¡Vamos con otro capítulo agregado a la lista!
En primer lugar, me gustaría agradecer a Surfysun, quien renovó su membrecía, y, por lo tanto, habrá dos capítulos consecutivos de esta historia (recuerden que los capítulos seguidos se manejan en un margen de 3 días). Hay una cosa importante que quiero aclarar respecto a este tema, y es que Alciel también renovó su membrecía, pero no eligió ninguna historia para que tenga un capítulo doble. Como eres recurrente en esta historia, te comparto este mensaje con la esperanza de que lo leas y me mandes un mensaje privado por para que escojas.
Si es que alguien está interesado en mi , puedes buscarme como: Jyanzein. La membrecía sale un dólar y podrás pedir un capítulo extra de cualquier historia. También es un lugar que utilizo mucho para informar sobre las actualizaciones y demás cosas de mis historias, por lo que te lo recomiendo incluso si no quieres volverte miembro de pago.
Sin nada más que aclarar, es momento de comenzar.
¡Disfruta!
"Una vez, la Dama de Dragones gobernó…"
"Una vez, la Dama de Fuego la traicionó…"
"Una vez, la Dama de los Dragones se enojó…"
"Y por última vez, una guerra se desató…"
"Igualdad, atrevimiento, tranquilidad, estabilidad…"
"Todo ello, la Dama de Fuego se propuso a derrumbar…"
"Consistencia, historia, determinación, voluntad…"
"Todo ello, la Dama de los Dragones se propuso a proteger…"
"Enfrascadas en una guerra infinita que nunca encontrará el final…"
"…"
"…"
"…"
"La historia es muy parecida, pero cambia en los puntos clave…" Pensó Aether en voz alta, recibiendo un asentimiento por parte de Canek.
Los tres aún seguían viajando dentro del Burticol, que iba a una velocidad mucho más moderada comparado con el principio.
"Las personas que hemos logrado capturar siempre nos dicen lo mismo. Pero a diferencia de ti, ellos están seguros que la Dama de Dragones es quien está mintiendo." Declaró Canek, para luego observar con ligeras dudas. "¿Por qué dudas de ella?"
"Siempre es mejor ser precavido…" Tonalli respondió la pregunta en lugar de Aether, algo que llamó la atención a ambos. "Después de todo, nunca sabes si esa persona está ocultando su verdadero yo…" Los puños de Tonalli se apretaron con fuerza cuando la imagen del fuego azul sumado a los gritos de hombres y mujeres resonó en su mente.
Canek tan solo lo miró de reojo, decidiendo no comentar nada al respecto.
Los siguientes minutos pasaron en silencio, hasta que finalmente llegaron a una zona distintiva. Los ruidos de los martillos y las poderosas herramientas resonaban por doquier, tanto Aether como Tonalli observaron asombrados como una gran cantidad de soldados estaban construyendo unas maquinarias realmente extrañas que tenían cierta similitud con los fundíbulos, con la diferencia de que llevaban ruedas y unos mecanismos muy extraños en su honda y la supuesta parte que funcionaba como contrapeso. De hecho, no podría ser llamado contrapeso, ya que la viga estaba en un estado de suspensión gracias a ese extraño mecanismo que emitía un raro aura de atracción sobre el elemento.
"¿Qué demonios es eso?" Pensó Tonalli con cierta sorpresa.
"No importa cómo lo veas, estas cosas son armas…" Pensó Aether con seriedad, para luego observar el panorama completo. "Muchas de ellas." Concluyó, ya que el sitio estaba repleto de esas maquinarias a medio terminar.
El pasaje entre las construcciones, los gritos de los capataces y la atmósfera tensa los dominaron por completo.
"Es como si estuviéramos en medio de una guerra." Pensaron Tonalli y Aether al mismo tiempo, la seriedad y el sudor comenzaron a aparecer en sus rostros.
"Bienvenidos a Grutheka." Las palabras de Canek hicieron que salieran de su momento de tensión, y en ese momento Aether observó completamente impactado a la enorme pirámide azteca que se alzaba sobre ellos, ya que las anteriores maquinarias y el bosque le habían cubierto toda la visión.
