¡Aquí me presento con un nuevo capítulo!
Gracias al apoyo de Surfysun tendremos dos capítulos seguidos de esta historia, personalmente quiero agradecerte por seguir apoyándome.
Si quieres que esto sean tres capítulos consecutivos, o si quieres darle un capítulo extra a cualquiera de mis historias que están en desarrollo, entonces te invito a volverte miembro de mi Patre-on, puedes encontrarme como: Jyanzein. La membrecía cuesta sólo un dólar.
Como no hay reviews, vamos directo al capítulo.
¡Disfruta!
El ruido de las gotas de agua hizo eco en las aguas termales. El alba emitió una presencia relajante en aquel clima caluroso y repleto de vapor. La sensación del aire caliente y la naturaleza en su más claro esplendor estaba presente en toda la zona, pese a los pequeños tablones que estaban distribuidos a lo largo de la zona. Unos pies se posaron sobre la orilla de una de las tantas aguas termales que había en el sitio.
—¡Qué bien se siente! —Un suspiro cubierto de placer emergió de Ayaka cuando dejó caer su cuerpo sobre el agua. Ella llevaba solo una toalla que rodeaba su cuerpo, al igual que todos los que se encontraban allí.
—Un poco de descanso nunca viene mal. —Sara se colocó a su lado, su rostro lucía más serio que el de su amiga, pero aún así el rastro de serenidad en sus facciones eran fáciles de notar.
—¡Vamos, no seas tímido, Gorou! —Kokomi se rió mientras le arrojaba agua a su más fiel amigo, quien sólo podía cubrirse con sus manos, una vista que fue bien recibida por todos.
Itto se encontraba en otro de los posos mientras reía como un tonto y le daba un par de palmadas en la espalda a Tonalli, quien se notaba algo incomodo. No se debía por el humor recurrente de su amigo Oni, el problema radica que estaban rodeados de muchas nativas de Natlan que estaban devorándolos con la mirada, ya que ambos tenían un físico sorprendente.
—¿Es que no se entera? —Tonalli se planteó en sus pensamientos con los ojos en blanco—. ¡Por favor, sálvame!
Murata, quien se encontraba sentada en uno de los tablones, observó como su guerrero más fiel le entregaba una mirada que gritaba "¡socorro!", pero ella simplemente sonrió y alzó la copa que tenía entre sus manos. La Diosa solo le indicó que disfrutara el momento, pero el hecho de que Tonalli haya comenzado a llorar cómicamente dejaba bien en claro que no le agradaba mucho este tipo de situaciones.
Diluc se encontraba apoyado contra un árbol con los ojos cerrados. La serenidad en su rostro era palpable. Desafortunadamente esa tranquilidad no duró mucho tiempo, ya que una poderosa ráfaga de viento lo empapó por completo. Su ceño habitualmente imperturbable dio indicios de cambio cuando abrió sus ojos. Su mirada se fijó en cierto Bardo, quien solo estaba mirando hacia otro lado mientras chiflaba con inocencia, y a su lado se encontraba Ayato, quien solo se podía frotar el cabello con vergüenza.
Ei y Aether se encontraban algo separados del alboroto. Ambos observaban con cierta diversión como Paimon se encontraba con los ojos en forma de espiral al borde de las aguas termales.
—Creo que la temperatura fue demasiado para ella. Bueno, no es cómo si fuera la primera vez que termina así. —Aether comentó, apenas siendo capaz de aguantarse la risa.
—¿Tus aventuras siempre terminan de esta manera? Parece que nunca te aburres. —Ei apoyó la noción implícita de su amado, a lo que el rubio la miró.
—Estoy de acuerdo con eso, pero a veces solo me gustaría llegar a un lugar nuevo y pasarlo bien. Ya sabes, sin que haya un dragón loco, blasfemias, o guerras. Solo algo normal. —Aether se inclinó de hombros al final, algo que suavizó un poco el rostro de Ei.
