¡Aquí me presento con un nuevo capítulo!
Como no tengo nada que agregar y tampoco hay reviews, vamos directo al capítulo.
¡Disfruta!
—¡Estoy embarazada!
Aether se quedó sin habla tras escuchar semejante declaración, lo único que pudo hacer es mirar a su amada con los ojos bien abiertos. Sus sentimientos de desconcierto y asombro se revolvieron sin parar mientras observaba como Ei le sonreía con armonía mientras se sostenía el vientre con una mano. Le costó un momento reaccionar, pero lo primero que hizo fue ver a Yae en busca de respuestas, a lo que la Yokai solo atinó a observarlo con burla.
—Se ve que no perdieron el tiempo. —Yae acusó con ojos entrecerrados, a lo que Aether solo pudo volver su mirada a Ei. Esa aura desconcertada que lo rodeaba lentamente comenzó a cambiar. Ahora su rostro estaba iluminado con una gran alegría.
—¡¿Eso quiere decir que voy a ser padre?! —Aether abrazó a Ei con fuerza, a lo que ella aceptó el gesto con una sonrisa cubierta de amor—. Pero, la guerra...
Aether se separó del abrazo, y su rostro de felicidad cambió a una expresión que solo derrochaba preocupación e incluso miedo.
—No te preocupes, Yae me dijo que estos problemas solo se presentaran por un par de días más y no debería tener problemas para participar. —Ei aclaró al instante tras notar las preocupaciones de su amado.
—Pero...
—El periodo de embarazo dura 5 años. —Yae lo interrumpió, a lo que Aether solo pudo mirarla con sorpresa—. De seguro estás acostumbrado a los embarazos de los mortales que usualmente duran entre un par de meses a poco más de un año. Para los Dioses funciona diferente, no solo por el tiempo, si no porque es mucho más difícil la fecundación.
La explicación de Yae lo dejó un poco confundido, por lo que no dudó en hacer la pregunta que rondaba por su mente.
—Entonces, ¿cómo es que ella se embarazó en tan poco tiempo? —La mirada de Aether ahora se enfocó en Ei, quien se notaba algo avergonzada.
—No lo sé, quizás es porque estuvieron haciéndolo como malditos conejos durante todos estos días. De hecho, estoy segura que nadie sería capaz de hacerlo por 5 horas seguidas sin siquiera agotarse un poco. Tienes mucha suerte de tener a tu lado a un hombre que te ame tanto, Ei. Incluso tengo un poco de envidia. —Declaró Yae con suspicacia.
—Espera, ¿le has contado todo? —De pronto, Aether se encontraba tan avergonzado cómo Ei.
—Es-es la única manera que encontré de explicárselo... —Respondió Ei, sintiendo como un tenue rubor energía de sus mejillas.
—¡De todas formas...! —Aether sacudió su cabeza con fuerza, la mirada solemne volvió a su rostro. —No importa que no sea muy peligroso. Quiero que no participes, no solo por ti, si no por nuestro hijo.
—Entiendo tus preocupaciones, querido. Pero debes ver el otro lado de las cosas. —Las palabras de Yae hicieron que ambos la miraran. El rostro serio de la Yokai indicaba que sus palabras no debían tomarse a la ligera—. Cómo te dije antes, son 5 años. Los verdaderos problemas con el embarazo vendrán en el último año donde Ei casi no podrá defenderse. Si la guerra dura tanto tiempo, entonces ella y tu hijo correrán un gran peligro. Pero si ustedes dos luchan juntos, estoy segura que esta guerra va a terminar antes de que llegue ese momento difícil.
Aether bajó su rostro, pensando en aquellas palabras con gran detenimiento. Su expresión reflejaba una gran indecisión y consternación. Aunque sabía que las palabras de Yae en parte eran correctas, lo cierto es que no quería arriesgar a su amada y su hijo.
