Ron y él realmente está aprendiendo. Creo que a ella le gusta Ron, aunque él sea un idiota. Hace unos días trató de insinuar que estaba perdiendo mi honor al estar contigo, yo le dejé en muy claro que estoy enamorada de ti y que no hay nada de lo que avergonzarme. ¿Lo ves? Es un idiota.
El cigarro se le resbaló de entre los dedos, estaba a punto de encenderlo, sin embargo escucharla decir que estaba enamorada de él borró la idea de entumecerse otra vez.
—Solo espero que no le haga daño a Daphne, ella me cae bien, es capaz de controlar un poco a Pansy, ha sido fácil congeniar con ella estos días —dejó caer la cabeza contra la puerta—. Mañana, o en unas horas, es nuestro aniversario, no sé si tres meses de relación se consideran un aniversario, de igual manera para mí es importante. ¿Puedes imaginarlo?. Tres meses y han pasado muy rápido. Pensándolo bien, no creo que se consideré un aniversario, aunque… me gustaría estar contigo por mucho tiempo para así celebrar un aniversario apropiado, o muchos.
Una vez más, Draco observó su sombra. Estaba completamente seguro de que en ese instante ella se estaba mordiendo el labio, con las mejillas un poco sonrojadas.
—Tómate el tiempo que necesites Draco, yo estaré esperándote, todos estamos esperándote. Cuando te sientas listo, estaré aquí para ti, no importa cuanto tardes. Eso sí, tendremos una charla sobre el trabajo que les has estado dando a los elfos de la mansión. Ahora me voy a callar porque quizás he estado hablando sola todo este tiempo y despertaré a alguien.
Los ojos del joven no se movieron del gran trozo de madera que los separaba.
—Y si me estás escuchando… te quiero, no lo olvides.
Su sombra se movió, tal vez se iba a ir, Draco no quería que se vaya.
De un salto salió de la cama, cayendo de rodillas, luchando por ponerse de pie y caminar. Le costó gran parte de la energía que le quedaba llegar a la puerta. Apoyando la frente en la madera, tomó varias respiraciones con una mano extendida hacia la manija y la otra derribando cada hechizo protector, cerró los ojos y dejó que su corazón lo guiara.
Al abrir la puerta casi se derrumba contra el suelo pero Hermione lo rodeó con los brazos, prácticamente sosteniéndolo, cumpliendo su promesa de estar ahí y no dejarlo.
Cada segundo sin ella había sido una tortura, por ello no fue extraño que su presencia fuera mejor que cualquier hechizo o poción para recuperar fuerza.
—Hola amor, es bueno verte otra vez —susurró Hermione—. Ven vamos.
Draco intentó no recargar todo su peso en ella y dejó que lo lleve adentro de su habitación.
—Salazar, apenas veo algo entre tanto humo —Hermione tosió mientras le ayudaba a sentarse en la cama—. Y Draco, hueles como a una cantina completa. Iré a prepararte un baño, quédate aquí —presionó un beso en la parte superior de su cabeza.
El rubio cayó de espaldas sobre su cama, la luz del pasillo le estaba dando migraña. Con energía renovada, volvió a incorporarse y fue a cerrar la puerta.
—Oh, estás de pie, ven la tina se está llenando de agua.
Sintió que ella pasaba una mano por el torso y lo condujo hacia el baño. Quiso hablar pero su garganta le dolía, así que se dejó hacer. Luego de un rato, miró hacia abajo y sus pantalones ya no estaban, ni su camisa, estaba sentado en la tapa del inodoro solo en bóxers.
—Draco, ¿puedes caminar? Sujétate a mi hombro, te ayudaré a entrar a la tina.
Siguió su voz e hizo lo que su novia le decía, pese a que la cabeza le iba a explotar, las rodillas ya no le temblaban, y pudo sumergirse hasta los hombros en el agua caliente. El alivio en sus tensas extremidades e incluso en músculos que no creía existentes fue rápido.
La cabeza aún le dolía, así que fue vagamente consciente de lo que estaba pasando, en algún momento Hermione se sentó en el borde de la tina detrás de él y le lavó el cabello, los hombros y la espalda, Draco se volvió masilla bajo su toque. En otro momento ella le dió varias pociones que le ayudaron con la migraña y la resaca, también le dió sopa y le secó el cabello antes de pedirle que duerma.
La siguiente vez que despertó su habitación estaba libre de nicotina y limpia, las botellas de alcohol habían desaparecido, la luz entraba por todas partes, Hermione estaba dormida en un sofá al lado de su cama y él se sentía un poco más como sí mismo.
Viéndola dormir, peleó con su mente, elevando muros y compartimentando todo de nuevo porque no iba a volver a perder una batalla contra su oclumancia. Ella lo necesitaba, sus amigos lo necesitaban, ya era suficiente de retorcerse en la lástima y llorar como un bebé, ese no era el mago que Narcissa había criado.
