Sector Más Al Norte, Parque Nacional de Johto. 5:23 P.M


Miedo. Ante la súbita aparición del legendario pokémon conocido cómo Raikou, un desmedido, inmisericorde y angustiante sentimiento de miedo empezó a penetrar cada centímetro del cuerpo de Gold, muy al estilo de un voraz incendio al consumir rápidamente un triste bosque lleno de viejos y secos árboles.

Sin siquiera notarlo, y en perfecta contraposición a todo lo que experimento escasos minutos atrás, Gold instintivamente optó por abandonar sus latentes dudas e inseguridades en favor de resguardar a Zuki, además de intentar procesar todo lo que estaba pasando.

En automática respuesta a su entorno, Gold tragó saliva, ajustó su gorra y goggles, y después dentro de su mente se empezaron a recrear, a toda velocidad, todo tipo de hipotéticas situaciones para intentar lidiar con la inesperada aparición de aquel imponente pokemon. Desde cómo encontrar una manera efectiva de escapar ilesos, hasta incluso plantear algún tipo de estrategia de batalla con sus agotados pokémon en caso de que las cosas se tornaran a peor. Todo esto, a la vez que Raikou, quien aún desprendía varias violentas chispas eléctricas por todo su cuerpo, mismas que activamente acababan sin esfuerzo con todos y cada uno de los copos de nieve que caían a su alrededor, observaba con frialdad a ambos entrenadores.

-¿P-pero porque?- Se preguntaba mentalmente Gold, una y otra vez con desesperación, antes de terminar por apretar con miedo y nerviosismo sus puños. -¿P-porque rayos Raikou está aquí? Ughh… Esto no podría ser peor. Todos mis Pokémon están demasiado agotados por las batallas de la tarde cómo para pelear contra esta cosa de tú a tú. ¿Qué mierda hago? D-demonios, si tan solo hubiese traído a-...

Sin embargo, y antes de que Gold pudiese reaccionar o decidirse sobre qué hacer, Zuki dio un par de tímidos pasos al frente hasta colocarse a un lado de su dubitativo primo. Al hacer esto, la de Ecruteak cambió el semblante de su rostro, mismo que anteriormente reflejaba miedo, nerviosismo y sorpresa, a uno que demostraba mucha más tranquilidad, solemnidad y calma, cosa que obviamente no pasó desapercibida por Gold.

-¡Oh poderoso pokémon que representa al fatídico rayo que cayó sobre la Torre Brass aquella noche de tormenta, mi nombre es Zuki Elizabeth Masamune y el de mi primo es Gold Ethan Tsubasa!- Exclamó inesperadamente la chica de ojos color esmeralda sin siquiera titubear. Acto seguido, Zuki hizo una elegante reverencia muy parecida a la que ella realizó el día de su oficial debut cómo chica kimono en el anfiteatro. -Y ambos somos miembros directos por sangre de la rama principal del clan Masamune de Ecruteak. El nombre de mi madre es Asuka Masamune, actual líder, y el de la madre de Gold es Sakura Masamune.-

En apenas una pequeñísima fracción de segundo, las palpitaciones del corazón de Gold, al igual que su respiración, volvieron a acelerarse, prácticamente al mismo tiempo en que su piel empezaba a erizarse con violencia gracias al latente miedo que carcomía su cuerpo y mente. Inmediatamente después, el de New Bark miró de arriba a abajo a su prima con palpable nerviosismo y estrés, mientras que una infinidad de preguntas colisionaban cómo dos trenes sin frenos dentro de su mente.

-¿P-pero qué mierda crees que estás h-haciendo?- Preguntó agresivamente el de New Bark en voz baja, antes de jalar y colocar nuevamente a Zuki detrás de él. -N-no lo provoque más y solo quédate en silencio. Lo que menos deseo en este momento es luchar contra esa cosa ahora que mis pokémon estan agotados. Es más que obvio que nosotros dos juntos no seríamos rivales para-...