Los conflictos internos del rubio se distanciaron un poco cuando Ei tomó su mano y la guió lentamente hasta que finalmente recayó sobre su vientre. Sus ojos ligeramente ensanchados se enfocaron en los de su amante, quien tan solo le respondió con una sonrisa calmada, quería transmitir esa calma a él. Y aunque parecía casi imposible, todo ese miedo formándose dentro de Aether se esfumó casi al instante cuando una leve sonrisa emergió de su rostro mientras frotaba el vientre de su amada.
Yae se mantuvo al margen mientras observaba como Aether se agachaba frente a Ei para darle un profundo beso en sus labios. La sonrisa no tardó en emerger de su rostro tras presenciar semejante escena.
—Supongo que no necesitan palabras para entenderse —Concluyó la Yokai en un susurro.
26
LLAMAS DEL DESCONCIERTO
Aether y Ei salieron por las puertas principales del gran establecimiento. Ambos tuvieron dos reacciones bastante opuestas tras presenciar como todo el ejército de Inazuma estaba a los pies de la larga escalera que conducía a la gran residencia donde ahora era conocido por ser el nuevo hogar de la Shogun Raiden. Ei simplemente se tomó esto con naturalidad, mientras que Aether se notaba bastante impresionado ante la rapidez de Sara para reunir a todos los hombros. Dicha comandante se encontraba en el frente del ejército mientras los observaba en silencio, al igual que todos los demás. Los civiles también se encontraban en el sitio, pero estaban en un sitio algo distanciado para no molestar la importante reunión que se estaba aconteciendo.
—Puedo entender su reacción. Incluso yo me sorprendí un poco al ver lo rápido que pudo reunir el ejército. —Kaeya se posicionó detrás del rubio, susurrando junto con Yae y Shenhe.
—Por eso es la comandante de nuestro ejército. —Yae le respondió con simpleza, a lo que el hombre simplemente asintió.
Después de darle una última mirada al ejército, Ei dio un paso hacia el frente ante la mirada atenta y ansiosa de todos los presentes.
—Hemos atravesado un momento oscuro, y aún las secuelas permanecen en muchos de nosotros. Yo, cómo su líder y guía, soy la que más reprocho mis acciones, ya que siento que podría haber resuelto las cosas de una manera más práctica, incluso siento que por momentos esa Eternidad que tanto protejo se alejó de mis manos. —Muchos soldados bajaron la cabeza con tristeza tras escuchar esas palabras—. Pero esta no fue la primera vez que la Eternidad ha vacilado, y tampoco será la última. De todas formas, estoy segura que superaremos cada adversidad, porque de eso trata nuestro reino eterno.
Esas palabras hicieron que todos alzaran sus miradas, algunos se notaban algo sorprendidos por lo que escucharon.
—Sus hermanos, sus padres, sus ancestros, todos y cada uno de los guerreros que portaron esas mismas armaduras conocen muy bien el significado de esas palabras, y estoy segura que ustedes también. Estoy segura porque yo los vi crecer, yo presencié sus hazañas militares, y yo fui quien siempre me encontré elogiandolos no solo por sus logros, sino por su gran resiliencia que es digna de un Dios. Ahora, les pido que todos se detengan a mirarse. —Todos hicieron caso a su Arconte sin rechistar, aunque no habían entendido el verdadero significado de esto—. ¿Quién se encuentra a tu lado?
La pregunta fue general, y todos los soldados se mostraron algo confundidos. Pero de todas formas, uno de ellos no tardó en alzar la mano.
—Él es Ren, nos criamos juntos en nuestra formación militar. —Respondió.
—Este de aquí es Hikaru, fue mi maestro. —Respondió otro.
—Ryota y Kaito, fueron mis alumnos. Aunque en general muchos de ellos fueron mis alumnos. —Comentó uno de los tantos soldados mientras observaba a su alrededor.
—Yo también compartí algunos alumnos con Sora, también estuvimos juntos en nuestra formación. —Aclaró otro.