—¿Siempre tenías esos momentos con tu hermana? —La pregunta de la Diosa hizo que Aether se pusiera un tanto melancólico, pero pronto una sonrisa emergió de su rostro.
—En realidad solíamos pelear por todo, desde qué mundo queriamos visitar, hasta quien era el primero en probar una nueva comida. —La sonrisa del rubio decayó progresivamente cuando los recuerdos actuales lo golpearon—. Pero esta es la primera vez que nos peleamos de esta manera...
—Lo solucionaran. —Aether llevó su mirada a Ei tras escuchar sus palabras, quien le estaba entregando una dulce y cálida sonrisa—. No existe un vínculo más fuerte que el de la familia. Nunca olvides eso.
Una sonrisa emergió en el rostro del viajero.
—Lo sé. —Aether tomó su mano debajo del agua, a lo que la sonrisa de Ei se profundizó a la vez que un tenue rubor se extendió por sus mejillas—. Por cierto, te ves muy bonita con solo esa toalla rodeando tu cuerpo.
—Aether, no es el momento para que seas cochino.
—¿Qué? Solo dije que te ves bonita...
25
EL ÚLTIMO ENSAYO (PARTE FINAL)
Ya habían pasado varios días, y el ritual estaba cada vez más cerca.
El sol ya se encontraba en su momento más álgido, y los habitantes de Natlan lo estaban disfrutando, salvo que algunos lo hacían más que otros. Un claro ejemplo de esto eran Itto y Tonalli, que estaban conduciendo unos Burticoles mientras se deslizaban a todo velocidad entre los caminos que habían sido tallados en el enorme volcán.
—¡Ten cuidado, recuerda que aunque el Burticol es un ser consciente tú eres quien controla sus movimientos! —Tonalli le advirtió, pero solo recibió una gran risa cubierta de energía como respuesta.
—¡Estás cosas son increíbles! ¡A partir de ahora agregaré una sección para los Burticoles en mi torneo de Escaradiablos! —Itto alzó su mano con gran emoción tras su veredicto.
—¿Qué demonios es un Escaradiablo? —Se preguntó Tonalli internamente.
Aether se encontraba a los pies del volcán, observando cómo unos destellos rojos viajaban entre los caminos de lava a una gran velocidad.
—Parece ser que se están divirtiendo. —Concluyó, para luego enfocar su mirada hacia el frente. Sin duda este tipo de entrenamiento le parecía más interesante que esas cosas del diablo.
Paimon se encontraba a su lado, ambos observando la confrontación entre Ei y Murata en silencio.
La Diosa Pyro se encontraba usando un mandoble de un color rojo llameante, mientras que la Diosa Electro estaba usando su lanza. Las armas chocaban entre sí con suma hostilidad, generando diversas chispas. Ambas se movían y corrían para evaluar los movimientos de su enemigo antes de que sus armas compartieran algunos choques electrizantes y flameantes. El choque de sus poderes era lo suficientemente fuerte como para causar leves perturbaciones en la zona de entrenamiento, aunque era obvio que estaban lejos de usar todas sus fuerzas.
—No pareces tú con esa cola de caballo. —Murata hizo énfasis en el cabello de Ei antes de verse obligada a retener un golpe de la susodicha.
—Aether dijo que me queda bien. Además, creo que también me ayuda a que mi pelo no me moleste durante el combate. —Respondió Ei con una sonrisa, para luego romper la postura cuando empujó el mandoble con las intenciones de atacar de nuevo. Murata pudo bloquearla otra vez, pero en esta ocasión sus pies dejaron un pequeño camino de destrucción a su paso.
—¿Oh? ¿Ya quieres subir el nivel? —Una sonrisa afilada cruzó por los labios de Murata cuando se aferró al mandoble con aún más fuerza—. Me parece bien.