Fuera del sitio no había muchas personas y no se encontraban más construcciones, salvo esas cosas que estaban detrás. Solo estaba esa pirámide imponente, y justo frente a su gran entrada, había una mujer bastante alta que los estaba esperando.
Su aspecto consistía en un largo cabello celeste que adornaba el contorno de su rostro a la perfección. Una especie de corona adornaba su cabeza que poseía una gran cantidad de plumas verdes junto con un collar dorado que se sostenía en su frente. Sus ojos también eran de un poderoso color celeste incluso más llamativo que su cabello, y las escamas de su cuerpo eran de un fuerte color azul intercaladas con pigmentos dorados. Las escamas cubrían solo sus brazos y los costados de su torso. Hablando de eso, gran parte de su cuerpo era visible, su pecho solo estaba cubierto por un trapo bastante normal y con un collar grande que lucía bastante lujoso. Su cintura poseía un decorado de plumas y escamas doradas que llegaban hasta sus rodillas. Y como era de esperarse, ella se encontraba sin calzado.
Tonalli observó a la mujer con un aspecto serio, algo que Aether no pasó por alto, por lo que no tardó en llevar su mirada de vuelta a ella.
La mujer tan solo respondió colocando una mano sobre su cintura, para luego esbozar una sonrisa algo salvaje debido a sus notorios colmillos.
CAPÍTULO 19: CUENTOS DE GUERRA Y LLAMAS 2
"Cuando Canek me dijo que querías visitarme, no podía creerlo." Comentó la dragona con una media sonrisa en su rostro, su mirada fijada en Tonalli. "¡Mirate, no has cambiado nada!" Exclamó la mujer, esbozando una sonrisa un poco más amistosa.
"Lo mismo digo…" Comentó Tonalli, su tono sonaba algo precavido, algo que hizo reír a la mujer.
"¡No hay necesidad de estar tan tensos! ¡Recuerda que este fue tu hogar! Además…" La apariencia de la dragona cambió drásticamente cuando una sonrisa afilada emergió de su rostro junto con un ambiente de lo más pesado. "Si quisiera matarte, ya te hubieras dado cuenta." Esas palabras hicieron que Tonalli se pusiera incluso más serio que antes.
"Disculpe…" Aether se unió a la conversación, aliviando la tensión. "Usted es Gruthecóatl, ¿verdad?" Una sonrisa dentuda emergió del rostro de la mujer tras escuchar su nombre.
"Así es. Por las descripciones que me dio Canek, supongo que eres ese viajero del que tanto se habla en estos días." Gruthecóatl lo observó con más detenimiento, poniéndose un poco seria. "Ahora que lo pienso, te pareces mucho a una chica que estuvo por aquí hace varios siglos." Esas palabras impresionaron a Aether, quien no tardó en exaltarse.
"¡¿Conociste a mi hermana?!" Más que una pregunta, Aether pareció exigir una respuesta.
"Yo qué sé." La respuesta de la mujer lo descolocó por completo. "Solo la recuerdo porque era diferente a mis habitantes. Tampoco la dejé quedarse por mucho tiempo, así que no hablamos de nada importante. Por lo menos, no que yo recuerde." Esas palabras desilusionaron a Aether, quien bajó la cabeza.
"Ya veo…" Declaró algo decaído, un dato que Tonalli y Canek no pasaron por desapercibido.
"En fin, supongo que no vinieron aquí solo para hablar del pasado, ¿o me equivoco?" La sonrisa característica volvió a su rostro, sus colmillos parecían intimidar un poco a Tonalli, pero Aether se encontraba a la perfección.
"De hecho, vinimos aquí para hablar sobre la guerra." La respuesta inmediata de Aether hizo que Canek y Gruthecóatl se pusieran serios. "Para ser más específicos, buscamos información. Queremos ayudar, pero es difícil hacerlo cuando se trata de dos bandos con tantas diferencias y tan asentados…"
"¿Básicamente me estás pidiendo que comparta mis experiencias para decidir a cuál de los dos lados vas a ayudar?" Preguntó la dragona, volviendo a su sonrisa habitual.