-Gold, solo callate, descuida y relájate.- Advirtió rápidamente la menor de las chicas kimono en un hostil tono de voz, para después volver a colocarse con elegancia frente a su alarmado primo, pero sin siquiera despegar su vista del legendario pokémon quien aún permanecía inmóvil y tranquilo al otro extremo del claro. -Solo confia en mi para esto. Yo se perfectamente lo que hago.-

Sí anteriormente Gold sintió una exasperante mezcla de miedo y nerviosismo recorrer cada rincón de su ser, entonces lo hecho por Zuki no hizo más que revolverle el estómago hasta el punto de volver a sentir metafóricos Butterfree revolotear dentro de sí. Por su parte, y cómo por arte de magia, lentamente las violentas chispas eléctricas que rodeaban el cuerpo de Raikou empezaron a desaparecer, así cómo también la expresión qué esté tenía en su rostro se volvió mucho menos fría y apática que antes.

Ante aquel más que inesperado acontecimiento, Gold inconscientemente volvió a tragar saliva, pero ni ante esto el de New Bark bajo la guardia en lo más mínimo. Sí algo el bien había aprendido de su padre era que jamás uno se podía descuidar, ni por un segundo, ante un pokémon salvaje. Legendario o no, Raikou no debería de ser la excepción a esta importante regla.

Silencio. salvo la algo acelerada respiración de Gold, todo alrededor del anteriormente solitario claro experimentó un rotundo, enervante y apático silencio por poco más de treinta incómodos segundos ininterrumpidos. Ahora, y de manera paulatina, el viento volvía a soplar con mucha más intensidad, cosa que no solo provocó que las ramas de los árboles cercanos se volvieran a mover rítmicamente, sino que también agregó cómo consecuencia un tétrico y escalofriante efecto por todo alrededor, aunado a las grisáceas y opacas nubes que cubrían todo el cielo.

-¿P-pero qué rayos fue lo que hiciste para que se "calmara"?- Preguntó Gold por segunda vez en voz baja, mientras que esté miraba de reojo, y con extrema curiosidad y nerviosismo, al ahora tranquilo legendario pokémon que yacía aún a escasos metros de su posición. -¿Porque ahora Raikou-...?

-Aunque no lo creas, no hice nada fuera de lo común para una chica kimono.- Admitió Zuki, nuevamente en un serio tono, poco antes de peinar su ahora despeinada cabellera gracias al violento remolino de viento que produjo Raikou al aparecer. -Digamos que esto es algo que nos enseñan a nosotras desde muy pequeñas.-

-¿H-huh? ¿C-cómo qué no es nada fuera de lo común para una chica kimono?- Pregunta asertivamente Gold, ahora con más urgencia y agresividad de la necesaria. -¿Qué rayos quisiste decir con eso?-

-Es algo complicado de explicar así por así. Pero cómo dije antes, esto no es algo fuera de lo común para una chica kimono cómo yo.- Confesó rápidamente Zuki, segundos antes de frotar sus manos la una contra la otra debido al gélido clima del lugar. -¿O es que en serio pensabas que el único trabajo de nuestro clan y el de las chicas kimono en general es ser bonitas, utilizar trajes caros y bailar una vez por semana para los turistas en el anfiteatro?-

Por enésima vez en lo que iba de la tarde, Gold trago saliva, apretó ligeramente sus labios y después volvió a mirar a su prima con una palpable mezcla entre molestia, curiosidad, desesperación y angustia. -Ughhh… P-pues-...

-Mira, se que este no es el momento perfecto para explicarlo detalladamente, pero de entre los tres pokémon revividos por Ho-Oh en la Torre Brass, Raikou, siendo él la personificación viva de aquel fatídico rayo, es el más orgulloso, espiritual, y también es quien tiene una relación mucho más estrecha con el clan Masamune por el hecho de que nuestros antepasados, hace ya más de setecientos años atrás, fueron los que sentaron las bases para la futura construcción de la Torre Bell cómo también la Torre Brass.- Admitió velozmente la joven chica kimono, nuevamente en voz baja y comedida. -Desde nuestra tatarabuela, quien fue la que instituyó el rendirles homenaje a Raikou, Entei y Suicune luego del incendio, hasta llegar a mi madre quien abolió las antiguas tradiciones con respecto a las relaciones de las mujeres del clan con los no foráneos de Ecruteak. Sin falta, Raikou se les ha aparecido, al menos una vez, a través de los años a todas las que fueron las líderes de nuestro clan en tiempos de necesidad, o simplemente cómo señal de buena fortuna, cuando estas están lejos de Ecruteak. Incluso tengo entendido que él también ha sido visto por varios otros miembros de nuestro clan a lo largo de todos estos años. En otras palabras, Raikou sería cómo el pokémon guía y guardián de nuestra familia, muy por encima incluso que los Eevees, Entei, Suicune y Ho-Oh.-

