Al LÍMITE

Capítulo 4

Candy no se movía. Era como si al escuchar su voz su piernas pesaran una tonelada, y aunque sus pensamientos y deseos eran el de salir corriendo su cuerpo pareciera decir otra cosa.

-Candy… -murmuró Terry con impaciencia al ver que ella tardaba en contestar.

-¿Como sabes que yo…?

-Ven acércate por favor.

Candy camino temerosa no sabía como sus piernas la sostenían.

-"Pero qué diablos es esto, parezco colegiala, controlarte Candy y recuerda todo lo que te ha hecho" -pensó mientras se dirigía a su lado.

-Sigues usando el mismo perfume

Candy se sorprendió al ver que él recordaba aquel perfume, habían pasado infinidad de ellos a lo largo de su vida, pero ese en especial se lo regalaba su padre pues era el mismo que usara su madre, recordó que en la época que estuviera con Terry también lo uso.

-Por favor apiadate de mi, y acércate un poco más no te voy a morder, no me puedo mover.

Ella se acercó un poco más y pudo observar su cuerpo fuerte sus hombros marcados y su abdomen enredado por vendas. No pudo evitar sentir un estremecimiento en su vientre y sentir un nudo en su garganta una lagrimas recorrieron sus mejillas y sacudió su cabeza para tratar de esconderlas.

-¡Pero mírate Terry!

Él sonrió al mirar sus lágrimas. Y pudo admirar su hermosos rostro, ese con en que no dejara de pensar y soñar a lo largo de más de un año.

Su ojos verdes tan perfectos, las lágrimas los hacian ver mas bellos en ese momento para él. No importaba que trajera puestos unos jeans y una blusa negra, con lo que se pusiera era perfecta y nunca dejaría de serlo.

-"fui un idiota, no sé cómo lograré que me perdone; pero lo haré, te amo nunca he dejado de hacerlo". -pensó.

-Mirame Candy, -le pidió, podía verla luchar consigo misma, y él sabía muy bien que fue un miserable con ella, quería mirarla a los ojos y saber si lo odiaba, o tendría la esperanza de algún día volver a estar a su lado, y conocer a su hijo.

-Por favor, no te preocupes Candy, estaré más que listo para la próxima temporada para correr.

-¡Estas hablando en serio! Estuviste apunto de morir y en lo único que piensas es en correr, no lo puedo creer Terrence Granchester.

Él sintió un golpe en el estómago al escuchar llamarlo así. Antes al mirarse tan solo podían devorarse con la mirada y lo que veía en ella era acaso ¿odio? ¿desprecio? oh si corría con suerte tal vez resentimiento, que pudiera sanar con amor y ser perdonado algún día. Ella lo observó quedarse en total silencio.

-¿Qué sucede? ¿estas bien? Terry -iba tomar su mano, se arrepintió de hacerlo pero él fue más rápido que ella y logró agarrar la suya con fuerza.

-Estoy bien Candy.

Antes de que pudiera decirle otra cosa la puerta se abrió y la enfermera entró apresurada.

-Creo que la visita de su esposa le ha hecho mucho bien, su semblante cambio.

-Si ella lo cambia todo -dijo con un dejo de tristeza.

Candy trató de soltarse, pero él apretó su mano con más fuerza.

Mientras la enfermera tomba anotaciones, y la presión, lo único que logro decir Candy fue:

-Siento lo de Charly murmuró con dolor.

El pequeño monitor que tomaba la presión, mostró un cambio repentino, y soltó su mano.

Candy se arrepintió de haber mencionado a Charly.

-"Era su hermano debe de estar sufriendo mucho" -miró su palidez.

-Señora creo que el señor debe descansar es necesario administrar un sedante lo podrá ver en la noche.

-¡Maldita sea! No quiero mas medicinas, necesito hablar contigo Candy. Promete que no te iras.

-Terrence volveré en unas horas y si prometo no irme hoy, ahora descansa por favor -salió de la habitación y al cerrar la puerta se recargo en ella de espaldas, suspiro y lágrimas brotaron-. Hoy prometo no irme sin embargo mañana será nuestro adiós definitivo.