"Algo-algo así…" Comentó Tonalli, sin ser capaz de sostener la mirada.
"¡Wow, eso me sorprende!" Exclamó Gruthecóatl con una gran carcajada al final.
"¿Por qué te sorprende tanto? Pensé que ya habías obtenido información de mi y como es que hago las cosas." Comentó Aether, cruzándose de brazos.
"No, no es eso lo que me sorprende." Respondió la dragona.
"Entiendo lo que quiere decir." Pensó Canek, para luego fijar su mirada en Tonalli. "Lo que realmente le sorprende es que él esté aquí. De hecho, debo admitir que a mí también me sorprendió…" Concluyó, frunciendo un poco el ceño.
"Canek, ve a ver como va el trabajo. Yo les daré un pequeño tour a mis invitados." Declaró la mujer, dándose la media vuelta.
"¿Estás segura?" Preguntó Canek, algo inseguro ante el pedido.
"¡No te preocupes!" Exclamó, alzando una de sus manos con energía como despedida.
Canek tan solo la observó, para luego dar un pequeño suspiro y marcharse.
Tonalli y Aether se miraron entre sí con seriedad. Ambos asintieron y no tardaron en seguir a Gruthecóatl, quien ya les llevaba varios pasos de ventaja.
_ SALTO DE LÍNEA _
Grutheka
Una hora más tarde…
Gruthecóatl se encargó de guiar a los dos invitados en el interior realmente espacioso de la pirámide. Aunque la construcción era curiosa debido a que poseía una infraestructura mucho más sofisticada a lo que Aether había visto en la región, ciertamente lo que le llamó más la atención fue la distribución. Eso se debía a que todos los comerciantes se encontraban en la la zona más baja de la pirámide, y una enorme puerta, probablemente la más grande que Aether haya visto en sus viajes, se encargaba de separar la zona comercial con la zona civil, ya que allí se encontraban todas las familias viviendo en diferentes sectores. La zona media de la pirámide se volvió a dividir, aunque en esta ocasión la entrada no era tan voluminosa. Una vez que salieron al exterior, Aether pudo tener una buena vista desde la cima de la pirámide. No se distrajo mucho con el paisaje y retomó la caminata junto a la dragona y el dragón.
"Y este es el lugar en donde vivo." Gruthecóatl abrió la puerta, dejando ver una pequeña habitación que contaba con las necesidades básicas.
"Es un lugar bastante único y algo rústico." Declaró Aether mientras observaba el hogar de la dragona. "Pero no lo malinterpretes, esto es lo que esperaba de una nación que está constantemente en guerra." Concluyó, volteando su mirada para entregarle una sonrisa dentuda a la mujer.
"Ahora que lo dices, me da un poco de curiosidad saber cómo habrán avanzado las demás naciones..." Gruthecóatl cerró la puerta, para luego mirar a sus dos invitados. "En fin, no nos reunimos para hablar de eso." La sonrisa relajada de la dragona cambió a una mucho más intimidante.
Aether observó como la tensión en Tonalli volvía a aumentar, algo recurrente desde que se reunieron con la segunda Arconte.
"Ahora que estamos solos, ¿me puedes explicar tu versión de los hechos? Canek ya me dijo lo basico, pero quiero saber todo lo importante." Aether se sentó en una de las sillas que había en la pequeña mesa, y prácticamente obligó a Tonalli que se sentara junto a él debido a que no estaba reaccionando de manera adecuada.
"¿Antes no quieres un té?" La pregunta de la dragona nunca fue respondida, pero el silencio y la seriedad que desprendía Aether dejaron las cosas claras. "Muy bien, vamos directo al grano entonces." Gruthecóatl se sentó en su cama, viendo como el rubio se ponía un poco nervioso.
"No es que quiera ser descortés, pero no tenemos mucho tiempo..."
