Capítulo 26.

* * * P.V.S * * *

Hoy nos hemos reunido todos, y a eso de las 9 entramos en un bar al que solíamos ir en nuestros tiempos de Suzuran, acercándonos a la barra sin hablar mucho y pidiendo cerveza para todos al mismo camarero de años atrás, para después movernos a una de las mesas del garito rodeada por un par de sofás grandes color negro.

Después de varios tragos y de que los cigarros empiecen a encenderse, Makise toma la palabra tras dejar el vaso en la mesa, barriendo con la mirada las caras de todos. Va directo al grano, ya que todos sabemos a qué se debe esta reunión.

-Hace dos semanas desde que Genji fue a ese club, desde que mataron a su padre, y esos tíos no han vuelto a acercarse al bar ni a él. Tampoco a Airi.

-Yo me seguiré ocupando de vigilar a mi hermana. –Añado para después fumar, haciendo que Makise vuelva a hablar.

-Ken está seguro de que esa gente va a ir a por él. Sólo han estado dejando que se relaje, igual que los Ryuseikay, para pillarlos desprevenidos y darles bien. Más que nunca debemos estar pendientes.

-Genji no nos ha pedido ayuda –interviene Tokaji-. Si se entera de lo que estamos haciendo se cabreará por meternos donde no nos llaman. ¿Por qué no vamos directamente a atacar a esa gente y les damos un escarmiento?

-Esto no es como cuando peleamos contra Housen –digo en cuanto le escucho, mirándole seriamente-. Esa gente es de la mafia, no tienen problemas en ponerse a pegar tiros, ya deberías haberte dado cuenta. Esto no es un juego ni hay normas, sólo ganas de venganza.

-¿Entonces qué hacemos? –Pregunta uno de los hermanos, mirándome. Sin embargo, es Makise quien responde.

-Lo que hasta entonces, no hay otra. Vigilar a Genji para que no se meta en líos, y por si esa gente vuelve.

-¿Qué hay de los hombres de su padre? –Lanza la pregunta Chuta, y tras exhalar el humo del cigarro respondo lo que mi hermana me ha contado.

-Genji les dijo que se fueran, que no quería ayuda. De todas formas vigilan la zona, aunque ya no se reúnan allí. Muchos de esos tíos eran más que empleados de su padre.

-Joder, no sé como no ha ocupado el sitio de su viejo. Tendría lo que quisiera. –Comenta Tsutsumoto con sorpresa, haciendo que Makise y yo nos miremos un segundo. Finalmente él habla sin entrar en detalles.

-Ya puede tener lo que quiera, dinero no va a faltarle después de la herencia. Él pasa de ser un Yakuza, quiere vivir tranquilo.

Todos meditan aquello en un breve silencio en el que cada cual asume que esto en realidad no ha hecho más que empezar, y nos queda un camino largo por medio, sobre todo sabiendo el cuidado que debemos tener. Aspiro el humo una vez más para que acabe de consumirse, sintiendo dentro que esta falsa paz es como la calma antes de una buena tormenta de esas que te pillan de sopetón, y odio tener ese pensamiento porque no suelo equivocarme.

* * * P.V.A * * *

Suspiro al cerrar el grifo de la bañera de Genji, dándome cuenta de que estoy cansada realmente después de la mañana de universidad, y de haber estado aquí esta tarde ayudando a empaquetar cosas de Hideo, y poner orden en la que es ahora la casa de Genji a todos los niveles. Aún me cuesta asimilar que todo esto esté pasando, y además tan rápido.

Mi mente deja a un lado todo pensamiento cuando Genji entra en el amplio baño con la toalla enrollada a la cintura, y las gotas de agua cayendo al suelo de su pelo despeinado y empapado, como intuyo han estado haciendo desde su camino desde el otro baño. Sonrío de inmediato mientras lo observo desnudarse y meterse en el agua. No cambiará nunca, no tiene solución para algunas cosas.

-¿No entras? –Me pregunta, haciendo que asienta con una leve sonrisa, quitándome la toalla y viendo como él clava sus ojos en mi cuerpo desnudo, demostrándome su deseo a pesar de que hace nada estábamos haciéndolo en la ducha. No se cansa nunca, y la verdad es que me sorprende saber que con él yo tampoco, porque me encanta y lo quiero mucho más aún de lo que me gusta físicamente.

Le hago un gesto para que se mueva, y pronto comprende qué quiero, con lo que se quita del borde de la bañera para que me ponga detrás de él y pueda acariciar la parte tatuada de su espalda.

-¿Entonces ya está todo? ¿Has acabado con las cosas de tu padre? –Le pregunto mientras paso mis dedos por las alas.