Las dos Diosas se acercaron a toda velocidad y generaron una gran colisión. Aether se quedó imperturbable a pesar de las rafagas que chocaban contra su cuerpo, pero Paimon no tuvo la misma suerte. La pobre hada salió volando con un grito desgarrador mientras las dos Diosas iniciaban un enfrentamiento un poco más serio, por lo que sus poderes Pyro y Electro comenzaron a chocar con fuerza a medida que corrían a lo largo del campo de batalla, produciendo grietas y cráteres en cada impacto.
—Si, definitivamente este campo de batalla quedará inútil si se siguen emocionando como la vez anterior. —Aether pensó con cara de palo mientras una gran cantidad de escombros pasaban a su alrededor.
—¡Oye, detenlas antes de que Paimon desaparezca! —Gritó Paimon mientras se sujetaba de un arbusto.
Aether la escuchó a la perfección, pero su falta de reacción se profundizó aún más cuando el mandoble de Murata pasó volando a su lado.
—No, gracias. —Respondió el rubio mientras sudaba de manera cómica.
Un impacto más prominente que el anterior resonó en el campo de batalla. Murata dejó una pequeña línea de destrucción con sus pies, sus brazos estaban cruzados en X, y su vestimenta lucía un poco dañada. Una leve mueca de dolor cruzó por sus labios, pero rápidamente sus labios se curvaron en una sonrisa. La Diosa apretó sus manos con fuerza y las bajó a gran velocidad, haciendo que una gran cantidad de hilos de fuego emergieran entre sus manos. Eso no fue lo único que cambió, ya que su cabello se encendió en llamas. Ei ajustó su postura de combate, entendiendo que el enfrentamiento podría ser un poco peligroso a partir de ahora.
—Es la primera vez que la veo utilizar tanto poder. —Aether colocó una mano sobre su mentón mientras analizaba lo que estaba aconteciendo.
La sonrisa algo salvaje de Murata se ensanchó justo antes de abalanzarse contra Ei, dejando una gran estela de llamas doradas a su paso. La velocidad fue considerablemente mayor, por lo que Ei se vio forzada a entrecerrar sus ojos y usar gran parte de sus reflejos.
Los ojos de Aether se ensancharon cuando vio como Murata extendió una de sus manos para intentar atrapar a Ei con esos extraños hilos hechos de llamas doradas, pero Ei fue lo suficientemente rápida para esquivarla. A Murata le resultó difícil seguir su velocidad, pero rápidamente arremetió con su otra mano con la esperanza de que sus hilos la atraparan. Ei se agachó para volver a saltar, pero a diferencia de antes no pudo hacerlo.
Pero no fue porque no haya sido lo suficientemente rápida.
Aether se dio cuenta de ese detalle, así como Murata, quien llegó a cancelar su ataque justo antes de que golpeara a Ei, quien cayó al suelo con una rodilla.
—¿¡Te encuentras bien!? —Aether no tardó en acudir a su amada al notarla algo aturdida, a lo que Murata y Paimon solo se quedaron al margen.
—Hum, yo... no lo sé... —Ei se intentó levantar luego de su vaga respuesta, pero lo único que hizo fue caer con sus dos rodillas.
—¿Quizás comiste algo en mal estado? —Preguntó Paimon al notar su rostro pálido.
—Soy una Diosa, no puedo enfermarme con esas cosas... —La explicación de Ei quedó a medias cuando se sostuvo el abdomen—. Espera, ¿si puedo hacerlo?
Ei se replanteó con suma confusión al notar las náuseas que estaban creciendo cada vez más.
—Bueno, esto es realmente extraño. —Murata se colocó una mano sobre su mentón tras presenciar el asunto—. Lo mejor sería tomar un descanso estos días. No falta mucho para el comienzo de la guerra y no me gustaría que estuvieras en malas condiciones.
—No te preocupes, estaré bien. —Respondió Ei con confianza.