Para cuando ella despertó, su mente estaba finalmente ordenada y más clara, la sonrisa con la que lo miraba una vez más llenó parte del vacío en su pecho. Era sorprendente cómo un gesto en apariencia simple de la persona que am… querías, se corrigió, podía hacerte sentir tan bien.
Se aclaró la garganta y Hermione le tendió un vaso de agua.
—¿Cuánto… —hablar dolía y se tosió un par de veces—. ¿Cuánto tiempo…
—Has estado aquí durante veintidós días, Draco —ella tomó su mano— El hechizo de diagnóstico indica daños en tus pulmones e hígado y estás al borde de la desnutrición, además un impacto emocional de ese grado tiende a afectar tu magia, leí que en algunos casos o se descontrola o decae, como tus protecciones fueron muy fuertes deduzco que fue lo primero, así que tienes que tomarte las cosas con calma.
—¿Desnutrición? —frunció el ceño— Los elfos me dieron frutas y sándwiches.
—Encontré frutas podridas y sándwiches a medio comer en cada rincón de tu habitación, aún así no te puedes alimentar únicamente de eso. ¿Te sientes mejor, o quieres dormir? —se estiró en su silla—. Yo debo ir al ala de enfermería para avisarle a Pansy que estás mejor.
Era extraño tener contacto con el exterior tras un mes de aislamiento, era complicado seguir lo que Granger decía, tratando de ponerlo al tanto de lo que había sucedido.
—¿Enfermería? ¿Qué pasó?
Hermione se agitó incómoda, moviendo los dedos de manera nerviosa.
—¿No te lo dije, cierto? Blaise provocó a unos chicos de Castelobruxo, creí que me habías escuchado… —bajó la mirada suspirando—. Él estaba demasiado ebrio y ellos eran muchos, le dieron una paliza.
—Dijiste que él y Ginny tuvieron una pelea.
—Sí, bueno ella le gritó cuando llegó en esas condiciones y en un inicio no se dio cuenta que Blaise tenía una conmoción cerebral, un hombro roto y otro par de costillas rotas que estaban perforando un pulmón.
Las manos le comenzaron a temblar a Draco, ansiosas por otro cigarrillo. ¿Qué otras cosas habían pasado en más de veinte días en los que él había dejado que el dolor lo consumiera?
Hermione se movió hacia la puerta.
—Estará bien Draco, lo llevamos a tiempo. Debo avisarle a Pansy que…
—No te vayas —la detuvo. No quería que se fuera, él sentía que si se quedaba solo se volvería a perder—. Por favor.
Ella lo miró con preocupación en tanto se sentaba a un lado de la cama.
—Granger… yo… —susurró—. No quiero volver a llorar, joder, odio ser vulnerable.
—Eres fuerte, Draco —inclinándose ligeramente tomó su rostro—. Fuiste fuerte para tu madre y para tus amigos, permítete ser vulnerable, no te escondas de mí.
—Quiero hacer las cosas bien contigo, todo lo que hago es preocuparte y no quiero perderte. Lo siento.
—No tienes de qué preocuparte, te quiero, por si en algún momento lo olvidaste, estaré allí para ti como sé que estarás a mi lado —dijo firmemente—. Y si insistes, está bien, te perdono, aunque no has hecho nada malo.
—¿Nada malo? Granger me escondí aquí como si fuera el único que tuviera derecho a sufrir, dijiste que ellos estaban ocultando su dolor por mí —sacudió las manos frente a su rostro, desesperado porque Hermione actuaba con calma y él no se lo merecía—. Pero ella no solo fue mi madre, fue la de Blaise y la de Theo y la de Pansy. Fue una madre para ellos, ayudándoles y dándoles consuelo porque sus familias eran horribles, sus padres… a Theo su padre lo golpeaba, y Blaise, éramos niños y él era capaz de hacerse cargo de sí mismo porque su madre no estaba allí para cuidarlo, era desconfiado y actuaba como un adulto, y Pansy, carajo, ella solo era una pieza en el ajedrez de su familia, cuando teníamos quince años su padre estuvo cerca de intercambiarla por una inversión en Italia, el bastardo negoció la virginidad de su hija por unos cuantos galeones. Madre lo impidió fingiendo que Lucius estaba preparando un acuerdo nupcial entre nosotros —cerró los dedos sobre su cabello, tratando de controlar su enojo— Madre nos cuidó y nos quiso. A ellos y a mí. No sé en qué estaba pensando cuando decidí que lo mejor era esconderme, dejándolos fuera. Puede que no lo…
Su voz murió en su hombro cuando ella lo abrazó y Draco se aferró a ella.
