AL LIMITE
CAPÍTULO 21
—¿Estás bien? —preguntó Frank a su hermano al verlo con la mirada perdida y melancólica. Terry se encontraba parado frente al gran ventanal del despacho de su padre, miraba hacia los jardines de la gran mansión de Richmond—. No vas a contestar tu teléfono está vibrando tienes varias llamadas perdidas es de... —tomó el celular de su hermano del escritorio y agregó—: Es del centro de donaciones, tal vez sea algo importante o ya te arrepentiste de inscribirte en el programa de ayuda.
—Eh... ah..., si, perdón ¿qué dices? —Ay Terry andas pedido será mejor que llames y si te has arrepentido de ser un donante y se los hagas saber.
—De acuerdo —aceptó Terry a la petición de Frank.
—Asociación Doazón —contestó una voz femenina.
—Me han llamado de este número, soy Terrence Granchester.
—Si señor Granchester, por favor no cuelgue su llamada será contestada por el doctor Michael Bennet permítame.
Terry no supo si angustiarse o sentir curiosidad fue una rara sensación y nuevamente sintió la opresión en su pecho. Dolor que había estado padeciendo desde hace meses —posó la mano en su pecho y Frank en voz baja preguntó: —¿Todo está bien?
—No lo sé, estoy en espera —activó el altavoz del móvil y una música instrumental se pudo escuchar.
Ambos hombres esperaron unos minutos hasta que se escuchó la voz de un hombre —Señor Grandchester disculpé usted la espera, estaba viendo a un paciente soy el doctor Michael Bennet, trabajo en el hospital de Edimburgo y estoy a cargo del área de oncología. Se trata de la donación de médula ósea, nuestros registros han indicado que usted es compatible con uno de nuestros pacientes.
Terry y Frank se miraron sorprendidos no por la donación si no por el hecho que les habían dicho que probablemente podrían pasar años antes de poder ser compatibles con alguien. —Señor Granchester ¿sigue ahí? —preguntó el doctor al escuchar un silencio total.
—Sí aquí está mi hermano —mencionó Frank, supongo que está sorprendido, no pensamos que fuera a ser tan rápido la llamada para el trasplante, mi madre falleció hace poco de cáncer y es por eso que decidimos enrolarnos para ser donantes de médula.
—Siento mucho su pérdida y me alegra saber que dos personas quieren ayudar sin recibir nada a cambio. ¿El Señor Grandchester quiere ser donante todavía? —inquirió un poco temeroso al pensar que aquel hombre se arrepintiera de ser donante—. Hay un pequeño de meses que necesita de usted, no le he dicho a su madre aún que hay un donante compatible primero quería hablarlo yo con usted, pues en caso de que la gente se arrepienta no queremos dar falsas esperanzas a las familias.
—Lo comprendo —respondió.
Es una ventaja y fortuna saber que usted se encuentra en Europa, los Archivos muestran que vive en Londres, nosotros nos encontramos en Escocia para ser más exactos en el Hospital Royal Edinburgh.
La madre del pequeño será muy feliz al conocer la noticia si usted acepta.
Por alguna razón Terry sintió la necesidad de preguntarle al doctor.
— ¿Cuántos años tiene el niño? —Solo tiene seis meses
— ¿No es aún muy pequeño para un doctor de trasplante?
—El pequeño tiene el peso necesario para hacer el procedimiento, que dice aún quiere poder ayudar a salvar una vida. La asociación puede hacerse cargo de sus gastos del viaje y hospedaje.
—Si acepto, y por todo eso no se preocupe yo puedo hacer todos los gastos, lo que me ofrece es mejor que sea para otra persona o Familia en necesidad.
—¡Estupendo! —respondió el doctor emocionado al escuchar que el hombre había aceptado, le pasó a mi secretaria entre más pronto esté aquí será mejor pues necesitamos hacerle algunas pruebas. Muchas gracias señor Granchester.
-De nada. Es un placer para mí, nos vemos pronto doctor Michael.
Terry finalizó la llamada y miró a su hermano.
-¡Que bien! —exclamó Frank, podrás ayudar a salvar una vida. Su hermano había escuchado toda la conversación en el altavoz—. ¡Vete! Lo más pronto posible. Ahora si va a sentido tener el que no corras en esta temporada.