—Si, vuelve a decirme eso después de que te puedas mantener de pie por ti misma. —Declaró Murata con una sonrisa suave al notar cómo Ei se apoyaba sobre Aether.
—Ella tiene razón. Tomémonos un descanso por hoy. —Aether demostró que estaba de acuerdo con Murata, a lo que Ei no tuvo más remedio que asentir.
Aether se acercó a Ei para extenderle una bandeja cubierta de alimentos. Ambos estaban compartiendo el almuerzo en la cama de la Diosa. La única ventana del dormitorio irradiaba la única luz, aunque era lo suficientemente fuerte como para iluminarlos.
—¿Ya te sientes mejor? —Aether preguntó. Su amante dejó los cubiertos sobre la bandeja para mirarlo.
—Solo fue algo momentáneo. —Ella afirmó, su rostro estaba iluminado como era habitual, ya que nunca podría acostumbrarse al perfecto sabor de la comida que le preparaba Aether.
—Muy bien, pero avísame si vuelves a sentirte así. —Aether continuó comiendo tras sus palabras, a lo que Ei lo miró.
—Estos últimos días me he sentido un poco rara, ¿crees que es por estar desayunando tantos dulces? —Esa pregunta hizo que Aether la mirara inquisitivamente.
—Antes dijiste que la comida no te afectaba.
—Lo sé, pero por cómo me he estado sintiendo no puedo evitar pensar que quizás esté un poco equivocada. Honestamente, ya no sé qué pensar... —Ei dibujó una mirada pensativa en su rostro tras la declaración.
—¿Nunca has tenido ese tipo de dolores o náuseas? —Preguntó un Aether intrigado, a lo que Ei asintió.
—Antes tuve problemas con venenos muy concretos y poderosos, o con ciertos enemigos extraños que me inducían un tipo de corrupción sobre mi cuerpo. —Ei sostuvo su mentón con una mano mientras explicaba.
—¿Y cómo lo solucionaste? —La intriga del viajero cambió a interés tras hacer esa pregunta.
—No lo solucioné, siempre acudí a Yae para eso. Ella tiene un gran conocimiento sobre este tipo de cosas, en especial en los venenos." Aclaró Ei, a lo que Aether solo pudo asentir.
—Entonces, supongo que no nos queda más opción que esperar a que ella te dé un diagnóstico. Mientras tanto, quizás no debas esforzarte demasiado. —Comentó Aether.
—De todas formas, todavía no entiendo como llegamos a este punto. Quizás haya sido por culpa de alguna de nuestras expediciones a esas extrañas ruinas antiguas... —Declaró una Ei pensativa mientras comía con tranquilidad.
—Probablemente. Pero solo nos queda esperar a Yae por si sabe como solucionarlo.
Ei lo miró con cierta curiosidad tras escuchar sus palabras.
—Hablando de eso, ¿cuando llamaras a la Relajatetera?
—Creo que unos tres días antes de la guerra estaría bien. —Aether se quedó un tanto pensativo tras su propia afirmación—. Hablando de eso, ¿realmente quieres enfrentarte a Capitano? Porque debido a tu situación actual...
—Es cierto que estoy un poco debilitada, pero aún sigo estando muy por encima de los Fatui. —Ei lo interrumpió—. Además, recuerda que no iré sola.
—Si tú lo dices... —Aether solo se inclinó de hombros mientras continuaba comiendo.
—Ahora que hablamos sobre la guerra, ¿ya sellaron los términos con Murata? —La pregunta hizo que Aether dejara el tenedor a centímetros de su boca. El rubio cerró su mandíbula y una expresión algo conflictiva lo adornó.
—Si hablamos de términos, lo cierto es que la idea y el plan no ha cambiado desde entonces, salvo que agregamos a Itto y Shenhe a la ecuación. Es demasiado bueno como para agregarle más cosas nuevas. Estoy seguro que no tendremos problemas para vencer a Gruthecóatl.
—¿Pero...? —Ei agregó al notar la indecisión característica de su amante cuando se enfrentaba a sus propios ideales.
