AL LIMITE

Capitulo 16

Candy observaba a la mujer frente a ella perpleja, no importaban las pequeñas arrugas de sus ojos o en la comisura de sus labios. Seguía siendo muy hermosa.

«¡¿Es ella la madre de Terry?! pero no puede ser posible» pensó mientras empezó a ver todo borroso.

—Hija te ves muy mal, estás pálida, creo que debemos llamar a urgencias -dijo la mujer al verla en aquel estado—. Mi hijo ya fue a pedir ayuda.

—No, no se preocupe estoy bien solo algo mareada, no sé cómo es que tropecé —Candy llevó las manos a su boca y como pudo añadió—: Debo ir al... —no alcanzó a terminar la frase.

La rubia chica como pudo se levantó y corrió al baño, empezó a sentir las náuseas, se apresuro pues no quería dar otro espectáculo. Ella alcanzó a llegar al baño y empezó a vomitar.

Frank regresó con su madre y preguntó:

—¿Dónde está la chica, mamá?

—Fue al baño, no se sentía bien.

—Ve con ella, puede que necesite ayuda, lo bueno es que no se fracturó un pie, ella pudo caminar. Mientras nos registrare para que nos den la llave de nuestra habitación.

—Está bien hijo, solo porque de verdad si me quedé preocupada por ella, en un momento regreso.

Al entrar Elena al baño, observó a Candy lavando su cara en el lavamanos.

—¿Estás bien? ¿Necesitas ayuda?

—Si, estoy mejor, no se preocupe, es solo que he estado bajo mucho estrés.

Se secó las manos y se presentó.

—Soy Candice Ardlay —Extendió su mano.

—Mucho gusto soy Elena Smith.

—Se que le va a sonar raro lo que le voy a decir, pero siento que la conozco de algún lugar.

—No te preocupes, me suelen decir eso de vez en cuando por mi hermana gemela, hace algunos años ella apareció en alguna película. Era actriz.

—Si, supongo eso es —Candy omitió muchas preguntas que de inmediato bombardearon su mente «¡hermana gemela! ¿Acaso será ella, la madre de Terry?»

Mi hijo se quedó muy preocupado por ti, está bien si te acompañamos a tu habitación por seguridad.

—Esta bien se los agradezco, pensaba ir al circuito de las Américas para hacer un revisión de todo lo del equipo de Renault, mi hermano me dijo que esperara hasta el jueves, pero creo que sí volveré a mi habitación, él se encuentra ahí.

Frank regresó al lugar donde estaban ambas mujeres y miró preocupado a Candy.

—¿Cómo te sientes? No te ves bien, estás muy pálida.

—Estoy bien, no te preocupes —dio unos pasos y se tambaleó ante el mareo que sintió nuevamente.

—Lo ves, no estás bien —sin previo aviso la tomó entré sus brazos y la levantó para llevarla cargando, ella quiso negarse a tal cosa, pero de verdad no se sentía bien —recostó su cara sobre el pecho de aquel galante chico.

—Tengo el número de su habitación hijo, llevemosla dice que su hermano se encuentra ahí.

Primero entró al elevador Elena, oprimiendo el botón del piso treinta y cinco, quedo escondida ante la vista de Terry que caminaba por el lobby del hotel y dirigía sus pasos al elevador, cuando levantó la mirada la imagen que vio lo dejó boquiabierto

Era Candy en los brazos de un hombre al que no le prestó mucha atención, su mirada se posó solo en Candy.

