Capitulo 3
* * * P.V.A * * *
Con razón odio los lunes. Además, este viene equipado con un extra que lo hace junto con lo típicamente ajetreado y agotador, uno posiblemente tenso que acabe en discusión y mal rollo con Tamao.
Sólo de pensar en lo que se avecina cuado llegue a casa de mi tío y tenga que hablar con él, me hace querer darme la vuelta y correr en dirección contraria, escondiéndome en mi casa hasta que todo esto pase, para no saber nada en absoluto. Pero no puedo hacer eso, huir no va a valer de nada.
Inspiro con fuerza mientras avanzo por la calle de mi tío, llegando hasta su puerta en lo que me ha parecido el periodo de tiempo más corto de la historia, pero le echo valor y llamo sin pensarlo.
-Airi, ¿cómo estás? Pasa.
-Hola tío Kenta. –Le saludo con una sonrisa mientras me introduce en la casa, empujándome con suavidad por la espalda.
-Tu hermano aún no ha llegado del trabajo, pero debe estar a punto. ¿Has hablado con tu madre hoy?
-Sí, llegarán el domingo y se marcharán el miércoles. Me dijo que ya había hablado contigo.
Él asiente y veo en su cara que también adivina lo que está por llegar, aunque
claramente se encuentra mucho más sereno que yo. Tiene ya bagaje, normal siendo hermano de mi padre. Incluso a él le caerá su parte por haber acogido a Tamao cuando se largó de casa. Mi padre no volvió a hablarle desde entonces, a pesar de que siempre se habían llevado muy bien.
-Ven, vayamos a sentarnos. ¿Quieres un poco de té?
-No, gracias. No creo que pueda ahora mismo hacer nada salvo fumar. –Me sincero mientras saco el paquete de cigarros, ofreciéndole cuando llegamos al salón. El sonríe y lo rechaza, hablando de nuevo.
-Ya conoces a Tamao. Al principio no entra en razón y se pone a la defensiva, pero es racional. No olvides eso cuando intente amedrentarte. Sé que quiere ver a vuestra madre, disculparse con ella.
-¿De verdad lo crees? Pienso que es demasiado orgulloso, y que es incapaz de perdonarla que no pusiera nunca mi padre en su lugar y le dejara marchar, aunque no fuera así en realidad.
-Por eso mismo sé que el remordimiento le pesa más, Airi. Lo que me temo es que, en cuanto a tu padre, ninguno podremos hacer nada.
Yo asiento levemente, observando como él suspira con demasiada profundidad. Está preocupado.
-¿Tú estás bien, tío Kenta? También vas a ver a mi padre al fin, y aunque mi madre diga que vine con actitud de hacer las paces, ya sabemos todos cómo es.
-Yo no tengo miedo de mi hermano, Airi. Hice lo que debía en su momento. Él es el que se equivocó, y lo sabe en su interior, aunque no lo reconozca. Me preocupa tu hermano, esto puede hacerle mucho daño.
Lo contemplo en silencio mientras medito esas últimas palabras, dándome cuenta de que tiene toda la razón del mundo, pero no hablo cuando oímos a Tamao entrar en casa, anunciando su llegada. Trato de cambiar mi cara cuando aparece por el umbral de la puerta.
-Eh, Airi, ¿qué haces aquí? ¿Pasa algo? –Pregunta mientras se acerca y ambos nos abrazamos fugazmente.
-No ha pasado nada, tranquilo, pero tengo que decirte algo.
-Os dejaré solos.
Cuando mi tío se despide y Tamao lo contempla a ceño fruncido, se gira hacia mí rápido, buscando respuestas.
-¿Qué coño pasa, Airi?
-Papá y mamá vienen a Tokio el domingo. Se quedarán unos días por aquí por movidas del trabajo de papá. –Suelto sin pensarlo más, viendo como su rostro cambia al recibir la noticia. Se está oliendo por dónde van los tiros.
-No me jodas, Airi. ¿Vas a empezar con esa mierda de que tengo que ver a mamá, que sufre mucho, y es una santa?