—Pero Murata quiere matarla para asegurarse de que no hayan más guerras. No me lo ha expresado de una manera tan abierta, pero estoy seguro que piensa de esa manera. En lo personal, no creo que necesitemos llegar a ese extremo para detener la guerra. De hecho, creo que podría ser peor. —Aether dio su punto de vista sobre la situación mientras comía.
—¿Lo dices por todos aquellos que siguen a Gruthecóatl? —Cómo siempre, Ei demostró que tanto se comprenden mutuamente cuando encontró la raíz de sus preocupaciones sin mucha dificultad.
—Temo como puedan reaccionar si ella muere. Además, quizás Murata no pueda apaciguar todo el odio que se genere a través de eso. —Ei no pudo evitar sonreír tras observar lo preocupado que él se encontraba por toda esa gente.
Aether no pudo hacer otra cosa que sonrojarse cuando Ei le dio un beso sobre su mejilla.
—Eres demasiado amable y noble. Gracias a eso es que Inazuma aún sigue en pie. —Ei apoyó su cuerpo contra el suyo, para luego colocar su cabeza sobre su hombro—. Pero debes tener en cuenta una cosa...
Aether observó a Ei con detenimiento tras notar como de su tono dulce emergió algo de seriedad.
—Habrá personas que quieran aprovecharse de esa amabilidad y nobleza. Cuando llegue ese momento, debes prometerme que dejarás de actuar como un héroe, y serás un líder. —Ei se separó un poco y lo tomó de las mejillas con fuerza—. ¿Puedes hacerme ese favor?
Aether se conmovió ante la mirada tan preocupada y adorable que le estaba entregando su tan preciada Diosa. Era obvio que ella intentaba lucir cómo alguien seria, pero la gran preocupación que tenía por él solo la hacía ver como alguien hermosa.
—No-no lo entiendo del todo... —Aether comentó con algo de dudas.
—Lo entenderás cuando llegue el momento. Solo quiero que me lo prometas. —Aclaró Ei, una delgada sonrisa cruzó por sus hermosos labios.
—Lo prometo. —Aunque Aether aún tenía dudas, no hubo vacilación alguna en sus palabras.
La sonrisa de Ei se profundizó a medida que una expresión facial amorosa y sensible tomaba control sobre su rostro. La Diosa no dijo nada, solo lo besó con sumo cariño y cuidado. Aether no dudó en responder al gesto tan amoroso y delicado que le estaba entregando, y ambos se enfrascaron en un precioso beso que duró una eternidad para ellos.
No importaba cuantas veces se besaran, este momento siempre sería muy especial para ellos.
El sol aparecía y se ocultaba a una gran velocidad. Los días pasaron, en donde algunos se dedicaron a charlar con los residentes de Natlan, mientras que otros exploraban la gran región. En esos días, Aether y Paimon hicieron algunas visitas a Gruthecóatl. El objetivo principal de dichas visitas era asegurarse de no cortar la comunicación con ella para que no sospechara. Ei continuaba con algunas molestias, por lo que sus enfrentamientos con Murata se hicieron menos regulares, para la consternación de esta última.
Ahora todos se encontraban reunidos en la residencia de la Diosa Pyro después de lo que fue esa última semana de descanso. La única que se encontraba sentada era Murata, quien observaba a todos sus invitados en silencio. El aire que se respiraba en el sitio era de una mezcla de tensión y ansiedad, una gran contraparte con los días anteriores. Solo algunos pocos se encontraban tranquilos, por no decir que la única persona que se encontraba así era Venti.
—Supongo que ya es hora... —Murata rompió el silencio, su mirada oscilaba hacia la ventana entreabierta. El aire mañanero arremetía con una sensación helada que ella pocas veces había sentido.
