Los personajes no me pertenecen, no gano dinero con esto.

Trama con mucho contenido adulto, menores abstenerse.


El castigo

-¿Piensa quedarse ahí, maldita sabelotodo insufrible?

Atrapada totalmente en falta, la castaña sacó las manos de debajo de su falda y con un salto de nerviosismo absoluto, se colocó delante del profesor temblando de miedo.

-¿Qué tiene para decir a esto? ¿Acaso está usted comisionada por alguna autoridad mágica para vigilar de cerca mi persona?

Granger negó con la cabeza, todavía con la expresión de temor en el rostro. Pero desvió la atención de su cara cuando notó el pecho descubierto de la castaña.

Qué diantres

La estúpida mocosa tenía la blusa abierta permitiendo ver, no solo un sostén de encaje blanco con las copas algo bajas, sino también unas rosadas y turgentes puntas sobresaliendo de él.

La garganta del profesor se secó y notó como toda la sangre, y su intelecto con ella, viajaba hacia su bajo vientre haciendo sumamente difícil que forjara ideas socialmente aceptables.

Recordó con claridad todas y cada una de las veces en que había imaginado el tono exacto de rosa de esas puntas asomando impúdicas frente a él. Cada indecente pensamiento asociado a la insoportable metomento marisabidilla ahí presente.

No, no era algo reciente. El curtido posicionista, tenía años conteniendo dentro de su mente hiperactiva cada una de esas ideas. Y ahora se rebelaban en su contra y tomaban el control de su cuerpo, bloqueando el grito con el que pensaba ordenar a Granger que se largara definitivamente de su oficina si no quería ser expulsada del colegio. En su lugar, sólo pudo resistir el impulso de levantar la mano directo a esas rosadas puntas, mientras le dirigía una mirada helada a su portadora.


-¡Sobre el escritorio, ahora! - gritó el hombre haciendola saltar.

Hermione Granger nunca había estado tan excitada en toda su vida.

Por supuesto que había considerado que este era quizás su último día en Hogwarts. Pero el impulso de seguir las órdenes de su amado profesor era tan grande, como las ganas de recibir un castigo tal como los que había visto a su profesor impartir en su pensadero.

Se acercó despacio al escritorio sin dejar de mirar al hombre. Y no pudo evitar un estremecimiento al notar como este no perdía de vista su pecho. Fue entonces cuando se dio cuenta, de que se había dejado abierta la blusa. Rápidamente se miró también la falda, temiendo que se hubiera quedado atorada y mostrará sus bragas también.

Intentó rápidamente cubrirse, cerrando los botones de la blanca prenda. Sin embargo, el profesor levantó la mano en señal de negativa.

-Sobre el escritorio ¡ya!

Ordenó bruscamente mientras su propia frente se perlaba de sudor.

Con las entrañas retorcidas de anticipación, la castaña se inclinó sobre el escritorio, pegando el descubierto pecho sobre la fría superficie de madera.

-Semejante falta de decoro, merece el regreso a los castigos físicos que recomienda Filch. Dígame señorita Granger, ¿qué estaba pensando al volver a espiarme?

¿Volver a espiarlo?

¡Oh Merlin! el profesor ya sabia lo del pensadero.


Después de sacar al mocoso Potter de sus pensamientos y echarlo definitivamente de sus clases de oclumancia, el posicionista cansado decidió regresar sus pensamientos a su cabeza.

Ya no tenía sentido tenerlos apartados. Fue a sus habitaciones privadas dónde se bebió una poción calmante, preparándose mentalmente para volver a cargar con todos esos indeseables recuerdos.

Se lanzó luego a su pensadero, para recuperarlos uno a uno. Tomó cuidadosamente el primer hilo de su infancia y lo colocó luego sobre su sien, permitiéndole absorberse de nuevo.

De inmediato, la horrible imagen de su padre maltratando a su madre regresó a su cabeza. Contuvo la sensación de frustración e impotencia tragando saliva antes de continuar.

Tomó entonces el siguiente recuerdo de su infancia y lo colocó también en su sien. Recordó entonces los golpes sobre su propia espalda, el escozor y dolor causado por el cinturón de ese desagradable muggle que había sido su padre.

Absorbió uno a uno cada desagradable recuerdo de su infancia, luego de su adolescencia, llenándose lentamente de odio y amargura. Pero justo cuando quedaba el último recuerdo, Snape notó algo raro.