"Ya me lo imagino, no necesitas explicarlo." La dragona lo interrumpió, ganándose un leve asentimiento como respuesta. "El problema es que la historia es demasiado larga, ¿por dónde debería empezar?" Ella se llevó una mano al mentón mientras pensaba con detenimiento.
"En el cuento se habla de una traición. Creo que es un buen punto en el cual comenzar." Comentó el rubio, ganándose un asentimiento por parte de la mujer.
Su típica expresión despreocupada cambió a una mucho más seria cuando comenzó a recordar su pasado.
Y de esa manera, su relato comenzó...
"Me llamo Murata, es un placer conocerte." Una Murata que lucía un poco más joven le tendió la mano a Gruthecóatl, quien se veía igual que en el presente.
"¿Eres una Diosa? ¿La Orden Celestial quiere molestarme de nuevo? ¿No tuvieron suficiente con encarcelar a mi progenitor y encerrarme en mi propia pirámide?" La dragona se le quedó mirando con el ceño fruncido, algo que hizo vacilar la sonrisa de la futura Arconte.
"En primer lugar, la encarcelación del Verdadero Soberano Primordial fue hace muchos milenios. En segundo lugar, me ofende muchísimo que me pongan en la misma bolsa que esos tontos." Respondió la Diosa, un tanto ofendida.
"¿Oh? ¿Entonces por qué una Diosa decide bajar de Celestia para hablar conmigo?" Preguntó la dragona, ahora más interesada en su invitada especial.
"Tengo entendido que perdiste la guerra para mantener tu territorio. Pero el Soberano Primordial ha muerto hace un par de décadas, la Orden Celestial se está derrumbando en consecuencia y la Arconte Pyro actual se encuentra debilitada..."
"Ve al grano." Gruthecóatl la interrumpió, haciendo que la sonrisa de la Diosa volviera a temblar.
"¡Solo quiero ofrecerte mi ayuda para que gobernemos juntas!" Exclamó Murata un tanto exasperada por la actitud cortante de la dragona, quien no pudo evitar sorprenderse ante la propuesta.
"¿Eres fuerte?" La pregunta repentina hizo que el enojo de Murata se transformara en sorpresa.
"Más de lo que imaginas." Ella respondió con decisión, esbozando una media sonrisa.
"Usurpar a la usurpadora, ¿te gusta como suena eso? Me gusta." Gruthecóatl por fin estrechó la mano con Murata, quien tan solo profundizó su sonrisa ante el gesto.
"¡Volvámonos las mejores Arcontes que Teyvat haya visto!"
Varios años más tarde...
"¡Salud!" Ambas mujeres chocaron sus copas con alegría en la habitación que se encontraba en la cima de la pirámide.
"¿Crees que la Orden Celestial se movilizará contra nosotros en algún momento?" Preguntó Murata, quien probó el vino con sus labios una vez terminó la pregunta.
"No lo creo. Ya pasaron más de dos décadas desde que tomamos el control de Natlan. Por lo visto están mucho más ocupados con el gran desorden que hay en las demás regiones." Gruthecóatl dio su punto mientras giraba su copa con delicadeza.
"Je..." Murata no pudo evitar reírse ante la declaración. "¿Quien diría que la Nación de la Guerra se convertiría en el territorio más próspero de Teyvat?" La sonrisa de Murata cambió a una expresión algo oscura. "Que aburrido..."
"¿No te gusta este momento de paz que estamos atravesando?" Preguntó la dragona con cierto asombro tras escuchar esas palabras.
"No es eso a lo que me refería, solo creo que es aburrido no hacer nada." Murata volvió a su sonrisa habitual, dejando que Gruthecóatl analizará su respuesta.
"No es que no tengamos nada para hacer..." El comentario de la dragona se ganó la atención de la Diosa. "Ya han pasado muchos años desde que trajimos a los dragones de vuelta. Ellos se unificaron con los humanos, pero aún así no parece que las razas logren conciliar un armisticio..."