-De hecho –agrego sin perder la calma, obviando sus palabras-, papá también quiere verte. Es lo que me ha dicho ella. También al tío Kenta. Mamá dice que no viene en son de guerra.
-Bien por él, vosotros haced lo que queráis, pero yo no tengo nada que hablar con ese tío. Ya nos dijimos todo lo que teníamos que decir hace años.
-Son tus padres, Tamao. Si sólo escucharas lo que quieren...
-¡No, Airi! –Me corta bruscamente, con visible molestia-. Al que considero mi padre está en la habitación contigua escuchándonos discutir por algo sin sentido. Kenta es quién me ha criado y ayudado cuando lo necesitaba, sin juzgarme a cada paso y reprocharme todo, echándome la bronca cuando ha sido necesario y poniéndome en mi sitio, pero queriéndome incondicionalmente a pesar de todo lo que he hecho. Eso es ser un padre.
-Y sabes que estoy de acuerdo, Tamao, pero quizá haya cambiado. Al menos si deberías ver a mamá, se preocupa por ti, siempre lo ha hecho.
-¿Por llamar de vez en cuando y mandarle dinero a Kenta? Eso es para aliviar su conciencia, Airi.
-¡Claro que no! –Alzo la voz, dejando que mi cabreo salga. –Eres su hijo, al que perdió por culpa del cabrón con el que se casó, que la ignora y trata como si fuera una asistenta. ¿No puedes acaso imaginar su dolor? ¿Cuánto debe odiarse así misma por consentir todo eso, y no haber podido remediar nada? ¿Lo duro que debe ser que tú la odies?
Veo como aprieta la mandíbula y los puños después de este golpe de realidad, manteniéndome la mirada con desafío hasta que habla con un tono calmado, aunque cortante.
-Claro que lo sé, Airi. Yo también he pagado mi parte por eso, pero en la vida para poder llevar la cabeza alta, hay que echarle cojones a las cosas. Ese es el pecado de nuestra madre, y tú sabes que es algo que uno debe superar para estar en paz con todos, y con uno mismo. Ahora si no te importa, pretendía irme a dormir pronto.
-Está bien. Ya sabes dónde encontrarme si necesitas algo.
Nadie dice nada, y sin más dilación me pongo en camino para salir de la casa, susurrando que me despida de nuestro tío antes de salir definitivamente.
Tras un suspiro continúo caminando para salir de aquella calle, pensando en las cosas que mi tío me dijo antes de que Tamao llegara. Espero que tenga razón, porque si no estoy va a ser mucho peor para todos.
Por fin llego al bar, ya casi cuando ha anochecido, y avanzo hacia la barra viendo como Ken y Genji están allí solos, hablando animadamente. Se nota a leguas que Genji está realmente contento de tener a Ken de vuelta, su primer amigo, y por él cual ha llegado a donde está.
-Hola, chicos. –Los saludo al llegar a la barra, haciendo que se giren para mirarme.
-¿Qué tal con tu hermano? –Pregunta Genji mientras me abraza por la cintura, y yo me inclino para darle un breve beso.
-No muy bien, tal y como era de esperar.
-Dale tiempo para pensar, hasta el domingo pueden pasar muchas cosas.
Asiento ante el comentario de Genji mientras noto como me abraza más cuando ve que el tema me afecta. Me da un poco de vergüenza al tener delante a Ken, pero el parece encantado, mirándonos tiernamente.
-Me alegro tanto de que estéis tan bien, chicos –Habla aún con aquella sonrisa alegre-. Hacéis muy buena pareja, qué pena no haber podido ver el proceso.
Yo le sonrió y me acerco para besarlo en la mejilla, hablando después.
-Pero ya estás aquí con nosotros de nuevo, Ken. ¿Seguro que no corres peligro?
-No. El que era mi jefe murió hace unos meses, nadie lo suficientemente importante sabe lo que pasó o le importa como para buscarme. Todo está en orden, nadie a quién temer, un trabajo legal, vida discreta... La mafia para mí se ha acabado.
Le sonrió mientras murmuro que me alegro sinceramente, apretándole la mano que tiene sobre la barra. Por fin algo con lo que remontar este nefasto día.