«¡¿Quién es ése?!» camino más aprisa hasta llegar a las puertas. Su intento fue en vano se habían cerrado totalmente. «Estoy seguro qué era Candy» pensó mientras oprimía el botón del elevador varias veces tratando de que abriese sus puertas, pero todos los intentos fueron en vano. «No lo puedo creer ya tan pronto encontraste a alguien y en medio de este campeonato, yo no te quise molestar porque sé lo que significa estar al mando de todo un equipo y sobre todo porque con todo lo que tengo en la cabeza creo que acabaría arruinando todo, está vez voy actuar racional y no me dejaré llevar por estos malditos celos que ya me están carcomiendo»

—Muchas gracias por traer a mi hermana, ella ha estado bajo mucha presión, ser la directora en jefe de la escudería Renault creo que ya empezó a pasarle factura —mencionó Albert a Franklin. Las mujeres se habían dirigido hacia la habitacion de la chica pues Elena les dijo que hay cosas que aveces es mejor entre mujeres, Albert no renegó, sabía que a Candy desde hace varios años le hacía falta esa imagen materna.

Elena la ayudó a recostarse en la cama y la cubrió con una pequeña cobija.

—He ordenado un té para tí, para que te asiente el estómago, espero que te sientas mejor.

—Gracias señora.

—Me llamo Elena, puedes llamarme por mi nombre, y mi hijo es Franklin, yo le digo Frank, me alegra que pudimos ayudar. Se que no te conozco y tal vez sea muy atrevida mi pregunta, pero no crees que pudieras estar embarazada.

—¡No! —se apresuró a decir Candy—. No, no lo creo, aunque en su mente empezó a hacer cuentas, si fuera así quizá estaría por tener cuatro meses, pero eso era imposible ni siquiera tenía su vientre abultado aunque sea un poco y su periodo había sido regular.

—¡Candy! —Elena la sacó de sus pensamientos llamándole. ¿Estás bien?

—Si, es solo que estaba haciendo cuentas y no lo creo, es imposible —Tocó su vientre.

—Ya veo, será mejor que descanses, tu hermano dice que has estado muy estresada. Para nosotros fue un placer ayudarte, solo estaremos de visita este fin de semana.

—Vienen a la carrera de la Fórmula 1 —se animó a preguntar Candy.

—En realidad vengo a conocer a mi sobrino, y para cuando quise buscar boletos todos estaban agotados, quería darle ese regalo de cumpleaños a mi hijo en este viaje, se que a él le encanta solo que de un momento a otro ya no quiso saber nada del automovilismo.

—Ya veo «será posible que Terry sea su sobrino» pensó.

—Espera no te vayas, hay una forma en la que yo puedo ayudar, quisiera retribuir sus atenciones y ayuda, ustedes podrán entrar como invitados VIP en la escudería Renault, podrán ver todo de cerca y la carrera desde ahí.

—¡Hablas en serio!

—Por supuesto, mañana empiezan las pruebas, el sábado la clasificación y el domingo la carrera. Mañana haré llegar a su cuarto los gafetes para que puedan entrar.

—Será maravilloso para mi hijo, y compartir este tiempo con él en un viaje así será algo inolvidable, tal vez sea la última vez -logró decir antes de que su voz se quebrará y lágrimas empezaron a salir por sus ojos.

—¡Elena! ¿Qué pasa? Ven —señalo la cama para que se sentase junto a ella. La mujer obedeció y sin que Candy preguntará hablo:

—Se que somos dos perfectas desconocidas y tal vez sea mejor así, no tengo nadie a quien contarle, hace un mes diagnosticaron cáncer en fase terminal, el doctor no me dió más de seis meses de vida, esa es la razón por la que estamos haciendo este viaje debo hablar y conocer a mi sobrino, es solo que Frank, piensa que regresando de este viaje empezaré mi tratamiento, pero no será así, no quiero vivir mis últimos meses de vida con secuelas de un tratamiento experimental, la vida fue buena conmigo ame y me amaron, pude tener un hijo tal vez no de mi vientre, pero créeme lo ame mas que su propia madre.

Frank ha sido toda mi vida, desde que lo cargue por primera vez en mis brazos y lo acomode en mi regazo. Mi hermana no lo quería, si por ella hubiera sido en aquel entonces hubiera abortado. Pero la vida me lo entrego a mi y he sido inmensamente feliz, se que habrá verdades que saldrán a la luz y me duele, yo hubiera querido jamás hablar, pero está enfermedad me obliga, él tiene un hermano y deben conocerse.