"Es algo natural que haya rencor. Los dragones fueron expulsados de su tierra por los humanos y la anterior Arconte. Tú fuiste la que le dio el golpe final a tu usurpadora y de seguro eso hace que los humanos también se sientan amenazados, sin importar que buscas la unificación." Comentó Murata con ligero desinterés, ya que los asuntos políticos nunca fueron muy llamativos para ella.
"Lo más seguro es que nunca pueda llegar a sus corazones si sigo de esta manera..." La dragona comentó mientras observaba el techo de su habitación. "¿No podrías hacerte cargo de eso?" La pregunta repentina hizo que Murata la mirara con suma sorpresa.
"¿Quieres que instruya a los humanos por mi cuenta?"
"Tu eres una Diosa, así como su anterior Arconte. Además, no fuiste la última cosa que vieron antes de que su líder terminara con la cabeza carbonizada." Gruthecóatl bajó su mirada, esbozando una sonrisa cubierta de colmillos. "Sé que no te gusta mucho meterte en estas cosas y prefieres hacerte cargo de la milicia, pero creo que eres la mejor para hacer esto." Murata dejó la copa a un lado, su rostro serio indicaba que estaba debatiendo todas las posibilidades.
Después de varios segundos de silencio, la Diosa alzó el rostro con su típica sonrisa simpática.
"Creo que esto puede ser menos aburrido de lo que parece." Declaró Murata, ensanchando un poco más su sonrisa.
"¿Lo dices en serio?" Gruthecóatl se levantó de su asiento para demostrar su emoción.
"¡Por supuesto, confía en mí!" Exclamó la Diosa con completa confianza, ganándose una sonrisa como respuesta.
"Je, no necesitas pedir que confie en ti." La dragona volvió a su asiento, haciendo que una sonrisa radiante decorara su bello rostro.
"Después de todo, eres mi mejor amiga."
De vuelta al presente...
"¿Y qué pasó después?" Preguntó Aether, muy interesado en la historia.
"En vez de ayudarme, ella puso a todos los humanos en mi contra. Se convirtió en su líder y no tardamos mucho en comenzar la guerra." Gruthecóatl dejó pensando a Aether tras la respuesta que recibió.
"Entonces, ella te traicionó por poder..."
"No eres tan listo como pareces." La dragona lo interrumpió, ganándo una mirada confusa por parte del rubio. "Murata no está interesada en el poder. Lo único que busca es armar guerras. Incluso estuvo dispuesta a traicionar nuestra gran amistad con tal de seguir divirtiéndose." Gruthecóatl hizo una pequeña pausa, su mirada se puso más seria de lo normal. "En resumen, ella es una belicista enferma que no le importa nada más que sus locos juegos retorcidos."
Lo único que hizo Aether fue quedarse en silencio, sin saber que hacer o decir. Le parecía sumamente imposible sacar una deducción correcta con las dos diferentes versiones, ya que ninguna parecía tener algún hueco.
"¿Tú qué piensas?" El rubio llevó la mirada a Tonalli, quien se sobresaltó un poco al escuchar su nombre.
"Pues...yo..."
"No es necesario que estés tan nervioso. Nadie va a comerte." La dragona decidió hablar para romper el gran sofoco que estaba recayendo sobre Tonalli, algo que pareció funcionar.
"Para ser sincero, yo conocía la historia narrada a través de los poemas, pero nunca obtuve tantos detalles..." Tonalli bajó la cabeza, su mirada lucía completamente seria. "Aún no sé a quién debo creerle..."
"Esa es la búsqueda que decidiste tomar. Siempre la he respetado." Comentó Gruthecóatl con calma.
Tonalli no le respondió, lo único que hizo fue mirarla en silencio.
"Entonces..." Aether retomó la conversación. "¿Ya puedo empezar a hacer preguntas?" Preguntó con detenimiento, ganándose una sonrisa bastante característica por parte de la mujer.
"Todavía no hable sobre una parte específica de mi hogar." La respuesta inesperada sorprendió a Aether.
"¿Pero ya no me mostraste toda la pirámide?"
"Aún falta la parte más interesante." Gruthecóatl fijó su mirada en Tonalli. "¿No es así, Tonalli?" Las escamas del joven se erizaron tras escucharla.