Todos llevaron sus miradas expectantes hacia Aether. El viajero juntó sus manos y cerró sus ojos. El ceño fruncido no tardó en aparecer en su rostro mientras su concentración subía a niveles que no muchos podrían lograr. No se necesitó mucho tiempo para que un pequeño tumulto de magia dorada se generara entre sus manos. La energía que estaba utilizando para invocar era tan grande que levantó un poco de viento a su alrededor, hasta que finalmente sucedió.
Aether abrió sus ojos, y todos observaron como la Relajatetera aparecía entre sus manos.
—¿Es un objeto? Pensé que hablabas sobre un ejército. —Comentó Murata con una mezcla de interés y confusión.
—El ejército está aquí dentro. —Aclaró Aether, algo que sorprendió un poco a la Diosa—. Además, ese no es el único ejército.
Si la curiosidad de Murata era alta, ahora podría estar rozando las nubes.
—¿De quienes se trata?
—Cómo ya sabes, los residentes de Inazuma se mudaron temporalmente hacia otro sitio. Ellos están aquí dentro, y su ejército será nuestro primer apoyo. —Aether alzó un poco sus manos para hacer énfasis en la tetera flotante—. El segundo ejército es la Geoarmada. Liyue tenía la tetera en su poder, y les dije que si llegaba a desaparecer es que necesitariamos apoyo. Lo más seguro es que tarden unos 3 días en llegar como máximo.
—Justo un día antes del "Ritual Escarlata"... —Comentó Murata mientras analizaba las palabras de Aether, hasta que finalmente sonrió—. Sabía que te habías hecho con el apoyo de muchas Naciones, pero nunca me imaginé que te ayudarían de tal manera.
Aether sonrió ante esas palabras, ya que le hizo recordar todos esos viajes que hizo a través de las regiones. De hecho, toda la gente que estaba aquí con él ahora es gracias a todo lo que había vivido. Por supuesto, eso incluye a su tan preciada Arconte Electro, la que sería no solo su compañera de aventuras, sino también su compañera de vida.
—Creo que los puntos principales ya fueron aclarados. —Ei tomó la atención de todos tras sus palabras—. Lo mejor ahora sería que vaya a explicar toda la situación actual para reclutar a mis hombres.
Murata asintió en comprensión, para luego mirar a todos.
—Ya sé que lo dije antes, pero muchas gracias por la ayuda. Realmente lo valoro demasiado, y espero que las cosas terminen de la mejor manera posible. —Concluyó la Diosa, a lo que la gran mayoría sonrieron.
Yae se encontraba haciendo su labor como siempre, Sara y Gordi la estaban acompañando, mientras que la Shogun Raiden se encontraba estudiando todos los papeles que firmaban o desechaban. La marioneta los observó, notando algo que se venía repitiendo desde hace algunas semanas.
—El papeleo se redujo en gran medida, ¿cúal es el motivo? —La pregunta hizo que Gordi y Sara alzaran su cabeza para mirarla, pero Yae continuó centrada en su tarea.
—Se nota que eres una creación de Ei, ya que tienes sus mismos defectos. —La Yokai se burló, a lo que la marioneta solo atinó a mirarla con curiosidad—. El papeleo se redujo en gran medida ya que las peticiones también lo hicieron. Eso sucedió porque todos ya se establecieron en este lugar y lo que más se busca ahora son encargos. Cómo el gremio de aventureros en Inazuma se destruyó, los únicos que podemos encargarnos de estos detalles somos nosotros hasta que la situación se estabilice por completo.
—Oh, ya lo entiendo. —La Shogun Raiden volvió su mirada a los papeles tras sus palabras.
Un pequeño silencio se presentó en la habitación mientras todos continuaban con sus labores.
—¿Cómo crees que les está yendo? —Sara rompió ese silencio, y no pasó ni más de un segundo para que algo sucediera.
Dos figuras doradas aparecieron justo al lado de Gordi. El brillo dorado se atenuo al instante y allí aparecieron Aether y Ei, ante la sorpresa de todos los presentes.
