Capítulo 9.
* * * P.V.A * * *
Alzo la vista del libro cuando noto que soy incapaz de estudiar más, buscando con la mirada mi tabaco, pero suspiro con cansancio al darme cuenta de que está en mi bolso y no en la pequeña mesa de mi salón. No me apetece nada levantarme. Menudo día más vago llevo, menos mal que hoy libro en el trabajo.
Para animarme pienso en que al menos mis padres se van hoy, dentro de un par de horas, y parece que todo lo que tenía que pasar ha sucedido y no habrá más incidentes.
Me despedí de ellos hoy cuando quedamos para comer los tres, ya que Tamao después de lo ocurrido el domingo no volverá a acceder a verlos. Me da bastante pena por mi madre, pero ahora mismo no voy a intentar convencerlo de nada. No tengo fuerzas para pelear.
Me levanto cuando llaman a la puerta, y extrañada voy a abrir sin saber quién puede ser. Rápidamente me sorprendo cuando veo a Genji al otro lado con cara seria, sujetando el casco de la moto con la mano derecha mientras con la otra se apoya en el marco de la puerta.
-Hola. Creía que a estas horas ya estarías en el bar. ¿No teníais que hablar hoy con unos proveedores? –Pregunto mientras pasa dentro, dejando el casco en el suelo, pasando a quitarse la chaqueta de cuero que le regalé.
-Sí, pero se lo he encargado a Ushiyama. Vengo del hospital. Me llamó tu hermano esta mañana.
Mi respiración se corta cuando escucho eso, pero él no me deja contestar cuando agrega que es por Tokio.
-¿Qué le ha pasado? ¿Está bien?
-Anoche mientras estaba con su familia le dio un derrame cerebral. Lo operaron de urgencia. Tuvo otro aneurisma y ahora está en coma. No saben si tendrá daños, o cuándo podría despertarse.
-Oh, por Dios –susurro mientras me llevo una mano a la boca, sabiendo que ahora sólo se podrá esperar. Tamao debe estar muy jodido. -¿Has visto a mi hermano esta mañana?
-Sí, estaba allí. Muchos de los chicos. Se han inventado que estaban enfermos para poder ir al hospital. Se le veía bastante jodido, no quiere hablar con nadie. Tu madre estaba con él allí.
-¿Mi madre? –Repito sin entender aquello, pero pronto comprendo que entonces han debido hablar. –Joder, tengo que hablar con Tamao. ¿Por qué siempre pasa todo a la vez?
-Ya. –Susurra Genji mirándome fugazmente. Es entonces cuando veo en su cara su preocupación. Tokio también es su amigo.
Me acerco hasta él en silencio y lo abrazo despacio, apretándolo con cariño contra mí mientras le susurro que lo siento, y que tenga esperanzas, porque Tokio es joven y muy fuerte. Él asiente y me da las gracias en un susurro demasiado serio, y paso a besarlo lentamente cuando nos separamos. Antes de que nadie diga nada o podamos movernos, alguien llama a la puerta pausadamente.
Sin decir nada me acerco más que extrañada hacia la puerta, observando por la mirilla a la persona del otro lado. Es mi padre, y eso hace que me ponga más que tensa al instante. Me giro para encarar a Genji.
-Es mi padre. No sé qué coño puede querer, pero no creo que nada bueno. –Hablo en voz baja, y Genji piensa en lo mismo que yo.
-Me esconderé en tu cuarto. No es el mejor momento para movidas ni fingimientos.
Coge sus cosas y camina hacia el pasillo para esconderse mientras yo le doy las gracias en un susurro, pasando a abrir la puerta sin mucho afán. Aquella mueca inexpresiva de mi padre me hace perder cualquier ápice de alegría en el rostro.
-¿Podemos hablar un momento? Prometo no quitarte mucho de tu tiempo, Airi.
Yo asiento y le dejo pasar dentro, cerrando y ofreciéndole cerveza, pero él lo rechaza y se gira para mirarme, yendo al grano.
-Mi afán no es pelearme contigo ni molestarte porque sí, Airi. Quiero lo mejor para ti y para tu hermano, pero él está perdido, y tú no, no aún. Por eso estoy aquí.
-¿Qué quieres decirme con eso? Yo estoy bien, sé lo que quiero.
-Eso es lo que me preocupa, Airi. No ves en realidad el verdadero peligro. Ese chico, Genji, no es bueno para ti. –Yo me río mientras asiento, dándole la espalda al ver que yo tenía razón, pero él sigue hablando con potencia. –Tu amor por ese chico hará que te descentres, y acabarás fracasando en tu carrera y en tu vida por alguien que no te merece.
-¡Qué sabrás tú de eso! No lo conoces en absoluto. –Espeto con enfado, pero él no recula.