Candy estaba sin palabras ante la confesión de Elena, entendió que Frank era hermano de Terry, por eso el gran parecido en la mirada de ambos, eran los ojos de Eleanor Baker.

Lo cierto es que Terry tenía un concepto muy diferente de su madre. Candy sabía algunas cosas que le había contado el duque de Granchester, cuando visitó la mansión de Richmond en Londres. Es por eso que varias semanas atrás ella le había pedido una condición para hablar con él, era que hablase con su padre primero.

Candy la tomó por el hombro, en señal de apoyo se imaginaba de algún modo como se sentía

Ella en carné propia sintió la pérdida de su padre y madre.

—Lo siento tanto Elena, creeme puedes confiar en mí en cualquier momento, estoy aquí para escucharte. —Ella le dió su número telefónico—. Se que nos veremos el día de la carrera, ustedes dos son mis invitados especiales, pero aunque dejemos de vernos y vuelvas a tu hogar, aquí tendrás alguien dispuesta a escuchar y platicar, solo llámame yo mejor que nadie entiendo que la familia a veces es con la que menos queremos hablar y no porque no los amemos, sino porque no queremos preocuparlos.

—Gracias Candy. —ambas mujeres se abrazaron-. Bueno te dejo descansar yo también necesito una siesta antes de marcarle a mi sobrino.

Lejos de poder descansar Candy, daba vueltas en su cama de un lado a otro pensando en Terry. «cómo lo va a tomar, eres tan impulsivo» pensaba. Se levantó y se dirigió al balcón de su suite que le permitía la vista al río colorado el cual atravesaba el Downtown de la bella ciudad de Austin. «Tal vez es mejor que vaya a caminar, no puedo descansar pensando en Terry y su tía Elena. Quizás después de esto seas capaz de hablar con tu padre»

Se vistió con ropa deportiva, era una bella tarde para darse el tiempo de conocer la ciudad.

Ella hubiera querido estar trabajando en el circuito de las Américas alistando todo para el viernes de prueba. Pero básicamente Albert la amenazó.

—Si no descansas este día y lo tomas para ti Candy, créeme no te dejaré entrar el fin de semana a Renault.

—¡Me estás amenazando!

—Podría decirse que sí —respondió el rubio—. Yo iré a supervisar todo para que estés tranquila, nos vemos en la noche para salir a cenar algo, me han hablado de un excelente restaurante que han abierto -se acercó a ella y le dió un beso en su frente.

A la rubia no le quedó más remedio que obedecer, mientras caminaba por el río observó un sitio en el cual rentaban canoas, «hace cuánto que no lo hago, lo que bien se aprende nunca se olvida» recordó sus aventuras de niña en el lago de Escocia. Alquiló una, le entregaron el chaleco salvavidas y los dos remos, pensó que sería algo divertido para mirar el ocaso y relajarse.


Terry miraba su reloj mano, casi eran las siete de la noche y aquella mujer que le llamara semanas atrás, le había mandado un texto hace una semana solo diciendo que tenía los boletos para viajar a Texas junto con su hijo que le marcaría el miércoles de esa semana antes de la carrera.

«Supongo que todo fue una broma de mal gusto y yo muy estúpido caí»

En esos instantes una notificación de su celular anunciaba un mensaje de texto.

Hola soy Elena estoy hospedada en el mismo hotel que tú, perdona la hora, se que son casi las siete de la noche. Estaré en el restaurante del hotel en treinta minutos.

—Bueno pues veamos de qué se trata todo esto —se levantó y se dirigió al restaurante.

Terry pidió una mesa aislada, para poder platicar con esa mujer y si todo era una estúpida broma sabría que se había metido con la persona equivocada.

—Buenas noches señor, puedo ofrecerle algo de tomar —preguntó el mesero.

—Si por favor tráigame un whiskey en las rocas.