—De hecho, no hay nadie en este lugar que sea un desconocido. Todos estamos al tanto de los logros del otro ya que por lo menos habremos luchado unas 700 veces entre nosotros. —Aclaró otro hombre.
—¿Ahora lo entienden? —Las palabras de Ei hicieron que todos se quedaran en silencio. —Están rodeados de personas con las que se han enfrentado o compartido hazañas miles de veces, mientras que nuestros enemigos se miran entre unos y otros como completos desconocidos. Algunos de ellos ni siquiera saben por qué están luchando. Nosotros lo tenemos muy claro, por eso es que siempre ganamos. Por eso es que volveremos a ganar. —Esas palabras asombraron a todos los presentes—. Un nuevo enemigo se ha levantado frente a nosotros, y como su Shogun, necesito que levanten sus armas por mí una vez más con el afán de proteger nuestra Eternidad. Ese mismo enemigo que nos arrinconó y nos arrojó hacia un abismo. Pero fueron lo suficientemente ignorantes cómo para no mirar si realmente habíamos caído. La Eternidad nunca cae. Y ahora que nos hemos vuelto a levantar, nos encargaremos que esos destructores aprendan que el único camino correcto y que siempre continuará es la Eternidad.
Ei finalizó su discurso de guerra, y todos los soldados se quedaron en completo silencio. El momento resultó bastante incómodo para el viajero cuando todos los presentes fijaron su mirada en él, cómo si estuvieran esperando algo.
—¿Tengo algo en la cara? —Aether le susurró a Ei con una sonrisa temblorosa.
—Quieren que digas algo. —Ei le devolvió el susurro, pero el hecho de que todos estuvieran en completo silencio no ayudó a que sus palabras no fueran escuchadas.
—Sabes que nunca fui bueno con las palabras...
—¿Pero qué dices? Me encanta lo que me dices todas las noches o cuando te pones meloso conmigo.
—¡Pero esto es completamente diferente!
Sara se aclaró la garganta, algo que captó la atención de los dos. Al final, Ei se puso firme con una sonrisa mientras que Aether imitó la acción de Sara mientras daba un paso hacia el frente.
—Yo... eh... —Aether se quedó completamente en blanco tras estar recibiendo tanta atención, por lo que solo una palabra surgió de cerebro:
—Hagámoslo.
Aether abrió sus ojos tras notar lo que dijo, y él momento se tornó aún más incómodo al ver que nadie siquiera movía un dedo. Hasta que...
—¡AAAAAAAAAAAHHHHHH!
Todos los soldados alzaron sus armas de la nada y gritaron con fuerza, mientras que los civiles solo aplaudían con vigor.
Una vez que el clamor se acentuó aún más en Aether, éste no tardó en comenzar a sonreír.
—Oye, creo que soy bueno en esto. —Ei no pudo evitar mirarlo con los ojos en blanco tras lo escuchado, pero decidió no decir nada al respecto.
El atardecer se acentuó en la ciudad de Natlan. Murata esperaba la vuelta de Aether y Ei en el gran salón de su residencia junto con todos los demás, en donde todos pensaban que ya se habían atrasado más de lo planeado. Algunos estaban impacientes, mientras que otros sólo esperaban con calma. Para suerte de todos, esa larga espera llegó a su fin cuando la tetera que estaba en medio de todos emitió una gran luz desde la boquilla. La sonrisa de algunos se ampliaron aún más tras notar que no solo se trataba de Aether y Ei, ya que algunas personas más habían llegado junto a ellos.
—¡Shinobu! Itto gritó con alegría tras reconocer a su amiga que vestía como sacerdotisa, pero su carrera se detuvo a la mitad—. ¡Shenhe!
La mencionada lo observó con algo de confusión, una confusión que se profundizó aún más cuando Itto las atrapó a las dos en un fuerte abrazo mientras lloraba de una manera bastante dramática.
