Pueblo New Bark, Cincuenta y cinco (55) minutos antes…
-Ughh… Supongo que ya es el momento adecuado para actuar.- Murmuró de mala gana y para sí mismo un joven y apatico entrenador pelirrojo de cabello medianamente largo hasta el cuello, quien vestia con unos jeans color púrpura, un sencillo sueter eteramente negro y sobre esta una chaqueta también de color negro con detalles en rojo en las mangas y en los bolsillos laterales. Dicho entrenador yacía perfectamente escondido encima de una de las ramas entre las hojas del frondoso árbol que estaba plantado a un lado del laboratorio del profesor Elm.
En ese momento, el pelirrojo veía cuidadosamente cómo el profesor en conjunto con sus varios ayudantes salían uno a uno del laboratorio en dirección a un restaurante cercano para almorzar cómo hacían cada miércoles.
-Definitivamente que Elm tiene demasiada suerte.- Pensó el chico con cierto alivio al momento que abría sin muchos problemas la ventana adyacente al árbol y que conducía a un pequeño estudio en el segundo piso. -Me sorprende que aun el Equipo Rocket no haya robado esos papeles. La seguridad en este lugar es un completo asco. Tch… Ni siquiera tienen cámaras de seguridad. ¿En qué demonios este tipo se gasta el presupuesto de sus investigaciones?-
El pelirrojo, al entrar de lleno al pequeño y desordenado estudio, cerró con extremo cuidado la ventana para evitar hacer el menor ruido posible en caso de que alguno de los ayudantes se hubiese quedado en el laboratorio. El muy bien sabía que solo disponía de una única oportunidad para conseguir lo que deseaba y fallar definitivamente no era una opción.
A simple vista, el estudio en sí estaba repleto de una absurda cantidad de viejos expedientes y uno que otro anaquel con diversos libros y enciclopedias acerca de la evolución pokemon. En el extremo derecho del estudio, encima de un viejo escritorio de madera, se podía apreciar un Pokegear de color negro y una cajetilla de cigarrillos casi vacía.
-¿Donde rayos lo tienes, Elm?- Se preguntó en voz baja el pelirrojo al ojear uno por uno todos los expedientes que podía. -Ninguno de estos es el que necesito…-
Sin embargo, poco tiempo después y muy para su molestia, desde el pasillo afuera del estudio se pudieron escuchar los pesados pasos de alguna persona. Alguien definitivamente se acercaba a donde él estaba. El corazón del pelirrojo se aceleró violentamente en respuesta al escuchar las pisadas acercarse a su posición. Pero, sin titubear y sin hacer el más mínimo ruido, el pelirrojo velozmente se escondió detrás de una larga cómoda de madera, misma ubicada a la izquierda de los estantes y la cual le servía para ocultar su presencia a la perfección.
-¿Dónde dejé mi Pokegear?- Se escuchó que alguien preguntó con angustia al entrar finalmente al estudio. -Hmmm…-
-¿Esa voz? Esa es la voz de Elm. Mierda, vete rápido… por favor.- Pensó el pelirrojo con un enorme nudo en la garganta. -No quiero tener que lastimarte.-
-Ahhh… ¡Aquí estás!- Anuncio Elm con alivio para luego tomar el Pokegear del escritorio y aparentemente saliendo de la habitación un par de segundos después.
Por seguridad, el pelirrojo dejó pasar un par de minutos antes de volver a salir de atrás de la cómoda. Lo que el menos deseaba en ese momento era tener que confrontar a alguien dentro de un espacio tan cerrado como ese. Poco después de esto, el pelirrojo decidió probar suerte revisando todos los otros cuartos del segundo piso, pero para su malestar no encontró lo que buscaba en ninguna de ellos.
-Supongo que solo me queda revisar la planta baja.- Comentó el pelirrojo entre dientes, justo antes de suspirar para luego empezar a bajar cuidadosamente las escaleras que conectaban ambas plantas. -Tch… Esto solo va de mal en peor.-
Posterior a bajar de lleno las escaleras, el pelirrojo llegó sin problemas a la recepción del laboratorio. El, sin perder más tiempo, revisó de pies a cabeza dicho lugar sin ningún tipo de éxito en encontrar lo que necesitaba.
Con más que visible molestia, el intruso reviso de reojo su propio Pokegear, objeto colocado encima de su muñeca izquierda, y se dio cuenta de que ya pronto acabaría la hora del almuerzo de los asistentes de Elm. El tiempo definitivamente no le estaba favoreciendo en lo más mínimo. Los minutos se le empezaban a agotar a pasos agigantados.
De la recepción, el pelirrojo fijó su mirada al único otro lugar que le quedaba por buscar, la oficina principal de Elm. Acto seguido, el pelirrojo lenta y cuidadosamente abre la puerta de madera que conectaba la recepción con dicha oficina, e inmediatamente el característico olor a polvo invadió inmediatamente su nariz.
-¿Es que acaso él no limpia este lugar o qué?- Preguntó retóricamente el pelirrojo al llevarse su mano izquierda a su nariz. -D-demonios.-
La oficina de Elm era bastante sencilla y acogedora a pesar del olor a polvo. Esta, al igual que el estudio del segundo piso, tenía un par de anaqueles con una gran diversidad de libros, varias cajas repletas de papeles y por último un enorme escritorio de metal con una pokebola colocada arriba de ella.