—Lo entiendo, Draco. Sé lo que ellos y Narcissa significan para ti, sé que son una familia más allá de la sangre —dijo en voz baja—. Si bien puede que tengas un poco de razón, no me imagino cuanto duele perder a tu mamá, por ello no soy quien para decir si lo que hiciste estuvo bien o no. Ellos lo entienden, tus amigos se sentaron conmigo en la puerta para esperar a que te sientas mejor, quizás Blaise solo era una bomba de tiempo y Pansy sea la siguiente, pero así como ellos te cuidaron, tú los cuidarás. Solo.., ya no te hagas más daño, no creo que donde sea que Narcissa esté ella se sienta contenta con eso.
Definitivamente no, su madre odiaba cuando él bebía o cuando se peleaba con sus amigos, por más insoportables que fueran en ocasiones.
Miró con agradecimiento a la bruja que estaba junto a él y no resistió el impulso de besarla, solo un ligero roce de labios que fue más que suficiente.
—Gracias por todo, Granger —le dijo alejándose un par de centímetros— Te eché demasiado menos, y también quiero celebrar muchos aniversarios apropiados contigo.
Pansy extendió la prenda frente a ella buscando el mínimo defecto antes de envolverla y ponerla en una bolsa de regalo.
Distraerse era una excelente manera de olvidar el resto del mundo y las tragedias. No iba a llorar, eso era una pérdida de tiempo y no tenía propósito. Llorar no traería a Cissy, ni le devolvería su antigua vida. Y Pansy Parkinson tenía mejores cosas que hacer con su tiempo.
Como hacerle una camisa nueva a Harry Potter.
Sacudió la cabeza. Se lo debía, trató de convencerse, le había arruinado la ropa llorando como si no hubiera mañana. Además, una chica como ella no quería deberle nada a nadie, menos al enemigo.
Repitió su discurso un par de veces mientras se debatía entre buscar o no a Potter. No era como si le importara, solo una simple deuda que saldar. Ni siquiera le gustaba, era odioso, saltaba a conclusiones apresuradas y se creía el centro del mundo; sí, la había ayudado, consolado y no se despegó de su lado desde que se enteró de la muerte de Narcissa hasta que terminó el funeral. Potter podía ser razonable de vez en cuando, ella le daría el crédito, y era un mago decente, claro está. Más allá de eso Pansy no creía que tuviera más virtudes.
Asintió a su inteligente observación y procedió a buscar a Potter.
En la cocina Granger estaba preparando una bandeja con comida. Draco había acertado con ella, otra bruja estaría cansada de él, y Pansy creía que lo que Granger hacía por Draco era tomarse demasiadas molestias si estaba persiguiendo su dinero, por ende probablemente sí estaba enamorada de él.
Longbottom, Lovegood y otros tantos se reunían en la sala de estar charlando y escuchando música. El patio trasero estaba desierto, en el bosque y la entrada no halló rastro de Potter o de su forúnculo pelirrojo.
Pansy desistió en su búsqueda y pasó por la habitación de Theo, quedándose por el resto de la tarde con él, vigilando en caso de que vuelva a colapsar o se abstraiga tanto como para tener pesadillas sin estar dormido.
Dejándolo en compañía de su novia después de la cena, decidió regresar a su habitación, finalmente encontrando a Potter en el pasillo del tercer piso.
—Potter, te estaba buscando —se acercó a él, conteniéndose de hacer una mueca ante su desastroso cabello y su ropa—. Ven.
Entró en su habitación, encendiendo las luces y tomando el obsequio que estaba sobre su escritorio.
—Generalmente, cuando invito a un chico a mi habitación ellos no dudan tanto como tú —comentó cuando él parecía no querer dejar el pasillo—. No te sonrojes, Potter, ¿escuchar que una bruja habla libremente de su vida sexual te avergüenza? Estamos a inicios del siglo XXI y te comportas tan remilgado como mi tío Edmund.
Él se tomó la broma como un reto, entrando y cerrando la puerta con confianza.
—No soy remilgado, solo precavido. Tengo derecho a pensar dos veces antes de quedarme en un espacio pequeño con alguien como tú.
—¿Me tienes miedo, Harry? —preguntó agitando las pestañas—. Según oí, vivías en un cuarto bajo las escaleras, déjame asumir que estas habitaciones para ti son del tamaño de una mansión.
En un segundo, el chico la miraba con rencor y buscaba la salida. Tal vez Pansy había ido demasiado lejos.
—Sabía que no era una buena idea aceptar entrar, Ron tiene razón, no has cambiado nada, no sé por qué me dejé convencer de que sí eras alguien diferente. Supongo que una serpiente solo cambia de piel, porque sigues siendo tan cruel y rastrera como siempre, Parkinson.
La joven se pasó una mano por la frente y casi corrió para detener a Harry, él reaccionó soltándose de su agarre y dándole la espalda, por suerte no estaba huyendo.