Cómo por acto reflejo, Gold giro ligeramente su cuerpo y miró directamente a su prima con una agria mezcla entre confusión y alarma, a la vez en que esté empezaba a sentir un terrible escalofrío recorrer gran parte de su cuerpo con la velocidad misma de un abrumador relámpago. -¿E-estas hablando en serio?-

Aún sin cambiar el serio semblante de su angelical rostro, y también sin despegar sus ojos del legendario pokémon, la de Ecruteak asintió con prontitud, firmeza y seguridad. -Así es, Gold. Aunque técnicamente, todo lo que te dije es un enorme secreto familiar que nadie fuera de nuestro clan debería de conocer.- Reconoció Zuki de manera insípida y opaca, justo antes de tragar pesadamente un poco de saliva. -Desde muy pequeñas, las ancianas del clan junto con mi madre, nos enseñaron a mis hermanas y a mi al respecto del tema, más yo nunca lo tomé muy en serio. Para mi eran puras patrañas sin sentido ni beneficio, pero sí recuerdo perfectamente qué Raikou debería de marcharse pacíficamente luego de que anunciara mi nombre y mi linaje. S-sinceramente no entiendo qué está pasando. No se porque aún no se ha ido… ¿Acaso él está aquí por otra razón y no porque tengamos la sangre del clan masamune en nuestras venas?-

En respuesta a todo lo dicho por Zuki, otra inmisericorde oleada de escalofríos atacó esta vez la espalda de Gold, sumado ahora al abrumador estrés mental que representaba toda esta inesperada situación para su resquebrajada psique. -¿Porque rayos esto tiene que pasar precisamente ahora?- Comentó mentalmente Gold, poco antes de tensar inconscientemente su mandíbula. -Ughhh… Ni siquiera he terminado aún de tragar el hecho de que viví por más de dos años una mentira, ¿y ahora sucede esto?-

Al verse irremediablemente acorralado aún con más preguntas que respuestas, el de New Bark aprieta nuevamente sus puños y después da un par de tímidos pasos al frente, hasta el punto de estar a poco menos de siete metros de distancia del legendario pokémon.

-¿Porque decidiste aparecer ante nosotros?- Preguntó Gold en un muy firme y comedido tono, muy para el asombro de Zuki, quien quedó estupefacta ante la osadía de su primo. -¿Porque estas aquí, Raikou? ¿Acaso te ofendimos de algún modo o algo por el estilo?-

Pero, muy para el malestar del entrenador de New Bark, no hubo respuesta alguna por parte de Raikou. Ni siquiera un gruñido o un apático gesto de indiferencia. El legendario pokémon se mantuvo inmóvil, tranquilo y con su mirada fijamente puesta sobre ambos entrenadores, cosa que no hizo más que alimentar por igual las ansias y los nervios de Gold y Zuki a niveles alarmantes. Metafóricamente hablando, la tensión era tan abrumadora y evidente, que incluso esta se podía fácilmente cortar con un cuchillo de plástico.

Sin previo aviso, una tercera, más potente, pero efímera oleada de escalofríos atacó el cuello y las extremidades de Gold, mientras que más nieve empezaba a caer por todo el lugar hasta cubrir gran parte del pasto con una tenue capa de pequeños y delicados copos. Sin embargo, y ante las nerviosas miradas de Zuki y Gold, de un momento a otro las violentas chispas eléctricas que anteriormente rodeaban el cuerpo de Raikou volvieron a hacer acto de presencia, mismas que activamente erradicaron rápidamente toda la nieve que caía alrededor de su cuerpo.

Sin dudarlo, Zuki inconscientemente retrocedió hasta colocarse a espaldas de su primo. Pero, a pesar del aberrante miedo que carcomía desmedidamente todo su interior, Gold se mantuvo firme y sin titubear ante Raikou. Fue cómo si algo muy dentro de sí le estuviera advirtiendo a gritos que no se dejará intimidar.

