Capitulo 2. 17 septiembr
* * *P.V.G * * *
Aparco la moto delante de casa, comprobando que el coche de mi padre está justo en frente, con lo cual aún no ha salido a hacer su ronda de clubs nocturnos, pavoneándose ante sus aliados tras recaudar sus fondos, y seguir sutilmente recordándoles con la presencia de sus matones quién tiene el mando de los negocios de Shinjuku.
Me quito el casco que los chicos me regalaron, y tras echarme el pelo hacia atrás para colocarlo, avanzo hacia la entrada mientras busco las llaves en uno de los bolsillos de mi pantalón del trabajo.
-Estoy en casa. –Comento mientras cierro la puerta, encaminándome a mi cuarto por el pasillo, a la vez uno de los hombres de mi padre me saluda, saliendo al vestíbulo.
Dejo el casco sobre la cama, y tras mirar la hora en el reloj de la mesa de noche comienzo a desvestirme rápido para cambiarme, ya que se supone que he quedado con Airi en su casa en poco menos de media hora. Parece que hoy también llegaré tarde.
Cojo la primera camiseta negra que pillo en el armario y unos vaqueros del mismo color, y me visto sin mucha prisa, para después volver a coger las llaves de la moto y de mi casa de la mesilla de noche, guardándolas en uno de los bolsillos mientras salgo del cuarto. Al avanzar por el pasillo escucho jaleo en el salón, y poco después la voz de mi padre hablarle a uno de sus guardaespaldas.
-Me marcho otra vez. –Digo sin muchas ganas antes de llegar a la puerta, pero me paro cuando me llama mi padre.
-Eh, Genji, ¿te vas con Airi?
Ante la extrañeza de su pregunta me giro para ir al salón y verle la cara antes de hablar.
-Sí, ¿por que?
-Deberías decirle que deje de tenerme tanto miedo antes de que le de un infarto un día de estos. Después de estos años tendría que tener claro ya que no voy a hacerle nada.
-Eso ya lo sabe, pero sabiendo a qué te dedicas no creo que vaya a cambiar; es muy alarmista.
-¿Le cuentas algo sobre mi mundo? –Pregunta con el mismo pasotismo que yo, mirándome levemente tras encenderse un cigarro.
-No. Como bien dices, es tu mundo, no el mío. A ninguno nos importa.
-Bien. –Susurra con total calma mientras asiente, volviendo a hablar antes de que me disponga a salir del salón. –Siento haberte jodido el polvo el otro día, la próxima vez que vaya a adelantarme te mandaré un mensaje para que puedas darle un buen uso a nuestra bañera.
El cabrón sonríe levemente, pasando después a darle una calada al cigarro, pero yo no me dejo avergonzar y mantengo su mirada con un deje de desafío, respondiéndole con la misma mofa.
-Gracias, muy considerado.
Antes de girarme para marcharme veo como se ríe divertido por seguirle el rollo. Yo me apresuro a avanzar hacia la puerta y largarme antes de que pueda ver que a mí también me ha producido sonreír con verdadero sentimiento.
Después de más de 30 minutos llego ante la puerta de Airi, maldiciendo por la hora que es y por este jodido barrio donde es casi imposible aparcar a estas horas de la noche. Trato de relajar mi mal humor y llamo a la puerta esperando a que me abra mientras busco mi tabaco, dándome cuenta de que me lo he dejado en la ropa del trabajo.
Cuando maldigo en un murmullo la puerta se abre, y Airi me hace un gesto para que no hable, ya que está al teléfono. Me indica que pase con un rápido gesto de mano, y yo obedezco mientras ella cierra a mi paso.
En el momento en que veo su cara preocupada con el ceño fruncido alzo una ceja al encontrarme con sus ojos, en señal de pregunta, pero ella niega levemente con la cabeza y me besa en los labios fugazmente, susurrándome que me siente y ahora me cuenta.
Hago caso y me siento cerca de la pequeña mesa del salón mientras cojo la cajetilla de tabaco que reposa cerca de un libro de medicina y el cenicero, encendiendo un cigarro para esperar pacientemente que ella termine.
-Está bien, mamá –escucho que habla Airi, acercándose hacia mí, sentándose en el suelo-. Sólo avísame cuando sepas el día exacto y ya hablaremos. Intentaré que Tamao entre en razón, aunque no puedo prometerte nada. Cuídate, mamá. Yo también, adiós.
-¿Ha pasado algo? –Pregunto cuando cuelga, viendo como suspira y me quita el cigarro para darle una profunda calada antes de hablar.
-No, pero sé que va a pasar... mis padres van a venir a Tokio lo próxima semana porque mi padre tiene unas reuniones muy importantes para cerrar un trato para su compañía, esa que tanto ama. –Suelta con reproche, pasándome el cigarro.
-¿A qué se dedica?
-Es el jefe de una de las secciones de una empresa de seguridad. Joder, no sé ni cómo sacarle el tema a Tamao. Odia a mi padre más que a nadie, y mi madre no va a soportar no poder verlo estando tan cerca. No se merece todo esto, ella no.