Terry lo miró a los ojos y quiso responder el porqué de no correr en la nueva temporada, no se sintió emocionalmente bien y sabía que eso puede ser fatal en un piloto. Ya había tenido antes una separación con Candy pero esta vez era algo totalmente diferente, había algo que no podía explicar el dolor que sentía en el pecho lo había hecho visitar al doctor, pensó que tal vez podría ser algo referente al corazón pero en sus exámenes Había salido perfecto el doctor le había dicho que probablemente había estado bajo mucho estrés y lo que había estado experimentando era solo eso, así que decidió alejarse dando como pretexto a la prensa un fuerte dolor de rodilla producto del accidente que tuvo.
—Sí, haré las llamadas necesarias para tomar un vuelo privado y estar lo más pronto posible en Escocia.
—Tal vez esto te haga bien, salir de este encierro, se que no deja de pensar en ella y que la has buscado hasta por debajo de las piedras pero es como si la tierra se la hubiera tragado, después de lo de mamá ella no Volví a contestar mis llamadas y me siento muy decepcionado de eso, pensé que me consideraba su amigo.
—Si ni su propio hermano Albert sabe dónde está, así que no te sientas mal. Él me hubiera dicho su desfile. Estoy seguro de eso, él sabe cuánto amo a su hermana. Hablamos hace poco. Candy no se ha comunicado con absolutamente nadie, sus amigas están preocupadas, Stear de igual modo así que no lo tomes personal, tal vez la está pasando tan bien con alguien que... —No quiso terminar la frase.
—¡No yeguas tonto! Yo pienso que algo pasó para no saber nada en seis meses.
"Seis meses" retumbaron esas palabras en la mente de Terry «seis meses donde pudiste olvidarme»
—Se que son pocos meses pero para mí es una eternidad sin ella y ha pasado tanto para mostrar ve —señaló hacia los jardines.
Ambos miraron hacia afuera de la mansión de Richmond, mientras su padre Richard Granchester caminaba de la mano de Elie. La madre Stear y su hermano Archie. Recordó cómo se había revelado todo aquello.
Después de la muerte de Elena, el duque le pidió a Elie se quedará unos días más en Richmond, ella ganó pues sabía que debía hablar con el duque de la existencia de Archie, por algún motivo se sintió con temor, tenía miedo de su reacción. . .
Terry había decidido viajar con Frank a Estados Unidos para ir a recoger cosas personales pues lo había convencido de irse a vivir con él a Londres. Al principio se quiso negar pero recordó las últimas palabras de su madre "Prométeme que tú y Terry estarán juntos siempre" era su hermano después de todo, tal vez no se conoció tanto pero tenían toda una vía por delante para hacerlo y además quería ayudarlo a encontrar Candy.
Esa misma semana viajaron a visitar a las amigas de Candy. Ellas estaban tan preocupadas por ella pero de igual modo no sabían nada. Ambos regresaron a Londres desalentados sin saber nada de Candy y ninguno de los dos quiso bajar a cenar decidieron quedarse en sus habitaciones diciendo que estaban muy cansados y debían recuperarse del jet lag.
Fue la ocasión perfecta para que Richard se quedara a solas con Elie, en la gran mansión. Él había ordenado
varias cosas para sorprenderla.
Elie ese día se estaba alistando para la cena y muy nervioso abrochaba la cadena en su cuello con un pequeño dije, de pronto alguien tocó la puerta al otro lado de su habitación.
—¿Señora Elie? —preguntó la mucama—. Puedo pasar
—Sí, adelante. —El duque le mandó esto —entró y depositó una caja grande en su cama con una hermosa envoltura. —Él le pide que use esto para esta noche.
Elie se acercó y desató el listón de un perfecto moño bien elaborado y al abrirlo se sorprendió al ver un bello vestido de gala —¡Qué es esto!
—El duque me pidió darle esto —entregó un sobre en sus manos.
-Muchas gracias. —Me retiro, señora.
Elie se sentó en la cama al lado de la caja, suspir y supo por dnde iban las intenciones de Richard Granchester, lejos de tranquilizarse se puso más nervioso pues saba que no podía dejar pasar más tiempo sin decirle la verdad, deba confesarle lo de Archie. . .
Esa noche la llevó al teatro y después a cenar a un lugar muy elegante.
—Elie, ¿acaso hice algo que te molestara? —preguntó tomando su mano en la mesa—. No eres la de siempre tan sonriente y siempre haciéndome reír, es acaso que he malinterpretado lo que pasa entre nosotros —se animó a confesar y añadió—: Ya no somos unos niños; se que sientes lo mismo que yo, me lo dicen tus acciones quiero que seas mi esposa y compartamos una vida juntos. Años atrás la vida nos permitió conocernos para aligerar nuestra pena y hoy el destino nos regala la oportunidad de tener un futuro.