-¿A-acaso deseas algo de nosotros?- Preguntó nuevamente el de New Bark, esta vez con un poco más de timidez y preocupación. -Por favor, Raikou, dime porque-...

Ni corto ni perezoso, Raikou adoptó una agresiva pose de batalla, a la vez en que esté le ponía un súbito alto a la pregunta de Gold al soltar un amenazante y potente rugido, mismo que no solo retumbó efímeramente por todo alrededor del solitario claro, sino que también provocó que ambos entrenadores volvieran a dar varios pasos hacia atrás.

Otro par de incómodos y silenciosos segundos llegaron a pasar, con la misma rapidez que la de un Pidgeot al cazar una inadvertida presa en medio de una pradera. Nuevamente, lo único que se podía escuchar en los alrededores era el sonido del gélido viento al mover las ramas de los árboles, cómo también el enervante sonido de las chispas eléctricas rostizando los copos de nieve que intentaban tocar a Raikou.

Con extrema pesadez y aún más notable melancolía, Gold exhaló una gran cantidad de aire de sus pulmones y despues volvio a mirar al legendario pokémon con firmeza y convicción. -¿Con qué así quieres que sean las cosas?- Preguntó retóricamente Gold, volviendo a apretar con violencia sus puños para después mirar de reojo a su confundida prima. -Tch… Supongo que no queda de otra y tendré que batallar contra esa cosa.-

-¿H-huuuuh? ¿P-pero de qué rayos hablas, Gold?- Cuestiono asertivamente Zuki, mirando ahora de pies a cabeza a su decidido primo. -N-nada de esto tiene sentido. Es históricamente conocido qué Raikou, Entei y Suicune no son pokémon conflictivos o agresivos ante los humanos que no los molesten. E-esto tiene que ser un malentendido o algo por el estilo.-

-Dile eso a él.- Denunció ahora Gold, de manera mucho más agria que antes. -Si quieres tómalo cómo un presentimiento o una especie de corazonada, pero algo muy dentro de mi me esta diciendo que esto es lo que Raikou deseaba desde un principio. A este punto, creo que ya no hay marcha atrás. Yo tengo que luchar contra el aquí y ahora.-

-¿Y si te equivocas?- Preguntó Zuki en un alarmado y agresivo tono, mientras que observaba de reojo cómo Raikou aún mantenía su firme postura de batalla en aparente espera de lo que haría Gold. -Tu mismo dijiste antes que ni juntos seriamos rivales para él, ¿y ahora estás decidido a luchar? N-nada de esto tiene sentido alguno, Gold. ¿Y qué sí Raikou desea otra cosa y solo lo estás malinterpretando?-

-Bueno, supongo que este será un riesgo que tendré que tomar me guste o no. En todo caso, yo lo entretendré para que puedas irte.- Señaló reaciamente Gold, antes de hacer crujir todos los dedos de sus manos. -Cuando lo haga, aprovecha la oportunidad y escapa de aquí, ¿de acuerdo?-

-¿A-acaso perdiste la cabeza?- Pregunta nuevamente la exaltada chica kimono con molestia y nerviosismo. -Yo de ninguna manera puedo dejarte solo y escap-...

-¡No te lo estoy preguntando!- Advirtió firmemente Gold de manera seca, quien volvió a enfocar su completa atención sobre Raikou, muy al estilo de un depredador al acecho. -Si el hubiese querido acabar con nosotros o algo por el estilo, el ya lo hubiese hecho desde un principio. Ahora solo haz lo que te digo y no me cuestiones más. Recuerda que fui entrenado tanto por el campeón sin corona, cómo también por Green Oak. Creeme, yo estaré bien, pero ahora de verdad necesito que-...