-Sí. Ya he acabado. Gracias por la ayuda.

-De nada –susurro y deposito un fugaz beso en su espalda, volviendo a hablar- ¿Oye y qué vas a hacer? ¿Vivir solo aquí o buscar a alguien para compartir piso?

-¿Por qué iba a compartir piso? –Me pregunta, girándose para mirarme con el ceño fruncido.

-Bueno, supongo que esta casa tan grande debe ser cara.

-Está pagada, sólo tengo que pagar los gastos. No hay hipoteca.

Me quedo en silencio por la sorpresa tan grande que me llevo. Joder, si que debía ganar su padre para haber pagado una casa así en este barrio. Genji vuelve a hablar y se cambia de posición, quedando frente a mí.

-¿Qué pasa, quieres información para ver cómo acoplarte aquí?

-Ya quisieras tú que eso pasara. –Respondo a su broma mientras le salpico, haciendo que sonría. –No sería buena idea y ambos lo sabemos; eres demasiado insoportable. Además, vivir juntos mata la pasión, y llevando ya varios años juntos, no deberíamos tentar a la suerte.

-¿Qué, acaso tienes problemas con la pasión? –Agrega burlándose de mí, pero con una mirada que esconde lujuria, y no puedo disimular que me encanta la intensidad de sus ojos encendidos.

-No sé, ¿te lo parece, Genji?

-Nunca está de más que te lo recuerden, pero sabes que me gustan más los hechos que las palabras.

No puedo evitar sonreír con picardía, acercándome para besarle con una excitante lentitud y rudeza que le encanta, tal y como compruebo cuando me sujeta del pelo con una mano y tira de él hacia atrás para pasear sus labios por mi cuello hasta llegar a mi pecho, y dejo escapar un leve gemido cuando los araña con sus dientes.

Hago que se detenga cuando agarro su miembro y empiezo a tocarlo rítmicamente, con lo que aprovecho para buscar de nuevo sus labios, notando como ahoga un gemido mientras yo continúo hasta colocarme sobre él, haciendo que vuelva a apoyarse contra el borde de la bañera.

Él pasa sus manos por mi espalda mientras me detengo para posicionarme y que pueda introducirse en mí, no siendo capaz de acallar mis gemidos cuando su pasión aumenta, y con ella el ritmo de sus movimientos a la vez que noto como aprieta mis nalgas y clava sus ojos en los míos.

Cuando noto que no puedo soportarlo más tengo que besarle para no gritar en exceso debido al orgasmo, clavando mis uñas en su espalda mientras el agua salpica fuera de la bañera hasta que ambos nos detenemos pasados unos minutos, y deshacemos la posición, aunque sólo lo suficiente como para que salga de mí.

Sin que nadie rompa el silencio aún nos mantenemos abrazados, y mirándolo muy de cerca porque aún estoy sobre él, aparto parte de su cabello para destaparle la cara, pasando a besarle con cariño.

-Te quiero. –Le digo cuando rompo el beso, haciendo que me responda con el mismo gesto, pero en medio de aquella plenitud que siento vuelve a mi me mente la cruda realidad, y mi rostro cambia.

-¿Qué pasa?

-Nada. –Me apresuro a responder para no hablar del tema, ya que no vamos a solucionar nada, pero sé que sabe que estoy preocupada. Genji cambia de tema, y esta vez hasta lo agradezco.

-¿Irás a Nagoya en la vacaciones de navidad?

-No. Aún las cosas están tensas, y aunque lo siento por mi madre, paso. Igualmente tengo que estudiar para los exámenes.

-Te pasas estudiando todo el día, seguro que apruebas.

-Eso espero. –Agrego con una sonrisa, volviendo a retirarle unos mechones del pelo antes de hablar. –De todas formas, sé organizarme lo suficientemente bien como para salir de vez en cuando, así que el sábado iré al bar después del trabajo. Además, Ruka vuelve de nuevo a actuar por fin.

-Pareces tú la novia de Ruka en vez de tu hermano. –Se mofa de mí con una sonrisa, y yo le salpico agua con una fingida indignación.

-¡Es mi amiga! Me hace ilusión verla. Además, me gusta la música que hace.

Él se ríe y yo vuelvo a salpicarle, y mientras se tapa la cara me dice que tendré que limpiar toda el agua después, con lo que me río en su cara y me detengo antes de contestar.

-Te recuerdo que esto lo hemos hecho los dos. Además, ¿vas a obligarme acaso?

-No me importaría. Y a ti tampoco –Responde mirándome con esa chulería que me encanta, y le respondo a la sonrisa cargada de seducción antes de besarlo.