Algo no está bien, se dijo a sí mismo cuando introdujo ese último hilo plateado en su sien. El recuerdo se rebobinó como una cinta de video en su cabeza, pero al recordar la sala de los Nott, decorada con ese estilo hippie, donde estaba besando a la insulsa Lilian, vio claramente como en su recuerdo una desorientada castaña se quedaba boquiabierta frente al espectáculo que daba el grupo de slytherins fumando marihu@na.

Claramente ella no había estado presente al momento de crear ese recuerdo, por lo que Severus abrió los ojos para cerciorarse de que siguiera en su despacho, y que todo tuviera un aspecto normal.

La estúpida mocosa debió de haberse entrometido en su pensadero tal como había hecho el imbécil de Potter. Cerró los ojos nuevamente, decidido a sacar a esa niñata de sus recuerdos y del colegio definitivamente.

Sin embargo, la imagen planteada en sus recuerdos lo perturbó de tal manera que sólo pudo abrir los ojos nuevamente, sacar el hilo plateado de nuevo de sus sien y arrojarlo al pensadero para volar literalmente a sus habitaciones privadas donde decidió guardar para sí la imagen de la jovencita sobreponiéndose a la insulsa Lilian en su recuerdo. Sencillamente esa imagen debería ser eliminada de su cabeza.

El estoico profesor había decidido denunciar a la chica ante Dumbledore en cuanto pudiera sobreponerse a la sensación de inquietud que invadió completamente su cuerpo. Sin embargo, sabía que el director no lo dejaría escapar tan fácilmente si él mismo confesaba lo que había encontrado haciendo a la castaña dentro de sus recuerdos.

Vigiló cuidadosa y pacientemente a la mocosa unos días sin que esta diera señales de haber abierto la boca acerca de lo que había visto. Si algo de esa información hubiera sido revelada dentro del trío de oro, hubiera sido evidente debido al comportamiento muy poco sutil de Potter y Weasley.

Luego había pasado la guerra mágica, largo tiempo antes de poder regresar a la "normalidad" y jamás había visto a la mocosa dar señal alguna de haber estado dentro de sus recuerdos.

Ni una sola vez, hasta esta fatídica clase de octavo grado en la que había descubierto a esa despeinada sabelotodo durmiendo en lugar de tomar notas.

Su alborotado cabello se extendía sobre el pupitre casi cubriendo su rostro, que descansaba con los labios entreabiertos, de los que fluía una línea de baba sobre la madera.

Verla de esa guisa, lo perturbó considerablemente, imaginando esos labios rosados y húmedos sobre su propia humanidad. Conteniendo fuertemente el calor que se incrementó en su sangre, se dirigió al pupitre de la mocosa decidido a despertarla con un susto.

Cuán grande sería su sorpresa al aplicar la legeremancia sobre la muchacha dormida y descubrir el indecente sueño en el que estaba sumergida.

Como si estuviera presenciando un recuerdo, el profesor se vio a sí mismo acorralando a una torpe Granger contra la pared de piedra del pasillo a los invernaderos del castillo.

Mientras Pansy Parkinson leía la lección que deberían estar escribiendo en sus pergaminos, Severus Snape presenció dentro del sueño de Granger, como una copia de sí mismo tomaba a la chica impúdicamente contra la pared, mientras ella le suplicaba por más.

No pudo resistir a una imagen tan indecente, a los sonidos increíbles que emitía la pequeña bruja sometida por esa copia de sí mismo. Se vio dominado por esa parte que anhelaba introducirse dentro del cuerpo de la muchacha y que se elevó dentro de su propia túnica en el mismísimo salón durante la clase.

Mientras la veía y escuchaba llegar al orgasmo, no pudo sino gritar el nombre de la castaña para detener aquello. E investido en esa máscara de frialdad que le había dado tantos años siendo espía, le ordenó un castigo mientras la veía desorientada limpiar la baba de su escritorio con su pañuelo.

Continuar la clase en ese estado, fue una tortura. Duro como una roca, despidió a sus alumnos mientras se ocultaba tras su cara de mal humor.

Salió de salón, al terminar las clases, con la dolorosa erección que le había ocasionado el sueño de Granger y se dirigió a su despacho con la intención de beberse un filtro de paz que le ayudara a controlar la situación.