El pelirrojo ignoró por completo los anaqueles y las cajetas y fue directamente al escritorio. Él tenía la corazonada de que si Elm quería guardar algo, entonces debería de estar en su escritorio.
Con aún más cautela que antes, el intruso se acercó al escritorio y luego observó con algo de curiosidad la pokebola que estaba encima de esta, tomando entre sus dedos la misma por un par de segundos. Dicho objeto guardaba en su interior a un risueño Totodile.
Sin pena ni gloria, el pelirrojo vuelve a colocar la pokebola en su sitio para después revisar velozmente el contenido de todas y cada una de las gavetas del escritorio, salvo una que aparentemente estaba cerrada con llave.
-¡Bingo! En esta gaveta tiene que estar ese inform-...
En ese preciso instante, la pokebola de Totodile se movió por sí sola y luego inesperadamente se abrió, liberando al pokémon de agua en el proceso quien se materializó encima del escritorio y frente al pelirrojo.
El joven intruso tragó saliva y terminó por apretar con notable molestia sus labios. -Maldición… Esto es malo.- Comentó el pelirrojo dentro de su mente. -¿Ahora qué mierda hago?-
Sin embargo, Totodile permaneció inmóvil mirando con curiosidad al pelirrojo sin siquiera moverse, solo observando directamente a sus plateados ojos.
En contraposición, los ojos de Totodile demostraban a simple vista un enorme y frustrante sentimiento de tristeza, pero no solo eso, sino que también demostraba algo que el pelirrojo entendía a la perfección. Sus ojos estaban llenos de desesperación y rechazo. Sus ojos mostraban abandono, incertidumbre, confusión, ira y soledad.
-Hmph… ¿Así que a ti también te abandonaron?-
Totodile observó por un par de segundos más al pelirrojo y luego asintió con tristeza ante la pregunta.
-Yo no soy ajeno a ese sentimiento.- Confesó el pelirrojo soltando un largo suspiro, encogiéndose de hombros y luego cruzándose de brazos. -Mi padre me abandonó sin explicación alguna hace un par de años atrás y desde entonces estoy solo por el mundo.-
Con desolación Totodile terminó por agachar un poco su cabeza. El pokémon de agua estaba ahora con una marcada y triste expresión en su rostro.
-Te tengo una propuesta, amiguito.- Advirtió rápidamente el intruso en un tono de voz algo más animado. -¿Qué tal si me ayudas a abrir ese cajón?-
Totodile, sin pensarlo dos (2) veces y utilizando sus filosas garras, rompió con facilidad el seguro de la gaveta del escritorio, permitiendo a su vez al pelirrojo ver libremente el interior de esta.
-¡Finalmente te encontré!- Exclamó el pelirrojo con una mezcla de alivio y emoción al sostener entre sus manos un extenso y grueso expediente. -"Teoría sobre la evolución pokémon mediante ondas de radio". Con esto el Equipo Rocket no podrá saber que pokemon utilizar para sus planes y quizás pueda retrasar lo que sea que ellos desean lograr al menos un par de meses mientras encuentro una forma más permanente de acabar con ellos.-
Totodile por primera vez en su corta vida se sintió de utilidad al ver lo feliz que estaba el pelirrojo. El pequeño pokemon de agua por primera vez en mucho tiempo sintió lo que era la felicidad de ayudar a otra persona
-¿Qué te parecía venir conmigo? Definitivamente podría utilizar a un pokémon con tus cualidades en mi equipo. Aunque te advierto que mi objetivo es complicado de realizar. La muerte misma podría estar a la vuelta de la esquina para mi si fallo.-
El pokémon de agua, sin siquiera dudarlo del todo, tomó la pokebola de dónde había salido y se la colocó en sus manos al joven entrenador. Totodile asintió y colocó automáticamente una mirada llena de determinación.
-Hehehe, tomaré esto como un sí.- Manifestó el pelirrojo regresando a Totodile a su pokebola para luego guardarlo en el bolsillo de su pantalón. -Por cierto, mi nombre es Silver.-
Inmediatamente luego de esto, Silver soltó otro exagerado suspiro. -En fin… Ahora solo me queda una última cosa por hacer antes de largarme de aquí.- Murmuró Silver justo antes de hacer crujir sus dedos. Acto seguido, el pelirrojo empieza a tirar todos los anaqueles de la oficina al suelo para hacer parecer que alguien entró al laboratorio con la intención de robar algún pokémon. -En verdad lamento mucho el tener que hacer esto, profesor. Pero el bien de millones de inocentes está en juego. Solo espero que algún día lo entienda y me pueda perdonar.-
Ruta 29, entre Ciudad Cherrygrove y Pueblo New Bark, 4:25 P.M
-¡Totodile, Water Gun (Chorro de Agua)! Démosle a este novato algo para recordar el resto de su vida.-
-C-Cyndaquil, esquivalo y luego utiliza Smokescreen (Pantalla de Humo).-
El pokémon de fuego rápidamente hizo un elegante salto a su derecha, logrando esquivar el ataque de Totodile sin mucho esfuerzo en el proceso. Posteriormente, desde la boca de Cyndaquil comenzó a emanar una densa capa de humo, misma que hizo que la visibilidad en todos los alrededores de la garita se limitará de manera drástica.
