Nunca imaginé tener que volver a pisar este pueblo. Reconozco el olor de cada rincón, el aroma de los húmedos pastizales y las flores que nacen a las orillas de los caminos de tierra; es como si en diez años no hubiera cambiado nada.

Pero yo si cambié.

Ya no soy el mismo Inuyasha que vivía despreocupado y solo sin tener a nadie; ahora tengo todo lo que una vez soñé. Tengo una esposa, Kagome, una hija, Moroha y una carrera de escritor que florece cada día más.

Pero no todo es color de rosas, si así lo fuera no estaríamos aquí.

He vuelto para reencontrarme cara a cara con el destino y con mi pasado.

―Kikyo-

―Te lo ruego Inuyasha… ayúdame a

encontrarla.

Kagome me miraba desde la puerta de nuestra casa con los cristalizados también. Sabía que decir que sí para ella sería una traición… pero necesitaba saber la verdad.

― Esta bien Kikyo, te ayudaré. Me quedaré en el pueblo hasta encontrar a tu hija.

No había marcha atrás, si la caja se había abierto… lo mejor era saberlo todo.