Pero en la puerta de su despacho se había encontrado con la insoportable de Sybill, que parecía intuir como siempre, que Severus necesitaba desahogarse.

-No te preocupes Sev, se que esta será nuestra última vez.

Le dijo mientras se inclinaba sobre el escritorio levantándose la falda y mostrando descaradamente su trasero al descubierto.

- Tú sabes que lo necesitas, anda no seas niño y métemela.

Poseido por la rabia que le ocasionaba encontrarse en ese ridículo estado, y las palabras descaradas de la adivina, se dirigió hacia ella y la penetró salvajemente. Intentando quizá hacerle daño al hacerlo sin una preparación. Sin embargo, el cuerpo de la mujer se encontraba más que dispuesto y preparado para recibirlo. Rodeandolo cálida y dispuesta como siempre.

Merlín sabía que esa mujer tenía un don adivinatorio, pero solo parecía funcionarle para saber cuando Severus necesitaba un desahogo carnal como ahora.

Mientras intentaba borrar a la chica de su cabeza, recordó que esta debía entregarle una supuesta redacción de castigo, justo en el momento en que la vio adentrarse en la habitación, y ocultarse tras las cortinas.


-Siendo sincera señor, no estaba pensando.

Esa descarada contestación fue respondida con una fuerte palmada sobre sus nalgas. Hermione contuvo una exclamación de dolor mientras sintió como el calor se extendía por la zona afectada de una deliciosa manera.

Ella ya se encontraba excitada, pero sintió como de su interior brotaba la humedad que descendió entre sus muslos debido a esa palmada.

-¿Cuántos golpes considera que serán suficientes para su castigo, señorita Granger?

Le dijo el profesor mientras le daba otra fuerte palmada.

-¡Ahh, señor, mas!

Fue la contestación desvergonzada de la castaña, que jadeaba casi sin aliento sobre el escritorio.

-Váyase ahora Granger, es su última oportunidad.

Apretando los dientes, el pocionista se retiró un poco de la castaña, dandole espacio para que puediera irse, apelando a toda su moral y fuerza de voluntad.

-Señor, por favor, por favor...

Le rogó ella desde el escritorio, agitándose y elevando las caderas poniendo los pies de puntas. Ofreciéndose de una impúdica manera que le resultó imposible de resistir.

La falda escolar fue levantada hasta la cintura de Hermione, dejando al descubierto su trasero cubierto con unas sosas braguitas blancas.

Rindiendose, el pocionista caminó hacia el escritorio y se colocó a su espalda, tomando su cintura con sus manos, presionó fuertemente su erección contra el trasero levantado.

Que Merlin nos ayude Granger

Ella gimió sonoramente al sentirlo entre sus nalgas y eso le valió que se separara de ella para darle otra palmada, esta vez mas baja.

Incrédulo, Severus se quedó mirando pasmadamente su mano en donde la humedad evidenciaba el excitado estado de la castaña.

¿Cómo podía ser posible que esa hermosa y joven mujer estuviera así de mojada por él?

La habia visto tocarse por él y soñar con él sin creerse del todo como responsable de eso. Y ahora la veía ofrecerse a él.

-Tal vez deberíamos llevar este castigo a otro lugar más... cómodo.

Con los últimos girones de control que el ex espía poseía, armó un rápido plan para llevarla lo más pronto posible a sus habitaciones privadas donde poder follarla a base de bien, en una cómoda cama, dándose el tiempo necesario antes de actuar como el bruto descontrolado que rogaba por ser

Esta mujer bien merece un buen dolor de bolas azules por aguantar un poco de preparativos.

Pero no contaba con las desatadas hormonas de Hermione y sus tres años de preparativos.

-Hágalo ahora o explotaré... señor.

-Estamos algo desesperados. Mmm, bueno entonces...

Su mano derecha sujetó el puente de las bragas, haciéndolo a un lado para descubrir una sonrosada abertura que brillaba en la humedad de la excitación.

Santo Merlin

Introdujo un dedo en semejante maravilla y casi se viene cuando el interior de la castaña apretó su falange deliciosamente. Y el gemido que salió de la garganta femenina casi derrite su cerebro por completo.