-¿C-cómo puedes pedirme que haga algo tan frívolo cómo eso?- Pregunta Zuki, al mirar con desasosiego y furia a su primo. -¡Este no es el momento de jugar a ser el héroe, Gold!-

En un simple pero efímero acto, Gold se gira para después mirar a su prima directamente a sus angustiados ojos con total sinceridad. -En eso tienes toda la razón, Zuki. Yo no soy ni tampoco deseo ser un héroe.- Reconoció el de New Bark en un muy condescendiente tono, a la vez en que esté ajustaba su gorra de la suerte. -Pero lo que realmente soy es un enamorado, estúpido y agotado chico quien está harto de tenerle miedo al futuro. Ya me canse de no darle la cara al mañana.-

Ahora fue el turno de Zuki de sentir una intensa oleada de escalofríos atacando todo su ruborizado cuerpo, sumado al hecho de que su rostro se sonrojo con visible intensidad. Ante la sincera y clara respuesta de Gold, la de Ecruteak suelta también un melancólico suspiro. Luego de esto, Zuki saca una vieja y desgastada pokebola del bolso que traía cargando en su hombro izquierdo, misma que rápidamente llama la atención de Gold.

-Ok. Cómo desees, Gold. Sí tan decidio estas de luchar, entonces lo mejor es que utilices esto.- Informa tímidamente Zuki, acercando en el proceso dicha pokebola a la mano derecha de su primo. -Incluso estoy dispuesta a dejarte luchar solo contra Raikou, pero por favor no me pidas que te abandone. Solo déjame quedarme a tu lado hasta el final, ¿de acuerdo? Pase lo que pase, deseo estar contigo.-

Gold volvió a apretar momentáneamente sus ahora resecos labios, mientras que esté tomaba sin dudarlo la pokebola que sostenía Zuki con tanto ahínco. -Tch… De acuerdo, tu ganas.- Admitió Gold en voz baja, asintiendo lentamente ante su preocupada prima, para luego volver a enfocar su mirada sobre los ojos de Raikou. -Solo te dire que el dia de hoy estas llena de sorpresas. En verdad agradezco mucho todo esto qué haz hecho por mi.-

Una tímida pero resignada sonrisa se posó brevemente sobre los labios de Zuki, a la vez que Gold arrojaba la desgastada pokebola sobre el frío pasto cubierto de nieve. En menos de lo que dura un suspiro, la pokebola no solo se abrio y de esta se materializa un insectoide y resplandeciente pokémon de color rojo escarlata, sino que luego esté automáticamente se coloca en una ofensiva pose de batalla al posicionarse frente a su entrenador, muy a pesar de estar ante un legendario pokémon del calibre de Raikou.

Cómo respuesta, y al ver la intensa convicción que transmitían Gold y Scizor, las chispas que rodeaban el cuerpo de Raikou intensificaron su potencia casi al instante, acción que desencadenó que una intensa oleada de adrenalina empezará a bombear por las venas del de New Bark.

-¡Supongo que es ahora o nunca!- Comentó enérgicamente el de oscura cabellera, luego de la aparición de su pokémon sobre el pasto. -¿Estás listo, Scizor? Nuestro oponente el dia de hoy no es alguien común y corriente. Hoy lucharemos contra una de las leyendas de Johto.-

El metálico pokemon, sin dudarlo o despegar por un momento su mirada de Raikou, asintió ante lo dicho por su entrenador con visible determinación. Sin embargo, y de manera prácticamente fortuita e inesperada para Gold y Zuki, Scizor rápidamente empieza a desprender un resplandeciente brillo de color arcoiris por todo su cuerpo, mismo que iluminó momentáneamente todo el claro, al igual que la mega piedra incrustada en el brazalete puesto sobre la muñeca derecha de su entrenador.

Al mismo tiempo en que esto ocurría, la respiración de Gold se volvió paulatinamente más forzada al sentir cómo gran parte de los músculos de su cuerpo se empezaban a tensar sin previo aviso, además de experimentar una agresiva mezcla de sentimientos y adrenalina sobre todo su ser. Para Gold, todo esto fue comparable a cómo si estuviesen incrustando fortuitamente una larga barra de hierro caliente dentro de su espalda.

Posteriormente, y con la velocidad misma de un parpadeo, la luz arcoíris que rodeaba el cuerpo de Scizor súbitamente desapareció, y esté ahora tenía un aspecto bastante diferente a hace unos segundos atrás. Sus pinzas eran un poco más alargadas y robustas, sumado a que su cuerpo aparentaba ser mucho más ágil, pero, igual o más resistente que antes.

