Capítulo 12.

* * * P.V.A * * *

Lleva lloviendo todo el día, y no parece que vaya a parar ni siquiera en la noche que se avecina. Menos mal que me llevé el paraguas al trabajo, porque si no, aparte de empapada, habría tenido que pasar por casa para cambiarme y habría llegado tarde al bar, donde he quedado con Ruka.

Sinceramente no me apetece mucho quedar con nadie, y menos allí, donde sé que estará Genji, pero fui incapaz de rechazar la propuesta de mi amiga después de estar varios días sin saber nada la una de la otra. Me sentía culpable por desatender nuestra amistad, a pesar de que toda la mierda que ha estado pasando y pasa me empuja a recluirme en mi casa y no querer saber nada de mundo, pero Ruka no se merece eso.

Inspiro antes de abrir la malla metálica de la puerta del bar tras cerrar el paraguas, metiéndome dentro rápidamente para después volver a cerrar y entrar en el lugar vacío, contemplando a instante a Ruka y los bailarines ensayar la actuación que tienen mañana y el sábado.

Ella me sonríe al verme y me hace un gesto con la mano para informarme de que no les queda mucho, con lo que asiento y me dirijo a las escaleras para sentarme en ellas al ver que no hay nadie en la barra, y así entretenerme viendo el trabajo del grupo.

A cada minuto que paso allí sola, mirando sin mirar a los chicos bailar mientras mi mente se pierde en mis quimeras, voy encontrándome peor y con menos fuerzas de estar allí y aparentar que todo está bien, notando incluso como mi sonrisa se desvanece y retorna esa mueca rígida producida por el miedo que crean mis pensamientos.

-¡Hey, hola, Airi! –La voz de Ushiyama me distrae, y pronto oculto mi malestar. –Genji está en el almacén. Estamos colocando los pedidos que llegaron esta tarde, ¿quieres que lo llame?

-No, gracias. Estoy esperando a Ruka y nos iremos, Ushiyama.

Él asiente con su gentil sonrisa de siempre, continuando con sus quehaceres cuando poco después Ruka se despide de sus compañeros, bajando del escenario tras recoger su chaqueta y bolso del backstage.

-Hola, ya estoy aquí. Siento la espera.

-No pasa nada, Ruka. ¿Nos vamos a mi casa?

-Sí, que nadie estropeé nuestra tarde de chicas.

Me levanto mientras me esfuerzo por sonreírla con sinceridad, encaminándonos ambas hacia el exterior de una forma demasiado acelerada, pero ella no dice nada y simplemente me sigue, refugiándose conmigo bajo el paraguas.

No hablamos mucho durante el trayecto, sólo de lo típico: el trabajo, el cansancio de la semana, y esas cosas. Los temas importantes los dejamos para cuando entramos en mi casa y estamos sentadas en el suelo en torno a la mesa del salón con unas cervezas.

-¿Cómo está mi hermano? Hace días que no hablo con él, la verdad. –Pregunto tras beber, pasando a buscar el tabaco en mi bolso, a la vez que Ruka contesta.

-Está bien. Es de nuevo el de siempre ahora que Tokio está bien. Parece ser que sale mañana del hospital por fin. Van a celebrarlo en sábado en el bar. Irás, ¿no?

-Sí, claro. –Contesto, tratando de sonar alegre y sincera, pero no lo logro mucho, aunque ciertamente sienta en serio lo que digo y pienso.

-Bueno, ¿y tú qué? Tamao me contó lo que pasó con tu padre y eso, ¿estás bien? Debe ser duro.

-Sí, no es fácil, pero estoy bien. Es un gilipollas, ya lo sabía así que, tampoco me he sorprendido mucho. Aún así está pagándome la carrera aún, cosa que me sorprende.

-A pesar de todo sois sus hijos y os quiere. Es natural. Me alegro mucho de que a pesar de lo malo, las cosas hayan salido lo mejor posible.

Ruka sonríe con alergia y yo asiento mientras murmuro que yo también, pero de pronto las lágrimas empiezan a salir de mis ojos y me echo a llorar, asustándola inmediatamente.

-Airi, pero... ¿Qué te pasa?

Rápido pasa acercarse para sentarse a mi lado mientras acaricia mi espalda, esperando pacientemente a que yo responda cuando soy capaz de controlar mi llanto y mirarla a los ojos.

-He olvidado tomarme la píldora varios días y ahora tengo un retraso de dos semanas.

-Joder... –Murmura por lo bajo, pero no lo suficiente como para que la oiga. Después de unos segundos vuelve a hablar. –Oye, no tiene por qué ser nada, ¿vale? No eres nada regular por eso de los quistes, así que quién sabe. Podemos esperar unos días o comprar un test de embarazo para salir de dudas.