—De seguro ellos nos lo podrán explicar. —Comentó Yae con una leve sonrisa.
—Aunque me gustaría ser yo misma quien diera todos los detalles, necesito la ayuda de Yae por unos momentos. —Las palabras de Ei sorprendieron incluso a la misma Yae.
—¿Qué sucede? —Preguntó la Yokai con intriga.
—Es mi cuerpo. Siento algunos malestares un poco extraños. —Aclaró la Diosa, a lo que su mejor amiga asintió.
—Muy bien. Iremos a la enfermería para evaluarte con exactitud. —Yae se puso de pie, y Ei no tardó en seguirla.
—¿Mi madre se encuentra bien? —La marioneta se acercó a Aether, quien le sonrió tras notar el ápice de preocupación que se enmarcaba en su rostro.
—No te preocupes, solo son unas molestias menores. —Aether estiró su brazo para darle un par de palmaditas sobre su cabeza, a lo que la Marioneta solo atinó a dar una muy pequeña, pero visible sonrisa.
—Si vinieron, es porque sucedió algo, ¿no? Tengo entendido que aún faltan un par de días para "El Ritual Escarlata". —Aclaró Sara a lo que Aether la miró.
—Bueno, es una historia un poco larga... —Aclaró el viajero mientras se frotaba el cabello.
—No te preocupes, no estamos tan ocupados como antes. —Comentó Gordi, a lo que Aether simplemente asintió.
Ei observó hacia el exterior, cómo se encontraba en el segundo piso era capaz de ver varias construcciones desde la ventana. Sus ojos volvieron hacia el frente, su cuerpo yacía con gran parte de su torso expuesto mientras estaba acostada en la camilla de la enfermería. Allí estaba Yae, quien estaba revisando entre su escote para asegurarse de que no tuviera ningún problema cardiovascular.
—Creo que hay más cosas desde la última vez que estuve aquí. —Comentó Ei con una sonrisa, llevándose una mirada de Yae como respuesta.
—Los residentes por fin terminaron de establecerse aquí. Liyue nos ayudó en varias cosas para lograr eso. —Yae retomó su labor, sus palmas brillaban de un color violeta mientras descendía lentamente hacia su abdomen—. ¿Tuviste algún contacto con la "Ponzoña"?
—No lo creo. Estoy segura que debe ser algún tipo de veneno. —Respondió la Arconte Electro, a lo que Yae la miró de reojo.
—No sería extraño que no seas inmune a los tipos de venenos con los que nunca estuviste sometida, pero no hay manera. —Esa respuesta sorprendió a Ei, algo que Yae notó—. Si fuera un veneno, entonces es imposible que tu cuerpo tarde tanto tiempo en neutralizarlo.
—Entonces, ¿qué puede ser? —Preguntó una Ei muy extrañada.
—¿Cuán regular es esta molestia? ¿Es muy doloroso? —Preguntó Yae mientras seguía tocando su abdomen con cuidado.
—No lo sé, diría que no es regular. A veces aparece dos veces al día y después quizás no me molesta en 2 días. Y no es doloroso, solo son un poco de nauseas. Pero esas náuseas se profundizan cada vez que entreno, incluso una vez vomité. —Esas palabras asombraron un poco a Yae, quien continuaba con su labor.
—¿Cuánto te esfuerzas en el entrenamiento? —Las manos de Yae se detuvieron en su vientre tras hacer esa pregunta. Los ojos de la Yokai se ensancharon progresivamente mientras que Ei tarareaba en busca de una respuesta.
—Hmmm, me gusta entrenar bastante duro. —Respondió Ei con una sonrisa cubierta de inocencia, algo que desapareció ni bien vio el rostro de su mejor amiga.
Hacía muchísimos siglos que no la veía tan sorprendida, incluso se había olvidado que Yae podría ser tomada por sorpresa.