Candy caminó por los pasillos de la gran mansión, en uno de ellos pudo observar una pintura de una mujer rubia de expresión dulce con un lunar en la boca y unos ojos azules idénticos a los de Terry.

-Es tu madre, que bella era, jamás me hablaste de ella, ni cómo murió, solo me dijiste que falleció siendo tu un niño de ocho años, tu y yo nos casamos por impulso nunca me tuviste confianza para hablar sobre tu madre, ni del por qué odias a tu padre. Lo nuestro no fue amor realmente ya no se ni que fue; el amor es confianza y tu jamas la tuviste hacía mi.

-Era muy bella la señora Eleanor -dijo la voz de Philippe haciendo que saltara del susto-. Perdón señora no quise asustarla.

-Esta bien no se preocupe por favor llámame Candy. Y si era muy bella Terry nunca me dijo cómo falleció.

-En un accidente que se pudo evitar, pero estas paredes oyen, tal vez algún día escuche la historia, es algo muy doloroso. Y yo no soy quien para contarla, perdóneme.

-No se preocupe yo entiendo.

-La acompañó a su habitación.

-Por favor sería tan amable de llevarme a la habitación de Albert.

-Si claro, esta al lado de usted acaba de entrar a ella comió con el Duque y después fueron al despacho.

Candy entró apresuradamente a la habitación de Albert.

-¿Qué pasa Candy? ¡Estas bien pequeña!

Ella corrió a abrazarlo. -No, no estoy bien, no se que siento en estos momentos hermano, estoy confundida quiero irme ¡por favor! vámonos.

-Si lo haremos pero por la mañana Candy, hable con el Duque, me pregunto quien era, le dije que era alguien que cuidaba de ti, no le pareció mi contestación le dije que veníamos a recoger los papeles del divorcio, que tú y Terry están separados hace más de un año. Y que si habias venido es por que vamos de paso a Edimburgo en Escocia a ver a tu padre.

-¿Y él que dijo?

-Dijo que no tenía conocimientos de los papeles del divorcio, y mandó al chofer a buscarlos al departamento de Terrence. Hoy esos documentos los tendrás firmados.

Candy no pudo evitar sentir dolor en su pecho.

-Ahora trata de dormir un poco antes de la cena, desde hace tres días que no duermes bien y fue un viaje largo.

-Si esta bien, lo intentaré.

-Así que la sacaste de tu vida hace más de un año -musito el Duque de Granchester a su hijo.

-¿Cómo lo sabes?

-Albert, si, así se llama, es su acompañante, mientras ella estaba aquí contigo, él me me acompañó en la cena y contó todo, de cómo trataste a esa chica. Solo han venido por esto -el saco el sobre-. Estaban en tu departamento en el despacho, con el accidente no tuviste tiempo de leer, el divorcio es un hecho solo debes firmar.

-¡No lo haré! -respondió molesto.

-No te parece que actuas como niño, afronta los hechos y asume las consecuencias de tus actos.

-Si de verdad la amas dejala libre, el verdadero amor da libertad.

-Si como tu lo hiciste con mi madre, tanta libertad le diste, hasta que ella…

-¡Basta Terry! esto no tiene nada que ver con tu madre.

Esa Chica Candy, ya sufrió bastante dejala dale su libertad, Albert se ve un buen hombre y ha estado a su lado en los momentos más difíciles de su vida es algo que ni tú y yo hicimos.

-¿De qué hablas padre? no te comprendo.

-Tu la corriste embarazada, no te importo escucharla, solo diste por sentado algo. ¿Qué es? no lo se, pues ella misma hasta en día no lo sabe, ese hijo era tuyo supongo, dos meses después de que te separaras de ella, lo perdió.

-¡Que dices! No puede ser mi hijo -empezó a llorar en silencio.