Ella separó su mano de la de él y tomó la copa a su lado, bebió champagne toda de un trago.
—Este...bueno... yo... no sé ni por dónde empezar.
— ¿Qué pasa? —preguntó temeroso ante el rechazo de la mujer por la cual se sentía tan enamorada. Tenía muchos años de no sentirse así, Eleanonr Beaker por mucho tiempo creyó era el amor de su vida con el paso del tiempo todo aquel amor se convirtió en dolor y decepción, no creyó volver a sentirse así tan enamorado como un jovencito, él creyó que eso solo pasaba en la juventud y la vida le estaba regalando la oportunidad y no quería dejarla ir sin antes confesar sus sentimientos.
—Será mejor que vayamos a Richmond, aquí no puedo responderte.
Esa respuesta desconcertó al duque, sabía que algo no andaba bien «acaso es que todo me lo imaginaba» se sintió desconcertado ante la actitud de Elie.
Durante el regreso a Richmond, Elie fue llamado a todo el camino. Y Richard respetó su silencio cuando llegaron a la mansión ella le pidió caminar por los jardines. La noche era cálida y la luna llena alumbraba su caminar, Llegaron a una banca y le pidió a Richard que se sentara a su lado. Él obedeció
—Hace varios años que nos conocimos sentados en una banca, lo recuerdas, ahí nuestras almas estaban heridas por la pérdida.
—¡Elie qué pasa!
—Te pido que me dejes hablar, esto no es fácil para mí —él la miró y se acercó con la cabeza.
—De algún modo nos encontramos consuelo al estar juntos los dos, esa semana en Ámsterdam. La manera en que hacíamos el amor es como si nos sujetamos de un flotador para no hundirnos en la desesperación y tristeza, no había palabras solo caricias y te puedo decir que fue dulce y amarga la experiencia es como si pudiéramos juntar la noche y el día. . , algo irónico no lo cree, hoy lo puedo decir después de tantos años. Era algo placentero que dolía, nuestros gemidos de placer eran mudos. Al final de una semana a tu lado sabía que debía marcharme sin saber o indagar algo de ti pues empezaba a entregarte mi corazón y no era lo correcto ¡como podíamos enamorarnos a base de un dolor tan grande! Me sentí muy confundida y es por eso que no volví. Por muchos años me imaginé cómo te llamabas, donde vivías y si tal vez tú me recordabas como lo hacía yo. Pero sobre todo cada año al cantarle Feliz cumpleaños a mi hijo Archie venías tú a mi mente y de algún modo quería que supieras que tu hijo estaba bien y creciendo.
—¡Qué ha dicho! ¡Mi hijo!
—Si, Archie es tu hijo, supe que estaba embarazada dos meses después de aquel viaje. Yo lo acepté feliz porque era una nueva razón para salir adelante. Al no saber nada de ti decidí registrarlo con el apellido Cornwell.
—¡Pero porqué no me buscaste!
—Ni siquiera sabía tu nombre, yo no tenía nada con que empezar una búsqueda.
—No lo puedo creer que tengo otro hijo —masculló y preguntó—: Entonces él no sabe que tiene un padre distinto al de su hermano.
—Los primeros años decidieron no decir nada, qué caso tenía revelar una verdad al no saber nada de ti.
Después llegó su adolescencia y tomó la decisión de llamar pero...
—¡¿Pero qué?!
—Ellos Stear y Archie decidieron hacer un test casero de esos de ADN para conocer sus ancestros y podrás imaginar lo que pasó. Me enfrentaron con esa revelación, me dijeron que era una mentirosa y les conté todo tal cual pasó. Y que por más que quisiera darle un dato a Archie para encontrarte no lo tenía. Sé que te sorprendiste tanto como yo el día que nos reencontramos en Austin en el desayuno. Sabía que debía decírtelo antes de partir, mi hijo no lo sabe aún pero si tú decides no saber nada de él es mejor que las cosas se queden así.
El duque se puso de pie muy molesto y mencionó:
—Por quién me tomas, cómo puedes pensar que no quiero conocer a mi hijo. Creo que no me conoces absolutamente nada.