-¡T-Ten cuidado, Gold!-
-Descuida Crys, se muy bien lo que hago.-
-¿Con que intentando limitar nuestra visión?- Pregunto de manera retórica el pelirrojo. -Una estrategia tan mediocre solamente puede venir de un mediocre entrenador.-
-Grrr… Pues ya verás lo que este "Mediocre" entrenador es capaz de lograr.- Aseveró Gold de forma confiada, mientras colocaba sus goggles especiales encima de sus ojos. -No tengo ninguna intención de perder contra alguien como tu.-
-Hmph… ¡Eres patético! Totodile, mantente alerta a mi señal para contraatacar.-
-Cyndaquil, Ember (Ascuas) a tu izquierda.-
Cyndaquil tampoco podía ver del todo bien dentro de su propia pantalla de humo y se notaba un poco nervioso e inseguro, pero de igual manera lanzó su ataque en la dirección que le ordenó Gold. Breves instantes después, desde dentro de la pantalla de humo se pudo escuchar con extrema claridad como el ataque del pokemon de fuego conectaba de forma directa contra el Totodile del pelirrojo, quien no logró reaccionar a tiempo para esquivar el ataque debido a la falta de visión que producía el humo.
-¿Como rayos fue que-… ?-
-Esto es lo que ocurre cuando subestimas a tu oponente.- Declara Gold de manera enérgica. -Yo puedo ver todo con claridad a pesar de la pantalla de humo gracias a mis goggles.-
-Tch... Totodile, levántate y acabemos con esto.- Ordenó el pelirrojo con agresividad. -No podemos perder más tiempo en este lugar.-
-Gold, estoy completamente segura de que ese es el Totodile de mi padre.- Informó rápidamente la prospecto a profesora con muchísima angustia y nerviosismo. -Él debió de ser el que lo robo.-
-Descuida, Crys. Venceré a este idiota en un dos (2) por tres (3) y recuperare al pokémon de tu padre. Ya lo veras.-
-Totodile, acabalo con Aqua tail (cola de agua).- Ordenó el pelirrojo instantes después de que finalmente la pantalla de humo se disipara un poco. -¡Es ahora o nunca!-
-Cyndaquil, no te quedes atrás y contraataca con Ember (Ascuas) a toda potencia.- Ordenó ahora Gold a la vez que retiraba sus goggles de sus ojos. -Te hare pagar por robar el Totodile del profesor Elm.-
Totodile, sin dudar de las órdenes de su entrenador, saltó en dirección a Cyndaquil para atacar, quien a su vez contraatacó escupiendo varias pequeñas pero potentes esferas de fuego las cuales, cuando colisionaron contra la cola de Totodile, causaron una enorme y sonora explosión que provocó que Cyndaquil, Gold e inclusive Crystal perdieran el equilibrio y terminaran aturdidos en el suelo debido a la onda de choque que creó la colisión de ataques. Todo esto, mientras que Totodile y su entrenador, al no ser del todo afectados por la onda de choque y al ver lo sucedido con los demás, aprovecharon la perfecta oportunidad para escabullirse de la batalla y escapar sin problemas.
-Ughh… ¿Crystal, estás bien?- Preguntó Gold de manera torpe al sacudir su cabeza, levantándose del suelo y mirando con completa desesperación de un lado a otro en busca del pelirrojo y de Totodile para continuar la batalla. -¿Crys… ?-
-E-estoy bien.- Afirmó Crystal al levantarse también del suelo y sacudiendo el polvo que estaba adherido a su ropa. -Descuida, no me paso nada que un buen baño no pueda arreglar… -
-Ese maldito hijo de-... Grrr, aprovechó la explosión para escaparse.- Informó Gold con amargura instantes antes de revisar que el pokehuevo que estaba en su maleta no tuviera daño alguno. -El no debe de estar muy lejos, así que yo-...
-¡Gold!- Exclamó Crystal tomando repentinamente a su compañero de la mano y mirándole directamente a los ojos. -Cyndaquil no creo que esté en condiciones para continuar y recomiendo llevarlo al centro pokemon cuanto antes. Dudo mucho que él pueda sostener otra batalla así cómo esta.-
El de New Bark lentamente colocó su mirada sobre su Pokémon y efectivamente era tal cómo decía Crystal. Cyndaquil, a pesar de estar de pie, tenía un par de heridas en su cuerpo y era más que obvio que esté no podría mantener una batalla contra Totodile nuevamente.