Yo no lo sabía, si no le hubiera brindado mi apoyo, me sacaste de tu vida y tus cosas hace mucho tiempo, ni siquiera sabía que estuvieras casado hasta tu accidente. El único que estuvo con ella en ese tiempo fue Charly.

-¡Ese desgraciado!

-¡Terry! que dices, era tu mejor amigo.

-Tu lo has dicho padre, era... Ahora déjame solo por por favor. Y déjame aclararte que si te saqué de mi vida es porque me quisiste chantajear con no darme ni un euro, pero ni así lograste disuadirme, te demostré que no necesito de ti. Y si estoy aquí es por que me has traído más a la fuerza que de ganas padre.

Su padre depósito los papeles de divorcio al lado de él. Y solo mencionó:

-Si de verdad la amas, dale su libertad y lucha por recuperarla y resarcir el dolor causado es el consejo que te puedo dar hijo.

Las horas pasaron y Terry de una u otra manera, se decía que si la dejaba ir sería el hombre más estúpido. Pero también sabía que su padre tenía razón. Tenía un largo camino hacia delante, primero recuperarse y segundo luchar por la mujer que amaba; de eso no le cabía la menor duda desde que la vio nuevamente parada en el balcón supo que nunca la olvido y ese amor jamás fue odio. Tratar de resarcir el dolor causado no seria nada facil pero estaría dispuesto a cualquier cosa por ella.

-¿A qué hora vendrá la señora Candy?

La enfermera solo sonrió.

-¿Qué es tan chistoso? cuestionó mirandola molesto.

Que me ha hecho esta pregunta más de diez veces, y no me burlo de usted, a leguas se ve que la ama tanto.

El toquido de la puerta se escucho y la rubia entró a la habitación.

-Buenas noches

-Bueno los dejo platicar, en un rato regreso ire por su cena señor -mencionó la enfermera.

-Toma asiento Candy -señaló el sofá que se encontraba al lado de él.

Ella se sentó y hubo unos minutos tensos entre ambos hasta que ella se animo a decir:

-Me voy mañana por la mañana debo partir a Edimburgo, mi padre está muy enfermo y me quedo de paso Londres.

-¡No! no te vas -le dijo él-. Porque nada más de mirarme, sé lo que sientes. Hace unas horas cuando estabas en el balcón te mire, me quieres. No se; si me ames pero estoy seguro que sientes algo por mi, la forma en como me miraste y ya no pudiste dejar de hacerlo.

Candy respiró entrecortadamente.

-Eres el ser más engreído que… -masculló con rabia.

-Dios mío -dijo él-. ¡Vaya! Incluso viéndome aquí tumbado, herido y adolorido, indefenso, no has podido resistirte a desnudarme con la imaginación para recordar qué aspecto tengo. Se que lo hiciste.

-¡Eso no es cierto! -dijo Candy, enfurecida.

Él sonrió.

-Estoy algo estropeado, pero lo importante me funciona bien. Sé cuándo me desean.

Tú también estás increíble, pecosa. Incluso con toda esa ropa que llevas encima.

-Creo que estás muy cansado -murmuró-. Deberías descansar.

-Estoy descansando.

-Sí, pero… -le miró de arriba abajo-. Debería irme ahora para que puedas descansar de verdad, pues tu mente está divagando y no sabes lo que dices.

-Pero si acabas de llegar.

-Lo sé… -Candy se dio cuenta de que había vuelto a acercarse a la cama mientras le respondió molesta-. Pero sabes que en realidad no me necesitas aquí Terry, si estoy aquí es porque tu padre básicamente me obligo, tu jamas me hubieras llamado sino lo hiciste hace un año donde de verdad yo necesite de ti, me canse de buscarte, no juegues a saber que siento, si de verdad lo supieras creelo dejarías de ser tan arrogante. Es solo que…

-Iba ir a verte a Chicago después de la carrera, y entonces pasó esto -le dijo, gesticulando-. Tenemos que hablar de unas cuantas cosas.

-¿Me estás diciendo que tuviste el accidente porque te envié los papeles del

divorcio? -le preguntó, pensando lo peor de él.