—Entiendo tu molestia perfectamente, pero es una realidad no nos conocemos, con la enfermedad de Elena me centré en ella para atenderla, tú y yo solo nos veíamos para comer, cenar o platicar un poco a la hora del té. Si, es verdad que anhelaba esos momentos de encontrarnos en el pasillo de la mansión y verte en las comidas, nos dábamos miradas furtivas pero eso es todo. Me pediste que me quedara después de la muerte de Elena y acepté por esta razón, yo debía decirte sobre la existencia de mi hijo. Pero bien lo haz dicho no te conozco es mejor que esta noche pensemos lo sucedido y que haremos al respecto. Yo no sé, si por ser duque quieras o puedas reconocer a un hijo ignoraro muchas cosas de la realeza perdona mi ignorancia es mejor que me marche. Ella se alejó dejándolo muy pensativo.
Elie llegó a su habitación y se cambió de ropa y empezó a empacar «será mejor irme, claramente el duque está muy molesto cuando esté listo para conocer a Archie se que me contactará» pensaba mientras hacía sus maletas. Y aprovechando el momento en el que vio al Duque entrar al despacho con Terry y Frank se marchó.
—Mi señora, es muy tarde para irse —le mencionaba el mayordomo y añadió—: deje que llame al chofer él puede llevarla a donde usted guste.
—No, he pedido un Taxi está apunto de llegar, le agradezco tanto y por favor entregue esta nota al duque.
Con mucho gusto lo haré, ha sido un placer servirle —se inclinó ante ella.
—Por fin te lo dijo —mencionaba Terry a su padre.
—¿Como? ¡tú ya lo sabías! Bueno verás padre yo uní varias partes de la historia como lo de Ámsterdam y algunas cosas que tú dijiste de un viaje después de la muerte de mamá y lo supe al ver nuevamente a Archie, ese si que es tu hijo padre, él es tan siempre preocupado por su ropa la forma de caminar. Lo que alguna vez quiste de mí o que yo fuera créeme él lo tiene todo —le escuchó a su padre—. Descubrí que soy el hijo rebelde —soltó una carcajada Terry a la cual se unió Frank y añadió—: Tienes dos hijos y yo dos hermanos, vaya que la vida tiene sorpresas. Pero padre dime qué haces aquí contándonos, tú deberías estar teniendo una noche de pasión con la mujer que te dio un hijo y por lo que visto a la que amas.
—¡Terry no yeguas irrespetosas!
Ambos jóvenes volvieron a reír ante la reacción del duque que no quería dejar esa pose de hombre serio nunca.
Está bien iré a buscarle y decirle que no estoy molesto y que quiero conocer a mi hijo.
Cuando estaba a punto de salir se topó con el mayordomo traía un sobre en sus manos.
—Duque la señora Elie le ha dejado este sobre.
—¡Cómo que has dicho! ¿Dónde está ella?
—Se marchó.
—Ay padre habré ese maldito sobre, y que manía de que las mujeres salen huyendo creo que es un mal general de ellas. Su padre aceptó y leyó en voz alta.
"Richard agradezco tus atenciones y el haberme recibido en tu casa, la decisión que tomes la aceptaré pero si decides no conocer a mi hijo será mejor que todo se quede así"
—¡Vamos que esperan! Tenemos que alcanzar a un taxi y más vale que cuando lo haga no dejes escapar a esa mujer —declaró Terry.
Los tres hombres subieron al Aston Martin del duque.
—Hermano —dijo Frank—. Más vale que demuestres lo buen piloto que eres, este es tu momento hermano.
—Terry —replicó el duque poniéndose su cinturón de seguridad y diciendo —Solo no nos mates por favor.
—Oh padre hasta parece que no me conoces, esos taxis son unas tortugas; seguro que van rumbo al aeropuerto agárrate bien —dijo pisando el acelerador del auto deportivo.
En efecto no había sido difícil alcanzar al taxi, Terry se adelantó y en una maniobra brusca hizo que frenará el chofer.
El duque se bajó del auto para dirigirse al taxi y ambos jóvenes miraron a lo lejos la escena después de unos minutos observando vieron como Eli y su padre se abrazaban y se daban un beso apasionado, los miraron subirse al taxi e irse hacia la ciudad.
—Entonces quiere decir que la mansión está sola para nosotros. Está noche hagamos fiesta, dijo Frank.
Terry le respondió —Sí, pero con nuestras almohadas estoy muy cansado y no tengo ánimo de nada.
—Eres una aguafiestas y eso que yo soy el mayor el abuelo parece otro.
—Si serás idiota —le dio un golpecito en la cabeza.