—Lo siento, Potter, perdón si toqué alguna fibra sensible —lo rodeó hasta quedar frente a él—. Ten, espero que sea de tu talle, en vista de que arruine tu camisa, creí que podía hacer que vistas algo de buen gusto si yo confeccionaba una nueva como agradecimiento. Eso es lo que quería decir.
La sorpresa cruzó su rostro, sus ojos se movieron entre la bolsa de regalo y ella por largos segundos. Pansy se desconcertó reconociendo para sus adentros que Potter tenía unos ojos cautivadoramente verdes, quizás cautivador no era el término adecuado, eran llamativos de todas maneras.
Retrocedió aún con el regalo extendido.
—Me va a dar un calambre en el brazo si no tomas la bolsa pronto, es de buena educación recibir un regalo, es de consideración personal hacer lo que quieras con él —dijo sacudiendo la bolsa y casi suspirando de alivio cuando él la sujetó.
—Yo… gracias —se acomodó las gafas—. No debiste, no esperaba nada a cambio, en serio, de todos modos, déjame admitir que subestimé tu tenacidad de querer cambiar mi estilo. Gracias, yo…
—Sí, lo sé, tienes que ir a tu habitación a seguir suspirando por la chica Weasley —levantó las manos, como a Blaise le gustaba hacer cuando pedía tregua—. Lo siento, es difícil no burlarme de ti. Será mejor que te vayas antes de atreverme a hacer un comentario que hiera tu noble corazón.
Sin esperar una respuesta, se deslizó en la butaca frente a su tocador y tomó un cepillo, fingiendo olvidar su presencia.
Levantó la mirada cuando oyó el click de la cerradura. Se mordió el labio, no sabía por qué pero le era complicado no tentar el lado malo de Potter con burlas y sarcasmo. Si era franca, tenía miedo de descubrirlo.
Ron estaba riendo con Dean y Seamus cuando vió a Daphne salir de la residencia en compañía de Susan. Se quedó sin palabras, admirándola boquiabierto, ¿quién no la admiraría si se veía hermosa?.
Llevaba un vestido corto, tacones que hacía sus piernas infinitamente largas, su cabello dorado tenía ligeras ondas, y sus labios, Merlín, sus labios eran hermosos.
Palmeó el hombro de sus amigos a manera de despedida y siguió a las chicas.
—Daphne —la llamó tratando de alcanzarla—. Daphne, espera.
—¿Si, Ronald? —respondió deteniéndose.
—Hola, hola Susan, las vi y me preguntaba a dónde iban —se rascó la nuca, algo nervioso.
—Ah, Durmstrang está haciendo una fiesta y como han estado ayudando en los entrenamientos, Blaise y Draco me pidieron ir a la fiesta y entregarles un presente como agradecimiento, Susan me acompañará —respondió en el mismo tono amable con el que se dirigía a él desde el inicio—. ¿Quieres venir?
Ron aceptó al instante, no había estado en una fiesta desde que estaba en Suecia y le hacía falta un momento de diversión. Si tenía suerte podría conseguir algo de acción, en casa siempre tenía una compañía asegurada para cuando decidiera irse, muchas chicas darían lo que fueran por salir con un héroe de guerra.
Si bien no le agradaban los de Durmstrang, no podía negar lo buenos que eran haciendo fiestas. Los primeros diez minutos se los pasó extasiado con la decoración, la música, el ambiente y la gran diversidad de opciones de alcohol.
Después vió a un ángel. Parpadeó varias veces ante la visión, en definitiva no estaba soñando o imaginando a la deslumbrante bruja que reía y bailaba como un ángel. Era más que hermosa, las palabras no podrían describir tal belleza. Tenía cabello castaño, no como el de Hermione, el de esta bruja era más oscuro, sus curvas lo hipnotizaban con cada movimiento, era tan pequeña que Ron estaba seguro de que desaparecería entre sus brazos, y era tan delicada que parecía una muñeca.
Dejó a Daphne y a Susan por su lado, mientras sorteaba entre la gente hasta llegar a la bruja más espectacular que había visto en su vida. Todos los otros rostros eran borrosos, excepto el de ella, capturaba toda su atención y Ron no quería dejar de mirarla por un instante porque temía que desapareciera.
Estaba rodeada de un grupo de chicas, que a medida que se acercaba, Ron podía escuchar que hablaban en francés así que era de Beauxbattons, tenía sentido, las francesas eran bonitas.
Se armó de valor antes de llamar su atención.
—Disculpa, ¿te puedo invitar algo? —dijo en su línea habitual, esa frase siempre funcionaba.
La chica giró hacia él y le sonrió, si era posible Ron quedó aún más cautivado.
—¿Nos conocemos? Me pareces familiar.
El pelirrojo agradeció que ella hablara inglés. Fabuloso, estaba de suerte.
