Izuku sentía que se le saldría el corazón del pecho en el siguiente respiro. En menos de una hora darían las doce de la noche para darle la bienvenida al 15 de julio, su cumpleaños número 13.
Su pequeña casa estaba abarrotada de personas que comían y reían, esperando la tan ansiada hora. Pero a Izuku solo le importaba una persona.
Katsuki estaba sentado a la par suya, un plato lleno de carne asada de venado estaba frente a los dos. El venado y demás animales fueron cazados por Mitsuki, la madre Alpha de Katsuki. El alpha más cercano a Izuku, ya que su propio padre Alpha había muerto cuando Izuku era un bebé.
Y aunque la propia madre de Izuku había condimentado y asado toda esa carne, el plato frente a los chicos estaba intacta. Los nervios estaban matando a ambos, aunque en diferente medida. Katsuki estaba estoico, casi parecía enojado e Izuku seguía y seguía jugando con sus manos, ambos chicos viendo fijamente el reloj en la pared de la sala.
-Vas a ser un Omega 'Zuzu, mi Omega.
Verde se junto con rojo y todo dejo de importar. Katsuki le estaba dando una mirada suave, tranquilizadora. Su cumpleaños había sido hace unos meses y ahora era un orgulloso Alpha en espera de su primera rutina. Izuku desvío su mirada al cuello de Katsuki, donde se podía ver las pequeñas glándulas odoriferas.
Izuku casi podía imaginarlas desarrolladas y con una mordida, su mordida en ese cuello. El peliverde solo deseaba una cosa en la vida, ser el Omega de Katsuki.
Sus madres son amigas de la infancia y cuando tuvieron sus cachorros, estos igualmente fueron amigos. Pero a diferencia de sus madres, los pequeños sintieron un lazo entre ellos, y cuando supieron sobre ser Alphas y Omegas, supieron que serian pareja.
Han sido inseparables toda su vida y aunque Izuku resultara ser de otra casta, Katsuki sería su Alpha, su pareja. Sin embargo ambos sentían que Izuku sería Omega, al igual que sintieron que Katsuki sería Alpha hace unos meses.
Izuku se estaba perdiendo en sus fantasias cuando sintió un leve aroma a canela. Era picante y levemente terroso, como canela recién molida lista para ser usada en un postre. Y era extraño, su madre nunca usaba canela en nada. Nada en la fiesta tenía canela.
Katsuki, por su parte, comenzó a oler a menta. Era refrescante y ligeramente dulce, como la bebidas de limonada con menta en un día caluroso. Era un olor que atraía a Katsuki. Y venía de Izuku.
Ambos chicos, como si estuvieran en trance, se fueron acercando al otro, directamente a sus cuellos. Katsuki tomo el mentón de Izuku y expuso a la vista su cuello lleno de pecas. Pequeña pero notable, estaba una glándula odorifera, con un tierno aroma suave. El olor de un Omega.
El rubio, muy despacio y con el corazón lleno de alegría, dejo un suave beso sobre ella, deleitándose en el estremecimiento del cuerpo al lado suyo. Un día, volvería a hacer esto pera dejar su marca en su compañero.
Pero estaba soñando muy en el futuro aún lejano. Tenía toda una vida a la par del pecoso. En estos momentos, tenían que dar la feliz noticia.
-¡Mi bebé es un Omega!
Fue el grito de felicidad de Inko, secundada por todos los seres queridos de Izuku que estaban en la casa. Todos lo abrazaron y lo felicitaron, pero el peliverde aún sentía el beso de Katsuki quemandole la piel.
Eran Alpha y Omega al fin.