-No. No estoy diciendo eso -le dijo él rápidamente y entonces dejó escapar una

especie de gruñido, como si enfadarse le hiciera más daño que cualquier otra cosa.

-¿Estás bien? -le preguntó Candy, mirando el pequeño monitor, que midiese la presión.

-Sí -murmuró él.

Pero su respiración se había hecho más débil de repente.

-Estas malditas costillas me matan cada vez que respiro.

-Parece que vayas a desmayarte en cualquier momento -dijo Candy, ansiosa, viendo

cómo se ponía cada vez más pálido.

-Son las drogas. Mañana ya no tendré que tomarlas más y pronto me iré de este Maldito lugar.

Candy quiso decirle que no se hiciera tantas ilusiones, pero entonces se lo pensó mejor.

Se hizo un silencio entre ellos. Candy volvió a sentarse.

De repente recordó el cuadro en los pasillos y se animó a preguntar, con tal de cambiar de tema, cualquier otro era mejor.

-He visto el cuadro de tu madre, realmente ella era muy hermosa sus ojos son como los tuyos.

El pasó saliva aquel tema era algo que no le agradara tocar.

-Si ella era realmente bella, aún recuerdo como solíamos montar a caballo, y las últimas palabras que me dejara escritas en una carta antes de que… -Se escuchó un silencio.

-Me dijo que siempre persiguiera mis sueños. Es por eso que nunca desistí cuando decidiera ser corredor de autos. Si mi padre supiera que él fue el causante de que yo amara los carros, la primera vez que me llevara escuchar el zumbido de los autos electrizo mi cuerpo, supe que lo sería cuando fuera adulto, mi padre se sentía culpable cuando mi madre murió, y a los ocho años no me negaba nada, su culpa lo hacía darme lo que yo pidiera y empeze a correr en Karting hasta los diez años, él pensaba que para mi era un jugo, lo que no supo es que un fuego y pasión se encendía dentro de mi. A el no le dolía gastar más de cuarenta mil euros al año en un niño que jugaba a los carritos según él.

Después a los 17 años me busco Robert Bell Ardlay, nada menos que el dueño de la escudería Renault. Me pidió correr para la F3 Euro Open, mi padre aceptó creyó que solo era un hobby para mi.

-¿Has dicho Robert Bell Ardlay?

-Si, lo conoces.

-No, -la rubia mintio era su padre adoptivo.

Despues empeze como piloto probador para la F1 el primer año, mi padre pagó los gastos pero cuando le declare que esta sería mi vida y lo haría profesional ya te imaginaras como reacciono. No desistí y él pensó que corriendome y dejándome sin un euro desistiría y fue todo lo contrario, recordé que con aquella carta mi madre me dejó una llave, era de una caja de seguridad eran los títulos de unas propiedades en Estados unidos, las vendí y con ese dinero sobreviví un tiempo solo y después compartiendo departamento con Stear, a él le debo tanto, me consiguió una entrevista con Ronald él director de McLaren, ellos llevaron ese año una mala racha en la mejora de los motores, y durante ese año gané una tras otra carrera, así llegaron patrocinadores y el dinero, Ronald me confesó la falla de una inversión de motores, le di todo mi dinero ganado y parte de la herencia de mi madre, le aconseje comprar los motores a Renault, ellos los fabrican para nosotros y de ahí es que me hice socio del cincuenta por ciento de la escudería McLaren, seguí mi sueños y mi madre formó parte de ellos.

-Pero ella.. ¿cómo falleció? y ¿por qué odias tanto a tu padre?

Al no escuchar contestación Candy, cerró los ojos y lo miro a él tan apuesto y perfecto vestido con su traje para correr y su casco en mano, pero la realidad cayó a su mente como una cubeta con agua helada ahí estaban las imágenes. Se sorprendió así misma recogiendo escombros de su vida al lado de Terry y vinieron a su mente las imágenes de aquel vídeo que le enseñara Charly de Terry en los brazos de aquella periodista.

Abrió los ojos y lo miró era el hombre que se apoderó de cada célula de su ser, pero también el que la rompiera en mil pedazos.