—Soy Ronald Weasley, soy…
—Un héroe —completó con una sonrisa radiante—. Claro que te conozco, he oído de ti.
—¿En serio? —su pecho se infló de orgullo.
—Sí, una copa de champán sería genial. Por cierto, soy Astoria, un gusto.
Ron estrechó su mano y procedió a tenderle un brazo para guiarla a la barra que estaba en medio del lugar.
Se sumergió en una conversación sobre sus logros y sus aventuras, obteniendo alagos y sonrisas, Astoria era encantadora. Ron estaba convencido de que la estaba cautivando y se sintió cada vez más orgulloso.
Tras casi una hora de conversación, ella estaba pasando sus dedos a lo largo de su brazo y sonriéndole de manera coqueta, así que fue instintivo inclinarse y besarla. Fue asombroso, fuegos artificiales explotaron dentro del estómago de Ronald y su mente se nubló de satisfacción.
Se dejó abstraer por Astoria y por el momento, olvidando la fiesta y a una persona que lo miraba con total tristeza.
Hermione sonrió aliviada. Le gustaban las sonrisas de Draco, quizás porque solían ser escasas, más en el último tiempo, así que atesoraba cada una.
En los últimos días Draco se encontraba mejor, habían momentos en los que tenía la mirada pérdida, triste y sus ojos se llenaban de lágrimas. Y otros momentos donde era tranquilo y más… Draco Malfoy.
Era una utopía pensar que las cosas volverían a la normalidad, todo había cambiado. No obstante, Draco se estaba adaptando lo mejor que podía a un mundo que seguía girando sin importarle que alguien que él amaba se había quedado en el camino. Hermione se sentía orgullosa de él, de su determinación por ser fuerte por sus amigos y de ser mejor por sí mismo.
Más allá de la promesa que le hizo a Narcissa, ella no estaba dispuesta a dejarlo solo, o a dejar de quererlo. Si era posible, verlo luchar y superar su dolor le hizo quererlo aún más, era maravilloso ver en qué tipo de hombre se convertía Draco
—Entonces… ¿salió bien? —le preguntó mientras caminaban por el campus tomados de la mano.
—Sí, el maestro dijo que si no fuera porque me extendió el tiempo de entrega tendría la mejor nota —apretó su mano sonriendo—. Trató de buscar cualquier falla en la maqueta, no encontró nada gracias a la opinión crítica de mi novia que me obligó a corregir las estructuras una y otra vez.
Los faroles iluminaban el camino, si no fuera tan tarde y no hiciera tanto frío, Hermione habría sugerido dar un paseo.
—Así qué…
La voz de Draco llamó su atención.
—Resulta que soy libre — dijo casi aburrido—. Y que soy el heredero más joven y rico en un siglo.
Se detuvieron y Draco la llevó a una de las bancas que estaban cerca. Hermione seguía pensando en qué quería decir con soy rico.
—Madre me dejó su parte de la herencia Black, y… como Bellatrix no tuvo hijos, tampoco el hermano de su esposo, madre era el familiar más cercano y terminó heredando todo de los Lestrange —la miró asegurándose que estaba entendiendo el hilo de la conversación—. No pienso usar su dinero o sus propiedades, y quería preguntarte si tenías alguna idea de lo que deberíamos hacer con ellas.
Hermione se sorprendió, no se le ocurrió en ningún momento que él quisiera que administrara el dinero de los Lestrange.
—Un segundo, si recién puedes acceder a tu dinero, ¿qué dinero estuviste gastando hasta ahora? —frunció el ceño y la confusión fue peor cuando él rió.
—Hermione, los Malfoy surgieron hace siglos, si te interesa tenemos un libro sobre la historia de la familia. De todas maneras, hay estos bancos que los muggles llaman paraísos fiscales, creo que lo estudiaste. Tenemos dinero en Gringotts, cierto, y probablemente el Ministerio tomó varios miles como "indemnización por daños de guerra", aunque dudo que hiciera mella en las bóvedas.
La chica intentó no abrir los ojos de sorpresa al escuchar, bóvedas. Sabía que Draco era adinerado desde el primer momento que lo vió en el Expreso, pese a eso era sorprendente darse cuenta que poseía más de una bóveda. Trató de no hacer cálculos.
—De modo que legalmente no tienen conocimiento de las otras bóvedas en países donde sus régimenes tributarios nos favorecen y donde los Malfoy pueden acogerse al secreto bancario. No pude tener dinero de Gringotts, pero aún tengo la llave de las bóvedas que están en lugares como Países Bajos, Suiza y demás.
—¿Demás? —preguntó atónita—. Sé que eres rico, no me hacía a la idea de cuánto. Y en este momento, como aquí y ahora, ¿también eres heredero de los Black y los Lestrange? Creí que Sirius, posteriormente Harry, heredaron todo lo que era de los Black.