-No soy capaz de hacerme la prueba, Ruka. Estoy acojonada. Tengo pánico a que pueda ser que esté...

-Ya, ya lo sé, Airi. Pero hay que saberlo. Genji no sabe nada, ¿verdad? –Añade tras una pausa que me hace negar con la cabeza, sintiendo un vacío dentro inmenso.

-No, claro que no, ¿cómo voy a decirle algo de eso? ¿Cómo...?

Soy incapaz de terminar la frase cuando vuelvo a sentir las lágrimas inundando mis ojos, y la desesperación instalarse en mi alma. Esto es una puta pesadilla.

-Airi, no es fácil, me lo puedo imaginar, y más sabiendo cómo es Genji, pero tarde o temprano se dará cuenta de que te ocurre algo, y de todos modos quizás sea mejor que pases esto a su lado. A fin de cuentas, él está tan implicado como tú. Creo que deberías contárselo y no esperar más tiempo.

Mi mente está colapsada, soy incapaz de pensar más sobre nada en absoluto, y lo único que hago es llorar y dejar que el silencio se instale en la habitación mientras Ruka continúa abrazándome, diciéndome que pase lo que pase no voy a estar sola.

* * P.V.S * *

-¿Qué, Tokio? ¿Estás nervioso? –Le pregunto mientras palmeo su hombro al estar a unos pasos de la puerta del bar de Genji, donde todos nos esperan.

-¡Qué va! ¿Por qué iba a estarlo?

Su respuesta me hace sonreír, y tras palmear su espalda con energía y una sonrisa, ambos entramos en el garito. Está bastante lleno esta noche, pero no nos cuesta mucho encontrar a nuestro grupo reunido en la barra. Airi también está entre los chicos, y me sorprende ver que hablando muy animadamente con Chuta mientras Genji sirve copas.

Cuando todos ellos se dan cuenta de que avanzamos hacia la barra, alzan sus vasos al aire mientras vitorean la llegada de Tokio, felicitándole por el regreso con gran energía y animo.

Tras saludar a todo el mundo me acerco a Airi en último lugar, saludándola con un breve abrazo, pero noto en su cara de expresión apagada que algo no va bien.

-¿Qué te pasa?

-¿A mí? Nada, Tamao.

Alzo una ceja en señal de incredulidad, y ella aparta la mirada mientras se pone unos mechones tras la oreja. Venga ya... claro que le pasa algo, y no voy a hacerme el sueco.

-Venga, Airi. No vales para mentir, hermanita.

Ella me mira no muy convencida de si hablar o no, pero los chicos proponiendo un brindis por Tokio nos interrumpen, y ella se escabulle veloz.

Al ver que ella me evita para que no le dé la tabarra, paso directamente a acercarme a Genji, quien está ahora fuera de la barra hablando con Tokio. En cuanto paran y él se queda solo fumando cuando Tokio es abordado por los hermanos Mikami y Ken, yo me acerco y me enciendo un cigarro, hablando a la vez.

-¿Qué le has hecho a mi hermana?

Él me mira de inmediato, y por la expresión de sorpresa en su cara, entiendo que no tiene ni idea de qué le hablo, y eso me deja más que intrigado con el asunto.

-Yo no le he hecho nada, al menos que yo sepa. ¿Por qué?

-Está rara. Le he preguntado y dice que está bien, pero es mentira.

-Hace unos días estaba preocupada por la camarera nueva que contraté, porque resulta que me enrollé con ella hace años y Airi lo sabía. Es sobrina de Ushiyama, y no tenía ni idea de nada hasta que le dije que sí la contrataría –agrega para explicarme aquello-, pero se supone que ese asunto esta arreglado.

-Pues ni idea, tío. Quizás esté rayándose por cualquier estupidez, ya sabes cómo es. Ya te contaré si me entero de algo.

Él asiente y me da las gracias, quedándose visiblemente pensativo después de la pequeña charla. No me gustaría estar en su lugar, la verdad. Las movidas de pareja son una mierda.

Apago el cigarro cuando veo a Ruka acercarse entre la multitud, sonriendo cuando nuestras miradas se encuentran, cosa que se mantienen hasta que llega a mí y nos besamos.

-¿Has actuado ya? –Pregunto sin dejar de rodearla por la cintura.

-No. Dentro de una hora. Has llegado a tiempo.

-Estupendo, me encanta verte bailar, ¿sabes?

Ella me devuelve la sonrisa pícara mientras juega con el cuello de mi camisa, besándome de nuevo cuando de repente las voces alarmadas de algunos de los chicos nos hacen volvernos velozmente.

Tokio está en el suelo y todo se agachan rápidamente para socorrerlo, gritando su nombre mientras otros piden una ambulancia.

Joder, esto no puede estar pasando, no otra puta vez.