-¿P-pero qué rayos acaba de suceder?- Exclamó fervientemente Zuki, pestañeando repetidas veces, al mirar atónita tanto a Gold cómo también a Scizor con indignante sorpresa. -¿D-desde cuando puedes hacer que Scizo-...?

-¡N-no te-tengo la menor idea!- Replicó forzosamente el de New Bark, quien se notaba que apenas sí se podía mantener en pie. -P-pero ahora no es el momento para hacer preguntas. S-Scizor, utili-...

De la misma manera en la que esté había aparecido hace ya varios minutos atrás, Raikou inesperadamente volvió a generar un violento torbellino de viento alrededor de su cuerpo, pero no sin antes colocar una visible sonrisa en su rostro, acción que no pasó desapercibida por ambos entrenadores. Milésimas de segundo después, el legendario pokémon desapareció del claro con la velocidad misma de un relámpago al azotar un árbol durante una tempestad. Ahora, y por enésima vez en lo que iba de esta fría tarde de invierno, volvió a imperar el silencio en aquel solitario y alejado lugar.

Sin ningún tipo de pena ni gloria, y ante el sobrehumano estrés mental y físico que albergaba su cuerpo, Gold fatídicamente se deja de caer de rodillas al suelo y después apoya ambas manos sobre el helado pasto, jadeando sonoramente en el proceso, mientras que su Scizor regresaba a su anterior forma, para después colocarse junto a su entrenador. Por su parte, Zuki también se acercó rápidamente a Gold para verificar que esté estuviera bien, pero de igual forma ella no podía parar de vigilar activamente por todos los alrededores del claro por sí algo más pudiese llegar a pasar. El nerviosismo entre todos estaba a la orden del dia.

-¿T-te encuentras... bien?- Preguntó velozmente la chica kimono con casi palpable preocupación. -¿Pu-puedes moverte?-

De lenta y torpe manera, Gold levantó su mirada y después se forzó a asentir. -E-eso creo.- Admitió el de oscura cabellera con honestidad, mirando ahora de reojo tanto el precioso brazalete colocado en su muñeca derecha, cómo también al que fue el pokémon insignia de su padre. -S-solo estoy algo fatigado y confundido. Creo que al ser la primera vez que Scizor mega evoluciona siendo oficialmente mi pokémon, mi cuerpo apenas sí pudo manejar la inmensa presión que este tipo de transformación genera en el entrenador. Ahora mismo me siento cómo si hubiese participado en un triatlón o algo de ese tipo.-

Otra tímida sonrisa se volvió a posar sobre los labios de la chica kimono, luego de escuchar todo lo dicho por Gold. -Heh, ni que lo digas, primito.- Comentó Zuki con obvio y extremo alivio, pero también en el burlesco y característico tono de su tan caótica personalidad. -Luces bastante terrible. Aunque más parece cómo si hubieses despertado repentinamente luego de un placentero sueño.-

Ahora fue el turno de Gold de sonreír ante la curiosa pero acertada analogía de su prima, a la vez en que esté se dejaba caer de espaldas contra el pasto. Poco después, Gold removió sus goggles especiales de encima de sus ojos y luego decidió observar con nostalgia cómo paulatinamente el cielo iba perdiendo el poco brillo que aún le restaba. Todo esto, mientras que el activamente aún podía sentir cómo una gran cantidad de adrenalina recorría libremente por sus venas, y su acelerado ritmo cardiaco era viva prueba de esto.

-¡Ughhh… En verdad qué no puedo creer nada de esto!- Expresó enérgicamente la de Ecruteak, quien volvió a suspirar con molestia. -¿Cómo rayos le explicamos esto a Kelly y Crystal cuando regresamos a la guardería? Esto suena demasiado fantástico cómo para ser verdad.-

-Uhhh… P-pues-...