No te vengas, no te vengas

Sus dedos de la mano izquierda se enredaron en su levita tratando de abrir sus pantalones, algo muy difícil de hacer estando tan duro.

Hermione soltó un maullido que sonó a algo parecido a un "por favor" y meneó las caderas buscando aumentar la fricción con el dedo del pocionista.

-¿Lo quiere dentro señorita Granger?

Preguntó cuando logró colocarse en su entrada.

-¡Sii! Señor por favor!

Entró en ella despacio, gruñendo de desesperación al sentir como lo rodeaba su apretada y caliente humedad. Sus manos sobre su cintura la levantaron, cubriendo sus pechos aún fuera del sujetador. Sus pulgares e índices tomaron cada punta y la pellizcaron casi de forma dolorosa.

El interior de la castaña se enroscó a su alrededor mientras proferia un grito ahogado, casi arrastrándolo con ella en su orgasmo.

-¡Oh Dios, si!

-¡Noo, no no!

Salió de ella con un gruñido para girarla sobre el escritorio, y Granger le lanzó los brazos al cuello y ambos se perdieron en un beso que fue mas una lucha entre sus lenguas por la dominación del otro. Los frios dedos del pocionista volvieron a apoderarse de los descubiertos pechos, por lo que ella gimió en su beso y levantó las piernas para aprisionarlo.

Volvió a entrar en ella, en un sólo movimiento y ambos gimieron sin resistirse ya. Severus comenzó a moverse, saliendo de ella casi en su totalidad para volver a introducirse en golpes rápidos hasta que el escritorio comenzó a moverse con ellos en cada embestida.


Hermione clavó sus uñas en su espalda, sintiendo como la taladraba el placer en cada movimiento.

Los besos se convirtieron en necesarios cuando los gemidos salian en un flujo constante brotando de su garganta.

Se apoderó de cabello del profesor para desviar su rostro en dirección a su garganta. El hombre dudó, pero cuando ella inclinó la cabeza para mostrarle el cuello, el posó sus labios en la base de su garganta y empezó ahí un reguero de ardientes besos que la llevaron de nuevo al borde del orgasmo.

-Oh Hermione, no resistiré mucho.

-Si profesor

Impulsó sus cadera a su encuentro, envolviendo sus piernas a su alrededor. Y mientras el emitia un gruñido bajo, Hermione se dejó ir miestras sus entrañas convulsionaban de placer.

Entonces, alguien tocó a la puerta.

-¿Profesor Snape? - la voz de Draco Malfoy se coló dentro del despacho mientras la castaña cabalgaba la ola del orgasmo sintiendo al profesor derramandose dentronde sí.

Desesperada por no hacer ruido, llevó sus labios a la garganta del hombre y clavó sus dientes para evitar gritar su nombre en medio del éxtasis.

-Un momento... por favor.

La contestación de Snape, en ese tono tan grave, prolongó las sensaciones que se negaban a abandonarla, mientras sentía como sus musculos se aferraban a él, cual si quisieran absorberlo.

Una ola de inquietante magia, con un sabor metálico, la recorrió acomodando su ropa y cabello y el del profesor. La mano en su hombro la presionó un poco y ella bajo a esconderse bajo el escritorio mietras escuchaba como se abria la puerta del despacho.

Habia perdido tanto los papeles que olvidó asegurar la puerta.

-¿Pasa algo sr. Malfoy?

El tono del hombre no dejaba lugar a dudas, estaba molesro por haber sido interrumpido.

-Sólo queria entregarle este paquete, con una nota que le enviaron mis padres en el correo de la cena.

Hermione escuchó los pasos del rubio acercándose peligrosamente a su escondite.

-Gracias, les enviaré un mensaje por la mañana.

-Que... pase buenas noches.

El momento de duda fue evidente en la despedida de Malfoy, que finalmente salio del despacho donde lo esperaba un pequeño grupo de Slytherins.

-¿Que pasó Draquis, acaso se molestó tu padrino?

-No, pero crei ver qué tenía una herida en el cuello.

Tras un rato en silencio, Blaise Zabini soltó una risotada.

-Si, claro. Seguramente alguien le chupó la sangre al murciélago de las mazmorras.


Hola a todas, gracias por recordar esta historia todavia y agregarla a favoritos.

Ojalá y este capítulo sea de su agrado. Confieso que el lo primero que escribo en años.

Besos

Pandora