En respuesta, Gold apretó sus puños con rabia y después decidió regresar a Cyndaquil a su pokebola. ¡M-MALDICIÓN!- Exclamó enérgicamente el de New Bark con impotencia y enojo. -Esta tiene que ser una jodida broma de mal gusto. E-Esto no puede estar pasando…-
-Gold, Cálmate… por favor.-
-¿Cómo quieres que me calme?- Preguntó Gold visiblemente frustrado a la vez que el semblante de su rostro se tornaba más agresivo. -Yo deje escapar al ladrón que robó al Totodile de tu padre. Yo les falle…-
Ante lo dicho por su compañero, Crystal terminó por negar lentamente su cabeza. -No digas eso. Tu no nos has fallado ni nada por el estilo.- Insistió Crystal en un tono compasivo y suave. -Nada de esto es culpa tuya, Gold. Solo calmate y vayamos al centro pokemon primero antes de proseguir en dirección a New Bark.-
-Tch… Está bien.- Accedió Gold de mala gana, con cara de pocos amigos y tragándose metafóricamente su lastimado orgullo. -E-En marcha...-
De la garita al este que conectaba con la ruta veintinueve (29), Gold y Crystal rápidamente se abren paso hasta el centro pokémon de Ciudad Cherrygrove. Inmediatamente al entrar, Gold se dirigió a dónde estaba la enfermera encargada del mostrador y esté le entrega la pokebola con Cyndaquil para que lo curara de sus heridas. Posterior a esto, tanto Gold cómo Crystal se dirigen a la sala de espera para intentar analizar mejor toda la situación mientras que Cyndaquil era atendido.
-R-rayos… ¿D-Dónde estás? ¿En dónde demonios estás? S-se supone deberías de estar aquí… -
-¿Ahora qué sucede?- Preguntó Gold con curiosidad, estando ya un poco más calmado, mirando cómo su compañera, quien yacía sentada junto con él sobre uno de los sillones de la sala de espera, revisaba con desesperación el interior de su bolso. -¿Acaso perdiste algo?-
-Uhhh… Parece ser que una de las pokédex que nos dio el profesor Oak ya no está.-
Cómo por acto reflejo, una de las cejas de Gold se arqueo con suspicacia. -¿H-Huuuh? ¿P-Pero cómo?-
Ahora Crystal negó lentamente como respuesta. -N-No lo se.-
-¿Primero Totodile y ahora una pokédex?- Pregunto Gold de manera retórica y evidentemente molesto. -Este día no puede ser peor. Increible...-
-Q-Quizás se cayó de mi bolso cuando ocurrió la explosion al chocar los ataque de Cyndaquil y Totodile.- Teoriza Crystal tímidamente. -Lo lamento tanto…-
-Olvidalo, Crys. Los accidentes suceden.- Aseveró Gold forzando una torpe sonrisa en sus labios. -No tienes porque disculparte.-
-P-pero-…
-Todo esto es culpa de ese maldito pelirrojo. Sino fuera por él, nada de esto hubiera ocurrido.-
Crystal apretó sus labios y permaneció en silencio evitando a toda costa mirar a Gold. Se notaba a simple vista que ella se sentía culpable por perder algo tan valioso como un pokedex.
Un par de minutos después, y luego de que la enfermera curara de sus heridas a Cyndaquil, Gold y Crystal salieron del centro pokémon dando comienzo al largo camino de regreso por la ruta veintinueve (29) en dirección a New Bark. Nuevamente, la tensa y molesta atmósfera que hace un par de horas existía entre los dos (2) se hizo presente.
-Crystal, tengo algo que decirte…-
La chica giró ligeramente su cabeza y solo se limitó a mirar a su acompañante fijamente con sus hermosos ojos azules.
-Y-Yo… Uhh…P-Pues-
-¿Tu que… Gold?-
Sin previo aviso, pero aún manteniendo un semblante algo rígido, el rostro del de New Bark se puso tan rojo cómo la metálica armadura de un Scizor. -Y-Yo… disfrute mucho este pequeño viaje contigo. Al principio pensaba que tu presencia sería una carga más qué otra cosa, pero en verdad disfrute de tu compañía.-
-¿Huh?-
-Se que este no es el momento más adecuado para decirte esto, pero, a pesar de todo lo ocurrido, m-me alegro mucho que me acompañaras.-
Crystal se ruborizó de manera visible y se quedó sin palabras. Definitivamente ella no se esperaba que Gold le dijera algo así de esa forma tan repentina.