Y de la nada Frank recordó que su hermano estaba sufriendo sin la mujer que amaba. Y le alegraba de algún modo verlo sonreír.
Frank comprendió en esos meses de convivencia con su hermano que el amor que sentía Terry por Candy no era algo cualquiera. Si, se había equivocado en el pasado y estaba muy arrepentido por ello y que de no ser por todo lo vivido con su padre y Elie, el convivir con su hermano Archie y su mejor amigo Stear para revelarles toda la verdad a ellos tal vez él. . Se hubiera vuelto loco de pensar solo en ella. «Será bueno para él ser donante de médula tal vez eso ocuparía su mente en otras cosas» pensó mientras se giraba para ver su rostro. —Esos dos será bueno que se queden en esta mansión y sigan disfrutando de su luna de miel —mencionaba mientras seguía mirándolos por la ventana hacia los jardines—. Se que esta Mansión es gigantesca pero que tal si en lo que voy a Edimburgo tú aprovechas y viajas a la villa Grandchester, está cerca de Lomond, aproximadamente creo recordar que es una hora y media de viaje en carro a Edimburgo, hablaré para que la servidumbre tenga todo listo para ti. Y así si algo pasa te puedo llamar.
—No te preocupes hermano todo saldrá bien —tocó su hombro. —Se que parece soy un niño pequeño en estos momentos pero tengo un presentimiento.
—Anda vayamos a empacar todo saldrá bien —mencionó Frank.
Candy se preguntaba cuánto estrés podría soportar su cuerpo. Tenía seis meses de no poder dormir una sola noche de corrido.
Primero al dar a luz, no había sido nada fácil y si no hubiera sido por la ayuda de la señora Leyna y su hijo Marck, no se imaginaba que hubiera sido de ella.
El primer mes el bebé lloraba sin cesar, ella se sentía como la peor de las madres, había hecho todo para tratar de que el bebé se sintiera confortable pero nada era suficiente. Lo había llevado al pediatra y le había dicho que eran cólicos. Hasta que en una noche la fiebre era incesante y el pequeño bebé empezó a convulsionar.
—Señora Candy, Marck está en el auto esperando por usted la llevará a Edimburgo, será mejor que vaya al hospital del niño y ahí atiendan a Liam, son doctores más especializados. Algo no está bien señora y usted piensa que es culpa suya pero créame es mejor salir de la duda y si el pequeño está bien bendito sea Dios y si no es mejor que encuentren la razón del porqué está así.
La mujer ayudó a empacar a Candy una maleta pequeña, al llegar fue atendido inmediatamente por la fiebres tan altas y que no podía bajarlas. Candy caminaba de un lado a otro en la sala de espera del hospital. Cuando vio salir al médico. —Señora Candy, hemos logrado controlar la fiebre y lo están trasladando a un cuarto mañana por la mañana vendrá el médico especialista y hablará con usted, en unos minutos vendrá una enfermera y la llevará con Liam.
Candy se había quedado dormida tomando la mano de su bebé, en esos instantes entró el doctor Michael Bennet y la observó, sin duda le pareció una mujer muy hermosa con su cabello rubio y su piel blanca sin duda sería un perfecto ángel pensado.
La llamada suavemente para despertarla —Señora Candy... Candy. Al ver que no respondió se acercó y tomó su hombro. Ella abrió los ojos y lo miró.
—Soy el doctor Michael Bennet —se presentó.
—Perdón no debí quedarme dormida —Al contrario está bien, Liam está dormido gracias al medicamento que se le dio y debe aprovechar estos momentos, usted es un ser humano y también debe estar muy cansada. He mirado el expediente de Liam y como constantemente ha tenido problemas desde que nació yo diferenciado con mis colegas sobre el reflujo y porque él no deja de llorar.
—Quiero muestras de sangre y un hemograma completo de células, después de eso sabré si debemos dar el siguiente paso.
—Pasó para que no comprendiera. —No quiero preocuparla. —Por favor doctor llamame Candy bueno aceptaré si tú me llamas Michael, y aceptó porque somos contemporáneos me parece y quiero que se sienta cómoda bueno te sientas cómoda y tengas confianza conmigo estoy para ayudarte a ti y Liam.
—Oh doctor, mil gracias —en un impulso Candy lo abrazó.
Muchas gracias por la espera y los mensajes para esta historia, agradezco sus comentarios y su animo para continuarla. Espero que hayan disfrutado de la lectura y nos leemos pronto, no digo fechas o semanas que siempre que lo hago algo sucede ?ᅡᅠ