"Lo siento, necesito tomar algo de aire." Tonalli se levantó y se fue sin decir nada más, algo que dejó muy confundido a Aether.
"¿Alguna vez escuchaste la palabra mazmorra?" Aether volvió su atención a ella, poniéndose bastante serio.
"Por supuesto."
"Eso me ahorra explicaciones. Las mazmorras se encuentran debajo de la pirámide." Los ojos de la dragona brillaron con gran peligro por lo que estaba a punto de decir. "Aunque más que unas mazmorras, son unas catacumbas."
"¿Catacumbas?" Preguntó un Aether confundido.
"Así es. Ya que ese lugar termina siendo las tumbas de todos los humanos que rompen las reglas." El comentario de la dragona sorprendió a Aether.
"Entonces, es cierto que tratas a todos los humanos como basura..."
"No se que te habrá dicho esa mujer..." Gruthecóatl lo volvió a interrumpir. "Es cierto que mato a todos los humanos, pero solo lo hago porque son criminales. ¿Recuerdas? Dije que lo hago con aquellos que rompen las reglas." Gruthecóatl alzó uno de sus dedos escamosos para hacer énfasis en sus palabras. "Estos humanos vienen a mis tierras y buscan robar mis recursos, ¿cómo quieres que reaccione? ¿Sabes bastante bien quien es la que les está ordenando robarme, verdad?" Aether tan solo bajó la mirada, sus ojos reflejaban lo que sentía en estos momentos.
"Aún así, matarlos..."
"Esto es Grutheka." Gruthecóatl lo volvió a interrumpir. "Si no estás conforme con mis reglas, entonces puedes largarte sin problemas." El rubio se quedó sin palabras ante la declaración que no dejaba lugar a discusiones. El tono áspero de la mujer lo dejó más que claro.
"Entonces, ¿querías hacerme algunas preguntas?" Gruthecóatl retomó la conversación, su tono relajado habitual permitió que el momento entre ambos no se pusiera tenso.
"Para ser sincero, me has respondido muchas de ellas con tu última respuesta..." Comentó Aether con algo de seriedad. "Pero, me gustaría saber como piensas acabar con esta guerra."
"Eso es algo obvio, ¿no? La única manera de terminar con esto es que Murata muera. De no ser así, la guerra continuará incluso si muero." Declaró la mujer con completa seriedad, aunque su expresión se relajó notoriamente por lo que estaba a punto de decir. "Pero la realidad es que difícilmente podría matarla, ya que estamos al mismo nivel. En el peor de los casos, viviriamos las dos." Concluyó mientras sacudía su mano con desdén.
"Espera, ¿por qué sería malo que vivieran las dos? ¿No buscarías exactamente lo contrario?" Preguntó Aether algo confundido, haciendo que la dragona se pusiera seria.
"No lo entiendes..." Gruthecóatl llevó su mirada hacia la ventana más cercana, su rostro sostenía una mirada solemne. "Ella no puede matarme sin morir, yo no puedo matarla sin morir. El mejor de los casos sería que ambas muriéramos. Esa es la única salida para este problema." Aether la observó en silencio, y ver la decisión y seriedad en sus ojos lo convenció.
No es que ahora creía en ella.
Solo estaba seguro de que esa última parte no era una mentira.
"¿Y si yo te ayudara?" La pregunta repentina de Aether sacó una sorpresa en Gruthecóatl.
"¿Me estás proponiendo una alianza?" Preguntó la dragona, la sonrisa volviendo a su rostro.
"Aún no sé muy bien qué es lo que debo hacer, pero creéme que sabrás mi decisión tarde o temprano." Comentó Aether, devolviéndole la sonrisa.
"En ese caso, soy todo oídos." Respondió Gruthecóatl con emoción.
_ SALTO DE LÍNEA _
Grutheka
Varios minutos más tarde...
Tonalli y Canek se encontraban afuera de Grutheka. Ambos estaban algo distanciados mientras usaban la pared escalonada de la pirámide como asiento. El silencio entre los dos individuos significaba mucho más que eso.