-No tiene por que ver a tu padre si no quiere.
-Ya, pero mi padre no va a ceder, es demasiado orgulloso y lleva guardándose mucho discursito desde hace tiempo. Además, mi hermano es un testarudo también, no va a querer ver a mi madre tan fácilmente tampoco. Al final acabaremos todos viéndonos las caras por las ganas que tenemos de soltar toda la mierda acumulada, y mi padre tendrá el momento perfecto de recriminarnos todo lo que hicimos y hemos hecho hasta ahora.
-¿A ti también va a echarte la bronca? ¿Por qué? –Pregunto sin entender su miedo. Con ella no ha tenido movidas como las de su hermano.
-Bueno –susurra con duda, sin mirarme-, van a querer conocerte y saber todo sobre ti, porque apenas he contado nada, y sé perfectamente que no vas a ser santo de devoción para mi padre. Nada es suficientemente bueno para él, pero tiene que opinar de todo.
-¿Qué más da lo que piense? Que diga lo que quiera, después de esas reuniones volverá a Nagoya y te dejará en paz.
-No me da igual, Genji. –Responde seria, dejando ver la rabia en sus ojos. –He pasado muchos años tragándome sus comentarios y humillaciones, y ya no soy una niña, no voy a permitir que venga a decirme lo que me conviene, ni a que opine sobre ninguno de nosotros. No dejaré que hable lo que le dé la gana sobre ti sólo por sus estúpidos prejuicios e ideas retrógradas.
Sonrío ligeramente al escucharla hablar así, y pronto me mira sin comprender el porqué. Ha cambiado en este tiempo, es más valiente y no está dispuesta a que le vuelvan a pasar por encima, sean cuales sean las consecuencias. Cada vez se parece más a su hermano. Los genes de los Serizawa son más fuertes de lo que pensé, no me quiero imaginar cómo tiene que ser el padre.
-¿Qué te hace gracia?
-Nada. Pero sólo espero estar presente cuando esa escena con tu padre vaya a ocurrir.
-Preferiría que no, más que nada para no tener que darle la razón cuando vea que eres un matón como mi hermano, porque no creo que te quedaras de brazos cruzados si te ofendiera. –Comenta mientras sonríe, abandonando la tensión.
-Bueno, podemos darle la paliza juntos.
Airi amplia su sonrisa y se acerca para besarme sin prisas, dejando a un lado la pasión del comienzo tras unos segundos, convirtiendo el beso en algo tierno y sentimental.
-Sabes que eres todo lo que necesitas ser, ¿verdad? Y que me encantas tal y como eres, a pesar de nuestros problemillas, ¿no?
-Yo lo tengo todo claro, Airi, deberías saberlo. No dejes que tu padre empiece a joderte antes incluso de haber llegado.
Ella asiente dándome la razón, para después volver a besarme de forma rápida, susurrando que me quiere, con lo que le devuelvo el beso tras separarnos.
-Por cierto, mi padre dice que dejes de tenerle tanto miedo o vas a pasar a ser el paciente en lugar del doctor.
-¿Qué pasa, ahora te dedicas a charlar con él? –Me responde con burla, ignorando mi comentario.
-No, pero sigue flipando con tu actitud después de todo este tiempo. Igual también es como tus padres y quiere conocerte, quién sabe.
-Bueno, mientras no me lleve a uno de esos clubs, creo que podré soportarlo.
Me río ante su broma, pensando en nuevas palabras para seguir vacilándola cuando llaman a la puerta. Ambos nos callamos al segundo, mirándonos a ceño fruncido.
-¿Esperas a alguien? –Pregunto mientras se levanta.
-¿Yo? ¿A quién voy a esperar?
Airi se dirige a la puerta mientras yo me levanto también, sin fiarme mucho dadas las horas que son, quedándome tan helado como ella en cuanto abre y vemos quién está al otro lado.
-Hola, chicos. Cuánto tiempo sin veros.
-Ken. –Susurro aún anclado en el mismo lugar, viéndolo sonreír con los ojos vidriosos, cuando Airi se lanza a abrazarlo con euforia.
En cuanto rompen el abrazo lo obliga a entrar, hablando aceleradamente.
-¡¿Cuándo has vuelto a la ciudad?! ¿No será peligroso que estés aquí?
-No, Airi, ya no. –Comenta él con calma, mirándola con ternura y alegría. –Acabo de llegar a Tokio hará unas horas. He venido para quedarme, chicos. Ken ha regresado por fin.
Sus palabras golpean en mi pecho con la fuerza de un puñetazo, pero son todo lo contrario al efecto que este produciría. Ha vuelto para quedarse, después de estar sin él tres años.
Sin decir nada me acerco hasta él despacio, manteniéndole la mirada, para después abrazarnos con fuerza. Este acaba de convertirse en uno de los mejores días de mi vida.