-¿Crys...?-
-Y-Yo también disfruté mucho estando junto a ti.- Confesó repentinamente Crystal, evitando mirar a su compañero del todo y simplemente observando de manera nerviosa los verdes árboles a su alrededor. -En tan solo un par de horas logré aprender muchas más cosas que con mi padre en su laboratorio. Creo que incluso podría decirte que siento que tu y yo-…
-¿Formamos una amistad?- Declaró Gold rápidamente al terminar la oración de Crystal. -¿O me equivoco?-
-Hahaha, así es, Gold. Formamos una especie de amistad.- Manifestó Crystal asintiendo alegremente. -Era como si nuestros caminos debían de encontrarse. Sinceramente me alegra mucho haberte golpeado con la puerta.-
-No creo que eso sea algo por lo que deberias de alegrarte.- Murmuró Gold al tocarse la cabeza con cierto pesar. -Pero comprendo lo que intentas decirme.-
-Si no te hubiera golpeado es muy probable que no estuviéramos conversando en este momento.-
-Punto a favor de la puerta, pero existe algo más que deseo decirte…-
-¿Algo… más?- Repitió con curiosidad Crystal, levantando luego una de sus cejas, cruzándose de brazos e inclinando un poco su cabeza. -¿De que se trata?-
-Gracias a este pequeño viaje junto a ti me di cuenta de lo mucho que tengo que aprender y mejorar. Creo que ahora más que nunca es el momento más adecuado para que empiece mi viaje cómo entrenador pokémon.-
De un momento a otro, ahora fue el turno de Crystal para endurecer su semblante. -¿Osea que te iras de New Bark…?-
-Uh-huh. Cuanto antes me vaya mejor será.-
-Ohh… C-Claro… Y-Yo entiendo.- Comentó Crystal de manera fría antes de agachar un poco su cabeza. -E-Era de esperarse que ahora que finalmente tienes a tu primer pokémon desees irte cuanto antes para cumplir tu sueño.-
-Mi batalla contra el pelirrojo me hizo ver la dura realidad.- Aseveró Gold en un serio tono de voz. -Si quiero mejorar mis habilidades y ganar la liga pokémon el año que viene, entonces tengo que salir de New Bark lo antes posible.-
-Descuida, yo entiendo lo que intentas decir, Gold.- Murmuró Crystal de manera seca, cortante y tosca. -Puedes irte en paz si tanto lo deseas.-
-¿Te pasa algo?-
-¡Id-Idiota! ¿Por qué me iba a pasar algo?- Preguntó Crystal de manera agresiva antes de bajar con pesadez su mirada. -S-solo continuemos, ¿d-de acuerdo?-
-Hahaha, sabes… si te sirve de consuelo, yo también te extrañaré.- Confesó Gold al hacer un rápido movimiento para acercarse a Crystal y posteriormente adelantarse a ella. -Es una verdadera pena que hiciera finalmente una nueva amiga ahora que ahora decidí partir para cumplir mi sueño... -
-E-espera un momento… ¿Acaso tu no tienes amigos en New Bark?-
-Pues no realmente. Hace varios años atrás sí tuve tres (3) amigos bastante cercanos pero por diversas razones ya no somos tan unidos cómo antes.-
-Ohh. Y-ya veo… -
Pueblo New Bark, Laboratorio del Profesor Elm, 5:27 P.M
Finalmente al regresar al laboratorio del profesor Elm, Gold y Crystal pudieron observar de primera mano como varios de los ayudantes del profesor conversaban con un par de policías en la parte de afuera del lugar.
Al entrar al laboratorio un par de minutos después, el dúo de jóvenes vieron a un enojado profesor Elm tratando de arreglar el desorden que había en su oficina con cara de pocos amigos. Gregory, al ver llegar a su hija junto con Gold, automáticamente cambió su semblante y la abrazo como si no la hubiera visto en años.
-Me alegra que regresaran sanos y salvos.- Manifestó Elm en un aliviado tono de voz, poco antes de ajustar sus anteojos por reflejo.
-Le dije que la traería de vuelta, profesor. No tenía nada de qué preocuparse.-
-Más te valía cumplirlo, Gold.- Comentó Elm soltando un suspiro. -En verdad no sabes lo preocupado que estaba.-
-Papá… Logramos traer el pokehuevo que querías para tu investigación.- Anuncio rápidamente Crystal, apuntando a la mochila de Gold.
Luego de lo expresado por Crystal, Gold asiente y después abre rápidamente su mochila, entregando el pokehuevo al profesor. -Aquí tiene.- Indicó el joven nuevo entrenador. -Espero que le sirva mucho en su investigación.-
-Mr. Pokémon nos informó que para que el pokehuevo nazca y se desarrolle rápidamente debe estar con un entrenador que esté en constante movimiento o en batallas pokemon.- Agregó Crystal.
-¿Ah sí? Pregunto Elm mirando detenidamente al pokehuevo. -Interesante, realmente interesante.-
-Profesor… Lamento cambiar de tema de esta manera tan drástica, pero creo que nosotros sabemos quien fue el que robó a su Totodile. O al menos sospechamos de alguien en específico.-
-¿Huh?-
-Eso es cierto, papá. Gold batallo contra él frente a la garita que conecta Cherrygrove con la ruta veintinueve (29) justo cuando veníamos de regreso.-
-Pero lastimosamente él logró escapar en medio de la batalla por un descuido mio.- Informó Gold con pesadez y molestia mientras que esté se cruzaba de brazos. -Lo lamento mucho…-
-No es tu culpa, Gold.- Aseguró comedidamente Elm al tratar de tranquilizar a su ayudante antes de darle un par de palmadas en la espalda. -Ahora dime cómo era ese maldi-…. Hmph, dime cómo era el… -
-Pues él es pelirrojo y su cabello le llegaba más o menos hasta el cuello.- Testifico Crystal. -Además, sus ojos eran de color plateado y estaba vestido con una chaqueta de color negro y unos jeans púrpura.-
-¿Algo más?- Pregunta Elm.