—Bueno, Sirius heredó todo de la familia Black. A lo que me refiero es que cuando madre y sus hermanas estaban por terminar Hogwarts, la cuestión de la dote matrimonial pasó de moda y el abuelo Cygnus guardó el dinero destinado a pagar la dote de sus tres hijas, acumulando finalmente la fortuna Black - Rosier, junto con sus inversiones —suspiró, dejando escapar un pequeño vaho a causa del frío—. Eso es lo estoy heredando.
—Wow, simplemente… wow —lanzó un hechizo de calentamiento a ambos mientras asimilaba los últimos minutos—. Me tienes que dar ese libro familiar, hay tanto que saber sobre el mundo Sangre Pura. Respecto a tu pregunta inicial, tienes razón, no se siente bien usar el dinero de personas que hicieron tanto daño. Ven, vamos a buscar a Neville.
—¿Para qué necesitamos a Longbottom? —hizo un mohín con los labios.
—Draco, Bellatrix me torturó por unos minutos, sin embargo, ella, Rodolphus y Rabastan torturaron a los padres de Neville hasta la locura —tomó su mano para que se levantara—. Él debe ser parte de esto.
Al final, Neville todavía no estaba en la residencia, por lo que pospusieron la conversación. Minutos después, Draco acompañó a su novia a su habitación en busca de algunos libros antes de la cena en el comedor principal.
Con tantas cosas pasando a su alrededor, era casi imposible tener tiempo a solas. De esta manera, si tenía que ser juzgado por cerrar la puerta y comenzar a besar a Hermione con apremio, sí, Draco se declaraba culpable.
—Draco… tenemos que irnos —murmuró contra sus labios—. En serio…
—Solo un minuto más —pidió mordiendo su labio inferior y aprovechando que ella estaba desprevenida para buscar su lengua.
La castaña se aferró a su camisa, consumida por su abrasador beso. Godric, lo había echado de menos.
Draco la dejó respirar mientras dejaba pequeños besos en su mandíbula y dirigiéndose a su cuello. Se detuvo mordisqueando el lugar entre sus clavículas y luego presionando sus labios contra su piel. Ella olía delicioso, pensó mientras enredaba los dedos en su cabello y la volvía a besar con anhelo.
Se sorprendió cuando Hermione deslizó las manos debajo de su camisa para luego gemir cuando ella arrastró las uñas por la parte baja de su espalda.
—Granger… —susurró agitado—. Si tu…
—Sí quiero —fue su turno de besarlo—. Pon un hechizo silenciador.
El rubio la detuvo, con respiraciones entrecortadas. La miró fijamente y con expresión seria.
—No quiero que te arrepientas, pero si estás segura podríamos…
Hermione le sonrió.
—Estoy segura.
Con esa mirada y esa sonrisa, Draco quería más que nada llevarla a la cima del cielo.
Rodeó su cuerpo con sus brazos y la besó como si se estuviera muriendo y ella fuera él único antídoto. Ella le desabotonó la camisa y Draco tuvo un pelea con sus pantalones muggles y su suéter. Cayeron sobre la cama, con poco o nada de ropa, dependiendo a quien le preguntabas. Él besó su cuello y se le hizo agua la boca cuando Hermione descubrió sus pechos, sonrojándose en el camino, ¿cómo se atrevía a avergonzarse de algo tan maravilloso?, Draco no podía entenderla.
El joven se vió obligado a usar el cerebro una vez más antes de arruinarlo todo.
—Yo… ha pasado un tiempo desde… —cerró los ojos con fuerza—. ¿Tú has…
—Sí, pero también ha pasado un tiempo desde la última vez—se mordió el labio—. Tenemos todo el tiempo del mundo, Draco, no te preocupes.
Asintió y dándose por conforme volvió a besarla antes de quitarle y quitarse las últimas prendas.
Estaba tan duro que se estaba mareando, sin embargo, como buen caballero hizo de Granger su prioridad.
Le prestó atención a sus pechos, al sumergir uno de sus pezones en su boca se deleitó oyéndola soltar un largo gemido. Se entretuvo por unos segundos y luego cambió su enfoque al otro sin abandonar sus atenciones.
Continuó su recorrido a lo largo de su cuerpo, besando su abdomen, sus costillas, su cadera y sus muslos hasta llegar a su objetivo.
—Avísame si hago algo que no te gusta —le pidió ayudándola a separar sus piernas.
La vista que le regaló era tan asombrosa que su mente se quedó en blanco, el deseo se estaba apoderando de cada célula de su cuerpo, de cada acción y de cada pensamiento.