Cuando daba un trago al líquido de su vaso de cristal, la vislumbro a lo lejos, de inmediato, el sentimiento de pérdida invadía todo su ser apretando su garganta «esto no puede estar pasando» se decía mientras el líquido quemaba su garganta.

Ella llegó hasta él y le sonrió

—Hola Terrence, no, no soy un espejismo ni una broma tampoco. Soy Elena, la hermana gemela de tu madre Eleanor. Soy tu tía —ella se sentó frente a él; Terry seguía sin decir palabras.

Tenía recuerdos muy tristes de ese día, el día que dejó de ver a su madre y sobre todo como una cosa llevo a otra, la indiferencia y frialdad de su padre a partir de ese día. Todos los recuerdos vinieron a él como una corriente de agua que se acrecienta en la tormenta. En segundos vinieron a su mente memorias de él siendo un niño jugando con su mamá.

—Bueno, como sé que estás impactado —mencionó Elena—. Creo que empezaré a hablar yo. Eleanor era mi hermana, pero la realidad es que siempre quise estar alejada de ella y se que ella de mi también. A ella, tu madre le gustaba ser admirada, eso fue siempre un infierno para mí, así que cuando fui a la universidad lo quise hacer al otro lado del país. Ella se quedó en California y yo en la Florida. Nuestro padre abandonó a nuestra madre cuando estaba embarazada. Mamá siempre quiso darnos mejor; cuando teníamos veinte años falleció de cáncer. Es por ese mismo motivo que estoy aquí hoy, creeme que no te molestaría de no ser así, sé que tú tienes tu vida hecha y yo siempre he temido por mi seguridad. Me he escondido de tu padre el duque de Granchester.

Terry tomó el resto de su bebida cuando iba hablar el mesero se acercó nuevamente.

—¿Le ofrezco uno más señor?

—Sí y que sea doble por favor.

—¿Y usted señora? —¿Que le traigo de beber?

—Lo mismo que él —se alejó del mesero—. Se que no debo tomar alcohol pero al diablo, lo necesito, lo que diré no será fácil —Terry esbozo una leve sonrisa, por un segundo se imagino como hubiera sido su mamá, así con una expresión tan natural que el mismo tendía a pensar y decir "¡al diablo con todos!"

—Entonces todos estos años he tenido una tía, y mencionaste que tienes un hijo ¿entonces tengo un primo? ¡¿Pero mi padre, que es lo que tiene que ver en todo esto?! No lo comprendo, ¿él te tiene amenazada? Y si es así ¡¿Por qué?! Eres tan parecida a mi madre solo que tú no tienes un lunar en los labios.

Elena suspiró y respondió: —Son muchas preguntas a la vez, trataré de responder todo; quiero que sepas que lo que voy a decir no será nada fácil para mí. —Ella dió un sorbo al whiskey frente a ella—. Hace mucho tiempo yo prometí a tu madre que jamás te buscaría. Hoy estoy aquí porque me estoy muriendo, me quedan tan solo unos meses de vida.

—Lo siento tanto —masculló Terry, ¿que puedo hacer por ti tía? —se animó a decirle.

—No hay nada que hacer por mi, solo quiero morir en paz y para poder hacerlo necesitaba este encuentro contigo Terry. Respondere tus preguntas, tu madre hace muchos años me dijo que tu padre sabía de mi existencia y que la realeza no aceptaba que tuviera una hermana gemela pues eso se podía prestar a muchos chismes, me pidió nunca pisar Londres y me dijo que si ellos se enteraban que había tenido un hijo antes que a ti, serían capaces de matarnos.

—Espera, no te estoy comprendiendo, ¡haz dicho un hijo de mi madre!

—Así es, mi hijo Frank, en realidad es hijo biológico de mi hermana Eleanor.

—¡Esto es una broma! ¿Verdad?