La tensión ultra pesada e incómoda entre ellos era más que evidente, ni siquiera podían mirarse al rostro.
Ese momento pesado por fin llegó a su fin cuando Aether salió junto con Gruthecóatl. El rubio y la dragona estaban hablando tranquilamente, algo que les llamó la atención, por lo que no tardaron en ponerse de pie.
"¡Fue muy interesante hablar contigo! ¡La próxima vez que vengas, espero que tengamos una charla más informal!" Exclamó la mujer entre risas, para luego darle un fuerte golpe en la espalda a Aether, quien no pudo evitar reírse con cierto nerviosismo.
"¿Ya terminaron?" La pregunta de Tonalli hizo que ambos se enteraran de su presencia.
"Me gustaría seguir discutiendo ciertas cosas, pero no tenemos más tiempo." Aether fijó su mirada en Gruthecóatl tras sus palabras. "Prometo volver dentro de un par de días."
"De acuerdo, saben que son bienvenidos." La dragona asintió, para luego fijar su mirada en Canek. "Los dejo en tus manos."
"¡Si!" Canek respondió con pose firme.
Gruthecóatl se cruzó de brazos y observó en silencio como el trío se alejaba. Una sonrisa de lado emergió de sus labios tras fijar su mirada en Tonalli.
"No pareces tan cobarde como lo eras antes..." Pensó la mujer, recordando los viejos tiempos.
Sus ojos se cerraron y un último pensamiento cruzó por su mente:
"Pero sigue sin ser suficiente."
_ SALTO DE LÍNEA _
Natlan
Un tiempo más tarde...
No fue problema volver a la fortaleza. Canek hizo saber a todos que nadie debía hablar sobre la visita de Aether y Tonalli. Luego de eso se fueron al otro lado del puente y compartieron toda la información con Itto. Tampoco sirvió demasiado, ya que el Oni no se especializaba en deducción, y, de hecho, incluso se emocionó por la historia tan impresionante, algo que sacó una gota de sudor nerviosa tanto al rubio como al dragón.
No pasó mucho tiempo para que los soldados humanos volvieran al fuerte. Todos lucían confundidos e incluso impresionados, y no tardaron en narrar todo lo sucedido.
En resumen, había montones de Hilichurls inconscientes acomodados en una gran pila, contaron que eran más de treinta. Lo sorprendente no era el número, si no el hecho de que ya habían sido derribados cuando llegaron allí, sumado al hecho que estaban acomodados de una forma muy rara. En ese momento, Aether dijo que lo más seguro había sido obra de sus compañeros, ya que también habían salido a explorar un poco, y por ende no era necesario comunicar nada a Murata, algo que logró convencer a los hombres.
Obviamente este plan se había llevado a cabo desde que se separaron en el volcán, y los tres integrantes se alegraron que el grupo de Sara haya logrado cumplir su objetivo secreto sin llamar mucho la atención.
En estos momentos, Itto se encontraba haciendo una carrera consigo mismo con la ayuda del Burticol, yendo a una velocidad extraordinaria. No muy atrás de él se encontraban Aether y Tonalli. El viajero no era tonto, y notaba que el dragón habia estado actuando raro desde que hablaron con Gruthecóatl.
"¿Te sientes bien?" La pregunta repentina hizo que Tonalli lo mirara con ligera sorpresa, por lo que la velocidad del Burticol se redujo en gran medida.
"Uh, ¿tanto se nota?" El joven respondió con otra pregunta, luciendo algo avergonzado. "No te preocupes, solo son cosas del pasado..." Tonalli volvió su mirada al frente, y en esta ocasión se veía mucho más serio.
"¿Tiene algo que ver con Gruthecóatl?" La pregunta de Aether hizo que los labios de Tonalli se fruncieran.
"Cuando era mucho más joven, ella me metía en el subterráneo..." Los dientes de Tonalli se apretaron con fuerza cuando los gritos de desesperación, y la gente cubierta en llamas se encontraban por doquier. "Digamos que... no era algo muy agradable." Concluye, esbozando una sonrisa algo forzada.