Besó la parte interna de sus muslos, tentando su reacción para centrarse en lo que más le preocupaba. Su pulgar salió en busca de su clítoris, obteniendo otro gemido, con dos dedos extendió su excitación por su coño, hasta que fue incapaz de seguir reteniendo el deseo de probarla. Arrastró la lengua por donde sus dedos habían estado antes y ella levantó las caderas por instinto. Draco la sostuvo contra el colchón y retomó su trabajo, pronto la mano Hermione estaba enredada en su cabello y soltaba gemidos entrecortados mientras su lengua se movía en círculos alrededor de su clítoris y luego bajaba hacia su entrada.
Su propia excitación estaba por caer en un peligroso acantilado, así que cuando sintió que ella estaba cerca se dió por satisfecho y se elevó hasta encontrarse con su mirada.
—¿Aún estás segura?
La respuesta de Hermione fue tomar su cuello y arrastrarlo para atrapar sus labios.
—Draco…
Le encantaba oírla suplicar por él, aún así Draco también la necesitaba. Se acarició un par de veces antes de guiarse hasta su entrada y unirse a ella con un fuerte empuje.
—¡Oh Dios! —gimió Hermione parpadeando varias veces.
Draco gruñó desde el fondo de su garganta, si antes creía estar mareado no se comparaba con la sensación de sus paredes rodeando su polla, casi impidiéndole moverse.
—Joder, te sientes… —no pudo continuar mientras deslizaba las caderas y volvía a arremeter con una lenta pero fuerte estocada—. Dime…
—Más… oh Dios… más rápido, por… favor
La experiencia de estar dentro de ella era tan abrumadora y todo era tan natural que con cada movimiento veía estrellas.
Sus pequeñas manos se aferraban a sus hombros, sus labios trataban de besar cualquier parte de su rostro que estaba a su alcance.
Fue cuestión de minutos para que sus caderas se movieran casi con pesadez a la vez que su orgasmo se iba construyendo.
—Estoy…
Él no necesitaba que ella se lo dijera, podía sentirla apretándolo con más fuerza.
Merlín, estaba en la gloria, si ese no era el puto cielo no sabía lo que era.
Hermione llegó gritando su nombre tan alto que hizo temblar las paredes y Draco se empujó unas cuántas veces más dentro de ella para seguirla por el mismo precipicio, hundiendo su rostro contra su cabello mientras todo su cuerpo se estremecía y lo veía todo negro.
Varios minutos después, todavía buscando aire, salió de ella y la arrastró sobre él para evitar aplastarla.
—No… ni siquiera soy capaz de hablar correctamente —besó su hombro—. Hermione eso fue…
—Intenso —completó la oración con la voz ronca.
—Más que intenso.
De pronto, Hermione se alejó de su pecho luciendo asustada.
—El hechizo… ¿pusiste un hechizo silenciador?
—Sí, con magia no verbal, espero que haya durado. Aunque a esta hora, todos deben estar en la cena —la arrastró de regreso a su pecho y lanzó un hechizo de limpieza a ambos—. No te preocupes, mis hechizos no verbales son buenos.
—No empieces a presumir —lo regañó a medida que dibujaba formas sobre su brazo.
Draco no fue capaz de quejarse, estaba ocupado disfrutando de la dicha poscoital.
—Será mejor que te vayas acostumbrando a aceptar que soy bueno en todo.
—Jaja, muy gracioso, ni que te acabara de pedir matrimonio o algo —puso los ojos en blanco, aunque su rostro se veía tranquilo, casi pacífico.
—Granger, conmigo es todo o nada.
Hermione lo miró indignada.
—Conmigo, también, es decir, ¿cuándo me has visto hacer algo a medias?
Se veía tan linda toda despeinada tratando de lucir amenazante que Draco por reflejo tomó sus mejillas y la acercó para besarla nuevamente.
En fin, estaba en el cielo.
—¿Qué demonios hace Weasley? —preguntó Blaise cuando vió salir a Ron de la residencia.
El grupo de serpientes estaba reunido en la sala de estar, con Ginny, Luna y Hermione. Por lo menos esta vez no habían olvidado a Daphne.
—Conoció a una chica en la fiesta de Durmstrang y luego de besarse ella desapareció, ahora se ha propuesto encontrarla —respondió Ginny a su lado—. Está siendo su yo habitual, en cuanto estemos en casa se conseguirá a otra fanática enamorada que lo acompañe en navidad y se le pasará.
La pelirroja saltó cuando Hermione le pellizcó de la manera menos sutil del mundo, moviendo sus ojos hacia Daphne quien trataba de no hacer ningún gesto.
—Estaba hablando con Draco —Hermione miró hacia su novio con las mejillas ruborizadas—, y me dijo que piensan quedarse aquí para Navidad. ¿No quieren regresar a casa? El viaje les ayudará a distraerse, ¿no creen?
—No insistas, es inútil —la interrumpió Daphne—. Les ofrecí venir a mi casa pero simplemente se niegan.