—¿Encontraste algo? —La Diosa demostró un tono preocupado tras notar el rostro de la Yokai, a lo que ella lentamente reaccionó. De pronto, una sonrisa zorruna apareció en el rostro de Yae, algo que confundió enormemente a Ei.
—Si que te gusta hacerlo bien duro, ¿verdad? —El rostro zorruno de Yae cambió a una expresión burlona tras esa pregunta.
—¿Qu-qué? ¿¡Qué tiene que ver eso con mi enfermedad!? —Ei podría ser bastante inocente, pero incluso ella sabía que esa pregunta estaba malintencionada. Y aunque ella intentó mostrarse seria, su leve tartamudeo y su cara completamente roja la delató por completo.
—No me creerías si te lo dijera. —Una mirada cubierta de complicidad cruzó por el rostro de Yae, algo que solo confundió a Ei.
—Ya veo, así que eso sucedió... —Sara se frotó el mentón mientras estudiaba la nueva información brindada por Aether.
—En ese caso, no duden en contar con nuestra ayuda. —Comentó Kaeya, quien había llegado junto con Shenhe justo para escuchar toda la conversación.
—Genial, porque necesitaremos toda la ayuda posible. —Aether asintió con una sonrisa, a lo que Kaeya simplemente sonrió, mientras que Shenhe... bueno, solo reaccionó como Shenhe.
—Con su permiso, me gustaría reunir el ejército. —Sara hizo una leve reverencia a la marioneta cuando se puso de pie.
—Estoy de acuerdo, seguro que mi madre quisiera actuar de esa manera y yo también creo que es la mejor opción. —La Shogun Raiden asintió, a lo que Sara respondió a su manera cuando profundizó su reverencia en muestra de respeto.
—¿Cómo estuvo tu entrenamiento y estadía? —Aether fijó su mirada en Shenhe.
—Ambas cosas fueron simples. Al final, integrarse a la sociedad no fue tan difícil como yo pensaba. —Ella aclaró, una muy pequeña pero perceptible sonrisa emergió de sus labios.
—Me alegro que lo hayas podido hacer. Pero ahora necesito que hagas un trabajo un poco más complicado. —Esas palabras captaron el interés de todos los presentes.
—Tendrás que explicárselo más tarde. —La charla fue interrumpida por Yae, quien se encontraba en las escaleras—. Ahora hay algo realmente urgente que debes saber.
—¿Sucede algo malo? —El rubio se preocupó de inmediato ante el tono de Yae, pero pronto se tranquilizó al ver como una sonrisa emergió del rostro de la mujer.
—Lo mejor es que te lo diga ella. —Yae movió su cabeza en señal para que la siguiera, a lo que Aether no tardó en acatar.
El viajero se había mostrado algo ansioso en el camino, pero Yae mantuvo el silencio hasta que llegaron a la enfermería. Una vez que la puerta se abrió, los nervios de Aether se profundizaron al ver que Ei aún estaba sentada en la cama mientras se frotaba el abdomen con una expresión serena, pero realmente feliz.
—¿Te sucedió algo? —El rubio no tardó en llegar a ella y tomar sus manos. La preocupación y el amor que transmitía hacia Ei hizo que ella le respondiera con una sonrisa cubierta de alegría.
—¡Estoy embarazada!
¡FINAL DEL CAPÍTULO!
¡Espero que lo hayan disfrutado!
Bueno, se vendrán cosas realmente interesantes, aunque creo que este capítulo ya fue una bomba jaja.
Cómo notaron, he decidido cambiar mi manera de narrar la historia para hacerlo más profesional. Seguro que este será el último gran cambio que verán sobre esto. Después podrán haber más cambios, pero serán bastante pequeños. Puede que ahora mismo se note algo extraño ya que están acostumbrados al anterior método de narración, pero créanme que pronto se acostumbraran, ya que este tipo de lectura es más clara y fluida.
¡Nos veremos dentro de tres días para la continuación!