-¡Aún tengo todos los nervios de punta, Gold!- Admitió Zuki repentinamente, interrumpiendo en seco a su primo, después de empezar a abrazarse a sí misma en busca de algo de calor. -Osea, soy una chica kimono y ni siquiera yo puedo terminar de comprender lo que sucedió. Hmph… Aunque creo que no estaría de más el comentarles sobre esto a mis padres y a mis hermanas. Ya imagino las caras que todos pondrán cuando se enteren qué Raikou apareció ante nosotros de esta manera.-

Gold replicó nuevamente con una sencilla sonrisa, pero, muy dentro de su ser, él ahora sabía que ya nada sería lo mismo de ahora en adelante. Empezando por la gravísima crisis existencial que le provocaron todas las revelaciones hechas por su padre, pasando brevemente por la charla y el apoyo de su caótica prima al encontrarlo después de que esté decidiera tomarse el día para pensar, y luego culminando con la repentina aparición de Raikou para terminar de despejar sus latentes dudas. En poco más de veinticuatro horas, la vida de Gold tomó un súbito giro de ciento ochenta grados.

-Supongo que te daré las gracias la próxima vez que decidas aparecer ante mí.- Comentó Gold entre dientes, mientras que Scizor y Zuki miraban con curiosidad cómo el de New Bark se mantenía en perfecto silencio mirando ahora los copos de nieve caer del opaco cielo. -De ahora en adelante no dejare que ni el pasado, ni tampoco el futuro, decidan mi destino. Gracias a Raikou y Zuki, ahora se que soy capaz de forjar lo que pasará con mis propias manos. Ninguna estúpida visión de un hipotético futuro, o lo que tuvo que hacer mi padre en el pasado por culpa del Equipo Rocket, me detendrán para hacer lo que realmente quiero. Ahora más que nunca juro que superar todo lo que hicieron él y Red.-


Sector Oeste del Lago Rage, Al Norte de Ciudad Mahogany. 5:58 P.M


-¡Feraligatr, utiliza Hydro Pump (Hidrobomba)!- Ordenó estoicamente Silver, justo al apuntar con el dedo índice de su mano izquierda en dirección a un viejo y decrépito árbol localizado a escasos metros de su posición y la de su pokemon.

Sin titubear en lo más mínimo, el acuático pokemon asiente y luego esté escupe un potente chorro de agua a presion, mismo que milésimas de segundo después hizo qué fácilmente su objetivo explotara en una infinidad de pequeños pedazos.

-Hmph… Nada mal.- Reconoció tranquilamente el pelirrojo, quien, luego de lo hecho por su pokémon, decidió regresarlo a su pokebola para que descansara. -Supongo que esto será suficiente por hoy. Ya entrenamos bastante por un dia.-

De manera apática, Silver suelta un exagerado suspiro lleno de tristeza y resignación, cosa que ayudó a que el pelirrojo pudiese apreciar su aliento debido a lo gélido del clima. Ahora, y de manera paulatina, el cielo empezaba a perder el poco resplandor que le quedaba para darle paso a la oscuridad de la noche.

-Ya falta poco. Solo tres días más y luego seré libre junto con Lucía para hacer lo que nos plazca.- Comentó Silver para sí mismo, antes de que este decidiera sentarse sobre el pasto, y a espaldas del que parecía ser un robusto árbol de pino, a un par de metros del silencioso y majestuoso lago. -El viernes ya me libraré de toda esta mierda.-

Otro melancólico suspiro resonó entre la gran cantidad de árboles que rodeaban el solitario área del lago en donde ahora yacía Silver. -Yo se perfectamente que nada de lo que estoy haciendo es correcto, pero ya no me quedan opciones.- Admitió Silver con suma tristeza y desolación, al sacar del bolsillo izquierdo de su pantalón la que era la pokebola del Sneasel de Lucía. -Solo espero que ella no me odie cuando despierte. Yo solo quiero verla sonreír una vez ma-...

Sin ningún tipo de aviso, y antes de que Silver pudiese terminar de expresarse, una potente y antinatural rafaga de viento, con el poder de un pequeño tifón, se materializó, de un momento a otro, a pocos centímetros de dónde anteriormente Feraligatr había hecho añicos aquel viejo arbol. Acto seguido, la bizarra rafaga súbitamente perdió su antinatural intensidad, y ahora un enorme y cudrupedo pokemon, cubierto por pelaje de color marrón, quien tenía en su espalda una especie de gris capa de humo tangible, hizo acto de presencia frente al pelirrojo.

-¿E-Entei...?-