-Uhhh… Creo que él tenía más o menos nuestra edad.- Agrega Gold con algo de frialdad. -Pero, siendo completamente sincero entre nosotros, tengo la impresión de que su intención no era la de robar a Totodile.-
Fue aquí donde Elm miró con extrañeza al de New Bark. -Sabes, creo que coincido contigo, Gold.- Indico ahora Crystal. -Tengo la corazonada de que hay algo más detrás de todo esto.-
-¿A qué se refieren con algo más?- Preguntó el profesor con quizás más insistencia de la debida. -¿Podrían ser más específicos?-
-Vera, durante mi batalla contra el, Totodile siguió sus órdenes al pie de la letra. Nunca vi a su pokemon dudar de lo que le pedía. Era como si Totodile se fue por su cuenta con el.-
-Pensándolo bien, creo que Gold tiene razón. La manera en que Totodile seguía sus órdenes no es algo que se consigue si robas un pokémon. Yo diría que era más como si ellos tuvieran una especie de vínculo o algo por el estilo.-
-No sean ridículos chicos, ¿Totodile porque se iría con alguien como él?-
-Pongámoslo de esta manera, quizás Totodile se sintió apartado porque Crystal escogió a Chikorita y después yo elegí a Cyndaquil.-
-Él debió de sentirse solo y rechazado.- Agregó Crystal de manera tosca. -¿Como no pude notarlo antes?-
-Es una teoría descabellada, pero creo que tiene un poco de sentido.- Reconoció Elm a regaña dientes para luego fruncir el ceño y suspirar. -Supongo que no puedo descartar esa posibilidad.-
-Tiene bastante sentido si se piensa detenidamente.- Indico nuevamente Crystal. -Pero aún no resolvemos porque él entró aquí. Cual exactamente era su objetivo es la pregunta.-
Posterior a lo dicho por su hija, Elm se encaminó inmediatamente a su escritorio, solo para terminar notando que el cajón que se suponía había cerrado por seguridad para proteger unos importantes documentos estaba roto y tenía marcas de garras.
-Esas son-…
-Son las marcas de las garras de Totodile.- Comentó Crystal al acercarse junto con Gold y observar el escritorio de su padre. -Supongo que nuestra hipótesis era correcta después de todo.-
-Esto solo demuestra que Totodile si se fue con el pelirrojo por su propia cuenta.- Aseguró Gold con molestia y resignación. -D-Demonios…-
Poco después de inspeccionar el cajón con las marcas de garras, Elm rápidamente cayó en cuenta que dentro del mismo faltaba el informe sobre qué pokémon pueden evolucionar por la influencia de ondas de radio junto con las ventajas y desventajas de utilizar este método.
-Todo este desastre… ¿En serio todo esto fue para cubrir el robo de ese informe y Totodile fue un mísero extra en su plan? -Comentó Elm con desgano y molestia. -No puedo creer esto… -
-En verdad lo lamento muchísimo, papá. Pero ese parece ser el caso.- Reconoció Crystal al darle un tierno y fugaz abrazo a su padre. -Ohh… por ciento, casi lo olvido.-
-¿Hpmh?-
-Cuando llegamos al laboratorio de Mr. pokémon, nos encontramos con el profesor Oak.-
-¿En serio?-
Crystal lentamente asintió ante su aún desganado padre. -Así es. El nos entrego a mi y a Gold un par de pokédex, pero…-
-¿Pero… ?-
-Uno de ellos desapareció luego de la batalla contra el pelirrojo…-
En respuesta a su hija, Elm suavizó el anteriormente rígido semblante de su rostro. -Eso es lo de menos, Crystal.- Admitió Elm de manera mucho más calmada y serena. -Lo que más me importa en este momento es que ustedes dos (2) están bien.-
-Propongo que le informemos a la policía de todo esto.- Sugirió Gold. -De seguro todo lo que descubrimos aquí les sería de utilidad para atrapar a ese pelirrojo.-
Padre e hija asintieron prácticamente a la vez ante la propuesta de Gold. Un par de minutos después y luego de haber informado a las autoridades competentes sobre lo que descubrieron, Gold decidió que era hora de volver a casa para cenar. Elm, por su parte, siguió limpiando el desastre que aún imperaba en su laboratorio mientras que Crystal decidió acompañar a Gold hasta su casa.