—Yo también quisiera pensar que todo esto es una broma o mal sueño, que despertaré y todo será igual, pero no es asi. Tu crees que yo sería capaz de todo esto, confesar una verdad tan terrible a mi único hijo, por qué déjame decirlo, él es mi hijo. Tal vez no lo di a luz, pero el es mi vida y lo he llenado de amor. Tu madre lo iba a abortar, solo que su embarazo rebasaba las semanas de gestación para realizarlo y pensó en darlo en adopción, al principio no quiso dármelo a mi, pero se lo suplique y aceptó con la condición de que jamás podría decirle quién era su verdadera madre. Y el que ella no quería saber nada de mí nunca mas.

—¡¿Mi madre fue capaz de hacer eso?!

—Eleanor fue capaz de eso y más con tal de conseguir su propósito de ser famosa. Yo cumplí mi promesa de ser invisible para su vida, hasta que después de tres años me busco para contarme que se había casado con un hombre millonario y de la realeza, ella estaba embarazada. Se le veía feliz. Me dijo que te amaría y nunca te abandonaría, me alegré por ella. Pero años más tarde volvió a Hollywood, le dieron algunos pequeños papeles pero siempre estuvo en el ojo del huracán en revistas de farándula.

—Eso no es cierto.

—Es verdad, solo que tú vivías en Londres, esas noticias no llegaron a ti, tú eras un niño y Richard Granchester supongo te protegió de todo aquello, lo que te estoy diciendo en la fecha actual puedes averiguarlo, solo tienes que buscar en internet.

Terry cayó en cuenta de varias cosas ante las palabras de Elena, su padre jamás lo dejaba ver el televisor sin supervisión. Y comprendió porque cuando regresó su madre a Londres sus dos padres vivían en recamaras apartadas. «él sólo la aceptó por mi» pensó.

—Pero porque me lo dices hasta ahora, no creo que mi padre quiera matarte.

—Entonces esa sería una mentira más de Eleanor, pero quiero escucharlo de su propia boca, después de esta plática pienso buscarlo, tenía que saber qué decías tú de él.

—¿Entonces Frank es mi hermano?

—Así es, pero él no lo sabe, se que si para ti es difícil entender esto, para él lo será aún más. No sé cómo lo va tomar. La realidad es que estoy muriendo y merecen saber que no están solos.

—Comprendo, llamaré a mi padre le diré que tome un vuelo lo más pronto posible y este aquí en dos días, debemos aclarar todo esto, he huido del hablar con él, hace varios años que me alejé del Duque, pues siempre lo creí un esposo malo y desinteresado con mi madre, por eso ella tomó la decisión de suicidarse.

—Al contrario creo que él la amó mucho para perdonar sus infidelidades, y permitir que ella estuviera a tu lado, así como se maneja el mundo de la aristocracia muy fácil pudo simplemente arrebatarte de su lado y no lo hizo.

—Y a Frank, ¿puedo conocerlo? Cuándo le dirás la verdad a él?

—Él es muy testarudo, tengo miedo de que me rechacé después de ésto, no sé si sería capaz de resistirlo, no quiero morir sin su perdón.

—Vaya entonces parece que ese carácter es de los Beaker y no de los Granchester.

Ambos rieron ante el comentario. —Así parece sobrino —se animó a decir.

—Él comprenderá, todos estos años que tú has sido su madre, sin duda has sido muy afortunado, creo que más que yo... —dijo con un dejo de tristeza.

—Entonces déjame llamarlo, para que venga.

Frank solo bajo más a la fuerza que de ganas, su madre tiempo atrás le había dicho que tenían familia, resultaba que tenía un primo y una tía muerta que era gemela de su madre. Recordó la tarde que su madre entre lágrimas le confesara todo.

—No te estoy pidiendo permiso madre, está es una excursión a Europa de parte de la escuela y voy a ir, soy un excelente estudiante, yo lo pagaré con mi dinero ahorrado de mis trabajos de verano no veo cuál es el problema, creo que estás exagerando.

—Es que tú no entiendes hijo.

