Capítulo 16.

* * * P.V.A * * *

Miro la pantalla del móvil para cerciorarme de que son las 9 de la noche, y no puedo contener mi ansia porque Ken llegue a casa de una vez. Necesito información veraz sobre lo que está pasando sin que traten de engañarme o me respondan borderías, tal como hace Genji, y justo para evitar eso, Ken es mi hombre.

Llaman al timbre y me lanzo a abrir, desistiendo de encontrar mi tabaco en el bolso, abriéndole la puerta a Ken. Borra su sonrisa alegre en cuanto ve mi ansiedad, sabiendo que algo ocurre por mi semblante.

-Hola, Ken. Gracias por venir. –Le digo tratando de relajarme, haciéndole pasar mientras le ofrezco algo para tomar.

-No, gracias, estoy bien. ¿Qué ocurre? Se me hizo raro recibir ese mensaje tuyo tan críptico esta mañana para venir aquí. ¿Estás bien?

-Sí, lo siento si te he asustado, de verdad –me adelanto a decir mientras ambos nos sentamos en el suelo ante la mesa-. No es nada serio, por lo menos no aún, creo.

-Airi, ¿qué pasa?

Inspiro ante de hablar de nuevo y dejar de remolonear, mirándolo directamente a los ojos y yendo al grano.

-Antes de nada, quiero que esto quede entre tú y yo. No quiero que le cuentes nada a Genji sobre lo que voy a decirte, porque va a cabrearse, pero él mismo me empuja a hacer esto dándome largas y siendo un borde cuando pregunto.

-Está bien, no sabrá nada. –Agrega solemnemente. Ha perdido todo rastro de su positivismo innato.

-Anoche estaba en casa de Genji y trajeron a uno de los hombres de su padre al que habían apuñalado. Hideo dijo que un tal Kuroki iba a enterarse, y después de preguntar a Genji qué pasaba y no obtener respuestas serias, he investigado un poco sobre él, pero en la prensa hay muy poca información. Sé que es de la Yakuza, y que pertenece al sindicato Yashaki, como tú antes, y por lo que dijo el padre de Genji supongo que debe ser jefe como él. Ken, ¿qué pasa entre ellos? ¿Tengo que preocuparme? Por favor dime la verdad.

El hombre aprieta la mandíbula unos segundos tras mi súplica, y resignado contesta después de un suspiro, volviendo a mirarme.

-Takashi Kuroki se ha convertido en el líder del sindicato. Siempre apuntó maneras, pues tiene una buena visión para los negocios y es implacable con sus objetivos y enemigos. Lo único que sé es que está intentando quitarle territorio a los Ryuseikay, y no le importa mucho pasar a la acción. Estas últimas semanas ha mandado gente a amenazar a los gerentes de los locales bajo el mando de Hideo, e incluso ha habido palizas por no querer entregarles el dinero a ellos. Ha declarado la guerra a los Ryuseikay, es evidente.

-O sea que están en peligro. –Murmuro con miedo, confirmándose mis sospechas.

-Hideo y su bando sí, pero Genji no tiene nada que ver con ello, no te pongas en lo peor...

-Ni hace tres años tampoco, Ken –Le corto con exasperación, haciendo que se calle y me mire sin argumento alguno para rebatirme.

-Ahora es distinto, Airi. Lo de Kawanishi fue para entrar en el clan, por eso le mandaron a por Genji. Kuroki quiere dinero, no demostrar nada, no creo que vayan a por él.

-Ya sabes como es Genji, Ken. Si ese hombre va a por su padre y ocurre algo, él no va a quedarse de brazos cruzados. –Hablo en un tono oscuro, pensando en el asunto, deteniéndome en algo que me asusta al instante de caer en la cuenta. –Ken, el bar está en el territorio de los Ryuseikay. Esos tíos aparecerán por allí tarde o temprano, ¿verdad?

-Airi, Hideo no dejará que se acerquen por allí. Todo irá bien.

Ken intenta calmarme, pero veo en su mirada que realmente él no esta muy seguro de lo que dice, con lo que la inseguridad se agranda en mi interior sin poder apartar de mi cabeza los pensamientos sobre Genji. Su personalidad va a complicar mucho las cosas con este tema, y sólo pensar en cómo podría actuar si alguien se presenta en el bar, hace que me estremezca.

* * * P.V.S * * *

El sonido de la tele suena lejano mientras me abstraigo, dándole la última calada al cigarro antes de apagarlo en el cenicero que tengo a mi lado en el suelo. No puedo dejar de darle vueltas a lo que pasó ayer en el bar, ni a que debería hablar con Ruka después de las veces que ha intentado contactar conmigo desde entonces.

Llaman al timbre y antes de que mi tío pueda levantarse lo hago yo, diciéndole que no se preocupe.