—¡Oye, solo ha pasado un mes desde la última vez que nos vimos! —Shinobu le incriminó mientras intentaba separarse, pero no tardó mucho en rendirse.
Shenhe solo se mantuvo quieta, sin saber cómo reaccionar o qué debería hacer en una situación como esta.
Ayaka y Paimon se unieron junto a Yoimiya, su charla tranquila formaba un gran contraste con sus grandes sonrisas. Yae y Kaeya se mantuvieron algo al margen de la reunión, ya que estaban teniendo una charla propia con Kokomi y Gorou.
—¿Esta es la gente de la que tanto me has hablado? —Preguntó Tonalli, acercándose al viajero.
—Aún faltan más personas, ellos llegarán en poco tiempo. —Aclaró el rubio con una sonrisa, a lo que Tonalli asintió.
—Entonces, ¿no quitarán el ejército de la tetera hasta el último día? —Preguntó Murata con interés, a lo que Sara negó con la cabeza.
—Lo llevaré al campo de batalla. La idea es que todo esto sea una gran sorpresa para el enemigo. —Aclaró la comandante.
—Oh, ya veo. Es realmente interesante... —Murata se colocó una mano sobre su mentón, profundizando su sonrisa.
—¿Quién diría que hace poco estabas tan irreconocible y ahora vas a embarcarte a otra guerra de frente? —Venti se acercó para hablar con Ei—. Estoy realmente impresionado.
—Bueno, la vida da bastantes giros, y tú tienes mucha experiencia con ese tipo de cosas. —Aclaró la Diosa, a lo que Venti sonrió.
—¡En eso tienes razón! Pero, no vengo a hablarles de eso. —La sonrisa de Venti se apagó en gran medida tras su afirmación—. Voy a irme para buscar a un amigo.
Lo que escucharon los sorprendió a ambos por igual, hasta tal punto que se miraron entre sí.
—Solo faltan tres días para la guerra. —Aether afirmó lo obvio cuando volvió su mirada hacia su amigo Arconte.
—Y soy consciente de eso. También soy consciente que puedo volver antes de que todo comience. —Aclaró Venti con su típica sonrisa, a lo que Ei y Aether volvieron a mirarse.
—Bueno, si crees que puedes regresar a tiempo, entonces no le veo nada de malo. —Aclaró Ei con un leve inclinar de sus hombros.
—De todas formas lo iba a hacer si se negaban. —Aclaró el bardo con un tono burlesco mientras se limpiaba uno de sus oídos con su dedo meñique.
—Ya lo imaginaba... —Aether respondió con una sonrisa temblorosa.
El sol y la luna se persiguieron a una velocidad decente, y de esa manera esos tres días de descanso terminaron más rápido de lo que cualquiera hubiera creído. Ahora, la noche estaba acentuada en la cima del gran volcán que sostenía la ciudad de Natlan. No importaba donde estuvieran, cada civil observaba desde sus hogares, incursiones, e incluso desde las alturas de la gran Pyramide Grutheka. Todos tenían sus miradas fijadas en un mismo punto: la cima de ese imponente volcán. Incluso los miles de guerreros que se habían reunido en el Paso de los Lamentos se encontraban observando desde allí, cada uno en sus respectivas fortalezas, esperando el llamado de la guerra para que el extenso puente de obsidiana se cubriera de un tinte carmesí por otra noche más. Canek desvió su mirada para observar las fuerzas de sus enemigos, observando que no había nada anormal. Su mirada se volteó, y en la oscuridad del espeso bosque que conducía hacia Grutheka se encontraban una gran cantidad de Fatuis y diferentes artillerias que estaban listas para salir de su escondite cuando la guerra estallara.
—¿Me pregunto cuánto tiempo podrán mantener sus defensas? —El general de los dragones se planteó, su mirada se enfocó en el gran volcán una vez más.
Capitano también se encontraba observando desde el interior del bosque, aunque la posición era completamente diferente, ya que él y sus hombres se encontraban cerca del volcán inactivo.