—¡Pues quiero entender! —la mujer empezó a llorar desconsolada.

Y así fue como le dijo que tenía familia que eran parte de la corona británica pero que años atrás su tía Eleanor la había amenazado que no debía pisar Londres o se arrepentiría. Así que desistió del viaje por el bien de su madre y el de él.

Las puertas del elevador se abrieron y camino hacia el restaurante del hotel, a lo lejos vislumbro a su madre y a Terry Granchester, por supuesto que lo conocía. Cualquier amante de la Fórmula 1, sabía quién era él, nada menos que el campeón de hace dos años, un corredor extraordinario y rebelde. A Frank de algún modo le había llamado la atención ese deporte desde niño y seguía muy de cerca a Terry Granchester, sin saber que era el llamado de la sangre. Pero al enterarse de aquello que le contara su madre, la amenaza de los Granchester, simplemente decidió dejar de ver todo lo relacionado al automovilismo.

Terry se levantó al verlo venir, supo que era él pues minutos atrás Elena le enseño una foto en su celular. Muy contento Terry camino hacia el y lo abrazo. Abrazo que Frank rechazó.

—Ahora resulta que después de vivir amenazados de muerte por ustedes los Granchester, eres muy feliz de conocerme, conmigo no necesitas fingir, tal vez a mi madre la convenciste pero yo no quiero saber nada de ustedes. Estoy aquí por ella, quiero aclararte.

Para Terry había sido difícil escuchar las palabras de su tía Elena, de lo que había sido capaz su madre, pareciera que le estaban hablando de una persona totalmente distinta a la que él había conocido, no podía dudar de esas palabras pues la mujer sentada frente de él era igual que su madre. Quien iba a mentir en sus últimos meses de vida. Sintió alegría de saber que tenía un hermano.

Por mucho tiempo se dijo que tal vez el dolor de la muerte de su madre hubiera sido más llevadero si hubiese tenido un hermano o hermana y de un momento a otro ahí estaba frente a él. Sabía que tenía derecho a estar enojado, lo entendía perfectamente. Lo invito a sentarse. El joven permaneció renuente.

—Por favor Frank siéntate —pidió Elena. El chico aceptó y dijo:

—Estoy aquí solo por ti mamá, y aunque me digas que es mi primo, yo no quiero ningún tipo de trato con este hombre.

—Se llama Terrence y no es tu primo, él... es tu hermano.

—¡Qué maldita broma es esto! ¡Es una broma verdad mamá!

—No, no lo es, tu Frank eres hijo de Eleanor Baker, mi madre. Tu y yo somos hermanos —El joven volteó a ver el rostro de su madre lleno de lágrimas.

—¡¿Toda mi vida ha sido una maldita mentira?! —se levantó de la mesa y salió a toda prisa del hotel. Necesitaba aire fresco.

Terry quiso ir detrás de él pero en esos instantes le empezó a faltar el aire a Elena. Terry la llevó a su cuarto y mandó llamar al doctor del equipo McLaren que siempre viajaba con ellos.

—Dormirá por un rato con el sedante que le suministre, es necesario que descanse.

—Entiendo, saldré a buscar a su hijo yo debo hablar con él. «y aún no te enteras que la mujer que tanto te ha amado está muriendo, yo hubiera querido ser tu» pensaba mientras se ponía unos tenis, lo más seguro es que su primo no estaría muy lejos.

Lo cierto es que Terry se llevaría una gran sorpresa esa tarde al salir a caminar y su amor por Candy sería probado nuevamente. Todos los acontecimientos le harían plantearse muchas cosas respecto a si de verdad valía la pena luchar por un amor que él destruyó por su falta de confianza.


Bueno pues aquí estamos con un capítulo mas, espero lo hayan disfrutado. Gracias por sus lindos comentarios a está historia. Gracias por permitirse soñar conmigo. Siempre es placentero leer sus comentarios para cualquier escritor son motivación. Nos leemos el próximo Capítulo.