"Seguro fue una pesadilla." El rubio asintió para sí mismo, para luego observar al dragón con detenimiento. "Pero, ¿por qué ella te obligó a que vieras todo eso?" Preguntó con interés.
"Supongo que lo hizo para volverme fuerte." El rubio lo observó con algo de confusión tras su declaración. "No solo lo hizo porque quería que fuera su general, si no también por el hecho de que soy su hijo." Esas palabras sorprendieron bastante a Aether, pero decidió no comentar nada al respecto.
Después de todo, Tonalli no se veía muy cómodo hablando de su pasado.
_ SALTO DE LÍNEA _
Natlan
Algunos minutos más tarde...
"¿Ya estamos todos?" preguntó Ayato, viendo que el grupo de Aether por fin se unía a ellos.
"Todavía falta Diluc." Comentó Aether, notando la falta del pelirrojo.
"¿Lograron encontrar algo interesante?" Preguntó Sara con su típica seriedad.
"No realmente. Por lo que logré deducir, Murata nos estuvo ocultando una cosa, pero no es lo suficientemente grande como para sacar conclusiones. Además, ni siquiera se lo puedo preguntar, de lo contrario sabría que estuvimos del otro lado." Comentó Aether, quien se cruzó de brazos.
"¡¿Pero qué dices?! ¡Ella les narró una gran historia!" Exclamó Itto con emoción, algo que puso los ojos en blanco tanto a Tonalli como a Aether.
"¿Una historia?" Preguntó Gorou con ligero interés.
"Fue sobre el pasado. Y como esperábamos, ambas versiones chocan entre sí." Respondió Aether, haciendo un gesto con sus manos para hacer énfasis en sus palabras.
"En resumen, una de ellas nos está mintiendo." Agregó Sara como ocurrencia tardía, haciendo que muchos bajaran la cabeza.
"El problema es que ya hicimos todo lo posible y nos encontramos en un punto muerto..." Comentó Ayaka un tanto desanimada.
Los demás se sintieron igual, ya que no encontraban la manera de progresar.
"¿Van a rendirse tan rápido?" Todos alzaron sus miradas, viendo como Diluc hacía acto de presencia.
"¡Diluc! Me alegra que estés bien." Comentó Itto con una sonrisa dentuda que rápidamente cambió a una expresión bastante preocupada. "Pero, ¿qué les pasó a tus manos?" El Oni hizo la pregunta que todos pensaban, ya que los guantes del hombre estaban cubiertos de sangre.
"Descuiden, no es mi sangre." Respondió Diluc con naturalidad.
"No sé si eso debería tranquilizarme..." Comentó Kokomi con una sonrisa vacilante.
"Entonces, ¿qué sucedió?" Sara hizo la pregunta que todos tenían en mente, haciendo que la seriedad habitual del hombre se transformara en un profundo ceño fruncido.
"¡Por fin gané una ronda!" Murata se levantó de su asiento para demostrar su alegría.
Paimon no parecía muy feliz de perder, mientras que Venti y Ei se encontraban jugando a las cartas entre ellos. Era curioso ver que ni siquiera habían prestado atención a su grito de victoria, puesto a que estaban demasiado concentrados en su propia encrucijada.
"¡PUM!"
Pero ese momento quedó en la nada cuando la puerta fue abierta de una manera repentina.
"¿Oh? ¿Ya terminaron de explorar?" Preguntó Murata, aunque su sonrisa cambió al instante tras notar la mirada penetrante que le estaba entregando Aether.
"¿Qué demonios hacen los Fatui en este lugar?"
¡FINAL DEL CAPÍTULO!
¡Espero que lo hayan disfrutado!
En el próximo capítulo vendrá algo de contenido variado. Seguramente haya más avance en la trama junto con algunos momentos románticos de la pareja principal (quizás haya lemon, pero no estoy seguro).
¡Nos vemos dentro de tres días para el próximo capítulo!