-Por favor, Airi; o necesito ver más de lo que ya he visto para ver que es un niñato inmaduro como tu hermano, y para colmo un mafioso. Crees que te quiere mucho ahora, pero cuando vaya de club de alterne en club de alterne atendiendo sus negocios, verás las cosas como son, y recordarás mis palabras.
-Te he dicho que él no está metido en la mafia. ¡Se esfuerza como yo en vivir su vida y ganarse lo que tiene legítimamente!
-¡Eso es lo que tú piensas y él te dice, no seas idiota! –grita con enfado, volviendo después a un tono más comedido-. Aún así, ¿un macarra motero que regenta un bar es tu mejor opción para crear una vida en conjunto?, ¿en serio? ¿Vas a hacer que mis nietos tengan esa clase de padre? Recapacita, hija, y subsana esto antes de que sea tarde y otros estén involucrados, porque te aseguro que cuando él se canse de ti y te abandone no te quedará nada bueno.
-No te preocupes porque no pienso ir a pedirte ayuda si pasa.
Él se ríe en mi cara tras el comentario, respondiéndome irónico mientras se acerca y fija sus ojos en los míos.
-Claro, yo no te hago falta ninguna. No es nada evidente –dice alzando sus manos, refiriéndose al piso que me puedo permitir, y eso que él paga mi carrera-. Apuesto a que en ese supermercado te pagan muy bien, ¿no?
-No necesito tu dinero, puedes quedártelo, ¿sabes?
-Ya, por supuesto. Si necesitas dinero supongo que el bueno de tu novio puede darte trabajo en uno de sus negocios. Quizá con suerte sólo tengas que bailar medio desnuda encima de una barra.
-¡Oh, genial! ¡Esto mejora por momentos! –alzo la voz, perdiendo los nervios-. No sólo has venido a insultar a mi novio, sino que ahora también vienes a llamarme puta.
-¡Por que acabarás así o peor metiéndote en ese mundo! ¡Serás una vulgar fulana que pasa de mano en mano! ¡Una fracasada que habrá tirado el apellido de nuestra familia a la basura por un estúpido enamoramiento pasajero!
No me da tiempo a contestar con su misma furia cuando me asusto olvidando todo al ver entrar a Genji en el salón, yendo a por mi padre con cabreo, dispuesto a cerrarle la boca por otros medios menos ortodoxos.
-¡No, Genji, por favor! –Trato de calmarlo mientras lo detengo poniéndome delante. Él se para y no hace nada, pero habla muy serio, mirando fijamente a mi padre.
-No vuelvas a faltarle el respeto de esa forma.
-No te metas en esto, chico. Es mi hija, es una cosa de familia. De mí familia, donde tú no estarás jamás, y si ella sigue así, tampoco.
Dejo de agarrar a Genji del brazo para girarme y poder poner la vista furiosa y vidriosa en mi padre. Aquello ha sido doloroso. Mi hermano siempre tuvo razón.
-Tamao tiene razón. Eres un egoísta al que lo único que le importa es el prestigio y lo que los demás digan. Tú no has querido a nadie en tu vida, nosotros no te importamos una mierda, y ten por seguro que vas a recibir justo lo que te mereces. Vas a acabar solo, y en ese momento entenderás que tú eres el único fracasado, y que siempre lo has sido.
Él velozmente me da una potente bofetada que no puedo esquivar, y entonces se monta el jaleo.
Genji me aparta de un empujón y se lanza a por mi padre, dándole un tremendo puñetazo en la cara que hace que casi se caiga al suelo mientras se lleva la mano a la nariz sangrante, y aparentemente rota. Cuando veo que va a seguir pegándolo, corro para detenerlo.
-¡Basta, Genji! ¡Por favor! Tranquilo, está bien, de verdad... –Murmuro rápido mientras lo alejo del hombre, viendo como aún lo contempla con asco y aquellos ojos llenos de ira.
Cuando se relaja y alza las manos en señal de que se estará quieto, colocándose el cabello de nuevo hacia atrás, yo me acerco a mi padre para ayudarlo, pero él se deshace de mi agarre y me dice en un susurro colérico que me estoy equivocando y me daré cuenta, entonces corre a la salida y se marcha tras un portazo.
-¿Estás bien? –Dice Genji mientras escucho como se acerca por detrás, despacio. Yo asiento, pero no me giro para que no me vea llorar, hasta que él me obliga.
-Lo siento. Siento que hayas tenido que oír todo eso. –Murmuro con voz quebrada, pero él niega con la cabeza, acariciando la mejilla donde mi padre me ha pegado, y siento aún la quemazón.
-No te preocupes por el dinero, Airi. Yo puedo ayudarte con las matrículas de la universidad, ¿vale?
Asiento sin fuerzas para contestar, llorando con ganas mientras pienso que en realidad el dinero no me importa. Al final todo ha terminado peor de lo que incluso imaginé y sintiendo una gran rabia dejo que mis lágrimas fluyan veloces mientras me abrazo a Genji, tratando de encontrar un alivio para mi alma.