-S-Sabes, en verdad no era necesario que vinieras, Crys.- Comentó Gold en un tono que demostraba su latente vergüenza. Todo esto, mientras tanto Crystal cómo el caminaban lenta y tranquilamente por la acera de una de las calles principales de New Bark. -Hubiera preferido que te quedaras con tu padre para ayudarlo en su laboratorio.-
-Pues me hubiese gustado hacer eso, pero, cómo conozco tan bien a mi padre, lo mejor era darle un poco de espacio para que se relaje.- Informó la de coletas sin titubear. -Además, te acompaño porque deseo conocer en dónde es qué vives exactamente. Recuerda que no tengo mucho tiempo de haberme mudado aquí.-
En poco menos de lo que dura un parpadeo, Gold inconscientemente frunció su ceño -¿En serio esa es la razón por la que me acompañas?-
-¿Y eso qué? ¿Acaso piensas que te acompaño porque quizás esta sea la última vez que nos veamos por un largo tiempo?-
-Hahaha, ni idea. Pero te prometo que terminaré con este viaje lo más pronto posible y regresaré a New Bark cómo el nuevo campeón de la liga pokémon. Juro que venceré a la Elite Four y haré polvo todo lo hecho por Red.-
-¿Lo prometes?- Preguntó Crystal antes de fijar su mirada en el rostro de Gold. -¿En serio lo prometes?-
-Lo prometo en nombre de nuestra nueva amistad.- Proclamó Gold al extender el dedo meñique de su mano derecha para entonces amarrarlo con el de Crystal. -Se que no me será fácil ganar dieciséis (16) medallas de gimnasio antes de que empiece la próxima liga pokémon en el mes de julio del próximo año, pero creo que puedo lograrlo si salgo cuanto antes de aquí.-
-Hehe, entonces espero de todo corazón cumplas tu promesa, Gold. De verdad te deseo lo mejor.-
-Siempre cumplo mis promesas.- Reitero un tanto ofendido el de cabello negro. -Eso tenlo por seguro.-
-Eso ya lo veremos…-
Acto seguido, el duo de jovenes prosiguio lentamente su camino hasta qué finalmente Gold se detuvo frente a una sencilla casa de dos (2) pisos, misma qué estaba pintada de color crema, además de tener un vistozo portico de madera, y qué estaba a un par de metros de su possicion. -Ammm ¿Crys…?-
-¿S-si...?-
-Esa de ahí es mi casa.- Informó Gold apuntando directamente a su izquierda con una de sus manos. -Ya llegamos.-
-Ohh… P-Pues es bastante linda.- Confesó Crystal un poco cabizbaja. -Tiene un interesante toque.-
-Hahaha, todo es gracias a mi madre. Ella es extremadamente estricta conmigo y con mi padre. -
-Puedo imaginarlo…-
-Bueno… Hasta aquí llegó nuestra pequeña aventura.- Manifestó Gold al colocar una tenue sonrisa, pero no sin antes hacer una exagerada y cómica reverencia ante la hija de Elm. -Fue un placer el haberte conocido.-
-Lo mismo puedo decir yo. B-Buena suerte en tu viaje, Gold. Espero que te diviertas.-
-Agradezco el deseo y espero verte pronto…-
Crystal contestó al también colocar una sonrisa, prácticamente a la vez en que le daba la espalda Gold para así emprender el camino de regreso al laboratorio de su padre. -Cuidate mucho, Gold.- Advirtió Crystal en un tono más apagado de voz. -Solo espero que ahora que no estaré contigo puedas cuidar bien de ti mismo o de Cyndaquil. Prestale mucha atención a tu alrededor y no olvides darle de comer a tus pokémon.-
-Hahaha, de acuerdo, señorita Elm. Cuando regrese de este viaje te prometo que podrás cuidar de Cyndaquil y de mi todo lo que quieras.-
-N-N-No prometas cosas que no puedes cumplir.- Manifestó Crystal ruborizándose salvajemente. -Es de muy mala educación prometer cosas que-...
Sin previo aviso, Gold se volvió a acercar a Crystal y luego esté le dio un sorpresivo y breve abrazo. -Nunca rompo mis promesas y no pretendo empezar ahora. -Declaro Gold con energía y ánimo. -Ya verás qué cumplire con todo lo qué te dije.-
Milésimas de segundo después de haber soltado a Crystal, ella miró con ternura a Gold a la vez que se le dibujaba una sonrisa. A esté punto se podia notar a simple vista cómo las mejillas de la hija de Elm cambiaron de color hasta obtener una roja coloracion. Luego de esto, Crystal hace una pequeña reverencia ante Gold y despues vuelve a emprender lentamente su camino al laboratorio de su padre antes de que terminara de caer la noche en las calmadas y silenciosas calles de New Bark.
El joven nuevo entrenador espero a que Crystal se perdiera de vista para entrar a su casa, pero no sin antes mirar con infinita nostalgia y alegría todo a su alrededor. Gold amaba profundamente New Bark y muy en el fondo de su alma le dolía el tener que irse, pero era algo necesario si deseaba cumplir su sueño.
Al entrar de lleno a su casa y luego de darse una larga ducha, Gold le contó a su familia con lujo de detalles durante la cena todo lo sucedido en la tarde de hoy. El informó también de su decisión de salir esa misma noche para empezar oficialmente su viaje cómo entrenador pokémon. Obviamente y cómo era de esperarse, la madre de Gold se opuso de manera rotunda a que su único hijo saliera de noche, mientras que su padre tomó de mejor manera la decisión de su hijo, pero de todos modos le dio la razón a su esposa en que lo mejor era que Gold esperase al día siguiente para iniciar su viaje.
-Hoy sí que fue un largo dia.- Se dijo Gold para sí mismo al entrar a su habitación luego de cenar con sus padres y dejarse caer de manera estrepitosa encima de su cama. Habiendo hecho esto, el de oscura cabellera deja salir a su Cyndaquil, luego enciende el enorme televisor que yacía incrustado en una de las paredes de su habitación y finalmente enciende el aire acondicionado del lugar. -Nada salió cómo lo tenía planeado, pero no tengo muchas quejas que digamos. En fin… ¿Qué te pareció el día de hoy, Cyndaquil?-
Con más pereza y sueño que otra cosa, Cyndaquil observó con inquietud a su entrenador poco antes de responder a este con un sonoro bostezo.