—¿Qué? ¡No pueden pasar la navidad solos!
Pansy chasqueó la lengua, lanzándole una mirada hastiada a Granger y a su innecesaria exclamación.
—Hemos pasado las últimas dos navidades solos, Granger, no es como si fuera tan inaudito como lo haces sonar. De lo contrario, si quieres a la madre de Daphne insistiéndole a tu novio que se case con una de sus hijas, podríamos aceptar la amable invitación —esbozó una sonrisa, que si no fuera por la molestia en sus ojos habría sido dulce.
—¿En serio? ¡Oh, Dios! —dijo Draco ganándose un golpe en el estómago por parte de Hermione—. Ouch. Se me había olvidado que Madame Greengrass me consideraba el yerno perfecto.
—No es gracioso, Malfoy —susurró la castaña.
—Es que no se trata de si pueden pasar navidad solos, es ¿por qué no quieren? —cuestionó Ginny con soltura.
Blaise, Theo y Draco miraron a Pansy, diciéndole tácitamente que se controlara antes de hablar.
—Lo que más quiero, Weasley, es volver a dormir en mi cama y renovar mi closet, pero no puedo —dijo cortante—. No sabemos qué hará la gente si nos ve, como no pueden culpar a los verdaderos mortífagos, porque o están muertos o están en Azkaban, seremos su chivo expiatorio. Buscarán justicia popular contra nosotros. ¿Lo entiendes o te explico más lento?
—Deja de ser una perra, Pansy, lo entendí —se burló Ginny—. Creo que mi novio me debió explicar eso antes, tal vez el tuyo deba ayudar a relajarte, estás un poco histérica. ¡Ah!, se me olvidaba, no tienes novio.
—¡No!
—¡Pansy, cállate!
—¡Ginevra!
—...¡Ah!, se me olvidaba, eres pobre.
—¿¡Y si vienen a mi casa!?
El cruel comentario de Pansy se perdió entre todos los gritos conjuntos cuando Hermione se convirtió en el punto de interés.
—No queremos tu lástima, Granger —refutó la pelinegra una vez que el shock inicial pasó.
—No es lástima, es espíritu navideño. Tenemos varias habitaciones libres, ustedes no quieren estar en el mundo mágico, quédense del lado muggle —dijo entusiasmada—. Todos ya están familiarizados con eso aquí, aunque no hemos ido al Japan en mucho tiempo. Los muggles no son nada del otro mundo, ya lo comprobaron.
—Eso sería genial —dijo Blaise sonriendo—. Siempre he querido ir a Londres muggle.
Pronto, él y Hermione empezaron a hacer planes y no hubo marcha atrás. Draco, Blaise, Theo y Pansy festejarían navidad donde los Granger.
Más tarde, Blaise y Ginny se quedaron compartiendo una sesión de besos en el pasillo de sus habitaciones.
—Ignora lo que dijo Pansy, está en su sangre mantenerse a la defensiva —murmuró el moreno, después de varios minutos.
—Lo sé, olvídalo —Ginny retrocedió un poco, apoyándose en la pared— Blaise, si Malfoy va a conocer a los padres de Hermione, ¿te gustaría conocer a los míos?. Le puedo decir a George que me lleve a la casa de Hermione en el Boxing Day y luego te llevaremos a casa.
Zabini podía jurar que su corazón se detuvo en ese instante y comenzó a hiperventilar con la idea de enfrentarse a los Weasley.
Salazar, ayúdame.
N/A: ¿Les gustó el capítulo? Haciendo un recap del mes en el que estuve ausente, en realidad terminé de corregir mi tesis hace casi dos semanas pero la inspiración estaba lejos, lo único que tenía en la mente era el llanto de Draco (en el Misterio del Príncipe para ser exactos). Así que el sábado empecé a escribir este capítulo y no he podido parar hasta hoy. Incluso ayer que no tuve la laptop a la mano, gracias a Google Drive, pude seguir escribiendo en el iPad y les juro que no podía parar y se sentía mal dejar el capítulo a medias.
Haciendo un recuento, al fin sucedió después de 18 capítulos, Draco y Hermione por fin tuvieron su momento de pasión. Es la primera vez que escribo una escena así tan a detalle, perdón si no era lo que esperaban, trataré de mejorar. Por otro lado, tenemos a Ron que tiene un flechazo con Astoria, ¿creyeron que iba a ser bueno y sensato? No, lo siento pero aún no es santo de mi devoción y tenía que ser un idiota. En el siguiente capítulo veremos más sobre Daphne, quiero darle un abrazo. Y también tuvimos algo de Harry y Pansy :)
Gracias por los reviews, las lecturas, los favoritos y por esperarme. Un abrazo para todos, no olviden contarme qué les pareció. Nos leemos pronto.