-Esta bien no tienes que contestar Terry, nunca fui lo suficientemente confiable para saber esa parte de tu vida. Si como esposa no lo fui creo que menos ahora que tu y yo ya no somos nada.

-¡De que estas hablando Candy!

La anulación del divorcio es un hecho, solo he venido a recoger los documentos. Entre tú y yo no hay ningún vínculo.

Me lo acabas de hacer ver, nunca confiaste en mí, como pareja o esposa. Te recuperaras y

volverás hacer lo que amas y con quien amas.

-Explicate porque no estoy entendiendo.

-No tiene caso explicar nada. Mañana me voy con Albert.

-¿Quién es Albert?

-Un amigo.

-Ahora se les llama así.

-No tienes vergüenza Terrence, con que derecho me puedes juzgar, cuando tú me sacaste de tu vida, y cuando perdí al bebé el único que estuvo a mi lado fue Charly, a ti no te importo nada referente a mi. No veo por qué ahora tengo que darte alguna explicación.

Me marcho por la mañana por favor mandame los papeles. Cuando estaba apunto de abrir la puerta él levantó la voz lo más que pudo.

-Candy, mi madre se quitó la vida, y el culpable fue mi padre…

Se que me he equivocado y no hay forma de cambiar mis errores, y no cometere uno más no firmare.

Candy sintió un dolor en su corazón él perdió a su madre a la misma edad que ella a su padre, sabía y conocía perfectamente ese dolor.

Pero eso no cambiaba nada. Que se creía como era posible que se negara a firmar. Se volteó molesta y dio unos pasos hacía el.

-Para empezar ¿Por qué te molestaste en casarte conmigo Terry? nunca me amaste

Candy, se sobresaltó al oír el eco de su propia voz dentro de su cabeza.

«Cuando el amor verdadero se convierte en odio…».

Todavía podía recordar el dolor que había padecido durante meses…

«Oh, por favor, que empiecen ya los violines…», se dijo a sí misma.

Había tenido una aventura apasionante con el playboy más sexy y deseado del mundo del automovilismo se casó sin pensarlo y había quedado embarazada. Se arrepentía de aquello profundamente y había perdido al bebé, lo cual para la mayoría de la gente, había sido un gran alivio…

Tenía que llorar por ese niño, pero no por un disparatado matrimonio que jamás debió

llevarse a cabo.

-Vez no eres ni siquiera capaz de responderme, porque no me conoces realmente, no sabes ni siquiera quien es mi padre adoptivo, oh si tengo un hermano esto nunca fue amor, si claro tuvimos un excelente sexo no lo puedo negar. Pero eso; no lo es todo, lo he aprendido muy bien en en este tropiezo de mi vida.

-Así que eso soy, solo un tropiezo para ti.

-Tu lo has dicho no yo, no tiene caso seguir discutiendo de algo que no tiene sentido, ¡Adiós Terry!

-¡Candy! Creeme que me levantaré de esta cama y te volverás a tropezar con esta piedra, es un promesa yo, yo…, ¡te amo…!

Antes de que Candy escuchara el final de su oración ya había dado un portazo, cerrando la puerta.


Gracias chicas por seguirme en esta aventura lo prometido es deuda un capitulo mas.

*ann grand, *Anlemond01, *BlancaG, *july, *santy lopez, *Australia77, *Sofa Saldaa, *Jan, *Carolina jimenez, *Fabiola R, *Lila valenzuela, *Maripili, *Eliz G, *Oli Rojas, *Edeny Gtanchester, *Aminaabud, *Elizabeth Granchester, *Kira anima, *Luz, y todos los guest muchas gracias por su apoyo y comentarios siempre es gratificante leerlas, la mejor paga de alguien que escribe es saber que se desperto una emocion o sentimiento en ustedes. Nos leemos en el próximo capítulo. Con cariño Saadesa. :-D (^_-) Feliz año esta es mi primera publicación del año, les deseo un año lleno de bendiciones.