-Sabes…. Creo que tengo una idea, Cyndaquil. Cuando mis padres se duerman hay que irnos y empezar nuestro viaje esta misma noche. ¿Qué tal suena eso?-
Cyndaquil inclinó su cabeza un poco a su izquierda y miró con extrema curiosidad a su entrenador antes de volver a bostezar y empezar a jugar con un balón de football que estaba en el suelo cerca de la cama.
Gold, sin vacilar o perder más tiempo, hizo una corta y concisa carta de despedida, después arregló cuidadosamente su mochila con todo lo necesario para su viaje y luego se entretuvo entre utilizar su computadora y mirar televisión hasta que fuera el momento de irse.
-Sé que esto es algo apresurado y muy probablemente mi madre termine muy molesta por esto, pero necesito irme de New Bark esta misma noche.- Se dijo a sí mismo Gold con tristeza. -Estoy seguro de que si espero hasta mañana, es muy probable que me termine arrepintiendo de todo esto y me quede para siempre aquí esperando por qué ella regrese...-
Cuando eran alrededor de las dos (2) de la madrugada, Gold bajó a la planta baja de su casa al suponer que sus padres estaban dormidos. Luego, este deja la carta de despedida en el comedor de la cocina para que ellos la leyeran en la mañana y posteriormente abrió con extremo cuidado la puerta principal que conectaba con el pórtico. Sin embargo, justo antes de que este pudiera salir y lograr su cometido, Gold sintió un terrible escalofrío en su espalda, seguido de un horrendo sentimiento de miedo que empezó a carcomer sus entrañas.
-¿A donde crees que vas, jovencito?- Se escuchó preguntar con completa seriedad una rígida voz detrás de Gold, cosa que provocó que de manera torpe el ahora nuevo entrenador se volteara y fijara sus ojos con profundo miedo en un sujeto de lentes y ojos con una tonalidad dorada, cabello algo corto y de color negro, quien tenía complexión delgada pero fornida y qué en ese momento poseía una estoica expresión en su nada delicado rostro lleno de barba de varios días sin afeitar.
-Y-yo… Uhhh… H-Hola, papá. Q-Qué linda noche, ¿N-No lo crees?-
-Eres irremediablemente predecible, Gold.- Comentó su padre cruzándose de brazos y mirando fijamente a los dorados ojos de su hijo antes de negar lentamente con su cabeza. -Era demasiado obvio qué intentarías escabullirte para empezar tu viaje esta misma noche. Es por eso que decidí tender una trampa y caiste redondito en ella. ¿Es qué acaso no aprendiste nada de mi? Si deseas superar a Red o a mi, entonces debes aprender a ver a través de lo obvio y nunca bajar la guardia aunque la situación diga lo contrario. Un buen entrenador tiene que ser capaz de al menos eso.-
Gold se limitó en primera instancia a morder suavemente sus labios con notable molestia. -L-Lo lamento, papá. Pero muy bien sabes que espere dos (2) largos años por este momento.- Argumentó enérgicamente Gold -No pude evitarlo...-
-Eso lo se perfectamente y es por eso que no me interpondré para que inicies por fin con tu sueño.-
-¿Huh?-
Sin decir más, el padre de Gold saca del bolsillo derecho de su pijama una pokebola con un Eevee. -Acepta esto cómo un regalo de parte de tu madre y mía.- Indicó sin titubear el veterano entrenador antes de colocar dicha pokebola sobre la mano izquierda de su hijo. -Esté se suponía que debía de ser tu primer pokémon, pero tu decidiste qué Gregory tuviese ese honor. En fin, solo vete antes de que cambie de parecer y despierte a Sakura para contarle de todo esto.-
Gold miró con una mezcla entre emoción y tristeza a su padre, además de también la pokebola de su nuevo Eevee, a la vez en que esté se tomaba un par de segundos para caer en cuenta de lo que había sucedido. -G-Gracias, papá. Y-Yo… M-Muchas gracias por esto y también por ayudarme a ser un entrenador.- Murmuró Gold con timidez, claramente ahora avergonzado y un poco conmovido mientras que guardaba la pokebola de su nuevo pokémon. De verdad qué gracias. De no ser por ti yo-...
-No hay nada porque me tengas que agradecer, Gold. Solo cuidate mucho y espero sinceramente que nos visites de vez en cuando.-
-Te juro que te haré estar orgulloso de mí.- Aseveró Gold antes de estrechar la mano de su padre. Inmediatamente luego de esto, el joven nuevo entrenador sale de lleno de su casa y finalmente se pone en marcha en dirección a la ruta veintinueve (29)
A pesar de la tétrica oscuridad que otorgaba la fría noche, el camino de New Bark a Ciudad Cherrygrove a través de la ruta veintinueve (29) fue pan comido gracias a Cyndaquil, quien iluminó sin problemas el camino y de paso venció a uno que otro molesto pokémon salvaje. Gold, al llegar a la solitaria garita de entrada de Ciudad Cherrygrove un par de minutos después, se encontró con un rostro muy familiar el cual él no esperaba volver a ver.
-¿Me extrañaste?- Preguntó Crystal con una enorme sonrisa de oreja a oreja al ver llegar a Gold a la garita de entrada de Ciudad Cherrygrove.