Murata se encontraba juntó con Aether, ambos estaban observando la luna desde uno de los bancos que se encontraba cerca de la boca del volcán, mientras que Shenhe e Itto los observaban desde un puesto que se encontraba un poco lejos. La cima del volcan también era un lugar concurrido, pero el sitio estaba algo vacío debido al evento que pronto se estaba por desarrollar. Y como si ella hubiera escuchado esas palabras, Gruthecóatl lentamente hizo acto de presencia entre las sombras, haciendo que Murata y Aether se pusieran de pie, mientras que los pocos transeúntes del sitio decidieron alejarse un poco para observar cómo el Ritual Escarlata daba inicio.
—Aquí vamos de nuevo. Espero que esta sea la última vez. —Gruthecóatl se cruzó de brazos, una sonrisa un tanto salvaje emergió de sus facciones.
—Por lo visto, aún estamos de acuerdo en una cosa. —Afirmó Murata con una media sonrisa cuando se posó frente a ella, ambas se quedaron quietas mientras sus ojos intentaban perforar el alma de la otra.
Aether sintió como el ambiente se ponía bastante pesado, incluso más de lo que ya estaba hace unos momentos. Él no fue el único que lo sintió de esta manera, ya que Shenhe e Itto se pusieron de pie tras presenciar el fuerte encuentro entre ambas deidades que luchaban por el poder.
—Vamos. —Esa fuerte hostilidad entre ambas se redujo en gran medida cuando Gruthecoatl volvió a hablar, tras lo que ambas se acercaron hacia el borde del volcán.
Eather decidió apartarse un poco, pero aún así se quedó lo suficientemente cerca de ellas como para actuar cuando sea el momento oportuno.
Murata alzó una de sus manos, las llamas doradas no tardaron en emerger y tomaron forma de una pequeña bola de fuego. Gruthecoatl imitó su acción, salvo que su bola de fuego era de un color azul. Ninguna de las dos se dio cuenta como Itto y Shenhe invocaban sus armas, ya que estaban mucho más centradas en levantar sus manos cubiertas de fuego.
—A la cuenta de tres. —Comentó Murata, la sonrisa en su rostro desapareció tras esa afirmación.
—Oye, a mí tampoco me gusta ver tu cara, pero no hace falta que estés tan seria. —Gruthecóatl se burló.
—Uno. —Murata ignoró sus palabras, algo que molestó un poco a la Dama de los Dragones.
—Dos. —Pese a su molestia, ella siguió el coro, haciendo que los brazos de ambas mujeres comenzaran a brillar con más fuerza.
—¡AHORA!
Gruthecoatl fue quien gritó cuando inclinó su mano hacia el frente para intentar golpear a Murata, quien fingió estar muy sorprendida. Desafortunadamente, nunca tuvo tiempo de atacar y ahora era ella era quien se encontraba desconcertada cuando se vio obligada a detener un mandoble y una lanza que se dispararon contra su cuerpo. Gruthecóatl observó a Itto y Shenhe con sorpresa, una sorpresa que no duró más que un segundo. Solo necesitó mirar la sonrisa de Murata para saber lo que estaba pasando.
Pero cuando quiso actuar, ya era demasiado tarde.
Lo único que pudo hacer fue voltear su rostro para ver como Aether se abalanzó sobre ella con su espada, algo que hizo ensanchar sus ojos. Pero antes de que pudiera golpearla, Gruthecóatl apretó la bola de fuego entre sus manos, haciendo que una fuerte explosión se presentara en el lugar. Itto y Shenhe salieron volando debido a la cercanía y terminaron estampándose contra el techo de madera de una casa, mientras que Murata saltó justo a tiempo para esquivar el gran impacto de llamas, así como también lo hizo Aether.
Todos los que se encontraban mirando el volcán observaron con bastante confusión este evento.
—¿Ya podemos comenzar? —Uno de los dragones que se encontraba al lado de Canek le preguntó.
