"¿Y si consigo un dildo de hielo?"

Era el pensamiento más coherente que Izuku había tenido en los últimos 3 días, aunque solo hubiera estado consciente las últimas 36 horas.

Había pasado pocas semanas desde que se reveló como un Omega y había sido bendecido con su primer celo. O eso dijeron todos. Que fue bendecido.

Pero cuando despertó hace día y medio no pensó que estaba bendecido.

Despertó ahogado en sudor con olor a menta, lluvia y jazmín. Le picaban las muñecas, a los lados del cuello y la parte superior de los muslos internos. En una leve inspección le confirmo que eran sus glándulas ya desarrolladas.

Otra cosa que reveló la inspección fue su nueva vagina. Y lo que ahora era un clítoris. Le hubiera gustado estar curioso sobre su nuevo cuerpo, pero la verdad es que no supo en qué momento paso de solo inspeccionar a estar masturbandose furiosamente y sin descanso.

También noto que su voz era ligeramente más aguda. La infinidad de gemidos que salían de su boca se lo confirmaba. Aunque al prestar atención, no solo emitía gemidos, sino que chirridos y ronroneos que había escuchado toda la vida de su madre. Sonidos que solo un Omega podía emitir.

Buscando más puntos de placer, accidentalmente rozo un pezón. Que delicioso se había sentido. Solo pudo dedicar un suave pensamiento al hecho de que sentía hinchado su pecho antes de perderse en el maravillosa placer.

Después de un par de orgasmos muy insatisfactorios, pudo pensar con claridad y recordar que su Alpha le había dado camisas con su rico olor a canela. Pero era muy suave y rápidamente quedó ahogado en su jazmín y menta.

Ahora, a mitad del celo, estaba desesperado por ver a Katsuki. Añoraba su ligero olor a canela, extrañaba su voz de barítono y algo muy dentro de él le gritaba que necesitaba un Alpha. Más específicamente, un nudo Alpha.

Pero eso era su cuerpo y mente ahogados en el celo. Una parte muy pequeña en el cerebro de Izuku sabía que aún faltan muchos años para compartir su celo con su Alpha elegido.

Pero eso no impidió las miles de fantasias que llenaron su mente, casi sintiendolas sobre su cuerpo aún afiebrado. Una que se repetía mucho era Katsuki estando sobre su espalda mientras Izuku montaba su pene como si no hubiera un mañana. Pero la que ganaba entre todo y la que le daba muchísima vergüenza al mismo tiempo, era donde 'presentaba'.

Su madre, aunque con pena, le había dado la charla de lo que significaban los celos y que podía esperar de ellos. Entre todos los consejos, el pasar el celo en postura de presentar era el más fuerte y reiterado.

Su mente se llenaba de pensamientos más vergonzosos que el anterior. Katsuki diciéndole lo buen Omega que era. Tomando su cabello y forzandolo a enseñar su cuello. Las manos de Katsuki dándole fricción a su clítoris. Y lo que solo podía imaginar que se sentiría tener al Alpha dentro de su mismo.

Para el quinto y último día de su celo, todo su cuerpo le dolía, le urgía una ducha y una comida completa y caliente y más que nada, moría por ver a Katsuki. En definitiva, Izuku odiaba los celos.

Izuku comenzaba a preocuparse por Katsuki, que no había dicho palabra alguna desde que llegó a la casa del Omega. Tampoco le había quitado la mirada en lo que llegaron al salon de su casa.

-Hueles a lluvia, como aire frio en medio de una tormenta.

Izuku dió un brinco de susto al escuchar la voz de su Alpha. Katsuki se había acercando y ahora estaba tomando la muñeca del pecoso y llevándosela a la nariz. La aspiración que dió fue grande y larga. Soltó el aire con un sonido de satisfacción.

-Sigues oliendo a menta recién cortada pero ahora hueles como un jardín de jazmines en plena tormenta. Es cálido y delicioso, como tú 'Zuzu.

Izuku le agradecio las palabras con una de sus sonrisas brillantes. Katsuki se tomó la libertad de grabar en su memoria ese momento, su Omega feliz gracias a él, liberando todo ese aroma a jazmín y escuchandolo ronronear de gusto

Izuku comento todo lo que vivió en su celo, pero el rubio apenas lo escuchaba, más atento a ver todos los cambios que tuvo. El Omega ahora tenía unos hermosos pechos, muy pequeños y apenas notorios, pero ahí estaban. Así mismo, las caderas eran mas anchas y una pequeña lonjita de grasa en su bajo vientre. Casi se pierde de unos pequeños y adorables colmillos en la boca cuando Izuku sonrio. No soltó la muñeca hasta que Izuku dijo tener un regalo para él.

El pecoso regresó de su cuarto cargando dos bolsas. Al abrir la primera un poco, salió el hermoso olor Omega de Izuku. Este explico que era su ropa de cama y ropa normal que uso mientras estaba en celo, eran para la futura rutina de Katsuki.

La segunda bolsa no la abrió y se sonrojo furiosamente cuando se la paso al rubio.

-Esta es mi sábana. Además de tener también mi olor en celo tiene... Bueno, es vergonzoso pero escuche por ahí que puede ayudarte.

Katsuki no terminaba de entender cuál era todo el drama. Ambos sabían que el olor del otro ayudaría con sus respectivos celos, por eso le dió ropa con su olor, tal vez no era un olor tan maduro pero al menos olía a Alpha. Así como tenía un par de prendas del ojiverde de antes de su celo, aunque tal vez esta sería mejor.

Katsuki hizo el gesto de querer abrir la bolsa cuando Izuku entro en pánico y casi le arranca la bolsa de las manos. El pecoso soltó un leve chirrido de angustia antes de cerrar los ojos.

-Tiene mi grasa.

El ojirojo tardo unos segundos en procesar la información antes de que su rostro comenzará la mayor competencia de sonrojos en contra del sonrojo del peliverde.

El Alpha tomo suavemente la bolsa y ya no trato de abrirla. Aunque más pequeños habían dicho que serían pareja, realmente hasta hace poco les hablaron sobre las castas, celos, mordidas, parejas y embarazos. Aún era un tema delicado y vergonzoso. Pero al menos el joven Alpha sabía que sería la pareja de Izuku. El pequeño Omega acababa de hacer un regalo de cortejo muy atrevido e inesperado.

Katsuki pensó por primera vez que tal vez así se sentía estar enamorado. Una mezcla de shock y euforia dada por el otro. No podía esperar a vivir su vida sintiendo esto todo el tiempo.