-Hola, ¿podemos hablar, por favor?

Mantengo la mirada a Ruka durante unos instantes, sintiéndome culpable al ver su rostro entristecido, con lo que asiento resignado y dejo que pase, indicándole que me siga hasta mi cuarto después de que salude a Kenta, quien se ha asomado al pasillo al escucharla.

Entramos en mi cuarto y le digo que se siente en la cama, con lo que deja el bolso en un lado y obedece, señalándome con la mano para que la imite, pasando después a hablar con el freno de mano echado. Supongo que tiene miedo de que me enfade con algo de lo que diga.

-No estaba segura de que fueras a recibirme, como no me has cogido el teléfono, pensé que aún estabas cabreado por lo que pasó. Si quieres puedo irme. –Añade cuando al cabo de unos minutos no respondo, amagando con levantarse hasta que hablo y la detengo.

-No, quédate. Perdona por no haberte respondido y por lo de estos días. No mereces que te ignore.

-¿Qué pasó ayer con Genji? ¿Por qué os peleasteis?

-Está permitiéndole demasiado a Theia, y no voy a dejar que joda a Airi.

-Tamao, él no está haciendo nada. Te precipitaste, Es ella la que...

-Tú no viste lo que yo. –La corto de forma brusca, poniéndome borde.

-Tamao, tienes que relajarte y hablar, por favor. No puedes seguir teniendo dentro todo eso. Sé que lo de Tokio es muy duro para ti, pero es normal que no estés bien...

-Estoy perfectamente, Ruka, déjame en paz. –Contesto de forma borde, levantándome de la cama mientras ella me sigue, hablando.

-¡Claro que no, Tamao! ¡No puedes estar pasando de todos eternamente, ni liándote a puñetazos!

Ella me agarra de la camisa por detrás para que no me vaya del cuarto, haciendo que me gire veloz para encararla al sentir el tirón y la rabia de nuevo incendiarme por dentro, agarrando su brazo bruscamente.

-¿Ves lo que te digo? ¿Vas a pegarme a mí también?

Ruka no se achanta y continúa mirándome fijamente, hasta que la suelto despacio sintiendo que el enfado remite. Joder, tiene razón, y la estoy cagando mucho últimamente.

-Lo siento, de verdad. –Me disculpo sinceramente, vislumbrando como su semblante vuelve a tornarse relajado, con aquel deje de tristeza y preocupación.

-Cuéntame que te pasa. Quiero ayudarte, cariño.

Aparto la mirada de sus ojos mientras ella acaricia mi mejilla izquierda, y noto como un cúmulo de emociones me asaltan, llenándome los ojos de lágrimas sorprendentemente, algo que Ruka descubre, aunque no dice nada para dejarme hablar, algo que realmente me cuesta. Finalmente, lo consigo tragándome la vergüenza y el miedo de decirlo en voz alta.

-No sé qué me pasa, no sé cómo controlar toda esta mierda que me ahoga. Sólo siento rabia, un cabreo enorme por lo que pasó con Tokio y no sé cómo hacerlo remitir, Ruka. No es justo, todo esto es una puta mierda. Él no merecía morir, joder.

-Lo sé, cariño, lo sé. –Susurra con ternura mientras yo rompo a llorar.

Ruka no dice nada, sólo se limita a abrazarme con ese cariño que sólo ella es capaz de dar, haciendo que pose la cabeza sobre su pecho mientras acaricia mi espalda y planta un beso sobre mi cabeza, repitiéndome una y otra vez en un susurro firme que no estoy solo y superaremos esto juntos.

Cuando me he relajado la abrazo con fuerza, diciéndole que la quiero y que se acabó esto de actuar como un gilipollas.

-Tomate el tiempo que necesites, Tamao. –Responde dulcemente cuando ambos volvemos a mirarnos, pero yo respondo con decisión tras limpiar el rastro de mis lágrimas.

-No puedo retrasar más esto. Tengo que hablar con Genji y con mi hermana y pedirles perdón.

-Iremos al bar mañana, estarán los dos.

-Vale –acepto asintiendo a la vez, pasando después a fijar mis ojos en los suyos con seriedad-. Perdóname, Ruka. He sido un completo gilipollas, y si hay alguien que no se lo merezca en absoluto, eres tú. No sé cómo me aguantas. –Me burlo con una triste sonrisa que ella responde.

-Porque te quiero demasiado, y ya sé lo idiota que eres.

Le devuelvo la sonrisa con más alegría ante su contestación, y paso a abrazarla de la cintura para besarla con intensidad, sintiendo rápidamente un gran alivio en mi interior. Esto es justo lo que necesitaba. Ella es en realidad todo lo que necesito.