—Todavía no, esa no es la señal. —Afirmó el general, su ceño no tardó en profundizarse—. Esto me da mala espina...
Capitano también observó ese extraño brillo desde la lejanía, pero no dijo nada al respecto. Para él, era obvio que algo así sucedería en este momento. De hecho, por eso es que se encontraba allí ahora. Porque no había mejor momento para actuar.
—Bien, el ataque sorpresa fue un completo fracaso. —Itto se puso de pie de un salto. Shenhe se levantó con más elegancia, sacudiendo la suciedad de su vestimenta.
—Para ser honesta con ustedes, tampoco creí que sería tan fácil. —Murata se acercó a Aether y esbozó una sonrisa salvaje—. Despues de todo, estamos hablando de una deidad que solo se dedica a la guerra.
Gruthecóatl emergió lentamente entre el polvo, haciendo que los pocos transeúntes del sitio huyeron despavoridos al saber que lo que estaba a punto de suceder sería realmente peligroso.
—Así que, así son las cosas... —La Dama de los Dragones sacudió su mano con fuerza, quitando la nube de polvo por completo, revelando una sonrisa un tanto maniaca.
—¡Preparense! —Aether afirmó su postura. Itto y Shenhe le hicieron caso, por lo que no dudaron en correr a su lado para comenzar la brava contienda.
—Me esperaba una traición de cualquiera, pero nunca del honorable viajero. Pero ya no me importa... —Gruthecóatl cerró sus ojos, su sonrisa se profundizó aún más cuando un catalizador de fuego celeste con anillas apareció en su mano derecha.
—¡DESPUÉS DE TODO, YA ESTOY ACOSTUMBRADA A LAS TRAICIONES!
Gruthecóatl alzó el catalizador lo más alto posible, liberando una gran explosión de llamaradas azules que cubrió el cielo por completo, algo que asombró a Aether.
—¿Por qué...? —Aether no pudo terminar su frase, ya que observó el rostro consternado y furioso de Murata.
—Esto es malo... —Susurró la Diosa, algo que Itto y Shenhe también escucharon.
Canek observó con los ojos bien abiertos como el halo de llamaradas azules atravesaba las nubes. Él no era el único que se encontraba así, ya que todos los presentes no podían creer lo que estaban viendo.
—Ja... —Una pequeña risa emergió de Capitano, para luego volver su mirada hacia el volcán inactivo—. Esa es nuestra señal, en marcha.
—Solo es azul... —Canek pensó en voz alta, su consternación lentamente comenzó a transformarse en una furia enardecida—. ¡NO TENGAN PIEDAD Y ACABEN CON TODOS!
El grito desaforado de Canek hizo que todos los dragones gritaran con gran furia, haciendo que los humanos por fin reaccionaron. Las puertas de ambas fortalezas se abrieron y todas las tropas comenzaron a correr para iniciar con la guerra que decidiría el futuro de Natlan.
¡FINAL DEL CAPÍTULO!
¡Espero que lo hayan disfrutado!
Seguro que quedaron un par de dudas con el final, pero todo será aclarado en el próximo capítulo.
Estos últimos dos meses vienen siendo difíciles en lo personal, así que espero me perdonen si notan cosas extrañas en los últimos capítulos, a veces siento que no puedo concentrarme lo suficiente. Por suerte las cosas están comenzando a mejorar y creo que pronto volveré a mi energía de siempre, o eso espero.
Como estamos hablando de varias peleas al mismo tiempo, cada capítulo tendrá su respectivo enfoque, aunque por supuesto habrá ciertos segmentos que irán mostrando el desarrollo de todos los conflictos. Intentaré llevarlo de la mejor manera para que no se enrede mucho en sus mentes, porque ese es el principal temor que tengo. En cualquier caso, siempre escucharé lo que tengan para decir, siempre y cuando sea para mejorar.
Aclarado esto, ya viene siendo el momento de despedirse.
¡Hasta la próxima!
